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Prueba del Libro del Caos - Junio 2022


Runihura
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Las fuerzas del Caos eran impredecibles, jamás se sabía como actuarían los señores del Caos o las ruedas perjudicarían la buena o mala suerte que acompañará a los rivales dentro de ese duelo. La comprensión demostrada por el hombre, no la hizo duda de que estaba preparado para enfrentarse a la prueba y quizás vincularse al libro que ya no estaba del todo en blanco. La inteligencia era un arma de doble filo, podía indicar el camino que condujera a la victoria o disfrazar, el mismo con una mentira que causaría más dolor que satisfacción a quien la experimentará. 

— Al menos tiene en claro el balance, ya podemos decir que lleva una ligera ventaja a su favor—mirandole fijamente todo dentro del recinto cambió de manera radical. Ya no existían las salas, sino cámaras donde uno a uno los señores del Caos se hicieron presentes. Cada uno de ellos podía ser invocado por medio de la tirada de dados, pero el azar solía ser caprichoso y no se adecuaba a los deseos o anhelos de quienes retaban su poder. Runihura jugaba con las posibilidades al agitar los dedos en su diestra, convencida de que la tirada sería benéfica para su persona.

— Flechas de Fuego—pensó la guerrera desprendiéndose de la punta de su varita una andanada de filamentos de fuego. Cada uno de ellos pegaron con éxito en el cuerpo de su alumno, causándole quemaduras y heridas graves. Debía ser precavido y realizar la acción correcta antes de sanar el daño causado, no se podía evitar la perdida de sangre sin antes tomar en consideración un detalle vital y que le ayudaría a mantenerse con vida dentro del duelo.

La serenidad reinaba en Runihura, disfrutando del ambiente cargado por la energía de los señores del Caos que de momento, no entraria  en escena. Pero en algún momento figuraría como las estrellas estelares de ese espectácu.lo que seria el duelo de la prueba final.

 

C O N D I C I O N E S

@ Eobard Thawne

Editado por Runihura
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Tras haber razonado acerca de las distintas formas físicas que podía adoptar el Caos, el panorama del Black Lestrange se amplió a un nivel que no habría alcanzado sin la guía de una mentora como lo había sido Runihura. Pero, haber concluido con el último tramo de los poderes del libro sólo significaba una cosa: Una batalla se aproximaba. 

Sería la segunda vez que se enfrentaría a un guerrero Uzza, pero aquel pensamiento no mermaba su nerviosismo ante el asunto.

⎯⎯Agradezco su elogio, aunque para alguien tan desequilibrado en ciertos aspectos, me resulta curioso tener mejor entendimiento del caos que de mi persona ⎯sonrió de lado, mientras preparaba su varita de nogal negro para el inminente ataque.

Que resultó ser un viejo conocido del Libro del Equilibrio, lo cual evocó recuerdos de dicha clase en el castaño. Mientras las flechas de fuego trazaban su trayectoria hacia el Black Lestrange, decidió defenderse empleando un Salvaguarda Mágica de forma no verbal, de modo que su cuerpo se volvió intangible y las flechas simplemente lo atravesaron sin infligirle daño. 

Pero aquella prueba no sólo estaba diseñada para analizar su eficiencia defendiéndose de ataques, sino su entendimiento del Libro del Caos. Sostuvo el dado de diez caras, lanzándolo al aire para dar inicio a su poder. 

⎯⎯¡Fuerzas del Caos, las invoco, háganse presentes aquí y ahora!

No estaba totalmente seguro si aquello era el cántico adecuado, pero estaba seguro que invocaba a la Rueda del Caos. Confiado con el resultado obtenido, decidió lanzarle a Runihura la Arena del Hechicero, esos terroríficos huesos cristalizados de un mago muerto mediante fuego mágico, la cual tendría un efecto crítico, gracias a la bondad de las fuerzas del Caos. En caso de que aquel efecto funcionara, su oponente estaría cegada por la arena y no tendría una puntería precisa.

@ Runihura

 

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Peeves estaba dentro del campo de duelo, vaya decepción que se dibujará en el rostro de la Guerrera. Era divertido que ella planeará las bromas o las charadas que lanzaría contra sus alumnos, no era lo mismo verse presa de ese bribón que solo se mofaba cada tanto de lo que aún no había hecho Runihura— ¿Qué dice una pera que persigue a otra pera?—lo miraba con atención—Espera—soltando una sonora carcajada notaba como la criatura hacia lo mismo.

