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Prueba de Oclumancia #23 - Goderic Slithering y Emily Karkarov


Aailyah Sauda
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Había llegado la hora de una nueva prueba y eran dos los magos que se enfrentarían al portal para demostrar que eran merecedores de conectarse a la habilidad y merecedores de portar el anillo que los mostraba como oclumantes. Aailyah estaba segura que ambos tenían una buena formación y sabrían hacerlo bien, pero también sabía que aunque llegaran juntos a la prueba, ésta no estaba hecha para que la hicieran juntos de forma idéntica. Y la realidad era que, aún más en este caso en particular, sabía que las tres pruebas previas para llegar a la pirámide debían ser atravesadas de forma única y personal.

La mujer abrió sus oscuros ojos y tomó en sus manos dos pequeñas pulseras de cuero trenzadas con cuentas de colores, y tras imprimirles la magia de ser trasladores las envolvió cada uno en un pergamino dirigido a sus alumnos.

Cita

Toma la pulsera tres minutos después que la coloques en tu muñeca ella te traerá al muelle en el que iniciaremos la prueba. Aailyah

Cuando Emily y Goderic llegaran a los muelles que había para lograr llegar a la isla la magia ya estaría haciendo efecto, una bruma recubría la orilla del lago y el mismo lago, pero se iría diluyendo a medida que ellos avanzaran en el bote que debían utilizar para llegar al otro lado. Sin embargo Sauda había cambiado la naturaleza de la magia de la bruma que los envolvió cuando llegaron.

—Bienvenidos —dijo la oclumante a la persona frente a ella, Goderic no lo sabía pero la figura de Emily a su lado no era real, sino efecto de la magia que la oclumante podía realizar dejándole ver lo que ella quería y reforzada por la magia de la bruma del lugar. Lo mismo ocurría con Emily, la figura de Goderic que veía a su lado, aunque exactamente reaccionaría como él, no era él —¿estáis preparados? —tras recibir la respuesta Sauda continuó hablando.

 —Tomaréis uno de los botes que hay en el muelle y lo utilizaréis para atravesar el lago hasta la isla, una vez allí tendréis que atravesar el bosque que da acceso al laberinto en cuyo centro se encuentra la pirámide donde rendiréis la prueba final —sonrió —creo que ya habéis vivido esto antes ¿no es así? No necesito explicaros que nada es lo que parece y que tengáis vuestras mentes y concentración preparadas para lo que se viene —extendió un canasto hacia ellos y agregó —dejad aquí todos vuestros objetos mágicos incluyendo vuestras varitas, os los devolveré al final.

Sauda esperó pacientemente y vio a cada uno de ellos subir con el doble de su compañero a uno de los botes, ahora la prueba comenzaba. Ya que la niebla volvería a cubrirlos y haría un efecto extraño en ellos, sentirían una necesidad de regresar a casa, a la orilla segura y su “falso” compañero le daría la razón, diciéndole que debían regresar. Deberían resistirse y convencer a su contraparte falsa que debían seguir adelante.

Una vez que llegaran al bosque y comenzaran a atravesarlo parecería que todo iba normal hasta llegar a un claro donde un poltergeist que tomaría a su falso compañero de rehén indicándoles que si no les permitían ver en sus mentes cuál era su objetivo al estar allí, no podrían seguir adelante. Una vez más deberían utilizar sus barreras mentales para poder seguir adelante engañando al poltergeist con un falso recuerdo de por qué estaban allí y llegar por fin al laberinto.

Una vez que comenzaran a atravesar los setos que llevan a la pirámide comenzarían a atravesarlo juntos pero “perderían” a su compañero a mitad de camino, su voz les llegaría del otro lado indicándoles que había caído en una trampa pero que siguiera adelante que podían salir, a partir de allí las voces del lugar les intentarían convencer de que no eran dignos de estar allí, que habían abandonado a su compañero que debían volver por él. Cuando lograran vencer todas esas barreras finales verían por fin frente a ellos la entrada de la pirámide donde Sauda les esperaba para entregarles sus anillos

 

@ Goderic Slithering @ Emily Karkarov

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Cuando el pergamino llega hasta ella y la pulsera cae sobre su regazo, reconoce que es el llamado de Sauda, incluso antes de leer las escuetas instrucciones. Ha estado esperando ese momento con algo de impaciencia, especialmente por el nerviosismo e incertidumbre de no saber si lo que había practicado iba a ser suficiente para superar la prueba. Por eso aunque podría preparase mejor y ponerse la pulsera “luego”, no duda dos veces en tomar el monedero de piel de moke -en el que llevaba todo lo que consideraba esencial- para guardarlo entre su ropa y en usar la pulsera a la brevedad posible.

Y como indicaba el pergamino, exactamente tres minutos después Emily ya no se encontraba en la pequeña casita que habitaba en Ravenrock, sino que estaba a las orillas de un lago que reconocía perfectamente, pero que no había visto hacia mucho tiempo. El muelle parecía estar intacto, al igual que los botes dispuestos de forma perfecta uno al lado de otro, como esperando su turno de ser utilizados.

Goderic está allí también, lo ve apareciendo en un punto cercano a donde había llegado. Cuando Sauda les pregunta si están preparados lo ve asintiendo con la cabeza, movimiento que imita pues parece no poder articular palabra, todavía. Está esperando que la arcana les pida dejar sus varitas mágicas y eso la pone nerviosa. Cuando Sauda lo hace, Emily vuelve a asentir -esta vez con menos convicción- pero se quita la capa de viaje y la deja en un montoncito junto a la varita y los amuletos mágicos ganados con los uzza. Los deja justo donde acaba el muelle, mismo movimiento que había hecho en las dos pruebas anteriores.

Le parece agradable que Sauda les permita hacer la prueba juntos, hubiera imaginado que los citaría en días o momentos diferentes. Deciden tomar el mismo bote, sería más fácil remar, quizás tomando turnos. La bruma que los envuelve no les da tan buena visibilidad, pero podrían armar una estrategia que les permitiera llegar al bosque en el menor tiempo posible. Piensa en que podría usar los poderes de los oscuros, para los que no necesita varita, aunque descarta la idea por el momento, pues no quiere que Sauda piense que están haciendo “trampa”.

— ¿Te parece si te encargas de orientarnos? La otra vez que estuve aquí empecé a dar vueltas en círculos —le dice a su compañero cuando ya están sentados en la barca.

Como respuesta, lo ve poniendo los ojos en blanco. Emily sonríe brevemente y se enfoca. Toma los remos y avanza por lo que cree son varios minutos, contenta porque la bruma empieza a disiparse y llegarían en poco tiempo hasta la estancia siguiente. Y aunque superficialmente está contenta, internamente sabe que algo va a empezar a fallar en cualquier momento. No se equivoca. La bruma empieza a envolverlos nuevamente y de repente su ánimo decae. Se siente cansada, como si hubiera remado por horas, y no cree haber avanzado mucho.

—No veo nada —se queja, dejando de remar para tomarse un respiro, frotando sus manos para apaciguar el cansancio que sienten —, deberíamos volver —añade, casi como un puchero.

Extrañamente, Goderic no le reclama ni la anima a seguir. Él parece tan cansado como ella. Luego de lo que parecen horas, Emily solo piensa en regresar a Ravenrock, con la pregunta ilógica e infantil de «¿me permitiría Sauda volver otro día?» dando vueltas en su cabeza. Sabe que sería un NO rotundo, y que probablemente no le dejaría avanzar hasta la prueba final y aun así, no puede evitar ese sentimiento.

