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Castillo Rambaldi (MM B: 116698)


Helike R V PB
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La residencia de la Familia Rambaldi actualmente es un castillo con cuatro torres. El acceso está situado en el 1329 Ottery St. Catchpole, condado de Devon, al suroeste de Inglaterra. Está construida en un terreno perteneciente a Milo Rambaldi, pero tras su muerte fue subastado por sus enemigos ignorando el gran potencial que residía en él, siendo adquiridos por la familia Bristow, familia entroncada con los Rambaldis, en el que levantarían su descendencia, ocupandola durante varias generaciones. Fue construido en 1771, pero durante un incendio del 2000, el hala este fue completamente destruida, donde murió Sydney Bristow. Su viudo, Michael Vaughn decidió ponerlo a la venta para mudarse con su hija Isabelle, a una isla cuya ubicación nadie conoce. El último descendiente de Milo, Deiwan Rambaldi, junto a Ashley Atkins, amiga de la Academia, compraron el terreno y reconstruyeron las partes dañadas, para finalmente mudarse ahí.

El Castillo está exactamente situado en el centro de los cinco elementos esenciales para la vida (fuego, agua, tierra, madera y metal), se sienta encima de un vínculo espiritual. Los cinco elementos esenciales para la vida son: la Costa Jurásica (de agua), los yacimientos volcánicos de Plymouth (Fuego), Parque Nacional de Exmoor (madera), el parque nacional de Dartmoor (la Tierra), mina de estaño de Tavistock (Metal). Cuando se conectan, se forma una estrella de cinco puntas con la residencia en el centro, por lo que es no sólo un nexo espiritual, sino una Wicca también. El Nexus se encuentra debajo del sótano del Castillo Rambaldi.

Al poder encerrado en el Nexus se puede acceder por el bien y el mal, ya que es una fuerza neutral. Los patriarcas compraron el terreno y conservaron la gran edificación para evitar que cayera en poder de manos equivocadas. El Nexus proporcionará un impulso extra de energía a los familiares, sea cual sea su bando. Mientras las fuerzas del bien controlen el castillo, actuará en su beneficio pero si el mal logra acceder a él, le podrá servir igualmente, por lo que puede ser influido. (Nota Moderativa: poder meramente rolístico, sin afectación en las batallas.)

Parte exterior:

Para acceder a ésta gran mole de piedra con sus terrenos enormes de al menos cinco campos de fúbtol, se puede entrar a través de un camino que sale de la puerta principal con una verja de hierro en forma de dragón, colocada tras sus murallas de al menos diez metros de altura, y tres de espesor, cada quinientos metros hay una almena que, en tiempos antaños hombres aguerridos defendían los posibles asaltos o ataques al lugar. La distancia es de al menos un kilómetro y medio y cuando se llega, se accede por un puente de piedra que pasa por encima del foso y éste tiene una profundidad de cuatro metros. En él hay criaturas acuáticas de topo tipo, tanto muggles como mágicas. 

En la parte sur del castillo en la zona de atrás y oculta a la vista de los visitantes, hay un pequeño garaje para guardar las pertenencias de la dueña, después a su derecha, las caballerizas para resguardar del mal tiempo a los aethonans y otros animales y el tercero está un invernadero que, aunque por fuera parece enano por dentro es grande ampliado con magia. En él están la mayoría de plantas tanto como para cocina como para la elaboración de pociones. Para acceder a éstas zonas se cruza a través de otro puente que pasa por encima del foso y está su acceso en la parte trasera de las cocinas.

Dos kilómetros más abajo, hay un pequeño promontorio de roca, ahí se hacen diferentes celebraciones de la Orden del Dragón y a cuatro metros de distancia (con una profundidad de veinte metros), un pequeño lago del tamaño de un campo de fútbol, con un pequeño muelle con dos barcazas. Ahí a veces también suele aparecerse el barco recién comprado de la dueña, para descargar todo tipo de diferentes mercancías. 

A mano izquierda un pequeño bosque que llega hasta el límite de la otra almena que vista desde el castillo se puede ver desde la torre sur.

La particularidad que tiene las torres tanto la abierta como cerrada, es que ondean dos pendones, uno con la bandera de la familia Rambaldi y otro con el paño de la Orden del Dragón (fondo rojo con dragón negro).

