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Crónicas de luces y sombras I


Mael Blackfyre
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Callejón Knockturn

Nos había alcanzado la noche. Illidan Black Lestrange estaba tirado en el suelo, aún desmayado. Se encontraba amaniatado en todo su cuerpo, de cuello a tobillos, enroscados en cuerdas que lo aprisionarían en caso de querer moverse. Su varita se encontraba en mi bolsillo, luego de haberla perdido en nuestro encuentro en el bar “Dumbledore's Night”. No había sido un rival complicado aunque por lo menos había presentado batalla. Estaba parado en la pared opuesta, apoyado sobre ésta observándolo detenidamente.

Nos encontrábamos en un sótano, no muy lejos de donde había sucedido todo. El callejón Knockturn era un buen sitio donde permanecer, porque se encontraba muy oculto, oscuro y solitario. ¿Sino dónde más? Los terrenos que pertenecían a la Marca Tenebrosa aún no eran del todo confiable, más que nada por sus pertenecientes a las filas oscuras. En un rincón de aquel edificio abandonado, había llegado junto con el secuestrado y lo había tirado al suelo. Luego de haber protegido el sitio contra cualquier ruido que pudiera escapar o de miradas curiosas que estuvieran dirigiendo sus ojos hacia allí. No se vería ni una luz brillando al exterior. Nada que llamara la atención.

Avancé algunos pasos, que resonaron en ése suelo húmedo de piedra gris. Había algunos muebles alrededor, claramente sucios y rotos. Las paredes también eran de piedra y se encontraban decoradas con algunos cuadros (con figuras que ni se movían) y antorchas apagadas. El techo, de unos 5 o 6 metros de alto, estaba cubierto por telarañas, polvo y maderas húmedas también. Lo apunté con la varita y respiré. Me había tomado el tiempo necesario para pensar en todo lo ocurrido. No podía dejarme llevar por mis emociones. Porque terminaría el plan, claramente.

Ennervate —dije, expulsando un hechizo que impactó en la figura con la intención de despertarlo. Pude notar que casi toda su ropa estaba manchada con sangre, la cual, se iba secando de a poco. Empezó a moverse. Aún lo apuntaba con la varita—. Creo que fue muy tonto de tu parte atreverte a levantar tu varita contra mi. Eso hizo que me enojara un poco —le dije calmo. Respiré otra vez—. Me han llegado algunos rumores a mis oídos y como persona amable y condescendiente que soy, quiero llevar todo lo mejor posible, mientras cooperes, claro está —no podía ver que debajo de mi máscara, sonreí de manera falsa.

¿A qué has vuelto a Londres? ¿Qué sabes de Mica Gryffindor? ¿Y por qué me han llegado algunas sospechas que trabajas para la Orden del Fénix, eso es cierto? —avancé un poco más y giré mi varita entre los dedos—. No me mientas, eh, que puedo leer tu mente. Y no querrás eso. Quizás pueda perder la paciencia y lastimarte un poco. Solo un poco —me reí en voz alta. Si el joven cooperaba, tal vez lo liberaría.

Llevé mi mano derecha hacia la marca tenebrosa, la cual reapareció entre los tatuajes que ya portaba. Emergía como si estuviera al fondo de un mar profundo y saliera a flote, brillando negra y hermosa. Si, estaba invocando a algunos compañeros, tal vez luego del simple interrogatorio, deberíamos tomar cartas sobre el anuncio. Una nueva Líder había asumido dentro de la Marca Tenebrosa y me había confiado un lugar a su lado. Me había impuesto una nueva meta: Todas las personas que pertenecían al bando del señor tenebroso, tenían que seguir con nuestras órdenes. Y me encargaría de eso o delataría y entregaría a los que se negaban ante la comunidad mágica.

Me habían dado el poder de comandar aquellas tropas, era necesario tomar algunas medidas. Teníamos que convertirnos en un grupo, en un bloque indestructible y llegar a nuestros objetivos. No podía permitir que me sacaran lo que había conseguido. Y había un grupo que se podía entrometer (y ya lo estaba haciendo): La Orden del Fénix. Toda persona que se cruzaba en nuestro camino debía ser cuestionada. Y en ésta oportunidad era Illidan Black Lestrange. Mala suerte para él.

