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Torneo de Duelos - Halloween 2024 - Primera Ronda [Sean -Ojo Loco- Linmer vs Leah Slytherin]


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♟️Torneo de Duelos - Halloween 2024♟️

🎃Primera Ronda - Sean -Ojo Loco- Linmer vs Leah Slytherin🎃

 

Asera Uzi parecía emocionada por el comienzo de un nuevo combate. Lo único que ella quería era encontrar al ganador entre esos 16 magos. La pantalla gigante se encendió nuevamente, mostrando el delicado rostro de la presentadora, una daimon con pequeños cuernos. Sostenía un micrófono y tenía una expresión alegre.

— ¡Seguimos con la primera ronda! — gritó la anunciadora. Su voz retumbó a lo largo y ancho de la arena.

En el centro del lugar, los dos cuerpos de los participantes estaban dormidos. Asera Uzi chasqueó sus dedos, haciendo que ellos flotaran lentamente hacia los extremos de la arena. Quedaron separados por una distancia media. La magia de la sacerdotisa los hizo incorporarse.
Volvió a chasquear los dedos. Ambos magos despertaron de golpe.

— ¡Seguimos con el increíble Torneo! ¡Ahora combaten Sean -Ojo Loco- Linmer vs Leah Slytherin! — gritó la anunciadora.

El pavimento era el material que había reemplazado la base de aquel escenario de piedra blanca, para el encuentro de aquellos dos magos. Se podía observar desde la tribuna toda el área circular de las Arenas de Combate. En un lado de aquel escenario había una cabina telefónica roja, como las típicas de Londres. Del otro lado, se podía notar que en el suelo había cruzadas algunas calles con respectivas veredas. También había dos o tres tachos de basura dispersos por el lugar.

Cuando el público aplaudía por el festejo que iba a comenzar el enfrentamiento, el sonido recorrió ese círculo que ahora asemejaba un paisaje de ciudad. La sacerdotisa había conjurado los elementos y la arena estaba lista para presenciar ese duelo.


— ¡Que empiece el combate! — dijo la anunciadora.

Uno de los sirvientes de la sacerdotisa hizo sonar un gran cuerno. El combate había comenzado.

 

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 ____REGLAS

  • Los duelos tendrán un sistema de puntos:
    • Ganar el duelo otorga 20 puntos (máximo puntaje).
    • Calidad de rol 1 a 10 puntos.
    • Utilización de hechizos 1 a 10 puntos.
  • En caso de empate o duelo inconcluso, ganará quien se acerque más a los 20 puntos.
  • Se exigirá un mínimo de actividad. Por cada 48hs pasadas de la última respuesta, se restará un punto a la calificación final.
  • Cualquier duda se resolverá en el Tablón de la Sala de Duelos (siguiendo las mismas reglas ya establecidas sobre veredictos).
  • En esta ronda duelearán con Hechizos hasta Legionario/Tempestad + hechizos hasta Libro de Sangre (inclusive). 
  • El nivel de sus personajes es irrelevante. Solo importa el rango de la ronda y están en completa igualdad de condiciones.
  • No se permite el uso de consumibles
  • No se permite interactuar en el duelo con la tribuna, presentadora, sacerdotisa ni ningún otro personaje no jugador (NPC) mencionado. 
  • Este topic estará abierto hasta el día 7 de Noviembre 2024
  • El iniciador del duelo se determina de forma aleatoria
  • Inicia el duelo Leah Slytherin:

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Abrió los ojos de golpe y sintió cómo el cuerpo se le desestabilizaba por completo, haciéndola caer como una muñeca de trapo. El golpe fue seco, aunque no violento, provocándole apenas algo de dolor. Pero no le dio importancia, porque sus ojos enfocaron un enorme edificio que no reconocía. Con un esfuerzo, logró incorporarse, y mirar a su alrededor. Estaba en una especie de ciudad, solo que no era Londres. O, si lo era, no tenía muy claro qué parte de Londres era. Siguió observando, con la sensación de que había un extraño rumor de fondo, como una especie de multitud aclamando, hasta que sus ojos se posaron en un mago.

