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Minerales elementales


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Darla Potter Black – Finalista - Vulkos - cedido por Kimberly Black

Había pasado algún tiempo ya y seguían sin tener noticias del Despard, Kimberly se movía en las sombras,  intentando dar con el mago o bruja que estaba bloqueando el acceso a Stonehenge. La verdad es que la gente no se acercara a los portales descubiertos y a través de ellos a los nuevos planetas, cuya ubicación exacta era aún relativamente misteriosa. Junto a la esfera consultaba pilas de objetos bañados en Polen de lirios de Fuego, no había podido localizar nada nuevo ni un ser concreto en el Mapa del Merodeador. El Aletiómetro le dio una respuesta ambigua sobre el tipo de material de que se trataba, hablaba del pasado y la propia tierra u hogar, en un punto que quedaba fuera del tiempo y el espacio, entonces no era claro del origen y tiempo en que había sido creada la esfera.

Por más que había acercado a uno de sus Cangrejos de Fuego la criatura pareció tan a gusto como antes había estado Saprina, su Hocicorto Sueca. Así que de nuevo volvió a compararlo con objetos para ver si éstos se afectaban o eran similares, pero por poco quema la Recordadora, por la escasez del polen y porque no era el mismo tipo de material ni mineral o gas que en su interior, casi le pasa como a su ropa cuando aplicó sobre ella el Duro. Averiguar el peso con la Balanza fue una odisea, ni menos pensar en echarle en el caldero, por poco lo derrite. Lo que sí le resultó útil para el análisis detallado de la esfera y su interior fueron los Anteojos Alfas, aunque Darla no terminaba de comprender cómo era posible que lo que había en su interior pareciera fuego pero a su vez se sentía como si tuviera la emoción de las criaturas, como si fuera un Ave de Trueno o un Gales verde común y a su vez tenía la fluidez de un Fluído Explosivo mezclado con una Poción Herbovitalizante y el Elixir de la Vida.

—Deberías descansar —sonó una voz a sus espaldas y Darla sonrió.

Estoy bien Tommy, los vampiros no nos cansamos pero no por estudiar objetos extraterrestes —el sonido del gruñido de su elfo le hizo aumentar la sonrisa mientras se volvía.

—¿Le pusiste polen a tus ropas? —consultó la pelirroja y el elfo volvió a gruñir.

—Sí, y hasta los morphos que la transforman en piel de dragón y si pudiera hasta un aquamenti pero apuesto que si utilizamos un incendio junto a esta esfera se lo come —el elfo parecía más cansado que ella de hecho pero los ojos de Darla brillaron ante su comentario.

—Que buena idea… incendio —dijo apuntando su varita hacia la esfera y efectivamente como el elfo había “predicho” la esfera hizo duplicar el efecto del hechizo y consumió la llamarada, aumentando dentro de ella el brillo de las llamas en su interior.

—Trae todas las criaturas, objetos y pociones relacionadas con el fuego, creo que si alimentamos a esta pequeña nos dará más de lo que esperábamos —dijo con euforia la pelirroja y a sus espaldas su elfo lanzó un nuevo bufido.

—¿Es en serio? —se notaba el tono de incredulidad y molestia de Tommy.

—Claro que sí, fue tu idea después de todo —dijo la vampiresa, sintiendo una gran emoción en su interior —no solo utilizaremos los objetos, hechizos y pociones antifuegos, sino que le daremos lo que le gusta —Darla sonrió mientras invocaba una vez más la Espada del Invierno y la giraba en sus manos —vamos a medir resistencia, repulsión y atracción —dijo mientras su elfo se retiraba a buscar lo que le pedía mascullando que su ama había enloquecido una vez más.

Darla había olvidado por completo a los que se decía estaban buscando a los poseedores de las esferas, a Kimberly, sumergida en la investigación de quién estaba tras las trabas e investigaciones ilegales y por un segundo hasta olvidó que había quedado en compartir la información de las esferas con Sean, tan entusiasmada como se sentía ante los pequeños descubrimientos que había ido realizando en relación a ella.

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Anthony Ryvak Dracony - Finalista - Mineral Éter del Planeta Eteria

Ryvak le molesta reconocer que se comporta como un paranoico de solo imaginar que pudiese perder la esfera traslúcida del mineral éter... para este momento, vuelve a disminuir el tamaño de la esfera y la guarda en su bolsillo junto con la gema de desaparición. Al menos el reciente descanso le ha ayudado a recuperar energía para continuar con el detallado del dibujo realizado como de la investigación del extraño mineral.

Parece que tiene un bloqueo, pero no lo considera un obstáculo sino la oportunidad de ampliar su saber tomando una nueva línea de estudio. A su parecer puede serle útil lo que averiguó en la "Cámara de los Sueños" es verdad que ya no tiene acceso a esa cámara, ni a los recuerdos completos que tenía (Es sabido que a los Funcionarios de aquel especial Departamento, se les "borra los recuerdos" para mantener el secreto confidencial de todo estudio e investigación del mismo). Pero él conserva algo que no le confiscaron, su cuaderno de notas.