—Sí, deberíamos regresar.

La voz de su tío se le hace extraña diciendo esas palabras, rompiendo en silencio que se había formado entre ellos. La sacan de su momento de debate interno. Algo no estaba bien, ¿desde cuando Goderic coincidía con ella a la primera? Ve la bruma a su alrededor y cree saber el por qué se sienten tan mal.

Se concentra en “cerrar su mente” a esas ideas, no sabe si es que está delirando o no, pero siente que es la bruma la que le llena la cabeza de pensamientos negativos y pesimistas, aunque no lo quiere decir en voz alta ante el temor de ser descubierta por la magia de la bruma, o tachada de loca por Goderic. Va a tener que convencer a su compañero de otra forma.

—Olvídalo, Sauda no nos va a dejar ir a la prueba si nos ve de regreso al muelle— dice algo desesperada, volviendo a remar con fervor—además, ya pagamos bastante oro por estar aquí y el simposio está esperando que dominemos la oclumancia, no quiero haber perdido todo este tiempo.

Y sigue remando, hasta que el bosque vuelve a hacerse visible y la bruma vuelve a disiparse.

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« Toma la pulsera tres minutos después que la coloques en tu muñeca ella te traerá al muelle en el que iniciaremos la prueba. Aailyah»

Lee y sabe que había llegado la hora que estaba esperando con más ansiedad de la que le gustaría reconocer. Sin embargo, los nervios, inseguridades y dudas le habían abandonado hace un tiempo pues desde la última vez que había visto a la arcana no se había mantenido quieto. Se dedicó a realizar un ciclo contínuo de estrés y relajación mental, siendo atacado por legeremante que conocía y descansando para evitar una fatiga mental. Incluso su Wampus había servido de entrenamiento, no siempre una persona sería su enemigo ¿no?

Aunque el aprendizaje con Sauda se había detenido, no había parado de aprender. En aquel tiempo de autoaprendizaje, que se le hizo breve, aprendió bastante solo como sobrellevar la habilidad de la forma más adecuada para él. El autoconocimiento e introspección fue la base para su aprendizaje, con el propósito de cumplir con lo aconsejado en su última reunión con la bruja: realizar oclumancia sin cerrar los ojos, sin que nadie note que estaba utilizando la habilidad.

Goderic se levanta lentamente de la resbalosa piedra húmeda en la que se encontraba sentado en posición de loto. No siempre había sido muy instruido en la meditación y en el yoga, pero desde que conoció a Zhao había aprendido bastante de la cultura oriental y, con ello, distintos mantras, posturas y respiraciones para facilitar su concentración y tranquilidad mental.

Agradece que el destino estuviera de su lado como para darse la coincidencia de que el llamado de la arcana sea justo en su fase de relajación y no de estrés. Con un simple movimiento de su varita, su vestimenta ligera es reemplazada por una más adecuada para la ocasión. Sabe que los arcanos tienen la costumbre de despojarlos de amuletos o magia en general para poner en práctica su aprendizaje, por lo que primero realiza una breve parada en su casa para dejar sus pertenencias y partir con poca carga encima.

Después de los 3 minutos de colocarse la pulsera, aparece en el muelle. El ambiente le recuerda inmediatamente sus pruebas anteriores, pero no se deja llevar por sus recuerdos y se concentra en el presente. Observa a Emily y le sorprende que se encontrara ahí antes que él, ya que no solía ser la más puntual. La saluda con cordialidad, manteniendo la solemnidad que la situación ameritaba aunque hubiera deseado realizar algún comentario burlesco.

— Sí, preparado.— responde con calma.

Saca su varita del bolsillo de su pantalón y la deja con cuidado en un lugar seguro -fuera del camino que alguien pudiera pisar- luego de oír la instrucción que estaba dentro de lo que esperaba. La declaración de «nada es lo que parece» le causa bastante recelo y sospecha que sería una batalla mental dura. Una batalla que esperaba ganar, superando todos los obstáculos que la bruja les tenía preparado.

Ayuda a Emily a subir al bote para posteriormente subirse él. La bruma y el silencio del lugar, daba un aire bastante tenebroso a la travesía pero decide no romper el silencio hablando de cosas superfluas. Necesitaban estar alerta para cualquier cambio que surgiera en el ambiente. El sonido del remo desplazando el agua era lo único que se podía oír. En un día soleado aquél sonido rítmico resultaría ser relajante, sin embargo en la situación actual sólo resultaba inquietante y algo perturbador.

Trata de mantener un rumbo recto para evitar perderse, pero con la casi nula visibilidad resultaba prácticamente imposible saber si lo estaban haciendo bien. Un solo movimiento errado, más fuerte o más débil podría llevarlos a un desvío y terminar en un destino distinto. Sus hombros y brazos le duelen, hace minutos que su acompañante había dejado de remar para tomarse un descanso y era él quien se había llevado toda la carga cosa que, en realidad, no le molestaba. No obstante, el silencio, la nula visibilidad y el cansancio empiezan a sentirse cada vez más, volviéndose cada segundo más pesados y notorios.

En su mente deambula la idea de regresar, de volver otro día o simplemente aprender otra habilidad o de simplemente dejar aquel mundo peligroso que transitaba y solo dedicarse a la crianza y cuidado de sus hijos. Emily es la primera en materializar sus pensamientos, dándole la razón, sugiriendo solo regresar, dejar el Simposio y el Servicio Mágico Secreto, vivir como simples civiles ¿por qué seguir luchando contra fuerzas oscuras que parecían nunca acabar? Entre más se metían en aquél mundo, más basura y oscuridad hallaban, nunca podrían crear un mundo seguro ¿para qué seguir? ¿para qué luchar?

Sin embargo, entre más conversan y más razones encuentran para detenerse... más se resiste a la idea.

— El que quiere celeste, que le cueste.

Y él no quería solo celeste, quería celeste, rojo, dorado, blanco, negro... Quería que sus hijos vivieran un mundo aceptando lo bueno y lo malo. Quería que sus hijos lucharan por lo que soñaban y anhelaban, no que se quedaran solo en un sueño pero no se atrevieran a convertirlo en realidad ¿qué ejemplo le estaría dando si solo se detuviera ante un -no tan- simple lago?

Se mantiene fuerte y rema con mayor energía. En su mente seguían surgiendo razones para tenerse, pero él rápidamente las convertía en ideas que impulsan su viaje, al igual que las palabras de Emily. No iba a detenerse por nada, se mantendría firme ante la adversidad para poder mejorar.

— Ya déjate de quejarte o los gemelos se burlarán de ti.— replica finalmente ante un último intento de Emily por regresar.

El silencio vuelve a apoderarse del bote y del lago. Unos minutos después la bruma comienza a disiparse lentamente, haciendo visible el bosque. Cada vez quedaba menos antes de llegar a la pirámide.

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El viaje por el lago le resulta agotador pero gratificante. Se baja del bote con cuidado, aprovechando el momento de descanso que toman antes de adentrarse en el bosque para poder secar los bordes del pantalón humedecidos por el agua estancada en el bote, asombrándose un poco por la cantidad de veces en ese corto tiempo en el que hubiera usado la magia para cosas tan sencilla como esa.

