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El poder de la magia


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En el Shadowhunters

Entra en un estado de seminconsciencia, en su mente aparecían imágenes confusas de lo que había sucedido entremezcladas con rostros de espectros deformes que amenazaban con llevársela hacía la oscuridad. Es la voz de su esposo, que la escucha muy lejana, la que evita que ella se rinda, la que aleja a los espectros y la traen de regreso. Más cuando abrió los ojos eran las delicadas manos de Lukyan las que levantaban su cabeza para ayudarle a beber la pócima.

 Sentía como si un millar de hormigas anduvieran en su cuerpo, sobre todo en su abdomen, lugar en donde había impactado la maldición o maldiciones que la habían dejado en tan lamentable estado. El dolor regresó y esta vez no pudo evitar lanzar un grito y retorcerse del dolor que sentía, por un momento creyó haberse equivocado en algún cálculo y que la poción en lugar de ayudarla la terminaría matando, pero poco a poco el dolor va cediendo y el hormigueo parece arremolinarse en una sola zona, como si aquellas hormigas invisibles hubieran recolectado cada fragmento de la maldición y poco a poco la estuvieran encapsulando, conteniendo para que no siguiera expandiéndose.

 Cuando finalmente el proceso se detiene, la pelinegra abre sus enormes ojos azules y dio una bocanada de aire como si se hubiera estado ahogando, se lleva una mano hacía su abdomen con desesperación, levantando su camisa dejando ver como un conjunto de runas de contención aun brillaban en su blanca piel como si hubieran sido grabadas con un hierro ardiente.

 —Bueno… eso nos dará un poco de tiempo— susurra volviendo a recostarse, estaba realmente agotada. —Todo estará bien… dice mirando al rubio quien tenía una expresión bastante preocupada en el rostro y luego mirando al mago alto, pelinegro y muy apuesto añadió — Gracias Lukyan, creo que te debo la vida —No estaba muy contenta de tener esa deuda, pues estaba segura de que en algún momento tendría que pagarla.

@ Ky.

Editado por Kaori M.

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Otra noche, otro asesinato, habíamos pasado por esto ya en varias ocasiones y la ministra ya nos estaba apretando las tuercas por no haber dado resultados. Apenas había regresado de Viena y las noticias no eran nada alentadoras, el asesino de magos seguir suelto. Nuestras sospechan se basaban en que quien fuese esta persona buscaba víctimas a quienes pudiera quitarles cosas inusuales, aun no sabíamos como las elegía, pero no parecía ser al azar, sino calculado.

 

Habían cosas que no encajaban como su método, no los asesina a con un hechizo, les causaba daño físico por medio de un elemento corto punzante, pero se hacía sólo a elementos mágicos de valor, razón por la cual sospechábamos que era un mago. Además del. Otro problema de la droga que estaba circulando por las calles de París y no sólo de París, toda Europa estaba inundada con este estupefaciente que daba magia a muggles y no sabíamos todos los efectos que tenían.

 

El mago al que me había acercado ocultaba algo, aún no entendía ni sabía que pero sabía que alguna información y quería saberla para saber si era relevante en la investigación.

 

- Monsieur Eordyn Cavendish… es usted británico, pues espero que su estadía sea grata pero necesito que me acompañe, estuvo usted presente en el momento del hecho y puede que de manera inconsciente tenga algún recuerdo que nos indique identificar a este agresor y por sus heridas no se preocupe, en el ministerio le proporcionaremos un sanador.

 

Con la mano le indique que tomará mi brazo para aparecernos en el ingreso a las instalaciones, esperaba que entendiera que era mejor hacerlo o mis subalternos no serían tan diplomáticos como yo.

@ Eobard Thawne

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El pelinegro le sonrió de forma calidad a la mujer de ojos azules, le acarició la cabeza de forma protectora por un par de minutos, hasta que fue quitado de aquel lugar por el chico de cabellera rubia. Lukyan no entendía el comportamiento del demonio con respecto a él  y hacia su esposa, pero entendía que ya había hecho su labor y debía retirase para dejar a la pareja conversar sin tener que omitir detalles. 

—Pequeña Kao, si necesitas cualquier cosa, tu esposo me tiene a un llamado. —Sus palabras fueron dirigidas a la pelinegra y terminó por dirigirse al rubio. —Sammael, sigue a mi cuidado, no te preocupes por él, cuida a Kao... Nos vemos. 

