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~Atrium Stratus~ - (MM B: 117647)


Monica Malfoy Haughton
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Deadly-Kahlan1

 

Más patético es aquel que no tiene un sitio real a donde pertenecer...

Recordaba esa vieja cita, aunque no daba el lugar donde pudo pillar la misma. Era como una hoja afilada que guardaba para momentos especiales, usándola como un aleccionador de personas que se pasaban de la raya. El mantener lo que pertenecía cerca de uno era un instinto demasiado básico de supervivencia, aunque ella lo veía como el reflejo de una profunda inseguridad que aquejaba a quién lo expresaba. Su rostro se mantenía impasible ante la presencia de su gemelo, no entendía su necedad por que congeniará con su noviecito.

— Vaya que eres necio—poniendo los ojos en blanco se calzaba su chamarra de piel. Iría en busca de un poco de diversión, posiblemente dándole un enfoque un poco más misterioso e interesante a su nuevo interés. La definición exacta del mismo no la tenia, forzar las cosas no era de su naturaleza y si que las mismas fluyeran como lo hace el agua fresca de un manantial. Acomodando su rubia cabellera, dejaba que las ondas rosadas cayeran con elegancia.

— Te veo en ese local, yo tengo otro asunto que atender ahí—recordando la nota que recibió con una respuesta afirmativa. Admirada por la perseverancia que demostró, el aferrarse con algo más que los dientes, siempre daba buenos dividendos. Viéndose rodeada por una bruma espesa, creada por un grupo de cráneos sanguinolentos, desapareció cuando estos abrieron sus desencajadas fauces. El Atrium Stratus parecía estar cargado de un ambiente festivo en apariencia, pero eso era lo que solía engañar a las personas que no sabían mirar con atención detalles como esos.

Cruzando el umbral, daba con un animado grupo de compañeros del bando al que pertenecía su querido gemelo Kyle. Desviando un poco su atención, daba con un caballero sumamente apuesto que era abordado por Ada, la hija del Holandés que sin demasiado esfuerzo de ganará el cariño y admiración de la Alemana— Hay fiesta y no me han invitado—bromeó tomando desprevenida a su sobrina Camille.

 

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Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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Todos los de la mesa brindamos antes de que cada quien tomara un bocadillo y situara donde se sintiera más cómodo, de alguna forma había logrado realizar las cosas que tenía planeadas y más, por lo que no tenía más compromisos que disfrutar del momento y los bocadillos.

-Un gusto conocerles- Dije a los recién llegados mientras mi prima ordenaba lo necesario para que todos alcanzáramos a convivir.

Si bien no era muy social esto debía de ir cambiando de a poco, ya que las relaciones sociales habían resultado de bastante ayuda en los últimos meses, de pronto me sentí un poco abrumado, quizás por la reciente experiencia, sus consecuencias eran algo que me seguirían el resto de la vida y tenía que aprender a controlar, tanto como los impulsos como las sensaciones que se presentaban de forma inesperada.

-En un momento vuelvo, saldré a tomar un poco de aire fresco- mencione sacando un cigarrillo del saco.

De momento era como si todas las conversaciones y personas me rodearan, podría sentir las ondas viajar a través del lugar hasta mi posición, mis ojos destellaron unos instantes al momento de ponerme en pie, era como si pudiera distinguir y percibir los diversos aromas como personas del lugar, me encamine a la entrada del lugar colocándome los lentes oscuros.

Al llegar a la salida rápidamente encendí el cigarrillo, este contenía una mezcla de hierbas y tabaco que lograban relajarme hasta en las circunstancias más difíciles, al momento de tomar el cigarrillo con mi mano pude notar como los colmillos volvían a su tamaño considerado normal, mientras las sensaciones digamos extrasensoriales se dispersaban de momento.

Tome una servilleta y saque una pluma, comenzando a escribir una pequeña carta…, prefería no meterme más allá de los asuntos privados de las personas o familia, evitándome así varios problemas innecesarios, sabían perfectamente que si en algún momento necesitaban algún consejo o ayuda podrían acudir sin ningún inconveniente, termine de reflexionar sobre todo lo sucedido al momento que el cigarrillo terminaba de consumirse en mis manos.

Más temprano que tarde debía de aprender a controlar las nuevas habilidades adquiridas, pues realmente no sabía cómo los demás reaccionarían ante mi cambio de raza, aunque esto era más que notorio debido al rejuvenecimiento, podría atribuir este a mis diversos experimentos con pociones pero realmente no era algo que me preocupara como para quitarme el sueño.