Estaba a una distancia considerable de ella, pero aún así era capaz de verlo con claridad. Parecía tan aturdido como ella y tan desconcertado como solo podría estarlo una persona que había aparecido, sin más, en un lugar desconocido. Le hizo un gesto con los brazos, como preguntándole si entendía qué era lo que pasaba, y fue entonces cuando se dio cuenta de que tenía la varita en la mano. Sus ojos viajaron hacia ella y se quedó un instante sorprendida, hasta que comprendió.

Claro. Era un duelo. 

Volvió a mirar alrededor, ésta vez con más atención. Estaban en medio de la carretera, en el centro de lo que parecía una calle comercial. Había altos edificios a los lados, haciendo sombra sobre ellos, y otros pequeños detalles. Farolas cada muchos metros, algún contenedor de basura, una alcantarilla en el centro de los dos a modo de punto de anclaje. La mujer se levantó lentamente, como si quisiera acostumbrarse a sus extremidades, aún entumecidas por el reciente despertar. Entre ella y su contrincante, Sean, había quizás unos veinte metros de distancia, pero eran veinte metros limpios: sin obstáculos, sin la visión interrumpida. 

Era, en toda regla, un enfrentamiento limpio. Analizó la situación y al final, decidió que simplemente dejaría que las cosas fluyeran. No se conocían, ni podían tener sentimientos el uno por el otro. Era una competencia, sin más, por la mera necesidad de obtener una única resolución. Quién era el mejor. Adoptó una postura de duelo y esperó a que su oponente hiciera lo mismo, antes de dedicarle una breve reverencia como se hacía tradicionalmente en los duelos. Entonces, atacó.

Espejo de niebla —murmuró. 

El hechizo la imbuyó apenas en poder, lo suficiente como para aumentar un rango un nivel. Sin embargo, el efecto en Sean sería diferente, alteraría su realidad y se convencería a sí mismo de que ella, a diferencia de él, era más fuerte. Y por eso, decidió que le quitaría la misma posibilidad, pues el hechizo era equipable y aún podía lanzar un hechizo más.

Anular espejo de niebla —sentenció. A partir de ese momento, Sean no podría realizar el hechizo que a ella acababa de brindarle una ventaja.

 

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El ambiente era pesado mientras caminaba por un largo pasillo alumbrado tenuemente por antorchas ubicadas estratégicamente. ¿Como había llegado ahí? Pues ni idea, pero sentía la premiosa necesidad de alcanzar la puerta que se divisaba al final del pasillo y de la cual emanaban ciertos rayos de luz. Avanzaba rápido, como si me fuera a perder de algo, acaso había algo que robar en ese..¨mas allá¨. ¿Acaso esa era la luz que nos llegaba a todos al final del túnel y de la vida? ¿Estaba muerto? Bueno todo se resolvería cuando abriese la maldita puerta. A fin de cuentas, si era una solución final, pues ya como que conocía a San Pedro. Así llegue a la puerta, apoye la mano en el picaporte...y la abrí. 

Una fuerte luz golpeo mis ojos cuando abrí la puerta y desperté. La diferencia entre soñar que iba caminando y estar acostado levitando en un escenario me hizo por momentos sentir un fuerte desbalance de mi centro de gravedad. Casi caigo, pero después de ser absorbido más de una vez por trasladores ya conocía esa sensación y sabia como mantenerme en pie y no perder el estilo. Ahora la pregunta de orden era... ¿Dónde diablos estaba? Mire a mi alrededor por un instante y el escenario parecía una réplica real de una cuidad. Una réplica porque no había nadie...salvo...esa chica. Tez pálida, cabello blanco, labios marcadamente escarlatas, sí, una vampira. Ahora que la veía con la varita en la mano, después de hacerme un gesto de desconcierto, me percate que yo también ya iba con la mía en mi mano hábil. Entendía, esto era el duelo. Y no solo un duelo...sino el duelo. El Torneo para el que me había inscrito había comenzado. Supongo que ese atenuado murmullo de fondo correspondía a los que miraban el desenlace de este evento.

