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Publicado (editado)

FICHA DE PERSONAJE






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Datos Personales:


Nombre del Personaje: Mey Potter Black

Rango Social: Unicornios de Bronce

Sexo: Femenino

Edad: Adolescente (16 años)

Nacionalidad: Inglesa

Familia: --
Padre Sanguíneo: Kurisu*

Padre(s) Adoptivos: --

Trabajo: --


Poderes Mágicos:


Rango Social: Unicornio de Oro

Bando: Neutral

Rango dentro del Bando: --


Puntos de poder en objetos: 20

Hechizos adicionales:


Puntos de poder en criaturas: 10

Criaturas controlables en asaltos y duelos:


Habilidades Mágicas: --

Conocimientos Especiales:

  • Defensa Contra las Artes Oscuras
  • Artes Oscuras

Medallas:

  • Encantamientos,conocimiento eliminado: 4000 puntos.
  • Conocimiento de Maldiciones,conocimiento eliminado: 4000 puntos.

Total de puntos de Experiencia en Medallas:8000 puntos.

Perfil del Personaje:


Raza: Demonio

Aspecto Físico:

Mey es una chica de 1.65 de altura, extremadamente enjuta y de apariencia frágil. Pese a sus casi andróginas formas, sus curvas apenas pronunciadas reflejan una inusitada sensualidad. Su piel es luminosa y nívea, casi transparente, y su rostro, pese a la redondez característica, es delgado y se encuentra protagonizado por sus inmensos ojos azules, casi felinos, enmarcados por gruesas pestañas que a su vez se ven provistos casi siempre de un fuerte maquillaje negro; los mismo tienen una capacidad casi hipnótica, o eso dicen debido a la intensidad de la mirada de la muchacha.
Su nariz es pequeña, y al igual que sus mejillas, poseen algunas aisladas pecas, única fuente de color, puesto que sus labios, si bien voluptuosos, pasan desapercibidos debido a su claro color rosáceo.
Su cabellera es ligeramente ondeada, hasta la mitad de la espalda, castaño oscuro, pero suele tener intensos reflejos rojizos ante cualquier luz; lo suele dejar suelto siempre y cuando no se encuentre ocupada, cuando lo está lo ata en un descuidado rodete.
Su vestuarios comprende prendas casi siempre oscuras y sugestivas que incluyen faldas y vestidos muy femeninos, aunque casi siempre en variados estados de descuido. Usa sombreros de bruja de diferentes colores y anchas alas, y capas largas que la cubren por completo.


Cualidades Psicológicas:

Durante toda su vida Mey fue una niña graciosa, alegre y bromista; pero los últimos acontecimientos en su vida la convirtieron en una joven seria, de humor sarcástico, algo agresiva y taciturna. Para su grupo más íntimo de allegados continúa siendo la misma Mey amorosa y alegre de siempre. Es desinhibida, aunque no disfruta demasiado de la compañía de desconocidos.
Toma muy en serio sus obligaciones hasta un punto enfermizo, sobre todo su labor dentro de la Orden del Fénix. Tiene muy en claros sus objetivos, los cuales son luchar contra las fuerzas Oscuras en el intento de crear un mundo mejor para los suyos; por ello, no teme por su vida y da todo de sí para con aquella organización, hasta el punto de que esta eclipse toda su vida y transforme su personalidad.
Es intensa y pasional, y responde a todo lo que le sucede de esta manera, lo cual la mayor parte del tiempo le trae más de un problema.


Historia:




Le había parecido graciosa la situación. La negativa de su interlocutor de permitirle beber whiskey de fuego, fuera de irritarla, logró sonsacarle una musical y gélida risita que desconcertó al hombre. Sin lugar a dudas, aquel sonido no podía pertenecer a aquella especie de frágil muñequita, misma que lo observaba sosegadamente desde su cómoda ubicación en medio de un lustroso diván de cuero negro, que rápidamente se adaptó a su comodidad. Por su parte, ella no tardó en chasquear sus dedos, tras lo cual apareció un gran vaso de la ambarina bebida en su mano derecha, que no degustó.

Como te decía, mi nombre es Mey — retomó la conversación antes interrumpida — Mey Jane, aunque no recuerdo que alguien me haya llamado de aquella manera alguna vez — dudó —. Y nací en el seno de la Familia Potter Black hace casi 17 años, pero supongo que todo esto ya lo sabes ¿verdad?

Su imperturbable sonrisita, lejos de calmarlo, lo hacía sentir por lejos incómodo. Aquella candidez desbordante de seguridad, no podía ser otra cosa que la falsedad en su mejor disfraz. Aún no entendía como la muchacha había cedido con tanta facilidad a concederle aquella entrevista, tal vez solo necesitara hablar ¿verdad? Todos lo necesitamos a veces… Pero había algo en Mey Potter Black que lo hacía mantenerse alerta.

Si no te calmas me quitarás las ganas de darte la entrevista — lo amenazó, y nuevamente, aquella extraña risita revoloteando por aquel oscuro salón — Eres raro… En fin, te decía que tengo 16, no los parezco ¿verdad?

Observándola con cierto disimulo, le dio de inmediato toda la razón. Las formas casi andróginas de la muchacha formaban la efigie de una niña de 13 o 14 años cuanto mucho. De contextura pequeña, sus curvas apenas se insinuaban debajo de aquel vestido de satén negro que tanto contrastaba con su nívea piel. Pero su mirada lo decía todo, aquellos enormes zafiros, que parecían tener el poder de retener la mirada del otro hasta un punto hipnótico; aquella boca pequeña, de labios rojísimos y expresión irónica… Hasta su exagerada palidez, la mera transparencia de su piel tornaba su entera presencia en quimérica.