Parte interior:

La arquitectura del castillo fue remodelada al gusto de la actual propietaria eliminando cualquier vestigio muggle en que en él hubiese existido antaño tanto en su interior como en su zona exterior. Pero aun así sus muros son poderosos de al menos cuatro metros de espesor, desde la parte delantera hasta las cuatro torres que alberga. En la parte principal del castillo posee un gran portón de madera con un grabado de un dragón escupiendo fuego, que da acceso a la parte principal y con amplios ventanales, en dónde se puede ver el salón principal; con su enorme chimenea interior acompañada por tres sofás grandes de tres piezas cada uno con una mesa de cristal, además de poseer una gran mesa larga (para veinte comensales si es preciso) en el fondo, para celebrar los grandes festejos y adornada con una gran lámpara de araña del mejor cristal italiano, y por supuesto con un pequeño mueble bar colocado al lado de la chimenea relleno de los mejores caldos y bebidas alcóholicas. En ésta primera planta a mano derecha se encuentra el acceso a las cocinas, lugar de los elfos domésticos que se encargan tanto del cuidado de las mismas (y del resto de la casa) como de los jardines exteriores y que, además cuentan con sus habitaciones principales.

A mano izquierda enfrente a las cocinas una gran puerta da acceso a una gran biblioteca con un montón de libros, los únicos que se han preservado de la remodelación actual de la propietaria, contiene cuatro sofás repartidos estratégicamente para la cómoda lectura y también cuenta con una pequeña chimenea para las noches frías de invierno y con un gran ventanal que le da vistas al pequeño bosque cercano al castillo que le da luz natural en los mejores días de verano. Para ayudar a coger los libros también tiene escaleras que llegan a los pisos superiores (tres) que contiene ésta parte de la edificación.

En el segundo piso en forma de cuadrado, que se accede tras unas escaleras de marmol y que su pasamanos está tallado con escamas de serpiente. Las cuatro habitaciones están colocadas estratégicamente como los puntos cardinales, con lo cuál le confiere privacidad junto con sus muros para los invitados que estén ahí en sus cortas o largas estancias. Cada una de ellas contiene su cama con dosel, armario silla y mesa, y cortinas aparte de sus baños y cada ventana da a una parte diferente del terreno. En éste mismo piso por el mismo corredor, también se accede a las cuatro torres del castillo. En cada puerta y recibidor de cada torre tiene una armardura medieval. Descripción de cada una de ellas:

Torre Norte. Tres Niveles. La 1ª planta es un recibidor sencillo con una antorcha siempre encendida, sólo tiene una alfombra y a sus pies una escalera de caracol que da a la siguiente nivel. 2º Nivel: habitación privada de la dueña (siempre con una puerta cerrada). Cuenta con una cama con dosel (chimenea incluída) y cortinas y a sus pies un gran arcón en dónde guarda la mayoría de sus pertenencias. Una gran alfombra de seda china, una mesa con silla, armario, con un pequeño mueble bar y un par de estantes de libros (de tres niveles), sus maderas son de castaño y de roble, un cuarto de baño con ducha y jacuzzi. Sus ventanas con cortinas pesadas da la vista a la parte principal de la casa a lo largo camino de tierra prensada, al foso y al puente de acceso. El Tercer nivel: habitación abierta, ésta es exclusiva para la observación astronómica y para poder ver la mayor parte del terreno de la edificación.

Torre Sur, éste y oeste: 1ª planta. Recibidor con alfombra y el acceso a las otras habitaciones también se hace mediante una escalera de caracol. Éstas tres cuentan con diferentes visiones del terreno, pero aún así, son habitaciones cómodas y calientes para los invitados. Son las más genéricas de todas; poseen una cama con dosel y armario con sus respectivas duchas y por supuesto, chimeneas para las largas y frías noches de invierno. 

El sótano y no accesible para extraños se encuentra se encuentran los diferentes documentos que Milo y sus descendientes habían dejado y recolectado a lo largo de los años, en su centro alrededor de él y vacío hay una estrella de cuatro puntas tallada en la roca y es el lugar en dónde se encuentra el famoso ojo Rambaldi y el nexus espiritual. Para acceder a éste sitio, su entrada principal es una de las habitaciones de la elfina jefa y es a través de una puerta de madera oculta tras una pared mágica. Sólo puede acceder a ella la Gran Maestre y sus cuatro senescales de la Orden del Dragón. 

