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Las reliquias del Sr Gold (MM B: 116170)


Ernest Dumbledore Prior
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En su espera, tarareaba una canción que no recordaba cómo se llamaba. Dentro de lo que cabe se estaba entreteniendo viendo las personas que iban de arriba para abajo por el Callejón Diagon. No había tantas personas como a otras horas del día, pero aquel lugar parecía que nunca moría. Siempre había algo interesante que hacer por allí. Pronto sus ojos se centraron en una persona que, sin lugar a dudas, se dirigía al mismo lugar que el mago. Cuando se acercó más fue cuando se dio cuenta de quién se trataba y emitió una sonrisa a modo de saludo viéndola acercarse.

Esta noche, eh. —repitió mientras la miraba arqueando ligeramente una de sus cejas. —No estarás insinuado que el resto de noches no me esmero... ¿verdad? —preguntó sonriendo con más intensidad. Solamente estaba bromeando. Sólo una forma de romper el hielo. Siempre se esmeraba por crear en cualquier situación un ambiente agradable y de comodidad. No estaba nervioso por su presencia, pero sí tenía una especie de cosquilleo curioso por ver qué ocurría. Le venía bien ampliar su círculo social así que esperaba que fuese una velada la mar de divertida.

Estaba contento y agradecido por las palabras amables sobre su vestuario. Su seguridad en sí mismo era alta, pero a nadie le desagradaba recibir esa clase de elogios de vez en cuando. De hecho, desde ese momento había sentido como sus mejillas emitían más calor, pero esperaba que no fuese algo que se notase demasiado. La elección de ropa de su acompañante también había sido muy acertada. Estaba convencido de que llamaría la atención y no solamente por lo extravagante, sino por su belleza. Habría que ir pensando en entrar al interior, pero antes...

Sé que en el interior del negocio hay un museo... —empezó diciendo con calma, mirándola detenidamente. —Sin embargo, estoy convencido de que mis ojos no podrán apreciar una obra de arte más hermosa que la que tengo frente a mí... —terminó de decir, dejando escapar una sonrisa más amplía. Orgulloso de sí mismo ante tal ocurrencia, pues esa era su forma de devolverle el piropo con el que habían comenzado la velada. Tomó su mano y le dio un beso en la misma. Pues así era como debía de comportarse un caballero y más uno del Renacimiento.

No tenía tanta memoria histórica como para poder confirmar que sus maneras de actuar fuesen esas, pero le gustaba pensar que sí, que era correcto. Se giró para ponerse de cara a la entrada y extendió un brazo para que, en caso de que quisiese, ella pudiese agarrarse y así entrar a la par. Juntos.

Dime, mi Lady... ¿Preparada para adentrarnos en el peligroso mundo que nos espera tras cruzar la puerta? —cuestionó. Sólo era la entrada a una fiesta en un negocio normal y corriente, pero había que darle emoción a la situación.

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Ernest estaba viendo la vestimenta que su hermana habia escogido para que atendiera la inauguracion del restaurante nuevo y el mago no sabia que atuendo podria ser bueno para la inauguracion, ya le habia dado un ojo al pequeño restaurante y no le habia quedado nada mal la decoracion y el lugar a su hermana. Mas aparte que el joven tenia unas cuantas sorpresas bajo la manga antes de ir. 

Miro las ropas que le habia dejado su hermana, iba a ser una inauguracion en donde iba a haber un poco de baile, pero tambien era museo y ademas las sorpresas que tenia planeadas no combinaban mucho. 

-Bueno, ya se que voy a hacer- con un movimiento de varia se cambio y ahora llevaba un atuendo que lo hacia ver como el Principe Encantador de los cuentos Muggle. Luego preparo una pequeña mochila para un cambio que haria en el momento adecuado. Sin esperar mas por el momento desaparecio para aparecer atras de su nuevo negocio. Dio un pequeño vistazo y se mostro aliviado de que ya habian llegado varios invitados a la Inauguracion. 

Podria hacer un poco el papel del Señor Gold y esperarse unos minutos mas antes de su presentacion, incluso dramatizar un poco como el viejo Gold lo haria. Sin embargo, no era su estilo. 

Subiendo a un pedestal en medio del restaurante dijo un pequeño -Sonorus- apuntandose con su varita para que la voz pudiera oirse para todos los presentes que estuvieran a los alrededores. 