Y he allí otro misterio sobre la Potter Black que lo turbó, porque si bien el tiempo parecía haberse detenido para ella, reteniéndola en las formas de una iniciante pubertad, la sensualidad que desplegaba su mera presencia no era la de ninguna niña. A decir verdad, ni mujeres adultas habían podido despertar aquella incómoda sensación. A sus ojos, aquello era casi pecaminoso, una niña…

Tu mente trabaja lentamente — se burló ella cruzándose de piernas con impaciencia, tras lo cual, las subió al asiento y terminó por reclinar su cuerpo entero, pero sin dejar de observarlo detenidamente —, no soy legerimántica y puedo descubrir lo que piensas con total facilidad, deberías tener cuidado con eso — resopló con impaciencia —. Si… también te contaba que pertenezco a la Familia Potter Black, por lazo sanguíneo, tercera generación, hija de Kurisu Potter Black, hijo de Antara Black.

Por fin había pronunciado aquel nombre, y el rostro de Sean se iluminó hasta un punto absurdo, quería saber más sobre Antara Black, y aquella extraña chiquilla procedía de la médula familiar; sin lugar a dudas, aquello valdría la pena. Aquello último no le agradó a Mey, le costó disimularlo, pero al final pudo lograrlo.

Nunca conocí a mi madre, fui criada enteramente por mis tías: Sagitas, Marbetz y Shane, siempre bajo la supervisión de mi abuela. Hoy el cuerpo de mi tía Shane descansa en las profundidades de los jardines de la Mansión, casi en los lindes del bosque de Ottery, un lugar que no puedo pisar por motivos que luego desarrollaré.

— Lo siento ¿falleció muy joven?


No, Shane no está muerta, solo duerme eternamente… —rezongó como si fuera lo más obvio del mundo — Me hubiese gustado saber porqué de aquella decisión, la extraño, pero no tanto como mi tía Marbetz, que optó por el exilio.

Tampoco le había agradado la última pregunta, Mey había establecido tajantemente que le contaría todo cuanto su vida, pero no quería ser interrumpida, no quería preguntas…

Sagitas fue, tal vez en su momento, la más cercana a mí. Aunque en realidad, Sagitas siempre fue la más cercana a todos, alegre y trabajadora como nadie, no he podido conocer a otra persona como ella en ese sentido, la payasa de cabello violeta — sonrió, o ello le pareció por una décima de segundo —. La amo como a pocos, fue casi una madre. Casi…

La aparición de Mithdraug en su vida no solo le dejó a mi primito Ithilion, sino que impulsó en mi tía un cambio tan radical en su persona, como sutil. Supongo que soy de las pocas personas que lo notó, lamentablemente. Ahora, el distanciamiento con todas ellas, las Potter Black´s, es tan grande como irremediable. Crecer… ¿verdad?

Pero supongo que es de Antara de quien más te interesa saber ¿eh? No te diré nada que no tenga deseos de decir, así que no te molestes
— aclaró frunciendo su ceño de delgadas cejas por primera vez en aquella extraña velada —. Amo a mi abuela. Desde que tengo memoria aquellas esmeraldas de su intensa mirada me han perseguido por doquier. Muchos dicen que tenemos los mismos ojos, jeje, ni siquiera en el color coinciden…

Rió, y esta vez el pelirrojo aceptó que se trataba de una verdadera risa. Pero la misma no duró mucho, el fugaz recuerdo de juegos de infancia con su "belita" apenas duró lo suficiente para recordar las comparaciones con aquellos animales.

Aunque no me gusta la palabra "perseguir", cuidar sería la más apropiada. Umh… Ahora que cuento estas cosas en voz alta me doy cuenta de que era ella, la muy arpía, la que advertía a Sagitas de mis andanzas… ¿Sobreprotectora? ¡Seguro! Todas lo han sido siempre, las muy malditas… Pero ni todos sus superpoderes Fenixianos pudieron evitar que hiciera lo que se me plazca.

Se jactó, sin notar que había dicho la palabra mágica: "Fenixianos". Con que era verdad de la relación de aquella antigua familia con aquella organización que…


Hablaremos de la Orden del Fénix en su momento, olvídate de aquello último por ahora — le advirtió severamente —. Ella vive con los Dioses — declaró finalmente, tras un incómodo silencio, sin hacer el menor caso al profundo impacto que había producido sus palabras sobre el sujeto —. Una especie de Olimpo, "El Jardín de los Dioses", y no te quedes mirándome con esa cara de bobo, que me desconcentras ¿O acaso no sabías que entre los magos no solo hay hombres lobos y vampiros? Son pocos… pero los semi Dioses y los demonios puros existen. Y claro que no hablo de aquellas toscas versiones antropomórficas de posesiones demoníacas sobre cuerpos de magos, hablo de verdaderos Dioses y Demonios, y aquel rumor sobre Antara Black es cierto, es una semi Diosa, por ello siempre hablo de ella en presente.

Pero…

No lo sé, no sé nada sobre su historia, solo que vive en aquel mundo… Hay veces en que quisiera acompañarla, cuando me siento triste, sola ¿sabes? Últimamente me sucede seguido.

Un nuevo silencio se apoderó de la muchacha. Igual de incómodo que el anterior, y el periodista no pudo más que notar que la oscuridad de la habitación se debía a la oscura madera que revestía el interior del cuarto, que sumado al negro mármol del suelo, no invitaba a cerrar las rojizas cortinas de terciopelo que ella se había tomado el trabajo de mover apenas habían ingresado al lugar.

Pero ella jamás me lo permitiría, acompañarla, me refiero. Cuando lo de la suerte de demonio Mithdraug sucedió, Sagitas se lo pidió, lo sé, pero ella no podía ingresar a ese mundo, su sangre y alma… Es como si no tuviera acceso o algo así.

— ¿Tú si podrías?

