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Baile de Celebración del Aniversario CCXXXIII de la Revolución Francesa


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⎯⎯Sacrebleu. 
 

Dada su amplia experiencia con el manejo de lenguas e idiomas, prácticamente había empleado el acento adecuado para emitir su reacción ante el golpe de realidad que vino a él en cuanto comenzó su caminata hacia la sede de aquella celebración en honor al país que fuera el sucesor de los galos. 
 

Lo habían dejado pasar a los jardines  tras verificar que, en efecto, era uno de los invitados; había recibido la carta unos días antes, por parte de Ada, quien fuera su compañera durante la clase de la Arcana Pereira en Mahoukotoro. No se imaginaba asistir, pues no eran tan cercanos, y un baile no era precisamente su tipo de evento. Pero si había baile, había comida; y si se cumplía esa condicional,  seguro el Black Lestrange estaría por ahí. 
 

Arribó justo en el momento en que la anfitriona daba inicio a la celebración, maravillándose con los encantamientos meteorológicos del recinto por unos segundos. Por si fuera poco, algunas parejas ya reinaban la pista de baile, por lo que decidió abordar a uno de los colaboradores que llevaban los bocadillos. 
 

⎯⎯Eh, joven, esos canapés no se comerán solos ⎯ sonrió con vehemencia, mientras extendía la mano para robarse uno de esos panecillos rellenos ⎯⎯. Me pregunto qué habrá de tomar, ¿tendrán algo de Bourbon, para una ocasión especial? 
 

Como estadounidense, el asistir a ese evento quizá sonaba descabellado desde muchos puntos de vista, pero no podía dejar de lado el hecho de que Francia había apoyado a su país en su independencia cuando tan sólo eran un puñado de trece colonias. Aún evadiendo contagiarse del ritmo musical, se aproximó a una de las mesas para tomar asiento, depositando el sombrero de ala amplia con la pluma de faisán sobre el respaldo de la silla. 
 

⎯⎯Va a ser una noche larga. 
 

Engulló una parte del canapé, detectando un sabor a cangrejo, mientras las migajas resbalaban sobre los encajes del cuello de su camisa. Con aquella tonalidad aguamarina en el saco y pantalones que se ceñían a su figura, sin mencionar el abotonado de bronce, bien podría haber pasado como un corsario retirado del siglo XVII. 

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-Yo no bailo, solo me dejo llevar... -acotó sonriendo, ruborizada ante el cumplido y un poco por los tan pegados movimientos que ambos estaban llevando adelante. La cercanía con su cuerpo era embriagadora, sentía el calor que ambos emanaban, su aroma... todo era perfecto. Sabía que no estaba bien pero ¿por qué si no lo estaba se sentía tan natural?

Lo miró a los ojos ante la propuesta de buscar luego un sitio más tranquilo, sonaba bien, poder encontrarse a solas y dejarse llevar por lo que fuere que desearan hacer, era una muy buena idea. 

-¿Por qué Mael podría querer hacerte algo? -rio tranquilamente- Solo somos amigos él y yo, nunca podrá pasar nada... -aclaró, intentando no permitir que la tristeza empañase el momento. 

Las manos de él parecieron renovar la confianza, pegándola más mientras la música los acompañaba. Notó que su mirada se desviaba un momento, pero no quiso seguirla, temiendo que la cálida fantasía pudiese desvanecerse. La música se detuvo entonces y fue Ada quien dijo unas palabras, dando la bienvenida al baile.

La música continuó, ahora en voz de una cantante y Ludwig propuso continuar bailando. Asintió, cerrando los ojos y disfrutando el suave roce de sus labios rozando más los suyos. Su corazón se aceleró más de lo pensado. Sintió sus piernas abriendo las suyas y se dejó llevar por aquel giro arriesgado y quedando enfrentada nuevamente a él. 

Lo miró nuevamente, deseando no contenerse más ni un solo segundo. Llevó sus manos a las mejillas del rubio y lo sujetó con delicadeza, acercándose para, ahora sí, robar un intenso beso de sus labios, pegándose a él sin inhibición alguna. 

-¿Podemos buscar dónde charlar ahora? -susurró más ruborizada al darse cuenta de lo que estaba haciendo. No se arrepentía, claro que no, pero necesitaba saber que él tampoco lo hiciera y, de estar ambos de acuerdo, poder entrar en ambiente a solas.