—¿Seguimos? — pregunta, mientras reúne toda su fuerza de voluntad para levantarse del suelo y apuntar con el brazo hacia el bosque.

Cuando su compañero asiente sabe que no hay vuelta atrás, ni más momentos de descanso para retrasar la tarea que tienen en frente: encontrar el camino que los llevaría al laberinto. Y atravesar el laberinto luego de eso, para pasar la fase final de la prueba. Recordar que está tan cerca de terminar le infunde energía nuevamente, ignorando el dolor en sus brazos por tanto remar para llegar hasta allí.

El camino por el bosque es tranquilo y lo llevan en relativo silencio, alternándose la tarea de vigilar la espalda del otro, alertas ante cualquier ataque o peligro que los pusiera en riesgo. Emily toma la iniciativa de ir primero, aprovechando que al ser más pequeña que Goderic puede moverse con mayor facilidad, aunque le deja a él la tarea de orientarla para no recorrer el mismo camino dos veces.

Parece que la estrategia les funciona, pues llegan a un claro, el que recuerda como el punto de referencia para saber que está siguiendo el sendero correcto. Lamentablemente, la tranquilidad del viaje se termina tan pronto como ponen un pie en el claro. Escucha un estruendo proveniente de debajo de sus pies, como si de un terremoto se tratara. Instintivamente cierra los ojos y cuando los abre Goderic ya no está a su lado.

Maldice en voz alta sin saber qué hacer o para donde ir, aun desorientada al no saber que exactamente es lo que sucedió y por qué su tío ya no está con ella. Aunque no tiene que esperar mucho para encontrar respuestas, pues un poltergeist sale de la nada, haciéndola retroceder unos pasos por la impresión. La risita que suelta le recuerda a Peeves, aunque esta criatura es una versión mucho más sombría del poltergeist de Hogwarts.

—Te devuelvo al rubio si me dices para que vienes y si me mientes me voy a enterar.

Emily alza una ceja, extrañada por la cantarina vocecita con la que el poltergeist se dirige a ella. Definitivamente era una criatura que disfrutaba de crear caos. Sin su varita mágica, Emily no puede atacarlo -aunque aun teniéndola esa no hubiera sido su primera reacción- y se siente en desventaja. Primero porque no sabe en donde está Gode, segundo porque se encuentra sin varita y tercero porque, lamentablemente, se encuentra en una clara desventaja ante la criatura flotante.

—¿Dónde está el rubio? —pregunta Emily, mientras escanea con la mirada sus alrededores, sopesando si tiene una opción distinta a cooperar con el poltergeist, cuando se da cuenta que solo le queda “confiar” sigue hablando —mira, lo necesito para encontrar una carpa. Es de una amiga nuestra y tiene un gran valor sentimental. Yo me pierdo fácilmente, así que si me lo devuelves me puedo ir de aquí más rápido…

El poltergeist se acerca a ella a una distancia que la incomoda, posando sus grandes y desorbitados ojos justo sobre los de ella. Se siente escaneada y es allí cuando reconoce que está siendo objeto de estudio. Entonces Emily hace lo único que se le ocurre: proyecta en su mente que lo que está diciendo es verdad.

»Meses atrás Goderic, Kaori y Benjamin habían ido a explorar a ese mismo bosque, les habían dicho que encontrarían a una manada de centauros importante para el MACUSA. Al inicio las cosas no habían salido tan bien, habían dado vueltas por el bosque sin éxito durante algunas horas y decidieron acampar cuando encontraron un claro y Emily proyectaba estar convencida de que se trataba del mismo claro en el que se encontraba con el poltergeist.

»Kaori había dado al grupo su carpa. Era una carpa hermosísima por dentro, con un hechizo extensor de espacio que le hubiera gustado saber como lograron a tal nivel de detalle. Desafortunadamente no habían podido estrenar nada más que los muebles de la salita principal, porque fueron atacados por acromántulas. Habían escapado de allí dejando atrás la carpa, porque entre una y otra cosa Emily y Kaori habían sido víctimas de alcohol alterado y veneno de acromántula.

»Sintiéndose culpables, Goderic y ella habían decidido volver por la carpa por varias razones, una de ellas era comprobar si la carpa aun servía para algo y aprovechar para tomar el veneno de los cuerpos de las criaturas que seguramente encontrarían allí y que les serviría para varios experimentos relacionados con el Servicio Mágico Secreto.

Luego de lo que Emily recuerda como varios minutos, el poltergeist deja de sostenerle la mirada. Sintiéndose expuesta, solo espera que la excusa inventada haya sido suficiente. Cree haberlo logrado, pues en realidad las escenas que pasan por su mente sucedieron en la realidad y justamente en un bosque muy parecido a ese. Ante la premura de pensar en algo, decidió que mezclar la realidad en lugar de solo usar la fantasía le daban cierta ventaja.

Otra vez todo a su alrededor empieza a dar vueltas y la oscuridad la envuelve. Cree haber fallado y que al abrir los ojos se encontraría a Sauda mirándola decepcionada. Pero, al contrario, cuando su mirada vuelve a enfocar encuentra a Goderic en el mismo punto en el que había estado antes de que el poltergeist se lo llevara. Le sonríe aliviada al verlo; solo les queda una prueba más.

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Al llegar a la orilla, se baja primero del bote y ayuda a Emily a hacerlo también pues está muy seguro que la bruja caería de no tener un apoyo. Siente un poco pesados sus piernas y pies, por el agua que absorbieron sus prendas de forma inevitable al bajarse del bote y acercarlo a tierra firme. No le molesta caminar de aquella forma, tampoco extraña su varita que podría haber arreglado aquella incomodidad en un segundo. Solo sigue su camino sin preocuparse por el rastro de gotas que deja al pasar.

No sabe el camino de memoria, pero cree que su intuición y el bosque le mostraría el camino de forma natural. Los obstáculos que deban surgir, llegarán sin importar si hacía todo por evitarlo tampoco creía que encontrar el camino correcto fuera una prueba ya que para eso se encontraba el laberinto al final del bosque. Considerando todo lo anterior, avanza sin darle demasiado vueltas a si debería ir recto, girar a la izquierda o a la derecha. Simplemente caminaba e iba donde le parecía más cómodo.

Cuando camina unos minutos, se siente inquieto. Mucho tiempo había pasado sin que nada raro pasara lo que, sin duda, era una señal de alerta. No obstante, mantiene su comportamiento despreocupado y su caminar ni pausado ni apresurado como si no se hubiera dado cuenta del peligro que parecía acechar. Incluso realiza algunos comentarios superfluos con su acompañante para parecer con la guardia aún más baja.

Al llegar a un claro, un ruido sutil llama su atención y gira su cabeza inconscientemente para defenderse del peligro que se acercaba. Sin embargo, el peligro nunca llega de frente. Con una gota de sudor en su frente, gira nuevamente su cuerpo y observa que Emily ya no se encuentra sola. Un poltergeist se encontraba amenazante sosteniendo a la bruja, quien se encontraba claramente en una posesión de rehén.

