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Nuevo Gabinete


Nate Weasley
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Los resultados de las recientes elecciones habían barrido a Inglaterra como una cachetada de aire fresco y un trago de agua luego de lo que parecían años con sed. En cuestión de horas luego de su elección, el nuevo Ministro de Magia comenzó a algunas de las medidas instauradas por su antecesora, incluyendo la orden de captura que caía sobre su cabeza. Para entonces, el Weasley había estado enfrascado ya varias horas en una compleja pieza de croché, pasatiempo que había aprendido de su abuela años atrás, en un refugio del MACUSA y no fue hasta que la lechuza entró por su ventana con una carta para él que salió de su ensimismamiento. 

Apenas horas después, y con un permiso internacional de Aparición conferido por el mismísimo nuevo ministro, se encontro a sí mismo – un hombre en libertad – en la suprema oficina del Ministro de Magia. Despard era, la mayor parte del tiempo y en su humilde opinión, un señor bastante irritable. No sólo era su interminable sarta de referencias hacia la religión que predicaba lo que le traía al Weasley los pelos de punta, pero también la manera en que tenía de afrontar la vida. Sin embargo, debía admitir, demostraba una excelente capacidad de liderazgo: tras un año al frente de la Orden del Fénix, ahora había sido elegido por la comunidad Inglesa para reinstituir cuanta paz, orden y estructura fuera posible a una sociedad demolida por dos períodos completos de destrucción, desidia y segregación.

Independientemente de sus prácticas, y de cuán limitada su mente podía parecerle al Weasley, Despard tenía también una gran visión de lo que quería lograr y a dónde quería llevar sus proyectos. Así fue como Nathan se marchó, apenas treinta minutos más tarde, de una reunión interrumpida por múltiples lechuzas y comunicados con la enorme responsabilidad de reconstruir la confianza en el sistema financiero y económico de Gran Bretaña. Para ello, tenía a su disposición fondos bastante generosos, su propia oficina y un equipo de trabajo; era, oficialmente, parte del nuevo Gabinete de trabajo del Ministro.

* - *

La mañana siguiente, se apareció en su nueva oficina justo antes de que el sol asomase en el horizonte. Para entonces, el Ministerio ya era un caos: decenas de nuevos trabajadores y jefes de planta habían tenido la misma idea que él y asistían para poner en marcha procesos que estaban en el tintero hace años, deshacer otros recientemente instituidos e idear nuevas propuestas para demostrar que la nueva gestión a cargo tenía una única meta por delante: devolver la confianza al Gobierno. Ciertamente era una tarea extremadamente complicada luego de lo que la sociedad había atravesado en los últimos años y, sin embargo, intentarlo era la opción no sólo más obvia sino también la única.

Los periódicos y la voz del público no habían tardado en emitir sus opiniones. Mientras las noticias de las nuevas nominaciones para el Gabinete del Despard salían a la comunidad mágica, varios de sus miembros salieron a expresar sus opiniones a viva voz: periódicos mágicos de variado renombre sacaron números a velocidad récord: en su camino al trabajo, Nathan incluso había visto ejemplares de periódicos extranjeros comentar sobre el recientemente electo Ministro y cómo aquello cambiaría la dinámica europea e internacional. Tuvo que resistirse de echarles un ojo, cuestionándose su utilidad, más optó por llevarse un ejemplar de El Profeta bajo el brazo.

Apenas llegó a su oficina y tomó asiento en su escritorio, llamó a su asistente. 

– Waldo, por favor, consígueme una cita con Ragnok. Es el líder de los duendes del Banco Mágico de Gringotts. – pidió, mientras dejaba a un lado el ejemplar de El Profeta y rebuscaba en su portafolio por unos formularios que Despard le había dado la noche anterior. – Dile que le hablas de mi parte, y que quiero hablar con él para volver a poner las cosas en orden. – agregó, finalmente encontrando los formularios y poniéndolos en su escritorio  – Ah, y conciértame una cita con la Directora del Fondo Monetario Internacional Mágico.

El joven, al parecer igual de entusiástico que él, asintió frenéticamente y abandonó la oficina. Nathan resopló, ya bajo los efectos del estrés, preguntándose que le deparaban los próximos días. Apenas diez minutos en la reunión él ya le había cuestionado al Despard acerca del futuro de los Edictos, particularmente el número cinco que no sólo dejaba Gringotts a manos del Ministerio sino que también sometía a sus Duendes a una suerte de esclavitud moderna. El Weasley no tuvo la respuesta que esperaba de parte del Despard, sin embargo procuró respetar su filosofía como de quien venía: su jefe.

Fuera de lo que concernía al Banco Mágico de Gringotts, la tarea que el Weasley tenía por delante era abrumadora: ¿cómo podía hacer para que magos y brujas de toda Inglaterra volvieran a confiar en Gringotts para administrar sus fortunas? ¿cómo podía hacer para convencerlos de que las políticas públicas que él implementaría de ahora en más eran pura y exclusivamente en beneficio de ellos? ¿cómo podía hacer para convencer a sus aliados internacionales de que todos los tratados de libre comercio serían respetados nuevamente? Esperaba que el FMI pudiera ayudarle en eso.

