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Tutoría de Rol - Abril 2022


Kamra Ashryver D.
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Tierra, vegetación y roca. Horas habían pasado desde su llegada a los Montes Urales, siendo esas las únicas cosas que la rodearon más allá de unos cuantos animales lo suficientemente valientes para quedarse a observar sus movimientos.  El color oro de los últimos rayos del sol lo bañaba todo, cada hoja parecía recubierta del metal precioso mientras lentamente el astro rey descendía en el firmamento, abriendo paso a la noche, su dominio personal. 

Kamra Ashryver levantó sus ojos de oro fundido para observar el entorno, su corazón palpitando en regocijo al verse en sintonía con el bosque por primera vez en un largo tiempo. Ella era una con la naturaleza, cada músculo y hueso le imploraban que diera rienda suelta a sus dones vampiricos, que corriera fuerte y rápido hasta abrazar la quemazón y el dolor en sus muslos. Sería tan sencillo hacerlo y no mirar atrás...pero esquivar sus obligaciones no era algo a lo que recurriera con frecuencia.

Ashryver conocía cada rincón de la región, perderse no era un problema y no era la razón por la cual llevaba un mapa en sus manos. Sus dedos largos y elegantes acariciaron el amarillento papel arrugado por llevarlo dentro del bolsillo de sus pantalones de cuero. Tenía el dedo índice sobre el punto marcado a la altura de los Urales Septentrionales. Justo a unos kilómetros de dónde se encontraba y oculta ante cualquiera que no la estuviera buscando a conciencia, una antigua fortaleza que albergaba los secretos de brujos largamente olvidados le esperaba. Kamra tenía un profundo respeto por el poder que dejaban tras de si los objetos de un hechicero poderoso, así como lo hacía la líder mortífaga. 

Aún había luz cuando la peliblanca desplazó el cuello de la chaqueta de cuero roja que la cubría a un lado para colocar la punta de su varita sobre el tatuaje mortifago. Estaba dispuesta a compartir la misión que su Líder le había encomendado...incluso si fuera únicamente para usarlos como moneda de cambio si las cosas iban muy, muy mal al husmear en secretos que no pedían ser desenterrados. 

Kamra sonrió mientras sentía la marca tenebrosa hacer su trabajo y girando su varita en círculos, esperó recostada sobre un árbol caído a que sus camaradas mortifagos hicieran acto de presencia.
 

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Hizo acto de presencia en cuanto se percató del llamado...el dolor es para el nigromante, un compañero inseparable, las heridas no son en la carne, son heridas mentales que llegan más profundamente y no se pueden curar tan sencillo...el joven mago debe diferenciar cada tipo de dolor que le atormenta a diferente intensidad o instante.

Salió del portal mágico donde una luz verde neón gira en círculo justo en el centro, una característica de los portales que el Ryvak Dracony conjuraba para transportarse al lugar donde debía ir, como ahora que una de las compañeras de bando le requería en esa locación en medio de la noche.

El ojimiel tiene relajado el cuerpo, después de su experiencia como un ente en espíritu fantasmal, ya no le atemoriza del mismo modo lo desconocido, más bien lo siente como una invitación a sentir en su interior, aquella punzante sensación que le asegura estar vivo...

 Comienza a ser una estación con un frío en menor intensidad, por eso el mago lleva una capa de viaje negra que se sujeta a su hombro izquierdo con un cinto, dejando su brazo derecho libre. Su traje café de saco largo, contrasta con su camisa dorada y un chaleco brocado a juego,  no lleva su máscara puesta, suponiendo que en está ocasión, no es necesario ocultar su rostro. 

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El calor de la chimenea llegó a ser tan intenso que me había dormido encima de uno de los libros oscuros de la biblioteca de la Mansión Potter Black. Sentía los susurros de la letras, deslizándose de forma amenazadora bajo mi mejilla, la que estaba apoyada sobre la página que aún no había leído. La Tía Sagitas me había prevenido sobre aquellos libros: Nunca bajar la guardia mientras estuvieran abiertos. Pero el calor, la falta de sueño y un almuerzo copioso o, tal vez, alguna magia protectora del volumen que tenía en las manos, habían producido el desliz de quedarme dormida.