@ Illidan Black Lestrange

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Tenebrus

Con @ Malum Luxure

 

-Luxure. -

 

Observa a la mortífaga y tomaba lentamente su copa de vino tinto. Éste comenzaba hablar con la misma de cosas referente a ciertos integrantes de la Marca Tenebrosa. Aunque,  si bien Lycan no daba su acto de aparición a las filas,  si sintió el llamado de alguien,  aunque poco le valió. 

 

-Debo admitir que estoy enterado de las novedades. - 

 

Seguía hablando muy cómodamente en su local,  meditaba si acudir o no a donde le solicitaban. Sin embargo,  ese egocéntrico mago egipcio solo tenía ojos para sus asuntos y eso de obedecer no se la da bien. Además,  él era un Archimago de la Muerte y Regente,  por ende a nadie le debería dar cuentas de sus actos. 

 

-Creo que deberíamos visitar @ Ada Camille Dumbledore  en su local,  pero me aburre y fastidia  tratar con @ Mael Blackfyre  , ya sabes que a ese chiquillo no lo tolero,  y más que parce ser la sombra de vuestro querido hermanito,  bueno más bien de Lady, ya sabes que eso de los arboles familiares me confunde. - En ello hizo una pausa para seguir tomando. -En fin, no vine hablar de ese ser insignificante sino de nuestra alianza de nuestros paises. -

 

En ello Sia le avisaba que en su local no había nadie más que ellos dos, por ende esa reunión era secreta y clavando la mirada a la bruja, se pasa la mano por el rostro y se quita la máscara del Titiritero,  aquella que empleaba para sus fines lejos de la Marca Tenebrosa. 

 

 

 

Editado por Azrael Lycan

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Sintió el rayo golpearlo, le costó unos instantes entender lo que sucedía, pudo ver una ventana rectangular con barrotes, a varios metros del suelo, eso le daba un pequeño indicio, la oscuridad afuera le anunciaba que aún era de noche. Una pequeña gotera sonaba en una de las esquinas, cayendo en un charco que no parecía tener mucho tiempo, el olor a tierra mojada lo inquietaba, era humedad, abandono. La tela de su remera se pegaba a su pecho, con aquella sustancia aún líquida. Eso le decía que no había pasado mucho tiempo desde el enfrentamiento, la sangre un no secaba. 

Todo su cuerpo le dolía, incluso su cabeza, de seguro al impactar contra el suelo se había hecho daño. Intentó incorporarse, pero al moverse la soga que conectaba sus tobillos con su cuello se cerraba, impidiéndole respirar. Termino de algún modo sentado en el suelo, apoyando la espalda en la sucia pared de aquel lugar. Sintió caer sus mecos de pelo sobre su rostro, húmedos también, producto de la sangre. Hasta que se acostumbró a la oscuridad no pudo ver nada, poco a poco una imagen fue visible, de pie delante de él, aquel mago de nuevo.

- Odio tu voz... - Soltaría entre quejidos mientras clavaba sus azules ojos sobre la máscara de aquel sujeto, entendía que aquellos sonidos que le daban forma a sus palabras no era más que ficticios, su voz real, tanto su identidad estaban protegidas por los hechizos de la Marca Tenebrosa. - Amable y condescendiente...jaja... - rio débilmente tras repetir las palabras del Mortifago, no tenía muchas fuerzas, y aquella risa fue dolorosa para él. 

El mago tenebroso, tras amenazarlo, lanzo tres preguntas directas, una tras otra, sin darle tiempo de empezar a hablar. Mica Gryffindor, se preguntó si ella estaba bien, y si Cillian habría recibido su mensaje. Aun así intento concentrarse en las demandas del Mortifago. - Recibí una invitación a una fiesta, en el castillo Dumbledore, allí me encontré con algunos amigos, viejos amigos... - Acalló sus palabras intentando tragar saliva, el sabor metálico le recorrió desde la lengua, y se perdió en su garganta. - Y me quede... - Terminaría. 