Retire mis gafas de sol y las guarde ingresando nuevamente al local, notando un incremento importante en la clientela como en las bebidas de la mesa en la que me encontraba, de pronto una sensación insaciable por un trago invadió mi cuerpo, sabía perfectamente lo que debía de hacer, el camino a la mesa pasaba por la barra del lugar donde me detuve unos instantes…

Había logrado susurrar al oído de la mesera el pedido especial, el cual tras un parpadeo se vio en mi mano y tras otro parpadeo desapareció en mis labios, permitiéndome llegar más tranquilo hasta la mesa donde todos los demás me aguardaban.

 -Me parece una excelente oportunidad para disfrutar de tan distinguida compañía- tome mi vaso y me aproxime a mi lugar (entre Ada y Luna), -Ludwig, podrías comentarnos un poco de los avances en la investigación?- me pareció un tema interesante para comenzar la charla.

@ Ada Camille Dumbledore  @ Luna Gryffindor Delacour  @ Ludwig Malfoy Haughton  @ los que me falten XD

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Si de algo estaba seguro, es que no sabía cuánto tiempo podía disfrutar estando solo. En cada rincón al que iba, lo buscaba de manera que tuviera espacio y tiempo para pensar. Pero aquella voz femenina, hizo que levantara la cabeza y emitiera una sonrisa. Mica no me molestaba, al contrario, me calmaba en muchas situaciones que podrían haber terminado en fuego y sangre. Asi que le hice una seña para que tomara asiento. Ya que si íbamos al caso, aún teníamos algunas cosas pendientes que organizar con la bruja. Hizo un comentario sobre Luna, la cuál no había visto en ningún momento. Negué con la cabeza, ya que era cierto que estaba dando lástima. "Mejor si hace drama fuera de la mansión" pensé.

Pero algo, o mejor dicho alguien, me distrajo de repente y me hizo sobresaltar. Para cuando quise darme cuenta, me encontraba besando a aquella bruja de ojos celestes, Ada. ¿Qué hacía? Me quedé petrificado por la sorpresa de haber pasado por aquello, sin haberme dado cuenta. No entendía, las últimas veces que habíamos estado hablando, no se había dado ninguna de aquellas situaciones. Mientras la muchacha se alejaba, noté la mirada de Mica. ¿Acaso en Francia saludaban así?

No, no... no me molestas. No sé porqué hizo eso —giré un poco la cabeza para notar donde había llegado Ada. Se estaba formando un lindo gran grupo, donde al menos conocía a la mitad. La más parlanchina de todas era Luna. Negué con la cabeza. ¿Ada buscaba la aprobación de aquel grupo o no estaba provocando? Volví a mirar a Mica—. ¿Qué te ocurre a tí? ¿Por qué estas así?

@ Ada Camille Dumbledore @ Mica Gryffindor

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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La calmó un poco el desconcierto que reinaba en la actitud de Mael, aunque dudaba mucho que realmente no supiese de dónde venía aquella forma de saludo. Comprendió, entonces, que él sí tenía ya una historia con aquella gente a la que ella conocía de realidades muy diferentes. Ella desentonaba en la vida que él llevaba con total naturalidad entre los miembros del bando. ¿Cómo lograría encajar?

– ¿Importa qué me ocurre? – murmuró con amargura. No podía poner en palabras todo lo que le estaba pasando. En parte, temía perderlo, en partes lo deseaba y quería ser ella la que diese celos a alguien más. ¿Se atrevería a entrar en ese juego?

Pudo quitar por un momento las manos de encima de la mesa, dejando algunas marcas de sangre, tomando una servilleta y limpiándolas, evitando por un momento la mirada de su acompañante.

– Me ocurre que estoy cansada de tener que contenerme – soltó finalmente, antes de ponerse de pie y rodear la mesa hasta donde él se encontraba.

Sin pensarlo dos veces, tomó el rostro de Mael entre sus manos, antes de acercarse para darle un suave beso. Sorprendentemente, se sintió demasiado bien concretar por fin ese contacto con él, como si sus labios lo hubiesen deseado por mucho, mucho tiempo.

– ¿Por qué para otras es tan fácil y yo debo temer que me alejes para siempre por esto? – murmuró sin apartar su mirada de los negros ojos de él. – Eres el único en quien confío, no puedo evitar imaginarte en tus brazos y querer que se cumpla ¿Está mal? – lo preguntaba sinceramente. Él tenía el poder de hacerla añicos en ese instante si lo deseaba, estaba todo en sus manos. 

