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Rompiendo la ley: El Regreso


Melrose Moody
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¡Sí, sí, esa celebración había sido dura!

¿Dura? No señor, había sido... había sido... 

Uhm, creo que la palabra era sólida, afanosa. ¡No! Divertida.

Alguien había revivido a Jank con una poción herbovitalizante y un vino criado en barrica de roble modificado con un sospechoso embrujo. Incluso aquellos sumados a la fiesta de manera tardía, habían tenido su momento de acción, como Agnes ¿se había embriagado en el proceso o la chica solo se divertía tomándole el pelo a los presentes? Scavenger estaba en el mismo limbo en donde no era fácil delimitar sobriedad de ebriedad, desde la perspectiva de Melrose.

La comitiva la encabezaba justamente ella, que en algún momento le había agarrado un gusto terrible al aguamiel y ahora llevaba la varita en una mano y la botella de aguamiel con una etiqueta a medio arrancar en la otra. La seguía Lillian, que había encontrado una hermosa mochila de cuero que había convertido en un fino y sólido portabotellas con copas de cristal de bohemia (hasta para una excursión de borrachos, la chica tenía estilo). Bel se había sacado un dispositivo transportable para cantarsimilar a un viejo walkman,  quién supiera de donde y la pobre P-ko había llorado un poco en el porche antes de que todos abandonaran la construcción. 

Madeleine llevaba un dispositivo que Melrose desconocía pero que sin duda tenía que tener un objetivo importante, pues no quería que otros lo tocaran. Habían más personas en la cola de la comitiva pero lo importante, era que atravesaban las calles de Londres en medio del toque de queda. Para entonces, Rory todavía no había sido declarado ministro. De hecho, él también formaba parte de la comitiva, Merlín supiera por qué. También estaba Kutsy (¿O Melrose empezaba a ver doble? Porque podría haber jurado que Ania también estaba allí) y Ellie, junto a ¿Hobbamock? No, era el otro...

Melrose había perdido la cuenta de cuántos tragos le había dado a la botella pero se echó otro poco al gaznate de todos modos, notando cómo la bestia en su interior parecía bastante acorde con su nueva modalidad de beber. Las calles, a pesar de no estar plagadas de guardias, sí tenían seguridad: ellos estaban ebrios, avanzando "en silencio" y compuestos por un número ridículo de personas. Sin embargo, ninguno de los presentes se resignaba a dar por terminada la fiesta

Así que ahora, habían salido para dirigirse a cierto bar, que había recibido a muggles y magos por igual, desde mucho antes del levantamiento del estatuto del secreto... un bar que quedaba, literalmente en las nubes y que había sido el principal centro de las juergas en Londres, incluso desde las épocas en que la mayoría de familias prominentes de Otery eran respetables funcionarios ministeriales a los que no se les cuestionaba su condición de brujas y magos. 

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Lo cierto es que no está segura de cómo llegó allí. Cuando Ellie le puso el reproductor de música en la mano, Madeleine sintió que estaba siendo removida de las tinieblas de sus pesadillas hacia la luz de la vigilia; estuvo a punto de murmurar un agradecimiento, por inverosímil que aquello fuese, pero sólo fue capaz de balbucear algo inteligible en respuesta. ¿Qué día era? Al levantar la vista al cielo, advierte que es de noche; y por lo silencioso de las calles, parece ser que es muy tarde. Entonces, comienza a mirar los rostros que la rodean y reconoce que son los Evans McGonagall. «Por supuesto. Siempre que hay algo raro, tiene que ser una cuestión de familia...». Intenta recordar cuándo fue la última vez que los vio. ¿No fue hace muchos días, en la fiesta clandestina de Bel? Está segura de que aquello fue hace ya un tiempo, pero entonces se da cuenta que el malestar físico que siente es el fantasma de una resaca. Y la última vez que tomó, fue en aquella ocasión. ¿Entonces...?