Podría haber sido peor si la Marca no se hubiera revuelto en mi piel. Alguien me llamaba y levanté la cabeza justo a tiempo de ver unas fauces de tinta que intentaban morderme. Me alejé de la mesa con tal violencia que me puse de pie y la silla cayó al suelo con gran estrépito. El libro rugió con rabia por no haber triunfado en su ataque y, como si nada, se cerró.

Contemplé aquel tomo de piel cuarteada y de color de sangre seca. Creo que podría ser sangre; a mí me pareció sangre de las víctimas que se habría tomado desde su creación por algún malvado mago antiguo cuyo nombre no había trascendido.

Toqué mi marca salvadora, aquella serpiente que se retorcía por la boca y la cuenca de los ojos de la calavera. Alguien necesitaba mi ayuda, así que, sin tardar.. me puse una ropa fuerte para salir al exterior, oscura para pasar desapercibida y sin olvidar mi máscara, que oculté en un bolsillo disimulado en el interior de mi capa negra. Después pensé en la llamada y aparecí en un lugar inhóspito.

Anochecía, apenas había luz solar, que desapareció justo cuando llegue a aquel lugar desconocido. No sabía que hacía allá, tampoco conocía la zona, aunque mi poder como sacerdotisa oscura me permitió conocer un bosque de gran poder energético y muy oscuro en sus raíces. Lo que ocultaba era un misterio para mí y para los árboles que lo formaban.

Solo tenía algo claro, que allá estaba el primo Anthony junto a alguien conocida, aunque no recordaba su nombre; era mala para ello.

- Lamento llegar tarde. Un libro maldito intento impedir mi llegada. - me excusé con la verdad aunque... Sonaba a mentira.- ¿Esperamos a alguien más?

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- Bueno, eso fue rápido - la sonrisa de Kamra creció en su armonioso rostro mientras giraba sobre si misma para observar a los recién llegados. Los conocía, si...pero sabía mejor que nadie que para algunos sacar a relucir los lazos fuera del bando podría llegar a ser conflictivo. Por lo que se ahorró la información mientras los estudiaba sumidos en completa penumbra. 

Los ojos dorados de Kamra resplandecían en la noche como la mirada de un gran felino de la selva. No habría luz que iluminara sus pasos más allá de la luna, había escogido esa noche por esa exacta razón: no era luna llena, así que los lobos no saldrían a jugar y menos luz significaba menos ojos que pudieran verlos abrirse paso en la noche.

- Seremos solo nosotros así que déjenme ser clara con ustedes. Si están aquí, les urgirá saber que no estoy interesada en blandengues - la peliblanca observó desde el chico peliverde hacia la mujer, los detalles saltando a la vista como si fuera de día gracias a su vision vampirica,  acercándose a la última tanto que compartian el aire mientras estudiaba hasta el último cabello fuera de lugar, solo para luego retroceder unos pasos - Hay una gran probabilidad de que no sea bonito donde nos dirigimos, así que si no tienen agallas, ustedes y sus corazones de papel pueden regresar por dónde vinieron - un destello de dientes blancos y de repente el bosque se paralizó - tengan por seguro que si se quedan atrás, nadie volverá a buscarlos - no necesitaba añadir que ella misma no lo permitiría. Eran Mortifagos, y debían comportarse como tal. 

La naturaleza sentía qué tipo de predador buscaba refugio bajo las copas de los árboles, Kamra no era más que una fuerza de la naturaleza por derecho propio. Y así como pertenecía a la naturaleza, también podía sacar a relucir las partes de ella que no lo eran. Paseó sobre la superficie a la bestia y luego el bosque sintió seguro continuar con sus sonidos y movimiento, hasta que con una sonrisa engañosamente dulce terminó - ¿Y bien? ¿Cuento con ustedes? Hablen sin miedo, lo último que haría sería morderles.  

- No se si sabrán mi nombre, pero pueden llamarme Manon - aquel era un nombre con el que algunos mortifagos se sentían más familiarizados. "Kamra" era el obvio, pero además de Anthony dudaba que su compañera de bando pudiera asignarle un nombre - Presentense y comenzaré a contarles sobre la misión de esta noche. 