Estaba a punto de dedicarse a sus formularios cuando un anuncio en la contraportada de El Profeta llamó su atención. De fondo completamente negro y con un ojo que parpadeaba intermitentemente, anunciaba un Servicio de Seguridad privado. El Weasley lo contempló por unos segundos, y estaba a punto de hacer caso omiso de él y volver a concentrarse en lo que tenía por delante cuando recordó como el mismísimo Ministro de Magia Yaxley había intentado asesinarlo el año anterior. ¿Cómo podía estar seguro luego de eso? Ciertamente, las cosas se pondrían peor de ahora en más. Recortó el anuncio, lo llenó con sus datos personales, y lo metió dentro de un sobre. Bastó un toque de su varita para que el mismo se perdiese en el sistema de correspondencia del Ministerio: una lechuza lo llevaría a su destinatario.

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"¿Estás completamente seguro? No va ser tarea fácil "

Rory había asentido ante aquella pregunta de Nate, convencido de su decisión sí, pero también consciente de todos los peligros que entrañaba. Después de todo, si echaba la vista atrás a los gobernantes pasados, encontraba que ellos conjugaban personalidades arrolladoras,prestigiosos apellidos de elite mágica y cuantiosas fortunas, posiblemente invertidas en extensas campañas que ahora, tras el fracaso en las urnas de la última de ellas, se concentrarían en demoledores ataques a su persona.

Pero era justo por eso que, pese a las críticas, se estaba tomando su tiempo para conformar un gabinete a la altura de la situación crítica en que Sagitas había dejado el mundo mágico. Y como entre las diferentes áreas,  la más golpeada había sido la economía,  nombrar como secretario del tesoro a Nate había sido apenas el primer paso, para iniciar un trabajo serio de recuperación del país sumido en el caos de sucesivas guerra. 

Aun si era por completo distinto a él en carácter, nunca había sido Rory, un ser mezquino y al contrario, desde su propia creencia, intentaba ver la bondad y buenas aptitudes de los otros.Por eso mismo, no había tenido inconvenientes en dar carta libre al mago Weasley,  para que hiciese todos los cambios y propusiera las reformas que hicieran falta. 

Al despedirse el día anterior, no sin antes aconsejarle que se cuide mucho, pues aún con la victoria, eran amplios todavía los sectores de la sociedad, que rechazaban su ascenso a ministro, e incluso especulaban con ataques abiertos para "provocar",  Rory echó un último vistazo hacia el mago y sonriéndole lo vio alejarse, cerrando la puerta de un sonoro portazo.

Fue entonces que el pelirrojo volvió a los apuntes que tenía sobre su escritorio. En folders de distintos colores, están contenidos toda clase de  información y experiencia laboral de varios miembros, así como cuestiones más personales de cada uno, vinculados a creencias personales, historial de escándalos y disposición a trabajar en equipo.

La lista preliminar resultante es una veintena de nombres, aunque menos de la mitad serán los que conformen su gabinete. 

Viendo la hora en el curioso reloj cucú de la pared, que apenas marca el inicio del día, Rory sabe que tiene una ardua jornada por delante. 

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伊藤健三 (Kenzo Ito)

El espejo detrás de la barra del café frente al Ministerio reflejó mis ojeras una vez más. Esa semana había sido aburridísima; llena de encargos donde ni siquiera había tenido que hacer uso de la magia. La gente parecía estar más paranoica de lo normal en esos tiempos. A pesar de que las cosas tenían buena pinta, el miedo no se marchaba fácil. No por nada era una de las emociones más fuertes, como ese segundo café que ya me había terminado.

- Esto no va a despertarme - dije resignado, mirando al bartender.

- Quizás deberías dormir más...

No podía quejarme de mi empleo. Me había permitido seguir alquilando esa pequeña habitación donde vivía y me daba de comer. Las esperanzas de que el trabajo como guardaespaldas fuera más emocionante se iban mermando semana a semana. En esos momentos recordaba a mis padres, quienes me habían insistido que tenía que perseguir una profesión más noble, acostumbrados a que la felicidad venía de la mano del éxito económico.

Estaba a punto de irme; tenía que ir a la oficina, que quedaba cerca del Ministerio, para ver si había algún encargo esa mañana. Dudaba que hubiera alguno, ya que mi jefe se aseguraba de enviarme las lechuzas más insoportables lo más temprano posible si así lo creyera necesario. Esa mañana tenía toda la pinta de ser una de esas donde me la pasaba en la oficina dándole vueltas a algún libro o lanzándole hechizos a un muñeco de práctica, esperando que alguien nos llame. Me giré todavía sentado sobre el banco en la barra del café, ya habiendo saludado al personal (que me veía bastante seguido allí), cuando noté a mi jefe entrando al café. Movía su cabeza de un lado al otro y podía notar las gotas de sudor cayendo por su pelada.

- Señor Bennett - dije, lo que llamó de inmediato su atención. - ¿Qué hacés ac-...?

- Kenzo.

Su voz era firme pero quebradiza. Me miró perplejo, haciéndome una seña con su brillante y sudorosa cabeza para que lo acompañe hacia afuera del café. Lo seguí hasta la oficina. Cuando estuvimos dentro y la vieja puerta se cerró detrás nuestro, el señor Bennett se dio la vuelta de pronto.

- Kenzo, nos acaba de llegar un encargo muy importante. No hay nadie disponible, hoy había mucho trabajo, así que tenés que ir vos.