@ Ludwig Malfoy Haughton

 

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La noche había llegado a la hora esperada y me encontraba sobre el techo de aquella enorme edificación, sede de la embajada francesa por el aniversario 233 de su revolución. la brisa de verano me impactaba en las plumas y acariciaba a cada una de ellas. Observaba con mis grandes ojos de búho todo el panorama, disfrutando de la tranquilidad de la ciudad. Ignoré lo que estaba sucediendo por debajo, donde los invitados al evento llegaban cada vez más. En las últimas semanas estaba demasiado pensativo.

Me decidí a entrar unos minutos después de la hora indicaba en la invitación. Antes de llegar a Ottery, jamás había asistido a aquellos eventos, todo lo que tenía que ver con lo social me incomodaba. Pero en varias oportunidades la había pasado bien, incluida la vez que Goldor había destruido aquel sitio francés y su campanita. Di un salto y desplegué mis alas y di algunas vueltas alrededor del techo y noté una ventana abierta. Era mi oportunidad. No quería entrar por la entrada principal.

Atravesé la ventana y aterricé en el medio de la habitación que se encontraba en el cuarto piso. Me transformé en mi forma humana nuevamente. Sacudí un poco el cuello de mi camisa bordó, ajustada a mi cuerpo. Con un chaleco negro donde se podía notar el prendedor de oro con forma de cabeza de león. Pasé mi mano por mi cabello mientras salía de la habitación, descendiendo para llegar a la fiesta. La capa ondeaba y rozaba mis talones. Cuando estaba llegando al salón, Ada les estaba dando la bienvenida a los presentes.

Me apoyé durante algunos minutos para observar todo. Claramente la ministra francesa sabía muy bien realizar aquellos tipos de eventos, todo estaba realmente hermoso. Ella terminaba con su bienvenida y la gente se había puesto incluso a bailar. Mirando detenidamente pude notar algunas personas conocidas. Aquella bruja del Ministerio. Pero me detuve unos segundos más con Ludwig y Mica. Esbocé una sonrisa. Y continué mi lenta caminata por el lugar, rodeando a las personas y tomando una copa en el camino.
 

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Durante un instante pareció que en aquella gala solo habían dos personas bailando y disfrutando de una grata velada. El sonido del tango era lo único que los mantenía en la realidad pero a la vez los seducía de una manera extraña que nunca habían experimentado el uno por el otro. El pecho del rubio estaba pegado prácticamente con el busto de Mica tanto que sentía su respiración y los latidos de su corazón el cual palpitaba con fuerza - ¿estás bien? Te noto un poco nerviosa – dijo finalmente aunque era claro que los dos estaban claramente nerviosos y no sabían en que terminaría aquel asunto – no lo sé, tus palabras dicen una cosa pero tus acciones dicen otra, no entiendo como puedes juntarte con alguien como él, yo te conozco y se que en ti hay bondad y un buen corazón, pero cuando lo veo a él, estoy seguro que algo anda mal y cuando el me torturó y tu te quedaste sin hacer nada pude ver que la atracción que había era algo más que la de una amistad.

Tuvo que detener lo que decía pues justo en aquel momento vio bajar al chico de las escaleras, si bien era cierto que Ludwig le guardaba cierto rencor por lo sucedido, no podía evitar sentirse atraído hacia aquel misterioso semblante y porte que lo caracterizaba. Posiblemente era eso lo que había cautivado a Mica y lo que hacía que ambos estuvieran juntos. Por un momento la imagen de los tres teniendo intimidad cruzó por su mente y decidió sacudir su cabeza y volver a la realidad antes de que la bruja se diera cuenta de la excitación de su entrepierna.

-Creo que te tomaré la palabra – comentó finalmente – lo mejor será estar en un lugar donde no corra riesgo mi vida – sonrió un poco devolviéndole la sonrisa al joven y decidió llevarse a Mica a una de las habitaciones que estaban alejadas en aquel palacio. Esperaba que nadie los siguiera y que pudieran estar más tranquilos, hablar de temas más íntimos sin tener pájaros en el alambre – parece que éste lugar tiene salones para todo – dijo cuando finalmente entraron a una especie de oficina, era la oficina de la ministra Ada, esperaba que su cuñada no se molestara si entraban después de todo, todos estarían ocupados en la gala y nadie notaría su ausencia.

