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Estaba tan ensimismada en mis recuerdos junto a Mei, que me había desentendido de lo que sucedía en la mesa. No creí que pasase nada relevante, vamos, estábamos en una reunión sobre algo tremendamente importante, dejar escapar algo de la misma, bien podía significar acabar muertas o encarceladas de por vida. Ademas estábamos entre amigos. O al menos así lo creía fervientemente y a pesar de las muchas discusiones habidas en el pasado. Pero me equivocaba y mucho. Cuando volví a centrar mi mente, Luna daba alegremente la entrada a un joven de cabello moreno. No solo lo dejaba inmiscuirse en nuestros asuntos, sino que le contaba todo como si este fuese su mejor amigo de hacia años. Hablaba tan abiertamente, tan despreocupadamente, que una cólera furibunda comenzó a empapar mi cuerpo, dejando entrever mi lado mas sanguinario. Nada me afectaba tanto.

¿A caso no sabia lo que le habían hecho a Mei y Elodia? Después de tanto tiempo sirviendo a la comunidad y a la Orden, personas de su confianza, las habían traicionado y quitado todo lo que estas amaban por venganza. Una red de mentiras que había partido justo de su circulo mas cercano. ¿Como se atrevía a hablar de la Delacour y la Riddle así como así? No lo comprendía. No tenia lógica. Era mi hija, adoptiva, si, pero su entusiasmo desmedido la hacia est****a. No se podía confiar en ella. Tenia la mentalidad de un niño. Seria engañada por menos de un caramelo. No la quería allí y aunque seguramente tendría una discusión con los demás integrantes de aquella junta improvisada, yo iba a expresar lo que sentía. Mas que expresar, lo gritaría y hasta yo misma la echaría volando de una patada.

Y estando en el estado que me hallada; presa de la impotencia, furica y con ganas de abofetear a la Gryffindor, no recordaba que Yuki sentía exactamente lo mismo que yo, pues nuestro vinculo era único, generado a través de Gaia, la diosa madre. Por ende, la loba, salto, segundos antes de que lo hiciese yo. El bello animal de sedoso pelaje estaba frente al muchacho, sobre la mesa, con los ojos rojos inyectados en sangre y enseñándole los dientes. Sus orejas y su cola estaban en tensión. Lista para atacar. El gruñido feroz que salio de su garganta era un clara amenaza. Agradecía que Sophie hubiese activado las protecciones porque allí íbamos a dar un buen expectación – Tu – A cada palabra que salio de mis labios, mas tensa se ponía la bestia que me acompañaba – Largate ahora mismo de mi vista. No mereces ver algo que no te pertenece.

- Ni siquiera me deberías haber seguido. Te debiste quedar en Hunyad jugando con los gemelos. Al menos estarías en tu salsa – Si, estaba siendo hiriente, pero me daba exactamente lo mismo. Allí ya no estaba Lisa, la amable, risueña y cálida que un día la insto a disfrutar de los terrenos de la Delacour en un paseo. Estaba la Hunter que vio hundida a su ancla a tierra. La guerrera que se interpuso ante miles de fuegos negros por salvaguardar a la única capacitada para dirigir los ejércitos de luz. La vampiresa que le dio su sangre a su mejor amiga cuando un mortifago había decidido que esta seria su blanco de la noche – Me vale madres que sea amigo o enemigo. Y que esta confié en el – Señale a la Granger – Has cometido deslealtad con alevosía y esto no te lo voy a perdonar jamas.

Mi anatomía temblaba. Hacia años que no me sucedía. Estaba a punto de perder el control de mi raciocinio y dejar que la vampiresa tomase el control y si eso sucedía, ninguno de los allí presentes tenia el poder de frenarme. Kim apareció en mi diestra ante un mudo llamado que ni reconocía haber hecho consciente. Por mis recuerdos pasaban miles de imágenes, cada una mas borrosa que la anterior. Odiaba.... quería sangre.... Matar.... Debía descuartizar..... Pero y no lo creía posible, pues seguramente la impresión de verme así, lo tendría que haber dejado paralizado, Daniel, con sus fuertes antebrazos, me agarro por la cintura con una fuerza poco normal para un adolescente y me volvió a sentar, arrastramiento hacia abajo. Puso sus labios en mi mejilla y me regalo un tierno beso, transmitiéndome con este una frase que su madre me había regalado hacia años, en otro momento muy parecido.

“Siempre estaré contigo”

 

 

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  • 2 semanas más tarde...

