Jump to content

Prueba de Oclumancia #24 - Hessenordwood Crouch y Matthew Triviani


Aailyah Sauda
 Compartir

Publicaciones recomendadas

Hola de nuevo, Arcana. Estamos listos para enfrentar la prueba del portal —alzó la barbilla, expectante, mientras esperaba.

Se mantuvo tranquilo mientras escuchaba a la anciana, sin mover la expresión en ningún momento. No se arrepentía de haber atravesado todo lo que paso hasta el momento, ni de haber sido insensible con lo que vio. Fue por ello que agradeció cuando Sauda dejó el tema de una vez por todas, esbozando una ligera sonrisa al ver el anillo que usarían en la prueba final. 

Estoy listo.

Había un aro junto al anillo de compromiso que poseía un único color y una piedra preciosa que reflejaba la luz como un tornasol, fue ahí donde agregó el anillo de Oclumancia; años atrás, cuando habían empezado a cursar los libros de hechizos, había unificado todos sus anillos en uno solo mediante un encantamiento complicado y justo encima, más delicado, estaba el anillo de Hablantes de Parsel. Con las dos habilidades juntas, sería más fácil asumir lo cerca que estaba de terminar con la clase. Compartió la última mirada con Hess, así como una sonrisa y avanzó hacia el portal, perdiéndose en un pequeño remolino de colores.

Abrir los ojos fue una mala idea, tomando en cuenta la cantidad de luz blanca que había y cómo esta atravesaba su delicada retina como si quisiera hacer lo miso con su cabeza. Tuvo que pestañear varias veces hasta que por fin logró mantener los ojos entreabiertos, centrados en un punto más blanco. Al girar la cabeza, todo lo que podía ver era blanco de aquí a allá, sin nada más relevante que lo vacío del ambiente. ¿Estaba de pie? Al mover la mano, comprobó que en realidad estaba tendido en el suelo y se puso en pie con mucha dificultad, como si estuviera metido en un bote de crema.

Un músculo era más pesado que otro, así que cuando intentó caminar, no avanzó mucho más que un paso a medio camino. La prueba no podía ser esa, a menos que Sauda encontrara divertida su limitación. No obstante, pronto volvió caer de espaldas al suelo y el golpe en la cabeza la dejó desorientado. Lo habían movido como a un muñeco y habían logrado que quedara pegada a la superficie blanca. Apretó los dientes en cuanto pudo enlazar dos ideas similares para formar un pensamiento decente y trató de ponerse en pie...

¿De verdad estaba tratando?

Recordaba la movilidad de su cuerpo complicada al despertar, pero no imposible como en ese momento. Lo único que parecía responderle eran los ojos, que se movieron lentamente hasta enfocar su mano derecha, donde empezó a poner toda su fuerza de voluntad en mover el índice. Nada. Una y otra vez, por los minutos más desesperantes que había pasado en mucho tiempo, trató de mover el dedo y no pudo hacerlo, preso de lazos invisibles que lo mantenían sujeto a la nada. Pestañeó ante esa idea y fue entonces cuando recordó qué era lo que estaba haciendo ahí.

Con la misma aparente parsimonia, llevó los ojos a la mano contraria y comprobó que el anillo seguía ahí, justo abajo del anillo de la habilidad que ya poseía. Como un recuerdo presente en lo más profundo de su dolorosa inmovilidad, las palabras de Sauda llegaron a su cabeza como un remolino de esperanza "Protege tu mente". Cerró los párpados y empezó a hacer una especie de auto-reconocimiento corporal, donde estudió su anatomía de principio a fin hasta detectar cuál era el problema. Black creía estarse moviendo pero la verdad era que no, no había intentado moverse. Porque alguien o algo en sí, le hacía creer que se movía cuando en realidad la orden era que se mantuviera quieta en el suelo.

Oclumens. —Primero lo murmuró, muy lo bajo y después, recordando que no era necesario, simplemente alzó el muro que había aprendido en clase. Fue mucho más sencillo que antes por la ayuda del anillo y por sencillo, fue que no funcionó del todo bien. El índice se movió al fin y luego se pegó otra vez al suelo, puesto que había sido muy débil para la fuerza mental que ejercía sobre el gitano

En cuanto lo hizo, la tarea empezó a tornarse más complicada. Ya no era sólo su cuerpo el que se veía afectado, sino su mente en sí. De pronto imágenes que lo distraerían empezaron a aparecer ante sus ojos. Su primer encuentro con Keaton, la última batalla que había tenido, recuerdos. Alzó el muro otra vez dentro de su cabeza y se empeñó en mantenerlo, olvidando momentáneamente cuál era su tarea principal: levantarse.