 

@ Mica Gryffindor  @ Mael Blackfyre @todos 

 

 

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Notaba que él sentía algo respecto a Mael y lo interpretó como si fuesen celos. Le agradaba la idea de que su amigo estuviese preocupado por el hecho de que prefiriera a uno y no al otro. Solo río cuando él preguntó si estaba nerviosa había tensión claro, en todo su cuerpo, pero no se trataba de nervios.

-Él es quien está conmigo frente a lo que pase, tú te quedaste con ellos...- murmuró, notndo cómo justo en ese instante la mirada del Malfoy se desviaba hacía Mael, quien hacía su ingreso ¿Los había visto? Claro que sí, notó su mirada y aque gesto ¿Sonreía? No quiso detenerse demasiado a mirarlo pues no quería desviar sus deseos del hombre que tenía en brazos. No iba a alejarse porque él estuviese allí, más sabiendo que la había rechazado.

Su cuerpo estaba tan pegado al del rubio que nada de lo que le sucedía a él podía ser un secreto, sentía su cuerpo... Necesitaba su cuerpo.

Se dejó llevar cuando él aceptó hallar un sitio más privado, tomando su mano y acompañándolo hacia lo que parecía un gran despacho. Solo entonces soltó su mano y caminó hasta el escritorio, dando un pequeño saltito para sentarse sobre el mismo, antes de alzar una pierna, tomando de la liga que ajustaba sus medias la varita. 

Hizo un par de movimientos para cerrar mágicamente la entrada y encantar el lugar para que nadie más pudiese escuchar lo que acontecía, al menos nadie que no fuese requerido por ambos.  Hizo otro movimiento para atraer a su lado una botella de vodka y un par de vasos pequeños que podrían utilizar. 

-Ven aquí -solocitó entonces, dejando sobre la mesa la varita y extendiendo una mano hacia él.

@ Ludwig Malfoy Haughton

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El aliento de la pelirroja en mi oído consiguió erizar la piel de mi cuello, pero fueron sus palabras las que provocaron que alzara las cejas en señal de sorpresa. ¿Cómo podía afirmar que no había estado fuera mucho tiempo? Tras el incidente de Stonehenge no había logrado dar con su paradero de ninguna manera, y lo más cerca que pude estar fue cuando la rubia, que relacioné inmediatamente con ella, nos acompañó al Ministro y a mí a la expedición por Ottery St. Catchpole. No tuve que decir nada; la verdad cayó por su propio peso y la mujer cesó sus razones.

Yo todavía esperaba su secreto. Ni me di cuenta de en qué momento la orquesta había cambiado de tango. Tras un ligero parón en el que habíamos intercambiado las últimas frases, retomamos nuestros pasos y, esta vez, fueron las piernas de Darla las que recorrieron el interior de las mías. Me estaba provocando; ese era el juego. ¿Hasta dónde llegaría? Yo lo tenía claro: hasta sonsacarle la información y asegurarme que le había dado un uso prudente a aquel mineral. No podía dejar pasar todo aquello. La situación en Stonehenge todavía no estaba determinada del todo. Había cedido a que se pudieran llevar a cabo ciertos estudios de los monolitos y sus alrededores, pero todavía era inviable que nadie penetrase en ninguno de aquellos portales. Y mi oficina no podía mantener más en vilo a todos los organismos interesados en nuestra resolución.

¿Quién dijo que aquella fiesta no podía ser un lugar ideal para adelantar trabajo? Al fin y al cabo, así era la diplomacia... Puro terreno de intereses vestidos de gala. Escuché el trato que me ofrecía la pelirroja. Un secreto mío... Vaya, así que el juego se ponía serio. ¿Y qué secreto podría contarle? No podía confiarle uno de los más profundos pero...

Salvado por Ada. Su discurso de bienvenida me dio unos minutos de más para pensar. Estaba despampanante. Tampoco esperaba menos de mi sobrina. Sonreí y agradecí sus palabras con una ligera reverencia de cabeza y me paré por unos instantes, todavía con una mano sujeta a la cintura de Darla, y escuché a la cantante que comenzó a cantar otro tango. De tangos iba la cosa, al parecer. Esta vez, la orquesta se había reducido a una pequeña banda; el resto de músicos aprovechó el momento para descansar, beber y tomar algunos aperitivos a nuestro alrededor. Sabía que debía responder a Darla si quería obtener información, que debía contarle un secreto, pero, ¿qué?