La reacción de Lisa era desmedida, pero en cierta manera podía comprenderla pues ella misma poseía una oscuridad qué en situaciones específicas salía con todo su poder, como cuando invocaba la bestia de los oscuros, pero no por eso le iba a permitir un ataque a su sobrina o a Ito. Se levantó con la  rapidez propia de un vampiro, sus ojos se tornaron negros en su totalidad, como si solo hubiese oscuridad dentro de ella y quedo frente a Luna e Ito, mientras invocaba a una de sus criaturas de sombras qué tomo la forma de un lobo enorme qué le gruño a la loba de Lisa mientras se interponia entre su invocadora y esta. 

 

- Ito se queda porque si tu traes escolta yo puedo tener la mía y a mi sobrina la dejas en paz o no respondo - le grito a la Hunter. Lo dijo en aparente calma aunque estaba muy lejos de sentirla. 

 

De pronto escucho un pequeño crujido y un elfo con un pensadero apareció en medio de la mesa y puso reconocer a uno de los elfos de Gryffindor, al parecer mientras ellas se gritaban, Annick había mandado a su elfo por el. 

 

 

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Ni siquiera había sido consciente de como Sophie había invocado a un lobo oscuro. Mucho menos de sus palabras hacia mi persona. Tras escuchar o mas bien sentir las palabras de mi sobrino, había quedado en trance. Mei. Mei Black Delacour. Siempre ella. Tan única. Tan miá. Sin su presencia, no se muy bien donde habría terminado. Con su cariño, su paciencia y luz habían logrado que yo fuese un mejor ser humano. Su mano amiga, tendida siempre, a pesar de todo, había sido y aun era, mi ancla a tierra. La fémina, necia como ninguna otra, me había salvado. Había sido y era mi persona favorita en el mundo. La quería tanto que a veces dolía. Era amistad pura. Un vinculo único e inigualable. Sin la castaña en mi vida, no habría llegado a nada y eso, todo aquel que me conocía, lo tenia claro.

Aun a pesar de la distancia, con el toque de Daniel, digno hijo de su madre, era capaz de influir en mi estado de animo y darme una bofetada de realidad. No recordaba haber cerrado los ojos, pero su imagen, mas corpórea de lo que hubiese esperado, se hizo presente ante mi y me sonrió, con un claro “Calmate o te calmo yo” grabado en sus bellas facciones. Junto a Luca era la única capacitada a frenar mis arranques. Mi vampiresa interna, aquella bestia que desde hacia años pocas veces había visto la luz del día, no sabia como ni porque, le tenia un respeto brutal, tanto era así que podía incluso llegar a obedecerla aun cuando perdía el control totalmente de mi ser racional. Tome aire, impulsando, con su ayuda, a la bestia, hacia su cárcel eterna, dejando que la oscuridad quedase relegada a un mínimo, donde no fuese un peligro para nadie de aquella reunión improvisada.

Si, aun seguía molesta por el exceso de confianza de Luna para con el muchacho, pero si estaba allí era por algo. El fénix y sus enseñanzas siempre era así; las casualidades con el no existían. Abrí mis parpados, dejando ver mis ojos verdes a los presentes. No me sorprendió ver la cara tensa de la Granger. Sabia de su rapidez de movimientos y de nuestro eterno combate de egos. La mire y le hice un ademan como diciendo “No volverá a ocurrir” No iba a pedir perdón. Los allí presentes sabían de mi conexión con la paladín. Si algo o alguien la nombraba o la hacia sufrir o siquiera pensaba en ella de mala forma me volvía un ser poco civilizado. Era así y punto. No iba a cambiar a estas alturas. Acaricie a Yuki, cuando esta volvió a su posición, agradeciéndole que estuviese allí conmigo y su forma de defenderme.

Y cuando estaba por decir algo, un minúsculo elfo hizo acto de presencia con un pensadero. No lo reconocí, pero supuse que alguno de los invitados a tamaño espectáculo habían movido ficha mientras yo entraba en crisis. Deje que fuese algún otro quien ingresase el recuerdo a la vasija para ver de una vez y por todas que era aquello. Porque estaba segura que me removería el corazón y la esencia como pocas cosas podían.

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Me había quedado muda ante el intercambio de mi tía y mi mamá,tarde bastante en darme cuenta que ser tan confiable podría tráeme problemas, pero aún así y con todo, confiaba en Kenzo así que, por qué tendría que retractarme? No había forma de hacerlo ya y no iba a echarlo, por alguna razón extraña confiaba en el desconocido, llámenme ilusa pero era una de esas cosas que no podía explicar y que simplemente sabía, estaba segura que era de fiar y que no pasaría nada con que el estuviera allí. 