A diferencia de otras veces en que había atravesado un portal, no hubo torbellinos de colores ni la molesta sensación de mareo. Solo hubo silencio, oscuridad y un par de ojos abiertos que no enfocaban nada en absoluto. Después de unos minutos de incertidumbre, se atrevió a mover las piernas para andar, comprobando que estaba de pie. Con un movimiento de varita, encendió la punta de ésta y trató de iluminar su camino, logrando ver únicamente los zapatos moviéndose en un piso uniforme sin un destino fijo.

Con la mente libre de la molestia e sus recuerdos siendo invadidos, era mucho más fácil concentrarse en lo que quería lograr. Tenía que ponerse en pie y para ello debía impulsarse hacia arriba, usando brazos y piernas con un par de movimientos certeros. Nunca había pensado tanto en levantarse. La jaqueca se había reducido considerablemente en los últimos minutos pero había una pequeña punzada a la altura de su sien que estaba matándolo, a la par en que intentaba mover una vez más el índice. Curiosamente, lo logró a la primera sin mucho esfuerzo. Probó tres veces más y las tres veces apuntó hacia arriba, sin ningún tipo de inconveniente. Su cerebro empezó a trabajar.

Había roto el poder que tenía el entorno sobre su dedo antes de que este respondiera con la intromisión en su memoria y había roto el lazo, de modo que ahora podía mover el dedo con normalidad. Cerró los ojos, tratando de mantenerse lo más sereno posible en aquél lugar infernal y empezó a concentrarse. Esta vez quería mover el brazo entero y eso le costaría mucho más que antes, a lo que recibiría posiblemente una respuesta por parte de la sala extraña donde estaba atrapada. Cada inhalación iba acompañada de un Oclumens y con ella la punzada se hacía más fuerte, pero lo ignoró hasta el final.

Lentamente, fue alzando el brazo del frío suelo hasta que el hombro por fin giró, dejándola libre. La punzada se hizo insoportable y fue ahí cuando pensó en el nuevo Oclumens, esta vez centrada en el anterior muro que había construido para impedir que se metiera en su cabeza. Funcionó. La punzada se detuvo y con ella, una sonrisa apareció de pronto en el rostro del gitano, el cual aprovechó de limpiar con la manga de su camisa.

Si se ponía a pensar... ¿Cuántos muros había alzado en pocos minutos?

Aumentó la apuesta sin detenerse a pensar en si podía o no, olvidándose del dolor de cabeza y simplemente pensando en la meta, que era ponerse de pie, queriendo mover no sólo los brazos sino el torso entero. Apoyó la palma bajo su control en el suelo y empezó a empujarse hacia arriba, poniendo todo su empeño en la orden que tenía que seguir su cuerpo. Supo que había ganado en cuanto la nuca empezó a despegarse del suelo y ahí apretó un poco más, ésta vez sintiendo más dolor en lo que era la zona frontal de la cabeza. Uno solo, para ambas exigencias del entorno y logró estabilizarse, sentándose.

Arriba, Black, no te detengas ni por un segundo.

Agarró todo el aire que había, abriendo los ojos ésta vez para tener la meta fija en sus piernas, que era lo único que le faltaba y se preparó.

Ahora —gruñó, dispuesto a no caer en la prueba. En ese momento, juraría que el anillo de oclumante brilló ligeramente.

Esta vez no necesitó recitar el hechizo de Oclumancia como había estado haciendo, sino que centró todo su poder mental en las piernas rígidas y el objetivo: separarse del suelo. Soltó el aire de un sólo golpe y rodó sobre sí misma en una especie de vuelta involuntaria, la cual terminó en el arrodillado y agotado con la cara apuntando hacia el suelo. Pero se había movido. Sonrió como señal de victoria final y logró ponerse en pie, sin dolor de cabeza ni necesidad de enfocar su mente en cada movimiento corporal. No obstante, lo que fuera que lo había pegado al suelo en primer lugar dio un golpe en su pecho -o así lo sintió-, tratando de lanzarlo hacia atrás.

No había acabado.

Confió en la fortaleza corporal que había adquirido con los años, por el entrenamiento constante que mantenía en el bando y estiró las piernas, usando los brazos para impulsarse hacia arriba. Una vez estabilizado, inclinó el cuerpo hacia delante y empezó a correr en contra de la fuerza que quería frenarla, usando la misma táctica de antes. Ya no necesitaba repetir una y otra vez el hechizo, sólo necesitaba saber lo que quería lograr mientras algo casi tan natural como su respiración protegía su mente. Eso era todo. Paso tras otro, se empujó cada vez con menos dificultad hacia adelante.