¿Es en serio? murmura visiblemente molesto. Goderic había escuchado repetidamente a través de los años en el SMS bastante sobre las situaciones de rehénes y la regla más básica era nunca convertirse en uno y, de serlo, no ser una carga y quitarse inmediatamente del camino si la situación se volvía inmanejable. Por supuesto, Emily al no ser del SMS no debía cumplir con aquella resolución de entregar su vida por el cumplimiento de una misión y, además, ni siquiera estaban en una misión.

Su molestía no nacía de la frustración que sentía por verse atados de mano con la bruja indefensa en la palma de la mano del poltergeist. No, su molestía nacía de su incapacidad de protegerla y terminar en aquellas circunstancias. Si solo fuera más fuerte, más rápido, más cuidadoso... si le hubiera dicho sus preocupaciones para que se mantuviera alerta y no cayera presa ante el ataque de aquel ser.

No le haré daño si me dices para qué vienen. Si me mientes no puedo asegurarte que te la devuelva en una pieza.

 ¿Para qué venían? ¿No estaba claro? Levanta la comisura de sus labios en una sonrisa bastante pícara y coqueta ¿qué harían un hombre y una mujer en medio de un bosque desierto? ¿no era obvio? La escena que se formó en su mente era bastante... peculiar. Parecía ser una afición a realizar turismo y visitar distintos lugares para probar cosas nuevas en cada una de ellas.

Pues para explorarcofnoscof no hay nada mejor que el aire libre para reconectarnos con la naturaleza.

Puede observar cómo la intensa mirada del Poltergeist parecía bucear en lo más profundo de su ser en búsqueda de recuerdos. Cuando el rubor aparece en su rostro y la crueldad en su rostro es reemplazada por una timidez nerviosa, Goderic comprende que sus recuerdos falsos cumplieron su objetivo. Solo cuando la timidez parece esconder un poco de curiosidad, el mago interrumpe sus pensamientos carraspeando su garganta regresando al poltergeist a sus cabales.

¿Entonces? ¿me crees? ¿me la devuelves? sino mi propósito de mi visita se vería interrumpido.

No había nada mejor que descolocar al atacante, mostrándole algo que no se esperaba y que lo mueve de su estado de ánimo normal y de la secuencia mental que llevaba. Unas imágenes subidas de tono en otros lugares públicos, acostados en el césped planeando su próximo viaje, algunas imágenes jugueteando en el barco... tendrían sentido a simple vista y desajustaría el proceso mental del poltergeist por lo que se vería en la obligación de creerle y de continuar para quitarse la incomodidad presente en el ambiente.

Emily regresa a su lado al quedarse libre y el poltergeist alza el vuelo aún con las orejas rojas y sus mejillas ruborizadas. Puede escuchar que el ente murmura un suave «desvergonzados» antes de marcharse. La bruja, por su parte, lo mira algo confundida pero se ruboriza al comprender todos los hechos. Avanza dando grandes zanjadas en un intento de mantener la distancia. Goderic, por su parte, solo se ríe a carcajadas mientras le da su espacio. Dudaba que el poltergeist se acercara nuevamente por temor a ver aquellas escenas en vivo y en directo.

Alegre por haberse burlado de la criatura -y de paso también de la bruja- avanza hasta llegar hasta el laberinto que era el preámbulo de la pirámide. Trata de volver a un estado de seriedad y solemnidad pero recuerda la situación previa y no puede evitar dar otra carcajada.

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—Deberíamos dividirnos.

La voz de Gode la hace sobresaltarse. Han ido en silencio desde el encuentro con el poltergeist, Emily muy contenta por haberlo podido engañar y Goderic muy enfocado en el camino que tenían por delante. Los grandes setos eran visibles desde varios metros atrás, mostrando una única entrada, a la cual se acercaban dando grandes zancadas para aminorar el tiempo. Cuando entraron al laberinto, lógicamente, encontraron más de un camino a elegir, pero su sugerencia nunca pasó por la cabeza de Emily.

Entiende que puede ser para ahorrar tiempo, pero no puede evitar sentir algo de enojo ante la sugerencia. No tenían varitas para comunicarse, ni llevaban consigo algún otro medio de comunicación. Tampoco que gritar sirviera de mucho, pues la altura de los setos y el espesor que tenían le aseguraban que tan pronto como tomaran caminos separados iban a estar cada uno por su cuenta.

—Como quieras —dice alzando los hombros, quitándole importancia al asunto, mientras escoge el camino a su derecha, que se veía más iluminado y amplio que los otros.

No pasa mucho tiempo cuando siente los pasos de su compañero acortando distancia. Decide seguir tomando giros alternados, esperando que en algún momento deje de encontrar callejones sin salida. Empieza a desesperarse por el poco éxito que tiene orientándose y porque la bruma sobre su cabeza le impide mirar al cielo al menos intentando usar algo de astronomía para guiarse. ¿Si hubiera llevado una brújula hubiera sido considerado trampa?

Se da cuenta que Gode no ha dicho nada -ni ha escuchado sus pasos- desde la última esquina que tomaron. Regresa sobre sus pasos para buscarlo, aunque no ve nada. Reconociendo que está a nada de enojarse, vuelve a dar media vuelta, pero se detiene en seco cuando escucha una voz proviniendo de las setas.

—Es una trampa, no te acerques —le dice —no sé como salir, vas a tener que avanzar

Contrario a lo que le dice, Emily se acerca. Si mira detenidamente, encuentra el espacio en el que la barrera formada por plantas cambia ligeramente de color. Asume que con solo tocarla sería absorbida al igual que Goderic. Escanea visualmente sus alrededores, pero no encuentra nada que pueda ayudarlo. Entonces el hombre le insiste en que debe irse y el enojo de Emily se incrementa con cada palabra.

Terca, Emily se sienta en el suelo, intentado repasar sus opciones. ¿Sauda no lo dejaría allí, no? Cuando la voz de Gode se vuelve más enérgica diciéndole que se vaya, la bruja suprime las ganas de llorar del enojo y se pone de pie.

—Voy a buscara forma de sacarte de aquí —le dice, aunque no muy convencida. Se pone de pie luego de estar segura de haber memorizado el punto exacto donde estaba la trampa y avanza.

No es sino avanzar algunos metros que siente que debe regresar. Su mente nublándose por las dudas, interrogantes que no la dejaban tranquila. ¿Y si no solo estaba atrapado sino que su vida corría peligro? ¿no era muy egoísta avanzar por el laberinto dejando a su compañero atrás? ¿y si olvidaba donde lo había perdido?

Deja el enojo atrás y en su lugar la embarga la tristeza. Se siente culpable pues de haberse separado al inicio quizás ambos hubieran llegado al final del laberinto para encontrarse con la arcana. ¿Le diría Sauda que había fracasado? Mira hacia los lados y nota que no sabe por donde va, muy metida en sus pensamientos para poner atención alrededor. Maldice por lo bajo nuevamente deseando tener su varita mágica.

Como no ve otra opción, bloquea su mente de sí misma. Intenta dejar de lado el sentimiento de culpa, intentando razonar con su voz interior que la única manera de ayudar a Goderic era encontrando la salida del laberinto y regresando por él. Usa una mezcla de las técnicas que ha aprendido para manejar la legilimancia y la oclumancia. Va a un "lugar seguro" en su mente, que le permite drenar la mezcla de emociones que lleva consigo. Le cuesta mucho, pero luego de unos minutos deja de sentir esa presión en el pecho propia de la preocupación. 