- Mica es mi novia... - No diría más, no era necesario, aun sus palabras sonaron rodeadas de orgullo. - ¿Sabes lo que es eso? - Preguntaría analizando al sujeto, le recordaba tanto a el años atras. - Parece mentira, es hora de rendir cuentas ante el karma... - Diría observando al brujo, años atrás era el quién secuestraba personas, las torturaba, sirviendo a aquel patético bando. 

- Deberías saber que cuando te unes a la Orden del Fénix, no necesitas máscaras, ni secretos, no necesitamos escondernos, elegir un nombre sustituto, mostramos el rostro día y noche...Y sabes que si soy parte, nos conocimos hace tiempo en aquella redada, donde corrieron como cucarachas! - Soltaría para intentar escupir al Mortifago, sin fuerzas el escupitajo no llego ni a la mitad del trayecto, cayendo en el suelo, mezcla de sangre y saliva, se rio por lo bajo, estaba débil, no podía hacer mucho más que eso. 

@ Mael Blackfyre

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Mojé mis labios con mi lengua mientras escuchaba mi voz. El joven parecía conocerme o recordarme, quizás, desde otros momentos. ¿Por qué yo no? Negué con mi cabeza internamente. No solo por aquello, sino porque era est****0 preguntarle cosas sobre la fiesta. No tenía nada malo la fiesta. Bueno, solo una persona, pero no estaba seguro la relación entre ellos. Escuché atentamente sus respuestas. De todo, había poco que me había llamado la atención.

Noté su mal accionar contra mi. Su escupitajo salió con poca fuerza y cayó a la mitad de la distancia que nos separaba.

Haré de cuenta que no vi eso —le dije, apretando mis dientes. No tenía que desbordarme. Avancé dos pasos hacia él, no dejando de apuntarlo con la varita—. Claro que sé lo que es, muchacho. También sé que el amor es debilidad. ¿O acaso lo olvidaste? ¿Sabes qué significa eso? Que ahora mismo puedo ir por Mica Gryffindor y traerla delante de tus ojos. ¿Eso quieres?

Me agaché, apoyando ambos antebrazos sobre mis rodillas. Sus cabellos rubios se mezclaban con tierra y sangre. Y aquellos ojos azules me mostraban otro aspecto. Había visto ésa posición en pocos magos, tenía que admitir que era valiente.

La Orden del Fénix —repetí, detenidamente palabra por palabra, como si fuera un viejo cuento que intentaba recordar desde la época en que era niño. Pero tenía que admitir, no a Illidan, sino a mí, que no había escuchado sobre ése grupo justo en los primeros días que había llegado a la mansión Gryffindor. Lo único que había aprendido hasta ahora, era que se trataba de un grupo que intentaban infiltrarse y estar en varios lados. Y tal vez, sólo tal vez, serían los encargados de quitarme algunas cosas que había conseguido — No te recordaba, chico. En ése momento estaba rodeado de otros idi0t4s. ¿Qué me puedes decir de la Orden del Fénix? ¿Te pagan? ¿Qué buscan?

Mis ojos se encontraron con sus faroles azules. Estaba decidido a meterme en su cabeza. Necesitaba ver con quiénes contaba la famosa Orden del Fénix, dónde se frecuentaban y qué buscaban. La pupila de sus ojos se agrandó, invadiendo todo de oscuridad. Me había metido en su mente pero al querer ver sobre eso, era como haberme chocado con una enorme pared. Intenté una o dos veces hacerlo y fracasé. Podía ver otras cosas, si: veía su trabajo. Veía a aquella madre. Veia a una hermosa joven, madre de sus e hijos y podía ver a Mica. Pero lo que necesitaba no estaba.

Oh, vaya vaya… veo que tu gente sabe cómo ocultarse bien —me puse derecho. Y respiré. Éste muchacho me estaba haciendo perder la paciencia—. Si todo lo que tengo que hacer es tocar la puerta, entonces la destrozaré. ¡CRUCIO!

En aquel momento sabía que me estaba dejando llevar por mis emociones. Había empezado a buscarlo por un acto de celos y en el momento, no me alcanzó con solo atacarlo. Pero en ése interrogatorio, había llegado a otro extremo. Ahora necesitaba encontrar información para saber a lo que me estaba enfrenando. ¿Y si todas las personas que me relacionaban eran de ese bando? ¿Y si eso me llevaba a que me descubran y me quiten todo lo que tenía? De ahora en más, sería más cauteloso y menos confiado.

