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CROATOAN


Syrius McGonagall
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Scott Wilkinson

Manteo, Roanoke Island, Carolina del Norte. 

 

La luna llena brillaba con intensidad en un cielo completamente tachonado con estrellas, pero la luz de plata del satélite era capaz de eclipsar las a todas, incluso las sombras en la tierra bien definidas recordaban a las del día pero no era así, era una noche cerrada de fines de verano. 

 

El mago sorbió un trago de su intenso café negro, la mejor bebida para estar despierto todo la noche según su opinión y mas le valía estar aquella semana de desvelo despierto y atento. Le tocó una de las tareas anuales menos deseadas entre los agentes del FBI, semana de vigilia en Roanoke Island. 

 

Estar al aire libre era la parte de su trabajo que más disfrutaba, mucho más agradable que pasar días encerrado entre archivos, pergaminos y tinta viendo solo la luz del sol en la pausa del mediodía. Pero aquella específica asignación no tenía el encantó de otras tareas al aire libre. 

 

Todos los años durante la primera semana de luna llena del mes de setiembre la tranquila Isla de Roanoke y el apacible pueblo de Manteo dejaban de serlo. Localidad famosa a nivel nacional por la misteriosa desaparición del primer poblado inglés en suelo estadounidense a finales del siglo XVI no era de extrañar que fuera un foco de lo paranormal y los amantes del mismo. 

 

Y durante aquella semana del año cuando el pueblo rendía homenaje a la colonia perdida con una serie de eventos y espectáculos, la isla se volvía un faro para los raros y eso siempre genera inconvenientes. 

 

-¿Cuando llegara la secta? - la voz de John al otro lado de la mesa cortó el coro de grillos nocturnos que pululaban por todo el parque. 

 

Scott se giró con una sonrisa dibujada en el rostro y se encontró con la misma expresión en el otro mago que sería su compañero durante la semana -No creo que a ellos le guste que se les llame secta - replicó el pelirrojo aunque pensara que aquella denominación encajaba a la perfección con aquel grupo. -Son una…. asociación - decidió que aquel término sería más adecuado -Interesada en la energía que se despierta en este lugar durante esta semana.. además tiene la autorización del gobierno de Carolina del Norte y la aprobación del MACUSA - explicó sin que fuera necesario, ambos ya sabían aquello. 

 

-¿Y es verdad eso? ¿Lo de la energía? - preguntó curioso el recientemente ingresado a las fuerzas a su compañero.

 

-Bueno - comenzó diciendo Scott -la Isla de Roanoke es conocida por su actividad paranormal… tanto por nosotros como por los nomajs, la colonia perdida y los distintos eventos que se han dado en la zona son claros ejemplos y es cierto también que durante esta semana esa actividad se dispara, por eso nos mandan aquí para que vigilemos que la situación no se descontrole -

 

-Y bueno también esta semana es cuando todos los locos cazafantasmas deciden darse una vuelta y esos son lo que más me preocupan - reconoció el ojiazul antes de darle un nuevo trago a su vaso térmico de café. 

-Esperemos que estos practicantes del vudú de Nueva Orleans no causen muchos problemas - John levantó la vista a la luna y suspiró.

 

-¿Preocupado en tu primera asignación? ¿Tú no eres de Louisiana? - Scott preguntó para conocer un poco más a su reciente compañero. 

 

-Lafayette, soy de Lafayette - el otro mago lo señaló con un dedo acusador -No todos los de Louisiana somos de Nueva Orleans - 

 

-Ni comen caimán durante el desayuno, lo sé, lo sé - bromeó el texano viendo como el novato enrojecía de la ira. 

 

-¿No tienes un rodeo al que ir? Porque …. - pero la réplica se vio interrumpida por una serie de gritos que provenían de la playa que se encontraba a un par de cuadras desde donde estaban. 

 

Scott se incorporó rápido de la banca que habían escogido para descansar un momento y se giró hacia donde toda la acción sucedía. Desde allí no podían ver la playa pero sí sentir el sonido de la olas batiendo apaciblemente la costa y saborear el aire salado pero en aquella ocasión el pelirrojo notó algo más, un fulgor amarillento que no le gustó para nada.

