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Prueba Libro de Hermes Trimegisto - Septiembre 2021


Gahíji
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Aphophis guiaba el camino, los otros dragones le seguían. El dragón no me informo cuáles son sus planes. El brillo de las escamas junto al sol era tanto imponente como inquietante. Nos alejamos mucho.

 

El templo escondido estaba. La vegetación había tomado toda la entrada de mármol blanco y los pilares. Se parecía al Partenón. Cualquiera diría que en realidad estaba allí.

 

Adentro las antorchas casi extintas dibujaban sombras extrañas y deformes, solo que no llegaría a entrar. 

 

Con los ojos cerrados deje que el sol golpeara mi envejecida cara. Meditaba. Escuchaba a las alimañas y demás animales correr de un lugar a otro mientras decendiamos. 

 

Aphophis encontró el camino. Sobrevolando el cielo esperando el momento adecuado. 

 

El aterrizaje fue tranquilo. Desmonte. Observe y recorrí con la mirada el sitio. Lo conocía. Jamás pensé que el dragón nos traería aquí. En el patio interior del ala esté todo preparado está. A pesar de las ruinas aún el brillo mágico y majestuoso se sentía.

 

La amplia plataforma a unos metros abajo estaba. Antorchas de fuego eterno. Estatuas. Ruinas. Alimañas. Todo esperaba mientras los dragones y yo como jueces y verdugos decidiriamos, si el viaje y nuestro tiempo habían válido la pena.

 

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PP: 9 - 1 = 8

PV: 100

Mientras Catherine observa el paisaje a lomos de ese ejemplar modelo de galés verde, su mente divaga, sabiendo lo que habrá de suceder a continuación. Si bien el guerrero había probado parte de sus agallas la cosa no estaba ni lejos de terminar. Sabía que tendría que enfrentarse a Madeleine dado que ambas habían terminado en esa clase y la idea no le hacía ninguna gracia. 

Cuando Aphophis inicia su descenso, el dragón que Catherine monta lo sigue casi de manera mecánica. El suelo tiene escombros, como si allí hubiera habido un derrumbe hace mucho tiempo y los ojos velados de las estatuas de mármol que rodean la plataforma hacen que Catherine piense en que allí, alguna vez, hubo una gran ciudad. Con lentitud, desmonta de la criatura que la ha llevado hasta allí. Todavía lleva el amuleto al cuello, claro, es la única razón por la cual se había sentido en confianza de hacerlo. 

Echando una mirada de soslayo hacia Gahíji, la bruja se sube a la plataforma que también tiene diminutas rocas y polvo. La estructura que rodea ese espacio es sorprendente y el aire se siente algo húmedo. Catherine fija la vista en Madeleine cuando se da cuenta de que tiene que empezar a atacarla. Gahíji no le perdonará si es suave con ella y podría castigarlas a ambas.

-Himno de Eleboro

La bruja agita la varita para realizar el hechizo por primera vez. Sus sentidos arruinados por la nigromancia no son capaces de percibirlo del todo pero sabe que su varita ha soltado una vibración musical muy baja. Sus sentidos estarán ahora protegidos y no solo eso: es como si de pronto el mundo se abriera ante ella, pues sus sentidos se agudizan. Vista, oído, tacto, gusto, olfato... Madeleine no podría hacer nada para mermarlos por un buen rato.

A pesar de que todos sus instintos le aconsejan lo contrario, sabe que tiene que continuar. En aquella ocasión no se apunta a sí misma, como hiciera con su primer hechizo, si no que apunta hacia Madeleine y se concentra, para pensar:

-Flechas de fuego

Los filamentos de fuego salen disparados en conjunto, lloviendo sobre Madeleine. Si llegaban a impactar en su piel, la incendiarían, produciendo horribles heridas por las cuales correría el peligro de desangrarse. Además, si llegaba a impactar, Madeleine se vería obligada a usar un aguamenti para no quedar dañada de manera permanente.

Catherine siente remordimiento de hacerlo pero sabe que no puede ser de otra forma.  