Desee con todo mi corazón que la maldición imperdonable le aflojara un poco la lengua. Y esperaba que en cierta manera, eso no me llevara actuar peor. Si me daba lo que necesitaba lo largaría. Aunque no prometía en qué condiciones. Sabía que el maleficio cruciatus era doloroso, como miles de agujas pinchando a la vez. Se retorcería varios segundos en el suelo.

@ Illidan Black Lestrange

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Aquel mortifago parecía no estar molesto por el intento de escupitajo, pero no estaba tan seguro. Ahora amenazaba con traer a Mica, no solo eso, sino haciendo mención que el amor era debilidad, no creía eso, si te hacía vulnerable en ciertos aspectos, pero desde que conocía a Mica se sentía más fuerte, no solo en sentimiento, tenía una respaldo que le daba sentido a su día a día. - Mica no es como yo, ella te patearía el trasero, seguro terminarías corriendo como aquella vez, por si no lo recuerdas fue ella quien los hizo correr en aquella redada... - Se tomó unos momentos, pensativo. - Ahora que lo pienso se lo debo a ustedes, me le declare en esa redada... - Decía contento, por primera vez en  aquel calabozo sentía algo de regocijo. 

Se tomó unos momentos, mientras aquel mago nombraba a la orden, tomándose su tiempo para formular frases concentras. No tardo mucho, lanzando sus preguntas pertinentes. - Que mal que hablas de tus compañeros de bando, eso en al Orden no pasa... - Decía interrumpiéndolo, luego las siguientes preguntas llegaron a raudal. - La orden quiere resolver las malas decisiones que tomo la última ministra, devolverle a los mestizos lo que les corresponde por derecho, y frenarle los pies a ustedes, fanáticos de la sangre pura, como si en sus filas no tuvieran mestizos... Hasta muggles manipulados por el maleficio imperio tienen trabajando para ustedes.... Luego se jactan de ser elitistas! - Acalló sus palabras, tenía la boca seca, y el hambre comenzaba a pasarle facturas. - No me pagan, a ti tampoco, eso lo se dé ante mano, eres idi*** por elección... - Seguro se iba a arrepentir de aquella provocación. 

Lo observo atento, cuando sintió aquella lectura en su mente, no se resistió, él podía ver lo que él analizaba, cosas públicas para todos, más que nada para su entorno, aun así le permitió hurgar a gusto, salvo a lo que competía a la Orden, no podía ver nada de aquello, así como él no podía ver su rostro, o distinguir su voz. Lo que venía después, si se lo esperaba, no solo por su provocación inicial, sino por la decepción que debió haber sentido el mortifago al no obtener lo que quería, pese a la colaboración del rubio. 

El dolor que sintió no podía describirse de ningún modo, todo su cuerpo se tensó, como si mil cuchillas se clavaran en su carne, los huesos se le partieran, la cabeza se le partiera en dos, no pudo evitar gritar, pero el cansancio era tal, que sentía casi un alivio no tener el cuerpo en condiciones, estaba seguro de que de estar sano, el dolor hubiera sido peor. 

- Con que eso se siente... - Soltaba tras terminado el maleficio. Soltó al relajarse su cuerpo, y la soga cediera la presión sobre su cuello. - Es la primera vez que usan ese maleficio en mí, felicidades... - Soltaba recuperando el aliento, aun traumatizado por la situación, cada vez era más difícil para el mantener la conversación. - Te estoy poniendo las cosas fáciles, aun así pareces ensañado conmigo, ¿Qué tienes? ¿Celos? - Soltaba, no intentando entenderlo, sino provocarla. 

@ Mael Blackfyre

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Levanté la varita mirando cómo el cuerpo del muchacho dejaba de retorcerse como un gusano fuera de la tierra. Se sentía bien. Se sentía poderoso. Aunque en cierta manera lo que no lo sentía era justo. Sabía que los mortífagos en general, actuaban por detrás, siempre en grupo, siempre por las espaldas. Yo era diferente. De hecho lo que nombraba el joven Illidan. Que tras aquel maleficio torturador, que parecía que no solo no iba a decirme más, sino que continuaba con sus provocaciones.