Comenzó a explicarme que les había llegado una lechuza muy inesperada de Nathan Weasley, el Secretario Financiero del Tesoro Mágico. Yo conocía ese nombre pero no por su empleo, sino porque él también pertenecía a la Orden del Fénix (pero era miembro hacía mucho más tiempo que yo, que era un iniciado en el bando en ese entonces). Era de por sí muy raro que una personalidad como esa siquiera vea nuestro modesto anuncio en El Profeta, mucho menos que nos haya llamado. Ahí fue cuando entendí que, a pesar de que las cosas sí que parecían estar mejor, los peligros todavía afectaban a todas las esferas sociales.

- Entonces, ¿cuándo tengo que ir?

- Ahora.

El Señor Bennett me empujó hasta la puerta y me dio un pequeño papel con direcciones.

- Kenzo, estoy poniendo en tus manos una misión muy importante. La más importante hasta ahora. Si hacés bien tu trabajo, el Secretario puede que recomiende nuestro servicio a otras personalidades importantes, ¿entendés? Recordá todo lo que aprendiste.

- Si, claro. No te preocupes, todo saldrá genial.

La verdad era que no sabía con certeza a lo que me enfrentaba, así que mucho menos iba a saber si iba a poder hacer un buen trabajo o no. Llegué hasta el Ministerio, que estaba a unas cuadras de distancia de la oficina, y mostré mi credencial para poder entrar. Los de seguridad tuvieron que chequear la misma un par de veces hasta confirmar que era verídica; parecía ser que no muchos encargos salían del Ministerio. 

Tras perderme entre los ascensores y pasillos y pedir direcciones, llegué a la oficina del Secretario Financiero del Tesoro Mágico. No estaba acostumbrado a manejarme en oficinas tan sofisticadas. O quizás eran normales y yo estaba acostumbrado a lugares mediocres. Toqué la puerta pero, por algún motivo, estaba entreabierta. La misma cedió de inmediato, casi como si la hubiera empujado. Miré hacia adentro, y ahí estaba Nathan Weasley.

- Buenos días señor Weasley. Mi nombre es Kenzo Ito, soy guardaespaldas.

Nathan era más bajo que yo, llevaba un poco de bello facial y su cabello era casi del mismo tono de negro que el mío. Con la mano izquierda alcé la credencial que colgaba de mi cuello y extendí mi mano derecha, esperando que él la estrechara.

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La montaña de obstáculos que tenía por delante de sí era demencial: con tan sólo unas horas de la mañana, cientos de lechuzas se habían comenzado a apilar en un rincón de su oficina, todas ellas con caligrafías y mensajes varios: la mayoría era de trabajadores de clase y estirpe diversa rogándole por deshacer el Edicto #5 que les limitaba severamente el acceso a su bóveda personal, pero había algún que otro mensaje ofreciendo personas para contratar en su oficina y, en menor medida pero en un porcentaje aún significativo, amenazas de muerte. Weasley no era ingenuo, desde el momento en que aceptó el trabajo supo que aquel tipo de mensajes comenzarían a aparecer, aunque ciertamente no había esperado que lo hicieran en su primer día en la oficina cuando nisiquiera había tomado ninguna medida.

Para entonces, Nathan ya había adoptado un sistema de clasificación de su mensajería. Los mensajes del público iban a parar a una primera pila, las ofertas de trabajo a una segunda, y las amenazas o cartas menos bonitas iban directamente al fuego que crepitaba en la chimenea en un rincón de su oficina. Pronto tendría que idearse otra cosa, puesto que las pilas estaban creciendo a ritmos agigantados: ¿cómo se suponía que haría las otras partes de su trabajo, si las horas se deslizaban leyendo una y otra carta? De alguna manera tendría que apañárselas, y necesitaría que Waldo trabajase en la mejor de sus capacidades si quería tener siquiera una chance de mantenerse a flote.

– ¡Waldo! ¡Consígueme un informe de la inflación y las reservas del último año, por favor! ¿Sabes si Rory ya ha nombrado un responsable para los Servicios Administrativos del Wizengamot? – en las pocas horas que llevaban trabajando juntos, Nathan y su asistente ya habían encontrado un sistema de comunicación efectivo: con la puerta de su oficina entreabierta, ambos gritaban preguntas y respuestas. De esa manera, Waldo no perdía tiempo moviéndose de un lado a otro constantemente, y Nathan no era interrumpido por gente aleatoria como lo haría si tuviese la puerta abierta de par en par.

En lo que pareció ser una hora más tarde durante la cual el Weasley reordenó papeles y anotó pendientes en un trozo de pergamino que cada vez se volvía más largo, escuchó un tumulto fuera de su oficina: Waldo estaba hablando con alguien. Momentos más tarde, alguien tocó la puerta de su oficina. Sus hombros se tensaron instintivamente por unos segundos, temeroso de que ya hubiese un primer escándalo que resolver como Secretario – como si los que tenía no fueran suficientes – más se relajó al ver que se trataba de un representante de los servicios que había contratado esa misma mañana.

– Vaya, qué rapidez. Tome asiento, mucho gusto, Nathan Weasley. – dijo, estrechándole la mano firmemente. – Muchas gracias por venir tan rápidamente, ¿puedo ofrecerle algo de beber? – consideró su nombre por unos segundos, dado que éste le sonaba familiar, hasta que recordó que el muchacho recientemente se había unido a la Orden del Fénix, aunque aún no había tenido oportunidad de conocerlo.