Entonces vi a Ludwig y Mica desaparecer entre la gente, abandonando la pista de baile. Aquello me dio la respuesta que necesitaba.

— Ludwig y Cillian me propusieron una relación enter los tres el día de la boda. Todavía no sé cuál es mi decisión —La voz de la mujer del tango disimuló la mía, de forma que sólo Darla me pudo escuchar. Dicho aquello, tomé de nuevo de la mano a la mujer y con un par de giros, volví a posicionarnos en el centro de la pista. A cada nuevo acorde, fui aumentando la fuerza de los giros y los golpes de cabeza hasta llegar a un momento de suspenso en la canción, hacia el final, en el que apreté el cuerpo de la pelirroja al mío, con las palmas de las manos unidas completamente abiertas; tal había sido la fuerza y precisión con la que lo había hecho que nos había obligado a permanecer durante unos instantes—. ¿Y bien, cuál es tu secreto?

Las últimas notas del tango siguieron mi pregunta, cerrando aquel momento.

Esperaba que su secreto fuera de mi interés y no tratase de engañarme. Además, confiaba en que estuviera a la altura del mío. No sólo le había confesado algo que implicaba a otras personas, sino que le había revelado una gran duda que hacía tiempo llevaba rumiando y el no haberme negado a la propuesta de los rubios la dejaba en plena evidencia.

 

@ Tessa Brower

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✤ Viajero de la noche ✤

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Darla-PB-banner.pngLa voz de su cuñada los hizo detenerse un momento tras aquel baile, parloteo y su propuesta. Había querido ganar tiempo, si hubiera sabido que Ada se lo iba a brindar con su belleza hubiera jugado otra carta, porque ¿qué pasaba si Adrián aceptaba su propuesta? Debió haberse inclinado hacia un juego más rudo tan caliente como el beso que alcanzó a ver que Mica le daba a Ludwig. Porque sí, no había pasado desapercibido para ella, solo que la justa llegada de su cuñada había cambiado las cosas.

Era obvio que la cosa no iba a quedar allí, no, no, la de Ludwig y Mica no, la de Darla y Adrián, porque el mago no le había soltado de la cintura, como si temiera que ella fuera a escapar y, si vamos a ser sinceros, si la vampiresa no supiera que él tenía las mismas cualidades que ella, ya lo hubiera hecho. ¿Le disgustaba? Todo lo contrario, había sentido una atracción ilógica hacia él desde la primera vez. Entonces ¿por qué no se dejaba llevar? Su mala costumbre de dar el corazón y no el cuerpo desde que había pasado lo de Lucas. Suspiró y en ese momento las palabras de Adrián la sorprendieron.

Maldita sea, pensó, bueno, el que no llevara ropa interior no sería un secreto a la altura del que el mago acababa de revelarle, entonces movió su mano y activó con delicadeza el Anillo de Salvaguarda contra oídos indiscretos, así que la propuesta había quedado solapada por la música pero la indecisión de Adrián era algo que había quedado entre ellos dos y nadie más. Por semejante confianza hacia ella dejó que la arrastrara una vez más hacia el centro de la pista y bajó la mirada, intentando no verle a los ojos. Por primera vez había pensado que no sabía demasiado de las habilidades de Adrián, por no decir nada, ella no quería hurgar en su mente con legilimancia, pero tampoco quería que él lo hiciera.

El baile se había vuelto casi vertiginoso, aquella canción la hacía vibrar aún más, recuerdos de su infancia en otro país de hecho. Adrián la seguía guiando y ella respondía tal cual él lo hacía, aunque el tango elegido por la cantante era más melódico y el movimiento de sus piernas iba y venía en un baile que los enredaba y desenredaba como si quisieran escapar de una realidad que los había atrapado, más bien a ella. Sí, no tenía idea de por qué pero se sentía atrapada y necesitaba salir de aquel edificio.

