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Inverness, Quidditch y un Crimen | SLE III


Mentita
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(Banner robado, porque no había otro)

 

Inverness, Tierras Altas de Escocia.

La algarabía provocada por la gente, que se reunía en el punto de encuentro donde se llevaría a cabo el torneo, el bullicio ensordecedor de carpas levantándose, vendedores ambulantes, músicos por doquier, sólo podía ser insonorizado por la cantidad de encantamientos que habían colocado los organizadores para alejar a los muggles. La fiesta que se sentía a los alrededores por causa de los partidos a realizarse era tremenda, tanto que ya varios grupos desde muy temprano estaban preparando sus rostros con maquillajes y también con disfraces que alentarían a los equipos de su preferencia. El inicio de una nueva temporada de la Super Liga Europea sólo podía causar muchas emociones encontradas, las familias podrían llegar a convertirse en rivales por causa del fanatismo hacia sus jugadores favoritos. Incluso... Bueno, no entraremos en demasiados detalles sobre lo que podría estarse cocinando entre las sombras.

Inverness era una ciudad pintoresca, ubicada en la desembocadura del río Ness, alrededor de cuyo lago se habían levantado stands de todo tipo. El mercado contemporáneo y la pila de pinturas mágicas que se comerciaban, hacía que la visita de quienes no eran muy adeptos al quidditch pero que debían acompañar a los suyos, fuese más llevadera. La comida, un placer, y el paisaje lo mejor. De hecho, el Director Internacional de Quidditch se había encargado personalmente de conseguir los permisos necesarios para convertir también en una parte turística la cueva submarina del Lago Ness. Que sí, que era algo hermoso. Un poco peligroso, eso sí, pues habían rincones que no han sido totalmente explorados, mas ofrecía una experiencia única.

 

Estación de radio: La Snitch Dorada

Corresponsales: Oliver Wayne y Chloe Bristol

Móvil directo Inverness, Escocia, cubriendo los partidos de la Superliga Europea (Tercera Edición)

Uno... Dos... Sí... 

Te escucho.

¡Esa, colega! ¡Buenas, buenas, Inverness, mundo mágico! ¡Aquí nos tienen en una nueva edición de la Snitch Dorada! Yo soy Oliver Wayne, su fiel amigo y servidor para brindarles los pormenores de los partidos que han pasado y de los venideros. Acompañándome, mi queridísima colega Chloe Bristol. Chloe... ¿Impresiones de los primeros partidos?

Hola, Oliver. ¡Saludos, Inverness! Nos encontramos con equipos renovados, ¿no? Es decir, Vratsa Vultures ha cambiado a muchos de sus jugadores y lo mismo hizo Tutshill Tornados, Firenze Falcons. Que es algo normal, ya lo sé. Así es este deporte, lo que no funciona se debe cambiar. Pero hombre, que uno esperaría que, al menos, los Tornados mantuviesen el plantel de los campeones, ¿no? —el carraspeo de Oliver la distrajo, hasta que se dio cuenta— Sí, sí, he leído Quidditch Time, me enteré de los escándalos. Jeje.

De todos modos está bien lo que dices, lo que no funciona se debe modificar...

— Después tuvimos a una "Mosquito" renovada, siendo el referente principal, hasta el momento, de los goles del torneo. Es que esa chica es un camaleón, de verdad. ¿Será que no tenía ganas de jugar el Mundial?

— Es que ha sido decepcionante, vamos a lo que es. Su actuación en la apertura del torneo nos ha cerrado la boca a más de uno, eso ni qué decirlo. Pero el Mundial es una mancha en su currículum que no sabemos cómo va a borrar.

— Así es, compañero. Por otro lado, el partido disputado entre italianos y parisinos no ha sido muy sorprendente, a mi parecer. Aunque Firenze Falcons podría haberse considerado como uno de los favoritos por su participación en la segunda edición de este torneo, pues dicen las malas lenguas de que no están muy bien entre ellos, ¿no? —Oliver asintió para darle la razón.— Pero hay que reconocer que ha sido un partido bastante peleado y que no ha sido fácil para ninguno de los dos el permitir un gol en sus aros. 

