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El Comercio de las Sombras


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En un rincón oscuro y olvidado de Londres, una red clandestina de tráfico de criaturas mágicas prospera en silencio. Las sombras son su refugio, y la avaricia son sin duda suu motor. Los traficantes son hábiles y astutos, han tejido una intrincada red de contactos que se extiende desde las calles muggles hasta las profundidades de los departamentos mágicos.

En la penumbra de un almacén en desuso, un grupo de traficantes se congrega alrededor de una mesa de madera, iluminada por la tenue luz de una lámpara de aceite. Entre ellos se encuentra Marcus, un empleado del departamento de transportes mágicos, cuya doble vida lo lleva a ser un engranaje vital en el tráfico de criaturas. Su conocimiento sobre las rutas de transporte y las regulaciones mágicas le otorga un acceso invaluable al submundo.

—El siguiente envío se realizará esta noche —anuncia Marcus, su voz resonando con la seguridad que solo la avaricia puede proporcionar—. Nos hemos asegurado de que los controles estén débiles en esta época del mes.

El grupo asiente, complacido. Entre ellos está Rhea, una bruja astuta que ha logrado infiltrarse en la comunidad mágica, robando secretos y ganándose la confianza de aquellos que deben ser sus enemigos. La ambición brilla en sus ojos mientras habla de las criaturas raras que están a punto de llegar.

—He escuchado que hay serpientes exóticas en el mercado negro —dice Rhea, sonriendo con malicia—. Se venderán por una fortuna. Si conseguimos sacar a esas criaturas antes de que lleguen los inspectores, seremos ricos.

Pero no todo es armonía entre ellos. A medida que la noche se acerca, la tensión aumenta. Darius, un antiguo compañero de Marcus, comienza a mostrar signos de desconfianza. Sus miradas se encuentran con frecuencia, y la sospecha comienza a envenenar la atmósfera.

—¿No crees que esto se está volviendo peligroso? —pregunta Darius, cruzando los brazos. Su voz es un susurro, pero la inquietud es palpable—. Hay rumores sobre un grupo que está tratando de desmantelar nuestras operaciones.

La idea de que otros intenten detener su negocio llena el aire de una palpable inquietud. Han escuchado rumores sobre magos y criaturas que se unen para combatir el tráfico. Un escalofrío recorre la espalda de Marcus. ¿Y si uno de ellos, un ex compañero del departamento, decide alzar la voz y hacer que todo se venga abajo?

—Nosotros somos más astutos que ellos —responde Marcus, forzando una sonrisa—. Ellos no saben lo que se están metiendo. La magia oscura siempre ha estado de nuestro lado.

Mientras preparan los últimos detalles para el envío de la noche, Marcus siente la presión aumentar. Las criaturas que van a ser transportadas son más que mercancía; son vidas que están siendo sacrificadas por la codicia humana. Sin embargo, en su mente, la imagen del oro brillante y el poder lo ciega, y cada vez le resulta más difícil recordar lo que realmente está en juego.

En la oscuridad, un par de ojos observan. No solo las sombras del lugar están vigilando, sino que el propio destino se teje en torno a ellos. Los traficantes están a punto de aprender que la avaricia puede atraer más que riqueza; puede atraer a aquellos que buscan la justicia.

La noche se cierne sobre Londres como un manto oscuro. Cuando los traficantes comienzan a moverse, la tensión es casi palpable. Marcus, con su varita en mano y el corazón latiendo rápido, sabe que están cruzando una línea. Sin embargo, el deseo de ganar es más fuerte que el temor.

—Es hora de que las sombras hablen —murmura, mientras salen al frío aire nocturno, sin saber que el verdadero desafío apenas comienza.

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No podía negar que en tal Marcus tenía los pantalones bien puestos. Era inteligente, eso lo sabía desde el momento que en algún que otro momento hicimos negocios. Aún así lo que me llevo a prescindir de sus servicios fue la clara codicia que fulguraba en sus ojos. En este negocio había que saber cuándo dar el golpe y cuando hacerse el muerto y dejar que las aguas se calmaran. Tener una atracción desmedida por la riqueza casi siempre llevaba a pisar en falso y quedarse colgado de la brocha o generalmente muerto en una zanja. 