Madeleine baja la mirada al reproductor de música y se da cuenta de que es una versión electrónica. Tiene una pantalla táctil, es delgado y elegante, aunque está protegido con una cubierta áspera, que parece hecha de cuero. Ella sabe que Ellie ha estado trabajando en el Departamento de Investigación Tecnomágica, pero se supone que todavía le faltaba bastante por llegar a manejar ese tipo de tecnología.

La cabeza comienza a dolerle, y está segura de que no es la resaca. Todo está demasiado desordenado y a su mente le cuesta darle sentido a la información que está captando. 

Sin embargo, parece ser que los demás están muy felices en un estado de ebriedad avanzado, pues nadie parece preocupado. ¿Es por eso que nadie lo nota? Entonces, quizás, si tomara un trago, podría deshacerse del dolor de cabeza... Después de todo, su promesa de sobriedad ya no importa. Arrojó al cesto de basura más de un año de esfuerzo, por un arrebato. Aunque, ¿qué es un año de todas formas? Antes esa idea parecía tener mucha importancia, pero ya ni siquiera entiende qué es un año y por qué un año de sobriedad era más importante que un día o una hora.

—Creo que deberías tomar un trago —escucha la voz de Ellie junto a ella, y de repente siente un pequeño vaso de vidrio en las manos—. Sólo por esta vez, es la mejor opción.

Ellie reflexiona si debería explicarle a Madeleine lo que ocurre. En verdad, se pregunta si alguien más lo sabe, pero no quiera alterarlos. Después de todo, parece que se están divirtiendo, aunque con cada paso que den todo sea más extraño. De todas formas, quizás alzar la voz sería darse demasiado crédito; en verdad, ella no pondría las manos en el fuego para defender su teoría. Pero sí está bastante segura de que están rondando un lugar blando. Ella aprendió acerca de ellos en la Cámara de los Sueño. Los lugares blandos son sitios donde la realidad palpable se confunde con la onírica, donde el tiempo se tuerce sobre sí mismo y los sueños y el desorden del tiempo confunden a los viajeros incautos. En pocas palabras, en los lugares blandos lo que es real y lo que no son prácticamente lo mismo, y el tiempo está totalmente enredado y mezclado. Quedan muy pocos lugares blandos en el mundo, por lo que toparse con uno de manera tan casual es algo increíble. Ellie sospecha que en estado de sobriedad aquella incursión podría llevar a la locura, pues la mente batallaría al darle sentido a tanto sinsentido; pero con un poco de alcohol se resolvía el problema. ¿Era eso lo que tuvo que hacer todos esos años? ¿Emborracharse y caminar por Londres, hasta encontrar uno de esos lugares? Es tan inverosímil que tiene todo el sentido del mundo.

—Tú también deberías tomar algo —dice Ellie, sirviendo otro shot de hidromiel, una vez que Madeleine le hizo caso. Se dirige al mago que la acompaña, Will Karkarov. Él también parecía confundido de estar ahí, pero con suerte, pronto se adaptarían al sinsentido de los lugares blandos. «Y al sinsentido de los Evans...» reflexiona, recordando su conversación de hace días o hace horas con Bel Evans—. Por favor, intenten mantener el ánimo festivo, ¿sí?

Madeleine sólo le había hecho caso a Ellie, porque sabía que normalmente ella tenía razón. Y no la había decepcionado; pronto, los pensamientos de intentar darle coherencia a la situación se esfumaron y sólo quedó una sensación de paz. Luego de unos segundos, ni siquiera recuerda haber sentido algún malestar físico. «Creo que ya lo recuerdo. Ya estuvimos aquí, cuando nos fuimos de juerga... Y Bel estuvo todo el tiempo en el baño...». Sonríe, tranquila, y baja la mirada al aparato que le dio Ellie. ¿Ese era su trabajo, no? Probar los cachivaches de su prima, exprimirlos y encontrar sus puntos débiles. 

—Por favor, Madeleine, pon algo de música —pide Ellie, luego de advertir que los cuerpos de seguridad parecen haber quedado atrás y las luces comienzan a escasear. Sin embargo, tienen que estar muy cerca de El Bar—. Creo que eso nos hará bien.