— Es complicado…
— su rostro perdió nuevamente algo de color — Y no estoy aquí para meditar en voz alta y ante un desconocido sobre esto. Solo sé que tenía apenas siete días de vida cuando llegué en brazos de Antara a la Mansión Potter Black. Según he oído, mi abuela había llegado en muy malas condiciones físicas, como si hubiera librado alguna ardua batalla, pero no me extraña, siendo Líder de la Orden del Fénix en aquel momento siempre tenemos batallas que… ¡Ya te dije que luego hablaremos de la Orden! — exclamó de improviso al notar que este iba a formular otra pregunta — ¡Merlín! Que hombre…

Kiku estaba allí en ese entonces, era muy pequeña (Kiku es mi elfina), pero fueron a sus brazos a los que pasé inmediatamente, luego de que Antara, junto a Shane, Marbetz, Sagitas, Adriano y mi padre se retirasen al estudio. Fue Kurisu el primero en salir de allí, no me extraña — se encogió de hombros —, el siempre se va primero, pero me dejó eso antes de irse.

Hasta aquel momento, él no había reparado de la presencia de la extraña campana de cristal que pendía en el aire en un rincón de la habitación. Cuando Mey la acercó hacia ella, con tan solo un suave movimiento de aquella varita mágica, que parecía proceder de la misma madera de la que se encontraba elaborada la habitación, notó que no era de cristal de lo que estaba hecho la campana justamente, si no de una fina capa de aire que acogía una frágil y gris orquídea, insólitamente grande, casi como un puño adulto.

Está muriendo — afirmó seriamente —. Siempre había creído que era eterna… No, no sé lo que significa.

O tal vez no me lo quieras contar…



"Cuando el amor llegue a ti, ya no necesitarás aquella flor. Tu flor Mey, ella es parte de ti, pero tú no eres ella, no lo olvides"


Las palabras de Antara Black resonaron en su cabeza casi tan crípticas como la primera vez que las había pronunciado, tres años atrás, cuando hubo conocido a Alexander Malfoy. Aquel día había visto a escondidas al chico, pero como siempre, no había escondite que escapara del conocimiento de la Matriarca, quien la acogió entre sus brazos y le brindó por fin, parte de la razón de aquella flor que todos llamaban "La Orquídea Eterna". También le había dicho algo como que solo ella podía destruirla, ella o el tiempo y… Otras cosas que ya no recordaba…



Tal vez… — suspiró finalmente, con su rostro ensombrecido en recuerdos — O tal vez no sea nada, solo una vieja flor cuya capacidad mágica se está agotando. Todos los Potter Black´s estamos locos, ya lo habrás oído. A veces me enojo con todos, con toda aquella familia de fantasmas… No con Kurisu, él no me quiere, fui tan solo un descuido suyo, ya no tiene real importancia. ¿Pero y mi madre? No es justo que no me digan nada sobre ella, porque está viva, lo sé, Antara jamás me lo pudo negar, pero tampoco darme una razón por la que me alejó de ella — tragó saliva —. Ahora es tarde. Antara no regresará, y aquel secreto murió con ella.

La última palabra había sido casi una sentencia. La verdad era que aquel periodista jamás sabría si la Potter Black ante él desentrañaría o no aquel secreto algún día, y pese a la poca sensibilidad que lo caracterizaba, el dolor de la muchacha era obvio hasta para él. Mey no se molestó en ocultarlo, pero tampoco lo lució con obviedad. Levantándose del diván, cruzó la habitación hasta ubicarse junto al enorme ventanal y descorrió las cortinas, permitiendo que el amanecer iluminara poco a poco la oscura estancia.

Cerró los ojos en forma calmada, inspirando con profundidad, como intentado calmarse, antes de proseguir. Su interlocutor no formuló palabra durante el transcurso de aquella especie de rito, temeroso de interrumpirla, o tal vez demasiado embelesado en su apreciación; de una u otra forma, eran causas justificadas.

Murió hace pocos días —explicó con voz ronca, aún con los ojos herméticamente cerrados —. Y NO, no volverá.

Tajante, no regresó al sofá, si no que se ubicó encima de una alta mesita en la esquina contraria a donde se encontraba el hombre. Solo en aquel momento él deparó en el verdadero aspecto que esta ofrecía. Porque no era su cristalina e irónica risita la que despertaba aquella sensualidad innata; tampoco se trataba de aquellos profundos ojos azules enmarcados en oscuro maquillaje, ni su sugestiva indumentaria, que recientemente había descubierto, era de luto. En aquel momento, lo atrayente en aquella jovencita residía en su frágil aspecto, en aquella sensación de eterna fatiga que él solo había notado en personas muchos mayores; una madurez repentina que Mey encarnaba en cada suspiro.

A diferencia de otros hogares mágicos, la Mansión Potter Black no albergaba tantos infantes. Solo tenía dos primos que me acompañaban en mis travesuras — recordó, retomando una nueva narración —. Llnk, hijo de Shane, cuatro años mayor que yo; y Alphonse, hijo adoptivo de Sagitas, de mi misma edad. Llnk ingresó antes que Alphonse y yo a Hogwarts, por lo que no tardamos en llorarle a nuestra abuela para que nos permitiese a asistir con anticipación. Siempre definieron como una niña precoz, pero eso no quería decir que me fuera bien… Detestaba las reglas, y las sigo odiando, aunque ahora soy consciente de la necesidad de estas.

En aquellos tiempos no estudiaba mucho, me gustaba los duelos y en Hogwarts estos no se encontraban permitidos, pero para eso ya tenía a mis dos primos como conejillos de Indias. Por aquel entonces, la sociedad mágica se encontraba sumida en un nuevo caos, los mortífagos arrasaban Mansiones y Negocios cada día, y la guerra no parecía tener tregua, por lo que mi estadía en Colegio de Magia también solo se veía interrumpida por las vacaciones de verano.