Nathan se sentó del otro lado del escritorio y, por unos segundos, contempló al recién llegado. Era un muchacho joven pero con un cuerpo fornido, acorde a las demandas que su trabajo supondría. De voz gruesa y mandíbula bien definida, sus rasgos faciales eran una amalgama entre asiáticos y alguna otra procedencia que no podía definir. Si bien se mostraba serio, Kenzo tenía la apariencia de alguien que eventualmente y bajo las circunstancias concretas, podía ser ameno. Había algo de su rostro que le llamaba la atención, y aunque aún no podía precisar bien qué, procuró llenar el silencio para evitar incomodidades.

– Verás, Kenzo, ¿puedo llamarte Kenzo? – preguntó, apoyando su peso sobre el escritorio. – Te seré por demás sincero. Soy nuevo en este trabajo, apenas llevo un par de horas en esta oficina y ya he sido amenazado unas cuántas veces. No es ningún secreto que soy miembro de la Orden del Fénix, por lo que sé defenderme, pero aún así necesito alguien que, literalmente, me guarde las espaldas. Nos estaremos moviendo mucho por toda Europa en los próximos meses y necesito un resguardo, un par de ojos extra, una varita amiga.

Hizo una breve pausa, volviendo a mirarle a los ojos, tratando de precisar qué de su rostro le llamaba tanto la atención.

– Entonces, ¿crees que puedes ayudarme? 

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伊藤健三 (Kenzo Ito)

Tras estrechar la mano de Nathan tomé asiento frente a él en su escritorio. El lugar estaba muy limpio, las sillas parecían nuevas y se notaba que la oficina había sido ventilada y perfumada. 

- Por supuesto, vine en cuanto me fue posible. Un café estaría bien, gracias.

Nathan parecía muy atento pero yo podía notar que su primer día estaba siendo un poco abrumador. Claro, cómo no iba a serlo si a horas de asumir el cargo ya se veía con la necesidad de contratar seguridad personalizada. Estaba por explicarle que esos tipos de encargos por tiempo prolongado tenían que consultarse primero con la agencia para corroborar disponibilidad de los agentes y organizar un itinerario y presupuesto acorde a su petición. Justo luego recordé las escasas palabras del señor Bennett escritas en el papel que me había dado: "DECILE QUE SÍ A TODO".

- Señor Weasley, en representación de la agencia quiero decirle que estamos más que encantados en ofrecerle nuestro servicio. Si lo que necesita es un servicio de guardaespaldas que lo acompañe en sus viajes de negocios, con gusto extenderemos nuestra seguridad hacia usted. 

Hice una pausa, aclarando mi garganta, tratando de recomponer mis ideas. Hablar con personas importantes no era mi fuerte; por lo general nunca se necesitaba aparentar nivel o tener cuidado con el lenguaje al dirigirse a nuestros clientes. La gente esperaba que un guardaespaldas sea un bruto que no sabe comunicarse bien, así que nadie tenía expectativas elevadas en se sentido. Pero Nathan era distinto y yo tenía que hacer un gran esfuerzo para convencerlo de contratarnos.

- Verá señor Weasley, nuestros agentes están en este momento todos asignados en diferentes misiones. Sin embargo yo estoy disponible y con mucho gusto lo acompañaría en sus viajes. Yo también soy parte de la Orden del Fénix pero me uní al bando hace pocos días. Estoy seguro de que usted tiene mucha experiencia en el bando y un gran conocimiento sobre magia y conjuros. A pesar de que yo, como guardaespaldas, quizás no tenga tanto entrenamiento en magia muy avanzada, fui entrenado para hacer mi trabajo lo mejor posible. Es decir, yo estaría alerta en todo momento, para que usted pueda relajarse y concentrarse únicamente en sus negocios y prioridades.

No podía mentirle, tenía que ser directo y transparente en cuanto a mis capacidades. Un encargo como ese me traería mucho dinero.

- Así que si usted está de acuerdo y le parece, le pediría que me cuente un poco sobre estos viajes de negocios que tiene que hacer. Más que nada nos interesaría saber el período de tiempo por el cual usted necesitaría el servicio. Una vez tenga esa información procedería a informarle a mi jefe, el señor Bennett, y él enviaría un presupuesto a la brevedad. La oficina está ubicada a menos de doscientos metros del Ministerio así que no tardaría demasiado en tener su presupuesto.

@ Nate Weasley

 

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Ellie pasa las yemas de los dedos por encima del pergamino, pero sin rozarlo, como si temiera que las palabras se borrasen de aquella forma. Ha intercambiado suficientes cartas con Rory Despard como para saber que esta fue escrita de su puño y letra, no se lo pidió a ningún secretario ni delegado. Es por ese tipo de gestos que ella y poquísimo más del cincuenta por ciento de la comunidad mágica votaron por él. Es consciente de que Madeleine votó por él, por la faceta suya que vio cuando se enfrentaron juntos a Laura Nielsen; tanto fue el impacto que él le había causado, que ella ni siquiera intentó disimularlo y dejó muy en claro que votó por él por lo inspirada que se sintió. En el caso de Ellie, sin embargo, no fue por su valentía en la batalla. Ella ya había trabajado junto a él, habiendo logrado arrancar los Centros de Educación Comunitarios o CEC, para abreviar—, y por ello tiene plena confianza en su interés por solucionar problemas y su preocupación por las personas que más ayudaba necesitan.