Para mi simplemente era otro caso de un pez más grande se come a otro pequeño, de eliminar a la competencia. Lo rumores decían que se esperaba un cargamento exótico de criaturas mágicas. Así que porque no matar dos pájaros de un tiro. Hacía tiempo que no hacía revuelo en el bajo mundo del tráfico de criaturas mágicas. Creo que la última vez fue aprovechando un ataque mortifagos a la Reserva. Sin duda había sido un trabajo excelente. Tan bueno como para añadirles un crimen más a La Marca. No creo que a ellos les importase mucho a fin de cuentas ya tenían su fama. Y al menos yo pude azar una buena cantidad de galeones con la subasta.

A mi favor tenía que el grupo traficante no era monolitico y ya varios revelaban del liderazgo de Marcus. Supongo que veían con recelo su accionar, principalmente preocupaba el móvil que lo movía. Así que un comentario aquí, otro allá y lentamente sobre mi mesa se ordenaba el puzzle, revelando de a poco el lugar donde realizarían el golpe.

-Bien es ya hora.

Dije a mis subordinados para que cada uno abandonará la mesa de trabajo con el año ya trasado. No me gustaban las sorpresas y exponer a los míos por lo que básicamente si había las condiciones propicias prefería actuar como carroñeros.

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Lengua Pársel con @ Cillian Haughton

 

Salieron del ministerio y se encontraron bajo el cielo anaranjado y violeta del atardecer. El aire estaba impregnado del olor a carbón y niebla, como si Londres misma exhalara un suspiro oscuro, ocultando los misterios de su pasado y presente. Lawan guardó silencio mientras caminaban, pero no dejó de observar a Cillian. Su expresión decidida y los músculos tensos delataban la seriedad con la que se estaba tomando esta misión. El vampiro, con la experiencia de siglos en misiones y traiciones, reconocía ese tipo de resolución en otros, y en silencio la respetaba. 

A medida que avanzaban, su mente no dejaba de proyectar imágenes de aquel almacén. Aunque la pequeña serpiente había transmitido algunas pistas a Cillian, Lawan entendía que esos recuerdos no serían más que fragmentos de una verdad mucho más oscura. Quizá eran indicios de un mercado subterráneo que operaba a la sombra del mundo mágico, comerciando con seres cuya existencia desafiaba toda ética. Había oído rumores, claro, pero hasta ahora no los había confrontado en persona. Aquello le provocaba una mezcla de furia y una determinación fría y letal. 

—Una reunión de traficantes en un almacén abandonado… —murmuró Lawan, su voz baja pero tensa, como el eco de un pensamiento que no quería materializarse del todo—. Sabes que esos lugares suelen estar llenos de trampas, y si realmente hay criaturas involucradas, no puedo garantizar que podremos controlar a todas. Las criaturas mágicas pueden volverse impredecibles cuando están bajo el dominio de hechizos o maldiciones. 

Lawan y Cillian se acercaron al almacén en silencio, deslizándose entre las sombras, sus pasos ligeros sobre el empedrado mojado por la reciente lluvia. Desde su posición, Lawan podía ver la luz trémula de una lámpara de aceite escapando por las rendijas de una ventana polvorienta y rota. El murmullo de voces llegaba en fragmentos, las palabras entrecortadas y, sin embargo, llenas de la avaricia que teñía aquella red clandestina de tráfico de criaturas mágicas. Para Lawan, aquel rincón oscuro de Londres era un recordatorio de lo bajo que los magos y brujas podían caer cuando el oro pesaba más que la vida. 

 —Ahí están, —murmuró en voz baja, lo justo para que Cillian lo escuchara —Parece que alguien más se ha sumado a la fiesta— añadió el vampiro para expresar su deseo de ir a por los responsables de esta vil práctica. —¿Reconoces a alguno? —preguntó el arcano. —¿Son de tu departamento? ¿Empleados tuyos? —el tono de voz de Lawan era apresurado, con rabia en cada una de las palabras que salían de su boca.  