El ojimiel se distinguió por el orden que mantenía en su trabajo y en ese cuaderno llegó a escribir algunas notas, por lo que rebusco en una de las cajas de pertenencias de esa época laboral hasta que hallo el objeto en cuestión. Hasta tuvo que aplicarle el hechizo correspondiente para que recobrará su tamaño original. Muchas de las anotaciones no tienen sentido, algunas páginas tienen el texto borroso, otros párrafos están tachados con manchas de tinta... a saber porque pues no recordaba haberlo hecho él... hojeando la libreta, estaba perdiendo la esperanza de hallar algo útil... hasta que en una de las páginas hay un párrafo aislado sobre los sueños:

"Los sueños, imágenes caprichosas que se mezclan con los recuerdos del soñador, alborotan la memoria, los sueños no pueden ser controlados, dependen de si mismos, aunque se alimentan del individuo que los evoca, en los sueños todo es posible porque no están sujetos a la razón, se puede volar, amar lo odiado, morir, volver al pasado o dar un vistazo al "futuro", de los sueños se puede aprender , se puede llegar a olvidarlos, pero lo que  nunca se debe hacer es depender de ellos,  porque los sueños no respetan el sentido común o la razón."

"Las pesadillas son sueños perturbadores relacionados con sentimientos negativos como ansiedad o miedo, por lo general tienen su origen en experiencias individuales que pueden producir fuertes sensaciones de terror o ansiedad, entre otras sensaciones menos preocupantes o significativas, al igual que los sueños, no es saludable si son recurrentes en demasía, el inconsciente emerge al estado de sueño y se es incapaz de reprimir su contenido y los estragos que causan".

Ryvak vuelve a leer los párrafos y los asocia a la experiencia que tuvo en el planeta Eteria... tanto sus sueños,  como sus pesadillas y los recuerdos, fueron tan vividos que le afectaron bastante. También pudo percatarse que su estado de ánimo afectaba en su apreciación de los sitios que exploro  en aquel planeta... tras ver la imagen etérea de Danny, su alegría le ayudaba a disfrutar de la belleza de todas aquellas flores, plantas, árboles, animales terrestres y acuáticos... en su forma etérea, fantasmal, en conjunto con las corpóreas conocidas y aquellas que son de origen de la misma fantasía e imaginación... 

No tiene la intención de ser arrastrado por la obsesión, sino de comprender como la esfera ayudaba a ir develando sobre aquellos individuos en el tiempo anterior al que pertenecían las esferas, está convencido  que diferentes magos y brujas obtuvieron en sus visitas a los planetas algunas de ellas y que por ahora se desconocía su ubicación. Dracony sigue intrigado con las imágenes que la esfera le ha mostrado... quizás como evaluando su reacción. Para el joven mago es una revelación que aquel mineral le conozca más de lo que él mismo sabe... el diseño de su vida diaria se entreteje con un poco de fantasía particularmente creativa e intuitiva, adaptable a todas las situaciones nuevas. 

Anthony suele ser influenciable por las cosas más extrañas, por esa razón no le extraña que la esfera le deje ver aquellas imágenes de personas en pasajes de su historia de vida, no sabe si puede influenciar para que la esfera le muestre sobre personas que conoce o de aquellas de su tiempo, así que experimenta para ver si logra el control sobre lo que muestra la esfera...

Esa labor es agotadora, así que la suspende y saca el dibujo de la mitad de la caracola de mar, en cada esquina hace más grandes los símbolos que eligió para representar: el sueño, la pesadilla y la fantasía además del símbolo del éter. 

En la esquina superior derecha, una estrella, ya que su fantasía es encontrarse con su madre como si estuviera viva... en la esquina inferior derecha, un huevo de dragón, porque su sueño es entenderse sin problemas con esa criatura mágica, en la esquina inferior izquierda, una guadaña, puesto que el demonio Asolador, es el ente que personifica su más temible pesadilla y en la esquina superior izquierda, el símbolo del éter.

Termina de completarlos y siente que tiene una conexión con la esfera que llama su atención para mostrar le otros rostros y otra historia... 

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Eric entraba y salía de la oficina sin parar. Quería disimular sus nervios, pero era más que evidente que lo estaba. No había pasado ni una hora y ya se había recorrido medio Ministerio de Magia tratando de buscar un equipo de rastreadores en quienes poder confiar y lo suficientemente discretos para poder llevar a cabo nuestra investigación... Particular. No cogía el teléfono y tampoco lo usaba para entrar en contacto. Se servía de memos invisibles o muy pequeños, confidenciales. No parecía estar muy contento con las respuestas que recibía.