Entrando al redil, dejando que la Uzza le divirtiera un rato con todos los chistes que tenía preparados. Justo en ese instante su alumno se disponía atacarle, vaya que las fuerzas del Caos le sonrieron al menos en su primer intento— No siempre será de ese modo, espero que tenga presente ese detalle vital—la certeza en sus palabras era palpable— ¡¡¡ Himno de Eleboro !!!—exclamó con fuerza la mujer, intercalando de manera efectiva su defensa ante el ataque que venía contra ella la Arena de hechicero, aunque los dos eran efectos, ella sabía como  manejar las cosas a su favor. Surgiendo de su varita una vibración musical que le protegió los sentidos, aquella apenas era audible pero muy efectiva para un efecto que buscaba dejarle ciega. 

Ahora sus sentidos estaban vigorizados y agudizados de una manera extraordinaria. Sintiendo la fuerza que brotaba de su varita, no dudo en hacer uso de la Rueda del Caos —Invoco las Fuerzas del Caos, para hacer uso de la Rueda del Caos—la sentencia fue dictada por Runihura. Tal y como se lo imagino el 8 llego en el momento indicado, elevándose por completo las comisuras de sus labios. Jugaba con Peeves y al mismo tiempo con su alumno— ¡¡¡ Flechas de Fuego !!!—pensó saliendo disparados de la punta de su varita una andanada de filamentos de fuego que pegaron en el objetivo o eso quería pensar. El Caos si que era bastante caprichoso y no le molestaba poner la balanza de un lado a otro en todo momento.

Debía sanarse las heridas causadas por sus flechas, sino deseaba morir. Dejando la duda flotando en el viento, no le quedaba nada más que esperar la reacción de su contendiente.

@ Eobard Thawne

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⎯⎯Bien jugado, guerrera. Aunque uno no puede confiar del todo en los ojos, pues pueden engañar a la persona, es mejor proteger los sentidos ⎯. Sonrió de lado, había hecho su mejor intento por cegar a la Uzza, pero ella había sido más inteligente en ese sentido. 

Aquello parecía estar destinado a ser cosa de dos, hasta que la instructora invocó al Señor del Caos, aunque éste no fue benevolente con ella, pues adoptó la forma del ínfame Peeves, quien se dedicó a hacer bromas de mal gusto. Estaban en terreno neutral, consideraba el Black Lestrange, pues no le ayudaría a Runihura, pero tampoco lo beneficiaría a él. 

⎯⎯¡Oye, Peeves! ⎯se dirigió al poltergeist, mientras preparaba su tirada de dados. Debía ser certero o pagaría caro las consecuencias ⎯. ¿Te enteraste que me han robado todas las sillas mientras estaba en la Sala Común de Slytherin? ⎯el ente lo miró extrañado, como si no entendiera a que se refería. Su oponente, por otro lado, ya hacía su movimiento ⎯. Sí, bueno, es que no sé ni cómo me siento. ¿Entiendes? ¿No? Bueno, entonces...¡Invoco la Rueda del Tiempo!

Lanzó el dado de tres caras, esperando que la Rueda del Caos le obsequiara un resultado de -1, pues esto ocasionaría que las flechas de fuego que se dirigían hacía él, fueran eliminadas, dado que las Fuerzas del Caos borrarían la última acción hecha por la Uzza. Sin embargo, en esa ocasión no contó con la misma suerte que usando la Rueda del Caos, ya que obtuvo un 0. Pudo jurar que sintió una especie de fluctuación temporal en el campo de batalla, pero dado el resultado de su tirada, no tuvo efecto alguno. 

⎯⎯Obsistens ⎯pensó el castaño, conjurando un cerco de materia luminosa de color aguamarina, su tonalidad favorita, que detuvo las flechas de fuego que la Uzza le había lanzado, protegiéndolo así de los daños que habría sufrido de no haber invocado dicha protección ⎯Lo de la Rueda del Tiempo ha sido desafortunado, ¿no cree? Pero, tal como hemos dejado en claro desde el inicio, el Caos es bastante caprichoso, así que no podemos fiarnos de que nos beneficiará todo el tiempo. 

Sujetó la varita de nogal negro con mayor determinación, listo para volver al ruedo, apuntando a su instructora. A pesar de no haber librado duelo en cerca de dos años, quizá el óxido en sus habilidades no era tan malo. Se sentía tentado a invocar a uno de los Señores del Caos, tal como Runihura había hecho, pero de momento quería mantener una postura defensiva. 