Con un movimiento de su varita, un grupo de luciérnagas comenzó a sobrevolar a su alrededor. Los destellos verdes y amarillos iluminaban el camino lo suficiente como para ver y que aquello no pareciera una procesión de hadas del bosque. Nop, ellos no eran Tinkerbell y sus amigos, eran malditos mortifagos con sus sucios propósitos oscuros...o algo así. 

- No muy lejos de aquí se encuentra una fortaleza que data del 800 d.C. He pasado el último mes buscándola y es de interés personal de Arya Macnair - no era necesario añadir quien era ella, así que sin más continuó su relato - la construcción está oculta ante cualquiera que no sepa de su existencia. Pensarán que es est****o, pero a veces si algo es un secreto bien guardado, está más seguro frente a las  narices de todos. 

Con un golpe de su antebrazo quebró las ramas bajas de un árbol que obstruia el paso - Es prudente decirles que aún nos queda un kilómetro por delante, y que el camino puede o no estar minado de trampas. Así que cuiden sus traseros y sus malditos pasos, que esto será toda una aventura. 

Sabía que los enviaba a meterse a un lugar del que sabían nada más que lo que la loca de su superior les contaba. Pero allí había otra prueba ¿Quién tendría las agallas de exigir más? Kamra sonrió a la noche, sospechando que pronto lo descubriría.

@ Xell Vladimir Potter Black  @ Anthony Ryvak Dracony

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Su primera intención, fue responder a la recién llegada, pero también sería bueno dar su justo lugar a Kamra, compañera en las actividades que suponen llevar las riendas de un país que a ambos les importa tanto...solo que factores externos que "escapan de las manos" del mago, hacen imposible que se mueva, hable y piense...fue como si el tiempo mismo le inmovilizará, su respirar fue lo único que se mantuvo normal...cuando al fin reacciono, notaba en el ambiente algo que no era muy  tranquilizador...aquel desconocido riesgo le hace desconfiar. 

Miro a un lado de reojo, aunque sus ojos miel no captaran lo que le rodeaba, el joven mago se sentía como si se encontrará en algún desfiladero amenazante por las laderas que seguramente se desprenderían en el momento menos esperado para sepultarle en vida...su Anillo emitía aquellos pulsos sobre su piel para alertarle del peligro inminente, ayudándole a mantener sus sentidos alertas y su mente abierta a esa verdad que le acompañaba desde el instante en que se integro al grupo: Su vida era pasar de un peligro a otro y la muerte es una sombra que le acosa deseando adueñarse de su existencia...nadie puede comprender como el ojimiel prefiere este estilo de vida, Ryvak no tiene interés de explicárselo a nadie.

La compañera peliblanca expuso vagamente lo que tiene planeado, para el mago nigromante, la propuesta era obvia y hasta cierto punto esperada como algo normal y por costumbre del bando oscuro ya que en el, los propósitos no eran simples caprichos o mediocres metas, el peliverde podía constatar que siempre les movía un objetivo ambicioso, lo que le agradaba bastante. -- Cuenta conmigo.-- Respondió a la pregunta formulada, sin extenderse más que lo esencial, no es de aquellos que den rodeos ni largas. (Al menos, eso siempre es lo que procura.)

Alzó una ceja al escuchar que debía presentarse...tomo aire para luego echarlo fuera, controla de esa manera su inquietud o sus ganas de "montar en cólera"...-- Ryvak, solo tengo unos meses en el bando, deseo aprender todo aquello que me ayude a ser un mago en toda la extensión de la palabra.--El joven saca de su bolsillo un par de guantes negros que se pone mientras la compañera hace uso de la palabra (Ryvak no le presta atención pues no tiene interés en saber más allá de su nombre).

Los diminutos animalitos luminicenses les indicaban el rumbo a seguir, Ryvak se pregunta si Kamra es quien realmente los controla...pueda que si. El peliverde siente despertar su curiosidad..."una fortaleza!...¿será con un puerta oculta en las rocas? ¿acaso a través de una cascada? hay sitios donde solo basta atravesar muros que la magia crea...me pregunto como accederemos a esa fortaleza..." sus pasos se hacen más largos al recobrar el ánimo de que le llena la nueva aventura. 