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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PP: 9

PV: 100 - 30 = 70

Mientras da lentos pasos para ocupar su lugar en el escenario del duelo, Madeleine reflexiona si Gahíji está consciente de lo que está haciendo. Está forzando una confrontación —de la forma más literal posible, cabe destacar— que ha estado cociéndose a fuego lento, desde la primera vez que ocurrió su desafortunado encuentro. No es la primera vez que se ve obligada a levantar la varita mágica contra Catherine, ya fuese que un estricto maestro las estuviese o no, pero sí es la primera vez que aquella idea no le trae ninguna satisfacción. Sin embargo, ¿no es cierto que se imaginaba que ese escenario sucedería? ¿No había confiado en que el Guerrero Uzza haría justamente aquello? Porque si alguien más la obligaba a hacer lo que se supone que debía hacer, entonces...

Cuando levanta la mirada, se da cuenta de que perdió la oportunidad de atacar primero. Pero está bien, de cualquier forma no pensaba hacerlo en primer lugar. Madeleine levanta la varita sobre su cabeza y exclama:

¡Ignea Maxima! —la lluvia de polen de lirios de fuego la baña, como hace un rato atrás, y le confiere inmunidad contra los ataques de fuego.

Por eso, apenas se inmuta cuando observa los filamentos de fuego atravesar el aire, recortando la distancia que las separa. Madeleine sacude la cabeza, mientras sonríe.

—Oh... Quieres jugar rudo —dice Madeleine, mientras que en su mano libre se manifiesta la daga del sacrificio. La envuelve con sus dedos y, con un movimiento fugaz, hace un corte en la parte interna de su brazo, mientras susurra las palabras malditas—: Immolo oppugnare —de esa forma, la misma herida que la daña se proyecta en Catherine.

@ Melrose Moody

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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PP: 8 - 1 = 7

PV: 70 + 30 = 100

Melrose había esperado que Madeleine se defendiera al tiempo, tal cual sucedió. Lo que no esperó fue la reacción de la bruja. Le hizo gracia, una sonrisa afloró a sus labios ¿hacía cuánto Madeleine no le había provocado ese tipo de reacción? Así que cuando la herida aflora en el interior de su muñeca, la bruja solo observa como la sangre empieza a caer sin exaltarse. Piensa con rapidez en un curación. De esa forma, la bruja se asegura de no desangrarse hasta morir. La herida se cierra y el dolor desaparece.

—Sabes perfectamente que es lo que tenemos que hacer —replica, no sin cierta diversión todavía a flor de labios.

No se preocupa por la herida en la muñeca de Madeleine, la bruja no morirá. Oh no, esta vez ella... bueno, Catherine se siente avergonzada de no haberlo notado antes. Ella quiere pelear. Así que hará lo que tiene que hacer, lo que Madeleine sabe que tiene que hacer. Alza la varita:

Mutis

El hechizo haría que Madeleine estuviese privada del habla por un turno completo. Catherine no pudo evitar alzar las cejas. Era una puya clara lo que acababa de decir "guarda silencio"

Cinaede

El efecto sería instantáneo, pues el gas venenoso extraído de los pétalos de pensamiento era letal. Ingresaría por sus vías respiratorias de Madeleine y las dañaría, paralizaría su sistema circulatorio y nervioso. Era progresivo y doloroso. De todos modos, Catherine confiaba en que Madeleine tenía las herramientas para librarse de ello ¿la odiaría por ponerla a prueba?

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PP: 9

PV: 70 - 50 + 30 = 50

No puede decir más nada, pues Catherine la manda a callar. Lo cierto es que Madeleine vio el hechizo acercarse rápidamente hacia ella; probablemente pudo haberse defendido, pero no temía quedarse muda por unos momentos. Sus opciones no eran precisamente limitadas. En verdad, le pareció un poco cobarde aquella medida, ¿es que tenía miedo de herirla? O... ¿tenía alguna estrategia? Ella, ciertamente, no la tenía. La sangre corriendo por su brazo no es más que una improvisación, hecha con la esperanza de que eso hiciera tambalear a Cath, pero parecía que estaba concentrada en el duelo. Bien, quizás eso era algo bueno.

Su siguiente ataque es más rudo. No es la primera vez que Madeleine se enfrenta a aquel ataque; mantener la calma es lo más importante, teniendo en cuenta que el veneno actúa rápidamente, limitando su entrada de oxígeno. Lo primero que hace es pensar en un Anapneo, que abre sus vías respiratorias. Da una gran bocanada de aire, recuperando el oxígeno perdido, y levanta la varita mágica. Le da un golpe al aire, conjurando mentalmente las flechas de fuego, y observa los filamentos ardientes volar hacia Cath.