 

- Lo siento, pero no me voy a disculpar por ser quién soy, Tía Sophie gracias por protegerme siempre y en cuanto a mamá Lisa... Confío en el desconocido, se que no dirá nada de lo que haremos, quieres que hagamos un juramento de alguna forma? Porque estoy dispuesta y no me preocupa, se que no traicionaria mi confianza y estoy segura que nada de lo que veremos saldrá de acá, verdad? - Le dije a mi tía y luego mire a Kenzo para asegurarme de que no se sintiera mal, realmente confiaba en el dijeran lo que dijeran - 

 

Estaba loca por ser tan confianzuda? Le daba la posibilidad de lastimarme a las personas así? Si, claro que sí y ya lo había sabido de sobra con mi propio sobrino, Mael, era la pura prueba de que no se podía confiar en todos, pero aún así seguía confiando en las personas y eso era algo que nunca se me iba a ir, porque así era me trajera los problemas que me trajera eso.

 

Mire la vasija preguntándome si realmente podríamos ver los recuerdos de las chicas, suspiré porque eso me removeria muchos recuerdos, las extrañaba y el hecho de no haberlas visto por mucho tiempo me dolía mucho, pero era buena para simular que no era así y esconder en mi interior mis sentimientos, algo que había aprendido hacia poco a hacer, me dije que estaría atenta y ayudaría como pudiera, además de no perderme de nada de lo que pasará a continuación, sabía que los recuerdos tenían importantes datos para seguir adelante o al menos, eso era lo que la Gryffindor deseaba en su fuera interno. 

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Mientras aquellos blanquecinos recuerdos emanaban lentamente cual lágrimas del fénix, Annick dejó de preguntarse quién podría haberlos guardado en un receptáculo tan peculiar. En su lugar, la nostalgia se hizo nuevamente presente y pensó en sus amigos y antiguos camaradas que parecían haber desaparecido; y eso le recordaba lo sola que sentía a pesar de que aún quedaban algunos miembros de su familia… ¿Su familia? No. Incluso su propia familia se había ido. A quienes ahora llamaba así, eran parte de lo que Elvis le había dado, pero tras la muerte del Auror ya no se sentía con derecho a permanecer entre ellos.

De pronto una voz desconocida evitó que continuara sumiéndose en aquellos pensamientos. Por instinto, la pelirroja hubiese querido ocultar el anillo, pero al parecer ese chico de cabello negro era conocido de Sophie. «Ito». Así se había referido a él, y dijo que era «digno de confianza». Aquello sí que representaba una gran sorpresa, pues la matriarca Granger no solía confiar en las personas tan a la ligera.

Cuando el recién llegado preguntó si alguien tenía un pensadero, Annick murmuró el nombre de Eneas, el elfo doméstico, para pedirle que llevara el suyo; pero nadie pareció percatarse de eso debido a que pronto se hizo evidente que Lisa no compartía el mismo sentir de Sophie y Luna, sobre todo por la cantidad de información que esta última había soltado sin reservas.

La pelirroja no intervino ante tal escena. Simplemente dejó que Lisa se expresara. De hecho, en el interior, le dio la razón. La exagerada tendencia de Luna de confiar en todos, incluso en quienes no lo merecían, había orillado a Annick a actuar a sus espaldas para esclarecer la muerte de Elvis… Además se sentía moralmente incapaz de detener a la joven Delacour si decidía atacar a alguien, porque ella misma había usado una maldición imperdonable luego de descubrir la manera en la que su esposo había sido asesinado, así que comprendía bien la exaltación producida por el enojo y el dolor. No obstante, cuando Sophie se puso de pie e invocó a una de sus criaturas, resultó evidente que la situación podría salirse de control. Pero antes de que la pelirroja reaccionara, Daniel intervino para tranquilizar a Lisa…

Está bien si no quieres disculparte, Luna, pero ¿qué hubiese pasado en caso de tratarse de un simple conocido en quien Sophie no confiara?, y tú vas lo invitas a adentrarse en estos recuerdos que ni siquiera sabemos a quién pertenecen o de qué se tratan ―mientras hablaba, Eneas se acercó a ella para entregarle el pensadero y de inmediato regresó al hogar de los Gryffindor. Esa pequeña distracción la hizo repensar en sus palabras y terminar con lo que parecía a punto de convertirse en una reprimenda. ¿Qué le sucedía? En el pasado hubiese sido más comprensiva con la joven Gryffindor y hubiese actuado como mediadora entre Lisa y Sophie―. Lamento la reacción... ¿Ito?  ―dijo en dirección al joven cuya llegada había provocado aquella escena―, no te lo tomes personal, es sólo que ciertas circunstancias del pasado han provocado que algunos de los aquí presentes no confiemos en cualquiera. Sin embargo, dado que Sophie confía en ti, puedes quedarte si quieres.