 Ambos observaban a través de la abertura apenas visible, donde la luz de la lámpara iluminaba a los traficantes congregados. En el centro, Uno hablaba, la autoridad en su voz subrayada por la seguridad arrogante de un hombre convencido de que nadie en el Ministerio sospechaba de él. Su mención del "siguiente envío" y de los "controles debilitados" sólo logró avivar la furia que Lawan sentía al ver la facilidad con la que aquellos seres despreciables traficaban con criaturas inocentes. 

<No seas impaciente, pequeña> siseó el encantador de hanói al ver cómo se revolvía en sí misma la serpiente. <Quizás debería ir nuevamente con Cillian, así yo podré comunicarme con ambos en el caso de separarnos> añadió en la misma lengua de las serpientes. La cría albina pasó de la mano de Lawan hacia la de Cillian.  

Lawan exhaló suavemente, su mirada clavada en aquel hombre que parecía el líder contrabandista, como si intentara descifrar cada pliegue de su mente oscura y retorcida. Sabía que, por su posición en el Ministerio, aquella persona era el engranaje crucial en aquella maquinaria de corrupción y contrabando. De alguna manera, se había ganado la confianza de las autoridades, manipulando documentos y rutas mágicas para facilitar el tránsito de seres vivos como si fueran objetos inanimados. Pero en realidad, Lawan no estaba sorprendido; había visto muchos como él, cegados por la codicia y dispuestos a traicionar cualquier valor o juramento por un puñado de oro. 

A su lado, Cillian se tensó, la mirada fija en el grupo mientras otra de la spersonas ahí reunidas, hablaba con voz astuta y ambiciosa sobre serpientes exóticas, aquellas que, si escapaban de las leyes y la vigilancia, les generarían una fortuna. Lawan no pudo evitar fruncir el ceño; aunque era poco común encontrar a brujas tan experimentadas en el arte de la infiltración y el engaño, parecía que ella lo dominaba a la perfección. Ella, al igual que el presunto jefe, también había aprendido a ganar la confianza de la comunidad mágica, susurrando mentiras disfrazadas de camaradería mientras filtraba información que ponía en peligro vidas de criaturas y magos. 

—Es repugnante —murmuró el arcano, apenas conteniendo su rabia. —Ver cómo hablan de seres vivos como si fueran mercancía, como si no significaran nada. 

Lawan buscó en los ojos de Cillian su aprobación, y el brillo en los ojos del vampiro pareció oscurecerse. Él también comprendía esa sensación de impotencia, pero la experiencia le había enseñado que la furia no debía cegarlo. No era la primera vez que enfrentaba a seres despreciables, y sabía que la paciencia era la clave. Aun así, en el fondo, sentía una furia fría e inquebrantable hacia aquellos que jugaban con vidas inocentes.

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Adquiriendo la Habilidad de Hablante de Pársel
Con Lawan Nguyen Thanh

Cillian observó al Arcano por un momento y luego al almacén con una expresión concentrada. Sabía que lo que tenían por delante no sería facíl, que aquella red de trafico seguro operaba con la complicidad de algunos empleados del Ministerio. Sin embargo ellos tenían una herramienta a su favor y era aquella pequeña serpiente albina con la que Cillian había logrado hacer conexión.

El rubio bajó la mirada hacia la pequeña serpiente que se enrollaba en su brazo, inquieta. Inclinó la cabeza hacia ella y murmuró en parsel, su voz fluyendo en un tono suave y sibilante. "<Estás lista para ser nuestros ojos, pequeña?>", susurró, transmitiéndole calma y determinación. La serpiente, que entendía más que nadie la gravedad de todo aquello, levantó la cabeza y asintió levemente antes de deslizarse por su brazo y dirigirse hacia la abertura que conducía al interior del almacén.

Mientras esta avanzaba sigilosamente entre las sombras del edificio, Cillian mantenía el contacto con ella a través de aquella conexión que recién habían creado hacía solo un par de minutos, intentaba darle ordenes precisas en susurros para guiarla. Sentía las impresiones que ella le transmitía: los destellos de luces trémulas, el murmullo de conversaciones codiciosas, y la sensación de peligro en el ambiente. Con aquella conexión que habían creado, la serpiente lograba transmitirle bastante información de lo que sucedía allá dentro,se hablaba de criaturas mágicas como mercancías, de rutas clandestinas, y de ganancias inmensas.