Analizando bien el escenario parecía que ambos estábamos ubicados en medio de una amplia calle comercial, con tres metros libres de pavimento a ambos lados hasta alcanzar la acera. Edificios y negocios vacíos a los lados nos otorgaban una sombra que se apreciaba. En las aceras varias farolas ayudarían a iluminar la noche, espaciadas cinco metros entre ellas (y vaya casualidad justo ahora quedaban había dos farolas paralelas a nuestra posición a ambos lados de la calle) y algunos tachos de basura, siempre en tándem de tres y  dividos por lo que se esperaba desechasen en ellos. No es que fueran grandes tachos, sino más bien de un metro de alto por medio de largo y ancho. Mire a la vampira y más o menos estime una veintena de metros. bastante espacio para un duelo. De todas maneras y para terminar de visualizar el escenario, en medio de ambos se ubicaba una alcantarilla y en la acera y frente esta estaba la cabina telefónica roja. Sin más camine un poco hacia ella, alerta. Y bien pensaba porque ya la chica adoptaba una posición de duelo, alce la varita en forma de saludo sin detener mis pasos y espere.

Lo que siguió a continuación no me lo esperaba para nada. Al pronunciar su primer hechizo me sobrecogió un temor inexplicable. Si antes veía frente a mí a una simple bruja y vampira con la que definir un estatus de maestría y habilidad en duelo, ahora tenía ante mí a una diosa, una fuerza de la naturaleza. Y ese escalofrío que ya antes había conocido en uno de mis duelos de practica con lo que parecía un estudiante de Hogwarts me recorrió de nuevo la espalda. odiaba esa sensación, me hacía sentir impotente...de ahí que por mucho tiempo en mis duelos no ponía requisitos. Si el mago en cuestión era superior en poder a mí, que lo demostrara, yo no iba a un duelo a retroceder.

Ahora a una quincena metros de la chica y saliendo de la decidía de alejar esos pensamientos cobardes de mi persona, me percate que la chica iba a por más. Hizo otra muestra de magia y por un instante no entendí. Me rasqué la cabeza y pues no sentí ningún efecto ahora mismo en mí de lo que había realizado. Supongo entonces que no quedaba otra más que atacar, apunte al pecho.

-Expelliarmus- pronuncie en alta voz.

Y en ese instante un rayo escarlata iría contra la vampira. El objetivo era evidente, desarmarla. Dejando que la varita volara unos metros hacia el costado de la mano que sostenía la varita. No había de otra, al menos yo no quería empezar ya con sangre en el duelo, eso lo dejaría para después. Rápidamente apunte a una de las farolas que estaba en uno de los costados de la bruja. El costado que me interesaba.

-Vitae-

Nada más salir el hechizo de mis labios, mis palabras surtieron efecto y la farola que estaba en el lado donde pretendía callera la varita se animalizo como una serpiente constrictora de puro metal. El objetivo era simple. Atacar a la bruja para enroscarse en ella y cual buena serpiente apretar...apretar..apretar..hasta que la chica quedara sin aliento y terminase desmayada y sin posibilidades.

 

 

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Nada más decirlo, supo que se había equivocado. La varita pareció temblar en su mano ligeramente, como reprochándole que se hubiese apresurado de aquella manera; a veces parecía que tenía vida y, de haber podido hablar, le habría insultado en algún idioma antiguo, Que error más tonto había cometido. ¿Sería el embotamiento de acabar de despertarse? Soltó una maldición entre dientes al ver que su oponente, pues aunque éste no se había percatado del error, su honor le impedía fingir que todo estaba en orden. Acabó suspirando. Había perdido una acción de forma est****a, pero no era el fin del mundo. Aquello apenas comenzaba y tenían, si las cosas iban bien y se divertían en el proceso, mucho duelo por delante. 

Observó cómo el rayo venía hacia ella. Era de un rojo escandaloso y amenazaba con arrebatarle la varita, cosa que no podía permitir puesto que la lista de hechizos sin varita era más bien escasa en aquella situación. Tras un segundo que en su cabeza trascurría como una locomotora, centró sus pensamientos y recuperó la compostura.

Fortificum —dijo, justo antes de que Sean lanzara un Vitae hacia uno de sus costados. 

No pudo ver qué era lo que hacía, pero escuchó el pesado golpe metálico de una serpiente de metal chocando contra una muralla que apenas un instante antes no estaba allí. Era una muralla curva de sólido acero, no completamente cerrada, que no solo había impedido la primera embestida de la serpiente, sino que acababa de chirriar como si le hubieran lanzado un petardo, pues el rayo había chocado contra ella. Pero no tenía mucho tiempo para distraerse, pues conocía la naturaleza del Vitae y sabía que aquella bestia iba a ir a por ella, aunque tuviese que colarse por la rendija que quedaba.

