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♥ Vuelapluma ♥ Boletín Anónimo.


Maida Black Yaxley
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Para Maida Yaxley no había nada más importante que su tridente, las tres personas más importantes en su vida. Tanto, que cuando uno de ellos se colocó en el centro de atención del mundo mágico intentó disuadirlo de todas las formas posibles: le habló, le propuso, le rogó y hasta el amenazó, pero nada. Ese hombre tenía una misión y algo tan simple como su prima no iba a impedir que cumpliera su agenda. Fue así que, en la intimidad de su laboratorio, la ojiazul creó unos boletines, un pergamino imposible de detectar o de dejar rastro, la coartada perfecta para oponerse al régimen de Aaron Black Yaxley. Y durante un año, aunque estuvo a su lado, como su asistente personal, conociendo cada uno de sus movimientos, también fue, desde el anonimato la más cruel de sus opositores, la que más parecía ensañarse con sus ideas tan drásticas. Poco a poco, con el paso de los días, las informaciones que recibía la Yaxley se fueron haciendo variadas y encontró en su escondite redactor, la compañía que necesitaba.

Los panfletos se convirtieron poco a poco en boletines, al inicio tan políticos como "El Profeta", y ahora mismo, como una mezcla de ese diario y "Corazón de Bruja". La situación había avanzado tanto, que se había instalado un buzón protegido bajo el encantamiento fidelio, esa era su mayor fuente. Todos los magos y brujas del mundo podían visualizarlo, al hacerlo, se aseguraban además que el boletín llegara hasta dónde estuvieran ubicados. ¿Qué conexiones tan importantes tenía la mujer que había logrado semejante artilugio? Eso era parte del secreto. ¿Se había visto a punto de ser descubierta alguna vez? Sí, pero ahora se sentía más que segura, había escondido el secreto de su identidad bajo el encantamiento fidelio también, teniendo a un Guardián de los Secretos tan inverosímil como leal: uno de sus sobrinos. Firmaba siempre como Vuelapluma, en letra cursiva, con brillantina violeta. Y Vuelapluma tenía en sus escritos la acidez y la punción que le hacía falta a los modos de comunicarse la Yaxley, un alter ego que la estaba avasallando en todos los sentidos. Sobre todo ahora, que siendo estrictos, ya no era necesario. Aaron, dispuesto o no, había salido del escenario político, aunque no había dejado de arriesgarse, pasar de ser Ministro de Magia a Líder de la Marca Tenebrosa era pasar de marrón a oscuro, pero bueno. Confiando en su guardián, decidió continuar con las publicaciones del boletín, perfeccionando el método de comunicación. 

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El encantamiento era sencillo, en el buzón, se podían entregar cartas que desaparecían en el interior del cofre azul y aparecían en el laboratorio privado de Maida. Ella seleccionaba y les daba su toque especial, para finalmente enviarlos, dos veces por mes a todas las casas de familias mágicas, ¿lo mejor de todo? Había un hechizo desilusionador a un metro a la redonda, por lo que las identidades de sus informantes permanecían anónimas. Vuelapluma entonces, ya no sólo se oponía a los avances ministeriales, sino que también había terminando destapando alguna que otra infidencia de la vida mágica de Ottery. Además, pronto sus redes se verían ampliadas cuando terminara su preparación como metamorfomaga y animagia. Si de por sí, como algunos decían ya era difícil esconderse de Vuelapluma, próximamente sería imposible. Todo mundo quería hacerse sentir oído, ella sólo les brindaba el medio para hacerlo, sin sufrir las consecuencia de sus revelaciones.

 

Editado por Maida Black Yaxley
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Castillo Triviani. 
Un tiempo atrás
 
 
-¿Como es posible que siga desperdigando mentiras a diestras y siniestras? -Jeremy tiro al cesto de basura el nuevo ejemplar del vuelapluma.
 
-No sabemos quien es pero a juzgar por su información tiene muchos informantes importantes. Todo lo que dice causa revuelo y es posible que sea verdad -Comentó el mago que tenia cubierto el rostro.
 