Me levanté de mi escritorio, pues la silla me ardía ya de estar tanto tiempo allí parado, pensando y planificando rutas y señalando posibles ubicaciones. Salí del despacho y me acerqué a la mesa del apurado secretario. En cuanto me vio, rompió uno de los memos que había recibido y lo tiró a la basura, asegurándose de quemarlo con un movimiento de varita. Alcé una ceja, un gesto más que suficiente para que se acercara a mí, sostribándose sobre el escritorio, y comenzara a susurrarme:

No podemos contar con ningún rastreador del Ministerio, todos mantienen vínculos con el Departamento de Seguridad, es imposible que les pidamos plena confidencialidad. —Sus ojos ambarinos destelleaban hasta el punto de parecer fuego y su voz salía crispada, forzando el susurro hasta el punto de que pude sentir cómo se resentían sus cuerdas vocales—. Sin embargo —bajó el tono y pareció relajar la voz—, acabo de recibir un memo con información importante. Un contacto del Departamento de Misterios conoce a un equipo de rastreadores externos con los que... Bueno, a veces colaboran. Nos ofrece darnos indicaciones para reunirnos con ellos, pero...

— Eric, sin rodeos, ¿qué nos pide a cambio?

Entrar en el equipo que vaya a explorar los mundos detrás de los monolitos.

Puse los ojos en blanco. Comprendía que, para un Inefable, aquello era una oportunidad de oro. No quise preguntarle a Eric sobre la identidad del contacto, sabía que no podía dármela debido a la propia confidencialidad que protegía los datos de todos los empleados de aquel departamento, así que simplemente asentí. No podíamos negarnos a la única ayuda de la que disponíamos, y debatir sobre quienes formarían aquel equipo era un problema del futuro.

— Pídele la información, voy a preparar todo para reunirnos con ellos.

No pudimos casi ni movernos. El ministerio entero tembló. Agudicé el oído pero no pude distinguir el origen de aquello. ¿Habría sido el atrio? ¿Más declaraciones de guerra sobre dragones? ¿O había sido un terremoto? El secretario y yo nos miramos, desconcertados. El temblor persisitió unos minutos. Las paredes se resquebrajaron y aparecieron varias fisuras en el marmol del suelo. Procedía de las plantas inferiores, eso seguro. De pronto, paró.

— Aprovecha el caos, ve a hablar con tu contacto. Yo voy a ver qué ha ocurrido; quizá esto nos de un tiempo muy valioso. ¡Corre!

Cerré a cal y canto con varias protecciones mi despacho y la oficina y bajé apresurado las escaleras, revisando en cada planta los efectos de aquella sacudida. Me alivió comprobar que el origen no estaba en el Departamento de Accidentes; eran más que conocidos, algunos de ellos de primera mano, los desastres que este departamento había causado alguna vez. No fue hasta que llegué a la segunda planta que vi un boquete en el suelo, que entendí de dónde procedía el núcleo de aquel desastre: las oficinas del Ministro y el Personal de Apoyo.

¿Qué ocurre, señor Wild? —me preguntó un Auror que corría también hacia los ascensores del segundo piso.

— Estoy tan sorprendido como tú, Hawkings. —Ambos nos acercamos al gran boquete que había en un lateral de su departamento. Me asomé, tratando de dispersar el polvo que todavía flotaba por toda la zona—. Parece un despacho, ¿sabes el de quién es?

Hawkings negó. Regresamos a la zona de las escaleras y los ascensores y emprendimos la marcha hacia allí. El primer piso era una nube de polvo y el origen de todo aquel desastre, el susodicho despacho, parecía haber sido zarandeado desde su centro. La puerta había salido volando hacia el pasillo y todos los muebles estaban contra las paredes, resquebrajadas. En el centro, tanto en el techo como en el suelo, se habían formado dos agujeros imperfectos. Era como si un huracán se hubiera desatado en aquella sala... «Un huracán», pensé, abriendo mucho los ojos.

Mael Blackfyre —dijo el Auror.

— ¿Cómo? —Tardé en salir del aturdimiento y mis pensamientos.

Es su despacho, el de Mael Blackfyre —repitió.

Mael Blakfyre. Su despacho. Mael Blackfyre. Indicios de un viento huracanado. Y el único mundo que yo había visitado con la payasa y del que casi no salíamos vivos, había sido una gran bola de gases nocivos, tormentas y vientos huracanados. Aquello no podía ser coincidencia. Ya tenía al segundo sospechoso de poseer una de aquellas esferas.

Menuda ha liado el señorito Director de Educación Mágica —comentó Hawkings, revisando todos los daños desde el hueco de la puerta.

— Sí... Menuda.

Enseguida comenzó a venir más y más personal de otros departamentos a ver qué había ocurrido, informar a quienes debían ocuparse de tal desastre y atender a los afectados y posibles heridos del departamento. Aproveché el mogollón para escaquearme y regresar corriendo a la quinta planta. En cuanto llegué, Eric me estaba esperando en la puerta cerrada de la oficina.

Lo tengo, ¿qué ha pasado?

— Un huracán en un despacho —contesté, mirando a mi secretario con cara de circunstancias—. Creo que tenemos un sospechoso. ¿Cuándo hemos quedado con ellos?

En media hora.

— Perfecto, vamos. No hay tiempo que perder.

