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Castillo de la Familia Burke (MM B: 116229)


Illidan Burke
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Sabía que su elfo no tardaría en regresar con las pertenencias que lograse rescatar. Ciertamente dudaba de cuánto de lo suyo quedaba en la Gryffindor, pero si había pasado tanto tiempo sin regresar por ello, era que no lo necesitaba. Tampoco tenía mucho en los demás sitios, no era apegada a lo material, vivía con lo que necesitaba. Aunque la idea de un sitio en el que establecerse definitivamente la incentivaba a querer tener allí "sus cosas".

Se puso de pie ayudada por la mano de su pareja y no se resistió a esos labios que la buscaban, como sellando con ese beso la idea definitiva de empezar una vida juntos. Definitivamente, eso era lo que quería en adelante, esa mirada cariñosa y esos labios que se posaban en los suyos sin restricción, esa forma de quererse. 

-Amor, respira -le pidió sonriendo, sí había mucho por hacer pero no había motivo para apurar las cosas -Vamos a la cocina y evaluemos cuánto necesitamos cambiar -agregó, aunque ya estaban caminando por los pasillos con ese rumbo. Suven ya estaba trasladando cosas de Illidan, así que el tránsito era algo peligroso. Pronto estuvieron en las escaleras y se apresuraron hasta abajo, para evitar incidentes con un montón de cajas que viajaban desde el piso inferior. 

Atravesaron la sala y llegaron a aquella amplia cocina, donde la calma aún reinaba. Suspiró, aliviada de ya no tener que esquivar objetos trasladados por la magia de aquel elfo. 

-Bueno... ¿Qué quieres conservar? -indagó, recorriendo con la mirada los anticuados muebles. -Me agrada la isla- el mármol blanco podía lograr recuperarse y quedar "como nuevo" de eso estaba segura. -pero cambiaría el color de la madera... dependiendo, claro de lo que hagamos con las paredes ¿qué color imaginas aquí? -se había soltado de su mano y caminado por la estancia, recorriendo con la mirada todo, tratando de ver cada detalle. 

@ Illidan Black Lestrange

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La noche era silenciosa, como muchas anteriores. Se respiraba un aire extraño, pero tal vez era por todo lo que teníamos planeado. Nos habíamos juntado un grupo con anterioridad y habíamos marcado el destino de aquella noche. Era un camino que recién comenzaba y esperaba que el resto de la comunidad mágica pudiera soportarlo. Éramos Mortífagos y la Marca Tenebrosa nos abrazaba para regalarnos libertad. Buscábamos eso.

El portal se abrió en medio del aire, como una línea de luz donde despedía una fuerte ráfaga de aire. Cuando explotó a los lados, lo hizo con una estela de humo rojizo y aparecí yo, con mi varita en mano. La túnica simple y negra empezó a revolotearse como si me hubiera encontrado en medio de un ciclón. Apoyé un pie fuera del Haz de Noche y éste se cerró, implosionando y volviendo a la tranquilidad. Miré a ambos lados, detrás de mi máscara que cubría mis facciones. Era la hora.

Llevé mi mano libre hacia la marca tenebrosa, la cual brotó entre los tatuajes que la ocultaba, como si estuviera saliendo a la superficie del agua.

— Es el momento. Hermanos y hermanas… Libertad

Murmuré, como hablándole a alguien. Había aparecido en el techo del castillo Burke. Podía ver la piedra gris del castillo, aquel tejado oscuro, el paredón alto que bordeaba los terrenos. El portón negro. Los árboles que decoraban el camino angosto, que estaba dibujado entre el portón y la doble puerta de la edificación. El castillo estaba muy tranquilo, hasta aquel momento.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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El llamado había sido hecho y la Marca se retorció y enroscó en mi antebrazo derecho, ardiendo, quemando la piel blanca casi nívea que se había asentado en el momento en que abracé la inmortalidad nuevamente. Sentí un leve escozor, pero no por la quemadura del llamado, sino por las ansias que tenía de beber sangre, que me acuciaban día y noche sin descanso.

Me coloqué la máscara sobre el rostro, me envolví en una capa negra -trillado y todo- y desaparecí en una voluta de humo verde musgo. El tirón de la marca me llevó hacia el castillo Burke, ubicado en una zona que no frecuentaba en Ottery St. Catchpole. Era una vista agradable a pesar de la maleza y el jardín descuidado. Las ramas de los árboles habían crecido sin parar y se notaba que necesitaban una poda, pero más allá de eso, el lugar tenía un sólido ambiente familiar. Desde donde estaba, en el camino adoquinado a unos siete metros de las enormes puertas de roble, pude apreciar la figura de un mago parado sobre el techo del castillo.

-Goldor- dije, llamándolo.