Vuelve a dar pasos firmes, viendo a su alrededor que los setos se vuelven menos densos, al igual que la bruma. No sabe como, si por intuición o por suerte, pero a tan solo un par de metros de distancia encuentra la salida.

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Avanza en solitario hasta llegar al inicio del laberinto. Claramente, Emily no se atrevía a avanzar sola y se encontraba esperándolo aunque con un ligero puchero que revelaba su insatisfacción sobre cómo había manejado la situación anterior. Sin embargo ¿se podía quejar? No, siendo ella la que se había dejado capturar por el poltergeist solo debía agradecer por estar sana y salva.

 — ¿Vamos?

Hace un gesto de invitarla a entrar primero para poder cuidar su espalda pero luego de darse cuenta del pésimo sentido espacial de la bruja, deciden cambiar de posición y Goderic va a la cabeza guiando el camino. Con magia, cruzar el lugar sería pan comido pero sin magia solo había una forma sencilla -aunque más larga- de no perderse en un laberinto: avanzar siempre con la mano izquierda apoyada en una de las paredes. Sí, tomarían no solo un camino errado sino varios pero siempre terminarían encontrando el correcto y, como no había un límite de tiempo, era la mejor opción.  

La caminata, al igual que gran parte del viaje, se realiza de forma silenciosa. Sin embargo, de un momento a otro, nota que estaba demasiado silencioso. No había sonido de respiración, ni del roce entre las telas de las ropas ni tampoco de los pasos. Gira inmediatamente, solo para descubrir que Emily ya no se encontraba con él. ¿El poltergeist había regresado? ¿Habría descubierto que sus recuerdos eran falsos? ¿o quizás se habría “entusiasmado” con las escenas que vió y venía a hacer travesuras?

La desesperación se apodera rápidamente de la mente y el rostro del mago. Cuando se prepara para regresar sobre sus pasos para buscar alguna pista, escucha la voz de Emily a lo lejos.

«Me separé de ti cuando me distraje y terminé cayendo en una trampa. Avanza sin mí, yo estoy bien. No te preocupes»

Por una extraña razón, Goderic se convence fácil de abandonarla. Normalmente, iría tras ella para ayudarle, pero ahora no lo hace para darle la oportunidad de demostrarle a Sauda que también está capacitada para entrar a la pirámide y no depende completamente del mago. Es por esa razón que avanza sin dudar, confiando en que la bruja tardaría poco en alcanzarlo y dejando algunos rastros para que pudiera seguir su camino sin pensarlo demasiado.

De pronto escucha voces que le eran desconocidas que le juzgaban. Le decían que era una mala persona, que había abandonado a su compañera, que no merecía siquiera intentar iniciar la prueba, que debía volver por Emily, que si la oclumancia era más importante que salvar la vida de la bruja. Siente un fuerte impulso de regresar aunque eso significase que ambos perdiesen la oportunidad de aprender la habilidad.

Las voces externas se mezclan con las de su interior y todas apuntan a una misma dirección: no era digno de seguir por tal camino. Sin embargo, Goderic era tan testarudo como una persona podía ser y solo estaba a la par con su nivel de competitividad, por lo que sigue avanzando sin importarle las voces. Solo debía centrarse en su objetivo, cerrando su mente a cualquier estímulo interno y externo. Colocando su mente en blanco y enfocándose en solo una meta: salir del laberinto. Su entrenamiento en su mente y en la meditación comenzaban a mostrar sus resultados, ya que su mente estaba completamente serena y ningún viento por fuerte que fuera podría generar la más mínima ola en la superficie de sus pensamientos.

Avanza sin prisa, como si las voces ya no existieran y estuviera dando un paseo agradable bajo el suave sol de primavera. Luego de unos minutos, se encuentra con la salida y, allí mismo, la entrada de la pirámide donde Sauda le esperaba para entregarles sus anillos de aprendiz. Reduce sus pasos para esperar a que Emily también surgiera del laberinto, aunque pasa por su mente en que su compañía nunca fue real, decide esperar por las dudas. De todas formas no estaba tan lejos de la arcana como para no poder recibir una instrucción como de acercarse.

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Sauda observaba en silencio el progreso de sus aprendices. Podría haber sentido culpa por la doble prueba que les estaba aplicando, pero la verdad es que estaba convencida que la pareja era capaz de afrontar las mismas. Era importante que pudieran aprender a desconectarse y no depender de alguien más, por más importante que éste fuera en sus vidas, precisamente porque esa importancia que tenía su compañero para ellos, a futuro, podría llegar a ser el obstáculo que los detuviera y les  provocara la caída al actuar.

Les ve remar y llegar a la otra orilla, con sus ropas ligeramente mojadas, las actitudes que uno y otra tienen ante el agua, notando que seguramente hubieran aplicado un tergeo para secarse. No duda además que de poder utilizar la magia la mayoría de los que atraviesan esas pruebas simplemente se aparecerían en la otra orilla, o mejor aún, junto a la pirámide. Pero no, les toca demostrar que pueden sobrevivir sin magia, una premisa importante, canalizar su magia es algo valioso, poder sobrevivir sin ella, lo es aún más.

La prueba del bosque la sorprende, los recuerdos de Emily son cándidos y a la vez reflejo de una aventura adolescente. Los de Goderic le arranca a ella misma una carcajada en el silencio de la pirámide. Interesante  estrategia que sonroja hasta a un poltergeist y hasta a la falsa Emilly. No puede negar que ambos han actuado astutos, aunque uno más picarezco que el otro.

Aailyah acomoda el turbante sobre su cabeza y observa la prueba final, el laberinto. Es extraño como ambos magos pueden iniciar y sentirse desilusionados por perder a su acompañante. Sí, aquello confirma para ella que ambos tienen una conexión muy fuerte. Ha sido una gran labor y un mínimo esfuerzo al conocer sus mentes el intentar recrear las réplicas de ambos para que estuvieran seguros que eran los reales. Sonríe, estando llegando al final de la travesía y estando logrando sus metas con creces. Ahora solo resta esperar lo que sigue.

La puerta de la pirámide les ha flanqueado el paso y cuando ambos ingresen a la sala redonda es que descubrirán que han llegado solos y por sus propios medios hasta allí.

—Bienvenidos —les dice una vez que ambos están de pie sobre la estrella de cinco puntas, la oclumante extiende sus manos y entrega a cada uno de ellos el anillo de aprendiz.

—Estos anillos ahora son solo el reflejo de lo que pueden ser —explica mientras sus pasos recorren la forma del ouroboro —habéis llegado hasta aquí por vuestro propio mérito, cuando al final del día os contéis vuestra aventura lo entenderéis, pero ahora, solo les resta entrar por la puerta de la oclumancia y tendréis vuestra última prueba, la que los vinculará a la magia de la oclumancia y a mí por medio de esos anillos —Sauda los señala con su diestra —la forma definitiva la daréis en cierta forma solo vosotros, así como solo vosotros podréis atravesar la prueba, no importa que entréis juntos, para cada uno es siempre diferente —la bruja hizo una pausa —pero ahora debo preguntarles ¿estáis preparados para atravesar esta prueba? —su oscura mirada pasó de uno a otro —hasta ahora me habéis demostrado que sí, pero necesito oírlo de vuestras bocas, podéis decir que no y no será una deshonra, luego tendréis una chance más para volver, o podéis decirme que sí y ya atravesar la puerta, yo estaré aquí, y en cuanto me lo pidáis iré por ustedes, incluso si no lo hacéis y os viera en peligro lo haría, pero repito ¿estáis listos para la prueba final? —la arcana los observó esperando

@ Emily Karkarov  @ Goderic Slithering

 

Editado por Aailyah Sauda
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Cuando se reencuentra con Emily, ambos ingresan lentamente a una sala redonda. Allí se encuentra la arcana esperándolos para darle la bienvenida y entregar los anillos de aprendiz. Aun tiene los recuerdos frescos de su experiencia de videncia por lo que comprende fácilmente las palabras que Sauda les entrega.