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✤ Viajero de la noche ✤

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Goderic Slithering — Finalista — Eteria

Vuelve a leer sus últimas anotaciones pero, como siempre le sucede cuando es interrumpido, no recuerda lo que deseaba escribir. Sin embargo, no se preocupa ni molesta demasiado porque sabe que eventualmente lo recordará; podía ser en unos minutos o en días después cuando su mente diera un giro completo a cualquier suceso aleatorio que presenciara. Mira a la esfera del mineral que se encontraba detenida como si estuviera recuperando energía luego de haberse cansado por su esfuerzo infructífero por huir.

Vuelve a tomar su pluma para escribir su hallazgo -de que al parecer el mineral puede cansarse- cuando, nuevamente, es interrumpido. Por momentos así, es que agradece utilizar una pluma simple y no una vuelapluma pues, de lo contrario, su improperio, que lanza por el susto, quedaría anotado en la libreta junto al resto de su texto investigativo.

— No, no te puedo decir qué está pasando.

Claramente, era un mago poderoso e influyente pero no había alcanzado la omnisciencia como para poder simplemente responder una pregunta tan ambigua como la que había lanzado. “¿Qué se supone que está pasando?” sería una respuesta adecuada para darle, pero prefiere ignorar su primera pregunta y enfocarse en la segunda que lanza en sucesión.

— Y no, no estuve en Ravenrock, y antes que preguntes, tampoco Fabian o Lily. Fabian se encuentra en la isla cercana conociendo a brujos locales porque está interesado en sus poderes, cultura y esas cosas. Y Lily anda hace unas horas en un concierto de “Los brujos de Hogsmeade”, no sé qué le encuentra a la banda pero ps... no podía decirle que no ¿has escuchado “Mi amor es como Honeydukes”? qué canción más... ¿cursi?

Hace unos meses, su hija no paraba de cantar canciones de la banda y ya lo tenía bastante cansado al respecto aunque no lo hacía notar. Solo esperaba que luego de escucharlos en directo, fuera suficiente como para calmar su intensidad por unos días aunque realmente lo dudaba.

— En fin... ¿Qué pasó en Ravenrock? ¿por eso viniste?

Supone que es Emily quien prende la radio que se encuentra en la mesa que se había sentado, aunque no sabe si lo había hecho a propósito o sin querer. Sin embargo, las palabras que escucha en la radio lo sorprenden y preocupan, alejando su mente de la investigación incluso sin notar la reacción que estaba teniendo el mineral traído por Emily en el monedero ni tampoco en su propio mineral que parecía haberse recargado.

» Repetimos a la comunidad mágica, un grupo de violentistas no mágicos se han acercado a las cercanías de Stonehenge y han lanzado ataques con, lo que ellos llaman, armas de fuego.

» Según testigos, los atacantes han lanzado proclamaciones y gritos justificando el ataque por el peligro que supone para la humanidad el antiguo monumento. El ataque ha sido menor y, al parecer, ya se encuentra controlado por la autoridad que se encontraba en el lugar. Sin embargo, no se descarta un segundo ataque con mayor intensidad, por lo que se sugiere a los radioescuchas armarse de paciencia y no acercarse al lugar solo por seguridad.

Goderic no sabía cómo actuar. Siendo sincero consigo mismo, estaba de acuerdo con el grupo de no magos y él si tenía más motivos para justificar ese temor. Nadie sabía si mantener activo el monumento podría alertar a los Elevados, ni si podría llevar a un caos mayor al actual. Además, dudaba que los planetas fueran realmente habitables, por lo que ni siquiera podrían servir como respaldo en caso de destrucción de la Tierra.   

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Ludwig Malfoy – Finalista – Vulkos – Prestado por Mordred Deschain

San Mungo

Para Ludwig era prioridad analizar aquel objeto a como diera costa, no lo había podido ver con detenimiento por respeto al chico que aún no se identificaba, pero ahora que el niño había accedido a prestarle el mineral se sentía con mucha más libertad para poder hacer las pruebas necesarias. Lo tomó entre sus dedos y pudo ver como la roca de color rojo comenzaba a sangrar manchando su mano totalmente de rojo, Ludwig quería analizar dicha sangre, saber cuáles eran sus características y poder correr algunas pruebas de laboratorio, era claro que en San Mungo no podrían realizarlas así que decidió que era momento de dar de alta a su paciente.

-Tenemos que irnos – dijo Ludwig a Mordred – aquí es un gran riesgo analizar éste objeto, vi en el profeta que la UNESCO está realizando todas las investigaciones pertinentes para dar con todos los minerales encontrados así que es cuestión de tiempo para que quieran entrevistarnos, yo encontré un par de minerales junto con mi pareja pero parece ser que no tienen el mismo brillo que tu roca, en cuanto llegamos a la tierra su luz se desvaneció.

Mordred no tenía nada que perder, había esperado éstos momentos durante mucho tiempo, un lugar para estar a solas con Ludwig y poder atacarlo desprevenido, todas las piezas del juego estaban cayendo tal y como lo había planeado así que accedió sonriendo, le dio la mano al Malfoy como un niño inocente y dijo – adelante, vamos, espero con eso podamos revivir a mis padres y salvar a tu pareja – acto seguido ambos desaparecieron rumbo al laboratorio de fabricación de Ludwig Malfoy.