 

-¿Qué está pasando? - la voz de John deja entrever el nervio que sentía, lo notaba ansioso y agitado, Scot solo esperaba que aquello no afectará su capacidad de respuesta frente a la situación.


 

-No lo sé John, eso estaremos por averiguar - contestó el ojiazul mientras ya se dirigía a enfrentar lo que estuviera delante aquella hasta el momento tranquila noche de verano en la Isla de Roanoke. 

 

 

 

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Catherine Moody

Catherine estaba cansada de Inglaterra.

Londres era una ciudad movida... y sofocante. De cierta forma, tenía que admitir que se había acostumbrado al ridículo ritmo de los vampiros del barrio francés: a veces la fanfarria, el glamour, las copas de vino a medianoche. A veces la desidia, el enojo y la complicación de cuestionamientos baldíos. No importaba: todo eso la hacía sentir más viva que sus solitarias luchas en un Londres, una ciudad cada vez más restringida por esos lunáticos edictos. 

De cierta forma, acudir a ese lugar también era un escape. Había ido sola, pensando en perderse entre la muchedumbre, tomar un vaso de agua o de ponche, observar el mar. Su cuerpo no sentía el frío como otrora, sus miembros no se quejaban con una circulación a medias. Era la nigromancia, que la consumía pero que de alguna forma también le recordaba cuán efímero era todo. 

Se encontraba sentada, en la arena. Pensaba en las épocas antes de Ottery, antes de que todo eso sucediera, cuando era apenas una talamasquin en formación, que tenía la capacidad de ver espíritus y estudiarlos. Cuando todavía podía percibir las energías de los otros cuerpos y sacar conclusiones. Cuando su magia no era más que un accesorio de sus otras tantas habilidades y no el motor principal de su fuerza.

Sujetaba sus rodillas más por el hábito humano que por verdadera necesidad de calor. El amplio vestido de volantes negro hacía que su cuerpo pareciera más frágil y lánguido. Sus manos heladas, de dedos largos y delgados, aferraban parte de sus rodillas como si fuese una niña. Observaba el mar, intentaba no sentirse melancólica o nostálgica. Había un cielo estrellado. El cuello alto de su vestido resaltaba el roce de sus venas.

Sus pies desnudos jugaban justo en el límite de la arena seca, muy cerca de la línea en la que se tornaba húmeda, cuando oyó los gritos. Algo espantoso, atroz, que sonaba a pérdida. Su cabeza se giró automáticamente hacia la fuente. El faro de luz, eligió ese momento, para apuntar en torno a esa área de la playa, mientras Catherine observaba desde su callada posición, el espectáculo que se desarrollaba ante ella. La luz amarillenta refulgió y pasó con la misma velocidad, apuntando hacia otro sitio. Eso sí, no sin antes de que ésta se mezclara con la luz de su varita, de tonos dorados: la jaula de barrotes blancos que había invocado se posó sobre las figuras protagonistas del problema. 

Catherine se quedó un instante de piedra, antes de volver a reaccionar ¿por qué había sacado la varita sin pensar? La guardó cuanto antes, esperando que la gente agolpada no hubiera visto la figura que se movía en la oscuridad y rogando que pensaran que la jaula se trataba de un espectáculo. No se atrevió a moverse otra vez, si no que esperó.

@ Syrius McGonagall

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Scott Wilkinson

Manteo, Roanoke Island, Carolina del Norte. 

 

 

El humo se elevaba y se enroscaba como una gran serpiente oscura en su ascenso al cielo nocturno, mientras el fuego devoraba uno de los yates anclados en el puerto privado para los residentes junto al pintoresco faro de la isla. Eso fue lo primero que captó la atención de Scott cuando por fin llegaron a la playa, habían cubierto las cuadras que los separaban de la costa en pocos segundos tras escuchar el caos que se estaba desarrollando allí. 