¿Cómo crees que vienen para el partido entre el segundo favorito, Montrose Magpies, y Black Serpents? 

Ehh... Pues difícil, en otras circunstancias podría decirte que sé que Montrose Magpies van a ganar, pero ya no estoy tan segura. Black Serpents podría sorprendernos con su actuación en el partido que está a nada de empezar.

Concuerdo contigo. Digamos que, hasta ahora, nada de lo que suponíamos ha pasado. Así que es un misterio. Jeje. ¡Quédense con nosotros, el tercer partido de la fecha está por comenzar y La Snitch Dorada estará aquí acompañándolos!

 

******

Podría no devolverla, desde luego. Un personaje de su altura cotiza bien en el mercado negro.

P... Pi... Piensa e... en v... ve... vend... venderla, ¿A... ama? —el revoltijo de trapos que Chuck tenía en sus manos y con el que intentaba disimular su evidente nerviosismo, era un mezcla extraña de colores. Mientras sus ojos, enormes y brillantes, además de curiosos, se paseaban de arriba a abajo por la figura de su ama. 

Cierta bruja, que había llegado a Inverness hacía algunas semanas atrás, le llevaba años de ventaja a unos corrientes magos que se encargaban de la seguridad del lugar; había convertido en un escondite infalible algunos de los rincones de la cueva submarina del Lago Ness. Y había construido una prisión dentro de un espejo de pared que colgaba por uno de los pasillos de la cueva, y al que sólo tenían acceso ella y su elfo. Bueno, y además de la muchacha a la que mantenían cautiva.

Lo cierto era que Chuck no estaba muy contento con lo que habían hecho. Él era muy fanático de los Tornados, pero primero estaba la obediencia a su ama. Y su ama necesitaba dinero. No podía conseguir galeones de los negocios que su familia manejaba porque temía que estuvieran rastreándola, así que tenía que recurrir a un plan alternativo. ¿Qué plan era es? Fácil, hacer que Firenze Falcons fuese campeón del nuevo torneo de Quiddtch. ¿Cómo? Básicamente, sacando del camino los obstáculos. Demasiada fama le habían hecho a esa otra muchachita. Y en lo que respectaba a los jugadores de Paris Promise, Chuck estaba seguro de que algo les haría.

S... se darán c... cu... cuenta, s... seño... señora.

No lo harán, ¿acaso no me conoces? Soy Candela Triviani. —sonaba alegre, a pesar de todo. Mientras arrastraba los pies descalzos hasta la silla en donde mantenía cautiva a cierta muchacha con los ojos vendados. La gitana estiró la mano para tocar los cabellos de su víctima y arrancó dos mechones rojizos que le servirían a futuro.

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~ Mosquito ~          Ianello 

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 -¿Cómo que segundos favoritos? -no pudo evitar soltar en voz alta, provocando las miradas de quienes estaban alrededor volteasen a verla. -Lo siento- murmuró y se encogió de hombros. Si bien sus compañeros de equipo ya conocían su impulsividad, era hora de dejar de prestar atención a las tonterías que podrían decir desde la prensa mágica y concentrarse en la preparación para el partido que tenían por delante.

Lo cierto era que muchas veces aquellos programas demostraban que era real creer que la gente hablaba solo por tener una boca para hacerlo. Ella bien sabía que los preferidos cambiaban partido a partido, lo demostraba el modo en que estaban hablando sobre Aedis y su mal desempeño en el mundial. “Cosas que pasan” diría cualquiera… sin embargo ¿por qué no habían dicho nada de la excelente actuación de Marius frente al equipo italiano en el partido anterior? ¡Claro! Ya se habían hartado de hablar mal del francés ¿Quién se atrevería ahora a decir lo contrario?