Tras esas palabras Lukyan desapareció, dejando la habitación en un completo silencio, no estaba seguro por donde empezar. Tenía miles de preguntas en su cabeza, ¿qué significaba que Lukyan tratara de forma tan familiar a Kaori? ¿Por qué ocurrió esto? ¿Qué era lo que ella estaba haciendo en ese lugar? Y las preguntas más importantes, ¿cuánto tiempo iba a estar contenida la maldición? y ¿qué podía hacer el para que ella sanara? 

—¿Cómo te sientes? —Se acomodo a su lado y le tomó la mano, la cual le dejó pequeños besos. —¿Cuánto tiempo tenemos para sanar tu cuerpo de la maldición? ¿quieres que avisemos a alguien?

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«¡Con un demonio, Black Lestrange! Ahora, ¿en qué te metiste?»

Se mordió el labio inferior con tal suavidad, que se preguntó si comenzaba a perder la sensibilidad en la cara. Apenas unos minutos se encontraba a punto de concluir con sus observaciones astronómicas para trazar su último mapa, y ahora estaba metido en una especie de intriga que parecía arrastrarlo fuera de la burbuja autoimpuesta desde que el levantamiento del Estatuto Internacional del Secreto.

⎯⎯De hecho, soy estadounidense ⎯entrecerró los ojos mientras forjaba una sonrisa de indulgencia. Era natural que asumieran que era británico, pues dominaba los idiomas y podía moldear su acento según lo requiriera, sin mencionar que tenía meses que no pisaba su país de origen ⎯. Pero he residido en Reino Unido durante los últimos cinco años...Entre idas y venidas, claro. 

Sin muchas opciones, tendría que contar lo que vio, o quizá harían que lo contara. Como fuera, la perspectiva de tener que lidiar con más aurores que entorpecerían su labor, no era muy alentadora. Sin muchos miramientos, se sujetó de la extremidad que le ofrecía mademoiselle Giroud, y se dejó llevar hacia donde quiera que planeaban interrogarlo. 

Apenas sus pies volvieron a tocar el suelo, comenzó a tambalearse, víctima de los estragos de la Aparición Conjunta, la cual nunca había sido su fuerte. Parpadeó varias veces, intentando ahuyentar los círculos blanquecinos que nublaban su vista. Más vergüenza le daría convertirse involuntariamente en el Camaleón de Parson, que devolver el almuerzo en aquel recinto. 

⎯⎯Cierto, olvidé mencionar que cuando me aparezco con alguien, mis nauseas salen a flote. Se pasará pronto, espero ⎯terció, carraspeando en un intento por olvidarse del mareo. 

@ Ada Camille Dumbledore

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No pudo evitar sentirse un poco incomoda ante la caricia de Lukyan, si bien ella las interpretó como una muestra de preocupación, en el fondo ella sabía que el pelinegro albergaba sentimientos que no eran precisamente de amistad hacía ella. Las palabras de despedida la tomaron por sorpresa ¿Qué hacía Sammael al cuidado de Luk? ¿Desde cuándo su  esposo tenía negocios con él?

 —Gracias…—Avanzó a decir antes de que el mago desapareciera por el umbral de la puerta dejando sola  la pareja. Un silencio un poco incómodo se instaló en la habitación que pronto fue interrumpido por las preguntas del rubio, que aún estaba bastante preocupado.

 —Como si un erumpent hubiera pasado sobre mí —dijo respondiendo a la pregunta de cómo se sentía, al mismo tiempo que se acomodaba en la cama y apoyaba la cabeza en el pecho de Aries. Se quedó pensando en la respuesta a la segunda pregunta y no estaba del todo segura. Apenas había empezado las pruebas de la poción en roedores.

—Imagino que el tiempo que dure esto sobre mi piel —añadió rosando con la yema de sus dedos el circulo de runas que tenía como una especie de tatuaje al lado izquierdo de su vientre, casi por el hueso de la cadera.

 —Podemos avisarle a Madeleine, seguro que ella nos puede ayudar —si bien el nombre de Ellie fue el primero que se le vino a la mente, dadas las circunstancias Madeleine era una mejor opción.

 Se estiró un poco tomar si varita de la mesita de noche la movió haciendo aparecer un patronus en forma de mamba negra, mismo que iría a buscar a la bruja para darle su ubicación y el pedido de ayuda. Luego de aquello volvió a mirar al rubio.