Lo que Madeleine entiende que Ellie le pide, es que una fiesta necesita música. Así que presiona el botón de la pantalla con el triángulo, sin interrumpir la marcha de borrachos.

@ Melrose Moody  @ Hobbamock Graves  @EvansMcGonagalls (?)

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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  • 1 mes más tarde...

Bel Evans Ollivander

No no no, lo que necesito saber es ¿Cómo ha llegado aquí Despard?

El hormigueo en las extremidades era la señal inequívoca de que había tomado más alcohol del que podía resistir. Aún así, a tientas, incorporada a esa marcha que alegremente Melrose dirigía y que se ha animado con la música puesta por Madeleine, zarandeé al predicador que no dejaba de lucir una expresión de asombro ante todo lo que veía.

De nada sirvió su quejido de que con cada sacudida, la cabeza amenazaba con explotarle.

No le conocía esta faceta festiva predicador ¡Hey Lils, tequila para él, hay que ponerlo al día!

En vano fue que el hombre se persignara, pues antes de poder esbozar cualquier clase de disculpa, mi sobrina estaba ya montada sobre él, obligándolo a beber a pico de botella del fuerte licor. Era increíble (porque no la recordaba con semejante resistencia)la cantidad de alcohol que ella había ingerido ya, sin que por ello hubiese cometido un acto vergonzoso, a diferencia de todos los demás que habíamos caído dormidos en algún momento, o habíamos ya protagonizado al menos un hecho escandaloso en aquel trencito rumbo a The World's End.

Enérgica y abrazada a la botella, resultaba distante e incompatible esa escena de Lils con la cuidada imagen que solía mostrar en sus redes sociales y en los habituales cócteles como socialité. ¿Pero no estábamos todos un poco así, bebidos y hasta radicalmente diferentes de nuestros comportamientos de sobrios? Jank increíblemente seguía dormido y tirado al borde de la vereda,  con todos esos garabatos pintados en su cara, y por un momento pensé que podía haber caído en un cuadro de hipotermia, pero un sonoro  ronquido descartó tal posibilidad.

Terminada la canción de Madeleine, avancé hasta ella, sosteniéndome torpemente de Ellie para alcanzarla y pedir mi canción. Horas atrás (¿Eran horas cierto?) había cantado sentidamente delante de Garry, antes que él se marchara, aunque sospechosamente (o no tanto) no tenía el recuerdo de haberlos vistos partir ni a él, ni a Hann y por supuesto, tampoco al administrador de la Heredad que se suponía iba llevarlos a ambos.

Years & Years Madeleine ¡ A esta reunión le falta toxicidad!

Y conforme las primeras notas de la canción se dejaban oír, solté a Ellie para embarcarme en un propio y muy particular baile a solas, manteniendo el equilibrio de puro milagro. 

@ Melrose Moody  @ Ellie Moody  @ Lillian Potter Evans  @ Scavenger Weatherwax  @ Juliens @ Hessenordwood Crouch  (?) @ Jank Dayne  porque no hay que perder la fe (?

Editado por Rory Despard
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Lils Evans 

Todo en su cabeza era una sucesión sin fin de acontecimientos que no tenían ni pies ni cabeza y a esa altura de la situación, la pelinegra no tenía la habilidad ni las ganas de ponerse a ordenar el caos. 

Lo único que recordaba era que la fiesta había avanzado a un nivel que se le antojaba más animado, por lo que antes de salir y con un sencillo swish de Evenstar había cambiado los atuendos de todos a una forma muggle mas apropiada, aunque algo descarada en el caso de las brujas, lo que ellos no sospechaban era que su propio hechizo había salido mal y nadie podría ponerse ropa decente sino hasta la mañana siguiente. 

<<Nota mental, conseguir algo más discreto para guardar la varita>> pensó con una sonrisita sarcástica dibujada en sus labios, tomando que la varita iba oculta en sus botas, siendo algo inconveniente si algo sorpresivo les pasaba.