Al llegar el lugar estaba lleno de polvo, sin duda alguna hacía mucho tiempo que no se paraba alguien ahí, tal parecía que desde su creación a Ludwig simplemente se le había olvidado que dicho lugar existía y fue precisamente en ese momento que recordó que tenía un lugar especial para poder trabajar en privado. En una mesa de acero inoxidable se colocaban recipientes y microscopios mientras que en las paredes había una gran cantidad de frascos con materiales extraños para todo tipo de experimentos. Sería la primera vez que utilizarían aquel espacio y Ludwig estaba muy emocionado. Sacó el objeto sangrante y lo colocó en la mesa y pudo observar que había una gran cantidad de símbolos escritos en otro idioma, lamentablemente para el chico no tenía el conocimiento de runas antiguas por lo que había una oportunidad no aprovechada pero eso no hizo que se sintiera desanimado, sacó su grimorio de Hufflepuff y comenzó a hojearlo.

En aquel libro había un apartado para descifrar mensajes ocultos o escritos en otro idioma por lo que con calma empezó a revisar cada jeroglífico, tomó una pluma y un pergamino y anotó cada uno de los símbolos para después tratar de compararlos con los que había en el grimorio. Le costó un poco de tiempo obtener un alfabeto de aquella extraña lengua para finalmente descifrar el siguiente mensaje: “La sangre de siete vertida y tomada de forma violenta será necesaria para activar ésta piedra”.   

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Mica Burke — Finalista — Plaeria

- Castillo Burke, luego terrenos de la Mansión Gryffindor- 

De regreso con aquellas dos esferas en su poder, se sintió vacía, muy extraña. Era como si el viajar de un sitio a otro con Mael, pese a su modo de tratarla y todo, le diese un estímulo que ya no estaba. Algo acababa de apagarse en ella. ¿Por qué dependía tanto de su cercanía luego de todo el daño que le había hecho? Era ridículo pensarlo y, al mismo tiempo, parecía por completo lógico.

Había vuelto a su castillo tras la incursión por los planetas, dispuesta a volver a afrontar el profundo silencio y la soledad que allí le aguardaban. En su haber, el mineral de Vulkos parecía hecho de fuego y el de Plaeria demostraba por momentos colores inimaginables. Eran su “trofeo” por haberse animado, por seguir al muchacho con el afán de protegerlo. Sabía que había hablado de más, que se había sentido por demás sentimental.

Los había puesto en su despacho, ambos exhibidos como recuerdo de su atrevimiento. Quería recordarse, de algún modo, que podía ser valiente y seguir adelante pese a todos los sucesos que en su vida podrían haberla frenado. ¿Realmente era así? ¡Tonterías! Sabía que de no ser por Mael nunca habría salido del local en que se había confinado, con el único motivo que dejarse morir de tristeza allí. ¿Estaba siendo justa con él? ¿Estaba siendo justa con ella misma?

Creyó escuchar algo. Se incorporó en su escritorio, a la espera de ver entrar a alguno de los elfos, o ¿visitas? Dudaba tenerlas ¿quién podría visitarla tras todo lo ocurrido? Su reciente separación de la Orden del Fénix apenas estaba siendo noticia entre los integrantes del bando, pero estaba más que segura del repudio que generaría entre sus filas. Ella no juzgaba, pecaba muchas veces de dar demasiadas oportunidades a la gente, sabía que con muchos de ellos lo había hecho. Sin embargo ¿dónde estarían sus “oportunidades”? De explicarse, de dar sus puntos de vista sobre los sucesos… no. No todo el mundo actuaría de igual modo.

Murmullos. Estaba segura esta vez de oírlos. ¿Estaba volviéndose loca? Caminó hacia la repisa en que había colocado los minerales y los tomó. Primero Vulkos. La temperatura de la esfera era notoria, pero no quemaba. Volvió a oír el cuchicheo, esta vez segura de que provenía del Mineral proveniente de Plaeria. Lo tomó y lo acercó a su oído, intentó escuchar lo que quería decirle. Momento ¿qué? ¿De verdad estaba intentando escuchar un mensaje proveniente de aquel objeto?

Negó lentamente con la cabeza. Estaba, definitivamente, volviéndose loca. Recordó aquella época en que ella era solo una voz en la mente de Agatha y cómo luego la situación se revirtió y fue ella quien pasó a escucharla, mientras aún compartían cuerpo. Los murmullos continuaban. Intentó interpretarlos, evaluando todos los idiomas que reconocía.

-Sonorus- pronunció, apuntando aquella esfera, intentando hacer el sonido más alto, más reconocible. Pero no.

El susurro parecía ahora no poner fin, teniendo por fin quien se dispusiese a escucharlo.

-¡Mael! -se dijo, sabía que con él habían sido los únicos en llegar al núcleo de aquel complejo planeta, así que solo los dos tenían el dichoso mineral de dicha procedencia.