Hasta mi décimo primer cumpleaños nunca había visto un mortífago. Sí, mi abuela nos había cuidado muy bien, pero no era omnipresente. La Orden del Fénix siempre había sido parte de mí inconscientemente. Era mi destino, mi entrada a la misma algo tan natural como casarme o tener hijos. Mi abuela era la Líder, mis ante pasado lo habían sido, mis tíos luchaban por ella desde que tenía uso de razón. Ahora, después de tanto tiempo, debo admitir que el tan solo hecho de poseer una varita en mi mano, de pequeña, me hacía cree que formaba parte del grupo.

Fue en aquel verano cuando lo descubrí todo. Los mortífagos habían interrumpido en mi hogar en mitad de una calurosa noche en que Llnk, Alphonse, Luna (otra prima) y yo nos batíamos a duelos de aguamenti. Nos mandaron a esconder de inmediato, pero Alphose ya se sentía preparado para luchar, y en consecuencia… Fui detrás de él. El resultado de aquel asalto no lo recuerdo, solo sé que nos ignoraron por completo, y que de los cuatro solo yo salí herida, culpa de unos vidrios rotos; herida que no quería que curasen, debía ufanarme de ella el mayor tiempo posible.


Nunca había visto a mi abuela tan enojada y orgullosa como aquella vez. Nos prohibió terminantemente volver a hacerlo, y por supuesto, jamás le hicimos caso. A partir de aquel día, y siempre que estuviera a mi alcance, me metía en cuanto enfrentamiento me enteraba. Cada vez salía peor parada, y cada vez aprendía más. Hasta llegó el día en que pedí mi ingreso a la Orden, que por supuesto, me fue negado. Tenía trece años y debía ingresar a la Academia de Magia y hechicería, que de por sí no quería cursar, Hogwarts había terminado con mi precaria paciencia, pero claro, aquella fue la condición de Antara Black, y la tenía que cumplir.

No me enorgullezco en admitir que fui un verdadero desastre como alumna. Creo que jamás estudié, fumaba, bebía, perseguía chicos y me escapaba cada noche en busca de alguna aventura la cual protagonizar, o algún asalto en el cual meter mis narices. Todo esto llegaba a oído de mis preocupados familiares fácilmente, con la misma facilidad era castigada, y en consecuencia faltaba a mis castigos. A nadie le extrañaba verme herida en San Mungo, o con un corte en mi brazo en mis clases de la Academia, era un verdadero desastre y era feliz de serlo

Por aquel entonces tendría catorce años, físicamente era tal cual me vez ahora, y emocionalmente era una niña alegre, chillona, sociópata e hiperactiva. Los chicos me perseguían, y yo a ellos, pero ninguno me interesaba en verdad, hasta que lo conocí a él, Alexander Malfoy. Un par de años mayor que ella, en verdad atractivo y de un carácter indomable, logró conquistar a la princesita de la Familia Potter Black con insólita facilidad, o tal vez, había sido esta última que la había obrado el milagro.


Sea como fuera, el chico pertenecía a la Familia Malfoy, una antigua extirpe de magos tan antigua como la Potter Black, y que sin embargo, debido a diferencias entre los patriarcas, nunca había formado parte de nuestro grupo de amistades. Pero claro, Mey Potter Black no podía fijar su caprichosa atención en un miembro de la Familia Dumbledore, o de la Weasley, tenía que ser un Malfoy — sonrió con ironía —. Y me enamoré, ¡sí que lo hice! Jamás había sentido algo así por nadie, pero claro, era joven, una infante casi, entregaba mi corazón con suma rapidez.

La cuestión es que no duró demasiado, mi inocencia en seguida aburrió a Alex, aunque también la presión de su familia pudo tener que ver. Mi familia… Mis primos lo odiaban, Llnk llegó a batirse a duelo con el pobre; y mi abuela no lo aprobaba, pero las puertas de la Mansión Potter Black siempre se encontrarían abiertas para todo aquel que quisiera adentrarse, formaba parte de las reglas de Antara. De un día para otro me comunicó que no quería saber nada conmigo, algo que no acepté, claro está. Los días transcurrieron dolorosamente hasta que me decidí por visitarlo.


Mey no continuó con su narración, por alguna razón callaba. Habían pasado varias horas desde que se encontrase con la desconocida muchacha en un bar local del Callejón Diagon, tanto él como ella se encontraban demasiado cansados, tal vez ella mucho más que él; pero el cansancio de la Potter Black era otro, uno mucho más profundo, que ni todo un año de sueño podría subsanar ya.

Lo que sucedió a continuación… Debes comprender que fue demasiado vertiginoso para que pueda darte detalles, y sin ellos, realmente lo que sucedió carece de valor alguno. Digamos que sí pude ingresar a la Mansión Malfoy, amenacé al viejo y cascarrabias elfo de la familia, y aún así Alexander no apareció hasta que irrumpí como una posesa la tranquilidad del lugar. Solo sirvió para que este, su nueva novia y familia me humillasen.

No recuerdo haber salido de allí, sé que Sally Sigel se apareció en el lugar y me rescató de lo que seguramente hubiese sido mi prematuro fin. Desperté dos días después en mi habitación, y por primera vez en mi vida deseé morir, y tal vez lo hubiese hecho de no disponer a mí alrededor de una poderosa familia, cuyo poder mágico me ataba a una vida que no deseaba continuar. Yo sí puedo decir que agonicé de amor.

Semanas, meses transcurrieron hasta que volví a levantarme. Era un fantasma de lo había sido. Mucho más delgada de lo normal (imagínate), con mi cabello larguísimo y desvaído, y una completa ausencia de color en mi tez… Pero me encontraba viva, viva aunque el simple hecho de sonreír fuera casi tan doloroso como el filo de un cuchillo. Al final pude regresar a la Academia de Magia y Hechicería, lugar en el cual tanto Alexander como su novia eran mis compañeros de curso.

En ese entonces conocí a quien sería mi mejor amiga en el mundo: Hedwing Weasley, una atractiva pelirroja que en un principio constituyó el blanco mi obsesión por encontrarle novia a mi primo Alphose, pero que rápidamente se convirtió en lo mejor que me sucedió en mucho tiempo. Con ella lo he compartido todo, y lo seguiré haciendo… Es mi apoyo y mi conciencia.