Ya no estaba luchando, sino que parecía estar venciendo a lo que sea que la mantenía allí. Apretó el paso, dando pisadas firmes y cuando menos lo esperaba, algo se la tragó. En este caso, el anillo se había accionado para bien y la estaba sacando de la tortura en plena carrera. Y tanta había sido su determinación que nunca había dejado de correr, ni siquiera mientras atravesaba el portal, por lo que a diferencia de otros el no llegó en pie como se suponía que debía haber hecho sino que rodó sobre sí mismo tres veces en el duro suelo del templo. Maldijo por lo bajo, lleno de tierra y se puso en pie, con las piernas raspadas ligeramente.

He estado tanto tiempo en el suelo que estoy seguro de que soy un azulejo más —gruñó de mala gana, ladeando el cuello hasta conseguir que crujiera. Cruzó una mirada con la anciana, más plácido y luego se fijó en su compañero—. ¿Estaría bien?

Olvidando sus propias heridas superficiales y el dolor de las articulaciones, se acercó un poco hacia él y la revisó visualmente, viendo que estaba "bien". Miró el anillo y luego regreso la atención a la Arcana.

Hemos pasado la prueba... ¿no? —tocó el anillo con la mano contraria, esperando haberlo conseguido de una vez.

@ Aailyah Sauda

x2YiSbT.png

HdDMuO2.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

[...] cada uno tendrá una prueba en particular y la misma estará relacionada con su historia personal [...]

Eso, cuéntales sobre tu historia personal…-,

El sonido que ensordeció sus oídos mientras cruzaba a través del portal no le permitió pensar, por unos instantes, en absolutamente nada. Y es ese vacío mental, ocupado antes por pensamientos de todo tipo, el que se encargó luego de absorber el atisbo de agobio que despierta en él la última de las advertencias de la arcana, antes de que cada uno tome un anillo y se sumerja por cuenta propia a la prueba final. Hess por supuesto no titubeó y, como en otras veces, ningún gesto malo, de duda o incertidumbre sobre lo que van a encontrar del otro lado, se le escapó. Ha entrenado durante mucho tiempo a su cuerpo y cada músculo y nervio de su rostro para ello, así que cuando asiente de buena gana, con apenas una sonrisa suave en el rostro en el momento en el que Sauda les pregunta por última vez si están listos, no es fácil ver en los ojos del demonio las ideas que le juegan en contra. 

No le queda entonces más que adentrarse a través del pasaje por donde Triviani encantadoramente se le ha adelantado esta vez, y mientras se encamina por cuenta propia, se recuerda a sí mismo que cada uno de los obstáculos y métodos que la arcana a usado con él durante esta enseñanza, para aprender de la oclumancia la magia correcta y proteger su mente, ha sabido poner a prueba la personalidad muchas veces pragmática que Hessen adoptó tras los años. Y es que por mucho es consciente de esa diferencia de lo que era él antes de la torre y lo que es hoy, incluso sabe que hay diferencias casi abismales entre lo que es él como hombre, como demonio y como hechicero, lo verdaderamente difícil, y que la oclumancia ayuda de una forma que cree que no podrá expresarlo jamás, es mantener en su mente juntas todas esas partes en las que se divide con frecuencia, funcionando como una sola. 

Si lo logra, será el impensado consuelo que busca.

Buen día, mi nombre es Hessenordwood, pero eso ya lo sabe, ¿cierto? es un gusto-,

Cuando abre nuevamente los ojos, y el sonido a su alrededor mengua hasta que se hace soportable, lo único que su pálida mirada reconoce es blanco. Se trata de un salón, bastante amplio para no sentirse atrapado o apachurrado por sus sobrios muros que no son más que mármol blanco de apariencia tan sólida como roca maciza y sin ningún tipo de decoración en las altas y gruesas columnas que sostienen un cielo cristalino, tan arriba, frágil, pero letal sobre sus cabezas. Hess se siente de pronto en una elegante pero elaborada trampa; un paso en falso, un ruido desconocido, una palabra incorrecta o cualquier intromisión extraña a este espacio y las columnas se quebrarán y el cielo estallará y caerá sobre ti con todo el peso de ese espeso infinito que refleja del otro lado.

Frente a él, el demonio observa entonces una figura idéntica a sí mismo que se presenta tal como él hubiera hecho con cualquier otro cliente de su empresa. Esta entidad en medio del espacio, es muy igual a él en gesto y forma, afable y servicial a la vista, extendiendo el brazo para estrechar su mano. Desde esta perspectiva exterior que tiene de sí mismo puede entender, solo un poco más, porque tal vez la gente como Bel Evans desconfía de él. 

Roland-, dice a cambio, acercándose para tomar la mano del otro. De pronto escuchar su verdadero nombre de pila no le tensa los nervios como antes, tal vez porque aquí dentro de esta habitación aparentemente impermeable se siente capaz de aflojar los nudos de su máscara.