Un par de segundos después, todo estaba claro... Había empleados del Ministerio de Magia, tanto de su departamento como de otros, dentro del almacén, hombres y mujeres a quienes alguna vez había visto en los pasillos y oficinas, ahora entregados al oscuro negocio del tráfico de criaturas. Con una mirada firme hacia Lawan, le indicó en silencio que habían encontrado a los traidores. — Esto es malo, Lawan... No sé si podremos hacerlo solos.

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Lleva mucho tiempo siguiendo una pista que apenas y es una pista. Es una pequeña pincelada de algo grande que podría -o no- estar sucediendo. Hobbamock no es una persona que suela seguir rumores sin fundamento. Aún recuerda las palabras que Bash dijo

—No te puedo asegurar que sea real. Pero yo creo que lo es. Considera esto un favor, no te cobraré.

Sacude la cabeza mientras camina, cobijado por la oscuridad, porque sabe que podría incluso ser una trampa. Bash nunca le ha mentido, pero nunca está demás tener precaución. Por eso tiene la varita mágica en la mano en todo momento.

Llega a un callejón en donde debe encontrarse con alguien que quizá sabe algo sobre la red de trafico que está investigando. Le molesta los traficantes de criaturas mágicas de una forma en que pocas personas pueden entender. 

La emboscada era una alternativa, siempre lo fue. Y sucedió. La oscuridad de callejón desaparece a causa de un rayo verde que viaja en su dirección.

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Lengua pársel con @ Cillian Haughton

 

Era tal y como sospechaba: el tráfico no solo contaba con la astucia de traficantes en las sombras, sino con la complicidad de empleados del Ministerio, personas que conocían bien las debilidades del sistema y las maneras de burlar la vigilancia mágica. Habían hallado una red bien estructurada, una red en la que solo la codicia era ley. Con cautela, Lawan observó al Haughton, sintiendo la mezcla de ira y desilusión que el joven trataba de contener, pero que su mirada no podía ocultar del todo. 

—No será fácil, tienes razón —admitió Lawan en voz baja, calculando los próximos pasos. La claridad y frialdad en su tono contrastaban con la tensión que se formaba alrededor de ellos. —Pero tenemos algo que ellos no pueden prever. Nos subestiman, y eso podría ser su error más grande. En ese sentido, la serpiente nos da una ventaja. Ella puede seguir explorando y revelarnos más de la estructura de la red, mientras nosotros nos acercamos al punto más débil del grupo. 

Lawan fijó sus ojos oscuros en Cillian, su expresión severa, pero con un toque de decisión. Era evidente que en sus largos años de vida había lidiado con conspiraciones de todo tipo, y aquella red no era más que una prueba más en un mar de desafíos que él estaba dispuesto a enfrentar, especialmente si con ello podía detener a quienes abusaban de criaturas indefensas.  

—Escucha, Cillian, vamos a tener que dividir nuestra fuerza. Necesitamos saber dónde están los líderes de este negocio, aquellos que mueven las piezas desde las sombras. Si logramos atraparlos o desorientarlos, sus lacayos se debilitarán. ¿Confías en que esa pequeña pueda guiarnos hacia ellos? 

El arcano miro a Cillian para obtener la aprobación al plan improvisado que acababa de verbalizar. Sabía que estaban en desventaja, pero Lawan tenía razón: tenían el factor sorpresa y una pequeña aliada que podía colarse en los rincones oscuros del almacén, allí donde ni la magia ni la vista humana podían alcanzar. 

—Ves guiando a la serpiente por el camino de la derecha, —añadió el vampiro mientras volvía su vara de cristal nuevamente a la forma de su varita mágica. —yo iré por la izquierda para cerrarles el paso... ¿De acuerdo?  

La atención de Lawan se vio dispersa durante unos segundos al escuchar un ruido proveniente del callejón que los había llevado hasta el almacén, aún estaba cerca y el callejón silencioso delataba al más mínimo ruido provocado. —¿Has escuchado eso? —los ojos rasgados del vietnamita se abrieron un poco más, expectante a la respuesta de Cillian sobre el ruido que había escuchado fuera del almacén, en el callejón. —Viene de fuera... —Lawan tenía un raro presentimiento, la ubicación en la que se encontraban eran presa fácil para sufrir una emboscada... Algo no iba bien en el callejón. 