Creo que yo la inicié en la militancia fenixiana, si es que se puede emplear ese término… Antes creía que pertenecer a la Orden era los más top del mundo, hoy temo por ella, temo por las personas que amo y que luchan a mi lado. Supongo que es parte de la madurez. Soy consciente del valor de mi propia vida, pero también soy consciente de que mi vida no vale nada si no tengo a alguien por el cual luchar.

Al final pude graduarme, mi amora – Hedwing – me ayudó con su apoyo incondicional, y pudimos salir juntas de la Academia de Magia y Hechicería. También se graduó en nuestra generación Goderic Slithering, el tío de mi amiga, su capricho, y actualmente su gran amor y padre de mi futura ahijada
— suspiró —. Juntos ingresamos a la Orden del Fénix, y desde entonces hacemos… Lo que ya sabes.

Encogiéndose de hombros, aspiró con tranquilidad el cigarrillo que hizo aparecer en ese instante, para luego alejarlo de entre sus labios y volver a hablar:

Al poco tiempo de ingresar a la Orden, obtuve el trabajo de Jefa de Casa en la Academia de Magia y Hechicería… ¿Me imaginas? Yo que juré no volver a pisar aquellos terrenos, nuevamente allí, intentando organizar a un inmenso grupo de alumnos… Llevaba tan solo un mes de graduada cuando entonces, pero mi primo Niko confió en mí. Él y mi prima Sara, creo que son los únicos Potter Black´s con los que mantengo un estrecho contacto. Ambos son mayores que yo y no llegué a criarme con ellos, pero me siguen cuidando como si aún fuera la princesita consentida de la familia…

Creí enamorarme varias veces dentro de la Orden, pero es fácil sentir una intensa atracción por los grandes guerreros que te rodean en aquel lugar. Para mi sorpresa, y las personas que me conocían, quien finalmente pudo hacerse con mi destrozado corazón no fue un héroe de los duelos, ni el carisma personificado. Russell Rider. Aburrido como él solo, jamás lo encontrarías en el campo de batalla, pero sí en las oficinas organizativas del cuartel de la Orden. Pero cometí un error con él, cegada en mi capricho, lo presioné…

Me quería, pero no de la manera que yo necesitaba, y en esa mentira solo acrecentaba el daño que me hacía. Duramos un buen tiempo, demasiado. Russell jamás demostró verdadero interés en mi persona, yo… Soy una persona en verdad intensa, o por lo menos lo era; y él, solo quería codearse con personas que satisficieran sus ambiciones. Yo no tengo ambiciones, soy auror del Ministerio de Magia, profesora de la Academia – sí, luego de un tiempo me ubicaron en aquel trabajo –, y sobre todas las cosas, fenixianas. No me importa qué puesta pueda tener o dejar de tener dentro del Ministerio de Magia, tengo mi varita mágica, mi orgullo y un deber por cumplir. Era poco para él, sin lugar a dudas.

Pero el tiempo transcurría, y lo irremediable fue que Russell terminara por pedirme matrimonio. Pero no me amaba, jamás lo hizo ni lo haría; y solo lo pude ver hasta que se arrodilló frente a mí y a todos nuestros amigos pronunciando las palabras más maravillosas del mundo con una desgarradora frialdad. Todo terminó allí, mi corazón se rompió una vez más, pero la vida continuó su curso.


Mey apagó el cigarrillo sobre la pulcra superficie de mármol donde se encontraba ubicada, bajó de un saltito de la mesita y volvió hasta el periodista su azul y profunda mirada. La entrevista había terminado, era hora de marcharse.

¿Eso es todo?

¿Esperabas algo más? — respondió la Potter Black alzando intimidantemente una delgada ceja.

No, pues yo… — impotente, señaló el aparato mágico que había utilizado durante todo aquel tiempo para grabar la entrevista.

¡Cierto! — sonrió con indescriptible dulzura, embelesando al sujeto — ¡Kiorke!

El pelirrojo desplegó un gracioso gritito de terror cuando la varita mágica de la hechicera se convirtió en un látigo azul neón que se enroscó rápidamente el gramófono mágico, atrayéndolo hacia sí, para luego hacerlo añicos delante de sus impotentes ojos.

¿Acaso esperabas que te permitiera informar a la Comunidad Mágica de mi historia?

Pero entonces para qué…

Tenía deseos de hablar, todo lo necesitamos a veces.



The End...
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Pertenencias:


Objeto Magico Legendario: --


Objetos Magicos:

Varita Mágica: Delgada, 28 cm. Madera de Negue africano con núcleo de pelo de Nundu.
Clasificación: AA
Puntos de poder: 20


Mascotas y Criaturas:
Lechuza: Lechuza de mediana edad llamada "Pirkey", color fuxia.
Clasificación: X y no mágicas
Puntos de poder: 10


Criaturas en la Reserva:--


Elfos:

Kiku: Elfina Doméstica joven. Pertenece a la Familia Potter Black, aunque vive allí donde su dueña decide vivir.