Le dio su voto de forma desinteresada, de modo que evidentemente esta carta que está recibiendo la sorprendió bastante. Ni siquiera sabía que Rory estaba al tanto de lo ocurrido con Selena Haydn, de cómo tras aquel estrepitoso fracaso las carreras suya, de Melrose y de la propia Bel se vinieron abajo. Aunque ahora que lo piensa, durante las elecciones del año pasado accedió a una insistente entrevista donde la despiadada reportera no tardó mucho en sacar el tema de su reasignación a colación. El recuerdo es todavía como una nube gris a su alrededor. Estaba segura de que iba a llegar a lo más alto del Departamento de Misterios, pero entonces ocurrió "el fracaso" y fue reasignada de su puesto de Jefa de la Oficina de Experimentación Mágica, a sanadora en San Mungo. «Estamos seguros de que sus conocimientos en pociones y encantamientos, se aprovecharán». Aprieta los puños, frustrada, pero sabiendo que el fracaso fue suyo.

Luego de aquello y luego de la serie de eventos desafortunados que se encadenaron tras el primer ataque de Bulgaria al Ministerio de Magia, decidió retirarse y emprender una carrera independiente. Una carrera que, hasta los momentos, consistía en una pequeña tienda de segunda mano en el Callejón Knockturn que a duras penas le daba lo suficiente para pagar la renta. Ellie había comenzado a tocar sus ahorros cuando decidió retirarse del Ministerio y, actualmente, no hay ahorros. Tampoco hay una jugosa herencia, más allá de una casa en el casco viejo de Edimburgo. Sabe que está a la deriva, con más sueños que auténticos logros. Y las oportunidades, son prácticamente inexistentes.

Salvo por esta carta. Esta hermosa e inesperada carta, ofreciéndole lo que siempre quiso, el que fue su sueño desde el momento en que decidió que trabajaría en el Ministerio de Magia.

«Creo que será mejor que me dirija al Ministerio».

・ 。゚☆: .☽ . :☆゚.

No es que tenga a su disposición un extenso guardarropa de ropa fina, pero tiene un par de sus usuales túnicas negras que guarda para ocasiones especiales. Le pareció que esta visita ameritaba la decencia de una túnica que sólo ha usado en un par de ocasiones, cuya tela negra no tiene ninguna costura suelta ni ha comenzado a desteñirse. Sus botas de charol tienen las puntas lustradas y relucientes. El cabello platinado se lo trenzó por encima del hombro y se colocó un sombrero de bruja. Y así, cuando camina por el ya restaurado Atrio del Ministerio de Magia, por un instante, es como si los errores del pasado jamás hubieran sucedido. Selena Haydn nunca murió por su incompetencia. Bulgaria nunca le declaró la guerra a Inglaterra. Nunca ocurrió el ataque de Guernsey. Nunca existió el Inquisidor. Su carrera nunca se interrumpió. Su única preocupación es llegar a casa a tiempo para la cena familiar, con Richard, Melrose y Madeleine.

Pero Ellie comprende que no puede fingir que nada sucedió. Mientras camina frente a la Fuente de los Hermanos Mágicos, vienen a su mente los recuerdos frescos del escenario post-batalla del enfrentamiento a Laura Nielsen. Ella no lo vio al llegar, pues apareció directamente en el Departamento de Misterios, pero cuando todos subieron al Atrio casi devuelve el contenido de su estómago al ver la masacre. El suelo estaba lleno de la sangre de las Abominaciones y los Redentis de la Inquisidora, que a pesar de tener esos nombres, no eran más que vidas inocentes. Ellie recuerda haber puesto una mala cara y Madeleine le recriminó que la asesina era Laura Nielsen, no ellos. Ella lo entendió, por supuesto, pero la imagen había quedado grabada a fuego en su mente. De alguna forma, es como si aquello fuese una responsabilidad puesta sobre las espaldas de todos. Tienen que mejorar, para darle sentido a todo lo que ha ocurrido; no simplemente conformarse con lo que era normal, sino ir más allá. Recuerda una frase que leyó en un libro: «Soñad el mundo, no esta pálida sombra de realidad. Soñad el mundo como es de verdad».

A partir de ahora, ese es el objetivo. Soñar la realidad que verdaderamente desea y esforzarse hasta que se cumpla.

Las puertas del ascensor se abren en el piso más alto del Ministerio de Magia. Ya es el mediodía y calcula que Rory debería estar por la hora de almorzar. Espera que su deducción sea correcta, pues se sentiría mal por interrumpir su trabajo. Aunque reflexiona que su visita debe ser rápida. Sólo está allí, porque pensó que dar una respuesta en persona sería más... más cercano al trato que espera tener con Despard como su superior. Él es sólo una persona, no un ser que sólo existe en títulos de sobres y retratos en la pared. Él mismo es cercano y accesible, y esa es su principal diferencia con tantos antes de él.

Afortunadamente, las cosas en la oficina parecer ser bastante relajadas, pues nadie la acosa con preguntas y la dejan en paz cuando muestra la carta del puño y letra del Ministro.

—¿Rory? —Ellie llama a la puerta, luego de dar tres golpes algo tímidos— ¿Se puede?

@ Rory Despard

Editado por Ellie Moody

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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—¿Y bien? ¿Qué piensas hacer? —Darla levantó la mirada y observó con curiosidad a la rubia que le acababa de realizar la pregunta, hacía horas que estaban debatiendo al respecto y sinceramente ella no llegaba a ninguna conclusión lógica.

