Jump to content

Publicaciones recomendadas

Publicado

El resort se encontraba en una zona apartada y cálida. Catherine había utilizado un espacio que, por alguna razón, Richard había mantenido en secreto tanto de su propia familia como de la fiscalización muggle. La isla no estaba atendida por elfos ni tampoco por criaturas. Eran todos magos y brujas formados en pequeños institutos o instituciones mágicas no hegemónicas en general, que estaban felices de vivir su vida apartados de la sociedad. La playa era amplia, de arena clara y fina. Había una enorme fila de sillas de playa blancas, cada una con su respectiva sombrilla y mesilla. Catherine estaba descalza y llevaba un vestido de veraneo de tono verde agua. No llevaba ni brassiere ni medias. Sobre su cabeza, reposaban unos lentes oscuros a manera de vincha. Giraba su varita en su mano izquierda, como si se tratara de una baqueta de baterista. 

El mar creaba unas olas perezosas, casi tiernas. Todo el ámbito de la isla era calmado. Sólo cuando se avecinaban las tormentas, las palmeras se doblaban y las húmedas plantas tropicales parecían rendirse al poder de los vientos. En ese momento, sin embargo, nada de eso ocurría. El sol brillaba en lo alto. El calor no quemaba, si no que le daba al ambiente una sensación térmica agradable. La bruja dejó de girar su varita por un instante, riendo ¿Por qué había tenido que elegir un lugar tan agradable como ese para ese encuentro?

Todo se había generado a causa de una est****a broma mágica. Alguien le había enviado una pequeña maldición por correo que, a causa de su propia distracción y descuido con el teléfono (Ellie acababa de enseñarle a usar tiki toki), había abierto, sin siquiera notar que no había sido traído por ninguna lechuza, si no que había sido enviada por otros medios mágicos. La nota, decía que Catherine tenía que enviar otras cien notas de similar índole, si no quería sufrir de trasero expansivo por un mes. 

Uno de los destinatarios de dicha nota, se había tomado la ofensa y el trabajo subsecuente que esta causaba de manera más personal. Su nombre era Cillian, quien no había tardado ni siquiera dos horas en asegurarle que no iba a permitir que nadie, nunca, lo amenazara con arruinarle el trasero. Catherine, con mucho pesar, se había visto obligada a consultar el asunto con Ellie y con Madeleine. Todavía podía escuchar las risotadas de su hija si hacía un poco de esfuerzo. Ellie le había sugerido la ruta rápida: bah, arreglen un duelo. 

"Duelo" era una palabra tan en desuso para Catherine, que casi se le podría en la boca. A pesar de ello, allí estaba, anhelando poder meterse al agua, en lugar de esperar la llegada del mago con el que intercambiaría hechizos a causa de esa maldición que, de tan simple, estaba exonerada de solución. No había encontrado ni una sola instrucción, con internet o sin él, para librarse del problema sin tener que enviar las misivas. Todos los tutoriales y sugerencias, incluso yahuu respuestas, decían "sólo escribe las cartas y envíalas".

Cuando por fin notó que un par de brujas del resort conducían a un mago rubio por el camino de tablones largos y de buen tamaño, desanclados del suelo, que lo llevaba directo hacia donde se encontraba la bruja. Catherine se caló los lentes para verlo mejor en ese sol y alzó la mano. Casi se sentía mal por él, aunque a ella no se le había ocurrido averiguar cómo devolver la nota para amenazar al remitente.

-¿Que gane el mejor? -dijo, a manera de saludo.

Luego, esperó a que el brujo se acomodara y las muchachas se alejaran. Sólo eran ellos dos, los tablones, las plantas, las sillas, las mesillas, las sombrillas y el mar. Bueno, también las tres piñas coladas que reposaban en tres mesillas cercanas a ambos. 