“¿Estás buscando una excusa para verlo?” Se preguntó. Notó que sus mejillas se enrojecían al instante. “Tonterías” se dijo a sí misma. En su ventana algo llamó su atención ¿Truenos? ¿Una tormenta? Estaba segura de que previamente el cielo estaba despejado ¿cuándo había cambiado así? Desde su ventana pareció percibir que todo Ottery parecía envuelto en una tormenta, pero la misma se acentuaba en los terrenos de… ¿La Gryffindor? ¿Podía ser cierto?

No había más que pensar, tomó su escoba, había sido buena determinación poner una en cada habitación de la casa, y, tras abrir el ventanal, despegó y atravesó las lluvias gracias a su maestría. Podría haber aparecido directamente, pero prefería sobrevolar la zona para saber con qué podría encontrarse. Aterrizó en la entrada, era evidente que todo estaba mal allí. Atravesó las rejas y corrió hacia donde todo parecía estar aún peor.

-¡¡¡Mael!! ¿Dónde estás? -gritó mientras corría hacia la zona cercana al panteón.

@ Mael Blackfyre

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Melrose Moody – Finalista – Oceanía

En compañía de Catherine y Richard Moody. Residencia de los Moody en Luss. 

Melrose todavía está comiendo su dumpling cuando Catherine extiende un teléfono en su dirección. Una muchacha bruja, directa competencia de Lillian en número de seguidores en Instagram y en la red mágica, se encuentra transmitiendo. A Melrose le extraña que Catherine le muestre algo así en un momento como ese, cuando escucha el contenido de lo que está diciendo:

«Fuentes del Ministerio de Magia aseguran que no hay ningún ataque pero una cuadrilla de personal de mantenimiento mágico pasó a la carrera hace apenas unos minutos y un viejo trabajador que formó parte de esas huelgas de hace muchos años nos dijo que eso solo sucede cuando ocurren grandes desastres dentro del establecimiento...»

La transmisión no concluía allí. Un muchacho corpulento de piel clara se había acercado y le había obligado a bajar el telefóno de manera que la cámara veía hacia el suelo. La bruja no se rindió y siguió transmitiendo luego de una conversación en voz baja. 

«Bueno, este "amable" auror nos está indicando que debemos retirarnos del perímetro. Quién supiera por qué, porque se supone que no ha habido ningún ataque y no debería haber motivos para desalojar civiles. Mis queridos Saters, se despide de ustedes Sarah Clearwater, siempre poniéndolos al tanto de lo más entretenido del mundo mágico y no mágico...»

Catherine apretó el botón principal para que la pantalla volviera a negro. Richard no se inmutó. 

—Solo puede haber sido la presencia de algún mineral, de otro modo la Marca Tenebrosa ya estaría sobre el cielo ministerial o habrían realizado un llamado —masculló la bruja mirando hacia mí, refiriéndose a un patronus— ¿Crees que sea uno como el nuestro?

Richard seguía observando a través del microscopio. Su voz sonaba algo cascada cuando habló.

—Lo dudo, no vi agua, inundaciones o niebla —su réplica fue seca y tajante.

Catherine suspiró. Todos allí pensaban lo mismo: ¿quién había sido lo suficientemente bobo como para revelarse a sí mismo de esa forma y poner en peligro el anonimato del resto al forzar la mano del ministerio? Lanzó entonces el anillo de salvaguarda contra oídos indiscretos y el anillo detector de enemigos hacia Melrose. La muchacha no tardó ni medio segundo en ponérselos y asegurar el resguardo de los tres bajo éstos. Ella misma,  se caló su monóculo de la claridad y estuvo un buen rato mirando el tubo de ensayo de cerca. Luego, hizo un gesto hacia Richard, que ya había dejado de examinar la muestra.

—Creo que le están creciendo protuberancias.

El brujo se aproximó intrigado. Aún para Melrose, cuya vista era solo agudizada por sus sentidos de licántropo, era evidente que era como si ese pequeño trozo de alga se estuviera ramificando. Richard hizo eco de sus pensamientos. Catherine no estaba tan segura.

—No, es más bien como si cada pequeña parte intentara alcanzar algo ¿Dónde era que estaba originalmente el tubo?

Richard señaló la gradilla y colocó el tubo tal y como había estado antes. Catherine notó entonces que las protuberancias iban en dirección al subterráneo, en la misma dirección que eso que Richard había dejado refundido en lo profundo de ese pozo, tapado ¿qué significaba eso?

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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Anthony Ryvak Dracony - Finalista - Mineral Éter del Planeta Eteria

Ningún sonido emitió la esfera, tampoco cambio su temperatura, Dracony solo supuso que la esfera está por mostrar otra escena, el joven mago le apunto con su varita y la esfera recobró su tamaño original y si, un humo negro se arremolinaba en el interior justo en el centro, las luces de colores formaban un marco y cuando el humo desapareció las figuras de varios humanoides se veían formando un círculo. El ojimiel noto que aquellos seres tiene un haz de luz en el rostro, por lo que no puede distinguir sus rasgos o su identidad, presta atención a la escena pero se desdibuja sin que pueda ver algo más... de improviso la esfera traslúcida tembló, Ryvak la tomó con ambas manos y la atrajo a su regazo, sin explicación racional la froto como en el pasado hizo con una salamandra de fuego herida que hallo en la pirámide que exploraba en Egipto... el toque del mineral trasmitía un miedo que hacia eco con el suyo. 