Así que el llamado había sido suyo. Increíble. Ese niño me sorprendía por su ímpetu u sed de sangre.

Me acomodé la capa para que no interfiriera con mis movimientos y, un momento más tarde, con mi varita Shember en la mano, la hice desaparecer con un ligero movimiento. Podía parecer genial, pero sería incómodo si alguien la convirtiera en algún bicho reptante. La blusa madreperla que tenía puesta, de mangas cortas y abuchadas, metida en el pantalón de vestir negro, me daban un aire a oficinista. Los zapatos negros, sobrios, tenían tacón bajo para que mis pies no sintieran presión durante el largo día de trabajo. En un duelo no debían ser muy cómodos, pero yo ya había aprendido a maniobrar con ellos.

-¿Quién se ha mudado a esta residencia que venimos a destruir? Bueno... es una forma de decir... parece que los años y el abandono ya hicieron el trabajo por nosotros- comenté, un poco riendo, pero también hablando en serio. Se notaba que necesitaba cuidados especiales aquel lugar, aunque la piedra firme del castillo parecía no haber perdido sus fuerzas.

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Einar

 

Cualquiera que fuese la excusa esta vez para atacar una familia fenixiana, seguramente seria absurda, como todo lo que hacían aquellos que ahora debía llamar compañeros. Esta vez si podía asistir al llamado. Después del ataque de Egipto a Rumanía, el Van Halen había vuelto a Londres con la tranquilidad de saber que su país, nación y reina estaba nuevamente a salvo. La marca de su antebrazo ardió con intensidad. La muy necia sentía como el odio del Van Halen hacia ella se intensificaba con los meses y quemaba con ganas.

Ignoro aquel hecho y se dispuso a acudir a la cita. En aquella ocasión, como en las anteriores, actuaria con cabeza, recabando información. Tenia que ver que estrategias usaban los nuevos altos mandos, pues con el cambio de mandatario dentro de la marca, todo volvía a empezar. Tras ponerse su mascara, aquella sencilla de plata que brillaba en tonos rojizos según sus dones, se desapareció de la mansión Delacour para tres segundos después hacer acto de presencia detrás de los muros del Castillo de la Familia Burke. A unos doscientos metros mas o menos. No había conjuros anti aparición y las defensas no estaban puestas ¿A caso estaban perdiendo el juicio los ciudadanos de hoy en día?

Es que era una incitación para los mortifagos. Era digno de estudio aquello. El dhampir se quedo al lado de un árbol, mientras sentía la presencia de otro de los seguidores del altísimo señor oscuro. Su ceño fruncido bajo la mascara era notable, pues sentía que aquel individuo le era conocido, como si existiese un vinculo. Nego varias veces, centrándose en la misión e ignorando el palpitar de su sien. Portaba un pantalón de vestir negro y un jersey de cuello alto de color burdeos. Botas de dragón altas y una capa de viaje. Su arma mágica estaba en su diestra. Solo por si acaso. Esperaba que no entrasen a batalla, pues su accionar seria raro para ambos bandos.

 

 

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Jacob sintió un ardor profundo cerca de su costado izquierdo, arriba de donde estaba su costilla flotante. El tomar el lugar de una persona que pertenecía a la Marca Tenebrosa, si que le estaba resultando en extremo emocionante— Esto es mejor que apostar en las vegas—relamiendo sus labios se colocaba una chamarra de piel negra, esconderse detrás de ese color no era necesariamente intentar escapar de un posible ataque. Sino todo lo contrario, usar a su favor el factor sorpresa y darles un golpe certero.

Jeriel emplearía el mismo modus operandi que empleaba en sus años dentro de Hogwarts, duelear contra todo aquel que osará denominarse más poderoso que el menor de los Malfoy. Ahora que el peso de esa máscara estaba en sus manos, no le quedaba nada más que pelear por los ideales que su hermana defendió a capa y espada. Alargando la mano sentía esa fría máscara debajo de las yemas de sus dedos, Hysy era el lienzo blanco que le tocaba pintar en honor a su melliza. 

— Es un aliado confiable, no como otros que...—quedando en silencio, cubría su rostro con esa nueva faceta. El ardor en su piel era mucho más intenso, desafiante para cualquiera que no tuviera el tesón para resistirlo— Vamos a pasarla bien, estoy seguro de que nos llevaremos una que otra cabeza como trofeo—la idea de ver caída a la Líder de la Orden del Fénix. Le resultaba por demás catártica y relajante, verter la sangre de esa mujer en una copa de vino y lanzarla como alimento para su dragón. Desapareciendo en medio de un vórtice conformado por varios cráneos, estos abrieron su boca al sentir que la esencia del hombre, ya iba camino a su destino.