¿Roland? Hace mucho que no escuchaba ese nombre, es muy…-, sabe reconocer esa sonrisa burlona que se dibuja lentamente en el rostro de aquella entidad que custodia el salón, y no resulta para nada agradable.

Simple. Lo es-, confirmó, aún imperturbado, aunque quizá impaciente por conocer un poco más de esta sala donde se encuentra ahora. —Es uno más del montón-, su reflejo asintió con una sonrisa estando de acuerdo.

¿Por eso lo cambiaste?-, 

Lo hice-, su respuesta fue tan tajante que no hubo forma de continuar con el tema. Por ahora.

Bien, Roland, comencemos con esto de una vez-, detrás de esta figura suya hay una mesa con solo dos sillas, casi invisible por los colores que se mezclan fácilmente con el resto de la nívea habitación. Y sobre ella no hay nada más que un tablero y un reloj, por lo que es sencillo deducir para donde iba todo esto. —Juguemos un poco-,

Le resulta entonces un poco irónico y al mismo tiempo lógico esto de encontrarse a sí mismo en esta habitación, aunque no es nada inesperado al mismo tiempo. No es desconcertante, después de todo cada una de las pruebas previas de Sauda lo encaminó paso a paso a este lugar, donde debe enfrentarse a sus propios y absorbentes pensamientos a pesar de que su premisa inicial, para adentrarse en la magia de la oclumancia, había sido protegerse del exterior, de los magos legeremantes. 

Este es el lugar que has construido hasta ahora con la ayuda de la oclumancia y la guía de la arcana-, le explica su reflejo cuando lo ve contemplando el espacio una vez más. —Me gusta mucho, es muy limpio, ordenado y sobre todo…se ve resistente-, ladeó la cabeza buscando llamar su atención. Y la obtuvo. —Deberíamos ponerlo a prueba, ¿qué dices? ¿jugamos? Tú eres las piezas blancas.

Finalmente, cada uno toma asiento, uno frente al otro. Ambos completamente iguales y ninguno dispuesto a perder ante el otro.

Nunca fuimos buenos con el ajedrez, ¿verdad?-, arrugó el puente de la nariz una vez que vio al aprendiz oclumante hacer el primer movimiento. —Hagámoslo más interesante, si puedes ganar esta partida te dejaré volver allá afuera-, antes de soltar la pieza Hess levanta la mirada para encontrarse con su reflejo sonriéndole pacíficamente, como si no existiera amenaza alguna en lo que acabara de decir. —Y si no

Me quedo para siempre-, respondió. —Siempre es una cosa así de extrema, ¿no? sin puntos medios-, su entidad soltó una breve carcajada.

Os advierto, Roland, que no será un juego fácil, porque aunque no nos hemos visto en mucho tiempo y ahora lleves contigo ese anillo de oclumante en tu mano, conozco cada uno de tus pensamientos-, advirtió, pero de todas formas Hessen soltó la pieza, giró en su meñique el anillo de oclumancia que brilla en respuesta a su tacto y presionó el botón sobre el reloj para que el tiempo comenzara su marcha.

El juego había comenzado.
 

Cero a cero. Cocinado crudo.

Y ¿cómo está la familia?-, repara de inmediato con el mismo singular encanto del muchacho.

Maravillosamente-, Hess empuja barreras exteriores alrededor de la sala, reforzándola, advirtiendo a esta bóveda que el interrogatorio los conduce a su siguiente prueba.

¿Si?

Apenas esta mañana, antes de venir hasta aquí para encontrarme con Sauda y Triviani, hablé con la madre, o bueno, ya sabes como es eso, más bien ella habló y yo escuché del otro lado del aparato-, el juego siguió y las piezas del tablero comenzaron a moverse. —Me contó sobre plantas, la salud de su hermana, las finanzas del papá, sobre sus nuevos alumnos en la universidad y el casamiento de Lobelia-,

¡Ah! ¿Lobelia se nos casa?, tks, que pena, siempre luciendo tan joven ella, el matrimonio la hará envejecer horriblemente. Irás a la ceremonia, ¿verdad?.

Ahí estaré-,

¿Hace cuánto no los ves? a todos juntos quiero decir,

Uff, ya no lo recuerdo. 

No fue desde…

Pero algunos escriben a menudo-, de apoco las piezas blancas del tablero comienzan a pesar como grandes rocas haciendo que sea cada vez más difícil continuar con el juego. Hess hace lo posible por desviar las intenciones de este pensamiento intrusivo a otra dirección, pero no funciona como esperaba, supone que este debe ser algo más que solo algo contaminado. —Aunque no siempre tengo tiempo de responder los mensajes de vuelta.