— Sí, estoy preparado para atravesar esta prueba. — responde de forma clara y con certeza. Dudar ahora no estaba dentro de sus opciones.

A pesar de que el mago había sufrido un poco -bastante en realidad- con los secretos que la misma prueba le había revelado en su experencia previa, no tenía la intención de que la experiencia difícil lo vaya a frenar en conseguir su objetivo. Se sentía emocional y mentalmente preparado para continuar su batalla. Confiaba en poder resolver toda prueba que la pirámide decidiera ponerle encima.

Con el anillo en su mano derecha, cruza el portal sin titubear.  A diferencia de la vez anterior, en las que sentía que debía pasar varias puertas para demostrar su valía, esta vez solo había una prueba que tendría que sobrepasar. Algo de temor le inunda al pensar que podría ser más complicada de superar al ser solo una misión que cumplir, pero despejando su mente de aquellas inquietudes se prepara para su lucha.

Apenas entra a aquel nuevo mundo, siente un intenso dolor de cabeza. Trata de llevar su mano a su cabeza para detectar la existencia de alguna herida, solo para darse cuenta que sus muñecas se encontraban atadas por unas correas a una superficie metálica. Sin entrar en pánico, comienza a observar alrededor en búsqueda de alguna pista que le fuese de ayuda para entender qué estaba sucediendo porque hasta el momento solo sabía una cosa: estaba en una pésima situación.

Su cuello también estaba con alguna clase de soporte que le impedía girar su cabeza, pero puede sentir que no estaba solo en la habitación que aparentaba ser algún hospital o algo así. En la actualidad, solo podía oír la respiración propia y la de sus compañeros dudaba sobre si levantar la voz para preguntar más información pero su boca a pesar de que se movía no producía ningún ruido. Finite incantatem piensa tratando de anular cualquier magia o maldición que le estuviera afectando e imposibilitando hablar o moverse. Sin embargo, descubre que su varita ya no se encontraba con él.

Su mente, aunque calmada, evalúa distintas opciones para actuar y distintas historias de cómo había terminado ahí. El tiempo fluye de distintas maneras según el estado de ánimo y contexto y, actualmente, para él pasaba demasiado lento. Demasiado. Pasados unos minutos, se aburre de observar siempre la misma imagen, por lo que cierra los ojos tratando de dormir. No tenía sentido seguir ideando planes de escape que no podría implementar ni de imaginar los eventos que le llevaron hasta ahí porque, claramente, el portal no le había entregado esos detalles. Solo podía esperar y ver qué le traería el destino.

Cuando empieza a quedarse dormido, siente unos pasos calmados que se acercan. Mantiene sus ojos cerrados y su respiración constante, para dar la sensación de que continúa durmiendo.

¿Cómo van los experimentos? — dice una voz grave, la que parecía poco natural.

Bien, los especímenes 1 y 3 ya están demostrando signos de debilitamiento y pérdida de voluntad.— responde una voz que, a diferencia de la anterior, no parecía modificada.

Un mal presentimiento se apodera de él. Deduce que se encuentran experimentando con la mente y voluntad de los “especímenes” capturados. Lo que le trae solo un recuerdo a la mente: el Inquisidor. Aquella figura que había enloquecido a la comunidad mágica internacional y que había llegado a su fin solo con su derrota en el Ministerio de Magia cuando ésta deseaba apoderarse del cargo de Ministro.

Sé que estás despierto ¿para qué fingir?— le pregunta la figura con voz grave.

Porque no quiero tener una conversación contigo, Laura Nielsen.— responde abriendo los ojos y con un tono que demostraba su poca voluntad de rendirse ante un enemigo.

Puede notar unos segundos de incomodidad y Goderic sabe que es por llamarla por su nombre cuando se supone que era un gran secreto que nadie más que ella debería saber. La había llamado por su nombre por una razón sencilla: por su propia seguridad. Estaba seguro que aquel anzuelo sería suficiente para mantenerlo con vida y su mente más o menos intacta pues sabía que Laura se estaría haciendo muchas preguntas como ¿tenía compañeros? ¿cuánto sabía el mago y sus posibles compañeros? ¿cómo había obtenido esa información? Por lo tanto, lo mantendría a salvo hasta tener sus respuestas.

Para su consternación, la figura ante él se quita su máscara y muestra un rostro completamente diferente del que esperaba.

— ¿Por qué conoces el nombre de mi hija?

Ambos rostros demostraban el mismo nivel de confusión. Goderic por encontrarse con un Inquisidor distinto al que esperaba: Jonas Nielsen. Por su parte, Jonas se preguntaba de dónde el mago conocía a su hija y cómo había descubierto, al menos, su apellido. Incluso si no había descubierto su identidad real, el que su hija fuera sospechosa era, incluso, más peligroso para él.

La confusión en Jonas poco a poco se convierte en ira. Su puño se mueve directamente al estómago de Goderic el cual, atado como se encontraba, no logra defenderse.

— ¿No me escuchaste? ¿Cómo conoces a Laura? ¿Por qué dijiste su nombre?

El mago simplemente lo mira de regreso, sin intención alguna de responder sus preguntas. Su estómago dolía pero no lo demuestra. Sabe que en esta realidad alterna, no habían utilizado el giratiempos por lo que la historia se mantenía intacta y, por lo tanto, se mantenía Jonas como el inquisidor original. La pregunta era ¿solo había cambiado eso? ¿O era un universo bastante más distinto que compartía solo al mismo inquisidor?

Su silencio se mantiene a lo largo del tiempo, minutos, horas, días. Sabe que el Inquisidor empieza a perder la paciencia, la violencia ya no se manifiesta solo con golpes sino con otros métodos de violencia y tortura física. A pesar de su estado físico deteriorado, su mente seguía intacta y sus pensamientos seguían tan dispersos como siempre. De hecho, su mayor preocupación no solía ser salir de allí sino que el tiempo surgiera diferente en aquel mundo paralelo y el donde la arcana le esperaba, ya que no quería dejarla esperando tantos días o que ésta pensara que debía intervenir. Por suerte para él, el tiempo surgía de forma dispar por lo que solo había pasado segundos en “el mundo real”.

Tal como estaba en los planes de Goderic, el Inquisidor pierde la paciencia y comienza con sus torturas psicológicas tratando de no solo afectar su voluntad sino también de hacerle un lavado de cerebro para que respondiera a todas sus órdenes. El mago sabía que Nielsen estaba realizando los primeros ensayos de Abominaciones. La falta de alimento y agua, había sido lo primero para debilitar su espíritu y mente.