-- Calma, calma... -- Dijo el muchacho, fijo su mirada miel en la esfera, el rostro de aquella joven que oculto los minerales gritaba, sus facciones así lo mostraban pero no se escuchaba ninguna voz... Anthony miro el rostro femenino, mostraba miedo, desesperación... ¿pedía ayuda?... ¿alertaba de un peligro?... Ryvak no sabia que pensar, interpretar su expresión no le era tan sencillo... un nuevo rostro apareció, ahora era el de aquella anciana, el espíritu que dibujo en el planeta Eteria. Ese rostro era severo, como el de las Funcionarias Ministeriales de más alto rango... le miraba fijamente a los ojos, sus labios se movieron lentamente... Anyhony sintió que era una "demanda"... las luces de colores comenzaron a girar... apretó la esfera contra su cuerpo -- ¡Rayos! ¡Rabiosos basiliscos! ¿En que locura peligrosa me he metido?-- Se cuestiono mientras siente algo de desaliento... -- ¿Que... q... que... "espectros" son esos? -- Expreso con preocupación. No solo eran los codiciosos que le vieron con la esfera al regresar usando el monolito, al parecer, también esos extraños se interesaban también en los minerales...  

-- No dejaré que su esfuerzo sea en vano -- Aseguro el peliverde y la esfera dejo de temblar... el joven mago siente temor a lo desconocido, pero nunca ha dejado que le petrifique, sin importar que suceda, él seguirá hasta el final...

Ryvak vuelve a empequeñecer la esfera y la guarda celosamente en su bolsillo, siente que debe apresurarse...pero a la vez identifica que debe calmarse, ser cauto, ha de hacer bien las cosas, sin distraerse en otras actividades pero transformar el mineral parece lo ideal por ahora.

Le parece que debe terminar de leer su cuaderno de notas. En una de las páginas hay una mancha que parece de café... por inspiración usa su varita realizando una floritura rebuscada... (un contra hechizo de Illegibilus) el párrafo aparece a la vista:

"Investigamos los grandes misterios: tiempo, amor, el espacio, la muerte... entre otros más, el más complejo concepto es el del pensamiento. Los pensamientos pueden dejar cicatrices profundas. Nos abocamos a la mente y los recuerdos."

Anthony apunta a la cómoda para transformarla en un sillón en el que se deja caer... el pensamiento abarca numerosos procesos mentales, precisamente la consideración de ideas, la memoria o la imaginación... si que es un tema amplio que estudiar... tendrá muchos libros que consultar...

Solo tiene vagos recuerdos como Funcionario Ministerial, pero siente esa misma sensación de expectación... una inclinación hacia los misterios que no puede negar... quizás dejo aquel fascinante trabajo por algo mucho más importante... se esfuerza en definirlo... inmóvil busca en su mente... ¡Si! ahora lo sabe... resguardar la fuente de magia de Escocia para que no "desaparezca la magia"... 

A Ryvak le parece extraordinario que justamente de otros planetas, vengan minerales de tan extraordinarias características mágicas...

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Mael Blackfyre — Finalista — Plaeria

Mansión Gryffindor.
Las nubes en el cielo se volvían cada vez más oscuras. Caía una lluvia pesada, casi imposible de ver alrededor. Los truenos no dejaban de resonar en casi todo el pueblo y algunos rayos caían cerca de donde me encontraba. De hecho, gracias a las barreras mágicas que había impuesto, evité que me impactara uno de ellos, siendo que bajó en picada desde el cielo y tras un estruendo y un brillo, el Obsistens evitó que el rayo llegara a la esfera. Las copas de los árboles se movían de un lado para el otro, gracias a los remolinos que provocaba el viento en la mansión Gryffindor. Por eso que no pude escuchar al primer instante a Mica.

— ¡¿Qué haces volando, estás loca?! —pude reconocer el cabello alborotado de la bruja y su sagaz forma de volar con aquella escoba. Cualquier mago o bruja sabía que volar con tormenta era peligroso y la bruja aterrizaba en el centro de la tormenta. Pero me había olvidado por un momento que era una jugadora de Quidditch a nivel internacional—. ¡Acá! ¡No te acerques que esto es un caos! —la bruja de alguna manera se había acercado donde ocurría las consecuencias del mineral y que gracias a mi barrera no se había extendido.