-Bienvenidos sean a la Inauguracion de las reliquias del Sr. Gold, lugar donde los cuentos siempre van a perdurar....- dijo el joven Dumbledore- Hubo un tiempo en que existio una pequeña ciudad antigua que gracias a una maldicion oscura como castigo habia quedado detenida en el tiempo. Esto se replica en este pequeño negocio, pero en lugar de ser un castigo, es un regalo. Al momento que entre cualquier persona a este lugar todo su mundo se detiene, incluso el mismo dejara de envejecer o crecer cortesia de esta magia.-  dijo el mago - Por ser dias de inauguracion, la comida el dia de hoy sera gratis y he preparado varias sorpresas interesantes en este dia, entre estas cosas una pequeña demostracion acerca de algo nunca antes visto. Y regalos que podrian servirles proximamente. - dijo el mago- Disfruten la comida y musica del momento, en unos minutos regresare. - dijo haciendo una pequeña reverencia mientras salia del pedestal para ir a preparar las otras cosas....

@ Darla Potter Black  @ James Fleamont Potter  @ Idylla Macnair T.  @ -_Vegueta_-

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Había decidido entrar y se deslizó elegantemente por la puerta del local, la decoración la asombró, la verdad es que sus dos cuñados se habían esmerado enormemente. Su mirada se deslizaba por el lugar observando todo y dejando en evidencia su admiración y gesto casi infantil ante cada detalle renacentista y de los cuentos que veía en el local.

Despacio dirigió sus pasos hacia el área en el  que había sido dispuesto un buffet que mostraba una amplia variedad de platos internacionales,  y bebidas de diversas varietales. Darla dio un largo silbido de admiración, en realidad, aunque no necesitara los alimentos le encantaba probar las deliciosos sabores que aún podía degustar.

Algunos pasos tras ella había ingresado una pareja elegantemente vestidos, una sonrisa se dibujó en los labios de la pelirroja, hubiera jurado que era una pareja de reyes del medioevo.  Estaba por saludarles, pues le pareció haber reconocido a uno de los familiares de Ada cuando notó que en un pedestal del local se había ubicado Ernest.

—Vaya, sí que está encantador —murmuró divertida, observando a su némesis mientras éste dirigía la palabra a los invitados.

Las palabas de Ernest la sorprendieron y sin embargo la curiosidad resultaba más fuerte, la idea de que pudieran revivir lo ocurrido en los cuentos y que el tiempo se detuviera junto con el avance de la edad era algo que ella en cierta forma conocía. Lo otro que no sabía si preocuparse o no, conocía las ideas locas que podía tener el mago, aunque había sido testigo de lo peligroso y a la vez tierno y delicado que podían ser las ideas del joven Dumbledore. Le vio alejarse y dudo de si seguirlo o no, no quería que él la pudiera mal interpretar, pero tampoco quería que hiciera alguna sonsera como había ocurrido en el pasado.

Su mirada castaña divagaba entre los invitados, los platillos que resultaban atrayentes a la mirada y el gusto y la nuca del Dumbledore alejándose.

@ Ernest Dumbledore

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Respondió con una sonrisa a su contestación -Bueno dejando en claro que solo te conocí por una tarde, no es como que tenga muchas herramientas para decir si todas las noches te vistes tan bien...- comento la chica alzando una ceja y siguiéndole el juego.

La chics miro un poco a su alrededor, a la fachada del lugar que se veía muy sencilla a comparación de lo que ella sabía que estaba en el interior. Pero las palabras del mago la hicieron voltear completamente hacia donde el se encontraba, sus mejillas se encendieron cuando le dedico aquel cumplido y ahora no  estaba tan nerviosa, sentía que se sentía muy deslumbrante y esperaba que se la pasarán increíble en aquella velada. Sería interesante conocerlo ahora alrededor de su familia, y ver cómo era con todas las historias fantásticas. 

Ahora ella no sabía cómo reaccionar o que decir, mientras el tomaba su mano y la besaba. Un caballero de antaño haría eso y ella aprecio mucho el detalle, meterse en el personaje a veces era difícil pero ella haría lo mismo. Tomo un extremo de su vestido y se inclinó un poco, dedicándole una de sus mejores sonrisas, mientras el cambio y se volteo hacia la entrada, le ofreció su brazo y ella lo tomo -Siempre estoy preparada para los peligros, es mi especialidad...- comento y le guiño un ojo, le gustaba que fuera ocurrente y que la noche no sé sintiera tan forzada.