Su atuendo estaba compuesto por unas botas negras de tacón aguja hasta la rodilla, una falda corta estilo colegiala igualmente negra y una blusa de mangas farol y cuello alto transparente, algo totalmente inapropiado para aquel clima londinense pero poco parecía importarle a ese grupo de magos sin igual, la mitad de ellos borrachos como una cuba y la otra solo curiosos de lo que les esperaba en los lugares de moda o muerte muggles.

Tan centrada estaba en sus pensamientos y en las botellas que pendían de sus marfileñas manos que casi cayó de bruces al escuchar lo que su tía le decía. 

- Tardaron en mencionarlo, tía - murmuró sonriendo gatunamente antes de acercarse cual rayó al indefenso (?) hombre, colgarle sendos brazos al cuello, y vaciar parte del contenido de la botella en su siniestra en la boca de él. 

- ¿Estará borracho? - inquirió de forma inocente después de terminar su cometido - ¿Soy una mala bruja?

Le divertía sobremanera actuar de aquella forma, por lo que dió rienda suelta a su actitud majadera.

- ¡Bel, sigue mi canción! - explotó entre risitas antes de erguirse de forma torpemente elegante y caminar hacia Madeleine, apuntándole con un dedo. Ni siquiera sabía dónde diablos estaban, ni si era correcto ser tan estruendosa, pero sus años de duelo habían pasado y ahora lo único que se le antojaba era la irreverencia de aquella situación tan onírica en compañía de la familia y colados...

- Te recomiendo esta, es muy pegajosa - susurró a Maddie antes de comenzar a mover las caderas al ritmo de aquella música que recordaba haber escuchado en un lugar muggle del que no recordaba ni la ubicación. 
 

 

 

 

@ Melrose Moody  @ Rory Despard  @ Scavenger Weatherwax @ Jank Dayne   @ Ellie Moody

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Cuando la música empieza a sonar, Melrose está todavía intentando concentrarse para no equivocarse de punto. Le toma todavía un buen rato quitarse la risa tonta antes de hallar el punto que busca. Es un cubo de basura, que tiene la forma de cualquier otro de la ciudad pero que, al dar un cuarto de giro, deja entrever una escalera hacia el cielo antes invisible. 

Si caminar había sido un reto hasta ese momento, subir se encontraba a otro nivel. También estaba el tema del Jank inconsciente a un lado de la vereda, que tendrían que sostener con magia para subir. Melrose había calculado (¿calculado?) que el predicador podría ayudarlos ya que estaba sobrio pero enseguida notó que eso era cosa del pasado. El tequila ya había sido servido, entregado y bebido. Estaban perdidos.

Justo estaba pensando en sacar la varita para intentar algo ella misma cuando se dio cuenta que su blusa empezaba a encogerse. Eso era imposible, desde luego, no había magia que ella hubiese efectuado para tal hecho y que ella supiera el tequila no encogía la ropa. Así que se sacó la blusa para verla mejor y cuál no sería su sorpresa cuando su cuerpo repelió la blusa cuando intentó volver a ponérsela.

-¿Qué...?

Con solo un sujetador color negro, la bruja pensó en pedir ayuda pero le daba vergüenza admitir que su blusa había ¿rechazado? Su cuerpo, así que decidió realizar un encantamiento para subir a Jank y empezar a llamar a los demás. Había cantado a voz en cuello la canción de Ellie pero la que ahora había pedido Bel era desconocida para ella. Fue una suerte para Jank que no la supiera, porque ya de por sí, golpeó unas siete veces su cráneo con las escaleras a lo largo de la subida.

Al final, sus pies doloridos se posaron en las nubes, cerca de la cabaña con aire cálido que indicaba que habían llegado al bar, compartido por muggles y magos. El dependiente, un hombre entrado en años, los recibió con expresión divertida. Adentro, se respiraba un hálito cálido y animado. Melrose acababa de instalar al inconsciente Jank y había llamado a todos a acomodarse en la mesa cuando el dependiente puso en la mesa un grupo de bebidas para todos.

Melrose lo miró con extrañeza, alegando que no habían pedido nada todavía pero el hombre indicó unas mesas más allá a un grupo de muchachos que observaban con curiosidad y risas fáciles.