Elfos heredados de su padre Deiwan, que están al servicio de la casa:  Kindom, Clous, Proserpina, Ipatia, Galileo, Pandolfo, Tomaso, Aradia.

Historia del Castillo y de la familia además de peticiones de ingreso, aquí: Registro Castillo Rambaldi

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On:

El gran baúl estaba preparado y tenía los documentos guardados en el bolsillo además de las llaves, tanto las del castillo como las de la verja y esa era pesada, puro hierro, hecha a medida y con el símbolo del dragón grabada en el agarre. Pero dejaría las ceremonias como tal para más adelante. Me despedí de los elfos de la gran mansión Potter Black, aquella que junto con la Vladimir habían sido bastante amables en recogerme cuando de aquellas había sido una extraña y por entonces habían pasado muchos años. Sentía agradecimiento mutuo pero a pesar de descubrir que era hija de Deiwan de idas y venidas en el matriarcado de mansión primero y castillo después no había podido conseguir su titularidad hasta ahora. Sonreí malignamente al pensarlo. Me desaparecí del lugar y llegué a las puertas de la mole de piedra, después del puente que cruzaba el foso. Los elfos estaban avisados y habían preparado todo y tal cómo se les había indicado... El arcón no era una maleta muy grande en lo externo pero interiormente gracias a la magia, podía contener multitud de cosas. Todos los objetos, pociones, ropa, libros y demás que había acumulado durante todos éstos años a mi llegada a Ottery cómo así, a lo largo de mi vida inmortal.

- ¡señorita! -exclamó uno de ellos. Levanté la mirada y Kindom bajo la cabeza a modo de saludo - los elfos y yo estamos encantados de volver a verla... se nos hacía raro servir a gente extraña.

- Me alegro... - sonreí con delicadeza- bueno, ahí tenéis -señalé al baúl - llevadlos a mis aposentos, quiero descansar un poco antes de preparar una gran fiesta. En éstos días iré preparando las invitaciones, quiero que la despensa de la cocina esté repleta de comida y bebida, no os preocupéis por el dinero, dejaré una bolsa de galeones encima de la gran mesa que hay en el salón - asintieron con la cabeza y fui directamente a la primera torre de la izquierda tras cruzar las puertas de acceso al castillo, subir las escaleras y llegar a ese nivel. No había escogido esa de casualidad, no, era por seguridad y si éramos atacados al menos ver de dónde provenía el ataque. Pasé por el pequeño recibidor, subí las escaleras de caracol y tras llegar al segundo piso de la torre, abrí la puerta y suspiré al ver cómo por fin tenía una cama grande para mí sola. Preparé las cosas para darme un baño relajante, lo necesitaba. Los elfos que tenía de mi propiedad, también habían venido conmigo así que, mientras unos iban deshaciendo el gran arcón otros me ayudaban con el baño. En los exteriores se podía ver cómo poco a poco el invierno iba llegando. La mayoría de los árboles ya estaban sin hojas y la noche anterior ya había caído una gran helada. 

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Sacudí mis botas, había recorrido muchísimo camino desde mi última viaje y allí estaba, observando con asombro la fachada del castillo Rambaldi. No era capaz de recordar cuándo había sido la última vez que había estado allí ni el motivo. Desde que Deiwan se perdiera no había sido nada lo mismo. Había intentado mantener el contacto con mi prima, pero había sido yo la que me había perdido entonces. Luego las convulsiones de Londres, la pérdida de mi trabajo, las vueltas de la vida.

Mi ojimiel mirada pasó por todo el lugar, buscando reconocer algún detalle, difícil en realidad. Sacudí mi capa de viaje y sonreí mientras la echaba hacia atrás dejando mis cabellos claros a la vista. Así que los rumores eran verdaderos, las puertas se habían vuelto a abrir y a pesar del frío invierno que ya estaba sobre nosotros no le restaba belleza al lugar.