Así era la prensa de tendenciosa. Estaba casi segura de que recibían paga de alguna familia mágica para inclinarse en favor de tal o cual equipo, eso explicaría la completa falta de objetividad. Lo mismo pensaba de Roto Skeeter, claro. Tal vez esa radio estaba formada simplemente para llevarle la contraria. Era un secreto a voces el fanatismo del dudoso periodista por los Tornados, o al menos por su capitana.

-¿Todos listos? -alzó la voz y recorrió con la mirada a las Urracas, ya todos ataviados por los nuevos uniformes que estrenarían en la fecha. -Bien. Andan diciendo que somos los “segundos favoritos” junto con Black Serpents -soltó una risita, no pudo evitarlo -vamos a salir a demostrar que no necesitamos ser favoritos de nadie para dar lo mejor de nosotros. Que esas serpientes hoy se enteren bien de qué estamos hechos -no era buena dando discursos, nunca lo sería, así que se conformó con sus propias palabras y se dispuso a llevar a su equipo al campo de juego.

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-¿Dónde estásss? -Preguntó Jeremy de mal humor. Dejando la revista deportiva con el rostro de Mosquito en la tapa. Hacía una hora que esperaban a la capitana, sentados en los exclusivos palcos del Inverness Stadium destinado a los jugadores de campeonato que ya habían jugado, y la pelirroja parecía estar tomándose todo el tiempo del mundo en llegar. No estaba por ningún lado. Al menos, no era alguien que pasará desapercibida luego de ser bicampeona.

-¿Nadie hablo con ella? ¿La vieron en compañía del francés de nuevo? ¿Nos le pareció que estaba desanimada ayer luego del entrenamiento? -Taladró con preguntas Claire Skeeter, prima del periodista de escandalos Roto Skeeter, quien tenía la misma costumbre de querer pescar información jugosa - Yo la ví paliducha... ¿Estará embarazada?

-¿Desanimada? ¿Embarazada? Puff. Mosquito no tiene tiempo para sentimientos tan débiles. Está focalizada en llevarse el tricampeonato este año -Respondió Jeremy ofendido. El día anterior la chica no había dado muestras de ningún malestar. Les había exigido igual que en todos los entrenamientos y se había despedido diciendo que se verían tres horas antes del partido. En el propio encuentro habían salido victoriosos y luego de pasarse una hora festejando en los vestuarios, el equipo ya estaba esperando el choque de los Firenze Falcons contra los Vratza Vultures - ¿Te dijo algo, Maida? 

El vampiro miró a su tía con el ceño fruncido. No era de extrañar que la gente le contará intimidades a Maida, la bruja con aquel rostro inocente siempre daba muestra de ser alguien de confianza. Cómo siempre intentaba hacer, la bruja no dió señales de escucharlo y Jeremy se cambió de palco para quedar al lado. No iba a permitir que lo ignoraran. 

-¿Que sabes? -Le preguntó en voz más baja - Si me dices que el francesito anda distrayendola deberemos tomar cartas en el asunto. No me importa que sea hijo, sobrino o algo del Ministro de Deportes. Cada uno debe saber dónde se mete y sufrir las consecuencias de sus actos -Jeremy busco con la mirada al chico de pelo blanco pero tampoco desde ahí, a pesar de tener una vista privilegiada, podía ver la zona donde las Urracas tenían su vestuario. Sus sospechas se acrecentaron - ¡Maldita sea! -Exclamó furibundo cuando el pitido del árbitro dió comienzo al encuentro - Es inédito que esté llegando tarde. Ella no se perdería los encuentro por nada... Y nadie - Aclaró. 

@ Maida Black Yaxley

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Amicia de Rune

Los escalones del estadio parecían de cantidad infinita, cuando la bruja llegó al palco oficial el cansancio en su rostro era notable. Frunció el ceño al observar a las personalidades reunidas, ajenas a todo el episodio dramático.

«Sólo tienen la mente para los partidos de quidditch», lamentó en un marcado francés la joven que apenas superaba las dos décadas de vida.