-Tragos de parte de ese grupo de allá para la señorita.

Melrose intentó no verse avergonzada o pensar en algo que la hiciese sonrojar. Tenía que arreglar la crisis con la blusa.

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— Yo no...yo no sé como llegué hasta aquí.

Su débil respuesta se perdió en los gritos de euforia del grupo Evans, sin ser oído, y después a duras penas intentó no ahogarse por la bebida que sin piedad alguna, Lilllian le estaba obligando a tomar. El momento fue más rápido de lo esperado, y una parte de Rory se quedó pensando en lo increíble que era aquella capacidad de la joven para trepar sin culpas ni problemas en un cuerpo ajeno y extraño, pero luego no tuvo tiempo para pensar en eso, pues al intentar torpemente levantarse del suelo, el mundo alrededor suyo comenzó a girar descontroladamente. 

Era imposible de poner en palabras lo difícil que le era poderse sostener en sus dos piernas pues estas parecían tener ahora la consistencia de una gelatina, mientras de fondo Bel Evans no deja de canta a voz en cuello... 

Baby, I don't ever wanna replace
All the heartache for a dream come true
The only thing I crave is the pain from you

 

 Yo le deseo lo bueno señorita Lillian, no sé si usted sea mala, pero creo que el cielo no tiene a personas como usted en él - alcanza a responder a Lils, aunque ella ya se ha perdido para pedir la siguiente canción cuando la de Evans termina- y exactamente ¿a dónde es que vamos?

Nadie sabe darle la respuesta, es casi como si estuvieran cada uno en su propio mundo, o tal vez simplemente él está en una frecuencia distinta a los demás. De lo que si está casi seguro, mientras aquel tren prosigue, es que aparte de no poder distinguir a la totalidad de los que lo integran, que todos alrededor parezcan cada vez tener menos prendas (o unas ridículamente pequeñas) debe ser lo más cercano al infierno, aunque él siempre hubiese imaginado ese espacio de modo diferente.

Cierra los ojos unos momentos, intentando escapar a la sensación de mareo y ganas de vomitar, y cuando vuelve a abrir los ojos le sorprende ver que está dentro de lo que parece un bar, con mucha gente charlando, bebiendo, bailando y riendo descontroladamente. El pelirrojo está seguro que no será capaz de tolerar una gota más de alcohol en su cuerpo, y se concentra entonces en intentar componer el pantalón pitillo rasgado de Melrose, pero su intento lo único que consigue es que se convierta en un short a medio muslo.

— Creo que la ebriedad no me deja hacer adecuadamente los hechizos- comenta a nadie en particular- tal vez solo me dé para hacer hechizos sobre mí mismo.

No es el más brillante de sus razonamientos, pero de cualquier modo está a punto de hacerlo, como para distraerse y retrasar el tener que tomar de las bebidas que unos extraños les han convidado a su mesa, pero entonces unas manos se lo impiden, quitándole la varita "por precaución".

También sé de magia sin varita ¿eh?- contesta con una sonrisa tonta y parpadea una y otra vez, intentando enfocar la vista pues el rostro que tiene delante de sí es solo un manchón de colores borroso, hasta que la sonrisa vuelve al reconocer de quién se trata.

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  • 5 semanas más tarde...

Lo último que recuerda es estar esperando la canción que Crouch iba a cantar en el karaoke, pedido de su padre por el pago de una spanakoqué??? En realidad no recuerda el nombre, ni siquiera qué es lo que hace siguiendo siguiendo toda la familia de su madre en medio de la noche e infringiendo un toque de queda. 

 

Es extraño, ella no había tomado licor alguno en aquella fiesta, ella había tenido en las manos una botella de agua todo el tiempo, o probablemente la había dejado de lado en el momento en que fue a ver si Garry se encontraba bien.

 

Ahora que veía y tenía más claridad de lo que pasaba, iban a un lugar que hacía tiempo no visitaba, aquel en donde se daban las juergas, acompañada de Bel, Garry  y su querida jefa del departamento de misterios de aquel tiempo, Samantha Sokal, ¿quién diría que también era parte de su familia?