Fue extraño, me sentía como una desconocida en mi propio hogar, Deiwan me había refugiado en él en el pasado, pero ahora. ¿Quién estaría a cargo de la familia? ¿Me recibiría? ¿Podía pensar en la Rambaldi como un hogar tal cual lo era para mí la Luxure? Un escalofrío recorrió mi espalda. A mi madre no le haría nada de gracia saber que iría de una puerta a la otra, solo esperaba que no arrojara sobre mí a Cornelia. Claro que siempre había la posibilidad que quien habitase ahora en la Rambaldi fuera quien me arrojara algo sobre mi cabeza.

Toqué mi bolsillo, asegurándome que aún tenía mi varita. Que nervios, dobles, una recepción posiblemente extraña y por otro lado tendría que enfrentar el hecho de que tenía dos hogares. Pero lo que no podía olvidar nunca era que soy una Prince y eso me daba más obligaciones que las que los Luxures o los Rambaldis podrían alguna vez comprender. La demonio en mí se sacudió satisfecha de saber que no olvidaba mis orígenes. ¡Como si eso fuera posible!

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Llamé a uno de los elfos mientra me estaba cambiando. No sabía cuánto tiempo había pasado en la bañera pero la verdad es que me hacía falta relajarme. Al menos conseguí esa parte. Le pedí que me fuese preparando un chocolate caliente, por lo menos los otros se habían encargado de tener la despensa llena de la cocina, si se le daba por nevar fuerte y estábamos aislados al menos tener una buena provisión de todo lo necesario hasta que se despejaran los caminos.

En cuánto llegué hasta mi cuarto ya se notaba el ambiente caldeado, mis sirvientes se habían apresurado a encender las chimeneas del castillo. Cuando había llegado aún podía notar en cierta manera, la humedad y el frío en su interior después de tanto tiempo en deshuso. Con la toalla aún envuelta en mi cuerpo, saqué con ayuda de mi varita varias prendas, todas eran las que ponía habitualmente así que, tampoco esperé mucho más. Tras secarme y poner mis ropas interiores me puse una camiseta blanca, un jersey fino de cuello vuelto (negro), unos vaqueros y unos playeros de color azul. Saqué la capa de armiño que llevaba demasiado tiempo guardada y la coloqué con un volteo de mis brazos hasta que cayó sobre mis hombros, anudándola con un broche de plata en forma de marca tenebrosa. 

Con otro movimiento más de mi varita guardé el morral de moke en el bolsillo como así la vara que tenía en la mano y bajé hasta el comedor. En la mesa del fondo larga, la luz impregnaba en el lugar gracias a las velas y a los candelabros de plata en dónde me aguardaba una buena jarra de chocolate caliente humeante con su taza y su cubertería, además de un buen pastel traído del Ladurée.

- señora - iba en dirección a la mesa cuando mi elfina Galadriel me llamó, la miré y esperé- hay alguien fuera, creo que es alguien que usted conoce o al menos una de las antiguas habitantes que se marchó a otra mansión. 

Fruncí el ceño. No tenía ni la menor idea de quién sería. Había muchas personas que, tras tomar yo el mando después de la partida de mi padre, habían huído como ratas en busca de otra protección, como si una mujer y vampira no pudiese llevar las riendas de su familia como aristocrática que era. La capa ondeó al abrir la puerta en dónde tenía el dragón escupiendo fuego (grabado en la madera), uno de los emblemas de la Orden que había constituído días atrás. Ciertamente una figura femenina parecía pulular por los terrenos pero aún así, no conseguia distinguir de quién se trataba.

- ¿Quién anda ahí? -pregunté en voz alta y saqué mi varita de nuevo del bolsillo - no voy a tolerar intrusos en mis terrenos así que, por tu bien espero que te muestres quién eres. No tengo ningún problema en expulsarte a base de hechizos. 

Esperé la contestación mienras iba con una mano baja y con mi arma mágica apuntando hacia abajo pero sin intentar perder los nervios y al menos estando alerta por si se trataba de extraños, aunque tenía la sensación de que no lo eran tanto y más cuando la elfina me lo había comentado.

@ Veronica Prince Rambaldi  hey vero, cariño, para la próxima mencióname porque sino, no me entero jajaja, ¡bienvenida!

Editado por Helike R V PB
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  • 3 semanas más tarde...