Licencias, Tasas, Registros:


Licencia de Aparición: Si

Licencia de Vuelo de Escoba: --

Registro de XXX: --


Otros Datos:


Otros datos:

  • Orquídea Eterna: Flor real que representa a su corazón, cuya vida se basa en la propia de Mey.
  • Odia volar, teme a las alturas.
  • Fuma como un escuerzo y bebe más que un personaje de novela rusa(?)
  • Le gusta los duelos, así que aprovecha cualquier ocasión para desencadenar alguno *-*
  • Es Exterminadora de Sombras dentro de su Clan en la Orden del Fénix, la Orden Oscura.
  • Su Patronus siempre fueron un Centenar de Colibríes, pero luego su su ruptura con Russell Rider (prometido) mutó a un enorme Nundu que atemoriza a todos.
  • Fue la co-fundadora de la Casa de Los Dragones de Lancashire dentro de la Academiade Magia y Hechicería, y profesora de rol en el pasado. Odia la Academia XD

Cronología de cargos:

Premios y reconocimientos:

Links de Interés Referentes al Personaje:


Link al Perfil de Comprador MM: --
Link a Bóveda Personal: Bóveda
Link a Bóveda Trastera: --
Link a Bóveda de Negocio: --
Link a Bóveda Familiar 1: ---
Link a Bóveda Familiar 2: --

Editado por Valkyria Karkarov B.L
  • 5 meses más tarde...
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Publicado

Weeeenaaaas... creo que es hora de actualizar mi ficha, no?

 

jeje, acá va!

 

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Nombre del Personaje: Mey Potter Black

 

Rango Social: Unicornios de Bronce

 

Sexo: Femenino

 

Edad: Adolescente (16 años)

 

Nacionalidad: Inglesa

 

Padre(s) Sanguíneo: El Doctor

 

Familia Sanguínea: Potter Black

 

Patriarca/Matriaca: No

 

Padre(s) Adoptivos: No

 

Familia Adoptiva: No

 

Raza: Demonio

 

Trabajo: No

 

Bando: Orden del Fénix

 

Rango dentro del Bando: Legionario

 

Habilidades Mágicas: -

 

Conocimientos Especiales:

• Artes Oscuras

• Defensa Contra las Artes

 

Objeto Mágico Legendario: -

Objetos Mágicos: Varita Mágica de negué africano, Nefertiti. Orquídea eterna*

 

Licencia de Aparicion: -

Licencia de Vuelo de Escoba: -

 

Mascotas: Lechuza violeta llamada Pierkey y un dragón dorado ilegaloso (que se encuentra muy bien custodiado en una Mansión no MM) llamado Eduardo.

 

Aspecto Físico:

Es una adolescente de 1.65 de altura, bastante enjuta. Tiene un grácil rostro, a veces aniñado, a veces sensual. La delicadeza de su piel, extremadamente blanca, le otorga cierta sensación fragilidad ante las personas. Tiene enormes ojos azules de una profundidad hipnótica enmarcados por espesas pestañas y decorados por unos voluptuosos labios rojo sangre.

Su cabello es de un negro azabache brillante, largo hasta la cadera, ondeado, como si tuviera vida propia y casi siempre lo deja suelto.

 

 

Cualidades Psicológicas:

Mey puede ser tan graciosa, alegre y bromista, como seria y taciturna.

Su educación fue guiada hacia el bien sobre todas las cosas, sin embargo hay algo en la chica que no termina de definirse… La dualidad en su alma.

Es una chica muy pasional, que siempre se deja llevar por sus emociones, algo que le trae problemas todo el tiempo.

Aunque tiene dudas sobre su futuro en el mundo mágico, a la hora de luchar, su bando está más que definido.

 

Historia de Personaje:

 

Nacida en el seno de una de las familias más influyentes de la sociedad Mágica inglesa, la Potter Black, Mey fue educada bajos los principios de la Orden del Fénix.

 

Hija de El Doctor y de madre desconocida (por lo menos para ella), su padre la dejó en manos de su tía Sagitas y su abuela Antara Black desde un primer momento. Aún creciendo bajo las sombras del vacío que despertaba en ella el desamor y el olvido paterno, pasó toda su infancia amando con locura la imagen casi idílica que se había creado de su padre. Y así pasó su infancia, como la “huerfanita” de la familia, la Princesita consentida de su “awela” , la sediciosa , traviesa y escandalosa niña de su “tita Sagis”, iluminando a su familia con su alegría y cándidez.

 

Desde su más tierna infancia, la niña ansió convertirse en una gran ordeniana y así ayudar a defender los ideales y valores que su familia que su familia le había transmitido. Por eso, en cuanto tuvo la oportunidad de luchar contra las fuerzas del mal, que siempre irrumpían en su hogar, lo hizo. El primer recuerdo que la Potter

Black tiene empuñando una varita mágica se remonta a sus once años, cuando su necio primo Alphonse (apenas un año menor que ella), se escapó de la protección de Harpo, el Elfo doméstico de la familia, por ir a husmear qué sucedía en la Mansión, donde una redada protagonizada por los miembros del bando contrario se estaba llevando a cabo. Allí comenzó todo para ella, en defensa de su primo, tuvo que iniciarse al cruel destino de los que luchan para detener el avance de las fuerzas del mal.

 

Con el tiempo, el gusto por los duelos y las luchas se fue consumiendo para la chica. La sangre, el sufrimiento ajeno, la muerte, la tortura… Mey odiaba todo ello, pero de inconscientemente, su mera esencia jamás le permitiría quedarse de brazos cruzados ni mirar hacia otro lado mientras las personas que ella amase corriesen peligro. Y así selló su destino, por mucho que lo odiase, desde su temprana juventud se juró a si misma jamás rendirse, jamás bajar su varita hasta que las fuerzas del mal estuviesen completamente erradicadas y así, la paz se estableciese para ella y su gente.

 

Aún con todo su afán de ingresar a la Orden del Fénix, su awela, también líder de la Orden, le estableció desde un principio que recién lo haría una vez terminase su educación mágica. Y así fue, como a regañadientes, la joven pasó de Hogwarts, en su niñez, hasta la Academia de Magia y Hechicería, donde se graduó a los dieciséis años.