Luego, vinieron varias técnicas de adoctrinamiento. Imágenes proyectadas sin cesar, insomnio constante, entre otras. A pesar de ello, Goderic mantuvo su mente cerrada gracias a las técnicas de oclumancia. Se imaginaba en un escenario sano, sin problemas, relajado, con la luz golpeando su rostro y una suave brisa. Otras veces solo se encontraba en el patio de la mansión viendo como sus hijos jugaban con Garfield, su mascota.

 Por supuesto, para el Inquisidor y sus cómplices, parecía demacrado y poco a poco más ausente.

¿Qué recuerdo quieres que recupere?— escucha Goderic a lo lejos.

Todo lo que sabe sobre Laura Nielsen.— responde el Inquisidor.

Goderic entiende que el Inquisidor al verlo a punto de perder su raciocinio y voluntad, era el momento perfecto para traer a un legeremante para excavar en sus recuerdos. El mago, solo lamentaba el destino del lector de mentes que, seguramente, terminaría muerto para guardar el secreto sobre la identidad de Laura y del propio Inquisidor.

Por supuesto, no rechazaría el intento del legeremante de entrar a su mente ya que simplemente aplicaría lo aprendido con la arcana y le entregaría un recuerdo falso. Según sus falsos recuerdos, había conocido a Laura Nielsen en Genetics Corporation, le había hablado y se habían hecho amigos. En sus distintas visitas a la organización, había terminado por descubrir ciertas pistas que le habían hecho sospechar que Laura podría ser la Inquisidora y, cuando había sido atrapado, supuso que la mujer lo había descubierto y por eso lo había capturado.

El mago lector de mentes, le comenta lo investigado a Jonas quien saca un revolver y, sin piedad, le dispara. Asesinándolo en el acto. Goderic no se inmuta a pesar de que la sangre y otros restos caen a su rostro. Ya sabía que ese sería su destino, además si juegas con fuego era natural quemarse. Aunque en el fondo lamenta su muerte, se mantiene con un semblante vacío. Por supuesto,  Jonas se encontraba observando si reacción en todo momento. Parecía interesarle mucho más su reacción que el cadaver que yacía a metros de él. Sin embargo, gira sobre sus talones y se marcha sin decir palabra alguna. Por suerte, parte del personal del lugar se encarga de la limpieza de la escena o sería altamente incómodo sobrevivir en aquellas circunstancias.

Otra noche sin dormir y siendo obligado a ver una película con imágemes repetitivas sobre la crueldad hechas por los magos y sus guerras interminables; sobre la fuerte lucha que estaba realizando el Inquisidor para salvar a la humanidad de la aniquilación inminente sino se ponía un alto a la situación actual en la sociedad. Cualquier mente promedio ya estaría más que debilitada por todo el estres físico y sicológico, sin embargo gracias a la construcción de un palacio mental había logrado mantenerse fuerte y resistirse al continuo ataque. Sus ojos no podían cerrarse y estaba obligado a ver y oír una historia falsa que no le interesa, no obstante, su mente no estaba allí sino en una balsa disfrutando del sol golpeando su cuerpo que se balanceaba al ritmo del vaivén del mar. Podía sentir el sonido de gaviotas y sentir el salado en su boca.

No se atreve a bostezar ni a suspirar por miedo de que esté siendo vigilado por alguna cámara de seguridad, aunque ya había notado la reducción de vigilancia por parte de guardias y "doctores". Al parecer, comenzaban a asumir que el mago se había rendido ante las técnicas de manipulación mental. Unos días después, Jonas se acerca y realiza una serie de preguntas para asegurarse del lavado mental. Responde sin dudar, con un tono monótono y plano. Si bien no se había dejado manipular gracias a la oclumancia, aun había puesto suficiente atención como para poder responder de acuerdo a lo que el Inquisidor esperaba y la sonrisa en su rostro así lo demuestra. Creía completamente que su voluntad había desaparecido de su ser y ahora no era más que una excelente herramienta que utilizar. Una fuerte carcajada se escucha en toda la habitación demostrando su alegría.

Le quita las amarras de pies, manos y cuello calmadamente, lo que demostraba que aun mantenía bastante cuidado en su contra. Sin embargo, confiado en su plan y en sus habilidades, Jonas se encontraba solo. Por supuesto, Goderic a pesar del cansancio y todo lo demás, seguía estando mentalmente preparado y atento para tomar buenas decisiones por lo que no cometería algún error de novato como adelantarse y tratar de atacar cuando su enemigo seguía en ventaja y en guardia. Su mente podría haberse mantenido clara gracias a las distintas técnicas de oclumancia que ocupó, no obstante, su cuerpo había pasado distintas torturas y falta de nutrientes por lo que era imposible moverse como estaba acostumbrado y, sin varita, no había mucha seguridad en poder vencer al inquisidor a menos que aproveche el momento y el escenario perfecto para ello.

A penas podía moverse o mantenerse de pie, pues sus piernas se encontraban sin fuerzas, no obstante su rostro seguía sin mostrar emoción aunque se encontraba notoriamente más delgado y descolorido. Usando un poco de fuerza que ya no sabía de dónde obtenía, actúa como que tropieza pero sin caerse. Tenía que demostrar una debilidad real para que Nielsen bajase su guardia. Y, minutos después, lo hace. Tomando ventaja de las circunstancias, se lanza sobre el hombre y lo desarma. Por suerte, a pesar de ser mago había aprendido distintas artes marciales básicas y de defensa personal, por lo que no le resulta particularmente dificil desarmar y manejar a Jonas.

No sabe si la experiencia que había vivido allí sería solo una ilusión creada por el portal Ouroboros o era un universo distinto que existía. Por lo mismo, el mago no se atrevió a asesinar al hombre sino que solo lo redujo y lo golpeó hasta un estado de inconsciencia para posteriormente amarrarlo al mismo lugar donde Goderic se encontraba antes. Toma el teléfono celular de Jonas y envía un par de mensajes con información relacionada a distintos centros de inteligencia a los cuales conocía, esperando que en este posible universo fuesen los mismos actores y que éstos pudieran tomar la gestión de las acciones a realizar para acabar con el Inquisidor.

No habían pasado más de dos segundos de haber mandado el último mensaje, cuando todo se vuelve negro. Y Goderic lo sabe, había pasado la prueba que el portal le había planteado. ¿Había sido suficiente para ser considerado apto para la habilidad? Eso estaba por verse.

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La confusión de ver a Goderic en la sala redonda la desubican por un instante y le toma unos segundos entender que el hombre que la había acompañado durante la travesía por el lago, el bosque y parte del laberinto no había sido él. ¿Se trató de una alucinación? Aquel nivel de magia llega a asustarla y es otro motivo por el cual cree que debe decir que SÍ a la pregunta que le hace la arcana. Quizás en el futuro podría evitar caer en ilusiones como esa, quizás con la oclumancia su mente no sería tan fácil de manipular.

— Sí, arcana, pasaré a la prueba.

Responde con facilidad luego de que su tío desapareciera. Pone el anillo en su dedo antes de atravesar el portal y todo se oscurece.

Correr la deja sin aliento. No tiene la varita mágica consigo, por lo que no puede desaparecer. No lleva amuletos ni nada que le permita escapar como la bruja que es, sino que debe intentar escabullirse sin depender de la magia. Se pierde entre los callejones tratando de que la poca iluminación del lugar tape sus facciones y aunque pudiera usar la metamorfomagia en ese momento al no ser capaz de cambiar la ropa que lleva prefiere que el secreto de su habilidad de nacimiento se mantenga.