La noticia de que la Rambaldi había sido comprada por otro antiguo miembro de la familia, me sorprendió mientras leía El Profeta. No es un periódico de chismes, pero tampoco daba mucha información. No sé porqué fruncí el ceño y después miré a @ Matt Blackner , curiosa. Ahora me daba cuenta que había mucho silencio en la casa y que la niña, Elentari, no parecía estar llorando. Matt tenía ojeras de no dormir por la noche porque la niña solía llorar a menudo, aunque cada vez menos. Le sonreí, pero sé que sonó a falsa y que él notaría algo, así que bajé la cabeza y casi la escondí entre las páginas del diario.

Me disculpé con una excusa bastante burda y acudí casi corriendo a la habitación de los niños. Ithilion estaba leyendo con cara de mayorcito, un cuento nuevo que no le había visto nunca. Fruncí el ceño. Me gusta que lea, por supuesto, pero algo me sonó extraño. Cuando le pregunté por el libro, me dijo que lo había cambiado por su prima. Casi perdí el aliento. Según me explicó, una elfina le había dado el libro a cambio de no decir que se llevaba a la pequeña de paseo con su mami. 

Ahora sí que cuadré todo. Soy una mente de puzzles y las fichas encajaron al instante. Le di un beso en la frente a mi niño y le animé a seguir leyendo. Ya le diría en otro momento qué debía hacer cuando un elfina o alguien le chantajeara con juguetes o con libros, o caramelos, o criaturas, o con lo que fuera... Bajé las escaleras lo más silenciosamente que pude (algo bastante tonto si podía aparecerme en la puerta de entrada), tomé una capa del armarito del hall y salí con cuidado para buscar a aquella elfina. Más o menos, intuía hacia dónde había ido.

Moviendo la varita, seguí la esencia de la criatura y sí, había acertado: su rastro llegaba hasta la Rambaldi. El castillo lucía como siempre lo había visto, las pocas veces que lo había visto, claro. Me costó llegar hasta la entrada puesto que, al no ser de la familia, no podía aparecerme en los terrenos adyacentes y tuve que caminar hasta el edificio. Eso, sin embargo, no era un impedimento para mí. Casi llegaba ante la gruesa puerta cuando ésta se abrió con violencia. Para mi sorpresa, la voz de mi sobrina (¡lo sabía!, era Heliké quien había adquirido la mansión, punto para mí) sonó amenazadora y me hizo frenar en seco.

-- ¡Demonios, chiquilla, no soy una intrusa! -- le contesté con cierto sarcasmo, primero porque ella no era una chiquilla, si pensamos en su verdadera edad como vampiro y segundo porque sí, era una intrusa que iba a reñirle en su propia casa, algo que me encantaba, por cierto. -- Soy tu tía y quiero saber porqué te llevas a la niña de casa con tretas indignas de tu linaje, sobrina. Esperemos que Matt no se entere que sacaste a la niña de la casa sin su permiso o se enfadará mucho. ¿Es qué no habéis hablado del régimen de visitas sin tener que secuestrarla, Heliké?

Y le gruñí, hacía frío allá quieta. Esperaba que tuviera la chimenea encendida.

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  • 2 semanas más tarde...

La Potter Black estaba tranquila, silenciosa. Me había levantado temprano, a pesar de que tenía el día libre en el ministerio, para ocuparme de asuntos relativos a los negocios familiares. Debía hacer inventario en la tienda PB de los materiales que nos habían enviado los nuevos proveedores, en lugar de dejar que volvieran a echarse  a perder en cajas.  Esa, al menos, había sido mi intención, pero al final, me había quedado sentado en la mesa, junto a Sagitas, con una taza de café humeante delante. 

 

Seguramente debía tener ojeras. En el último par de años no era extraño verme con ojeras, a causa de la pequeña. Eso era lo normal en los bebés, aunqeu cada vez lloraba menos, aun tenía fases en las cuales pasaba varias noches en vela con ella. Noté que Sagitas me miraba por encima de las páginas del periódico, asi qeu la miré con la ceja alzada, preguntándome que le pasaba, pero enseguida se escondió de nuevo tras las páginas del periódico. 