Oh, que tierno. Me dan ganas de vomitar —le respondí tras su comentario sobre Mica. Ahora entendía las razones por la que la joven Gryffindor se había ido de la mansión. Tal vez luego hablaría con la muchacha. Aunque claro está, de otra manera. Mica era una bruja diferente—. Si, escuché rumores de que los mortífagos hacía eso que dicen… pero yo soy diferente. Claro que a mi me pagan, aunque ellos no lo sepan —reí ante mi propio comentario, como si fuera un chiste. Así había logrado conseguir la mansión Gryffindor. Y el negocio. ¡Y ahora trabajaba para la mismísima Líder! —.Tal vez a la Ministra se le fue un poco la mano. ¿No crees? En eso estamos de acuerdo — caminé algunos pasos a ambos lados—. Pero yo soy un hombre de negocios. Jamás hago las cosas sin antes conseguir algo a cambio —me detuve nuevamente frente al muchacho.

Me volvía a provocar. Ésta vez no usé un Sectusempra. Ni tampoco un Cruciatus. Moví mis dedos y apareció una segunda daga que poseía como poder. La daga del Sacrificio. Se la mostré e hice tres cortes, empezando por uno chiquito en el rostro, luego uno más largo  de mi muñeca a mi codo y por último, la clavé en mi muslo. Podía sentir el correr de filo sobre mi piel, abriéndose como si fuera papel. Ese dolor realmente era placentero y excitante. Y lo mejor de todo, es que tras unas simples palabras también se proyectaban en el cuerpo de Illidan, heridas exactamente iguales.

Esta vez, no lo curé a él, para nada. Usé los poderes de la Curación para cerrar las mías, restando importancia en la sangre que había perdido y en la adrenalina que me había provocado aquel dolor, como si fuera una droga. Miré al joven…

¿Lo ves? Hablaré mal de quien se me de la gana mientras no cumplan con su papel —desaparecí mi daga. Había llamado a algunos mortífagos pero ninguno había venido. Uno más cobarde que el otro. Luego me encargaría de eso. Tal vez podría divertirme cazándolos uno por uno—. Tal vez sean celos, no lo sé. Aunque me gusta mucho conseguir lo que quiero. Siempre lo logro —le dije con una sonrisa. Tendría que conseguir otros métodos para buscar información sobre el bando—. Hoy me agarraste de buen humor, pero créeme que seguiremos esto—lo volví a apuntar con mi varita.

Pero caminé hacia atrás, vigilando de llegar a la puerta lo antes posible. Ya me había cansado y tenía que de alguna manera mandar el mensaje a varias personas. Me giré en redondo y moví mi varita, mientras las puertas del negocio abandonado volaban en miles de pedazos. Avance con un paso fuera de aquel callejón angosto, oscuro, húmedo y solitarios, y levanté mi varita al cielo:

¡Morsmondre! —invoqué la marca tenebrosa. La esfera ascendió por encima del callejón Knockturn y explotó en el cielo, mostrando la calavera verdosa con la serpiente que salía por su boca y se enroscaba entre si. Estaba seguro incluso que se vería de cualquier rincón del Callejón Diagon. Luego miré para adentro del local: — Si quieres encontrar tu varita, deberás buscarme y vencerme, pequeño. Buenas noches… ¡Fuego Maldito! —dos llamaradas con forma de león emergieron de la punta de mi varita y se encaminaron hacia Illidan.

Desaparecí del lugar, abandonando al pobre mago Illidan Black Lestrange a la suerte de los dioses. Lo último que vi, fue los fogonazos que provocaban mis invocaciones iluminando todo alrededor, a punto de alcanzarlo. Había invocado aquellas dos llamaradas con la intención de lastimarlo aún más. Las sogas que lo ataban, seguramente se consumirían y lo liberarían. Pero también lo harían todas las cosas que tenía alrededor. Y sin varita, tampoco podía hacer mucho. Esperaba que el chico reflexionara sobre lo que había dicho, porque aunque no pareciera, me había dado una gran información. Si salía vivo o no de eso, era lo de menos, pero lo que si, me había llevado como premio su varita. Quizás ése era mi ganancia de aquel encuentro.