El enorme cartel colocado en una de las tribunas resaltaba para todo el público el resultado del partido. Pero a ella no le interesaba en absoluto al punto de pasar de él y adentrarse en el palco. Allí fulminó con la mirada al Director Internacional de Quidditch, su primo. El hombre de cabellos negros la observó a los pocos segundos y le sonrió a medias. Cuando no recibió una respuesta acorde, se acercó hacia la bruja.

—¿Qué sucede, Amicia? —preguntó Black.

—Al parecer no te has enterado de nada... Pero ha ocurrido algo de gravedad. —Lo fulminó con la mirada.

—Cuéntame —dijo sin más el mago de cabellos negros.

—Aedis Greengrass ha desaparecido. Se suponía que vendría a ver el partido... iría junto a Auxerre... Pero no lo ha hecho y él no sabe dónde está. Nadie, al parecer. —La severidad de sus palabras eran elocuentes. Amicia temía que el propio Auxerre estuviera de alguna forma involucrado en aquello, aunque se decía una y otra vez que su hermano sería incapaz de hacerle algo a cualquier persona. Pero Aedis no era cualquier persona, eso estaba claro.

La expresión de Black cambió de forma súbita, como día y noche. Llevó una mano a su cabeza y su cerebro comenzó a formular ideas para hacer algo al respecto. Amicia al fin se sintió algo más tranquila, si él estaba dispuesto a hacer algo, podrían encontrarla. Estaba segura de eso. Entre las personalidades del lugar se encontraban los ministros de varios países europeos a los que la bruja no conocía ni deseaba conocer.

—Espero que puedan encontrarla. Volveré con Auxerre. —Dicho aquello, la bruja se marchó del estadio.

- - -

Martin Black de Rune

Director Internacional de Quidditch

En la ceremonia final de la SLE II, una banda de delincuentes mágicos habían asaltado el lugar, destruyendo parte del edificio donde se celebraba. Ahora desaparecía una de las principales jugadoras del mundo y capitana estrella de los bicampeones. El escándalo iba a ser colosal si se filtraba a la prensa y Black sabía de sobra que Roto Skeeter tenía informantes en todo sitio. Más temprano que tarde saldría de forma elocuente como primera plana de Quidditch Time. Pero eso era lo de menos. Lo importante era la integridad de la bruja.

—Necesitamos avisarle a los guardias que el trabajo continuará luego del partido, debemos encontrar a alguien —le dijo sin más a uno de sus colaboradores, sin aclararle ningún detalle. Más tarde, cuando todos estuvieran reunidos, tendría la oportunidad de explicarles con lujo de detalles la situación.

Escocia estaba siendo agradable, el lugar de concentración tenía todos los lujos que uno pudiera desear y además las atracciones exteriores para realizar aventuras que despejaran la mente cumplían con creces. Pero a pesar de todo, siempre algo complicaba las cosas.

Encontrándose ya en el hotel, Black quería hablar con los jugadores de los Tornados. Eran los primeros allegados a Aedis y convenía conocer de primera mano todo lo que ellos pudieran aportarles al caso. Había que resolverlo con urgencia. Hacia allí se dirigió sin demoras. Si ellos habían asistido al estadio, ya deberían estar de regreso.

—Tenemos un problema importante —les dijo apenas estuvo frente al grupo de jugadores—. Aedis ha desaparecido, me han notificado que ya lo sabían. El asunto es que debemos organizarnos para buscarla. Toda la seguridad del estadio continuará activa para encontrarla. Si alguien conoce algún detalle que pueda aportar a la causa, es un buen momento para que lo comparta.

Hasta ahora sólo tenían el testimonio de Auxerre y de un par de trabajadores del hotel. Aedis parecía haberse esfumado como por arte de magia, pero desaparecer no podía. Tenían controlada la región en cuanto a apariciones y sólo era posible asistir al lugar mediante trasladores. Sólo un mago muy poderoso podría alterar los trasladores organizados previamente por la gente del quidditch, pero ese era el último punto a considerar.