-No son verdad... ¿Ni una pista?
 
-Ni una, señor. Lamentamos la perdida de tiempo.
 
-¿El buzón ...?
 
-El buzón tiene magia imposible de rastrear. No sabemos a donde van a parar las notas que allí se dejan. Tan solo desaparecen y no se vuelve a saber de ellas.
 
-Ya conoces el camino de salida -Dijo Jeremy saludando al mago con un movimiento de cabeza.
 
Mientras su invitado desaparecía, Jeremy mando notas a sus familiares invitándolos a una pequeña reunión familiar. Tal vez, su familia pudiera haber obtenido información sobre el vuelapluma, o tuviera sospechas de alguien en concreto para que pudieran investigar mas a fondo. La pregunta mas importante de todas era: ¿Por qué le importaba? Jeremy creía que parte de que su padre hubiera perdido la reelección, y a si mismo, él y su hermano no hubieran tenido chances para heredar su puesto, se debía a que el periodicucho no había dejado de publicar mentiras.
 
El vampiro se desplazo a la biblioteca, y encargo una bandeja de bebidas fuertes para sus nuevos invitados. Quería agasajarlos antes de tirarles la lengua y sacarles información. Era por el bien de la familia... los Triviani seguían apareciendo en las est-upi-das paginas, sin importar que cosas hicieran. Era peligroso. El anonimato les ayudaba a los negocios mucho mas que la exposición.
 
 
Editado por Jeremy Triviani
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Castillo Triviani. 
Un tiempo atrás…
 
La pelinegra se encontraba en el patio del castillo, tumbada en una toalla con un diminuto bikini que cubría lo justo y necesario ante los ojos de los demás. Aunque la bruja por su condición de vampira no podía adquirir color alguno, había encontrado relajante el simple hecho de tumrbarse bajo el sol a recibir la nada misma, inmersa en su mente sin ideas concisas o pensamientos fijos. Donde una que otra cosa efímera cruzaba por ella mientras escuchaba sin prestar atención a nada todo aquello que a su alrededor sonaba. 
 
Ese día esperaba no tener que levantarse de su pequeño descanso, pero aquella idea se vio interrumpida por un papel que cayó sobre su rostro. Lo quitó con enojo y se incorporó para leerlo. Jeremy los llamaba para una reunión ¿De verdad quería a la "usurpadora" en su reunión? Zoella rió, claro que la quería. Sonrió de soslayo e hizo aparecer un pequeño trozo de tela transparentes cubriendo sus caderas, y con las fachas playeras junto a su nueva y larga melena apareció en la biblioteca del castillo. 
 
Caminó con sus pies descalzos hasta sentarse en la mesa central del lugar. Esperando a la llegada de todos mientras materializaba un frasco de esmalte de uñas con el que comenzó a realizarse una manicura. Escuchó los pasos del rubio y simplemente los ignoró mientras seguía en lo suyo - Chuck, quiero un Gin Tonic - dijo a Jeremy, burlándose un poco de él. 
 

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Castillo Triviani - Meses atrás

Recibir la invitación a una cena por parte de alguien apellidara Triviani, nunca era buen augurio. La Yaxley no entendía del todo porque es que se había visto tan envuelta con sus líos, más aún, cuando tiempo atrás descubrió los lazos sanguíneos que la unían al apellido, quiso colgar del pescuezo a su primo. Ser ahijada de Alyssa ya le era suficiente, tener que tolerar estar bajo el mismo techo de Candela quedaba fuera de la discusión. Si había alguien a quien le huía más que a los muggles, esa era la zíngara, hasta vulgar le parecía. Sus sobrinos no escapaban de la excentricidad propia del apellido, es más, en casos como Zoella o Jeremy, parecían incluso más acentuados, aunque esa no era una opinión imparcial. Maida siempre había tenido un favorito entre ellos: Matthew. 