Sus ojos se encontraron con los de él en el momento en que la sostuvo contra su cuerpo y la pregunta no se hizo esperar, como tampoco el final de la canción. Darla sonrió y asintió… de pronto una ficha cayó y sus labios ampliaron la sonrisa, lo tenía, había pescado la solución y mataría dos pájaros de un tiro.

—¿Crees que a Ada le moleste si nos perdemos en los jardines de la embajada o incluso más allá? —notó la expresión del mago, seguro que no se esperaba eso pero Darla sonrió con timidez —no pienses mal pero no creo que sea conveniente que te enseñe mi secreto delante de la sociedad y menos delante de los  miembros de una embajada extranjera… estoy segura que pensarás que la seguridad mágica está muy lejos de la manipulación de elementos mágicos ajenos y si llegan a poner otra canción que nos haga quedar tan pegados como ahora, alguien podría pensar que es por mí y no por la propuesta que recibiste tu, ya notoria, excitación —parpadeó bajando la mirada y volviéndola a subir con una sonrisa en sus labios y un guiño de ojo —¿qué dices Adrián? Prometo que valdrá la pena, es casi tan ardiente como tu secreto —y vaya que sí lo era. La música tenía un in pace ¿sería que iban a cambiar de cantante o de estilo musical?

@ Adrian Wild

Editado por Tessa Brower
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Claro que no había ignorado el tierno beso que Mica le había dado unos momentos atrás, es que no sabía como responder a semejante gesto de cariño y amor. Primero que nada no había logrado tener intimidad con una mujer desde hacía mas de diez años y luego, no había establecido aún las reglas que tendría con Cillian ya casados... Cillian, siempre Cillian si tan solo estuviera el ahí y le diera las explicaciones de su partida. Posiblemente eso fue lo que hizo que Ludwig diera el siguiente paso, un poco de coraje y a la vez la necesidad imperante de tener un poco de contacto físico. No pudo más.

En cuanto Mica le hizo el gesto de acercarse, Ludwig se le abalanzó con un poco de torpeza y brusquedad pues estaba acostumbrado al juego más rudo entre hombres. Sin pensarlo dos segundos más le dio un beso en la boca a su amiga, esta vez no era ni remotamente parecido a algo tierno, era apasionado y lleno de lujuria. Comenzó a chocar sus lenguas para después separarse un segundo, mirar a sus ojos y comenzar a besar su cuello. Sus manos torpemente tiraron todo lo que estaba en el escritorio hacia el piso revolviendo papeles e incluso ensuciando la alfombra con el tintero negro.

Mica estaba acostada y Ludwig sobre de ella estrechando su cuerpo. No sabía que pasaría ni a donde llegarían, no quería pensar ni, solo quería actuar y desahogarse un poco. Le sonrió maliciosamente mientras se quitaba la camisa y le desabrochaba el vestido – no se que va a pasar, pero lo que tenga que ocurrir será nuestro secreto ¿de acuerdo? – no esperó su respuesta y continuó besándola y recorriendo con sus manos todo su cuerpo. En su mente comenzó a sonar una canción:

“Éramos tan buenos, que yo probé tu desmpeño en el amor, me aproveché que habíamos tomado tanto, te fuiste dejando y te agarré”.

 

@ Mica Gryffindor  @losdemasnovean #perdonameCillian

 

 

 

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El gesto pareció despertar algo en Ludwig que hasta entonces no estaba mostrando por completo, como si estuviese esperando su consentimiento y la privacidad para dejar salir cuanto estaba guardando. En cuestión de segundos cruzó el espacio entre ambos y sus labios apresaron los de la Gryffindor sin tregua. El sabor de su beso cargaba la dulzura de lo incorrecto y eso, lejos de inhibirla, la hacía desearlo aún más. Su lengua se sumó al profundo jugueteo, al tiempo que sus manos alternaban entre la espalda de Malfoy y su suave cabello. Su cuerpo buscaba acomodarse al de él, darle paso a que sintiese cada vez más cercanía. 

Sus verdes ojos se centraron en los de el en aquel instante de corte entre el contacto de sus labios, para luego cerrarse al tiempo que él dirigía esos besos hacia su cuello. Cerró los ojos disfrutándolo, mientras oía cómo todo lo que estaba en el escritorio iba a parar al suelo, dándole espacio a recostarse poco a poco, atrayéndolo con ella. 