 —¿Cómo supiste que iba a estar en ese muelle? —le preguntó y luego añadió —Gracias, si no fuera por ti ahora nuestro hijo fuera huérfano y tu estarías viudo… —la voz se le quebró y todas las emociones, que había estado manteniendo a raya gracias a la oclumancia, la invadieron sin poder evitarlo, casi había muerto…aun podía morir…

@ Ky.  @ Ellie Moody

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Había llevado  esperando en el lugar pactado, mirando de un lado para el otro, pero después de tanto caminar de orilla a orilla, empezó a preocuparse ya que ella normalmente no solía demorar tanto a las reuniones que tenían juntos, miró su reloj más preocupado por ella que por el tiempo, se puso a pensar brevemente mientras se sentaba y aflojaba los pasadores de sus mocasines aunque no sentía dolor en los pies, ya lo había tenía mucho tiempo con ellos igual necesitaba y breve descanso, mirando el suelo seguidamente con la intención de no encontrar algo que le pueda dañar, quitándose luego sus zapatos dejándolas los mismos al lado del árbol y libre de toda atadura sobre el verde césped posó ambos pies, relajándose dónde pasaron rápidamente un par de horas más, mientras sus ojos estaban cerrados descansando plácidamente imaginando que estaba con ella, él reposando su nueva sobre su regazo mientras recibía en la boca algunas tantas uvas y aquellos besos que dejaba ella sobre sus suaves labios.

Recordando que el relajo lo podían tomar luego, ya que la situación debería tratarse de la mayor cautela posible y dialogar del tema que habían venido a discutir, en sueños se sentaba y tomaba de una taza de mate unos tantos tragos mientras ella le servía más agua caliente dentro de la misma.  
De la nada le pareció que le cayó una pequeña gota sobre el rostro, luego una y otras más, lo que hizo se sacará el saco en el sueño tapando a la Dama con la misma y corriendo juntos hacia el árbol frondoso que les hacía de paraguas gigante momentáneamente hasta que pase la repentina lluvia.
Vió que el rostro de ella cambiará un poco haciendo un reflejo en la corte de dicho árbol, y que sus manos serían las ramas de la planta y con el viento pasaba sobre su cabeza dándole la sensación de que ella le acariciaba gentilmente.

Se cumplió la tercera hora esperando dónde el sol aún seguía a lo alto, tendido sobre el césped mientras su cabeza seguía tendida sobre las raíces del árbol tan agusto que repentinamente algo le hizo abrir sus ojos e hizo que su corazón se acelarase, dejando la vista posadas hacia arriba notando el cielo claro donde no había ninguna nube.


@ Malum Luxure

Editado por Eterno Black Triviani

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La noche no parecía mejorar, había tratado de ser muy consiente con mi testigo pero había algo que aún no lograba entender, además que sus palabras me confundían aún más. Está a allí en Road el había mostrado un documento de origen Británico, expedido por el ministerio de magia inglés y el decía ser ciudadano norteamericano. Conocía perfectamente la regulación de naciones, al ser nacida en Polonia y criada en Francia y aunque era ciudadana francesa mis padres no, por lo que desde que era una niña sabía que era imposible ese pasaporte.

 

No comenté nada hasta estar en la plaza Furstemberg, lugar en donde nos habíamos aparecido, pero el caballero se veía bastante afectado más de lo normal con la aparición. Blanquee los ojos en respuesta, pero de inmediato me sentí culpable y le ofrecí mi pañuelo para que si se sentía mal pudiese refrescarse.

 

- Le daré un momento antes de entrar a las instalaciones, pero usted como yo, sabe que debe una explicación por la falsificación de su documento… además que revisaremos su permiso de entrada a Francia.

 

Tras esperar unos minutos le hice avanzar conmigo al ascensor y descendimos al atrio del ministerio de asuntos mágicos de Francia. Accedimos por una puerta que daba al fondo al cuartel de aurores y de allí lleve a Monsieur hasta una sala.

 

- Monsieur Eordyn espere aquí, buscare en los informes su permiso de entrada y además espero que ese sea su verdadero nombre. Le conviene aclarar ahora todo esto si no quiere estar aquí solamente como testigo.

 

Mis palabras eran firmes y concisas, no solía hablar con ambages, ni engaños, era mejor que supiera que sucedía y que quería yo, si salíamos bien de esto m podría dejarlo libre pero solo si obtenía sus recuerdos. Tome un vaso que estaba en la habitación y lo llene con agua, así podría recuperarse mejor.

 

- Necesito que me diga que heridas tiene para saber si debo o no traer a la sala un sanador y necesito que me entregue su varita… debe revisarse.