Vitae.

Otorgó vida a la muralla con una floritura de varita dándole las cualidades de una criatura del mundo animal, algún felino por la forma de moverse. La muralla se contorsionó con un control perfecto, evitando hacerle daño, y adoptó una postura defensiva. Tenía patas y garras y por las dimensiones que había creado al principio, se contoneaba como un jaguar, abriendo unas fauces de las que no salía ningún ruido, pero de las que se podía ver con claridad unos afilados colmillos. Su misión era sencilla, protegerla y alejar a aquella cosa de su cuerpo. Fue entonces cuando la serpiente intentó arremeter contra ella y se encontró con un freno de mano. El ruido era estruendoso y la pelea se alejó a varios metros, mientras los dos seres híbridos intentaban matarse sin fin.

No podrían, eran de metal, pero agotarían ahí su tiempo. Y ahora ella y Sean volvían a estar el uno frente a la otra, intactos. Le sonrió ligeramente.

—Vamos a ponernos serios —le comentó con picardía, le encantaban los duelos.

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No esperaba que fuese un duelo fácil. Y me había preparado para ello. Sabía que el error que mi rival había cometido no me garantizaba nada, mantendría mi mente enfocada en lo que mejor sabía hacer. Buscar la forma de salir vivo y lo mejor posible de este enfrentamiento. En cuanto a lo que sucedía el hecho de que la vampira conjurase una barrera para su protección no me sorprendió. Al nivel que estábamos era una defensa más que adecuada y oportuna. Mi rayo escarlata se estrelló contra la muralla de solido acero generando un sonido particular que hizo que la multitud comenzara a animarse. estaban para y por el espectáculo que debíamos darles.

Claro la muralla creada también tenía su truco. Ya que contuvo a mi serpiente metálica y posteriormente paso a animalizarse como un gran felino, que protegió a la vampira y procedió a ir a por mí serpiente metalera. Sin duda la pelea entre estas dos criaturas de metal seria de antología. Pero ocurriendo unos dos metros detrás de mi rival y con un sonido digno de taller de maquinaria no hacia menester preocuparme por ella ahora. Al final la cuestión por la que estaba en este escenario era la chica que tenía en frente. Le regresé la ligera sonrisa y estuve de acuerdo con su comentario. Que importaba el triunfo si por el camino no había emoción.

-A sus órdenes...my lady -y sin dejar de apuntar a la chica fue a por un sueño- Maldición.

Exclame y el efecto fue inmediato. Ahora el siguiente hechizo que lanzará la vampira, ya fuese verbal o no verbal, y derivaría en una versión ridícula del original, sin ningún efecto real sobre nadie. Interesante opción y más si lo que venía a continuación era un hechizo peligroso por excelencia. Supongo que tocaría ver quien sufría la first blood.

-Sectusempra-

Mi voz se hizo oír por encima del barullo generado por la pelea metálica y la expectación del público. Si querían duelo, duelo tendrían, en mi disposición estaba dar el mejor espectáculo posible. Ahora mismo, inmediatamente después de nombrar mi hechizo un rayo esmeralda salió en dirección al pecho de la peliblanca, de impactarle importantes heridas sangrantes afectarían su torso lo que le llevaría a una cura inmediata. Normalmente no era partidario de atacar damas de esta manera, pero ahora mismo pasaba de esa definición, aunque bella fuese, era solo mi oponente y como muestra de respeto solo se merecía lo mejor de mis habilidades. 

@ Leah Slytherin

 

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No tuvo que escuchar lo que decía Sean para saber lo que había hecho. La sensación de que todo iba salirle mal era exagerada, tanto, que se le metía entre los huesos. Y sí, el hechizo iba a salirle mal. Una maldición. Apretó la mandíbula, pues sabía lo que iba a suceder a continuación: iba a recibir daño. Pero no era la primera vez, ni sería la última. No podía saber con seguridad por qué hechizo iba a decantarse Sean, pero no tenía tiempo para averiguarlo, solo para apretar los dientes y cargar con la decisión que estaba a punto de tomar.