@ Jeremy Triviani  @ Maida Black Yaxley

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Inverness Stadium, Escocia

Estación de radio: La Snitch Dorada

Corresponsales: Oliver Wayne y Chloe Bistrol.

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— Y tras un 90 a 20, a favor de Montrose Magpies, es que esta primera fecha de partidas ha culminado. ¿Qué decir? No es que me sorprenda, ya lo veíamos venir. ¿No, Ollie?

— Así es. Montrose Magpies se pone en una de las primeras líneas con esta victoria, esperemos que Black Serpents pueda hacerlo mejor en el próximo partido. La verdad es que yo esperaba un poco más de ellos en este tercer torneo...

— Creo que lo esperábamos todos, colega, en las últimas fechas del torneo anterior habían mejorado bastante. Me resulta un poco impactante que hayan regresado tal como iniciaron en un principio, al debutar. Bueno, la verdad es que tampoco a Firenze Falcons es que le haya ido demasiado bien, es decir, este equipo no es único que está en la cuerda floja, pero entiendes a lo que me refiero, ¿verdad?.

— Bueno, caras vemos... 

— Ya, corazones no sabemos... —Chloe sonrió mientras recordaba haber visto, detrás de sus gafas y con poco disimulo, a cierto hombre de porte fornido, gesto adusto y cabellos negros, en compañía de una jovencita de cabeza blanca. No pudo evitar soltar un ligero un suspiro.

— ¡Eisenberg Erklings vs Firenze Falcons! ¿Cómo los vemos para la segunda fecha? Además de ser el debut de los alemanes, ¿pronósticos?

— No se ven nada mal los alemanes, Ollie, de hecho pueden llegar a constituir un muro infranqueable para el equipo italiano. Lo que sería una pena, considerando que necesitan desesperadamente ganar el próximo partido para verse aún dentro del torneo.

— Y no sólo eso, es que además de ganar, deberían también hacerlo con una diferencia de tantos considerable pues, aún ganando, no asegurarían su lugar en las semifinales salvo que los puntos les salven el pellejo. Una situación bastante parecida para Vratsa Vultures y Black Serpents.

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Previo al partido de Montrose Magpies vs Black Serpents

Hacía mucho tiempo que no se transformaba en un varón y el modelo elegido para hacerlo por primera vez en años no fue del todo su agrado. No fue difícil conseguir aquellos cabellos blancos, bastaba con revisar en las pertenencias de Jeremy para obtener una muestra pues siempre supo que su hijo le tenía cierta manía a ese niño De Rune. ¿Por qué? No había un por qué, ¡Era Jeremy Triviani! Así que sustraerle un par de cabellos no fue complicado. Lo complicado fue mantener el perfil bajo en ese lugar, parecía que todos conocían al muchachito en cuestión y ella no conocía nada de él. Ni siquiera cuando se le acercó una niña bastante parecida a la imagen que había tomado prestada. ¿Prima?¿Hermana?

No lo sé, déjame en paz. —fue toda su respuesta en cuando la chica (Amicia) preguntó por Aedis Greengrass. ¿Debían encontrarse? Sí, posiblemente, había leído en los tabloides de la relación que mantenían, así que era obvio que tendrían que encontrarse antes del partido... ¡El partido! «¡mier**!».— Pensándolo bien, —dijo el falso Auxerre De Rune, mientras giraba a la chica (Amicia) para que no viese al grupo de jugadores de blanco y negro, entre los que desfilaba el verdadero Auxerre— escuché que no la vieron. Y aunque yo tampoco lo hice, creo que puede llegar a estar entre la tribuna. —mintió— Ahora debo irme, mmm.... —carraspeó— haz apuestas por mí, o lo que sea que suelas hacer cuando juego.

Candela la despidió y se marchó rápidamente por la dirección contraria, simulando entrar al campo. Tras lo cual desapareció.