-Cinaede

No era por ser cruel con el mago, pero Catherine tenía miedo de oír sus reclamos de nuevo, así que apenas pronunció su hechizo, una nube gaseosa rodeó al mago. El veneno gaseoso le causaría asfixia si no se apresuraba a liberar sus vías respiratorias con un anapneo y también era peligroso porque causaba terribles parálisis cuando el compuesto llegaba a la sangre. Si no tomaba medidas, podía incluso matarlo. Catherine intentó mantener la expresión neutra, a pesar de que era difícil ¿El mago la odiaría aún más?

@ Cillian Haughton

NHCeJlw.png

Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

Publicado

La escena era casi perfecta tal y como si fuera un teatro improvisado en aquella isla apartada. La visión de Catherine, esperando con su varita y un vestido veraniego verde agua, daba un toque de serenidad al ambiente, en contraposición con el propósito de su reunión con Cillian Haughton. Pero él no iba a perder el tiempo. Cillian llegó, visiblemente incómodo por la luz del sol, despeinado, pero en su rostro se dibujaba una expresión de determinación, listo para lo que parecía ser un duelo con una buena dosis de humor ácido en el trasfondo.

Al ver a Catherine y oír su saludo, Cillian arqueó una ceja y lanzó una risa breve, sardónica, mientras asentía.

—Que gane el mejor —respondió, con un tono que sugería que tomaba este asunto muy personalmente, aunque reconocía lo absurdo. Catherine parecía observarlo con una mezcla de concentración y algo de admiración contenida pero aún así de un momento a otro apuntó hacia Cillian, lanzando contra él un Cinaede. La nube venenosa rodeó a Cillian, comenzando a causarle dificultad para respirar. Sin embargo, no planeaba dejar que el veneno lo doblegara aún con el veneno Cillian avanzó un par de pasos por el camino de tablones hacia Catherine, sin perder de vista a la bruja. Mientras se acercaba, extendió su varita hacia el cielo y, con un gesto elegante, pronunció la invocación.

—¡Vara de Cristal!

En un instante, su varita se transformó en un bastón de cristal brillante e irrompible, que destellaba a la luz del sol con un fulgor casi cegador. La vara, símbolo de su poder, estaba lista para canalizar su energía en un rayo imparable. Sin perder tiempo, alzó la vara, preparándose para lanzar su siguiente movimiento.

Sin decir palabra, Cillian movió la vara en dirección a Catherine y lanzó su siguiente hechizo:

—Babosas.

El hechizo impactó a Catherine directamente, y de inmediato comenzó a sentir un malestar en su estómago. La maldición la afectaba intensamente, provocando que sintiera una náusea pesada y poco controlable. Para su frustración, aquel hechizo le impediría pronunciar encantamientos verbales durante los próximos minutos.

Con un movimiento preciso, Cillian usó un hechizo no verbal para destapar sus vías respiratorias.

Anapneo.

El duelo entre ambos continuaba, cada uno ajustando su estrategia para intentar superar al otro. En aquella playa de arenas blancas y bajo el sol implacable, el choque de poderes transformaba el ambiente relajado en un campo de batalla lleno de tensión y habilidad.

— Dime, ¿de qué sirve tener un resort en una isla como esta si no hay ni un solo hombre sexy a la vista?

@ Catherine Moody

OjQFQY0.gifbfqucW5.gif

WmXAwqJ.png

  • 2 semanas más tarde...
Publicado

—Uhm... no lo había pensado.

Parece fuera de carácter para Richard no haber mantenido personas bellas en un lugar como ese o haber explotado económicamente el lugar. De hecho, parece ser incluso una enorme pérdida de recursos, algo que el brujo, sin duda no hacía sin motivo. Catherine se acomodó lo mejor que pudo ante las palabras de Haughton, porque estaba segura de que el muchacho no esperaría a que ella se mantuviera lista y alerta.

—¿Sabías por qué este lugar se llama "La Colina"? —prosiguió, como si ambos tuviesen una relación cordial, cuando en realidad habían empezado con el pie izquierdo— No se trata de ninguna elevación, ya que como puedes ver, aquí no hay montañas —la bruja estaba bastante segura de que el rubio no le prestaba atención—. Es por la especialidad de la isla. Una bebida, un trago, llamado "La Colina".