@ Mael Blackfyre

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Por tan solo unos momentos creí que iba a repetir la escena donde Mica recaía, como lo había hecho otras veces y debería remontar la escena. No había entendido bien a ciencia cierta lo que había pasado con Ada pero no podía negar que había provocado que se prendieran ciertas cosas dentro de mí. Era una muchacha muy bonita, lo había corroborado, pero parecía buscar alguna otra cosa. Con Mica era diferente, pero era más. Mucho más. Y ante el segundo que pude reaccionar alejándome de mis pensamientos, me encontré con los ojos verdes de la Gryffindor frente a los míos, con sus labios pegados en mí.

Dos besos en menos de diez minutos. ¿Iba a saber que podía llegar a pasar eso? Duró algunos segundos pero había aparecido una eternidad, como algo que no encajaba con la actualidad. ¿Por qué me sentía así? Todo parecía superficial, como si todo estuviera sucediendo con las olas rompiendo en la playa y yo estuviera en el fondo del glaciar más profundo. Mica me cuestionaba y pude entender hacia dónde iba.

No, no está mal —esperé algunos segundos para responderle. El grupo de Ada seguramente estaba espiando lo que ocurría—. El que está mal soy yo, Mica… Escucha…

Me levanté de aquella silla y miré fijamente aquellos ojos verdes hermosos. Decirle hermosa a Mica era quedarme corto, era la bruja encargada de haber sentido amor, sí. Aunque ella misma lo había cuestionado. Pero gracias a ella pude darme cuenta de dos cosas fundamentales que me habían atravesado, que me habían cambiado. Era hora de decirle, por lo menos algo—. He hecho cosas que jamás podrías imaginar —relamí mis labios mientras apoyaba mis manos aferradas en sus hombros—. En el momento, tú decidiste otro camino. Y eso me dejó ciertas huellas, que bueno… no pude resistir —intentaba buscar las palabras correctas en mi cabeza pero no comprendía si Mica podía llegar a comprenderlas.

— Me gustaría poder sentir lo mismo que vos, pero no hemos coordinado. Ya no puedo sentir nada ¿Entiendes? Nada. Hay magia que me ayudó con eso, por ejemplo, a no tener corazón, a no sentir, a no ser débil. El amor es debilidad, Mica. Y no podía permitir eso luego de que… —¿qué perdía con decirle eso? ¿Mica sabía que había sido el botón que accionó aquella decisión? No podía suavizar las palabras—. He hecho cosas que pocos conocen. Una maldición. Ya no hay vuelta atrás, Mica. ¿Entiendes? No te mereces eso. Pero es la única manera de lograr lo que busco —por un segundo en mi cabeza imaginé la situación.

De a poco había descifrado la maldición y sus ingredientes. Si. Uno de ellos era el corazón que había sacrificado en ése ritual. No sentir, no amar. Ahora era más fuerte y sonreí ante ése escenario hablando con Mica.

@ Mica Gryffindor

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Los labios de la Gryffindor aún podían sentir el calor de los de él, esa sensación que había disfrutado tanto sabía que nunca se borraría de su memoria, de su piel. Sin embargo, sus palabras y actitud le decían que no era mutuo y eso se sintió como un enorme vacío que empezaba a formarse en su estómago y se extendía. Fue cuando llegó el miedo, un temor profundo de perder para siempre al único en quien confiaba.

Los segundos que él tardó en hablar fueron eternos, llenos de incertidumbre y angustia para la castaña. No despegaba su mirada de los negros ojos de Mael, en busca de alguna señal que le dijese que no tenía motivo de sentirse así. Pero nunca llegó.

Esperaba encontrar cierta calma en sus palabras, pero no hicieron más que despertarle incertidumbre. Permaneció en silencio escuchando su explicación, sus motivos para no tener ningún sentimiento hacia ella. Las manos que él había puesto en sus hombros imponían al mismo tiempo cercanía y distancia, la mantenía a su alcance y, a la vez, lejos de otro intento de buscar un contacto no deseado por él.

-¿Así de fácil? Sé muy bien que me equivoqué en no quedarme a tu lado, pero también tú te equivocaste en la forma de hacer las cosas. Llegaste tarde en ese momento, y ahora soy yo la que llega tarde… ¿Es como termina todo? -si bien sabía que las lágrimas no demoraban, habló con una intensidad que no sabía poseer. - ¿Me ves como alguien débil? ¿Por amar? ¿Por amarte?  -con un movimiento de hombros se liberó de su agarre para tomar cierta distancia.