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  • 1 mes más tarde...

La penumbra profunda no es un inconveniente que moleste al ojimiel, se comporta con indiferencia mientras oculta para sí sus temores y hasta sus pensamientos que solo quedan en su mente... no suele compartir realmente, solo algo de compañía, tampoco es que requiera amigos, no ahora que se ha cerrado a crear lazos con los demás portadores de magia.

Ryvak recobró confianza cuando su vista empezó a acostumbrarse a la oscuridad, el órgano en que reside el tacto, cubre todo su cuerpo y le ayuda a "sentir" lo que hay a su alrededor, se siente a salvo debido a su animal interior, aquel ser marino que es el victimario, el depredador por instinto animal... sus labios delgados esbozan una leve sonrisa que apenas es perceptiva en aquella penumbra que evita ver con claridad. 

"¿Así que la fortaleza está aproximadamente a un kilómetro de aquí? Interesante... eso deja bastante trecho para toparse con desagradables encuentros... o desafortunados accidentes mortales..."- Pensó el peliverde que ya camina tras el grupo de luciérnagas que señalan el camino a seguir, sus botas pisan la hojarasca que cubre el suelo, ideal para cubrir alguna cavidad dispuesta con intención de retenerlos en el fondo profundo. Algo que aunque posible, no le quita la idea de seguir a los animalitos luminiscentes...

 @ Kamra Ashryver D.  @ Xell Vladimir Potter Black

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¿Alguna vez se imaginó que volvería a sentir esa adrenalina, nerviosismo y ansiedad? La respuesta era rápida y sencilla, no. Sin embargo, allí estaba a punto de volver al ruedo en cuestión de horas o minutos según le informará la líder del bando que los que la acompañarían en esa misión hubiesen sido elegidos o se presentarán como voluntarios. De esa manera, que en cuanto sintió como la marca tenebrosa que tenía tatuada en el antebrazo comenzó a arder ligeramente, supo que el momento de abandonar la comodidad de su residencia en la mansión Black Lestrange había llegado.

Con un medio giro desapareció envuelta en una voluta de humo negro, para segundos después reaparecer a las afueras de un conocido sitio; el Bosque Encantado. Aquella propiedad que pertenecía a Hogwarts había sido el escenario elegido por la rubia para llevar a cabo el encargo de Arya. Con pequeños pasos comenzó a caminar entre los árboles, permitiendo que la oscuridad se cerniera por completo para ocultar su figura y permitiera que nadie más que unas cuantas criaturas notarán su presencia.

Después de caminar por algunos kilómetros divisó la fogata que les indicaría a todos que habían llegado al punto de encuentro. Allí, se encontraban unos cuantos objetos mágicos que les serían de utilidad, si bien eran diversos no valía la pena de momento prestarles mucha atención puesto que ella no lo usaría sino sus compañeros de bando, así que esbozando una media sonrisa sacó de su túnica su varita mágica, aquella que durante años la había acompañado en batallas ganadas y perdidas, pero siempre a su lado.

―Es hora. ―soltó con una inspiración profunda, para después volver a colocar en su rostro aquella máscara de frialdad y despreocupación que durante años la habían caracterizado, a la par que tocaba con su arma mágica la marca tenebrosa de su antebrazo y hacer el llamado.

Solamente era cuestión de esperar s sus compañeros, los cuales tendrían que atravesar el bosque para reunirse con ella. Pero no sería tan fácil como lo fue para ella porque se encontrarían con un par de obstáculos, como podrían ser sencillos de vencer como un Bogart, una esfinge o algo incluso más complejo como enfrentarse a un par de criaturas mágicas listas para atacarlos hasta la muerte a menos que terminarán primero con ellas. ¿Qué les tocaría enfrentar? No lo sabían, todo dependía del camino que tomarán, era una elección a azar.

―Bienvenidos, los estaba esperando ―exclamó con tranquilidad en cuanto notó como iban llegando―. Espero no tuviesen problemas para llegar, ¿Saben por qué estamos aquí? ―finalizó con diversión, esperando la respuesta.