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Adquiriendo la Habilidad de Hablante de Pársel
Con Lawan Nguyen Thanh

Cillian esperó pacientemente mientras la pequeña serpiente albina regresaba a él. Sentía la tensión y la rabia hervir en su interior tras oír la confirmación de lo que ambos temían: no solo había una red de traficantes bien organizada, sino que incluso algunos de sus supuestos compañeros del Ministerio colaboraban con ellos, explotando sus conocimientos sobre las brechas en la seguridad mágica. Con cuidado, mantuvo la calma, dejando que solo la serpiente percibiera el sutil temblor en sus manos. La pequeña reptil siseó suavemente, comunicándole los detalles en parsel.

<<Vi a hombres y mujeres... están cargando criaturas en jaulas. Muchas están heridas, y uno de los hombres es quien da las órdenes. Están esperando a que las vendan pronto> > explicó con una voz casi fría, sus ojos oscuros y diminutos parpadeando mientras describía los detalles.

Cillian asintió, sus pensamientos ya girando en torno a cómo proceder sin arriesgar la misión ni las vidas de las criaturas atrapadas. Lawan, observando el intercambio, parecía interpretar bien los silencios de Cillian, reconociendo la rabia y la desilusión que el joven no lograba ocultar del todo. Lawan le habló en voz baja, su tono firme pero carente de emoción, como si evaluara todas las posibilidades sin dejarse afectar por el desprecio que también sentía hacia los involucrados. La serpiente, con su naturaleza inquisitiva, podía moverse sin llamar la atención, y esa era su ventaja. Cillian asintió en silencio, escuchando el plan de Lawan con la mirada fija en el vampiro, intentando recoger cada detalle que el arcano le ofrecía.

<<¿Puedes llegar hasta donde están los líderes?>> preguntó en parsel a la serpiente.

<<Sí. Iré por los rincones oscuros, donde las sombras me cubren y los humanos no pueden ver>> respondió el animal, moviéndose con un sigilo natural que le permitía pasar desapercibida. Con un último asentimiento, Cillian dejó que la serpiente partiera por el camino indicado por Lawan, confiando en su capacidad para moverse sin ser detectada. Luego, se giró hacia Lawan, su expresión ahora tranquila pero decidida, y asintió a sus instrucciones.

—Yo me ocupo del flanco derecho —confirmó en un susurro—. Nos veremos al otro lado. Si escuchas algún ruido, sabrás que estoy cerca.

Lawan se preparó para tomar su propia posición, y fue entonces cuando ambos escucharon el sonido sutil pero inconfundible proveniente del callejón exterior. Cillian giró la cabeza rápidamente en dirección al ruido, su mirada se endureció —. Lo escuché, sí —murmuró en voz baja—. Parece que tenemos compañía no planeada.

Ambos se mantuvieron en silencio un momento, analizando la situación y midiendo sus opciones. Algo les decía que la emboscada no estaba descartada, y que debían andar con mayor cautela de lo que pensaban.

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Lengua pársel con @ Cillian Haughton

 

El vampiro cerró los ojos un instante, sintonizando sus sentidos con los movimientos sutiles alrededor del callejón. Con sus sentidos agudizados, distinguió el sonido irregular de pasos que intentaban, sin mucho éxito, mantenerse en silencio. Estaban rodeados de cazadores ocultos en las sombras, probablemente otros hombres del Ministerio que habían sido informados de la operación… o alertados por alguien dentro del mismo almacén. 

Lawan se volvió hacia Cillian, sus ojos profundos y oscuros transmitiendo una calma calculadora. Con un tono apenas audible, le dijo: 

—Parece que algunos de tus supuestos "compañeros" ya se han enterado de nuestra presencia. No son simples guardias; si han venido, saben exactamente a quién buscan. Y, por su proceder, deduzco que no pretenden resolver esto de forma pacífica. —en su voz había un toque de desprecio hacia aquellos que sacrificaban su honor y principios por ambición. Luego, su mirada adquirió un tono más decidido. —Cillian, si logramos dividirlos, tendremos ventaja. Usa los poderes que te ofrece la serpiente y mantente alerta: cualquier señal que captes, coméntala para que podamos actuar...  