 

-Es un incendio - señalizo el pelirrojo tras detenerse unos segundos para comprender del todo la situación, el puerto se alzaba a menos de unos cien metros de ellos y desde allí podía ver a un grupo de personas corriendo de un lado a otro acarreando agua con baldes, mientras alguien desde un yate vecino lanzaba agua desde una manguera hacia las voraces llamas que se alimentaban de todo lo que pudieran quemar del bote. 

 

Lo flashes llegaron antes de la sirena que anunciaba el arribo de los bomberos que se acercaban velozmente por la rambla que daba al mar -Los bomberos están llegando - se alivió el mago de no tener que hacer uso de la magia frente a todos los nomajs para ayudar, de igual manera sacó su varita y con un movimiento perezoso apuntó al agua junto al yate que inmediatamente se elevó como una especie de gran ola que barrió gran parte de las llamas mientras empapaba a las personas que se encontraban más próximas.  

 

El fuego casi se había extinguido por completo mientras las personas exclamaban entre agradecidas y molestas por aquella inesperada ola salvadora. La sirena del camión de bomberos pronto acalló el sonido de las voces, sus flashes iluminaron de rojo y azul la escena mientras los profesionales bajaban listos para terminar de apagar lo que quedaba del incendio. 

 

Fue la firme mano de John a su lado lo que hizo girar el mago y ver hacia donde el novato señalaba. Al otro lado del faro casi en el límite hasta donde las olas mojaban la arena, una figura en las sombras se movía junto a lo que parecía ser una gran jaula de hierro que contenía una pequeña bola de luz amarilla que flotaba suavemente en su interior. 

 

El ojiazul estaba extrañado, no terminaba de comprender lo que estaba viendo ¿Qué hacía allí una persona con una jaula encerrando a una esfera de luz?

 

-Es una bruja, la mujer junto a la jaula puede hacer magia, ella la invocó, la vi - John ya tenía pronto la varita en mano. 

 

-Vamos a ver que sucede - indicó Scott mientras mantenía firmemente sujeta su varita, aunque apuntando hacia el suelo, no quería parecer intimidante -No la apuntes con la varita cuando lleguemos hasta ella - le señaló a su compañero, lo que menos quería lograr era provocar una escena con un grupo de nomajs a menos de cien metros de distancia a pesar de que estaban muy ocupados con el incidente en el puerto. 

 

Mientras se acercaban el texano no podía dejar de pensar si aquella bruja tenía algo que ver con el incendio del puerto, no sería la primera vez que magos causaban problemas en aquel pueblo por aquellas fechas. La luna llena y la fama del pueblo era una mezcla muy peligrosa que no dejaba de atraerlos.

 

-Buenas noches - se anunció cuando estuvieron lo suficientemente cerca como para que ella los notara, las olas del mar rompiendo a un par de metros de ellos y la corriente de resaca llegando hasta unos pocos centímetros de sus zapatos barriendo la arena eran los únicos sonidos junto a las lejanas voces del puerto que se podían oír. 

 

La luz de la luna llena era suficiente para iluminar las facciones de la mujer y de las mismas el pelirrojo no pudo leer nada que le advirtiera peligro - FBI, División de Asuntos Mágicos del MACUSA, soy el agente Wilkinson y el es mi compañero el Agente Roberts, ¿Sucede algo señora? - preguntó esperando entender qué hacía allí durante aquellas horas.

 

@ Melrose Moody

 

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Lëna

La vida de artista la iba llevando de un lugar a otro, y aunque al comienzo aquel ritmo itinerante le había parecido un infierno, muy pronto la joven se había acostumbrado a eso, encontrándole variopintas ventajas, la mejor de ellas, que ya no tenía que inventarse más pretextos que el de el final de fecha de una obra de teatro para romper con los romances que desarrollaba en cada ciudad y que rara vez duraban más que el propio ciclo de presentaciones programado.

Manteo, en Roanoke Island, Carolina del Norte, era uno de los destinos más distantes al que le había tocado llegar, pero la historia del pueblo y las actividades que esa semana se desarrollaban la seducían particularmente. Así que no había tardado más que una hora en cambiarse, todo un record en relación a lo que normalmente le tomaba hacerlo, y había salido junto con el resto de actrices a un paseo por el mar y la feria donde se decía que vendían comidas de lo más exóticas.