Se adentraron en el lugar y mientras veían la impresionante decoración del lugar, como el cielo había Sido mágicamente transformado para que pareciera que veían el cielo nocturno y Miles de estrellas, su mirada iba y venía encantada de todo lo que sus ojos veían -Sin duda es encantador el lugar, vaya que @ Ada Camille Dumbledore y @ Ernest Dumbledore se esmeraron en convertirlo en algo sacado de un cuento de hadas- siguió con el brazo enganchado en su acompañante y miraron a Ernest que subía a dedicarles unas cuantas palabras de bienvenida.

-Bueno creo que esto será más interesante y divertido de lo que hubiera imaginado, así que amable caballero que desea hacer ahora? Vemos el lugar? Bailamos? Comemos? Cometemos un delito?- sonrió y río un poco ante la última parte, ella era buena haciendo ese tipo de bromas así que le salían naturales, aunque había un poco de verdad escondida en sus palabras, claro que el no debía enterarse de aquella parte en particular. Esperando la pregunta de su acompañante un elfo paso a darles un par de bebidas, copas con algo dorado dentro, ella se encogió de hombros y sin duda lo tomo esperando que James hiciera lo mismo.

 

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Touché —respondió con una sonrisa admitiendo la derrota. Llevaba mucha razón, ella no podía saber qué tan bien solía vestirse, pero lo cierto es que era un hombre elegante que siempre le daba importancia a su apariencia. En otras palabras, sería complicado verle mal vestido. 

Uno nunca podía saber qué esperar cuando invitaba a alguien que apenas conocía a un evento. Todo podía salir muy bien o todo lo contrario. Sin embargo, la primera impresión que tenía era que había sido todo un acierto. Se sentía cómodo y tenía la extraña sensación de que aquello sería divertido. Por el momento tenía grandes expectativas puestas en la velada, sólo había que esperar pacientemente para comprobar si estas se confirmaban. Por su parte haría todo lo posible para que saliese bien, básicamente porque si había decidido acudir era para pasarlo bien. 

Allá vamos —sonrió. Le picaba la curiosidad, ahora quería comprobar si decía la verdad cuando afirmaba estar preparada para los peligros. Seguro que tendría oportunidad para ver la veracidad de las mismas. Juntos se adentraron en el lugar. Se llevó una grata sorpresa, pero no tanta. Sabía que su hermana tenía talento para las decoraciones, era una experta en ese tipo de cosas. Sabía antes de entrar que lo que vería dentro sería genial y se limitó a asentir cuando su acompañante habló, estaba muy de acuerdo con ella: el lugar era encantador. 

Son mis hermanos, ¿de dónde crees que sacaron el talento para poder hacer cosas como esta? —preguntó bromeando. 

Todo aquello que había dicho su hermano era más que interesante. No se esperaba que el negocio pudiera tener tanta capacidad mágica como para hacer que, de algún modo, el tiempo se parase. Pronto se le vinieron a la cabeza ideas de cosas que se podrían hacer con un poder así, pero no era el momento para distraerse con eso. La última palabra que quedó grabada en la cabeza fue la de regalos, le encantaban los regalos y sin duda quería conseguir uno. 

¿Un delito? —hizo una breve pausa. —Dado que este lugar pertenece a mis familiares creo que lo podemos llamar travesura. Travesura suena bien. —respondió riendo. No era un hombre que cometiese muchas ilegalidades, pero sí que le encantaba saltarse las normas. —Cuéntame, ¿qué delito/travesura harías tú? —quiso saber para descubrir hasta qué punto era solamente una bromista o hasta qué punto tenía un lado rebelde.

Viendo con sus propios ojos azules que su acompañante agarraba una de las bebidas que los elfos domésticos iban sirviendo, no se quedó atrás y tomó otra copa idéntica a la suya. El toque dorado que tenían en su interior las hacía ser apetecibles.

Venga, conozcamos el lugar. dijo con ganas, comenzando a moverse pero muy lentamente. Con calma. Quería descubrir cada rincón del negocio, pero también descubrir más cosas sobre la mujer que avanzaba agarrada a su brazo. —¿Blindamos por algo?

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Sin duda el talento viene de familia, quisiera conocer más talentos... Digo alguno que tengas oculto sería bueno conocerlo— comentó con uja sonrisa mientras seguían viendo el lugar, le diohable un trago largo a la bebida que les sirvieron y escucho lo que decía, sinceramente era mucho de no seguir las normas o tal vez torcerlas a su propio beneficio, pero eso no se lo haría saber, sólo tenía que convencerlo que le gustaban más las travesuras. 

