El poder de la magia

[Ky.]

Ivashkov no encontraba las palabras exactas, quiso decirle que venía siguiéndole desde hace poco más de dos meses, que las sombras eran sus aliadas cuando de ocultarse se trataba, pero nunca logro encontrar las palabras exactas para responder aquella pregunta y luego cuando la misma le agradeció haber estado ahí, se mostró un tanto incómodo, la verdad no le agradaba que Kaori hablara sobre que podía morir y para ese momento el pudo haberse quedado viudo, y su hijo sin madre. 

 

Le tomó la mano y dejó un beso en su frente en forma de consuelo, no pudo ser más amoroso, ya que lo único que sentía en ese momento era odio y en su cabeza sólo había una idea clara, cazar a aquel hombre que había dañado a su familia. Trataba de encontrar una excusa para ausentarse del lado de su esposa e ir a buscar personas a las cuales seguro les iba a deber un gran favor, pero quería su venganza. 

 

La llegada de aquella mujer a la que había mandado llamar Kaori, le cayó de maravilla, podía ausentarse un momento mientras ambas mujeres charlaban si tenían asuntos en privado que tratar, así que luego de presentarse con la recién llegada, le dijo a su esposa que les daría su espacio para que platicaran sin problema alguno. 

 

—Estas en tu casa, puedes pedir de beber lo que desees y Fabiano te lo va a traer con mucho gusto. —se dirigió a Madeleine y terminó por irse de la habitación, luego de darle un corto beso a su esposa.

[Kahlan Blackthorn]

 

Sadakat

Iremos a nuestro paso sin confiar en nadie, solamente nos tenemos el uno al otro...

El primer Ministro Holandés llegó en un abrir y cerrar de ojos a su oficina privada, viéndose recibido por una pila de misivas enviadas por su diferentes aliados alrededor del mundo. Jamás le prestó demasiada atención al asunto de hacer migas con otros altos mandatarios, no hasta que su consejera personal pusiera el dedo en la llaga— Viene de Francia—la sonrisa se evaporaría de los labios de Keyra. Le costaba entender la relación que mantenía con la Ministra Francesa, aunque no le gustará del todo en parte era casi padrastro de esa joven— Ojalá no se trate nuevamente de tu pequeño hijo y de como le podría afectar que la cura entrará en su sistema—la frialdad en las palabras de la fémina calaron profundo en el Ángel Caído. 

— Nunca permitiré que nadie de mi circulo personal o laboral, pierda su magia. Recuerda que tenemos espías en todos lados, no será sencillo que nos vean la cara esta vez—afirmaba tajante. Era momento de poner los puntos sobre las íes dejándose de diplomacias sin sentido. No era hombre de esos que iban pidiendo perdón por las acciones que cometía en contra de los que se interponían en su camino— Iremos por ellos a donde quiera que se escondan, no hace falta lanzar palos al agua—esbozaba una lóbrega sonrisa en sus labios. Tomando la misiva, no le extrañaba el modo en que fue redactaba la misma— Desea una alianza, solo eso—bajaba la mirada hacia el mensaje camuflajeado que le enviará la Dumbledore.

— Avisa a tu hermano, debemos estar preparados. Kahlan y Xav, ya deben tener parte de lo que necesitamos—asentía satisfecho. Recordando el excelente equipo que conformaban los seis, creciendo unidos por la misma meta. Hacerse con todo el poder que una vez sus padres obtuvieron por medio de sus amistades poderosas. Empero ellos irían a lo seguro cimentando con otra clase de lazos esas sociedades, dando todo lo que poseían materialmente— Paga lo que pidan, podemos recuperarlo en un abrir y cerrar de ojos—ordenaba a Kenner.

— Dale una respuesta afirmativa a la Señorita Dumbledore, dile que ponga el lugar, la fecha y la hora—caminaba de un lado a otro— Tu y yo tenemos asuntos pendientes, pónganos manos a la obra—saliendo del recinto desaparecieron a través del Haz de la Noche invocado por el Holandés. Irían al momento justo donde se comenzó a cocinar la creación de la cura, buena idea volver a la raíz que diera como fruto ese problema.

[Malum Luxure]

Seguía pasando el rato ahí como si el tiempo se hubiera detenido, pero era imperioso ponerse de acuerdo ya con todo lo que teníamos que hacer, no deseaba esperar más, ni futuro ejército necesitaba ser buscado de manera minuciosa, ya que implicaba que tengan una lealtad inquebrantable capaz de suicidarse antes que soltar la lengua, una fuerza física natural y bueno un deseo de destrucción tan fuerte que sea capaz de ser domado si se lo hace de la manera correcta.

Los detalles abundaban en mi mente y tenía cierta obsesión por los detalles, maldita manía de ser una astuta perfeccionista, si mi plan se descarriaba podría poner en peligro todo mi futuro imperio, el trabajo que tengo haciendo desde hace bastante tiempo y sinceramente me negaba a ello.