—Es obvio que no puedo decirle ni dónde estaba ni qué estaba haciendo, pero me tengo que presentar ante él y aclarar las cosas —dijo encogiéndose de hombros la pelirroja, consciente de que no le estaba dando una respuesta más clara de lo que habían debatido durante tantas horas.

—Él se enfrentó a esa loca que resultó ser la inquisidora, loca, más bien peligrosa y audaz, nunca vi a nadie lograr tan rápido ni tan bien obtener la magia de las venas, si nos hubiera resultado tan fácil no solo hubiéramos destronado a Aidan, sino que hubiéramos obtenido el trono de Rumania de poder canalizar toda la magia que se lleva en el interior —Kimberly se mostraba realmente molesta, no podía creer que se destruyeran todas las bases del conocimiento para eliminar y aumentar la magia de una persona, la guerrera veía en ello un potencial que no podía entender no se explotara mejor, ya no haría falta acuerdos con arcanos ni con Uzzas, ellos podían tener ligada la magia por sí misma.

—Ya cálmate Kim, no importa lo que pasó, ya no se puede reparar —notó la mirada de la rubia y negó con la cabeza —no tenemos acceso al giratiempos y han limitado la magia de los portales de una manera como nunca pensé podría pasar, como fuere, ya has visto, la historia podría haber sido diferente sí… —se encogió de hombros… —si hubiéramos sabido que todo se trataba de evitar el asesinato de una familia, escogimos el lugar y el tiempo equivocados… pero ya fue, es historia, ahora debo presentarme ante el nuevo Ministro, quizás hablar con Luna, no sé.

—Pues espero que sepas pronto porque el tal Despard va a querer saber por qué su jefa de seguridad no estuvo en la batalla del ministerio para derrotar a Laura Nilsen y por qué ni apareciste en las elecciones, creo que decir que tu viaje a Francia se prolongó más de lo que esperabas no es un plan suficientemente fuerte.

Darla lanzó un suspiro prolongado, sí, no lo era, pero no había forma de que reconociera que había viajado a Rumania desde Francia y que se había ocupado de fortificar el castillo de Gorj, lo cual parecía había sido una buena decisión dados los sucesos posteriores. Sucesos de los cuales ahora sí debía dar algo de parte al Despard, después de todo, no podía dejar de informar al Ministro inglés quería saber la postura que tomarían ante el conflicto desatado. Negó con la cabeza, no tenía idea de cómo se trataría eso, Rory apenas podía entender lo que implicaba manejarse con tanta magia, claro que ahora, al enfrentar a Laura seguramente había reforzado sus convicciones y aprendido más pero ¿cómo le explicaría la lucha entre vampiros y licántropos extendida a una guerra entre dos países lejanos y que al menos uno de ellos ya venía a preguntar por cómo quedaría su país en medio.

Claro que si lo pensaba bien, esa era la parte fácil y la que podía cubrir sus negociaciones. Lo que más le interesaba saber es si él seguía confiando en ella o no, algo podía aseverarle, la traición no estaba en el menú, pero, habiéndose alejado como lo había hecho de la Orden, ¿Rory confiaría en ella o pensaría poner sus propios miembros de seguridad originados en el bando? Como fuere, ella no pensaba cometer el mismo error que en el pasado.

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Recibiendo a @ Ellie Moody

Mediodía. Tras tomar dos tazas de té de romero, Rory se sentía mucho más convencido de los siguientes pasos a tomar. Pero necesitaba en esos momentos de la opinión de alguien más para terminar de decidir algunas cosas. Como toda elección, la suya no estaba exenta de polémica, y no tenía dudas de que algunas de sus decisiones iban a resultar cuanto menos, controversiales. 

La voz de Ellie del otro lado de la puerta, supuso un alivio ante todo. Como si Dios hubiera atendido a sus plegarias de compañía, estaba allí la bruja, que siempre solía manejarse con mucho tino y cuidado. Invitándola a pasar, le ofreció gentilmente el asiento al frente suyo. Lo cierto es que todavía no ha tenido una respuesta a la carta que le ha escrito, pero espera, con cierto nerviosismo que está intentando ocultar lo mejor posible, que la respuesta de ella sea positiva.

— ¿Cómo va tu día? El mío ha estado sumamente ocupado, pero con el favor de Dios, las cosas van encaminándose- lo último que deseaba era presionarla, pero no ve que otro tema puede tener allí a Moody, salvo dar respuesta a su propuesta- ¿Leíste mi carta? Espero no la hayas sentido demasiado cargada, o emotiva, lo único que quería era que pudieras comprender a cabalidad, por qué es que necesito de alguien como tú a la cabeza de un departamento tan importante como lo es Misterios. 

Hay muchas cosas que han rondado en la cabeza de Rory desde lo acaecido con la Inquisidora. No puede dejar de pensar en la lectura equivocada que mucha gente tiene de lo sucedido con Laura Nielsen, de ver el asunto de ella como algo excepcional, de extraer de ella toda comprensión medianamente humanitaria. Quizá también en esto sus creencias religiosas juegan un papel muy importante, pero para él el asunto no termina con considerarla un monstruo, no se agota en diagnosticarla de "loca" y que todo lo hizo por la trágica desaparición de su familia.