Apareció en el camino adoquinado frente a las puertas de roble, al lado de Umbra Mortis. No se conocían pero el destino por algo les junto ahí, harían un excelente trabajo a la hora de atacar u defender a las fuerzas oscuras. El llamado fue lo suficientemente fuerte como para congregar a esos mortifagos en el hogar de los Burke. Se acercaba halloween y las épocas de matanzas, no tardarían en hacerse notar dentro de Londres. 
 

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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Kamra observó a través de las rendijas de su máscara mortifaga el nombre que coronaba la reja negra de la familia fenixiana que atacarian esa noche. Cuando sintió el escozor de la marca no dudó en responder, sentía su escencia oscura demasiado presente aquel día como para ignorarlo. Después de todo cuando se ponía la máscara dejaba de ser Kamra y pasaba a ser Manon, dueña y señora de la noche, tan letal como cualquier arma - Burke - el apellido salió apenas en un susurro mientras se desaparecía hacia la parte trasera de la propiedad, llegando de manera sencilla gracias a la gran deficiencia de las protecciones ¿Deficiencia? Si no tenían siquiera la licencia antiaparicion. 

Ashryver había sido cuidadosa, ocultando su melena blanca bajo una peluca de cabellos negros bien asegurada a su cuero cabelludo, ese era el rasgo más delator que podría tener. Se habia enfundado en una chaqueta y pantalones de cuero, borcegos negros y capa verde oscuro...quien la viera fácilmente podria decir que no era más que un ángel de la muerte. 

- Es una noche fría. Puedes decirme Manon ¿Tu eres?- su voz salió distorsionada cuando llegó junto a su presunto compañero de asedio a la zona sur del Castillo Burke. Pero pronto se puso tensa al sentir su propia esencia bailar en reconocimiento al sentir la del hombre. Oculto bajo una máscara de plata era imposible de reconocer, pero sus ojos captaron  una inscripción peculiar en su frente. Decidió no mirarla a detalle, porque si aquel era quien ella creía, sería mejor que se la tragara el mismo infierno. 

- Entremos - dijo tomando la delantera, escalando fácilmente el muro que bordeaba la propiedad. Cuando llegó a la cima se lanzó al vacío para seguidamente aterrizar casi como un felino. Una vez dentro, esperó a que su pareja la alcanzara.  

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Miré a un lado para encontrarme con los ojos de Hysy que observaban tanto el entorno como a Goldor sobre el techo del castillo. Él había sido atraído por el llamado como yo y estaba listo para enfrentarse a los enemigos que se nos pusieran delante. Con la varita en mi zurda, me preparé para armar las defensas que nos protegerían a ambos mientras pudiera sostenerlas. Yo sabía que él era mucho mejor atacando que yo, tenía más experiencia en batallas... Porque se iba a armar una batalla si es que acudían a defender el hogar de los Burke. ¿Cómo aquel noble apellido de sangre limpia había sido mancillado por la Orden del Fénix?

-Fortificum- con un movimiento de Shember, una fina capa comenzó a extenderse alrededor de Hysy y de mí, que rápidamente se formó en un muro sólido, transparente, carente de ventanas. Era ondulado y se giraba hasta formar un semi círculo por el que quedaba una mínima abertura, tan pequeña que era imposible que entrara algún conjuro. Al menos los cuatro metros de altura y los diez de largo nos cubrirían de momento.

-Morphos- mi segundo hechizo fue dirigido a una roca del tamaño de una uña que había cerca de mi pie. Quizás por costumbre o porque ya lo había hecho antes, la roca se convirtió en una araña viuda negra, lista para seguir mis indicaciones sobre a quién atacar. Aunque estaba fuera del muro hecho con Fortificum, podía verla perfectamente, aunque desde cualquier otras perspectiva se escondía entre la maleza. La noche ayudaba en ese sentido y el clima frío del otoño me mantenía alerta ante cualquier aparición-. Bueno, veamos qué sucede... Si tenemos suerte aparecerá el señor Ministro y podremos ponerle fin a ese gobierno que ni siquiera ha comenzado.. No volveremos a las sombras otra vez- casi gruñí.

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Einar

 

La mirada que recibió de su compañero, mejor dicho, compañera, pues esta era una fémina. no le pareció común, mas bien era inquisidora, como si ella también notase la cercanía que había entre ambos. Aunque estaba distorsionada por las mascaras, su esencia le resultaba familiar. Volvió a omitir aquella intranquilidad y se centro en lo que estaba por hacer. Tenia que estar mas pendiente que el resto, pues no iba a permitir que dejasen mal herido a ningún miembro del bando contraria, si estos, claro estaba, decidían aparecer - Einar – Respondió al segundo que seguía a la mujer y se adentraba en aquella pequeña fortaleza, dando un poderoso salto al muro de piedra ceniza. Los jardines eran abundantes y espesos. Lo justo para tender una trampa. Iba a ser complejo pelear alli.