Ah sí, ya lo tengo. No has estado ahí desde lo de Lucie-, Hess intentó apurar su jugada, pero las piezas solamente no cooperan, no se mueven. —La perfecta Lucie.

No, no lo creo-, insiste.

Seguro, estabas ahí, recuerda, en lo alto de la torre

El grito aterrador de la muchacha cayendo al vacío reventó en la habitación, a pesar de los intentos previos del demonio por reforzarlos, el alarido de pánico y desesperación fue tan estridente que dañó no solo sus oídos sino que consiguió además agrietar los pesados muros de aquella cámara acorazada donde se encontraban. A su vez varias piezas en el tablero sobre la mesa, tanto blancas como negras, cayeron por igual a causa de la agitación en la sala.

Por otra parte, ese movimiento osado de su mente contra si mismo se percibió tan real, tan doloroso que Hess sentía que moría en el mismo cuerpo por segunda vez.  

Como si tratara de resolver la contaduría atrasada y urgente de los Ollivander, Hessen recurre con habilidad y rapidez a su práctica en la oclumancia, pero las grietas sobre los muros solo se acrecientan mientras el espacio se llena con el recuerdo del perfume de Lucie. De pronto ni siquiera encontró la fuerza ni el conocimiento suficiente para encerrar una idea tan profunda, que le duele más allá del pensamiento, en su cuerpo físico e incluso en su esencia endemoniada y lo que resta de su alma más humana.

No es capaz entonces de construir nada alrededor del recuerdo de Lucie. Lo intenta con la oclumancia, una, dos, hasta cuatro veces levantar muros sólidos que hagan que sus sentidos se contengan firmemente ante su recuerdo, pero él simplemente no está listo para ella. 

El anillo en su mano parpadea intermitente, y siente que su cabeza, tanto como esa habitación, está apunto de estallar desde el interior, hasta que finalmente el llanto de la niña se apaga y, no pudiendo contenerlo más tiempo, la bocanada de sangre que adolorido Hess escupe por la boca salpica violentamente sobre la figura de la reina blanca en el tablero. Su propia reina se ha manchado con su sangre. 

Y él nuevamente fallece por Lucie.

Si, ya veo que si la recuerdas. Sigues siendo tan sentimental, muchacho, por eso no quitaste el aburrido nombre ¿verdad?-, si no se sintiera tan adolorido del cuerpo como lo hace, se hubiera puesto de pie ya mismo y hubiera intentado salir de esa habitación a cualquier costo. Habría dado lo que fuera para escapar de este único pensamiento una vez más. —No, sino que solo lo escondiste. Veo que después de todo, no has cambiado tanto realmente. Eso habla bien de ti-, se estira sobre el tablero para entregarle un pañuelo que saca de la solapa de su saco. —No te preocupes, me haré cargo de acomodar las piezas esta vez-, volvió a poner de pie las pocas figuras caídas, desde luego acomodándolas a su beneficio. —Pero me temo mi amigo, que esta primera jugada es mía.

Hess no levantó la mirada del tablero manchado con su sangre, sabía que si lo hacía, ella estaría ahí frente a él. La figura del otro lado de la mesa se movió nuevamente y el reloj siguió su marcha. Y las grietas en la habitación continuaron en su lugar.
 

Uno a cero. Cegar.

Es curioso que Amaya sea la inspiración inicial para estar aquí ahora-, resopló una risa, y aunque parece solo eso, una risa, Hess nota el tono agrio en sus palabras. 

De pronto la figura que tiene de frente muta su rostro al de -La bruja- y, aunque la siente mover piezas sobre el tablero sin parar, él no puede hacer más que observar el blancuzco rostro de ojos grandes y azules que se burlan de él como la última de las veces que se encontraron. 

Jaque-, anuncia demasiado pronto, y la voz de Amaya que sale de su boca hace temblar la mesa de juego.

Pero cuando Hess puede finalmente volver la mirada al tablero se da cuenta de que ya hay varias jugadas ahí, entre piezas negras y blancas, de las que no es consciente haber hecho. El juego avanzó rápidamente sin darse cuenta y, como en su historia con Amaya, él estaba cometiendo equivocación tras equivocación, por ende y nuevamente, perdía contra ella. 

Holaa, ¿algo pasa por tu mente ahora? Es tu turno, tic toc, el tiempo corre, demonio tonto-, se burló.