En el recorrido, Lëna no dejaba de imaginar en lo distintas que podían ser las costumbres en cada pueblo y como allí todo parece estar en calma, tan distinto a sus días en Whitechapel, donde debía cuidarse a todas horas y en donde tan tempranamente había tenido que tomar las decisiones más difíciles con tal de sobrevivir. De cualquier modo, divertida mientras escuchaba a un vendedor contar las maravillas de un raro licor ambarino, orgullo local, dejó que la ciudad se le metiese por los poros, y por cada sentido, y luego cuando ya todos se encontraban ebrios por haber tomado demasiadas "muestras de cortesía", bajó con el resto del grupo hacia la playa, para divertirse un rato armando una fogata cerca de las orillas del mar.

Deshaciéndose de sus botines, mientras los otros se esforzaban en encender el fuego "a la usanza muggle", Lëna caminó por la arena lentamente. Su vestido blanco que rozaba sus tobillos se agitaba por la fuerza del viento, y era más bien una mancha luminosa en la oscuridad del paraje. Hasta que de repente más allá del farol, le llamó la atención detectar movimiento.

En un principio supuso que se trataría de otro grupo como ellas, disfrutando de las bondades de la naturaleza de ese pueblo, pero entonces otro de los muchachos del grupo, reapareció en una loca carrera. Nada más al llegar, él se había alejado del grupo prometiendo recoger unas conchas marinas particularmente vistosas típicas de la isla, y en cuanto estuvo con los demás, era verdad que traía poco más de una veintena de ellas en un bolso de piel de moke, pero además lucía mortalmente pálido.

- Una luz rara apareció cerca del mar. Y antes que me miren raro, ya saben que fui el que apenas probó un sorbo de ese condenado líquido. Pero lo más extraño es que pareció que alguien la atrapaba. ¿Ustedes vieron algo?

Todos negaron con la cabeza, pero entonces, pisadas mucho más toscas, que no buscaban para nada ocultar su presencia, se dejaron oír. Y Lëna tuvo la leve intuición de que de repente, su tranquila incursión estaba a punto de convertirse en otra cosa.

@ Syrius McGonagall  @ Melrose Moody

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Catherine

La bruja todavía está intentando procesar aquello que ha visto cuando escucha las voces. La gran ola, había hecho que el agua la alcanzara, sin dejarle tiempo de cubrirse. Su vestido, pegado a su figura, la hace sentir algo incómoda y su cabello gotea. No se atreve a volver a sacar la varita para secarse, por lo que decide incorporarse con cierta pesadez. 

- Buenas noches -su voz vacía suena baja pero perfectamente entendible-. Mi nombre es Catherine Moody. Aquí tengo mis credenciales.

La bruja alcanzó sin mucha ceremonia el pasaporte que cargaba y se dirigió hacia la jaula. Se daba cuenta de que si no hacía algo respecto a ella pronto, empezaría a llamar la atención a pesar de la oscuridad ¿qué podía significar?

Sus manos rozan el metal de la jaula y, con la varita en la manga, se las arregla para hacer desaparecer la jaula sin sacar del todo la varita y estirar la mano rápidamente  para tocar la bola de luz. Para su sorpresa, ésta en lugar de expandirse o hacer cualquier otra cosa interesante, empieza a desprender música. Es una clase de lamento similar al que oyera la primera vez, solo que en lugar de horrendo, este otro está traducido con código de música, cada nota hermosa y quebradiza. Una solitaria lágrima se desliza por el rostro de Catherine. La bruja se limpia el rostro con rapidez con el dorso de la manga agradeciendo haberle dado la espalda a los agentes mientras realizaba todo ese proceso ¿Qué acaba de suceder? ¿Y pudieron ellos oír lo mismo que ella? La bola de luz, se había extinguido sobre sí misma.