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Mientras descansaba de madrugada miraba a lo lejos el paisaje en el lado norte de la montaña ahí en lo alto dónde solo se sentía una leve presión en el estómago. Dió una vuelta en el saco de manera algo brusca e inmediatamente se interrumpió su paz. Debió coger aire para superar un sofoco temporal, como el de después de un fuerte esprint, y así continuar relajándose a la mañana siguiente. Metía todo dentro del saco junto a la botella de agua y las toallitas para que no se congelaran ya que fuera hacía -28 °C y eso era de esperarse. En dicho momento una presión en una de mis piernas se marcó sintiendo el llamado Mortifago.

Un tanto incómodo se levanta de un salto tomando a Cinthya en su mano y está se desplaza sobre su cuerpo en forma ascendente cambiando su vestimenta y cubriendo su rostro con su máscara que lo  caracteriza aquella de los jaguares, en ese preciso instante su cuerpo se desvanece dentro del humo oscuro que en su forma gaseosa desaparece de aquel lugar, pasado un par de segundos se materializa en los lindes del Bosque Encantado caminando en aquella dirección hacia su interior, sentía que ese lugar era su destino y sea como fuere debería perderse en esa oscuridad. 
Así caminó unos tantos kilómetros  entre la maleza y los espinos por un camino casi imperceptible cubierto de ramas y hojas viendo a los lejos una fogata, en ese mismo instante escucho a su espalda un sonido como si algo quebrarse en el suelo lo cual le hizo voltear para observar tratando de manera ágil de ocultarse en un intento fallido, la criatura estaba frente a frente con el vampiro.

- Hace mucho que criatura alguna no halla pasado por mis dominios, observo que tienes prisa como yo hambre, si le das un bocado de tu carne todo estaría a mano. - 

Meneaba la cola sin dejar de observarlo y le cerraba el paso avanzando hacia él de manera amenazadora cuan fiera su presa . 
Kártajan  endureció la coraza de su piel sacando garras de sus extremidades y dejandolo en sus palabras un mensaje guiado de sus filosos colmillos.

- No es momento de andar con rodeos, ni con acertijos. Necesito pasar y ni tu ni nada me impedirá mi cometido. Sería recomendable para ti que te hagas a un lado y no me vengas con juegos ni de tus gracias... Pero si quieres servirte, venga!(?), que no me opongo. -

La criatura se avanzó hacía el mago de un salto, tratando de quedar sobre él y clavar sus fauces sobre el mago. 
Este usando su agilidad y fuerza sobrenatural dejó de un golpe certero en el rostro incrustados a la esfinge en el suelo dejando un camino de tierra y polvo tras romper la base un par de gruesos pinos.

El Walpurgis se reincorporó de su golpe quedando de pie nuevamente arreglando sus ropas para continuar con su recorrido, luego de mirar por el rabillo del ojo que la criatura había quedado fuera de combate.
Pasó poco tiempo hasta llegar caminando hasta aquella fogata en dónde le esperaban.

- ¿ Espero no me hallan esperando mucho tiempo? Tuve un pequeño contratiempo. Disculpen... -

El Mortifago se acomodó en un lugar donde atento guardaría de pie compostura mirando a la tutora y compañera. 

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Día anterior. 10:00 am. 

El silencio sepulcral reinaba en el Ático Munter. Había llegado hacia más de un mes pero todavía no recibía noticias de los pocos familiares que le quedaban. Estaba segura que seguían vivos, las condiciones no las sabía, pero los Munter siempre se las arreglaban para sobrevivir, al fin y al cabo era a lo que estaban acostumbrados. Pese a la hora, no tenía intenciones de levantarse de la cama, ni de comer, la pesadez de su cuerpo era mayor que la de otras ocasiones. ¿Estaría perdiendo la práctica? ¿Desde cuando lidiar con magia oscura suponía una perdida tan grande de energía? Y eso que apenas había preparado dos pociones, que de lejos no eran las más peligrosas que hubiesen pasado por sus manos. Suspiró, sentía acidez en el estómago, producto de los gases desprendidos por el filtro de los muertos. 