@ Illidan Black Lestrange

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No podía pensar en nada más, necesitaba encontrarlo antes de que fuera demasiado tarde. No había tiempo de detenerse a sentir miedo. A sus espaldas, escuchaba los pasos de sus compañeros que también se movían hacia el mismo lugar, alertados por su grito y por la evidente presencia de aquella Marca Tenebrosa en el aire. Tenía que estar ahí. Tenía que estar bien.

Su corazón amenazaba con salirse de su cuerpo, pero la adrenalina que la recorría no le daba paso a cuestionarse nada. 
El Callejón Diagon terminaba donde comenzaba el Knockturn, volviéndose más oscuro. Sabía que muchos preferían esa zona del paseo, en que podían encontrarse cosas que no en la parte más “visible”. 

-Expecto Patronum- gritó agitada, invocando su leona plateada, para que fuese mensajera hacia todos los miembros de su bando. Avisaría de la desaparición de Illidan y de aquella marca sobre el callejón, que era señal de un evidente ataque. 

Siguió moviéndose hasta detenerse frente a un sitio que parecía abandonado, sobre el cual era clara la presencia de aquella invocación que utilizaban los mortífagos para jactarse de sus actos. Debía ser allí pero ¿cómo entrar? Sin pensarlo dos veces, empezó a llamar a la puerta con fuertes golpes -¡Hola! ¿Hay alguien? ¡Por favor abran! -repetía sin lograr nada  en absoluto.

Resignada, miró a los demás -Es aquí, tiene que ser… -con los ojos llenos de lágrimas volteó nuevamente al edificio, dispuesta a buscar alguna otra forma de entrar.

@ Ludwig Malfoy  @ Cillian
 

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Las cosas en el callejón Diagon se estaban tornando bastante aburridas. No había demasiada gente por allí y hacer las compras no era algo muy emocionante para Arcanus quien caminaba lentamente junto a su elfo doméstico, jugando con su varita entre los dedos. La tarde había pasado relativamente rápido y el joven había conseguido todo lo que había ido a buscar. Pero lo que se venía no estaba en planes de nadie.

Fuertes gritos de terror comenzaron a inundar las calles y la gente comenzó a correr en todas direcciones. Desconcertado, Arcanus miró a su elfo a lo que este, luego de un largo bostezo, señaló hacía el cielo. Allí grande, verde y brillante se alzaba la Marca Tenebrosa. Hacía años que no veía aquel ícono en el cielo ¿La Marca había vuelto a las andadas? Fuera como fuere, seguramente habría diversión en aquel lugar y por como estaban las cosas últimamente, sería algo tonto perderse aquella escena.

- Toma, vuelve a casa. Volveré pronto. - le dijo a su elfo, el cual asintió y le entrego la bolsa con los productos que había adquirido. El elfo hizo una reverencia y en cuanto desapareció un brillo plateado inundó el lugar.

Un imponente patronus con forma de leona se hizo presente frente a él para transmitir el mensaje de su líder Mica. Arcanus lo escuchó y no pudo evitar sonreír al enterarse de lo que había ocurrido. Así que solo se trataba de una simple operación de rescate. ¿Cómo podían ser tan descuidados los miembros de la Orden para permitir ser capturados tan fácilmente? En realidad la noticia, poco afectaba al joven, pero sin duda sería divertido estar allí. 

En un instante apareció en la locación transmitida por el patronus, claro que a una distancia prudente dónde podía ver a la líder gritando enloquecida mientras golpeaba la puerta. Al parecer estaba a punto de llorar como si fuera solo una niña a la que le arrebataron su juguete. 

- Patético - Susurró Arcanus mientras se deleitaba con el show desde un lugar donde no podrían verlo.

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Había pasado la tarde reacomodando los libros de su biblioteca y la verdad es que acomodaba muchas cosas pero lo que no lograba acomodar era su mente. Su mirada castaña se posó sobre un pequeño libro y sus ojos comenzaron a brillar como si de diamantes oscuros se trataran. Un destello ingresó por la ventana en ese momento y la hizo desviar su atención. Sus labios se separaron sorprendidos, alguien había invocado la marca tenebrosa sobre el callejón. Dejó el libro sobre un estante de la biblioteca y se acercó a observar, hacía tiempo que eso no significaba más que simple aspamento, estertores de lo que alguna vez fue.