Las acciones individuales repercuten en el colectivo, pero una sociedad crea también estructuras y moldea conciencias, impacta y fuerza individualmente a las personas. La religión también lo hace, pero está decidido a no mezclar los asuntos de su fe con los políticos, porque ya Jesucristo había advertido de los peligros de mezclarlos. Así que necesita de Ellie, del proyecto que con ella han ido encaminando de las escuelas comunitarias, para empezar a dotar de esos nuevos sentidos a la comunidad mágica.

Y está seguro de que ella estará a la altura de ese desafío.

 

Horace Nott , encontrando a @ Darla Potter Black

Había una satisfacción especial cuando guiado por su intuición, las cosas terminaban saliendo de acuerdo a sus planes. La figura de El Anarquista es imposible de pasar desapercibida en el atrio ministerial, con aquellos pantalones de ala ancha y camisa floreada en tonos chillones. Definitivamente, son otros tiempos, y el solo hecho de que pueda estar presentándose así en el ministerio cuando, junto a otra tanta otra gente, había sido proscrito en tiempos del gobierno de Sagitas, es la prueba de ello.

Hay asuntos que el mago está muy interesado en tratar con Rory Despard, el predicador pelirrojo que, sin vanagloriarse por entero del asunto, él ayudó a colocar en la palestra del mundo mágico al presentarlo como Líder de la Orden del Fénix en el festival en Sheffield, con el plus de luego transmitir en directo su lucha contra un par de mortífagos. Nadie que haya podido llegar a lo más alto de un cargo público lo ha hecho sin mística y sin dinero, dos de los pilares que en su experiencia, hacen funcionar aquel mundo. 

Él había visto en la mística de Rory, el potencial que ningún otro opositor de Sagitas tenía. Y sus grabaciones habían hecho lo suyo para agenciarse del dinero suficiente, algo que por supuesto Despard no tenía por qué enterarse...

Ese día, en realidad, venía a platicar con el pelirrojo de otros asuntos, pero le distrajo divisar de repente, a la jefa de seguridad, Darla Potter Black. Era curioso que, su primer encuentro se hubiera dado en circunstancias tan particulares (y con ella luciendo una apariencia por completo distinta) y ahora nuevamente era como si la casualidad los estuviese juntando, aunque esta vez, la mujer lucía acompañada de otra que le era del todo desconocida.

— Que gusto encontrarla nuevamente, Darla Potter Black- el mago estió el brazo esperando que la mujer correspondiese a su saludo, aunque no estaba seguro si lo haría o si solo seguiría de largo- ¿Cómo le ha ido? ¿se siente a gusto con los nuevos vientos que se respiran en este ministerio?- teatralmente, El Anarquista inhaló y exhaló profundamente, antes de volver a observar con fijeza a la bruja delante suyo- No mentiré respecto a que me sorprende encontrarla aquí, cuando tantos medios se han cebado con el hecho de su "perfil bajo" en el reciente ataque de la Inquisidora. Pero convengamos, los medios venden cuanto más especulan ¿no es verdad?

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Iba yo bajando mis cosas por los pasillos cuando casi choco con dos que acaparaban mi caminar directo hasta la salida. Me detuve un poco bajando la caja con mis chuches cuando me percate a quienes tenia en frente. Por un momento un leve brillo apareció en mis ojos, animándose mi rostro, al ver a Darla. Efecto que no se desvanecio al ver a su lado a Horace.

-Hasta que al fin lo trajiste Darla. -exclame para después sonreír.- Bienvenido Horace...mira que le pedí a Darla que vinieses antes. -Y sin mas le extendí la mano.

Que yo sepa nada mas tuve que asistir a su festival para saber que no era peligroso y claro..que tenia buenas ideas. Y las buenas ideas viniese de donde viniese eran mas que aceptadas. Muchos podrían catalogarlo como peligroso...pero yo...y el Ministerio no. O sea al que considerábamos peligroso siempre le poníamos precio a su cabeza...como con Aaron y Nate Weasley....o le enviábamos dementores como disuación a la frontera.Claro esos eran otros tiempo...ahora iba de salida...conociendo...que una vez mas la justicia camparía por su ausencia. De seguro el nuevo Ministro ahora indultaría a Nate...sin tener en cuenta su delito...pues...era conocido que quemar una dependencia del Ministerio...pues era cosa de niños (márquese la ironía). Espero que si un mortifago le hacia lo mismo..tuviera la misma indulgencia. Al final...los fenixianos eran moralmente superiores. Así que no lo de actuar hipotéticamente no iría con ellos.

Pero en fin esos no eran ya mis asuntos. De hecho ni sabia el estado del Aaron en prisión. El juicio...con el Wizengamont recién formado ahora quedaría en manos de este gobierno.

-En fin...espero que disfrutes la estancia. Darla vas de salida???....puedo invitarte a un cafe???

@ Rory Despard @ Darla Potter Black

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Entre tanto intercambio de idea las dos vampiresas habían atravesado las chimeneas de la red flu e instantes después se encontraban en el Atrio del Ministerio. No volvieron a intercambiar palabras mientras lo atravesaban hacia los ascensores, Darla aún cavilando sobre el tema que la había llevado a estar en este dilema. A mitad del atrio una voz familiar para la Potter Black las detiene, Darla observa con sorpresa al hombre de llamativa camisa y aspecto cordial y fresco, le recuerda a un guía hawaiano. No puede evitar sonreír, y le corresponde al saludo.