 

En algún momento, por el silencio que reinaba en casa, seguramente acabé por quedarme dormido. Tanta tranquilidad de golpe me pudieron, y eché una pequeña cabezada en la silla sin darme cuenta. Hasta que me desperté, sobresaltado y ligeramente confuso, desorientado hasta qeu procesé que, seguramente, me había dormido. Me levanté bostezando, frotándome los ojos distraido. Cambio de planes, tal vez podría llevar la niñ..

 

La niña.

 

Me quedé parado en mitad de la entrada. 

 

No sentía a la niña.

 

El corazón se me aceleró, y noté que la respiración se me cortaba.  Donde estaba Elentari?

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- Quizás fuese un ciervo - susurré por lo bajo, pero me parecía raro ya que, el lugar tenía murallas gruesas y era casi imposible para un animal de esas características que pudiese traspasar ese umbral, a no ser claro que, alguien dejara la verja de la puerta principal abierta aún así, me había asegurado de dejarla completamente cerrada. Iba a girarme para adentrarme en el interior cuando una voz conocida llegó a mis oídos. Casi rechiné los dientes a causa de la rabia. 

Sentí la ira en mi interior cuando mencionó las últimas palabras...

- ¿Acaso te crees que alguien como yo, iba a hacer semejante barbaridad? - comenté, aunque era mejor dicho, que había gritado la pregunta. Me quedé un segundo parada...

- Espera, espera... aquí no está Elentari, ¡si acabo de mudarme hoy mismo! -exclamé ahora, sintiéndome, después de ese lapsus de mal genio a uno de agobio. Tuve que agarrarme a la puerta para no caerme de la impresión. 

- Por los siete infiernos Sagitas -terminé gruñendo- ¿acaso no puedo dejar sola a mi hija con vosotros, que ya me la perdéis? -inquirí ahora, mirándola nuevamente a los ojos- maldita sea... pasa anda, iba a tomarme un chocolate caliente, pero con lo que me has dicho, se me acaba de ir el hambre que tenía ¿habéis mirado dentro de la Potter Black? -sentí ciertos nervios he intentando no liarme mucho más, le indiqué con la varita que pasara al interior - cierra la puerta - le ordené con cierto enfado. Al menos la chimenea del salón rugía con fiereza y eso que no llevaba tanto tiempo encendida. 

Pasamos al interior del elegante salón y me di cuenta que le faltaba poner unas alfombras mullidas para no pasar frío en invierno, pero eso tendría que esperar para más tarde...

- Espero que ese malnacido de Lázarus no haya secuestrado a la niña -puse la varita encima de la mesa de cristal que brillaba en un tono rojizo y por supuesto, me dirigi hasta el mueble bar que tenía al lado de la chimenea. Me serví un vaso con hielo y whisky de fuego, era para al menos intentar aplacar mis nervios...

- Tengo de todo - comenté con intranquilidad - puedes pedir lo que quieras, pero llamaré a mis elfos para que ayuden en la búsqueda... -aparte de llamar a mi elfina Galadriel que estaba en esos momentos en las cocinas con los demás, seguí llamando a todos los elfos que había heredado con la mansión. Pregunté a todos y ambos negaron con la cabeza.

- Te lo dije - caminé de un lado para otro - recién acabo de instalarme y se me hace raro que supieras que estaba aquí, pero bueno, es cierto que éstas noticias vuelan... ¿has hablado con Matt, por casualidad? -le dije con cara asustada- hace tiempo que no sé nada de Lázarus desde la última vez, es una alimaña pero es un tipo que ataca de frente... - o eso me pensaba yo.

@ Sagitas  @ Matt Blackner

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Durante un momento me quedé parado, inmóvil, como si permanecer asi en silencio hiciera que la pequeña apareciese de repente. A lo mejor eran imaginaciones mías, a lo mejor estaba en su habitación, a lo mejor...

 

Me estaba engañando. Sentía a la niña, la empatía no fallaba. Y Elentari no estaba. 

 

Por inercia comencé a moverme, a buscar por todas partes, pero...pero no la encontraba. No había pistas, solo que ella no estaba. 

 

Y donde estaba Sagitas? Ella...recordaba haberla visto en el salón, leyendo algo mientras yo me dormía encima de la taza de café. Pero si ella se la hubiera llevado me habría avisado, me habría dejado una nota diciendo donde estarían. Sagitas no sería capaz de llevársela sin decir nada. Regresé al salón, por si allí hubiera algo que me diera una pista. Tal vez si había una nota y yo no la había visto. 