En su interior había un mar de emociones que no sabía cómo expresar. Le costaba comprender todo lo que Mael había dicho o hecho, la simple mención de “no sentir” le parecía un absurdo, cruzar un límite que lindaba con perder la humanidad.

El juramento que ambos habían hecho empezó a hacer efecto, las cadenas en que lo llevaban pendiente empezaron a moverse, ajustándose un poco, hiriendo la piel en el proceso. Él la lastimaba, ambos sufrían.

-Haz que deje de sentir también -murmuró luego de un largo silencio – me costó mucho asumirlo, pero llevo más aún queriendo estar solo contigo. Desde que estás en mi vida, todo me ha llevado a ti una y mil veces. Dices que amar es debilidad, pero mira cuánto poder he logrado desde que estás en mi vida, y cuánto has logrado tu por amarme o dejar de hacerlo. -no supo cuando, pero había vuelto a acortar la distancia entre ambos – No quiero volver a amar a nadie si no es a ti, lo que sea que hayas hecho, házmelo también para que no sienta – la firmeza en su voz no se desvaneció. Lloraba, pero no incidía en su postura, en su seguridad.

Como si ya no hubiese protocolos entre ellos, volvió a acercarse y besarlo, esta vez con más intensidad, como si al hacerlo buscase despertar alguno de los sentimientos que, sabía, ya no estaban allí.

@ Mael Blackfyre

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Se balanceaba sobre sus talones mientras esperaba una respuesta de la recepcionista, quien estaba confirmándole disponibilidad respecto a su solicitud. Debía admitir que quizá había sido una idea un tanto burda el pedir alojamiento para tomarse su bebida, pero había invertido en cosas peores; recordaba esa vez que, en conjunto con su familia, alquilaron una tienda familiar, que podía dar cabida a generaciones enteras, sólo para tres personas en plena expedición del desierto del Sahara. 

⎯⎯Ah, buenos tiempos, de eso no hay duda. Pero uno no vive de glorias pasadas. 

Moira enarcó una ceja tras sus gafas mientras escuchaba al Black Lestrange hablar solo. ¿Acaso lo creería loco? Era posible; después de las experiencias con las últimas guerras, y la pérdida de balance que conllevó convertirse involuntariamente en su forma animal durante los misteriosos ataques en Francia, cualquiera perdería la cabeza.

»»Temo que por el momento no tenemos habitaciones disponibles, pero si espera unos minutos, habrá algunas que podrían desocuparse pronto. ¿Señor?

⎯⎯Black Lestrange. Eobard ⎯respondió, tentado a dar un alias en el último segundo. Hacía mucho que no usaba su verdadero nombre ⎯. Supongo que me iré adelantando, no obstante, me gustaría mi bebida. Para ir entrando en contexto. 

Le tomaron sus datos de registro, mientras uno de los dos gemelos camareros se aproximaba para depositar la copa de cristal con el brebaje de tonalidades aguamarina; si bien era una bebida que había conocido gracias a su tiempo con los no mágicos, podía jurar que sus efectos eran lo más cercano a una poción estimulante, ¡los muggles estaban mejorando en cuanto a su comida y bebida! Sostuvo la copa en alto durante unos segundos. 

⎯⎯A la prosperidad y fortuna de Atrium Stratus 

Tras su pequeño brindis, le dio un modesto trago a la bebida, dejando que la esencia del exótico licor invadiera su boca, irritando sus papilas gustativas al contacto con éste. Era un sabor amargo, pero refrescante, casi como la perspectiva de tener que reconectar con sus ya de por sí pésimas habilidades sociales. Así, se encaminó hacia la escalinata de caracol, con la propuesta de matar tiempo explorando el primer piso mientras algún cuarto se desocupaba. 

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En una parte ya sabía que iba a caer en ello. Mica no iba a dar el brazo a entender y toda la información que había resguardado codiciosamente, se la acababa de decir en su cara y no le había prestado demasiada información. No le estaba recriminando su elección, pero en el momento de su rechazo, ya no iba a volver a sentir lo que había sufrido en ése entonces. ¿Lo podría haber superado? Claro que sí, pero jamás en mi vida había visto un final rosa para mí. No era lo que buscaba ni lo que pedía. Pero ciertas magias tenebrosas me habían enseñado qué hacer con ése dolor y como no volver a sentirlo.