- Detritus – Convoco un dhampir asolado por la oscuridad. Agradecía tener esa parte ínfima que lo acercaba al mundo de las sombras, así no entraba en crisis cada vez que tenia que usar aquel tipo de magia, al menos no del todo. Era parte vampiro a fin de cuentas. Gaia, lo ayudaba con ello. Pocas veces había estado a la deriva en cuanto a temas de sangre se refería, no obstante, no quería llegar a esos extremos. Mei se preocuparía y no estaba por la labor de ver sufrir al amor de su vida. Ademas era un conjuro meramente defensivo. Su parte leal al fénix no podía dejar que su ahora camarada de bando, de rango menor por lo que podía percibir, diese con su culo en el suelo. Toda vida era importante. Una neblina de color verde oscuro cubrió la anatomía del Van Halen, así como también la de Manon (Kamra), Dándoles protección contra todo ataque que viniese de frente. Les dejaba moverse bien y no irrumpía a la visión

- Vitae – Pronuncio nuevamente el guardián de Hunyad tras su mascara de plata. Su identidad estaba oculta bajo el apodo de Einar. El efecto hizo que un árbol mutase en algún tipo de bestia, la cual se asemejaba a las características que Luca había decidido darle. Poseía cuatro extremidades, como las de un gorila. Lo que le permitía moverse con agilidad y soltura. Ademas de otorgarle fuerza. Cambien contaba con dos ojos, capaces de ver en la oscuridad. Orejas, que escuchaban hasta el mínimo ulular del viento y una boca con grandes y afilados dientes. Era un híbrido en toda regla. Estaba a las ordenes del hombre, pero este le indico que siguiese los pasos de Manon (Kamra) y la cuidase en todo momento. No por evitar que saliese herida, sino porque con aquel cumulo de sensaciones palpitando en su corazon, una duda habia nacido; ¿acaso era ella?

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Habían pasado el día planificando: escogiendo colores, pensando diferentes ideas de cómo preferirían remodelar algunas cosas, descartando muebles que no eran del todo funcionales. Todo marchaba perfecto. El castillo empezaba a cobrar vida poco a poco de la mano de ambos. La noche cayó antes de que lo esperaban, atareados como estaban. El cansancio se podía ver en sus rostros, pero al mismo tiempo se notaba la felicidad de estar iniciando aquel camino juntos.

Se disponían a cenar, por primera vez en aquel sitio, todo parecía tranquilo, tal vez por demás, cuando sonidos provenientes del exterior. Fue extraño, pues claramente no esperaban visitas. De hecho, ni siquiera sus conocidos sabían que estaban allí.

-Extraño…- murmuró hacia su pareja, se puso de pie y caminó hacia la sala. Desde uno de los ventanales logró percibir algunas figuras pasando por los muros de la residencia. -Expecto Patronum- pronunció en forma instintiva, generando aquella leona que pronto se fue del sitio, en busca de los suyos. -Parece que los comentarios vuelan y ya saben que el castillo vuelve a habitarse…- estaba desconcertada, de hecho, el sitio tenía tradición mortífaga y no habían pasado allí ni 24 horas.

Si bien los tomaban por sorpresa, sabía que los suyos no tardarían en acudir al llamado, de eso estaba segura. 

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Un patronus al que no recuerda entra galopando para irrumpir la oscuridad. La luz que emite es más bien tenue, pero es suficiente como para alertar que algo está sucediendo. Hobb, justo antes, lee un libro sobre magia antigua. Hay tantos secretos en aquella magia, tanto poder que aún no ha sido descubierto. Cierra el libro y lo tira sobre la cama. En ese momento solamente Benjamin está con él. Lo despierta, prometió nunca irse sin avisar a donde. No van los dos, alguien tiene que cuidar al niño. Desaparece.

Aparece, guiado por el patronus, en un lugar que no conoce. No reconoce el castillo ni tampoco tiene idea de a quien puede pertenecer. Aparece junto a un portón, en la parte interior de la propiedad. A diferencia de otros tiempos Hobb lleva el rostro descubierto, no necesita ocultar quién es para defender lo que piensa y en aquello en que cree.

Lleva en la espalda la espada de Gryffindor, y en la mano de acero sagrado la varita mágica. Observa, desde el suelo, la situación en la que se encuentra el castillo. En principio no nota nada raro ¿Realmente qué es lo que está pasando? ¿Es aquel un llamado real? ¿Es una trampa? No tiene idea, pero se mantiene alerta. Soo por si acaso frota tres veces el amuleto de caudex sobre su corazón. Tiene varios artilugios uzza sobre su cuerpo. Son incómodos, si. Pero pueden llegar a ser bastante útiles.

 

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