 

Pero en lugar de nota, vi el periódico que Sagitas leía, mal doblado, como si por las prisas lo hubiera soltado, fallando en su intento de ocultar qué leía. Asi qeu lo tomé, por si había dejado allí algo anotado. 

 

No podía ser. @ Helike R V PB  no se la habría llevado de esa forma. Sin avisar. A escondidas. No hacía falta. Pero ni por esas, no razonaba como debería, y ahora, caminaba enfurecido por el jardín de la Rambaldi, hacia la entrada. Si hacía falta, echaría la puerta abajo. Asi no se hacían las cosas, no era necesario.

 

Aporreé la puerta, supongo que con un pelín más de fuerza de la que haría falta, seguramente, porque alguna parte de mi necesitaba descargar un poco de rabia. Y a medida que esperaba...

 

Para cuando Heli abrió la puerta, entendí lo que pasaba.

- Tu...tu tampoco la tienes. - murmuré, notando que ahora si que me faltaba el aire, mirando a los ojos a la vampiro. Alli tampoco sentía a Elentari.

Ahora si que estaba asustado. Por un momento...por un momento casi había preferido discutir con ella porque se había llevado a la niña, antes que enfrentar el hecho de que no estaba. 

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  • 2 meses más tarde...

Aún en la puerta, escuché la voz grave y algo rasposa de mi sobrina. ¿Había vuelto a fumar? Se supone que eso no debía afectar a un vampiro, pero yo notaba enseguida cuando bebía o fumaba más de la cuenta.

-- ¡Pues claro que me creo que tú hagas esa barbaridad, mujer! Eres muy capaz de robarla. Es más, un elfo me ha dicho que tú has...

Callé en seco al sentirla decir que se acababa de mudar y que ella no la tenía. Creo que quedé con la boca abierta. Me adentré para encontrarme con ella, aún con el semblante perplejo; comenzaba a asustarme que ella dijera eso.

-- ¿No has sido tú? -- le pregunté, aún con un poco de suspicacia. Capaz que me mentía, aunque no tenía porqué. -- Oye, cierra tú la puerta, que no soy tu elfina -- le contesté ante su orden, aunque con la varita por encima del hombro, le di un empujón para que se cerrara.

Palidecí un poco al sentir el nombre de Lazarus. Aquel malnacido había hecho mucho mal a nuestra familia. Esperaba que no hubiera vuelto. Aunque, de ser así..., aún tenía mucho que cobrarme de la última vez.

-- No, no está en la PB. Un elfo jardinero ha dicho que fuiste tú a cogerla y te la llevaste, con el cochecito y todo. Te dejó pasar porque, al fin y al cabo, eres la madre. No se enteró de que había desaparecido hasta que empezamos a preguntar por la niña.

Tragué saliva mientras mi mente iba a mil pensando en qué podía haber pasado. ¿Una multijugos? Seguramente. ¿O un metamorfomago...?

-- No, Matt no sabe nada, aún. No quería preocuparle antes de tiempo. ¡Ay, por Merlín! Creo que ya se enteró -- comenté, al sentir cómo aporreaba la puerta. -- ¿Ahora qué le decimos?

Porque una pelea de divorciados, bueno, no está mal para pasar la tarde, pero... Si no estaba con ninguno de ellos... ¿Dónde caray estaba Elentari?

  • Gracias 1
  • Triste 1
  • Me encuerva 1

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Llevé mis manos a la cara, para intentar tranquilizarme y sopesar todas las soluciones o enemigos que aún podía tener, mientras escuchaba a mi ex-suegra. La invité sentarse en el sofá que estaba enfrente a la chimenea y vi que ya tenía nervios porque al tomar nuevamente el vaso de whisky de fuego me temblaban las manos, las apreté intentando calmarme... Ignoré las protestas anteriores porque lo último que necesitábamos era una bronca en esos momentos y no estaba para eso.

Me coloqué la capa de armiño negra... Y giré mi cabeza con cierta rapidez, tanta que, si fuese humana quizás me hubiese roto el cuello... ventajas de ser inmortal...