 

Sus últimos hechizos nos darían una idea de lo que había hecho allí.

@ Eobard Thawne

 

Editado por Ada Camille Dumbledore
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Ministre de la Magie Français // 🌙 dulce asesina by Mael

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Escuchar la voz de Kaori hace que se sobresalte. Madeleine se apresura a quitarse las sábanas de encima y se incorpora en la cama, justo a tiempo para ver cómo la reluciente mamba negra se arrastra por el suelo, hacia ella, sin dejar de recitar el mensaje de la bruja. Tiene la sensación de que ha pasado mucho tiempo desde que escuchó la voz de uno de sus compañeros. «Es cierto —recuerda súbitamente, a medida que la realidad vuelve a dibujarse ante ella—. Estoy de vacaciones. Sólo tengo que regresar a dormir, no importa qué hora sea». Madeleine descubrió, muy a su pesar, que ignorar los llamados de la Orden del Fénix era más fácil de lo que solía pensar. Bastaba con cerrar los ojos, echarse la sábana por encima de la cabeza y volver a regresar a la tranquilidad de los sueños. No había dormido tan bien, ni sus sueños habían sido tan amables con ella, desde... A decir verdad, ni siquiera puede recordar una época así, si es que alguna vez existió.

Pero pronto, Madeleine se da cuenta de que este llamado era diferente. No se trata de una reunión de emergencia, de un asedio o de una batalla, aunque ciertamente sí es un pedido de ayuda. Kaori está en problemas. Madeleine baja la mirada a sus manos y estruja la sábana entre ellas, frustrada. En su fuero interno, no le da vergüenza reconocer que podría ignorar el mensaje y hacerse la desentendida si se tratara de alguien más ajeno a ella; si fuera sólo un compañero más. Sin embargo, Kaori es más que eso. «Maldición...».

Se pregunta si ella habrá enviado ese mismo mensaje a los demás. Hobbamock, Goderic, Amily... e incluso Ellie, que aunque no tiene mucha experiencia en "heridas de batalla", posee grandes conocimientos teóricos, y justamente las maldiciones son una de sus especialidades favoritas —«y también unas de sus más grandes frustraciones», se dice, al recordar el fiasco de Rhiannon, la maledictus—. Está segura de que es así, porque por sí sola, no está segura de cómo podría ayudar a Kaori. Ni siquiera siente que sus energías oscuras estén muy elevadas, pues ha pasado algún tiempo desde que visitó la Fortaleza Errante.

Mientras se cambia el camisón de dormir por unos pantalones cargo negros, un suéter gris y sus desgastadas botas de combate, sigue elaborando excusas mentalmente, como si se estuviera disculpando de antemano ante los demás por no poder ser de ayuda. Sin embargo, cuando se para frente al espejo del baño para recogerse el cabello en una cola de caballo, decide que ya es suficiente. Odia sentirse como una llorona y una quejica. 

Su apartamento queda cerca del Callejón Diagón, así que decide tomar su moto voladora para dirigirse a Shadowhunters. El nombre del local se le hace familiar; está segura de que en algún momento lo visitó, pero duda que haya sido por ocio. Probablemente fue por trabajo, ya sea fuese para el Cuartel de Aurores o para la Orden del Fénix. No entiende qué relación pueda tener Kaori con ese bar,  pero no es que sea un tema importante por los momentos. Lo que sí es importante, es llegar a Kaori cuanto antes. 

—Uhm, debe ser aquí —murmura, casi sin darse cuenta de que habló en voz alta. Luego de dar un golpe de aviso en la puerta, gira el pomo y entra, sintiendo un nudo en el estómago.

Cuando recorre la habitación con los ojos, lo hace esperando ver a sus usuales compañeros, pero la única persona familiar es Kaori. Está acompañada con un mago que cree no conocer de algún otro lado, aunque con el historial que tiene de olvidar personas conocidas, fácilmente podría estar equivocándose. Se siente como una intrusa, pues aunque sabe que suele ser bastante hermética, no le costó percibir cierto ambiente íntimo allí. Como si su entrada no hubiese sido aviso suficiente, se aclara la garganta antes de hablar.

—Vine lo más rápido que pude —comienza a decir, con el ceño fruncido. Aunque el mensaje había sido bastante claro acerca de que había una maldición sobre Kaori y que había que detenerla, a primera vista no parecía ver nada fuera de lo ordinario. Sería una estupidez preguntar qué fue lo que ocurrió, porque también recibió los detalles importantes. Y preguntar por los demás, sólo sería lavarse las manos.