El día no parecía muy diferente de los anteriores, todo pintaba ser como la misma rutina desde que volvió, la cual consistía en tomar siestas hasta bien tarde, de vez en cuando darse una ducha, pasar la mayor parte del tiempo en el invernadero, experimentar un poco, salir de cacería, regresar para seguir leyendo los mismos libros de siempre que se amontonaban en polvo y cerrar el día con algo de licor hasta caer profundamente dormida. Eso sucedía todos los días, en ese mismo orden y sin ninguna alteración. Aquella rutina la hacía sentir en control y el control era algo que a Tauro le gustaba tener, de esta manera evitaba sorpresas desagradables e inclusive la ayudaba a prepararse para lo peor, pero ese día lo impensable y poco probable sucedió. 

 

Hoy. Alguna hora cualquiera.

La bruja ya no era un miembro activo de las filas Mortífagas hacia varios años ya, su paso por el bando contrario había sido además de corto bastante insignificante. Sin embargo, sus ideales a pesar de haber tomado una dirección más para beneficio personal, seguían teniendo gran afinidad con los Magos Oscuros, tanto era así que no tuvo que hacer mucho esfuerzo para volver a unirse y portar la máscara (aunque de manera simbólica). El tatuaje de su antebrazo que ahora no le importaba ocultar, volvió a arder después de lo que parecía una década, por lo que resultó imposible que este evento pasara desapercibido. 

Esa familiar sensación la hizo sentir... viva, o más bien, rutinaria. Esbozó una pequeña sonrisa que provocó que varios músculos de su cara volvieran a estirarse o siquiera ser conscientes de su existencia. Por experiencia creía saber diferenciar entre los diferentes tipos de llamados. Por ejemplo, cuando se trataba de una batalla solía sentir euforia o excitación, cuando se trataba de una junta directiva (muchas de las cuales ella dirigió) la emoción era reemplazada por obediencia y así con cada escenario y en esta situación en particular, sentía interés, curiosidad y peligro, tres ingredientes que le encantaban. Sin darle más largas al asunto, agarró su capa de viaje y siguió el llamado, dejando como único rastro el solo humo negro que no tardó en inundar la habitación. 

Reapareció a las afueras de El Bosque Encantado, un lugar conocido más no muy visitado de su parte. Si algo había aprendido en sus tantos viajes, es que al Bosque se le respeta y se le debía tratar como a un ser divino, ya que de el emanaba la mayor cantidad de energía que da vida a los seres vivos de la naturaleza. Más allá del respeto, ella sentía una profunda conexión con lo que atribuía eran sus raíces, sus ancestros. Así mismo, era consciente que el Bosque guardaba tantas sorpresas como peligros, pues todo lo que allí habita tiene la libertad absoluta para desatar su verdadera naturaleza. 

El Bosque parecía demasiado tranquilo y ya de primera eso era una mala señal. No tuvo que recorrer mucha distancia cuando la primera criatura albergada por ese mágico lugar hizo su aparición. Se trataba de una Mantícora, peligrosamente llamativa, deseada, buscada y temida. Pese a que ya de por sí su aspecto era suficiente para imponer respeto y mandar señales fuertes de advertencia, su aguijón era lo más letal, el cual contenía un poderoso veneno por el cual valía la pena arriesgar la vida con tal de obtener un poco de el. 

--No es mi intención importunarle --intervino por primera vez --Si me lo permite solo quiero atravesar hacia allí, donde viene el humo de la fogata --, explicó. Sabía que no iba a ser tan fácil, que la Manticora le importaba poco sus deseos, ella simplemente se había aparecido en su camino y era un estorbo.