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Hotel en Inverness, alojamiento de los jugadores de la SLE III

El callejón contiguo al hotel en donde se alojaban los jugadores había resultado ser idóneo para su transformación, aunque no estaba contenta con el uso de aparición anteriormente, pues lo había estado evitando a sabiendas de que ese tipo de "transporte" mágico tendría muchos más controles que de costumbre. Si bien, Candela no solía regirse por el rastro que mantenía el Ministerio de Magia sobre las apariciones, de hecho había logrado quitarse ese rastro hacía muchos años, su paranoia la mantenía alerta; a saber qué nuevos artilugios se inventaban esos ineptos para atrapar a brujas de su calaña. Era por eso que utilizaba, casi siempre, un mini traslador que utilizaba de manera especial, y luego lo destruía.

Candela, es decir, Aedis. Aedis Greengrass se miró las manos y luego los brazos, no había cicatrices en ellos. Dejó caer el vestido y se observó el abdomen, la cicatriz que solía tener a la altura de su ombligo había desaparecido. En el pecho tampoco podía ver nada más que piel tersa, blanca, pero no de un blanco enfermizo como la suya. Contuvo las ganas de reír, quizás en otra época esa podría haber sido su propia imagen. Pero los años no perdonaban y menos cuando se llevaba la vida que ella llevaba. El problema en ese momento era la ropa, por lo que apuntó con su varita el vestido en el suelo y lo quemó, hasta desaparecerlo. 

¿Y qué si no tenía ropa de la supuesta Aedis Greengrass? Bastó con esconder un pequeño monedero detrás de la larga melena rojiza con las cosas que necesitaría en caso de emergencia y salió del escondite.

¿Qué tal? —saludó a los recepcionistas del hotel, quienes se mostraban entre estupefactos y avergonzados.— Tuve un problema, como podrán ver. Y, además de mi ropa, perdí la llave de mi habitación. —Candela ni siquiera hizo el intento de cubrir algunas partes del cuerpo de Aedis con las manos o brazos, le divertía el apuro por el que estaba haciendo pasar a los que atendían a los huéspedes— ¿Me pueden dar una copia? Necesito vestirme.

Aedis Greengrass, capitana del flamante equipo Tutshill Tornados, recibió la llave de manos de uno de los recepcionistas, le guiñó un ojo y caminó, desnuda, por los pasillos del hotel.

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Maida parecía estar en el periodo de mutismo que Jeremy odiaba tanto. Cuando se ponía de aquella forma, generalmente, el vampiro volvía a ignorarla por largos periodos de tiempos hasta que la bruja terminaba por aflojar. Era una especie de "Quien ignora mas al otro" y casi siempre él ganaba. Pero en aquel momento no quería ganar ni jugar al juego tonto entre ellos. Quería respuestas y las quería en aquel momento. Insitió con obtener la atención de la bruja tocándole un brazo en cuanto una desastrosa jugada de los Firenze Falcons atrapo su atención. 

-¡Golpea la bludger, Piertro! -Gritó sorprendiendo a todos sus compañeros - Por Voldy, ¿Quein coña me mando a renovarle el contrato a este niño? -Se quejó. 

El partido fue de mal en peor, y a la hora de su final el equipo Italiano había caído frente a Paris Promise. Jeremy volvía a tener una aversión desmedida con todo lo que significara ser de origen Frances. Se retiro antes de ver el siguiente partido de sus rivales principales, las Urracas, frente a los Vultures. Las habladurías de aquel encuentro aun estaban en el aire. Se esperaba un gran desarrollo por parte de ambos equipos.. y escándalos. Muchos escándalos. 

  -Volvamos al hotel -Le dijo a Maida y la bruja no tuvo ni tiempo de protestar antes de que el vampiro la tomara del brazo y la obligara a irse con él - Cállate -Le exigió cuando la mujer se puso intensa por sus malos modales. El hall del hotel estaba concurrido de magos y brujas. Entre ellos el propio Director Internacional de Quidditch, Martin Black de Rune. Jeremy en cuanto lo visualizo quiso enfilar hacia el lado contrarió pero el hombre se acerco hablarles sobre Aedis. 