Pero el Obsistens no duraría mucho tiempo más. Tenía que hacer algo. ¿Y si Mica venía a quitarme el mineral? No lo permitiría. Era mío. Y solo mío. ¿Qué podía hacer para que frenara aquel caos? ¿Qué podía hacer para que nadie lo reconociera como el mineral de Plaeria? Mica lo sabía, sí, pero luego vería qué hacer contra una persona, sabiendo que había logrado esconderla de toda una comunidad. Mi mente de comerciante y de mago tenebroso, empezó a carburar, esperando encontrar alguna solución. La bruja no era la protagonista en ése momento, así que esperaba que hacer, ya que no podía esconderla para siempre. ¿Y si la escondía de otra manera? Mis especializaciones en Defensa Contra las Artes Oscuras me decían que a veces el caos se podía contrarrestar transformándolo en algo diferente, algo útil. ¿Qué podía ser? Tenía una leve sensación de que el caos solo era una barrera que podría destruir. ¿Y si era una prueba? Y peor ¿Si fallaba y erraba de pensamiento? Si todo salía mal, perdería el mineral. Era un riesgo que asumiría, ya que en caso contrario, me tomaría el trabajo de hacerme con cada uno de los minerales extraídos desde aquellos mundos. Invoqué mis Necrohands que fueron las que me ayudaron en extraer ése mineral, ya que no habían sufrido daño. Miré a Mica y le hice señas que no se acercara. Las manos fantasmales se fueron acercando al mineral y sus dedos se entrecerraron para apretar con la mayor fuerza que tuvieron. Solo el mineral brilló intensamente.

Chasqueé la lengua. Eso no estaba funcionando. Tenía que ver de usar otra forma.

Accio Fluido Explosivo —claramente que no tenía todas mis pociones a mano y la primera en ocurrir en mi mente estaba en mi habitación. El frasquito voló hacia mi mano al cabo de unos cinco segundos (a pesar de haber sufrido varias turbulencias por la tormenta que acosaba a la mansión) y me acerqué lentamente al mineral. Tuve que hacer dos movimientos simples, pero tan rápido como pude.

Dejé derramarse desde el frasco del Fluido Explosivo, aquel líquido que mojó toda la superficie de la esfera. ¡Y salté hacia afuera de las barreras del Obsistens escuchando una explosión! Voló por los aires pedazos de tierra, césped, algunas pequeñas piedras y yo al suelo, cubriéndome la cabeza.

¿Había funcionado? Me había olvidado de decirle a Mica lo que quería hacer.

@ Mica Burke

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Emily Karkarov - Finalista - Eteria

Por algunos minutos Emily se queda en completo silencio. Primero muy distraída mirando hacia su monedero de piel de moke, que parecía vibrar sobre la mesa en que lo había dejado. A un lado había una radio, que está completamente segura se encendió por la energía que emitía el mineral. O quizás inconscientemente había movido la varita mágica lo suficiente para hacer que se moviera el botón de encendido. Segundo, porque si Goderic o sus hijos no habían estado en Ravenrock, significaba que o estaba alucinando o verdaderamente algo extraño estaba sucediendo.

-¿Cómo que no sabes que está pasando? – dice a penas el locutor de la radio deja de hablar de Stonehenge -¿Y cómo que por qué vine? ¿Pero es que tu no me llamaste? ¡Ese patronus de lobo era tuyo!

Lo señala con el dedo índice acusadoramente demasiado enojada porque, piensa, está perdiendo su tiempo. No sabe cuando se había sentado, pero se pone de pie para poner énfasis en su reclamo. Cruza los brazos en un claro gesto -medio infantil- de mostrar que no le gusta la situación en la que están, cuando su mineral, por fin, logra escapar de su “prisión” y todo se vuelve blanco, como si hubiera sido atacada por un strellatus muy potente.

Durante unos segundos cree que algo va a estallar y su instinto de supervivencia algo fallido hace que tantee sobre la mesa y tome la esfera del mineral entre sus manos. Eso es suficiente para que todo vuelva a la normalidad, como si nada hubiera pasado.

-Pero qué car…

Durante todo ese tiempo, el mineral de Emily no había mostrado ningún signo de tener algún tipo de utilidad o de poder. Es más, ante su aparente inutilidad había dejado olvidada la esfera en las profundidades de su monedero, como el siempre recuerdo de una aventura. En apariencia tampoco tenía algo que llamara su atención. Hasta que se fija en la base de la esfera, donde aparece una escritura que, está segura, antes no estaba. Pasa sus dedos sobre el relieve que se había formado, confirmando que no se trata de un idioma que reconozca, ni tampoco de runas antiguas. Eso mueve su curiosidad, sintiéndose muy despierta.

 -De razón la UNESCO ha estado pasando comerciales todo el día sobre proveerles información de lo que pasó en esos planetas…

Por coincidencia, uno de los comerciales empieza a sonar en la radio, aprovechando de repetir nuevamente que aconsejan no acercarse al monumento. Quiere preguntar si quizás sería buena idea ir a investigar, pero se detiene. Prefiere saber qué es lo que tiene entre manos, literalmente.

-¿Reconoces la escritura? -pregunta aunque cree saber la respuesta, enseñando los símbolos que aparecieron en la base de la esfera.

Editado por Emily Karkarov
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