Silencius —dijo, justo antes de que Sean le lanzara un Sectusempra. 

En realidad sonó como a Sonlecus o algo parecido, pues el hechizo, como había sabido desde un principio, no llegó a surtir ningún efecto. Y ahora tenía un rayo de un brillante color esmeralda acercándose hacia su cuerpo. Tenía dos opciones. Podría defenderse in extremis y evitar el impacto. O podría dejar que impactase y atacar a Sean. La respuesta estaba clara, porque aunque aquél chico no podría saberlo, ella era una Mortífaga dispuesta a entregar la vida por su bando.

Y lo había hecho, incontables veces. 

Extendió los brazos en el último segundo, esbozando una sonrisa y dejó que el rayo impactase, acompañado del estruendo de los vitaes peleando en algún lugar que le dio un poco más de dramatismo al asunto; no se había movido ni un centímetro, lo había aceptado como una pared. En su pecho, la herida del ataque generó una creciente mancha escarlata que perturbaba la pulcritud de su túnica. Pero a pesar de la desagradable sensación de que se desangraba y el ardor de las heridas, volvió a adoptar la postura de combate. Escuchó el rumor del público y asintió, complacida. Sí que les estaban dando un buen espectáculo. 

Y es que nunca le había gustado jugar a defenderse. Si para ganar tenía que aguantar un poco de dolor y mancharse las manos, lo haría. Era solo una cuestión de perspectiva y de seguridad. Y Sean parecía dispuesto a lo mismo, de modo que supo, de alguna forma, que aquél chico le caía bien. Ninguno de los dos estaba infravalorando a su oponente y esa era la clave para que un duelo valiera la pena. 

Maldición —soltó entonces, agitando la varita con elegancia hacia su contrincante.

Ahora Sean se enfrentaría al mismo hechizo que él había lanzado contra ella y su próxima acción, por más que quisiera, saldría mal y no surtiría efecto. Inhaló profundamente y se concentró, pues debía curarse inmediatamente. Se enfocó en centrar la magia en el pecho, ahí donde había recibido el impacto y sintió cómo el hechizo Curación hacía efecto, cortando el flujo de sangre hasta que finalmente se cerraron los cortes que tenía por el torso. Cuadró los hombros gracias al alivio y aguardó, ahora era turno de él. 

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La vampira que tenía al frente, mientras me preparaba para lanzar mi ataque, trato de adelantarse en un intento futil.  Capaz y ahora estaba aprendiendo a cabalidad las posibilidades del hechizo que había lanzado y que la restringía a una versión paródica de cualquier magia que pudiera realizar. Pude seguir el recorrido de mi hechizo hasta la bruja con la mirada, por un momento espere que se lo detuviera con un encantamiento. Pero para mí muy agradable sorpresa mantuvo el temple y recibió de frente el golpe muestras el público se enardecia en las gradas.

No todos los magos están dispuestos al sacrificio para lograr un objetivo, y menos si tenían que dejar su sangre correr. Eso solo me demostraba el respeto que se tenía, me tenía y demostraba para con el duelo que estábamos realizando. Así la sangre comenzó a brotar de su pecho manchando la túnica que portaba y tuve que hacer un esfuerzo para mantener la profesionalidad y no ceder al impulso de curarla. Debía centrarme en el pensamiento de que ellos había demostrado ser más que competente hasta ahora.

A continuación, sin bajar la varita y aún apuntándole al pecho recibí una dosis de mi propia medicina. Oírla me hizo sonreír, era valiente y no se achicaba. Ahora me tocaría a mi.

--Empollamos-

Dije pensando en lanzar el clásico hechizo desarmador, el Expelliarmus, equivocandome en la pronunciación por mucho. Apenas pude contener la carcajada. Eso de empollar sonaba a gallina. Y aquí no había de esas. Pero mejor no distraerme demasiado en lo cómico del asunto pues desde mi posición ya podía ver qué @ Leah Slytherin se comenzaba a curar las heridas. Muy bien hora de mantener la seriedad.

-Floreus-

Dije con la idea de que para el siguiente hechizo que me lanzará la peliblanca salieran flores de su varita. Un gesto de cortesía de mi parte pero que me podía dar espacio para desarrollar una estrategia ganadora. Eso sí por un momento, había estado tentado a utilizar otro hechizo pero oyendo como cesaba de una parte, la mía, la batalla metálica que ocurría unos metros detrás de la vampira supuse que aún le daría tiempo a usar su creación para protección. 