¿Estás loca? Hicimos un juramento, no podría hacértelo ni aunque quisiera. ¿Crees que fue algo fácil? —la bruja Gryffindor volvió a insistir en ello y volví a sentir sus cálidos labios sobre los míos. Ésta vez me decidí a ver si hacía efecto lo que le decía. La traje contra mí y le respondí un beso de la misma manera. ¿Me importaban los presentes del lugar? Para nada. Aquel beso también duro algunos segundos. Y luego me despegué de ella—. ¿No lo ves, Mica? —la miré fijamente. Estaba cegada—. ¿Acaso quieres vivir una mentira? ¿Quieres vivir en un mundo de hadas? —negué con la cabeza.

No podía permitir que aquello frenara mis planes—. Lo he jurado y no puedo provocarte eso, Mica. Lo siento. —me aferré a mi varita—. Jamás lo entenderías, pero cuando lance la maldición, puedes quedarte tranquila que no sentirás nada de esto. Ni tu ni nadie —emití una sonrisa. No estaba enojado con la bruja, sabía que alejarme de ella era lastimarla y había jurado eso. Tomé su mano y corté el aire en dos con un Fulgura Nox. Ambos desaparecimos de allí.

@ Mica Gryffindor

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 Era claro que él iba a negarse a brindarle las herramientas para que siguiese el mismo proceso. El juramento se lo impedía, o eso le haría creer. Claro estaba que no le permitiría hacer lo que él, porque bien sabía que era causarle daño y no solo “quitarle” aquello que, según él, era tan solo debilidad.

Se dejo llevar por sus manos cuando la llevó más cerca en aquel beso que él pareció corresponder. La sensación de sus labios era algo que deseaba tanto que la hacía perder la razón, ilusionándose con que él estuviese sintiendo lo mismo en aquel momento. Pero claras fueron sus palabras cuando el mágico momento, al menos así lo había sido para ella, se desvaneció.

-Deja de menospreciarme. ¿Un mundo de hadas? Me has visto más veces llorando que riendo. Me has conocido en el peor momento de mi vida, cerca de dejarme morir por el dolor. ¿Y me dices eso? -empezaba a enojarse con él. ¿Tanto podría menospreciarla?

Nuevamente él hablaba de la dichosa maldición de la que poco sabía. Comprendía que allí estaba la clave si quería develar lo que pasaba y, si había una chance al menos, lograr revertir lo que sea que él hubiese hecho.

Entrelazó sus dedos con los de él sin cuestionarlo, casi nunca lo hacía, y dejó llevar a través del portal que había invocado. ¿Hacia dónde la llevaría? No tenía idea, seguramente sería lejos de las miradas de quienes también ocupaban el lugar.

@ Mael Blackfyre

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— Beber solo es de mala suerte, ¿No lo sabía?—susurró sin quedar del todo dentro del radio de visión del Black Lestrange. El disfrutar de esa clase de placeres sumido en la soledad, no era algo que se pudiera gozar plenamente a su parecer— Creo que no tenemos el placer de conocernos—emergiendo de las penumbras le dedicaba una sonrisa enigmática. Algo le decía que no era la clase de caballero que tenia un racimo de amigos y menos uno de féminas que estuvieran detrás de el. 

Cabía la posibilidad de que su percepción fuera errada y descolocada, porque aunque contaba con el don de la adivinación, jamás se destacó por el dentro de hogwarts. Ganándose una que otra reprimenda por parte de la profesora, siendo la más rebelde de los dos Blackthorn que se volvieron más fuertes y poderosos con el paso de los años. Deslizando su mano por el interior de la bolsa de su chamarra de piel sacaba un cigarrillo que no tardó en encender— ¿Le molesta?—preguntaba antes de darle una calada. No deseaba incomodarlo o alejarlo con el molestó humo.

— ¿Qué lo trae a un local como este?, ¿placer, compañía o ambos?—manteniendo ese toque curioso que le destacaba pocas veces. Nunca se metía en la vida del otro, pero ese caballero sin duda alguna le generaba cierta incertidumbre que no cesaría hasta saciar del todo— Cuando termine su trago, podemos ir por otro. Claro si acepta mi compañía, no pienso imponer nada—ladeaba la cabeza. ¿Cómo hacerlo?, si apenas se cruzó con el y eso sin que estuviera planeado.

A veces fuerzas ajenas a las propias movían los hilos de la vida de las personas, tal y como si fueran marionetas. Obligándoles a dar pasos o perpetrar movimientos inesperados para ellos mismos— Blackthorn—pronunciaba su nombre con elegancia, dejando sumido en el misterio su nombre. El apellido podía decirle mucho o nada, quedaba en el indagar para dar con ese dato tan preciado para la Alemana.

@ Eobard Thawne
 

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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