 

La voz de Rory la hizo salir de sus pensamientos y es que Lillian, con gran habilidad se había trepado... ¿Cómo es que lo había hecho? A él  y le empinaba una botella de licor, ¿por qué todos vestían tan extraño? Ropa demasiado corta, en cierta forma encogida o con vestidos un poco extravagantes y ella... Ella también,  aquel vestuario le recordó uno de sus regalos de graduación,  justamente uno de Samantha,  un mini vestido de cuero en color negro,  probablemente dejaba ver mucho más de lo que ella estaba acostumbrada, acompañada de unos botines, una blusa bastante corta y con escote pronunciado. Vaya nada que ver con su forma de vestir. 

 

A lo lejos puede ver a su madre bailando con un equilibrio impresionante para la condición en la que todos se encuentran, vuelve a observar a Melrose, Madeleine, su acompañante, Ellie, Jank, aún esta con la cara pintada y dormido, ubica unos rostros más, sabe que los vió en la fiesta,  pero esta demasiado aturdida como para recordar sus nombres,  pero no ve a Crouch y Garry,  ellos se había ido de la reunión antes de que todo aquello sucediera? Sí era así era un alivio, no quería ni imaginar la reacción de su padre al verla vestida así.

 

Con las piernas temblando, mucho más de lo que parecía se acercó un poco a Bel, se sentó cerca y espero a que terminara de bailar, ojalá terminara pronto,  aún ella tenía muchas dudas.

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Bel Evans Ollivander

— Tragos gratis, bienvenidos sean.

Empinando el vaso, bebí del líquido ambarino, una cerveza artesanal que reconocí como una de las varias que el local ofrecía en exclusiva. Había dejado de bailar ya, y acomodada en la silla, en esa gran mesa circular donde también estaban los demás, abracé a Hannity que en algún momento mientras bailaba, se había acercado hasta ahí.

— Otra vez en World's End mi niña, que diferente todo a la última vez ¿no?

Definitivamente el mundo como lo habíamos conocido por ese entonces se había transformado por completo. Dejándola de estrechar, y a pesar que mi cabeza se sentía adormecida, me recliné para observar mejor a Hann. Parecía que algo le ocurría, o quizá era puro y simple aturdimiento por todo lo que habíamos pasado esa noche.

¿Te encuentras bien?- dejando el vaso vacío sobre la mesa, tomé su mano y le sonreí, mientras mas allá, Melrose parecía dispuesta ya a averiguar quienes eran los misteriosos muchachos proveedores de alcohol- supongo que estos espacios muy ruidosos no son lo tuyo ¿cierto? Ese aspecto tuyo es sumamente parecido al de tu padre.

No tenía idea como se las habían arreglado para acomodar también al insconsciente Garry en la mesa, pero de repente noté que Rory no se encontraba más al lado de Lils como lo había estado hasta entonces. ¿Qué era lo que había pasado?  Un vistazo alrededor tampoco mostraba rastro alguno del hombre, pero confiada en que quizá simplemente habría ido a los servicios, volví a prestar atención a Hannity.

— Debí haber platicado contigo de muchas cosas a mi regreso. Pero más allá del tiempo, creo que en realidad lo que me faltó fue valor para hacerlo- destapando otra botella esta vez tomé directo del pico de la botella- quizá podríamos hacerlo ahora, pero me temo que ya es...algo tarde.

@ Hannity Ollivander Evans

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—Vaya señor párroco, admito que tiene buen gusto —menciona Melrose de pasada cuando se da cuenta de que Rory Despard le ha renovado el outfit—. Solo nunca imaginé que fuera usted una persona que acortara prendas. 

Ríe con soltura sin animosidad ni coqueteo. Le causa gracia que hayan emborrachado tanto al pobre Despard. Ella no está muy sana tampoco, pero todavía mantiene la suficiente cordura como para achicar su blusa a límites inverosímiles y calzársela: el truco funciona y la blusa se queda en su sitio. También se da cuenta de que los muchachos parecen estar cuestionando al cantinero y ella quiere enterarse.