Aunque bueno pudiera lanzarmelo también pero lo más probable es que se quedará a medio camino tomando en cuenta la distancia que nos separaba. Riesgos que hay que asumir.

 

 

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Soltó una risita entre dientes cuando escuchó a Sean decir “empollamos” en lugar del hechizo Expelliarmus. Era de las pocas veces que se lo estaba pasando tan bien en un duelo. La mayoría de las veces era personal o tenía algún fin específico. Esta vez era diferente, era simplemente un duelo por diversión y vaya si se estaba divirtiendo. Sentía la adrenalina activando su cuerpo y la excitación de saber qué iba a suceder, de imaginarse los posibles escenarios. En su cabeza, podría haber sido una espectadora más. Pero su mente iba a mil por hora y aunque se lo estaba pasando bien, también era verdad que tenía una concentración casi palpable. Un dominio perfecto de sus capacidades y, de momento, todo estaba saliendo bien. Excepto bueno, tal vez la parte donde se le pegaba la túnica llena de sangre a la piel, pero no era mal de morirse. 

El rumor del público jaleando al par de magos era cada vez más alto, pero no se escuchaba tanto como el chirrido constante de los Vitae luchando entre ellos. La pelea los había llevado a alejarse de los dos, pero también había vuelto a acercarlos. No hizo falta que desviara la mirada para comprobarlo, pues podía apreciarlo ligeramente con el rabillo del ojo. Pero estaba contando, por supuesto, claro que lo estaba haciendo. Era parte de la estrategia saber lo que te rodeaba y aunque parecía que ambos se habían olvidado de aquellas criaturas de acero, la verdad era que no. Sabía muy bien que aún le quedaba un turno y sabía, también, que a Sean apenas le quedaban segundos del suyo. Movió la varita justo antes de que Sean abriera la boca y se adelantó a él, justo en el momento en el que el chirrido de la serpiente pasaba a ser el tintineo de una farola inanimada contra el asfalto y su Vitae se abalanzaba como una bala hacia adelante, con la orden de atacar el pecho de su contrincante.

Silencius.

El Floreus se quedó a medio camino y no llegó a surtir efecto, pues lo había lanzado justo antes que él. La estrategia estaba clara, pues ya el vitae estaba demasiado cerca de su objetivo. Era una bestia de acero, no solo con las características de un felino, sino con sus cualidades físicas. Había recorrido aquella distancia en escasos segundos, empujando el suelo con sus pesadas patas y zancadas brutales, y ahora tenía que encargarse de que pudiera hacerle daño. 

Maldición —repitió por segunda vez en el duelo.

El efecto fue inmediato. Ahora, la próxima acción de Sean estaba comprometida y no podría frenar la acometida de la bestia, de modo que recibiría el daño justo antes de que ésta desapareciera del todo, junto material que le había dado masa en primer lugar, proveniente del Fortificum. Ahora estaban a mano. 

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Aunque era una posibilidad real que ya había contemplado, una cosa era que la acción se desarrollase en mi mente y otra que la cruda realidad me golpearse no precisamente en la cara. Pero mejor narrar en orden los sucesos. 

La vampira era todo lo que podía esperar encontrarme de un oponente en un torneo como este. Así las cosas el hechizo que lance fue interceptado a medio nombrar. Había sido miserablemente silenciado. Evidentemente el público estaba exaltado ante las posibilidades que se abrían ante este hecho, no eran simples mirones. Sin esa opción solo quedaba remar contra corriente porque el hecho de que mi farola animalizada regresará a su versión original dejaba a su muralla-jaguar libre para ir a por mí.

Lo peor es que en dos saltos la criatura metálica estuvo prácticamente sobre mí lanzando un zarpazo que me golpeó en el pecho y me hizo rodar por el suelo. Con los brazos había tratado de proteger mi rostro ya que eran una importante herramienta de mis noches de seducción pero era muy doloroso sentir como el acero laceraba mi piel. Y lo peor ahora acompañado de esta sensación de mala suerte encima. No es que tuviera precisamente que oír la maldición (que lo había hecho) lanzada, esa sensación ya la había sufrido en este duelo. Por suerte toda regla tienen sus excepciones. 