Finalmente, conjura una curación internamente, que cura parte de sus múltiples heridas. Todavía no está completamente recuperada, y admite que el ataque de Catherine fue bastante rudo, pero está fuera de peligro ahora.

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PP: 7

PV: 100

La sorpresa de Catherine es evidente, cuando los efectos del cinaede se hacen evidentes en Madeleine. No puede retroceder lo que ha hecho, por supuesto. Además, el duelo no ha terminado. Eso no sucederá hasta que el guerrero esté satisfecho. Entonces, se da cuenta de lo que Madeleine se encuentra conjurando: es un anapneo, debe serlo, porque ella intenta respirar. Sus ojos se centran en la persona que antes llamaba hija. Sabe que lo siguiente que hará será atacar. No está segura de qué forma tomará ese ataque pero decide que el fuego es, por ahora, su prioridad:

-Ignea máxima

La lluvia polen de lirios de fuego la baña. Catherine recuerda que hicieron eso para protegerse la una a la otra, apenas hacía un par de horas, ante el fuego de dragón. Ahora, lo hace por el fuego que ella pueda enviarle...

Y tiene suerte.

La bruja se da cuenta de que las flechas de fuego no le hacen daño. Ella estará protegida por un buen rato todavía, ante ese tipo de ataques, gracias al polen de lirios de fuego. Mientras tanto, Madeleine se recupera. Catherine piensa por un buen rato, en si debería atacarla más allá de ello o no pero al final no termina de decidirse. En lugar de dirigir su ataque hacia Madeleine, la bruja decide hacer una salvaguarda mágica, de forma que se vuelve intangible a sus ataques. Ya ha tenido suficiente por ese duelo ¿o no?

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PP: 9

PV: 50

Madeleine, inconscientemente, lleva la mano a la herida que tiene el brazo, todavía a medio cerrar. Quizás... quizás es hora de que piense mejor lo que está haciendo, en lugar de improvisar. No le había dado mucha importancia al principio, pues pensó que sería más un juego que algo serio, pero Catherine se lo estaba tomando con bastante seriedad, como se lo indicaba su malestar corporal. Según sus cálculos mentales, el efecto del himno del eléboro se ha desvanecido ya. Cualquier ataque con fuego, incluso el Fuego Compacto, sería inútil; pero, por otro lado, sus sentidos están desprotegidos.

Sabe que es poco original, pero levanta la varita mágica hacia ella y conjura un Mutis. Observa el haz de luz recorrer rápidamente la distancia que las separa, buscando su pecho; si impacta y le quita la posibilidad de hablar, entonces puede tener cierta ventaja, a pesar de todo.

Aunque todavía tiene heridas que curar, decide que es hora de protegerse un poco más. Separa los labios, sabiendo que ha recuperado la voz, y agita la varita sobre sí misma.

Himno de eléboro.

Percibe muy, muy levemente aquella vibración musical y tranquilizadora que actúa inmediatamente sobre sus sentidos, agudizándolos y protegiéndolos.

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Al inicio, Catherine piensa que Madeleine ha tenido un momento de duda, justo como el suyo pero luego se hace evidente que ese no es el caso, cuando cae en cuenta de que ha perdido el habla. Notar la atenta mirada de Gahíji es lo que hace que vuelva a sus sentidos. Se supone que eso es lo que tienen que hacer ¿por qué a pesar de haber sido la persona que ha sido más violenta en ese encuentro todavía tiene dudas? Madeleine puede haberla silenciado pero eso no significa que Catherine no pueda entorpecer sus intenciones.

Maldición.

Catherine no llega a saber si Madeleine había intentado curarse, defenderse o atacar. Todo lo que sabe es que, en lugar de eso, la bruja pronuncia mal el hechizo. En lugar de conseguir lo que había intentado originalmente, hace aparecer un par de globos de agua que poco tardan en estrellarse contra el suelo. Es evidente que el desgaste mental de Catherine empieza a cobrar su cuota cuando ni siquiera encuentra eso divertido.

Ella todavía seguía sin ser capaz de pronunciar palabra debido al ataque de Madeleine, así que en lugar de ello, piensa:

—Levicorpus

La magia levantaría a Madeleine por el tobillo. Un tirón simple y efectivo, para inmovilizarla en el sitio y tal vez impedir que intentara hacer más magia problemática, pues cuando estuviera apuntándole con su varita, terminaría sorprendiéndose al quedar colgada de cabeza, con el claro efecto de terminar desviando su puntería.

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