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  • 2 semanas más tarde...

Jamás pensé que hubiera un momento en que Annick no intentara entenderme y mediar la situación, pero tal parecía que ese momento había llegado, si hubiera sido cualquier otra persona... Pero era mi mamá y eso me dolía, aunque no se lo dije y suspiré porque ella tenía razón, quizás no debía de confiar pero mientras no me demostrara lo contrario, si que confiaría en Kenzo o al menos, lo intentaría. 

 

- Tienes razón mamá, pero realmente confío en él, se que hubo circunstancias que hicieron que no confiaramos mucho en las personas... Pero sigo confiando, llámenme ilusa si quieren, pero creo que todos tenemos algo bueno en el interior y se que no irá a contarlo por ahí, quieren que hagamos un juramento? No sé cómo se hace eso, pero si les deja tranquila estoy dispuesta a hacerlo, siempre que Kenzo quiera claro está y pues... Sigues siendo bienvenido, sólo no cuentes lo que sea que pase aquí o te buscaré y te hechizare, capiche? - dije dirigiéndome a mamá primero y luego a Kenzo, para que entendiera que si bien lo apoyaba más le valdría no contar nada - 

 

Esa era mi manera de hacerles ver que tan inconciente no era, si creía en las personas y por eso me había llevado más de una desilusión, pero eso no significaba que no supiera defenderme si la situación lo requería, aún así y con todo, confiaba en el mago, acaso estaba loca? Si, seguro era eso, demasíadas tragedias y muertes juntas... Sea por lo que fuera, aún confiaba en Kenzo y sabía que no contaría nada, sólo esperaba que tuviera razón, porque no querría que mis mamás se enojaron más conmigo, tan solo quería saber qué había pasado con Mei y Elo y porque no, entender hacia donde debía de dirigirme o eso esperaba que sucediera en cuanto viéramos sus memorias. 

 

- Creen que nos dirá que hacer? Hace siglos que estoy buscando algún tipo de señal o algo así... Quizás esta sea la señal que necesitemos para hacer algo, no lo creen? O tal vez no... Sólo espero aprender que hacer y se que Kenzo no dirá nada, además si confiamos en mi sobrino Mael que no conocíamos de nada... Por qué no confiaramos en él? Nadie me pregunto si confiaba realmente en ese mago y sin embargo esta en la Gryffindor... Así que si digo que se queda Kenzo, pues se queda y ya está - dije sonando mucho más segura que antes, ahora tenía un punto válido y nadie podía decirme lo contrario - 

 

No quería pelearme con nadie, amaba a mi mamá Annick y jamás le llevaría la contraria, pero había momentos en que como sucedía con todas las relaciones de madre e hija, no la comprendía del todo y eso estaba bien, nadie tenía un manual al respecto y la adoraba, pero defendería mi punto a como diera lugar, le pedí perdón mentalmente a papá y me dije que me quedaría para cuidarla y porque no, para saber qué había sucedido con mis líderes, a quienes pensaba que vería de un momento a otro y siempre recordaba en mi interior, solo esperaba que estuvieran tan bien como me habían dicho y que pudiéramos ayudarlas de alguna manera o eso era lo que pensaba mientras miraba hacia la vasija esperando ver los recuerdos al fin. 

 

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  • 2 semanas más tarde...

Era momento descansar, y divertirse, por eso el Regente egipcio deseo ir a la cafetería a echar cuentos, pero eso era algo que jamás haría, por esa razón envió a su serpiente para espiar a cada rincón de donde se encontraban reuniendo esos despreciables sangre sucia, este empleo a la serpiente espectral para esa labor, igual era la más idónea para esos asuntos. En parte porque los legeremantes no podrían leer su mente al tratarse de un animal, al menos eso lo había manifestado la misma arcana, algo que usaría el nigromante a su favor.

 

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Y fue así como la serpiente ingreso a cada local, a cada sitio de ese territorio extranjero donde su amo le había mandado, para averiguar entre los comensales de todos los locales lo que estaba aconteciendo, ya si encontraba algo le avisaría de alguna forma a su señor, ya que esta se encontraba telepáticamente unida, hablándole exclusivamente en el lenguaje de las serpientes, si bien los magos pueden entender su lenguaje, la legeremancia era incapaz de leer los pensamientos de los animales, a diferencia de la comunicación telepática que si bien no era capaz de ser residual como con los otros magos, al menos daría instrucciones al animal, pero ni con magia podía ser controlada, ya que algo especial tenía (es un pj secundario), y eso era que le imposibilitaba a muchos el control de ella.

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