-¿Desaparecido? -Jeremy frunció el ceño, como era habitual - Teníamos presente que se estaba tardando un poco mas de lo normal en venir desde los vestuarios, pero no consideramos una desaparición -Relajo el semblante para no parecer preocupado - Es un tanto exagerado poner a toda la seguridad a buscarla... tenga por seguro que Greengrass no se perderá el próximo encuentro, señor Black. ¿No estará pensando en descalificarnos, cierto? -Se atajó pensando en que no tenían un reemplazo para jugar la segunda fecha y era sabido la preferencia del mago que alentaba a sus rivales donde precisamente estaba jugando su sobrino - Me encargare de que buscarla perso... -Jeremy abrió los ojos de par en par cuando vió a Mosquito ingresar desnuda al hotel - Como le dije... no pasa nada, allí esta nuestra Capitana. Si me disculpan... -Miró a Maida para que se encargara de seguir la charla, pero la bruja seguia en modo "no existo".

Sabiendo que probablemente lo seguirían detrás, Jeremy se acerco a Mosquito quitándose su chaqueta de cuero para rodearle los hombros y cubrir su desnudes. ¿Qué le pasaba? La entrada del hotel estaba llena de periodistas día y noche. Era alarmante. Con la varita convirtió la chaqueta en un sencillo vestido largo color negro, que se adhería a su piel y cubría desde el cuello hasta los tobillos. 

-¿Donde coña has estado? -Preguntó con voz tensa y baja para que la chica nada mas pueda escucharlo. Una sonrisa se extendía en su rostro para aparentar normalidad - Toda la seguridad del estadio estuvo buscándote... 

@ Maida Black Yaxley @ Martin N Roses @ Mentita

 

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  • 4 semanas más tarde...

Martin Black de Rune

Director Internacional de Quidditch

La paciencia era una de sus características que salían a la luz cuando se enfrentaba a situaciones de presión como aquel, pero comenzaba a perderla ante la insinuación del mago que tenía delante de él.

—No se trata de descalificarlos, se trata del escándalo que supone que una de las principales jugadoras del mundo se haya esfumado y... —Pero antes de que pudiera terminar la frase Aedis Greengrass estaba ante ellos completamente desnuda.

Black quedó sorprendido y abrió sus ojos de par en par. No entendía nada.

«Pero cómo... » La bruja parecía actuar con total normalidad, lo cual alertó de sobre manera al mago de cabellos negros. Segundos más tarde, Jeremy mediante magia la ayudó a cubrirse. Les dio el espacio necesario para que los miembros del equipo hablaran con ella, pero sin duda alguna debía resolver aquella extraña situación y debía aclararlo de forma directa con la pelirroja.

—Aedis, en media hora necesito que hablemos en mi despacho. —Fulminó con la mirada al resto—. No se trata de nada que pueda perjudicar a los Tornados, todo lo contrario, es por la seguridad de los presentes y necesito hacerte un par de preguntas para aclarar la situación.

Sin más, fue a hablar con los guardias del hotel para detener la búsqueda. También quiso informarse sobre la situación de Aedis, cómo había llegado, con quién, bajo qué situación había aparecido en el hotel. Había varias preguntas que debía preguntarle de forma directa a la inglesa, pero mientras tanto, necesitaba aportes de terceros. Auxerre estaría feliz de que su novia haya regresado, pero Black continuaba impaciente.

Cuando la media hora se cumplió, el mago galés se encontraba ya en su despacho del hotel. Era una habitación más grande de lo habitual y eso le había permitido tener su habitación a un lado y una especie de oficina improvisada en el otro. En la cómoda silla de color negro y con enorme respaldo se encontraba impaciente. El reloj no calmaba su ansiedad tras cada tic, tac, pero la puerta se abrió de repente y la bruja que esperaba se hallaba ante él. Eso le llamó la atención, ¿por qué no había golpeado? Black prefirió pasarlo por alto.