—Señor Nott, que sorpresa, aunque por lo que sé le esperaban mucho antes aquí, me alegro verlo —Kimberly le hace un gesto apenas perceptible, saluda al hombre con un movimiento de cabeza y se despide de ella, sorpresivamente, vaya situación, piensa la pelirroja mientras Kim.

—Un gusto señor Nott, tengo asuntos urgentes, te espero en aurores Darla —agrega la rubia antes de dirigirse con paso rápido hacia uno de los ascensores que justo ha abierto sus puertas.

Las palabras de Nott y su gesto, casi teatral, le arrancan media sonrisa. Al hombre le gusta marcar el terreno, sin dudas, tanto como llamar la atención y sin dudas, como cierto conocido de ella, obtener su tajada en el juego.

—Pues los aires de cambio se notan Señor Nott, y siempre he creído que los cambios son necesarios, todo en la vida evoluciona y si le he de ser sincera, no soy la mejor amiga de la rutina —se encoge de hombros, no va a mentirle, se adapta fácil y se divierte con ello, cuando mucha gente sufre como una tortura la más mínima variación en su vida, ella siente que se revive con el cambio y se vuelve más fuerte, que sus pulmones se llenan de ese aire fresco al que él ha hecho referencia y se convierte al fin de oruga a mariposa.

El comentario que sigue le hiela un poco la sonrisa, pero no la pierde, para nada, la profundiza, lo mira y casi lanza una carcajada.

—Que diplomático Señor Nott ¿desde cuándo? Lo mío no fue perfil bajo, lo mío fue no estar, había viajado fuera de Inglaterra por asuntos familiares, el formar parte de un equipo de Quidditch y que la ministra inglesa se llevara bien con la francesa me facilitó la cosa, no lo voy a negar, y los tiempos libres que el Quidditch me dejó permitieron   que desde Francia pudiera ocuparme de asuntos graves de mi familia, y de la familia de mi difunto prometido —Darla se encogió de hombros y acercándose a Nott le habló en un tono casi confidencial.

—Lo que los medios vendan, me lo paso por el arco de triunfo —su sonrisa se amplió antes de que agregara más, girando un anillo en su mano —sí, suelo ser una mujer más diplomática, aunque no es mi fuerte, pero le seré sincera, así hubiera querido mi familia está primero y Nielsen, Nielsen es un error de toda la Orden, debió pensarse mejor cómo manejarla, la historia podría haber sido otra, pero bueno, no lo fue. En cuanto a si eso me afecta como jefa de seguridad, obviamente, de pronto aparece de la nada una mujer más poderosa que todos los magos y brujas más poderosos del mundo y ha nacido muggle, le ha bastado jugar con la genética y conseguir la magia de uno de los magos más fuertes… eso muestra nuestra vulnerabilidad y desgracia, nos llevó años aprender lo que sabemos y ella lo hice en trescientos sesenta y cinco días o menos  —Darla río.

—No señor Nott, no me importa que me juzguen y si el nuevo Ministro quiere hacerlo pues, allá él, yo tengo mi consciencia tranquila, hice lo que debía y con los mejores motivos, no iba a arrastrar a nadie con mis tiempos pobres, la gente no puede adaptarse a mí, esperando que yo apareciera, obvio que yo me debía adaptar a ellos y entrar cuando pudiera, pero no pude, quizás cuando ya tenían el horrocrux casi dominado, me contacté con los miembros de la seguridad de los países aliados y me dijeron que mi presencia no hacía falta, no soy una estrella que necesite relucir, así que hice caso y me mantuve al margen, ocupándome de lo que para mí era importante, por encima del universo: los míos.

Darla lo miró y sonrió, mantenía su mano en el hombro del hombre y le había hablado casi en un susurro, no sabía si él había notado cuando ella había activado el anillo de salvaguarda contra oídos indiscretos, la charla había quedado entre ellos y de hecho, si él le pedía más aclaraciones, ella estaba dispuesta a dárselas… Pero no en medio del atrio… En privado y con un juramento inquebrantable de por medio de que él no daría a conocer al público las verdaderas razones que la mantuvieron al margen de semejante hecho histórico.

Se detuvo de pronto, alejándose un paso de Nott cuando alguien tropezó contra ellos, la pelirroja se giró para encontrarse con el Linmer, cargando una caja con diversos objetos. ¿Qué hacía allí?

—Sean, no pensé que estarías… —su comentario la descolocó pero se rehízo enseguida, alegrándose de haber activado antes el anillo, el cual con ligereza lo volvió a desactivar —yo no lo traje, él vino solo… de hecho él me encontró a mí aquí —dijo mirando de un hombre hacia el otro.

Las palabras que siguieron la sorprendieron un poco más, dejándola descolocada, sobre todo dado las últimas historias que había vivido. Darla mordió su labio y negó algo indecisa.

—Ya ni sé dónde voy, el señor Nott estaba sorprendido de encontrarme aquí en realidad, ahora que lo recuerdo, pero sí le ha interesado más mi opinión respecto a lo que los medios dicen de mi ausencia estos días, quizás él sepa algo que yo todavía no respecto a mi puesto —Darla se encogió de hombros —supongo que sí me vendría bien un café… aclararía mis ideas para saber desde cuando me tiene alguien en cuenta —dijo con un tono de voz tan neutral como le fue posible. Estar entre los dos hombres le resultaba algo… extraño, como mínimo.

@ Rory Despard  @ Sean -Ojo Loco- Linmer

Editado por Darla Potter Black
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