⎯⎯¡Sectusempra!

Pronunció aquel hechizo que, si bien no era de sus favoritos, resultaba una opción razonable considerando que la Uzza aún protegía sus sentidos, lo cual complicaba en cierta medida las cosas. El rayo salió disparado de su varita, dirigiéndose hacia su objetivo que era Runihura, y de impactarle le produciría serias heridas sangrantes en su cuerpo, que requerirían que se curara. 

@ Runihura

 

 

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— Bien lo ha dicho, no hay nada más caprichoso en la existencia de los seres vivientes que el mismo Caos—devolviéndole la reflexión tras ver que su buena suerte, no lo acompañaba dentro de ese duelo. El joven estaba dando palos al agua, pero al menos le agradecía la dedicación que ponía en su afán por aprender y aferrarse a vincularse al Libro del Caos. La apariencia de Runihura distaba mucho de la edad que aparentaba, justamente por eso no le molestaba tener que lidiar con las bromas lanzadas por Peeves.

— ¡¡¡Hey Peeves, vamos a jugar un poco !!!—sonreía atrayendo la atención de ente. Vaya manera de tener que mezclar la seriedad de la contienda con las bromas, si que estaba teniendo una experiencia digna de recordar— ¿Qué le dice un gusano a otro gusano? , voy a dar la vuelta a la manzana—soltando una sonora carcajada sin pasar por alto el hechizo que venía contra ella. Sintiendo una energía producida por la adrenalina que genera su cuerpo, elevaba con determinación su varita—Obsistens—pensó viéndose rodeada por un cerco azul celeste. Librándose de manera exitosa del Sectuempra que venía contra ella, aprovechando que las fuerzas del Caos le estaban echando una mano.

— Invoco al Señor del Caos—lanzando un dado de siete caras esperando que le resultado le fuera beneficio y así fue, porque no necesito de esa sanación que el mismo le otorgaba al obtener un 4 como resultado de la tirada de dados. Ahora le tocaba a ella devolverle la cortesía a su alumno, jugando al mismo juego que se iniciará una vez que se encontraron uno frente a otro— Arena de hechicero—pensaba con demasiada calma y confianza Runihura. Lanzando al aire los huesos cristalizados de un mago que pereció a causa del fuego mágico, buscando dejar sin la posibilidad de ver con claridad al hombre. Afectando de manera considerable su vista, dándole una razón más para retar de nueva cuenta a las fuerza del Caos.

@ Eobard Thawne

 

 

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Lo estaba pasando de lo lindo en aquella prueba. Sus expectativas al inicio de esa travesía, había sido superadas por mucho en ese punto. De no ser por el enfoque que estaba vertiendo hacia el combate con la Uzza, podría haberse cuestionado por qué Badru le hizo la vida tan imposible en el libro anterior. Pero el pasado era historia, y debía enfrentarse en el ahora, cuando las fuerzas del Caos parecían estar cerca de ganar esa partida. 

⎯⎯Ese ha sido bueno, guerrera ⎯repuso el castaño, agradeciendo el alivio cómico que suponía la aparición de Peeves en el duelo. Decidió completar aquello para no perder el hábito ⎯Peeves, ¿sabes por qué despidieron al reloj? ¡Por atrasarse! Considero que es un clásico. 

Aquello no había sido suficiente para distraer la atención de su oponente, tal como el Black Lestrange había esperado. Se había protegido del ataque que pretendía ocasionarle heridas sangrantes, tal como él había hecho lo propio con las flechas que le había lanzado. Las cosas parecieron empeorar con la aparición del Señor del Caos en persona, quien le brindaría su manto protector a Runihura, a pesar de que no lo necesitaría del todo. 

Casi como un paralelismo temporal, se sintió de vuelta al inicio del duelo, pero ahora era ella quien le lanzaba la Arena del Hechicero. El Black Lestrange, análogamente, estaba decidido a replicar la estrategia que su instructora había empleado para defenderse en primer lugar. 

⎯⎯¡Cantar de Eleboro!

La vibración musical casi inaudible emanó de la punta de su varita de nogal negro, generando una peculiar vibración a su alrededor, con lo que no sólo restauraba la vista que antes había perdido Eobard gracias a la arena, sino también protegía sus sentidos contra futuros ataques de ese estilo. 