A decir de los lugareños, La Colina era impresionante. Sin embargo, Cillian tenía su mente en otros asuntos y no era para menos ya que la bruja le había lanzado un cinaede. Apenas Catherine acababa de decir aquello, percibió que la varita del mago se extendía y supo que no podría frenar lo que se venía a continuación. Así, por instinto, replicó con lo primero que pudo pensar:

Confundus

Y fue una suerte que lo pensara, porque lo siguiente que supo, fue que su cuerpo hacía un enorme esfuerzo por expulsar a una babosa de su garganta. El confundus, causó en Cillian un vahído, aunque no lo tiró al suelo. Era tan sólo que su mente, en lugar de recitar su siguiente hechizo, que aunque ella no lo supiera habría sido un anapneo, quedó en blanco y él muy quieto con la varita en ristre. Mientras tanto Catherine, asqueada y muda, vio a la criatura caer y retorcerse en la arena junto a ella. Con premura, se alejó un par de pasos para que la babosa no tocara sus pies y prosiguió:

Flechas de fuego

Los filamentos de fuego salieron disparados uno detrás de otro de su varita e impactaron en Cillian Haughton con fuerza. Ver cómo el hechizo chocaba contra la ropa y la piel del mago fue impactante para Catherine de cierta forma, aunque no pudo decir palabra. Había olvidado que parte de la magia que conocía era peligrosa. Ver cómo la superficie tersa y cuidada, que era la piel de Haughton, se tornaba cada vez más oscura y deshidratada a medida que el fuego la consumía y saber que necesitaría apagar el fuego cuanto antes con un aguamenti si no quería morir era una realidad pesada que contrastaba con el ámbito sosegado y relajado de la playa la isla. Aun más, la bruja sabía que aún si apagaba el fuego requeriría curarse. Sentía unos enormes deseos de pedir disculpas y hacerlo ella misma, pero sabía que no tenía sentido. Para bien o para mal, tenían que continuar.

Por eso, cuando vomitó su segunda babosa y se tambaleó para alejarse de ella, se dijo que el mago también había contribuido a ese ambiente tenso, así que tenía que llevar a cabo eso hasta el final.

NHCeJlw.png

Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

Publicado
Cillian, aún tambaleante por el hechizo Confundus, logró recobrar el control tras un par de segundos. Sus pensamientos, que habían quedado dispersos como arena al viento, se reorganizaron justo a tiempo para notar las Flechas de Fuego impactando contra su cuerpo. El calor abrasador le arrancó un gruñido de dolor mientras su piel empezaba a ennegrecerse y a mostrar signos de quemaduras profundas.

La furia y el dolor encendieron algo en el mago. Sin usar su varita, extendió su mano y murmuró con fuerza contenida:

Invocar Katana.

Una espada de filo brillante y apariencia espectral apareció en su mano, vibrando con una energía temible. Sin vacilar, Cillian realizó un corte amplio en el aire, proyectando una onda letal hacia Catherine, quien aún trataba de recobrar la compostura después de su segundo vómito de babosas.

La proyección se movió con la velocidad de un rayo, rozando el aire y llegando directamente hacia la bruja. El impacto abrió una herida profunda en su brazo izquierdo, arrancándole un jadeo ahogado. La sangre comenzó a fluir rápidamente, obligándola a actuar con rapidez si no quería desangrarse.

A pesar de su satisfacción por haber recuperado la ¿ventaja?, sintió cómo el ardor de sus quemaduras aumentaba. Sabía que si no actuaba pronto, el daño podría ser irreversible. Concentrándose, ejecutó el Anapneo de manera no verbal, liberando su garganta y asegurándose de que sus vías respiratorias estuvieran despejadas para evitar cualquier complicación causada por el Cinaede.

Tras un instante de alivio, el rubio volvió a centrarse en Catherine, con la katana aún resplandeciendo en su mano y su cuerpo en una postura ofensiva.