Mientras me incorporaba y mi ropa se coloreaba con sangre me apunte con la varita. -Episkey- pensé y en un instante las heridas que había recibido por la criatura (había desaparecido después de golpearme) se comenzaron a cerrar. Curarse era una de las pocas cosas que no afectaba la maldición y por suerte su efecto no se traspasaba al siguiente hechizo. Ahora me tocaría volver a atacar.

-Seccionatus

Pensé después de apuntar a mi rival y doce medialunas plateadas y filosas salieron hacia @ Leah Slytherin . El objetivo era simple, que impactarán en ella. Pese a su dispersión en el trayecto la idea era que golpeara ambas clavículas y las extremidades. Dejando unas pocas para que rozaran su torso en el trayecto generando así heridas sangrantes que requerirían una rápida curación.

 

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Hizo un gesto con la boca cuando vio al Vitae abalanzarse sobre Sean y el ruido del aire atravesando sus dientes solo fue opacado por el estruendo del metal contra el asfalto, instantes a desaparecer. Solo entonces pudo ver la magnitud del ataque. Sean había rodado un par de metros más allá y había dejado un rastro de sangre tras él, que brillaba ante la luz del sol como si fuese más roja de lo que era en realidad. El público rugió como si acabara de ganarse la lotería cuando el chico, pese al dolor que debía sentir, se ponía de pie. Asintió con reconocimiento. Así se enfrentaban los retos, aunque escocieran. Dio un par de pasos para recuperar la distancia que los separaba inicialmente y prestó atención a lo que veía. Las heridas de su contrincante eran graves y dejaban escapar sangre como un pequeño torrente, pero de pronto el flujo paró. Se había curado.

Parte de la gracia de los duelos estaba en la observación, en el estudio del oponente. Ella podría haberlo imaginado, incluso había podido haber leído la mente de Sean gracias a la Legilimancia. Pero no hacía falta. Había algo en la forma de colocarse, en la forma de mirar, incluso en la posición de los labios, que hacía que alguien supiera que iba a recibir un ataque. Y ella lo supo. Había inhalado profundamente instantes antes de decidir qué iba a hacer y en ese momento, justo antes de que Sean lanzara el Seccionatus, exhaló despacio centrando su magia en hacerse un Salvaguarda Mágica. Su cuerpo se volvió intangible con un ligero cosquilleo, que le hizo pensar que se sentía como una lluvia de gotas mínimas que hormigueaban en todos y cada uno de los puntos de su dermis. Aguardó entonces, sin inmutarse.

Las doce medias lunas avanzaban hacia ella con una velocidad apabullante y sin embargo, alguna se perdió en el camino. Ya fuese por la distancia, el viento o el choque entre ellas, nunca llegaban completas. Sin embargo, al menos la mitad lograron alcanzar el objetivo. ¿El problema? Que la atravesaron como si se tratara de un fantasma. Sonrió complacida cuando no quedó ninguna amenaza acercándose y llevó la mirada a aquellas medias lunas que habían quedado tintineando en el suelo, hasta caer planas contra el asfalto. El hormigueo en su piel empezó a difuminarse y supo que el efecto del salvaguarda había acabado. Ahora solo quedaba seguir adelante y, si las cosas seguían de ese modo, seguirían subiendo el tono de los ataques. 

Expelliarmus —soltó, con una floritura seca. 

De la punta de su varita de cerezo salió un rayo de un tono escarlata tan brillante como la sangre que Sean y ella misma habían derramado en pro de su victoria. La diferencia eran los pequeños filamentos metalizados que se entrelazaban entre sí, reflejando la luz del sol e iluminando el espacio que los separaba, el cual parecía comerse con una velocidad extraordinaria. Podría haber elegido algún otro hechizo más mortal o dañino, pero no era una mala forma de obligar a su contrincante a defenderse. Porque debía hacerlo, porque si no se defendía, perdería la varita y eso siempre era determinante, al menos en primera instancia, para perder un enfrentamiento. Pero el chico estaba demostrando que podía hacer frente, así que el dedicó una pequeña sonrisa, dándole a entender que sabía que todavía tenían duelo por delante.

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