⎯⎯Que conste que no había querido usar este recurso antes, pero solamente jugando los dados y el azar es que uno puede aproximarse a controlar las fuerzas del Caos. Así que, invoco al Señor del Caos.

Lanzó el dado de siete caras mientras pronunciaba dichas palabras. Aunque era un eufemismo, considerando que dicha entidad ya se encontraba allí con ellos, guardándole las espaldas a la Uzza. Él confiaba en que aquello resultara bien, con un resultado de 1 ó 5 para traer al Cíclope o la Ninfa de su lado. Sin embargo, grande fue su decepción al ver que obtenía un tres, y una masa irregular con un pestilente aroma se materializaba de su lado del campo de batalla. El Trol había entrado en la refriega. 

⎯⎯Ah, maldita sea, como si lidiar con Peeves no fuera ya suficiente ⎯el castaño puso los ojos en blanco ante el gruñido de la criatura, quien parecía no enterarse de lo que sucedía, y sólo tenía ojos para su persona. El segundo gruñido fue más bien un aviso, para que él preparara su defensa. 

No le dejaba muchas opciones, dado que debía defenderse tanto de Runihura como del Trol, por lo que estaba en una encrucijada. Hasta que se le ocurrió una forma de ganar algo de tiempo. Al menos, el suficiente para pensar en una forma de evadir al Trol con mayor eficacia. 

⎯⎯¡Fortificum! ⎯ bramó, mientras que un muro ligeramente ondulado de unos dos metros emergía del suelo para cubrir el frente de batalla, donde estaba Runihura, y los dos flancos, para evitar que el Trol lo aporreara. Estaba hecho de titanio, que según recordaba, era un metal resistente a varias situaciones. 

La muralla lo protegía del árbol que había lanzado la criatura hacia su persona usando el hechizo Mobiliarbus. Pensaba de dónde habría sacado el árbol, pero fuera del hecho de que hacía poco habían estado próximos a los entornos de cada encarnación del Caos, era posible que la misma magia caótica genera árboles de la nada. 

@ Runihura

 

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 Nunca había tenido un día tan entretenido y cargado de emociones tan diversas dentro de una clase. Pero el enfrentamiento contra el Black Lestrange era digno de reconocerse como un show de Broadway, teniendo como protagonistas a Peeves y ahora un Trol deseoso de destrozar a su invocador. Runihura no le negaría ese placer culposo al señor del Caos, que al parecer era el menos querido por los que tenian la mala fortuna de invocarlo tras realizado una errónea tirada de dados. Soltando una risita al escuchar el chiste del hombre, no perdería más tiempo usando la ventaja que teniía a su favor se limitó a pronunciar con claridad.

— Silencius—el efecto fue inmediato y no apareció ningún muro que pudiera defender a Eobard debido a que estaba intercalando con efectividad su ataque la Uzza. La astucia de la guerrera fue más que suficiente, para poner en jaque aquel fortifican que no impidió que el Trol atacará a placer a su rival, dejándole serias heridas al impactar en el parte del tronco que lanzará la criatura. El acto le daba más peso al nombre de aquel libro, nadie podía frenar al Caos una vez que este era desatado en su máxima expresión—Es el final, pudo hacerlo mejor y debió hacerlo—expresaba con serenidad la joven Uzza. 

— Vara de Cristal—salía de sus labios aquel conjuro que provocó que su varita mágica cambiará de forma. Convirtiéndose en bastón de un metro ochenta destacando el color plata luminoso que le daba un aspecto imponente, aferrando con fuerza el mango cilíndrico y liso. Admiraba la media luna acostada en la parte superior, la cual estaba dividida en tres dimensiones y ayudaba a resaltar el interior que estaba decorado en relieves. Justo en el centro de la representación de su tatuaje (medialuna), se encuentra una esfera cristalina que simula las fases de ese satélite en una coloración negra y plata.

—Sectuempra—añadió para rematar aquel ataque, siendo inmediato y que abrió varias heridas en el cuerpo de su alumno. Sangre que empapaba su cuerpo y sus ropas, pago que solicitará el Trol y le fue negado de manera descarada. No quedaba nada más que hacer, solo darle un cierre digno a todo aquello— ¿De que murió el que no supo prestar atención dentro de su clase?, desangrado—reía como una niña pequeña disfrutando del acto final.

@ Eobard Thawne

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