—Espero que estés disfrutando esto tanto como yo —dijo con una sonrisa sardónica, aunque su mirada reflejaba el peso del duelo.

Cillian sabía que ambos estaban al límite, y cualquier movimiento en falso podría decidir el resultado de su enfrentamiento.

 

@ Catherine Moody

OjQFQY0.gifbfqucW5.gif

WmXAwqJ.png

  • 2 semanas más tarde...
Publicado

No era un secreto para nadie, que Catherine odiaba los duelos. Eran una esfera muy íntima y extraña. Llevar una disputa a ese nivel, era para ella, no tenía sentido. Sin embargo, había tenido duelos antes. En el mundo de los magos, en ocasiones, era inevitable.

Así que Catherine era consciente de que, muy en el fondo, quería acabar con todo ello lo antes posible. De haber existido la alternativa, ella se habría disculpado. El problema era que sabía que las cosas se habían llevado a ese nivel justamente porque la disculpa no había bastado. Todo era un círculo vicioso difícil de ignorar.

Por eso, no se extraña cuando siente el corte de la katana.  A pesar de que sabe, desde la revelación de la magia, que eso no significa que Cillian sea de la Marca Tenebrosa, hay demasiados malos recuerdos asociados a esa arma. La bruja siente el corte mientras algunas memorias de Pandora se cuelan en su cabeza. Las rechaza, lo mismo que el ataque: intentando echar fuera de sí cualquier consecuencia del asunto. Entonces, hace lo primero que se le ocurre.

-Confundus

La bruja sabe que es cobarde usar el mismo hechizo dos veces, pero no puede evitarlo. Puede ver en la expresión vacua de Cillian que su hechizo ha tenido éxito. No sabía cuál era el hechizo que iba a utilizar  (anapneo) pero sabe que no ha tenido éxito y que el suyo se ha impuesto. La bruja observa al mago, en quien detecta un ligero temblor extraño ¿Pueden ser los efectos de la falta de oxígeno? ¿O tal vez incluso el del veneno del cinaede ya corriendo por sus venas? La bruja cierra los ojos intentando ignorarlo pero sabe que no podrá. Así que al abrirlos, sólo se atreve a pensar en un episkey, para curarse de las heridas causadas por los cortes de katana que le hizo Cillian, ya que lanzar cualquier otro ataque o, en realidad, hacer cualquier otra cosa, le parece impropio. 

NHCeJlw.png

Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

Publicado

Cillian estaba de rodillas, con la katana etérea aún brillando débilmente en su mano. Sus dedos temblaban, incapaces de sostener firmemente el arma. Su respiración era irregular, los efectos del Cinaede apoderándose de su cuerpo. Intentó enfocar su mirada en Catherine, pero todo era borroso.

¿Es… esto lo que querías? —susurró con una sonrisa amarga, apenas audible, mientras su cuerpo se tambaleaba.

El Confundus aún nublaba su mente, una neblina que le impedía concentrarse. Su varita se le resbaló de entre los dedos, cayendo inerte en la arena. Cillian alzó la vista al cielo por un momento, sus labios moviéndose como si quisiera decir algo más, pero ningún sonido salió.

El temblor en su cuerpo aumentó. Luchó por mantenerse en pie, por desafiar el efecto que lo consumía. Su sonrisa torcida, marcada por el dolor, apenas se mantuvo.

Parece que esta vez… has ganado—murmuró, sus palabras llenas de ironía y resignación, antes de que la katana desapareciera en una bruma, señal de que ya no tenía energía para sostenerla.

Cillian dejó que su cuerpo cayera lentamente sobre la arena. Sus ojos, que alguna vez brillaron con astucia, se apagaron mientras su respiración se detenía, silenciada por el veneno que nunca había podido contrarrestar.

 

@ Catherine Moody

OjQFQY0.gifbfqucW5.gif

WmXAwqJ.png

Guest
Esta discusión está cerrada a nuevas respuestas.
 Compartir
https://www.harrylatino.org/forums/topic/120113-la-colina/

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.