Cillian asintió. Sabía que cada paso sería decisivo y que la única forma de superar aquello era evitar el contacto directo el mayor tiempo posible, confiando en el plan de Lawan. A su lado, el vampiro volvió a transformar su varita en una nueva vara de cristal esmeralda, que emitió un leve resplandor verdoso, suficiente para arrojar sombras inquietantes sobre las paredes del almacén y en los recovecos del callejón. Al menos que eso sirva de distracción.  

Lawan continuó con un murmullo:  

—Si logras llegar a esa puerta en la esquina trasera, puedes interceptar a los líderes cuando intenten escapar. A medida que avanzas, estaré protegiendo tu espalda y asegurándome de que nuestros "amigos" no nos sigan demasiado de cerca.  

Ambos avanzaron en silencio, cada uno cuidando de sus propios pasos mientras la pequeña serpiente albina seguía su camino en la penumbra del almacén. Lawan, que se movía con la destreza y precisión de un cazador experimentado, cada vez era más evidente que, aunque su naturaleza vampírica podía hacer que otros desconfiaran, su habilidad en situaciones como aquella convertía a Lawan en un aliado invaluable. 

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Adquiriendo la Habilidad de Hablante de Pársel
Con Lawan Nguyen Thanh

 

Cillian se inclinó hacia la serpiente, susurrándole mientras la observaba deslizarse hacia las sombras. <<Ve y encuentra algo... cualquier pista que nos lleve a ellos >> le indico en parsel, con la intención de que la criatura explorara con la máxima discreción. Pero al parecer ya era demasiado tarde para la discreción, desde la posición en la que estaban Cillian pudo notar los destellos de los detectores mágicos de intrusos reaccionando y apretó la mandíbula con frustración al saber que los traficantes estarían ya alertas y el factor sorpresa se había perdido.

—¡Maldita sea...! —murmuró para sí mismo.

Miró a Lawan cuando este se acercó, escuchando sus palabras con atención, aunque la tensión en sus propios ojos era evidente. Luego asintió con firmeza, decidido a seguir el plan.

— Seguro que algunos han logrado escapar ya, posiblemente los líderes hayan sido los primeros —comento Cillian ante las indicaciones del Arcano—, pero debemos confiar en nuestra pequeña amiga, estoy seguro de que ella encontrará la forma de guiarnos hasta el final de todo esto.

Eso si el problema no lo resolvía alguien más primero.

Acto seguido, comenzó a moverse en dirección a la puerta trasera, con pasos calculados y en completo silencio.

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Durante una fracción de segundo el destello verde lo deslumbra y desconcentra. Cómo auror ha pasado por situaciones similares en varias ocasiones. Ha enfrentado a la muerte en escenarios parecidos en donde debe reaccionar más rápido que un latido de su corazón. 

En la otra mano se materializa una daga de acero mágico forjado utilizando magis antigua. Coloca la daga delante de el, el rayo se siente atraído hacia la daga y golpea directamente en el acero.

Dee nuevo hay oscuridad, pero no por mucho tiempo. La daga vuelve a brilla y expulsar de su interior el hechizo que viaja hacia quién lo atacó y golpea directamente en su pecho. No fue esa la intención de Hobb, la daga reaccionó a su enojo y al sentimiento de haber sido traicionado. 

Corre en dirección del cadáver y junto a este hay otro cuerpo. Reconoce a ambos. Por una parte está Bash que parece haber sido torturado. Probablemente por eso le envió un elfo con la dirección luego de haberle dado la pista.

También reconoce al otro, el que lo atacó. Es Gideon Thorne, un auror que trabaja para él desde hace un par de años y que se unió al equipo de Autores del MACUSA que viven de incógnito en Reino Unido.

Hicieron mucho ruido. Demasiado. Coloca una rodilla en el suelo para poder estar a la altura de los dos cadáveres los agarra del hombro. Sabe a dónde debe volver, desaparece no sin antes colocar en un lugar con buena vista la esencia del Anillo de Presencia. Va a regresar.

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