—Fue un chiste, travesura suena mejor. Pero sin duda hoy creo que podemos divertirnos de forma sana sin tener que recurrir a las travesuras— la chica volvió a tomar de su copa y sonrió —claro aque menos de que tu quieras hacer alguna, ahí soy toda oídos y yo te ayudare—

Dio un vistazo rápido alrrededor del lugar, mirando si podía encobtrae o ver a Ada, después de todo está era su fiesta y el era su hermano, estaba claro que en algún momento la encontrarían y quería ver su cara al verlos juntos en un evento. Además de que también quería conocer a Ernest, otro hermano del que Ada hablaba mucho y como ya lo había visto dar el discurso de bienvenida, ahora sería muy bueno conocer a toda la familia. Pero estaba tan a gusto en su plática con James que poco a poco olvido y dejó de buscar a los anfitriones, aunque la idea de los regalos tan bien inundó su mente. ¿Qué les habían preparado para divertirse en el evento?

Se comenzaron a mover con calma sin rapidez, mirando todo a su alrededor y mientras pensaba en por que brindar se le ocurgió una idea —Brindemos por la amistad y por el nuevo lugar de tus hermanos, que tengan mi éxito en el— comentó la chica y sonrió chocando ligeramente su copa con la de el.

—Y ya que estamos aquí en este lugar, ¿Cuál es tu cuento favorito cuando niño?—preguntó por curiosidad, la pregunta daba justo en el momento y mientras le tomaba otro trago a su copa, siguió viendo alrededor esperando su respuesta. 

@ James Fleamont Potter

 

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Te los enseñaré, prometido. —comentó con una sonrisa. Encantado por la posibilidad de mostrar sus talentos para demostrar su valía. —¿Tú tienes muchos talentos? —quiso saber con curiosidad, en esa misión de conocerla mejor y así poder ampliar su círculo de amistades que a día de hoy se limitaba prácticamente a su familia. Incluso podía decirse que exageraba al decir familia, pues prácticamente su único contacto hasta hace poco tiempo era Camille. Pues ella siempre había sido una de las personas más importantes.

Una sonrisa pícara apareció en su rostro. Así de rápido se le había ocurrido una idea traviesa que le había hecho sonreír. Posiblemente fuese una que no llevasen a cabo porque, por un lado, no quería estropearles la inauguración a sus familiares. Tenía su corazón, su lado bondadoso.

Se acerca Halloween... ¿Qué hay típico en Halloween? ¡Las arañas! —exclamó bajando la voz, pero haciendo que su sonrisa se ampliase pues sólo la idea de imaginárselo le provocaba gracia. —Imagínate, ambos aquí utilizando el hechizo Morphos y haciendo que todas las cosas se conviertan en arañas... —¿funcionaría? ¿Asustaría a alguien? Como idea le parecía increíble, pero por el momento lo descartaba. No quería ganarse la enemistad de los dueños. Pero no hay duda que desde el primer momento en el que se le pasó por la cabeza le resultó tentador. 

Durante los próximos segundos se imaginó cada rincón del negocio lleno de arañas. De todos los tamaños. Grandes, pequeñas y medianas. Sólo de pensarlo un cosquilleo le recorría todo su cuerpo. Esa clase de animales no le desagradaban, pero tampoco tendría una como mascota. Él no las molestaba si ellas no le molestaban. 

Añado mi éxito en el brindis. Suelo tener mucha suerte en casi todo. —a pesar de que no dependía exclusivamente del mago, le gustaba presumir de ser un hombre afortunado. ¡Y era verdad! Siempre que había necesitado la suerte esta había estado de su lado. Por desgracia la fortuna era como todo y nada dura eternamente así que tarde o temprano se acabaría. —¿Qué tal está la bebida? —preguntó. Todavía no la había probado, pero ella sí. Quería saber qué sabor podía esperarse.

Chocó la copa mientras siguió su lento recorrido, esperando su respuesta para atreverse a beber. Era un hombre valiente, pero no uno acostumbrado a probar muchas bebidas diferentes. En ese sentido podía decirse que era de tradiciones y costumbres. Se paró un segundo para pensar pero lo cierto es que tenía muy clara su respuesta.

Sin duda, La Fábula de los Tres Hermanos. —respondió casi de inmediato. —¿La conoces? —era casi imposible que no, pero no sabía nada de ella. Podía ser una bruja criada en un entorno muggle. Asumió que sí, así que rápidamente añadió una nueva pregunta mientras volvía a retomar el lento paso. —Imagínate los objetos de los magos de la fábula... Si te dijeran que puedes quedarte con uno, ¿con cuál te quedarías? —aquella pregunta por inocente que pudiera parecer podía ser muy personal. Diría mucho sobre ella. ¿Quería poder? ¿Quería nostalgia? ¿Quería tener la oportunidad de esconderse?