Catherine alza la mirada para explorar el entorno. No parece haber llamado la atención de nadie, a pesar de que desde su perspectiva ha hecho varias cosas extrañas a ojos muggles por un buen rato. Se vuelve hacia los agentes, muy tentada de preguntarles sobre lo que acaba de pasar pero decide no hacerlo. Ya una vez había cometido el error de hablar con otros sobre cosas extrañas que le sucedían y había terminado desquiciada de verdad. Era mejor lidiar con ello sola. 

@ Rory Despard  @ Syrius McGonagall

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Scott Wilkinson

Manteo, Roanoke Island, Carolina del Norte. 

 

-Gracias - el mago tomó el pasaporte que la extraña mujer le tendía, la luz de la luna llena era suficiente como para que pudiera leerlo y comprobar su autenticidad. Al parecer la bruja se llamaba Catherine Moody y venía del Reino Unido, sorprendido por el apellido y preguntándose si la misma tendría algún parentesco con el famoso auror inglés Alastor Moody le tendió el pasaporte a John para que le echara un vistazo. 

 

-Y señora Moody ¿está de vacaciones en Estados Unidos? - preguntó el pelirrojo aunque no estaba seguro de que la mujer lo hubiera escuchado, parecía estar hipnotizada observando la esfera de luz que flotaba encerrada en aquella pesada jaula de hierro que había invocado. 

 

Extrañado se giró por sobre su hombro e intercambió una mirada con John que perplejo encogió los suyos y negó con la cabeza. El mar oscuro como la tinta seguía lamiendo apacible la arena mojando sus zapatos y a lo lejos aún se podían oír los sonidos provenientes del pequeño puerto pero Catherine Moody parecía no prestarle atención a nada más que no fuera aquella luz. 

 

-¿Se encuentra bien? - se adelantó un poco Scott y estiró con cuidado su diestra para tocar el hombro de la bruja que ahora le daba la espalda pero antes de que pudiera hacerlo, las barrotes de hierro negro se desvancecieron en el aire justo con el resto de la jaula y la luz comenzó a ¿cantar?.

 

Una bella y triste melodía sonó sobre la playa envolviendo por completo al ojiazul mientras miraba como la superficie luminosa de la esfera parecía agitarse en sintonía con las notas, Scott no supo cuánto duró todo aquello pero tan inesperadamente como sucedió se acabó y con el fin de la música la esfera se apagó. 

 

Como si hubiera salido de una especie de trance el mago agitó su cabeza y se volvió hacia Catherine -¿Usted hizo eso? - por un momento se olvidó del incendio y de las sospechas, quería saber como lo había hecho. 

 

-Eso fue una canción algonquina - fue John el que se adelantó y tomó la palabra. 

 

Sorprendido de que su compañero supiera aquella información, curioso se volvió hacia él. -¿Cómo sabes eso? - preguntó Scott. 

 

-Soy parte algonquino, por el lado de mi madre, reconocí la melodía y algunas palabras, pero no todas, se estaban lamentando por algo…una pérdida - John parecía más extrañado aún por la situación -¿Tú lo hiciste? - repitió la misma pregunta que Scott había hecho instantes antes mientras le tendía el pasaporte a la Moody. 

 

 

Scott guardó silenció esperando una respuesta por parte de la bruja pero cuando miró un poco más allá, hacia donde la playa se encontraba con un pequeño bosque se encontró con una situación que no esperaba. 

 

Habían montado un hoguera sobre la arena  y un grupo de personas se revolvía junto a ella y por la distancia podían verlos y escucharlos claramente y eso parecía ser lo que hicieron. -Tenemos espectadores- interrumpió Scott y con un gestó de la cabeza señaló al grupo que los observaba en torno al fuego.

 

@ Melrose Moody  @ Rory Despard

 

 

 

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Catherine todavía seguía algo ida pero intenta contestar lo mejor que puede de todos modos.

-Tengo una residencia en el barrio francés, Louisiana -responde, pensando en la indómita casa que había habitado durante su exilio. Había descubierto que estaba a su nombre hacía apenas unos meses-. Yo...