Amaya es, desde tiempos remotos, la hechicera que logró arrastrarlo a todo esto, a este ciclo repetitivo de vivir vida tras otra sin fin, de sufrir como castigo hasta el final de los tiempos lo que las personas como humanos padecen en sus cortas y breves vidas; la mortalidad. Pero no solo la crudeza que hay en morir, si no todo aquello que la envuelve, lo que vuelve a la muerte de las personas algo trascendente; sus historias, su gente, sensaciones, emociones, pensamientos, circunstancias, y todo eso que muchas veces los empuja a la inclemencia, a la pérdida de su humanidad misma con tal de aferrarse solo un poco más de tiempo a esta corta vida que tienen en la tierra. 

Amaya murió quemada en la hoguera-, respondió con firmeza, algo apenas más recuperado, aunque aún hay rastros de su sangre en algunas de sus piezas, pero sin pensarlo más tiempo y, dejando de prestar atención a las grietas previas que ahora también son parte de aquellos muros, con audacia mueve el peón del alfil de la reina.

Y la habitación comenzó a encenderse en llamas.

Pero sigues aquí, siglos después, y aún, todavía, le temes. Tienes tanto miedo de volver a perder ante ella, de cada visión y mención de su nombre que te has olvidado completamente de quien eras y te has convertido en lo que quiso que fueras-, apaciguando el fuego, en el suelo bajo sus pies se dibujó a detalle en cada trazo el mismo pentagrama de hechicería oscura con el que Amaya lo había encadenado a esta eterna rutina. ¿Cómo podría él olvidar una cosa así? —Esto, esta vida que finges tener, no es lo que eres en verdad. 

Es en ese momento donde piensa en el ejercicio de Sauda del lago, con la niebla retorciendo sus pensamientos. Ahora mismo no tiene más que dos opciones, retroceder dejando que el juego termine con ella como siempre, o seguir adelante. Se esfuerza entonces, con la magia de la oclumancia convence a su propia mente de cambiar la dirección de esta última idea que la entidad con la forma de Amaya intenta insertar en el interior de esta bóveda de pensamientos. No siente entonces que debe retroceder esta vez, aun encapsulado, los matices de los sentimientos y pensamientos que evocan el recuerdo de Amaya, no son más agrios, si no que lo empujan a continuar adelante. 

No hay nada que yo hiciera en ese entonces que Amaya no hubiera previsto con anticipación-, confesó, volviendo sus manos al caballo del rey. —Ella fue brillante hasta el último de sus suspiros…-, por más confianza que hay en sus palabras él aún no consigue mover la pieza en el tablero, no tiene todavía la convicción suficiente para hacerlo. —Aún así, aun con toda esa astucia suya, dos días después, cobré por igual el alma de su hijo y la de ella y a arder en él infierno se les condenó a los dos-, presumió. —Y así será para siempre-, finalmente consiguió levantar la pieza e hizo un gesto de brindis con ella en la mano. 

El joven rostro de la mujer frente a él frunció apenas el ceño con confusión, Hessen había terminado de convencer a ese pensamiento intrusivo de que si Amaya le ha dado un castigo al demonio, éste habría vivido cada una de sus vidas con la plenitud de quien es consciente de lo breve que son, demostrando a su vez que si son cortas, valía la pena vivirlas todas, sin ser capaz de modificar en el proceso ni un poco su verdadera naturaleza. La figura de Amaya lo ve con desconcierto, incredulidad, y de apoco vuelve a tomar la forma del demonio.

Buena observación, buen movimiento-, felicitó.
 

Uno a uno. Camuflar.

A todo esto, ¿cómo va el negocio?-, dice después de un largo rato de silencio. 

Las raíces que de la nada comienzan a crecer desde el suelo se envuelven en las columnas fracturadas que sostienen el cielo de cristal sobre el salón, de pronto dan la impresión de que las refuerzan, para que el techo no caiga sobre ellos y los aplaste, incluso, casi le dan la confianza suficiente como para relajar su ritmo de pensamientos un instante.

Creciendo, estable-,

Naturalmente. Te has esforzado tanto tiempo por el éxito-, tararea meloso. —Al igual que los demás de tus hermanos…-, obstruye su jugada con el caballo del rey.

No es para tanto-, carraspeó suavemente removiéndose en su silla para tener mejor visión del plano de juego. —Hay un buen equipo trabajando conmigo, no lo hice todo yo solo desde luego y, bueno, las circunstancias caóticas de Londres también ayudaron-, ambos sonrieron, al menos estaban de acuerdo en eso. 

Si, pero ¿y California?-, a cambio obtuvo lo que buscaba, distraer la atención de su oponente que ahora lo observa con esos claros ojos azules.  —No te hagas del rogar, lo hemos dado todo desde un principio, ¿no te parece? ¿Crees que finalmente estamos en la sima de la lista? 