Lo que no fue alarde fue el ingreso de  una leona plateada en el cuarto, sorprendiéndola más que la marca que había sido invocada. Las noticias que traía el patronus no eran novedad en cuanto a la marca invocada pero sí lo eran en referencia a la desaparición de Illidan. ¿Cómo podía la bruja estar segura que no había ido atrás de una aventura alocada? En fin, debía confiar en el buen criterio de su líder, ya que por algo habían confiado en que era la indicada para guiarlos.

Resignada y aún con mil cosas en su cabeza la Potter Black tomó su varita y sin pensar que estaba en jeans y remera de entrecasa, se desapareció de su local rumbo a la intersección entre el Knockturn y el Diagón. El crack que precedió su aparición fue más sonoro que los pasos que sus zapatillas parecían insonorizar en aquel camino empedrado. Sacudió la cabeza, observando a su alrededor, el ambiente se volvía más denso de lo que pensaba. Sus ojos destellaron al notar unas palabras en el aire, entremezcladas con los sonoros golpes sobre una puerta y la voz de Mica a voz en cuello.

Cuando se volvió para acercarse al lugar en que la líder estaba, aún se preguntaba qué tan buena idea era que golpearan a la puerta de aquel modo, tampoco es que estuvieran buscando un cachorro perdido. Si lo tenían allí no le parecía lógico que salieran a recibirles o les abrieran y los dueños de los locales de esa zona no eran los más amigos de cumplir con la ley o que les hicieran “inspecciones” por qué sí. Darla frunció el ceño, ¿qué valdría más en ese momento? ¿Hacer valer su presencia fenixiana o como miembro de la seguridad ministerial? de seguro allí, ninguno de los dos. Se encogió de hombros, solo podía cubrir las espaldas de la Gryffindor, por ahora.

 

 

Editado por Kaori Moody
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Estaba terminando de redactar la carta para Darla, era menester explicarle que el caso de los virus estaba matando a varias personas, el problema es que debía de explicarle que entre ellos estaba el ministro muggle y debido a las restricciones impuestas no podíamos ir a curarlos o salvarlos, así que preocupada le escribía pidiéndole ayuda o al menos, para que intercediera por mí para conseguirme un permiso e ir a socorrerlo con la poción pertinente. 

 

No tuve tiempo de firmar la carta, la tinta mancho la misma al recibir el Patronus de una leona plateada, abrí mis ojos azules claros preocupada, pensando en que cosa mala le pasaría a mi Tía Mica, hablaba de la desaparición de Illidian y del hecho de que podría estar lastimado, o estaba entendiendo mal algo? Lo único que pudo pensar era que esperaba que su amigo estuviera bien, así que presurosa se levantó del escritorio y camino lo más rápido que pudo hasta la entrada de la mansión Gryffindor, cerrando la puerta tras de sí y olvidándose de avisarle a su mamá que quizás no vendría a comer, solo esperaba que ella no se preocupara demasiado en su ausencia repentina. 

 

Tras un fogonazo de luz violeta aparecí entre las intercesiónes entre el Knockturn y el Diagon, lo primero que vio fue la marca tenebrosa en el cielo, los gritos de su tía Mica y a Darla cerca de ella, también vio a Arcanus más alejado de allí, a quien saludo con la mano mientras se acercaba a su tía y su amiga, pensando en cómo podría ayudarles en esta ocasión. 

 

- Buenas a todos, por las barbas de Merlín, está aquí dentro? Por qué no rompemos la puerta? O es peligroso? - Pregunté con mi repique de campanas más alto de lo habitual, indecisa de si avanzar más y lanzar algún hechizo de explosión que podría abrirnos el paso hacia el mago - 

 

Por lo pronto me quedé observando la escena y mirando alrededor preocupada, decidí lanzar hechizos de protección, los Protego se escucharon fuertes y claros alrededor nuestro, era tonto hacer eso en esos momentos, pero me dije que mejor era prevenir que lamentar y que si alguien estaba herido era mejor estar preparados para lo que fuera a suceder luego. 

 

 

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