- ¿Qué? -me quedé estupefacta- pues no, estuve toda la tarde aquí, mis elfos te lo podrán confirmar... y es más, no es que estén a favor mío, pero les he prohibido que me mientan en cualquier circunstancia. He revisado las murallas y están todas bien, no hay agujeros por los que pueda pasar nadie y hay una fuerte magia de protección anti-intrusos -le reproché yo con la mirada- ¿has revisado la seguridad, de la que tantas veces te he pedido que hicieras en la Potter Black? Cualquier mago o bruja puede burlar las defensas si conoce los hechizos adecuados. En temas de seguridad, cada casa debería de tener los suyos propios, independientemente de los que le coloque el Ministerio...

<< Estoy pensando en los fenixianos pero, ¿a santo de qué iban a secuestrar a una niña? Que yo sepa, casi nadie sabe que pertenezco a la Marca Tenebrosa y hasta dónde yo sé sólo lo sabéis tú y Xell. En Italia he acabado con todos mis enemigos y en España, por el momento no he tenido problemas, así que no, no creo que sean ellos... Pero ya te digo que, soy capaz de arrasar con todo el país si fuese necesario -hice un gesto de enfado monumental...

Al acabar mi pequeña charla se escuchó unos golpes bastante fuertes y eso que la puerta de la entrada, tenía una buena manera, cuando fui a abrir Matt debió escuchar parte de la conversación o quizás sin darme cuenta había dejado el acceso abierto.

- Matt, no - suspiré agobiada, mirándolo- le dije a tu madre que he estado aquí toda la tarde, organizando cosas (que habían hecho mis elfos, claro xD) para habilitar éste lugar y hacerla un hogar... para sobre todo, cuando viniese Elentari. Pero pasa, no quedes ahí - le dije y lo mandé pasar al interior, le apreté el hombro y le dije con una sonrisa- tranquilo, la encontraremos, pero antes de perder la cabeza, mejor que me contéis entre los dos lo que ha pasado en las últimas horas... -con una mano, le invité a sentarse en uno de los sofás o si quisiese al lado de su madre, yo llevé mis piernas hasta arriba del sofá y puse mi cabeza encima de las rodillas. ¿Dónde demonios estaba esa cría?

- Quizás tenga un poder que no conozcamos todavía, vosotros la conocéis mejor que yo -dije en un tono de cierta culpabilidad. Me había perdido mucho, desde luego.

@ Matt Blackner  @ Sagitas E. Potter Blue

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  • 1 mes más tarde...

Apenas me di cuenta de lo qeu hacía. El miedo por saber qeu la niña se había perdido, por no saber donde o con quien podría estar, me dejó en un estado de semiconsciencia. Pasé al interior del castillo casi sin darme cuenta de que realmente estaba entrando. Apenas noté el apretón de @ Helike R V PB  en el hombro, ni me di cuenta de que Sagitas ya estaba alli.

 

Al menos no, hasta que procesé.

- No me voy a sentar a charlar. - gruñi, saliendo del ensimismamiento. - Si no está aqui, estará en otro lado. No se donde, pero me voy a buscarla. - miré a ambas. - La mansión ha estado tranquila los últimos días. Ayer Elentari estuvo con Jack y Sagitas mientras yo trabajaba en el ministerio y me hacía cargo de los negocios. No durmió, tenía un poco de fiebre, seguramente será solo un resfriado. Recuerdo qeu tenía el café delante esta mañana y me...me dormí. - admití. Me había dormido sin darme cuenta, mañana libre, sin dormir, cuidando de que la fiebre no subiera demasiado mientras tranquilizaba a la niña... Me llevé las manos a la cabeza, intentando mantener la calma. - Y no me vengas con la seguridad de la mansión. Es segura. Reforcé las defensas. 

 

Haría cualquier cosa por la familia, y aun más por la niña. Había cuidado de cada detalle, enemigos, amenazas...y de pronto, en un simple descuido ya no estaba. Si hacía falta levantaría todo Ottery hasta dar con ella. Asi que giré, dispuesto a marcharme.

- Fenrir...Freyja! - exclamé. - tiene que estar con Freyja. Su loba no la dejaría sola. Y en la Potter Black no está, seguro. - No sabía como dar con ella, pero tal vez de alguna manera, usar a Fenrir podía ser de ayuda.

Editado por Matt Blackner

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