Ahí está, la trampa. Las raíces entonces cobran fuerza, pero lejos de dar apoyo a la estructura del sitio estrujan con demasiado vigor sobre las anchas columnas de mármol pulidas acentuando las grietas causadas en ellas tras el último recuerdo de Lucie, estrangulando los refuerzos de la cubierta.

Ellos ya no quieren nada de nosotros-, asegura tranquilamente. 

La empresa es para Hessenordwood, dramáticamente hablando, una gran parte del centro de su existencia, es el resultado de todo su esfuerzo, disciplina y trabajo como hombre, demonio y hechicero. Es a lo que más dedicación le ha puesto por muchos años, incluso más que su cuidada apariencia y, sin embargo, el último par de años, desde que ha hecho lazos con Grelliam, parece que la alianza solo ha sabido mermar su trabajo en tantos e inesperados sentidos, que es demasiado extraño, por mas _ hombre de palabra que sea Hess, el que no haya decidido abortar todavía esta negociación luego del arribo de Hannity y Bel a la heredad.

La verdadera cuestión es si Ollivander es la persona a quien puedas confiarle todo tu trabajo de años,

Él lo hace también, ha invertido considerablemente a la causa. Nuestro acuerdo es un 50-50-,

Ah, eso fue muy interesante-, exclamó ante el último movimiento del aprendiz oclumante. —Pero, bueno, solo digo que no por nada terminó como lo encontramos-, contraataca con sus palabras y arremete con el alfil de la reina.

El chico solo necesita algo de amor-, pareció burlarse. Su reflejo se detuvo a analizar mejor el comportamiento del mago. —¿Hay algo más que te preocupe al respecto?

La familia. Ni siquiera les agradamos,

Oh no, si lo hacemos, solo que ellos tienen formas muy distintas de demostrarlo-, 

En algún momento, entre las líneas de su conversación, ha estado filtrando las esencias de viejos y nuevos pensamientos familiares para mezclarlos entre sí y formar en su mente ideas y recuerdos a su antojo. 

No es tarea fácil, por un lado debe permanecer concentrado en el juego y la conversación frente a él y por otro debe transformar, de la manera más suave y sutil, tal como lo ha hecho durante la práctica en el laberinto de Sauda antes de entrar a la pirámide, los pensamientos que dejará disponibles sobre la superficie, al alcance de los demás, solo lo que él desea que sea público.

Esto sin duda era algo que cree no haber podido lograr sin la ayuda de la oclumancia.

En eso llevas mucha razón-, admite su otra parte. —No puedo pensar que será de nosotros sin la heredad. No podemos abandonarla-, piensa como si hubiera sido él mismo quien vivió todos esos años atrapado ahí en lugar del mismo Grelliam Ollivander.

En cuanto al juego no se da cuenta que, inconscientemente, ha estado sacrificando piezas de perfil bajo pero significativas a estas alturas de la partida, saboteando de ese modo la defensa de su propia reina.

Pensamos lo mismo entonces-, Hess le sonrió. —Otra vez

Vaya-, exclama.  —Ese fue un movimiento demasiado rebuscado.


Uno a dos. Convencimiento.

Me gusta esta pieza, me recuerda algo a Rory, ¿no te parece?-, le muestra entonces la figura más reciente que le ha sabido arrebatar del tablero. —Es que estoy seguro de que Despard no hubiera sido tan sádico ni siquiera en un juego como este-, dice entre risas botando la pieza al montón sobre las ya neutralizadas. 

El demonio por su parte no responde de inmediato, sino que continúa concentrado en el tablero que se ha quedado sin piezas importantes, anunciando a su vez que el juego está por terminar. Él le devuelve la mirada a esta entidad que de a poco, conforme la conversación y el juego envejecen, ha perdido parte de su carisma habitual y en cambio se ve a sí mismo como más meditabundo y de vez en cuando afligido. 

Piensa entonces que esta personalidad frente a él debe sentirse ahora acorralada, lo suficiente al menos para poner sobre la mesa el movimiento más descarado que ha usado hasta ahora contra él, el último de los pensamientos que rondan apenas en la mente del Crouch, que no tiene contenido suficiente todavía para crear una protección personal contra él; Rory Despard. 

Ciertamente es una persona extraña, muy difícil de predecir-, comparte. —Sin embargo, esa ha sido una afirmación de tu parte muy atrevida‐, responde confianzudamente. —Yo tendría cuidado de evocar su pensamiento si fuera tu. Él sabe ser...muy influyente sobre nosotros a veces.

¿De qué hablas?

Las miradas se encuentran una vez más.

¿Por qué piensas en Rory Despard en un momento como este? -, invertía el cuestionamiento.

Yo no lo he hecho,

Oh si, lo hiciste-, mueve a su reina cuatro casillas diagonales a su derecha y detiene el reloj.