»No podemos perder tiempo —musita, obligándose a recordar la forma en que tiene que actuar. La Madeleine que los demás conocen, y seguramente la Madeleine a la que Kaori envió el mensaje—. ¿Puedo verla? La maldición...

Desde debajo el umbral no podía percibirla, pero a medida que se acerca, se va haciendo evidente que las cosas no están bien. Puede percibirla en la atmósfera, perturbando las energías de por sí caóticas de la Magia de la Oscuridad.

@ Kaori M.  @ Ky.

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Estaba llegando tarde a la reunión debido al tráfico, a veces odiaba viajar por tierra pero era necesario para no llamar la atención indeseada, me sentía altamente frustrada pero por fin me encontraba cerca.

-Demonios...la próxima me viajaré en traslador!.- Hable para mi misma con frustración.

Al bajar del trasporte lo vi ahí tan sereno que por un momento olvidé a lo que había venido, toda mi molestia se esfumó en un instante y le di paso a una sonrisa dulce, me quité los zapatos dando pasos tan silenciosos que fueron imposibles de escuchar, cuando estuve a unos centímetros de él no pude evitar regalarle un beso en los labios junto con una tierna caricia en el rostro, no pretendía asustarlo ni nada por el estilo...era sumamente hermoso poder verlo así.

-Discúlpame cariño por el retraso...no quería tardar tanto pero sabes que con la situación no es bueno llamar la atención de los falsos magos.- Me arrodillo a su lado y tomo sus manos. -Tengo un plan pero no es fácil...consiste en armar un ejército de insurrectos contra si mismos, esta claro que tú y yo los dominaríamos y en caso de querer ponerse en nuestra contra también los haríamos desaparecer.- Mi tono era suave sin despegar mi mirada de la tuya. -Ada está en camino esperemos a ver que nos dice. - Me senté sobre tu falda y apoyé mi cabeza en tu hombro.

No parecíamos una pareja de magos que estaba por dar inicio a un loco plan en contra de los muggles y los mismos magos, simplemente estábamos ahí como pasando el rato relajados y disfrutando el uno de la compañía del otro.

------------------ ❤️

@ Eterno Black Triviani  @ Ada Camille Dumbledore

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♦Mansión Gryffindor♦
Era un sitio insólito pero de todos los que conocía, era el más parecido al cerro donde subía cuando era pequeño. No podía entender porque no me quedaba en el techo de la Gryffindor, tirado, mirando al cielo y nada más. La casa estaba casi vacía y el silencio reinaba en todo el territorio. No se lograba ver ninguna estrella gracias a todas las nubes que las cubrían. Estaba a punto de llover y una brisa fresca recorría el lugar.

Mi cabeza jamás había estado tan reflexiva y tranquila como en aquel momento. Desde que me había decidido en lograr mi cometido respecto a aquella maldición, muchas cosas me daban vueltas en la cabeza, demasiadas cosas por hacer y cómo hacerlas. Era complicada, era oscura, requería demasiado de mi persona pero lograría obtener mucho más.

Ya había logrado descifrar dos de ellas, y ambas me habían marcado de alguna manera.Tal vez demasiado. Lo que estaba seguro es que ya era tarde para hacer marcha atrás y de alguna manera el objetivo era cambiar absolutamente todo. La única manera.

Me senté sobre aquellas tejas negras y observé los jardines de la mansión, todo era realmente hermoso. Por la parte trasera estaba el gran invernadero, los senderos iban en todas direcciones y se juntaban casi todos en aquellas dos estatuas del León y el Lobo. A un costado se encontraba el panteón de la familia, donde estaba el último fallecido de los Gryffindor. Me quedé dubitativo ante aquella estructura pensando en cómo sería todo si aún estuviera vivo (y si mi madre estaría aún allí) tal vez las cosas tuvieron que suceder cómo pasó realmente.

La respiración se me entrecortó tan solo por un segundo abriendo los ojos un poco más. “El fantasma del pasado” pensé. Lo volví a pensar. Todo tenía su retorcida forma, todo era extraño y poco moral de hacer lo que requería la maldición así que ¿Por qué no? ¿Quién me iba a decir algo? Tenía el poder de hacerlo, tenía el poder de volver a verlo. La cuestión era ¿Qué tenia que hacer con ello? Me puse de pie decidido.
 

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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