 

 

@ Idylla Macnair T.

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Abotonaba su camisa aun de pie frente al espejo. Era de un inmaculado blanco, con pequeñas líneas grises, apenas visibles. Se colocó el saco y analizo su vestimenta, un traje sencillo, aunque era nuevo. Estaba esperando la ocasión de poder usarlo. Abrió un cajón de la cómoda, para tomar una corbata de color lila, la cual destacaría entre su vestimenta. Coloco sobre ella un prendedor del ministerio Italiano, el cual coloco prolijamente en la corbata. Cerro los botones de su saco y observo por última vez su reflejo. 

- Ya estoy listo... - Gritaría hacia el baño, la Gryffindor llevaba algunos minutos allí dentro, haciendo uso del espejo para maquillarse, o al menos eso suponía el rubio. Con el pasar de los días el castillo Burke, iba llenándose de nuevos muebles, de colores nuevos y vivos, y poco a poco iba tomando la forma de un hogar, cómodo y acogedor. Se encaminó al balcón, y encendió un cigarrillo, apenas lo caló dos veces, cuando el ruido de la puerta anunciaba que Mica volvía al cuarto.

- Estás hermosa... - Diría nada más verla. Perdiéndose en su belleza unos instantes. Adelanto su brazo, invitándola al contacto, para luego abandonar el lugar. Se aparecieron en el corazón del callejón, aquella zona comercial relucía como nunca. Aunque los magos y brujas se aglomeraban en aquel nuevo negocio, había recibido la invitación por correo, y sabiendo que el local pertenecía a una vieja amiga, no se pudo negar. 

Conoció a Ernest semanas atrás, cuando él, junto con Cubias y Thanatos, habían cumplido con aquel premio que había ganado durante la gala de beneficencia. Aquel brujo, los había invitado a los tres, o al menos adelantado algo, sobre aquel evento. Desconocía si sus compañeros acudirían. Sin soltar a su prometida se encaminaron hacia la entrada.

Al ingresar no pudo evitar lo lujoso que era todo, lo habían planificado de maravilla, incluso aquel techo encantado, le daba un toque especial, parecía como si el cielo nocturno combinara con todo lo demás. Tras avanzar podría visualizar a la Ministra Francesa. Por lo que no dudo en acercarse. - Señorita Dumbledore.... - Diría inclinando la cabeza. - Nuestras felicidades por este nuevo proyecto... - Diría, buscando ahora a Ernest con la mirada, esperando poder saludarlo también.

@ Mica Gryffindor  @ Thanatos L. Lestrange  @ Lord Cubias  @ Ada Camille Dumbledore  @ Ernest Dumbledore

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- Otra vez tarde.- suspiró el mago observando por encima de su hombro el reloj que descansaba en la mesa de luz de la taberna.- tercera tardanza en la semana y para colmo... - aún recordaba que debía pagarle a la dueña del lugar un baile que le había prometido, no podía aparecerse así sin más. Tomó la invitación que les había llevado Ernest al programa y leyó con atención.- Renacentista... aja...

 Paseó un rato frente al espejo buscando algo decente y que no perdiera el toque. Finalmente decidió abullonar las mangas de una camisa de brocado verde pálido y, con algunos detalles en el cuello y un cordón en este, finalmente se convenció. Unos pantalones de un verde ligeramente más oscuro combinaban en ligereza y sin más, se decidió a partir. Cruzó la habitación de tres zancadas y bajó ágilmente por la escalera antes de salir por la puerta trasera que daba al callejón. Se giró sobre sus talones y se desmaterializó.

 Apareció unos kilómetros al norte, en el callejón Diagon. Cruzó la calle al divisar el colorido y luminoso cartel que alertaba a cualquier individuo desprevenido a millas a la redonda que aquel era el lugar de la fiesta. "Las reliquias del Sr Gold"... le recordaba a algo pero no lograba descubrir qué era lo que le producía ese molesto ruido mental, por lo que decidió hacer un ademán con la mano, como si espantase una mosca, y continuar su caminata hacia la puerta. Mientras se acercaba logró entrever la nuca de Illidan, por lo que apuró un poco más el paso.