Resopló resignada, según le había informado uno de los elfos del castillo, asistir era casi un mandato. Se alisó arrugas inexistentes en los pliegues de la túnica y desapareció de su habitación para materializarse casi al instante en la estancia dónde Jeremy ya los esperaba a todos y Zoella comenzaba a probar licores. Si, sin duda alguna no iba a salir nada bueno de aquella reunión, se limitó entonces a asentir suavemente con la cabeza y tomar asiento en uno de los sillones. Ella no bebía.

¿A qué se de.. —pero Maida calló de pronto, en medio de la estancia, cerca de su sobrino, sobre la mesa se hallaban los últimos ejemplares de Vuelapluma, uno de ellos en particular bastante doloroso para su propio recuerdo, había tenido que despotricar en cierta medida incluso sobre Matthew, a duras penas había evitado enfrascarse en criticar los desaciertos políticos de su tío Orión, los boletines estaban ahí a vista y paciencia de todos. Intentó mantener la cara de póker, mientras decidía que posición tomar, puesto que comenzaba a adivinar, el motivo real de esa pequeña reunión—, Ay, por favor, ¿me vas a decir que algo de eso realmente te afecta? Creo que los chismes de Corazón de Bruja tienen más credibilidad, sinceramente.

Cruzó las piernas y agradeció no ser fanática de esas prendas ceñidas, o podría verse realmente afectada por la transpiración que comenzaba a destilar, esperaba poder controlarlo en cuestión de minutos. ¿Sabría algo Jeremy? Era imposible, había tomado todas las precauciones posibles, incluido algunos favores personales de gente bastante influyente en el Ministerio de Magia. Tenía que mantener la postura. Escribir el boletín era la única manera de seguir fomentando una línea de contrapeso para las temerarias posiciones que día a día tomaba su primo, y que claramente, como asistente personal, no había podido frenar. Vuelapluma tenía un motivo, un fin, y el fin, justificaba los medios.

@ Jeremy Triviani  @ Zoella Triviani

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Castillo Black - Actualidad

Le di otro sorbo al café mientras mantenía la mirada perdida en una luz al final del pasillo que daba a la biblioteca. Eran de esos días en que la nostalgia me carcomía el cerebro y las noticias me llenaban de culpa. Todo era bronca y dolor.

- Tendría que haber seguido allí. - Apoyé la taza en la mesa. - Era mi maldita vida y la eché al basural por un necio.

Resoplé.

- La única oportunidad de ser "alguien"...

Me acomodé las mangas del abrigo y salí de la cocina. Warhol, mi elfo, me esperaba del otro lado del living con un rostro tan desconcertado que llamaba más la atención que su aterciopelado moño rojo.

- ¿Tienes todo listo?

- S-si-si mi señora... - Me respondió temeroso.

- Saldré a medianoche.

La criatura asentó y me abrió camino hacia las escaleras principales. Faltaban tres horas para la cita conmigo misma. Mientras subía hacia mi habitación volvía a pensar y a repasar las palabras que llevaba aquella carta. La había escrito con una vuelapluma heredada de mi padre que ni mi santa tía Luna conocía y había sellado el sobre para que ningún curioso pudiera acceder antes de depositarlo en el buzón.

En mi cabeza el plan era perfecto y tantos meses a la sombra luego de la caída de Aaron me ayudaron a darle forma. Llegaba a fallar, y no habría forma de volver a pisar Ottery por el resto de mis años. Llegaba a fallar y el honor de la familia Black iba a quedar manchado, resquebrajado. No me lo perdonaría ni mi propia hermana.

Pero no podía no arriesgarme. Si había algo que me inquietaba era no saber quién estaba detrás de los boletines. Necesitaba empezar a descartar sospechas y mi plan era dejar una serie de trampas para descubrir a la persona detrás de tanta falacia, derrocarla y resurgir a El Profeta cual ave fénix.

Entré a mi habitación, cerrándola detrás con una floritura de varita. Apunté con la misma al cajón donde guardaba el sobre y traje la carta hacia mí, hasta caer en mis manos.

- Nos han quitado todo, primo. - Sonreí de costado.- Prendamos fuego todo.