Quiere decir "estoy bien y de visita" pero por alguna razón, las palabras no terminan de salir de su boca. Así que, cuando uno de los policías habla como si fuese alguien que conociese sobre esa melodía o sobre aquello que está pasando, los ojos de Catherine se vuelven hacia éste con intensidad, aferrándose a sus palabras.

-Yo no provoqué lo sucedido -le explica entonces-. Solo alcancé a ver la esfera de luz... y la aprisioné. Luego, la toqué y eso sucedió -continuó- ¿qué es una canción algonquina?

El muchacho no tiene tiempo de responder porque su compañero los alerta sobre un grupo cercano de personas. Catherine se vuelve a ver con brevedad -y cierta molestia- pues quería saber qué tenía el hombre para decir. Su sorpresa es mayúscula, al ver el rostro de Nasha Montpellier entre ese gentío, intentando disimularse lo mejor que puede.

-Es un grupo de magos -informa Catherine, pues está segura (aún cuando solo es una corazonada) de que si Nasha está con ellos allí, en esa situación, así debe ser-. Y brujas. 

No dice qué la hace suponer eso, pero se siente aliviada. Después de todo, si son magos, ella no ha roto la ley y debería poder irse.

-¿Puedo tomar mis credenciales de vuelta o necesitan algo más? -preguntó entonces.

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Scott Wilkinson

Manteo, Roanoke Island, Carolina del Norte. 

 

Fue Catherine la que pronto descartó la idea de que se tratara de un grupo de nomajs el que los observaba curiosos junto a la hoguera. La escocesa le indicó que se trataba de un grupo de magos, como aquella mujer lo sabía Scott no tenía idea pero aún así le creyó, de todas formas tendría que ir hablar con ellos para averiguar si tendrían algo que ver con lo que estaba pasando en aquella playa. 

 

La Moody también dijo que ella no tenía ninguna relación con el incendio, ni con aquella extraña esfera luminosa que cantaba en lenguajes nativos y el pelirrojo no pudo leer nada en su voz o en sus facciones que le indicara que le estuviera mintiendo. Asintió en silencio mientras John le entregaba de nuevo su pasaporte. 

 

-Disculpe señora por las preguntas pero esta es una semana muy activa en la isla y con tanto movimiento generalmente vienen también muchos problemas - le explicó sinceramente a la mujer - Y esto del incendio y la luz, teníamos que entender que estaba pasando, muchos magos y brujas de todo el país peregrinan por estas fechas a Manteo y sus alrededores para….. -el texano tenía problemas en encontrar un término que se ajustara a lo que quería decir sin sonar irrespetuoso - “conectar” con la energía especial de este lugar y aprovechar las festividades que comienzan mañana - terminó de explicar -Pensé que usted venía por las fiestas -

 

Y la semana parecía cumplir con sus promesas regalándoles una primera noche muy movida, Scott se apartó un poco de Catherine mientras John intercambiaba unas palabras con la mujer para hacerles un gesto al grupo de magos junto a la fogata para que se acercaran. 

 

Mientras veía el grupo acercarse pudo escuchar lo que John contestaba a la bruja -Algonquina es una familia de lenguajes de diversos grupos nativos americanos que se extienden desde aquí en el sur hasta Canadá - decía su compañero -Mi madre tiene ascendencia Chowanoke y me ha enseñado su lengua, la canción que salío de esa luz era sin duda en algún idioma algonquino….. reconocí varias palabras en esa triste melodía de pérdida, pero no entiendo de donde salió todo esto, quien la invocó, no quedan muchos descendientes de los pueblos algonquinos y mucho menos que conozcan la lengua - 

 

Y Scott estaba igual de perplejo con la situación, pero en aquel momento le interesaba saber más cómo se había iniciado el incendio en el puerto que averiguar el origen de una inofensiva luz que cantaba en idiomas languidecientes. El pequeño grupo de magos y brujas ya estaba justo a ellos y el ojiazul se presentó -Buenas noches, Agente Wilkinson y el es mi compañero el Agente Roberts, FBI: División de Asuntos Mágicos del MACUSA - el mago se señaló la placa en el pecho que relucía bajo la luz plateada de la luna y que lo identificaba como miembro de la organización. 