Su permanencia en el simposio de ladrones se pone en peligro y eso la asusta, pues sin “esa vida” siente que no le queda nada más. El miedo hace que el frío viento que entra por sus pulmones le quiten la respiración y que su cabeza empiece a dar vueltas, nublando su juicio y flaqueando la fuerza en sus rodillas. Ese momento de debilidad hace que la alcancen, el mago la ve directamente a los ojos y Emily intenta con todas sus fuerzas cerrar su mente.

Cuando abre los ojos, los primeros rayos de sol la hacen pestañear de inmediato con su intensidad. Mira a su alrededor y se encuentra en una habitación muy familiar, aunque hay ciertos detalles que, de no ser porque se siente muy débil, hubiera notado que están “fuera de lugar”.  En la mesita de noche le llama la atención una foto de ella junto a otra persona y su varita mágica, que no recordaba haberla dejado allí.

De hecho, no recuerda bien que había hecho la noche anterior ni como pasó de estar acorralada en un callejón a su habitación en Hogsmeade. Cuando escucha la voz de Pavlov preguntándole si está bien Emily se sienta súbitamente, intentando agarrar la varita mágica de golpe. Se suponía que él estaba… muerto. Y que ella vivía sola, en Ravenrock, en la casa de Goderic.

Sin embargo, la presencia del ruso es tan real que empieza a preguntarse si la idea de su muerte había sido también otra pesadilla. La cabeza empieza a darle vueltas y cierra fuertemente los ojos, acallando las miles de voces que empiezan a resonar en su mente. Algo no estaba bien con todas las ideas y sentimientos contradictorios amenazando con darle dolor de cabeza permanente.

—Casi te descubren ayer — dice él con tranquilidad, sacándola de su estado de confusión —recuperé la moneda y les borré la memoria, pero tu pareces confundida. Sospecho que te implantaron recuerdos falsos porque en sueños repetías muchas incoherencias, entre otras, que yo estoy muerto.

La última frase la dice entre risas, como desdeñando la idea de la forma más simple posible, y Emily empieza a calmarse. Que le implantaran recuerdos falsos sonaba lógico en ese momento, aunque le preocupaba que su habilidad con la oclumancia no hubiera sido suficiente para protegerse a sí misma, aunque no hubieran podido “extraerle” recuerdos o información, sí habían podido afectar su mente; sin embargo, que la moneda que servía para comunicarse con otros miembros del simposio estuviera a salvo mermaban un poco la preocupación y desconfianza que sentía. Aparentemente Pavlov se había encargado de ello, así como de llevarla hasta el lugar donde vivían, cerca de Hogwarts donde Emily trabajaba oficialmente.

¿Esa era su vida? Emily había conocido a Pavlov en Rusia, durante una misión de la Orden del Fénix. Él había sido el motivo por el cual había entrado al simposio y por el cual era tan importante en su vida. Habían vivido en ese país durante algún tiempo, aunque la nostalgia por volver a Inglaterra había superado cualquier otra cosa haciendo que se mudaran a Hogsmeade.

Cuando algunas pociones curativas hicieron su efecto, Emily parece mejor anímica y físicamente, con la suficiente fuerza para pasear por la habitación con el objetivo de estirar las piernas. Pavlov le había advertido que no saliera de allí hasta asegurarse de que no había peligro. Pero Emily no era de quedarse quieta en un solo lugar cuando tantas interrogantes no la dejaban estar tranquila, aunque escondiera estas preocupaciones para sí misma.

Los recuerdos implantados seguían dando vueltas en su cabeza. Ciertos adornos de casa parecían… extraños. Cosas que ella nunca compraría, ni usaría. Las pocas fotos que encontraba sobre los estantes la mostraban sonriente, pero le era imposible reconocer los momentos en que habían sido tomadas. Empezaba a preocuparle la fragilidad de su mente, seguía creyendo que el ruso estaba muerto, a pesar de que lo veía allí, hablándole y cuidándola, diciéndole que pronto sus recuerdos se estabilizarían y volvería a ser como antes.

¿Pero qué era como antes?

Desconfiada, fiel a su naturaleza curiosa, Emily aprovecha la ausencia del ruso para salir y buscar respuestas. Su corazón no le permitía desconfiar de él, pero sí desconfiar de sí misma. Cuando abre la puerta, una fuerte luz la golpea, con más intensidad que un strellatus. Cuando vuelve a abrir los ojos, sin embargo, se encuentra otra vez en la cama, con el ruso a su lado, diciéndole que todo era producto de los recuerdos implantados, encontrando las excusas perfectas para que todo tuviera sentido nuevamente,

Es como un ciclo del cual no es consciente, hasta que “algo” fuera de lugar -un objeto, un recuadro o cualquier cosa que Pavlov diga activara sus alarmas- la hacen desconfiar otra vez de lo que es real y lo que no.  Y en cuanto el uso de la oclumancia la ayudan a discernir entre la verdad y la fantasía, su instinto la lleva a intentar escapar de la casa, pero la misma luz enceguecedora la tumba a penas abre la puerta y el ciclo continúa.

Al tercer día -o lo que el portal le hacía creer que eran tres días- sus barreras mentales se fortalecían y todo le parecía particularmente sospechoso. Emily empieza a usar la oclumancia con sutileza, haciéndole creer a Pavlov que se sentía mal y que pasaría en cama todo el día, que necesitaba estar sola. El ruso era un legilimante poderoso y el estado mental de la bruja la hacían ver ante sus ojos como una oclumante débil.

Pero Emily estaba lejos de serlo. Implanta en la superficie recuerdos breves, pero certeros, de la forma en que Suada le había enseñado. Cuando lo convence, aprovecha la soledad para vaciar su mente para ordenar sus ideas. Separa los recuerdos de los últimos tres días e intenta buscar en su mente más atrás de eso…

«Tienes que cerrar tu mente, Emily»

Su propia voz resuena en su cabeza y es como si los fragmentos volvieran a unirse para dar sentido a lo que sucede. Con su mente en blanco, Emily empieza a crear murales mentales protegiéndola de todo lo que pudiera estarla afectando.

«Tienes que cerrar tu mente, incluso a tus sentimientos»

Y es allí cuando se da cuenta que está en una ilusión, que Pavlov no es Pavlov, que el Pavlov verdadero está muerto y, sobre todo, que se encuentra en la prueba final para dominar la oclumancia.

—Ya se que no eres real —dice Emily con firmeza mientras posa la mano en el pomo de la puerta, la misma que escondía detrás la luz que antes no la dejaba escapar —sé que no eres real y ya no tienes forma de convencerme de lo contrario, ya no puedes jugar con mis recuerdos.

Cuando abre la puerta, la brillante luz vuelve a enceguecerla, pero esta vez cuando abre los ojos lo que ve es la sala circular, mostrando que sus barreras mentales habían sido lo suficientemente fuertes para no volver a caer en la ilusión creada por el portal.  

—Vaya, no había pensado en él en mucho tiempo —dice en un susurro para sí misma, mientras se frota los ojos del cansancio, pero a la vez contenta de volver a su vida real. Ahora solo le restaba esperar la resolución de Sauda, para saber si Goderic y ella habían hecho lo suficiente para vincularse con la habilidad.

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