Le agradaba mucho la brusquedad con que él se movía, la hacía sentir vulnerable y frágil, entregada a la voluntad del joven. Lo contempló mientras se quitaba la camisa y lo ayudó a que su vestido acabase a un lado también. Él pidió que lo que sucediese fuese un secreto entre ambos, no iba a oponer resistencia, aunque de seguro más de uno de los asistentes estarían sospechando. No le importaba, solo le importaba ese nuevo beso con que él se apoderó de sus labios. Pegó su pecho desnudo al de él, disfrutando el roce de su piel. Las manos del rubio la recorrían, la exploraban como intentando descubrir por primera vez su cuerpo. 

Sus manos, por lo pronto, se dirigieron a la cintura del pantalón de él, recorriéndola hasta encontrar el botón que la mantenía cerrada. Lo abrió y bajó lentamente, para que una de sus manos pudiese aventurar nuevas caricias. 

Agitada, separó los labios de los de él para besar con ansiedad su cuello, alternando chupones y suaves mordidas. Sabía que dejaría rastros ¿qué más daba? El sabor de su piel no hacía más que generar más deseo. 

@ Ludwig Malfoy Haughton

 

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Tras dar la bienvenida tenía que ir a saludar a la gente, me agradaba poder estar rodeada de personas que me apreciaban y más cuando me sentía así sola y con el corazón roto, no podía negar lo que sentía y tampoco quería pero no iba a dejarme dominar por ese sentimiento, dejarse vencer por algo así era algo que no era muy propio de mi, por más rota que tuviera el alma iba a hacer todo lo que estaba a mi alcance para seguir.

 

Me causó alegría ver a Darla ( @ Tessa Brower ) bailando con mi primo @ Adrian Wild , se veían muy inspirados con el tango, al igual que @ Mica Gryffindor  y @ Ludwig Malfoy Haughton , por lo visto la escogencia musical había sacado dotes artísticos que no les conocía. Solo que si extrañaba a mi hermano Cillian, pero sabía que él estaba muy atareado y no asistiría sin un milagro de por medio. 

 

Vi que mi invitación había llegado a su destino cuando observe a mi compañero de clases en Mautukoro, había tenido un buen compañerismo y éramos buen equipo, me agradaba el caballero. Tome dos copas de champagne y llegué a la mesa donde estaba @ Eobard Thawne

 

-Espero estés disfrutando de la fiesta – Solté mientras le ofrecía la copa y me sentaba en la silla próxima a él – pensé que vendrías acompañado, al parecer no soy la única que está sola esta noche

 

Dije mientras apagaba el sentimiento de amargura con el licor que tenía en la mano, la verdad es que era inusual mi estado de ánimo pero no había más se tenía que seguir.

 

-Espero que disfrutes el baile y si te animas bailamos una pieza, que de seguro pasará pronto la tanda de tangos

 

Mire a las parejas de la pista y vi como Ludwig y Mica se alejaban de ella, pero note otra presencia y entendía porque después del baile se habían alejado, menee la cabeza mientas me reía, @ Mael Blackfyre  aparecía en escena, pero me causaba curiosidad que bajaba del segundo piso, solo esperaba que todo estuviera bien con él.

 

- Debo ir a saludar a alguien, mas tarde charlamos un rato, si te abruma todo esto por el segundo piso veras unos balcones y allí podrás ir a tomar aire.

 

Sugerí, yo era de las que huía de todas las reuniones cuando me sentía abrumada y hoy era un día de esos, en los que no estaba al 100 por ciento y quería huir de mi misma y de mis pensamientos, me acerque al Blackfyre y fue cuando me di cuenta que había dejado la copa en la mesa. Suspiré y me acerque a él con calma.

 

-Bon soirée me alegra verte, no pensé que te animarías a asistir, en verdad me alegra ver que hayas decidido asistir. Bienvenido

Hable con calma, me alegraba ver que había ido al baile, aun había pocos, pero seguían arribando al salón.

 

-¿Deseas una copa?

 

Le ofrecí a Mael, no era mi actitud típica, pues mi entusiasmo habitual estaba de vacaciones, pero la realidad era que me alegraba que el estuviera allí.

@ Sagitas E. Potter Blue  @ Matt Blackner

Editado por Ada Camille Dumbledore

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Ministre de la Magie Français // 🌙 dulce asesina by Mael

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