 

El verano previo a ingresar a la Academia de Magia y Hechicería, a sus catorce años, Mey conoció a un guapo mago, un par de años mayor que ella, vecino suyo: Alexander Malfoy, perteneciente a la misma familia, importante en la sociedad mágica, pero también sospechada de apoyar el empleo de magia oscura. Pero poco le importaba todo aquello a la chica, que con prisa e imprudencia entregó su corazón al muchacho. La relación no duró mucho, fue intensa, claro que si, ambos enfrentaron los prejuicios que desencadenaba el que dos miembros de familias que se consideraban enemigas tuvieran un amorío. Mey, nublada por el amor que profesaba hacia el chico, él, seguramente enceguecido por su pasión. Pero la inestabilidad de Alexander, probablemente sumado a la presión de su entorno lo hizo fijarse en otra persona, cambiando así a Mey. En un primer momento intentó con desesperación encontrar una explicación a todo ello, y así fue como neciamente fue capaz de enfrentársele en su propia Mansión, protagonizando así múltiples humillaciones por parte de él y de su nueva novia, además de hacer peligrar su vida, no solo debido a la belicosa actitud del muchacho (que llegó a atacarla) y su nueva pareja, sino también por parte de toda la familia Malfoy, que se habrían sentido encantados de hacerse con la pequeña Potter Black

 

Pero aquella noche, algo despertó en la adolescente, en el mismo instante en que su corazón se quebró del dolor, un aura oscura comenzó a surgir de ella, las lágrimas en sus ojos dieron lugar a un vaho de oscuridad que cubrió de lleno el azul intenso de su mirada, por el negro vacío de una maldad jamás antes vista. Para su suerte, la amiga de su familia, Sally Sigel, supo del peligro que corría la joven Potter Black y fue en su ayuda. Mey despertó a la mañana siguiente, sin ningún recuerdo del cambio que se había efectuado en su interior, Mey jamás supo que aquella noche su alma se había quebrado para siempre…

 

Pero sí recordaba todo lo acontecido con Alexander. Semanas que parecieron eternas pasó la joven encerrada en su habitación. Muchos creyeron que la princesita de la familia no sobreviviría, que moriría de amor. La chica fue durante mucho tiempo la sombra de lo que una vez había sido. La alegría y luz que expandía a todo y todos se había extinguido. Solo lloraba y gritaba, como una posesa, sin sentido de nada ni de nadie, para ella el mundo había terminado. En esos momentos, la orquídea permanecía sobre una repisa, en una campana de cristal, no bella y radiante, como lo había sido los casi quince años de vida de Mey, si no marchita, casi extinta. Pero un día, el llanto de Mey paró, no así el dolor, pero pudo levantarse de su cama y recorrer la mansión, era un casi un fantasma, eso sí. Su figurita parecía aún más pequeña debido a los kilos que esta había adelgazado, su cabello se encontraba larguísimo y desvaído y su tez casi transparente, pero estaba viva. Nadie dijo nada la primera vez que la muchacha bajó a desayunar, solo tomó una manzana y salió a los jardines traseros, donde no pudo dar más de dos bocados antes de desfallecer de la impresión. A partir de ese día se cortaron todos los rosales de la Mansión, ni una rosa podía ser vista por la chica sin que la melancolía que casi había acabado con su vida volviese.

 

Pero el tiempo pasó, Mey pudo regresar a la Academia y terminar sus estudios. Los rosales también volvieron a crecer, y un día, sin que la muchacha lo notase siquiera, su orquídea también había revivido.

Pero la bruja no era la misma, aún con su contagiosa jovialidad, algo se arremolinaba en su interior… En los momentos en que sentía más odio, irritación o impotencia, aquella parte de su quebrada alma tomaba parte de la acción, con una Mey semiconsciente de todo ello, pero que perdía la conciencia de inmediato.

Fue en ese entonces en que la chica conoció la verdadera personalidad de su amado padre, en una de las tantos enfrentamientos en los que defendió su hogar, esta vio con sus propios ojos como su padre ayudaba a los mismísimos mortífagos, yendo así, en contra de los suyos propios. Así la muchacha terminó con una de sus últimas fantasías infantiles, y desde entonces, hasta la fecha, no ha vuelto a hablar con El Doctor, pero se juró a sí misma acabar con el creador de sus días si lo volviese a ver en una situación similar.

 

A partir de ese momento, su afán por conocer la verdadera identidad de su madre creció más y más, alimentado por las dudas sobre su propio ser. Pero tanto su awela como el resto de la familia parecen reacios a otorgarle información sobre la misma, aún así y hasta la fecha, Mey continúa investigando sobre este hecho.

 

En la Orden del fénix, su trabajo es simple, no muy diferente a lo que hizo tanto tiempo como neutral. Tiene con ella a su mejor amiga, Hedwing Weasley, también compañera de generación en la Academia. Pero hasta el momento no ha vuelto a encontrar a ese “alguien especial”. Siendo una chica tan atractiva y carismática, siempre despertó rumores en torno a su vida amorosa, pero la verdad es que jamás salió con nadie además de Alexander. Alguna vez sintió cierta atracción por el antiguo Líder Godric, pero era solo gratitud y admiración.

 

En los últimos tiempos solo un mago pudo despertar en ella cierto sentimiento, pero pese a sus esfuerzos, aquel parece reacio darse cuenta, respondiendo con frialdad a todo cuanto Mey hace, demasiado obsesionado con su trabajo, por momentos genera cierta desazón en la niña, quien no entiende la razón de su atracción hacia su hosco compañero de bando, tan diferente a ella…

 

Aún con la trágica experiencia de su primer noviazgo a cuestas, la adolescente no descree del amor, confía en este ciegamente, esperanzada de que algún día llegará a ella. Y todo esto, sin saber que es el amor, justamente, la única fuerza capaz de salvar su alma del oscuro destino sellado dieciséis años atrás por su madre. Porque Mey justamente no tiene idea de que la razón por la que su familia no habla de su progenitora es porque nadie sabe de esta. Solo su abuela, Antara Black y sus tías Sagitas y Marbetz tienen conocimiento de que la madre de Mey Potter Black es una temible Mortífaga y demonio, que transmitió su oscuro gen a su hija.