—Disculpe que te moleste con una reunión que no has pedido, pero la veo necesaria —dijo entonces con voz grave y señaló la silla del otro lado del escritorio, para que pudiera sentarse.

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  • 2 semanas más tarde...

Candela Triviani como Aedis Greengrass

Candela trató de conferir a su rostro un gesto neutro. Bah, en realidad trataba de que no se le notara lo irritable que le ponía la supuesta preocupación de Jeremy para con la muchachita a la que estaba representado. Se miró el vestido con el que el ruso había cubierto su cuerpo y luego lo miró a él. Podría haberle dicho algo en ese momento, claro, pero se lo pensó un poco antes de emitir palabra. No quería que Jeremy notase que estaba frente a su madre y no frente a la supuesta Aedis Greengrass, aunque la forma en la que ladeó la cabeza para tener una mejor vista del mago que tenía detrás de su hijo podría haber puesto en peligro su farsa.

¿Ah sí? –preguntó ante la revelación de Jeremy sobre la búsqueda que habían comenzado por su causa. Imaginaba que algo así podría llegar a pasar, pero es que tampoco se había ausentado demasiado con la pequeña Aedis para haber disparado las alarmas en el estadio. Se le ocurrió que, quizás, había subestimado a la comunidad quidditchera.

Candela estuvo por morderse el labio ante ese descuido, tan minuciosa que había sido con ese plan, y estaba a punto de echarlo a perder, pero se detuvo al ver a Black acercándoseles y volvió a poner cara de póker –o creyó que lo hacía –cuando lo tuvo frente a ella.

Eh… –quedó con la mente en blanco ante la petición del Director Internacional de Quidditch –Claro, en media hora estaré allí. –lo despidió momentáneamente con un asentimiento, sin quitarle los ojos de encima. Sabía que Jeremy había comenzado a hablarle de nuevo pero ella no le prestaba atención, se dedicó a intentar adivinar lo que podría estar hablando Black con los guardias. Hablamos después, debo cambiarme. –se dirigió cazador ruso y fue hasta el número de habitación que indicaba la llave que le habían dado en la recepción.

Pasados los treinta minutos, y presa de la impaciencia, ni siquiera se molestó en tocar la puerta del despacho del mago, que por cierto había tardado en averiguar no tenía la más mínima idea de dónde quedaba. De hecho, tuvo que echar una maldición en uno de los empleados del hotel para que le diera indicaciones, luego le hizo olvidarla pues era muy posible que la descubran por culpa de aquel pobre diablo. 

Cuestión, la puerta. La abrió sin más y cerró tras de sí con cierto recelo. Martín no sabía que la joven a la que había citado no era Aedis Greengrass, ¿verdad? Dio un par de pasos por el cuarto cerrado y pudo sentir la suavidad de la alfombra bajo sus pies desnudos. Otro error. Cuando había ido a la habitación de la capitana de los Tornados lo único que hizo al vestirse fue tomar una camiseta y jeans holgados, no había reparado en el calzado. Sin embargo, continuó con la idea de que Black no podría saber quién era.

La gitana sonrió, y era una sonrisa extraña. ¿Qué hacía? Lanzó una mirada a la silla que el mago le señalaba y prefirió quedarse de pie. Elevó la mirada gris... No, azul, era azul. Elevó la mirada azul hacia los grises de Black.

Soy toda oídos. –"Y ojos", quiso agregar, pero tal vez hubiese sido demasiado extraño.– Aunque si es por mi supuesta desaparición, creo que ha sido todo una exageración. –afirmó con una expresión indiferente ante la situación. Después se preguntó si esa sería una actitud propia de la joven pelirroja, al tiempo que sacaba una botella de metal de uno de sus bolsillos para tomar "agua".

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