-Debemos contactar a Ada...esta algo atrasada, es seguro que le pasó lo que mi y quedó atrapada en el tráfico.- Suspiré levemente pensando que si no fuera por la política estaría en una isla perdida lejos de todo. -Creo que diezmar la población innecesaria ahora es lo más adecuado pero creo que ella no esté de acuerdo...convencerla no será sencillo si no le damos una buena razón.- Mire seriamente al mago frente a mí.

Cada paso que damos a la meta se pone más complicado, pero son tan necesarios si queremos ganar terreno, los muggles amenazan con acabar con nosotros y los mismos magos hacen esta cosas en las que uno no sabe en qué lugar ponerse...por ahora buscar aliados que tengan el mismo pensamiento y estén dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias.

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@ Ada Camille Dumbledore   @ Eterno Black Triviani

[Kahlan Blackthorn]

Sadakat

Big Easy

Recordaba el apodo que le habían dado a Nueva Orleans, el sitio donde paso su mejores noches de fiesta y desenfrenó. La calle de Bourbon era un buen sitio para indagar sobre el tema de la cura para el “Gen Mágico”, yendo a la raíz donde solían venderse los mejores tragos del mundo. Tomando la mano de Xav, no le permitió que mirará con detalle el paisaje— No es una visita para turistear, concéntrate en lo que nos ha traído aquí—le reprendía deslizando sus dedos por la palma de la mano del Alemán. Sentir su cercanía era volver al sitio donde entrenaron sin descanso, reviviendo el momento en el que tuvieron que ponerle fin a su padrino de armas.

El ver la sangre correr por los profundos cortes que le infringieron en el pecho, saboreaba el dolor causado con sus propias manos. Era una experta en el manejo de las punzo cortantes, destacándose en el empleo de pequeñas agujas, que hacian cortes similares a la tortura que era conocida como la de los “1000 cortes”. Perfeccionando con el paso del tiempo dicha técnica empleo la misma para ponerle fin al traficante que cayera en sus manos y su hermano intentará salvar sin éxito. 

— Vamos por unos tragos, ya después ponemos los pies sobre la tierra—bromeó volviendo a sentirse como una adolescente. El no poder disfrutar plenamente esa época de su vida, anuló toda posibilidad de tener una familia al modo tradicional. Aunque la parte buena de dicho sacrificio estaba a su lado, sujetándole como lo haces cuando sientes que puedes perder tu vida en un pestañeoy deseas evitarlo a toda costa—Andando—tiraba del brazo del caballero. Escuchando detrás de ella algo que le dibujará una sonrisa indescifrable en sus labios— Puedo tener lo que buscan—girándose en cámara lenta fijaba sus gemas verdeazulado en su sujeto desaliñado. 

— ¿Qué puedes tener tú que sea de mi interés?—observaba que movía inquieto las manos dentro de las bolsas de un saco bastante gastado— ¿Alcohol?, ¿Drogas?—jugaba con la mente del sujeto. Presintiendo que parte de la cura estaba en manos de ese infeliz, hacerse con ella sería pan comido sin duda— Estoy esperando—golpeaba el suelo con su su pie derecho. 

— En estás calles se rumora que venden toda clase de cosas—murmuró bajando la mirada moviendo con más nerviosismo sus manos— La cura para el gen mágico, ¿te interesa?—no se pensó dos veces soltar esa información como si fuera un “buenos días”. La sonrisa en los labios de la Alemana se elevó hasta alcanzar sus gemas azules, denotando dentro de ella una ira acumulada que encontró una fuente donde drenarse sin problema alguno.

[Eterno Black Triviani]

Aún se encontraba descansando en dicha posición en la que el mismo se encontraba muy agusto, sus ojos continuaban cerrados esperando el tiempo pasar sin más pensaba en los lirios que crecían sobre el agua, tan relajado se encontraba que no sintió aquel acaramelado beso que su amada le había dado  sobre sus labios y está tardona dijo algunas palabras muy sutilmente que le hicieron sonreír ante su idea, abrió los ojos con una mirada seria mientras ella terminaba  de arreglar sus cabellos que se desacomodaban sobre su rostro por el viento. 
Ambos se pusieron de pie luego de un breve descanso y unas cuantas caricias tan agradables que no queríamos que acabaran pues ya había extrañado horrores, pero el trabajo era trabajo y ágilmente él Canciller y la Emperatriz partieron juntos tomados de la mano hacia la frontera Francesa, para así entrar en un vehículo pasando los respectivos controles en búsqueda de una tercera acompañante y así convencerle dándole buenas razones para hechar en marcha dicho plan.

Nuestros motivos eran justos yuu oportunos, y podríamos sacar bastante provecho de la situación, el control de aquellos que estaría bajo nuestro mando y sin problema alguno llevaríamos acabo dicho plan. 
Manipulando estos planes tendríamos más aliados y aún así una mayor fortaleza mágica la cuál era tan necesaria en estos días en el mundo mágico como en el muggle, necesitamos sacarle provecho a todo.

 

@ Ada Camille Dumbledore

@ Malum Luxure

[Valky]

Sintió como la atmosfera entre ellos se volvía tensa, quizá no debió decir en voz alta que casi había muerto, la adrenalina inicial ya estaba disminuyendo y el que ella lo dijera lo hacía más real. Le empezó a doler la cabeza por el esfuerzo que estaba haciendo para mantenerse calmada a pesar de que sentía como una obscuridad casi palpable la rodeaba y ella era parte de la Orden Oscura, por lo general ese tipo de sensaciones no la incomodaban, pero esta vez tenía miedo.