--Entiendo --. Si bien la criatura no había dicho una palabra, era capaz de entenderle perfectamente. --Hagamos esto... Si me dejas pasar, prometo traerte algo de tu interés y si no te satisface, yo misma será tu comida de hoy. Tengo buen sabor, no te dejes llevar por mi apariencia física, soy más que huesos, te lo aseguro --. Lo cierto es que la bruja lucía bastante baja de peso en comparación a la última vez que se le vio en público --¿Y si vienes conmigo? Digo, puedes permanecer cerca, así te aseguras de que no voy a escapar. Tú y yo sabemos que tengo pocas posibilidades contra ti --mintió para mantener esa imagen sumisa. Puede que la Mantícora haya estado muy aburrida o solo quisiera jugar con su presa, pero terminó accediendo y le dejó bien claro que la estaría observando todo el tiempo aunque la bruja no fuera capaz de verla --Me parece más que justo --. Habiendo cerrado el trato, siguió su camino hacia la fogata donde ya aguardaban dos personas. 

--Buenas --saludó a los presentes --Y no, no ha sido problema alguno el llegar, pero para serte sincera, no estoy segura del por qué se nos ha citado aquí.

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  • 3 semanas más tarde...

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Caminaba con el ritmo de alguien que no parecía en lo más mínimo presionado por llegar rápidamente a pesar de la premura con la que se le había convocado. Kamra llevaba la máscara mortífaga que la identificaba como Manon dentro de las filas del bando tenebroso, aunque no tuviera la intención de conservarla por mucho tiempo. No era adepta a mantenerse detrás de ella cuando se trataba de sus congéneres, pero resultaba útil cuando debía trasladarse de un lugar a otro con deseos de no ser vista.

El bosque prohibido podía erizarle la piel a cualquiera, pero la peliblanca había pasado días y noches en lugares tan oscuros e intimidantes como aquel innumerables veces en toda su existencia inmortal, aprendiendo de el e inesperadamente encontrandolo como el tipo de lugares que más apreciaba, al contrario de las multitudes y las grandes ciudades hechas de plástico. 

Las luces doradas y naranjas de la fogata montada en el claro bañaron su silueta cuando irrumpió en el. En contraste con la oscuridad devoradora de la noche y gracias a la ausencia de la luna, sus ojos dorados se veían más como los de un felino salvaje listo para su cacería nocturna, el color intensificado por la luz de la fogata. 

Ashryver observó del hombre a la mujer allí presentes antes de desaparecer su máscara con un solo movimiento de su varita.

Es una hermosa noche ¿No lo creen? - Asintió hacía Mia, parada a no mas de dos metros de ella, dandole la señal de que se le permitía ocuparse de sus asuntos pendientes, razón por la cual le habían pedido acudir y liderar la misión aquella noche - Mi nombre es Kamra Ashryver, yo los acompañaré esta noche ¿Ni idea de porqué están aquí? Sonrió girando la varita con una de sus manos mientras con pasos elegantes rodeaba la fogata hasta quedar frente a ambos mortifagos.

A nuestra líder le interesa recuperar algunos objetos dispersos por los terrenos de este bosque ¿Qué son? ¿Cómo se ven? Ni yo lo sé, pero créanme que sabrán lo que son al verlos - aquellos objetos poseían una fuerza de atracción inmensa, que funcionaba llamando la oscuridad dentro de quienes estuvieran cerca, con el único propósito de hacer caer a quienes los desearan en un espiral dentro de sus recuerdos, aquellos que sentaban las bases de la personalidad de la persona que lo sostuviera ¿Serían recuerdos placenteros? Lo dudaba...ya que los momentos que formaban el carácter de una persona muchas veces no eran placenteros. 

Por supuesto, tendrán que tener cuidado al manipularlos, así como para transitar por aquí sin despertar a alguna criatura que esté fuera para conseguir un bocadillo nocturno. No os preocupeis, no vine a estar de ociosa, los seguiré de cerca bajo las órdenes de Macnair. 

Parte de tener a cargo el bando mortifago, era ver quiénes continuaban teniendo madera de mago tenebroso ¿Para que los querían, si se acobardaban en el momento más necesario? Si era por ella, los dejaría a su suerte y volvería en la mañana para ver quién de ellos continuaba en una pieza. 

Kamra levantó sus cejas y les hizo señas con las manos para que comenzaran la misión, un poco demasiado anhelante por ver qué cosas ocultas de ambos se revelarían esa noche. 

@ Tauro M.  @ Eterno Black Triviani

Editado por Kamra Ashryver D.

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