 Al ingresar, sin embargo, olvidó por un instante a su hermano al mirar a su alrededor. Las reliquias que rezaba el slogan no eran más que muchas de las que habían plagado las historias de su niñez. Se acercó a una vitrina y se quedó maravillado al reconocer lo que parecía ser una simple y desechable taza, con una grieta en uno de sus lados. Algo en su interior se encendió por un momento, como un cosquilleo interno. La bestia.

Se deslizó unos pasos más, mientras cruzaba una vela, un juego de ajedrez y lo que parecía ser un móvil de unicornios que probablemente hubiese pertenecido a un niño sin problemas de dinero, aunque al fin y al cabo ahora descansaban allí. Alcanzó a oír el cumplido de Illidan antes siquiera de volver a ubicarlo. Se encontraba intercambiando unas palabras con la señorita Dumbledore. Se acercó y le estrechó la mano.

- Señorita Dumbledore, es un placer visitar tan majestuoso espacio de encuentro.- inclinó un poco la cabeza en señal de respeto ante la mismísima ministra francesa, a la cual le debía aún su premio.- No me olvido mi deuda con usted. Debo decir que tanto usted como su hermano tienen un excelente gusto, me pregunto dónde está él...- estiró un poco el cuello y giró a ambos lados tratando de encontrar al misterioso Ernest.

El lugar parecía llenarse lentamente. Saludó a su hermano y a su futura cuñada.

- Ustedes dos, ¿bien? ¿Necesitan algún hechizo despegador o algo así? - lanzó una risotada y sacó un cigarro.

 

··································
@ Illidan Black Lestrange  @ Mica Gryffindor  @ Ada Camille Dumbledore  @ Lord Cubias  @ Ernest Dumbledore

Editado por Thanatos L. Lestrange

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-No, definitivamente, no- dijo mirándose al espejo, contrariada tras varios intentos de moverse con normalidad con aquel vestido con miriñaque por debajo de la falda y tan ajustado a su torso.

Sus caderas lucían demasiado anchas mientras su cintura intentaba afinarse de manera antinatural. Había escogido un tono violeta claro con detalles en dorado, de por sí era muy bonito pero imposible de llevar toda la noche. ¿Resistiría? Había recogido su cabello en una cola alta para luego armar una especie de rodete, adornado por un tocado a tono, compuesto por flores de tul. Los pies no se veían, así que optó por unas chatitas doradas que pocos percibirían que no coincidían con la época.

Estaba a punto de retocar su vestuario cuando escuchó al otro lado la voz de Illidan que avisaba que estaba listo. Resignada, se movió para ir a su encuentro, no quería hacer que lleguen tarde.

El elogio y la mirada de su prometido la hicieron ruborizarse -Estás muy guapo también, amor, pero rompiendo reglas como siempre… “vestimenta renacentista” decía la invitación- se quejó, incómoda por su propio vestuario.

No tuvo tiempo de decir mucho más, pues él tomaba su brazo y dejaban juntos su cuarto para aparecer en el callejón, frente al esplendoroso local que daba su fiesta inaugural. La Gryffindor se sintió algo mejor al ver otras personas en su misma situación con el atuendo, sobre todo mujeres ¿qué habría en la cabeza de aquellos individuos de antaño para generar tal incomodidad. Extrañaba sus faldas sueltas y blusas de tela mucho más flexible. Estaba segura de que no podría probar bocado estando tan estrujada.

Sin embargo, no dijo nada, caminando torpe pero dignamente al lado del Black Lestrange. Estaba feliz de acompañarlo, eso la hacía pensar un poco menos en el dolor en su abdomen y la falta de aire.

Al ingresar, su mirada se paseó por todo el sitio, intentando captar cada detalle. Era evidente que los dueños habían puesto mucho de sí para aquella apertura. Caminó del brazo de Illidan hasta Ada, quien lucía radiante. – Éxitos con el emprendimiento, y muchas gracias por la invitación -se sumó a las felicitaciones del rubio.

Fue entonces cuando la voz de Thanatos se sumó a la escena, no lo había visto llegar. Éste saludó a la dueña, recordando una deuda pendiente hacia ella. Luego de estrechar su mano, fue que se dirigió hacia ellos, bromeando respecto al hecho de verlos nuevamente juntos.

-A mí también me da gusto verte, cuñado…- respondió en forma amigable -creo que no, estamos muy bien así -agregó dándole un suave codazo en forma bromista. -Lo que no está bien es esta ropa ¿por qué torturar así? -se quejó bajando el tono, para que solo ellos pudiesen escucharla. 

@ Illidan Black Lestrange  @ Thanatos L. Lestrange  @ Ada Camille Dumbledore

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