 

-Disculpen que los hayamos interrumpidos pero ha habido un incendio en el puerto, nada grave, la situación ya se encuentra controlada - el pelirrojo se giró para señalarles el lugar donde se podía ver la esbelta columna de humo alzarse al cielo junto a la luces del brillantes del camión de bomberos - ¿Estaban al tanto de esto? - inquirió el mago alternando su atención en cada uno de los rostros de aquel grupo. 

 

@ Melrose Moody  @ Rory Despard

 

 

 

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Catherine

-No se preocupe -replica la bruja de forma distraída mientras vuelve a guardarse el pasaporte-. Entiendo que se trata de su trabajo. Yo... solo vine a tomarme un descanso, tal vez elegí un mal momento

La bruja no había escuchado antes de eso pero sabía de la existencia de poblaciones originarias en esa zona. Se sintió algo avergonzada de no haberlos asociado a la magia misma, puesto que era lógico pensar que algunos de ellos fueran capaces de realizarla y el don se hubiera multiplicado ¿Roberts se habría dado cuenta de su estupor? Mientras tanto, intenta pensar en algo qué preguntar, que pudiera solventar sus preguntas, pero se queda en blanco. 

Grande es su sorpresa, al ver que el mientras tanto Willkinson ha decidido actuar solo basado en sus palabras, deteniendo al grupo que se iba acercando para hacerles preguntas. Podría haber sido que no fueran magos después de todo; por supuesto, Catherine está segura de lo que afirmó pero podría haberse equivocado. La confianza que Willkinson había depositado en su criterio se le hace abrumadora. 

Catherine no está segura de querer encontrarse con Nasha Montpellier. Observa de lado el faro, pensando en que su descanso no podría estar más interrumpido y aprovecha que solo hay magos alrededor para empezar a secar su ropa y cabellos con el aire tibio de su varita. Después de todo, a pesar de que su cuerpo no lo percibe del todo, está segura de que está congelándose. Mientras tanto, también va evaluando cómo debería despedirse para retirarse.

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Old Plantation, Roanoke Island, Carolina del Norte.

 

El viento marino agitaba los altos pastizales que crecían en lo que en algún momento fueron plantaciones, era un susurro triste y constante que llenaba el ambiente nocturno. La procesión de siete magos ingresó por la desvencijada y abandonada entrada de la antigua estancia siguiendo el camino de tierra que llevaba hasta la gran casona de madera que se alzaba oscura e imponente bajó la luz de la luna llena. 

 

Los fuegos que llevaban en sus manos iluminaban el camino mientras se agitaban y crecían silenciosamente por la brisa marina. Todos podían sentir la magia que desprendía aquella plantación a las afueras del pueblo, la historia siniestra de aquel lugar era un recordatorio de lo peligroso que podía llegar a resultar el experimentar con el poder que allí habitaba. 


 

Aquel grupo de magos podía respirar esa aura de lecciones no aprendidas que envolvía el lugar, pero ellos no caerían en los mismos errores, no ignorarían las señales que innumerable antiguos ocupantes tanto magos como nomajs pasaron por alto durante siglos y que en los mejores casos lograron salir con vida de aquella estancia. 

 

Ellos respetaban la magia antigua, estudiaron toda la información disponible sobre los misterios de aquella pequeña isla en las costas del Atlántico y estaban dispuestos a conocer  el origen de la leyenda. Cuando la luna llena alcanzara su cenit y los demás creyentes de la congregación arribaran la verdad sobre los poderes de la isla les serían revelados en la ceremonia que tenían preparada.

 

Solo debían preparar todo y esperar que la plantación los aceptara durante el tiempo que vivirían como inquilinos inesperados en su territorio. 

 

Una de las figuras miró hacia donde el mar debía encontrarse, estaban lejos de la costa como para poder verla pero el sonido del océano que se escuchaba en cada rincón de la isla en aquel lugar se encontraba opacado por el murmullo de los altos pastizales resecos que se mecían con la brisa y los quejidos de la vieja casa que parecían hablar en un idioma que eran incapaces de comprender.

 

 

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