¡No!...quiero decir, si. Yo lo hice…-,

¿Por qué?

Quería hacerlo,

¿De verdad?

Su reflejo titubea luego de ver el tablero con confusión sin tener muy en claro como es que de pronto la reina blanca, aún salpicada con la sangre desde el inicio de la partida, ha acorralado a su rey, y cuando sus claras miradas se encuentran de nuevo, se siente ajeno a todos los pensamientos que realmente pertenecen al brujo oclumante, se siente como un verdadero intruso. 

Por encima de él, el cristal del cielo sobre sus cabezas, se ondula peligrosamente, amenazándolo. No hay más forma de que pueda acceder a todos sus pensamientos, incluso, siendo su propio sistema, el brujo le impide continuar husmeando entre sus recuerdos e ideas.

Pero ¿como?…-, dentro de su bóveda, Hessen, empuñando el anillo de la oclumancia, comienza a convertir a su antojo cada idea que se le cruza por su mente como una verdad absoluta.

Jaque mate-, anuncia finalmente. Le ha llevado un tiempo, pero ahí lo tiene.

 

Fin del juego. Cerrando con llave todas las puertas. 

Ha sido un gran juego, muy interesante-, comienza a levantarse de su asiento y echa un vistazo más a la habitación y en lo que se ha terminado convirtiendo ahora. —No quiero ser un presumido, pero creo que me llevo bastante bien con la magia de la oclumancia-, con cada toque sobre su anillo la habitación cambia mostrando una a una cuatro espacios, cuatro bóvedas como caja fuerte, completamente diferentes entre sí. —No has visto ni la mitad de lo que hay aquí-, 

Espera

Nos veremos después, Roland.

Yo no era…-

¿Qué cosa?

Sonrió derrotado. —Bien jugado. 

Antes de abandonar la sala, echa un último vistazo por encima de su hombro para observar una vez más las grietas en la habitación que se quedan como adornando las paredes. Hay algo extraño en esas delgadas pero sensibles fisuras, y es que, a diferencia de todo lo demás, nada de lo que Hess ha experimentado en esta vida lo ayuda a crear una protección contra esa enfermedad. Si lo piensa, ni siquiera exteriormente puede pasar inmune ante este recuerdo. 

Se dice entonces que aún tiene mucho que estudiar y practicar de la magia de la oclumancia para forjar su mente, pero al menos y por ahora, con esta estructura que ha conseguido, fuerte, sólida y pulcra, puede mantenerse seguro mientras continúa explorando en las profundidades del pensamiento.

… ... ...

Una vez fuera, le lleva unos varios segundos asimilar que ha salido de aquel lugar. Sauda está del otro lado de aquella plaza circular, observando y esperando por ellos con su característico gesto afable, pero sin decir nada todavía. Y solo un poco tiempo después, a ellos se les uniría también Triviani, con una entrada (o salida) demasiado espectacular, que lo lleva a imaginar cualquier cosa sobre el tipo de prueba a la que se pudo haber estado enfrentando el muchacho todo este tiempo.  

Yo de verdad espero que lo esté-, le responde, aprovechando su cercanía para sacudir con el dorso de su mano algo más del polvo sobre las ropas del brujo Triviani, como un gesto de simpatía por su interés en su bienestar.

Finalmente, con paciencia, aguarda también a que la arcana pueda responder, a los dos, la pregunta de Matthew.

cpoR6Mo.gif
B259aHz.jpg
Kl83Ehb.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

- Lo han conseguido -comentó la Arcana con una sonrisa.

Si bien Sauda no había podido acompañarlos durante sus pruebas, si había seguido sus pasos a través del anillo que les había proporcionado segundos antes de que la prueba comenzara. Observó a sus aprendices durante un par de segundos, parecían bastante satisfechos con lo que habían logrado.

- Han conseguido vincularse con la habilidad así que desde este momento ese anillo que portan les pertenece y será el mismo el que los mantenga vinculados con la Oclumancia así que deben cuidarlo bien.

Se alejó un par de pasos y les señaló la salida de la pirámide. No tenían nada más que hacer ahí así que podían retirarse y ella también. Deseaba tomarse un par de días de descanso, pero sabía que no sería posible ya que le habían informado que nuevos aprendices llegarían pronto hasta su hogar.

- No olviden que lo que hay dentro de sus mentes es el bien más preciado que tienen así que deben protegerlo.

Comenzó a caminar hacia la salida de la pirámide, una vez fuera de la misma chasqueó los dedos y desapareció de la isla, apareciendo un par de segundos después en la habitación principal de su hogar.

ug3n3nQ.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Guest
Esta discusión está cerrada a nuevas respuestas.
 Compartir

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.