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  • 2 semanas más tarde...

La razón de muchas de las cosas que había hecho Maida desde su llegada al Reino Unido tenían que ver con algún Yaxley o algún Black, siempre. "La sangre pesa más que el agua", era una frase se hacía visible en personas como ella, y si bien era cierto que lo apoyaría hasta el final, no estaba por la labor de precipitar justamente ese final. Su deber, era alejarlo de los riesgos, encerrarlo en una burbuja de cuidado en la que sus ambiciones no le permitían estar. A lo mejor esa actitud le había valido perder la confianza en algunos asuntos con su primo, no ser una de las personas a las que le contaba sus planes de primera mano, porque ella siempre le rogaría que no lo hiciera. Inspiró con fuerza y dejó el cepillo de cabello en un lado, justo al instante en el que su elfo doméstico apareció frente a ella, casi asustándola.

— Señorita, en el castillo Black hay movimiento —noticia que la hizo ponerse de pie y enfocar sus ojos en la pequeña criatura.

— ¿Aaron?

— No, la señorita Goshi.

— Ajam, y eso me importan, ¿por? —preguntó un tanto exasperada la bruja, sin entender la importancia de la noticia.

— Es la antigua reportera de "El Profeta".

Y volvió a sentarse. Goshi era familia, sí, pero además de eso, pertenecía al casi extinto viejo mundo de las noticias mágicas, una persona de la que tenía que protegerse sobremanera si quería continuar en el anonimato. Adicionalmente, teniendo en cuentas las conexiones que ella podía tener, convencerla de colaborar con las informaciones para el boletín no estaría del todo mal, tampoco. La cuestión era cómo lograr eso, sin tener que decirle nada de nada. Necesitaba un buen motivo para aparecer en el castillo sin que pareciera que alguien la había hincado en las posaderas para que lo hiciera. Chasqueó la lengua y en los siguientes segundos desapareció del castillo Triviani, para aparecerse en la vivienda de su madre. Caminando hacia dónde le habían indicado que podría encontrarse Goshi, apareció entre sus manos uno de los viejos boletines de Vuelapluma y lo arrugó un poco.

¿Goshi? —llamó entonces, con voz dubitativa— mis elfos me avisaron que estabas en casa. ¿Goshi?

@ GoshI

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Egipto 

 

-¿Que puede venir de los impuros que nos pueda interesar.- Comento el Archimago de la Resurrección. -¿Acaso no es suficiente tener que seguir lidiando con las consecuencias del Inqusidor? -

 

Responde la Archibruja de la vida. -Es posible,  pero cada voz debe ser escuchaba. - Observa ese boletín extrajero. -O mejor leido,  si bien el intelecto de los extranjeros no cabe bajo ningún concepto la tradición y el resguardo por el pasado. - Hace pausa. -Sin embargo,  está última palabra la tiene el regente. -

 

-No estoy de acuerdo. - Contesta el Archimago de entre los camimos. -La vida es un peregrinaje y se basa en las relaciones,  por ello es mejor tener aliados y no esconderse tras nuestras fronteras.-

 

Y así cada uno de los seis archimagos se había pronunciado, aunque no todos,  porque el Archimago de la Muerte guardaba silencio y levantado la mano los demás se silenciaron. 

 

-Es prudente ser cercanos,  como lo han expresado y resguardar la tradición.- Lycan observa a cada uno de los presentes. -Y la publicación del Vuelapluma es algo conocido,  no es prudente controlar o prohibir,  pero es mejor si nosotros limitamos la edad de sus lectores,  porque las mentes jóvenes son vulnerables a ciertas ideas. - Y fija su mirada en la sabiduria. -Y es bueno que la voz que corra es la de éste consejo. -

 

Y bajo esa determinación en egipto sólo las personas mayores podían leer el mismo y tenían prohibido comentarlo en lugares donde se encontraba menores de edad presente,  y ante el más minimo quebranto el castigo era dos días de servicio comunitario,  y una reeducación donde se resguarde las buenas constumbres. 

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