Si quien estaba detrás de su ataque era parte del Simposio y dada la información que tan precisa que tenían, la hacía suponer que era alguien lo suficientemente cercano a ella, seguramente iban preparados para enfrentarla, para dañarla, para matarla y era precisamente eso lo que la preocupaba, la información que tenían sobre ella.

Dio un suspiro cuando Aries le apretaba la mano y la besaba en la frente a modo de consuelo, apartando aquellos pensamientos de su mente, sin embargo, aquel gesto de cariño solo podía significar que ese día no obtendría respuestas del como la había encontrado, no lo culpaba y en todo caso no importaba. Cuando finalmente el mago se apartó de su lado pues la bruja a quien había solicitado ayuda apareció en el umbral de la puerta, evitó mirarlo pues estaba segura de que en sus ojos grises además de preocupación por ella, encontraría obscuridad, odio y sed de venganza.

 —Madeleien… gracias por venir —Dijo luego de que Aries saliera de la habitación y sintió la necesidad de disculparlo por marcharse de esa forma —Por lo general es más amable… pero casi se queda viudo, así que supongo que necesita algo de espacio para calmarse — balbuceo mientras se levantaba la blusa y le enseñaba la especie de tatuaje que había aparecido al lado izquierdo de su vientre, casi por el hueso de la cadera.

Tenía la sospecha de que poco a poco las runas desaparecerían, pero lo estaba segura es de que le pasaría a ella si eso sucedía. Cerro los ojos y respiró profundamente, quizá estaba equivocada y no era tan grave, quizá solo era el miedo que tenía de morir la que la estaba haciendo tener aquellos pensamientos tan pesimistas. El rostro de su hijo y su esposo viajaron a su mente y se vio obligada a cerrar los ojos en un afán por evitar que unas lágrimas rebeldes rodaran por sus mejillas, pero fue inevitable, de verdad estaba preocupada.

@ Ellie Moody

[Kahlan Blackthorn]

 

Sadakat

Big Easy

El ofrecimiento de aquel sujeto desvaneció la sonrisa que se dibujará en los labios de Blackthorn, al llegar al Nueva Orleans. El ver que de forma tan artera y ventajosa vendían la cura para el gen mágico, despertó en ella esa vena asesina que pocas veces era apaciguada con solo desearlo o beberse algunos tragos de sangre fresca— Me interesa—respondió lacónicamente. Deslizando su zurda por la bolsa interna de su chamarra de piel, sintiendo su varita azul eléctrico similar a la que portaba su gemelo Kyle. La conexión entre ambas armas era innegable, ya que fueron fabricadas con la madera de un par de árboles gemelos que habitaban dentro del instituto de Cornwall. 

La mirada verdeazulada de la rubia era como una cuchilla recién afilada, certera a la hora de lanzar su corte, cual katana en las manos de un samurái. Kahlan era experta a la hora de causar daño psicológico, delineando con las yemas de sus dedos los grabados que estaban incrustados en la madera de su varita, además de algunos cráneos que contenían las almas de sus enemigos caídos— Puede que pague más de lo que pides o me lleve la cura sin darte un solo peso—relamiendo sus labios desviaba su vista hacia Xavi. Viendo como lo que les separaba en un breve instante, les unía del mismo modo eternamente— No planeó matarle, no de momento—le obsequiaba las mismas palabras que siempre le decía al Holandés con quien solía a jugar dentro de las salas de tortura creadas por el padre de ambos.

— Necesitamos saber de donde saco la cura que nos ofrece, parece un pobre diablo que no sabe lo que tiene en su poder—sugirió sin remordimiento alguno. Era la más nociva de los dos gemelos, importándole poco el dolor que causaba a la hora de sesgar una vida o poner en jaque la existencia de cualquiera que osará poner en riesgo el mundo que habitaba y a las personas que lo compartían con ella. Solo existían sus aliados que eran los hermanos de Xavier, su prima Juv y su querido hermanito menor Kyle. No veía más allá de lo que no era necesario, siempre cerrándose en un circulo tan pequeño que la hacia sentir dueña de todo lo que tocaba con sus destructivas manos.

— ¿De dónde sacaste esa cura que ofreces?, ¿Quién o quienes que la han vendido?—el par de preguntas se transformaron en un par de dardos envenenados. Jugando con las posibilidades de torturarlo, no dudo en decantarse por la más agonizante y certera que poseía. Los mil cortes que aprendió durante el tiempo que su pareja no estuvo a su lado, volcando todas sus energías en sacarse de la mente la lacerante ausencia del Alemán. El no tener el roce de sus labios sobre su cuello o los delicados movimientos de las yemas de sus dedos recorriendo cada centímetro de su espalda— Lo siento, pero no puedo esperar más—le miraba desafiándolo sin reparo alguno.

Sintiendo la diestra del castaño en su zurda, no se resistió a ser despojada de su varita.