Se incorpora y siente como alguien le tira del brazo alegando que podría hacer alguna tontería pero se deshace de quien tira de ella y camina derecho hacia la barra. El cantinero parece estar pasándosela bien, entre la bulla y el desorden habituales en Parade's End. Los chicos parecen estar enfrascados ahora en alguna clase de conversación importante y no se giran a ver a Melrose. El cantinero se pone serio luego de los habituales chistes sobre el deteriorado estado de la belleza de la bruja. 

—Me parece que no es usted la única que ha generado interés en esos buenos muchachos —menciona, haciendo hincapié en la palabra buenos a modo de burla—. También andan preguntando por ese amigo pelirrojo suyo ¿por cierto, dónde anda ahora?

Algo más aliviada de no ser el único centro de atención, Melrose extrae de su bolsillo unas pastillas que Richard le había dado en un momento inesperado de la fiesta. Eran para volver a sentirse sobrio, si bien el contenido alcohólico de la sangre no se desvanecía. Había dicho que eran muy valiosas, porque su distribución estaba prohibida ¿Dónde se había metido Despard?

Ella vuelve a la mesa y empieza a obligar a cada uno a tomar una de las pequeñas pastillas blancas, con engaños. Con agua, con cerveza, lo mismo da. Algunos hasta les convendría echarse la pastilla con cerveza al gaznate, porque acorde a Richard eso duplicaba sus efectos. En cinco minutos, estarán tan sobrios como cuando todo inició. Melrose se dirige a Bel, Hannity y Lils primero, que son quienes se ven más conscientes y están más a mano, a pesar de todo el alcohol que se metieron.

—Esto es extraño, esos chicos andan preguntando por Rory —vocea entonces, todavía preocupada. Le duele un poco la cabeza ahora— ¿Alguien tomó de esas bebidas? Quizá sea buena idea darles una poción herbovitalizante extra...

Cuando pronuncia de forma adecuada "herbovitalizante" se da cuenta de que su sobriedad está volviendo. De pronto, el grupo de chicos sonrientes empieza a verse sospechoso, en lugar de divertido. 

@ Lillian Potter Evans  @ Rory Despard  @ Hannity Ollivander Evans

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  • 2 semanas más tarde...

- Uuuuh - gritó al aceptar uno de los tragos que claramente alguien había mandado para Melrose, saboreando con descaro la bebida que contenía aquel caballito de colores llamativos. 

La canción que había elegido estaba a punto de terminarse por lo que estaba a punto de ponerse en pie y unirse al coro de Evans que bailaban sobre mesas y pista improvisada, pero la visión de la hija de bel sentada, llamó su casi escasa atención, por lo que decidida caminó hacía la joven, sentándose justo a su izquierda. 

Y justo cuando estaba a punto de abrir la boca, las palabras de Bel a su hija la hicieron sentir fuera de contexto, a sabiendas de que esa no había sido la intención de su tía. 

Con garbo se deslizó del asiento, observando a su alrededor la muchedumbre pintoresca. 

- ¿Y Rory? - inquirió en voz alta a nadie en particular, sintiéndose algo culpable del estado del hombre, sin embargo, la llegada de Melrose y su remedio antiborrachera desvió su atención, por lo que presta, tomó la pastilla de su diestra y la introdujo en su boca, pasándola de inmediato. 

- ¿Chicos? - inquirió posando su zafírea mirada en la mesa cuyos ocupantes aunque jóvenes tenían un tinte ... diferente.

Pero antes de que pudiese decir algo más, una sensación hormigeante le recorrió de pies a cabeza, recordando de golpe la última pregunta que la Moody había hecho. 

- Yo - musitó antes de desplomarse con un golpe sordo. Estaba consiente pero algo impedía que pudiese abrir los ojos e incluso si pudiese hablar, admitiría que estaba por tener un ataque de pánico pues sentía que su respiración estaba volviéndose cada vez más lenta.  

<Maldita la hora en que te vuelves impulsiva> se regañó, concentrando la poca consciencia que le quedaba en no desmayarse completamente. 

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