 

Antara Black, tras un grandioso duelo, arrebató a la Mey bebé de su madre, fundamentándose en el hecho de que un ser demoníaco como ella no tenía derechos en sobre una criatura tan pura e inocente perteneciente a su propia estirpe sangre.

 

 

-Llegada a la madurez, mi hija volverá con los suyos, conmigo… La sangre que corre por sus venas se lo exigirá, la maldad a la que está destinada obligará a su alma a rendirse. Y tú sabes perfectamente Antara al poder que la oscuridad tiene… – Advirtió la demonio alzando su glacial voz.

 

El amor es la fuerza más poderosa que pueda existir, y el mismo podrá salvar el alma de mi nieta. – la contradijo Antara Black.

 

 

Así es como el destino de esta adolescente cuenta con dos efugios: la oscuridad o la luz. Y es que de no encontrar el amor antes de cumplidos sus 17 años, la maldición de su madre surtirá efecto y ya nada podrá hacerse ¿O si?

 

¿Podrá encontrar al amor de su vida? ¿Su alma se salvará de las tinieblas a la que está destinada?

El tiempo lo dirá.

 

 

 

 

Otros Datos:*Orquídea Eterna: Flor real que representa a su corazón, cuya vida se basa en la propia de Mey.

 

 

Link a Bóveda Personal: Link

Link a Bóveda de Negocio: -

Link a Bóveda Familiar Principal: Link

  • 4 meses más tarde...
  • 1 mes más tarde...
Publicado
Licencia de aparición.

 

Yo, Felicity Weasley, certifico que Mey Potter Black presentó el examen de aparición y lo aprobó satisfactoriamente, por lo que por medio del presente meno solicito la edición de su ficha.

 

 

Felicity Weasley.

Jefa del consejo regulador de escobas.

Departamento de transportes mágicos.

Ministerio de la Magia.

 

Perdona el retraso.

Mortífaga retirada
http://i.imgur.com/07QuPGN.png

  • 4 semanas más tarde...
  • 2 meses más tarde...
Publicado (editado)
Imagen IPB
Ficha Congelada .


Luna Vaneliza Wright
Ya ha pasado un mes desde que se publico el tópico ¡Atención a todos los habitantes de Ottery!. Apareces en la lista de incidencias con los siguientes errores.

Tienes un Dragón, y al ser Unicornio de Bronce no puedes tenerlo.


De acuerdo a lo siguiente:

5º Cuando abra la tienda, los usuarios que no tengan el puntaje inicial asignado por los moderadores (véase punto 3º) será porque corresponden a usuarios incluidos en la lista de abajo que todavía no hayan reacomodado sus fichas (véase punto 4º). En estos casos, es decir, mientras no regularices la situación de tu ficha, no podrás realizar ninguna nueva transacción en la tienda, es decir, no podrás comprar criaturas hasta que no arregles los que ya tienes. Si pasado un mes, desde la publicación de este topic, no hubieses corregido tu ficha según lo indicado en la lista adjunta, ésta quedará congelada y los moderadores no realizarán ningún cambio en tu ficha, hasta que no arregles lo que se te indica abajo.


Y como no te pasaste a arreglar tu ficha, esta queda congelada. No podrás solicitar mas cambios a menos que sea para arreglar la ficha.

Para arreglarla, tienes que pasar a decir si mandas las mascotas que no puedes tener a la reserva, o si pasan a ser propiedad de alguna familia o negocio. Si pasan a ser propiedad de tu familia, el patriarca es quien debe hacer el cambio en el primer post. Los moderadores solamente eliminaremos a las criaturas de esta ficha, para que la tengas en orden.

Si decides mandarla a la reserva, se te daran los puntos correspondientes, si pasa a ser de una familia o negocio , no se te daran puntos.

Si la pagas antes de que se abra la tienda, el costo del dragón al ser categoría XXXXX es de 6000 y se te daran 160 puntos.
El costo de la lechuza es de 250 G.

Si el dragón esta como dices en una mansión que no pertenece al rol del Ministerio, debes quitarlo de tu ficha, de lo contrario seguira tomandose como tuyo e igual lo debes de pagar.

Una vez abierta la tienda, el costo puede variar.

Recuerda también lo siguiente:

- Si pasados tres meses, desde la publicación de este tópico, no hubieses pagado el importe de las criaturas que debes, o bien no hubieses regularizado lo indicado en la lista, los moderadores editarán tu ficha para eliminar todas las criaturas.


Mientras no pagues tus mascotas, no podrás comprar ninguna mas en el rol del Ministerio.

Tus objetos quedan certificados de la siguiente forma:
Objeto: Varita mágica.
Clasificación: AA
Puntos: 20
Total de puntos: 20

Attentamente:

Lyra Katara Ryddleturn
Miembro del Winzegamot
Moderador de Harrylatino.org Editado por Lyra Katara Ryddleturn

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Publicado

*

 

El Banco Mágico de Gringotts certifica:

 

 

Pago por Criaturas Pottéricas y No Mágicas

 

Personaje que pagó: Mey Potter Black

Pago efectuado: 250 G

Criaturas: Lechuza

Clasificación: X

 

 

Duende Ritta

Directora del Banco Mágico de Gringotts

 

 

Por expresa indicación de Moderación, no se cobró el fénix que quería pagar Mey porque parece que no tiene un fénix sino un dragón. Si paga el dragón, volveré a certificarlo.

Mynerva, matriarca Weasley
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Publicado
Imagen IPB

Criaturas Mágicas:

Certificados por el Ministerio de Magia.

El Ministerio de Magia informa que las siguientes criaturas de Mey Potter Black han sido certificadas y que las ha pagado en Gringotts. Para añadir más criaturas, deberá acudir a la Tienda Ministerial.

Criatura: Lechuza

Clasificación: X y no mágicas.

Puntos de poder: 10

Total de puntos de poder: 10

Atentamente:

Lyra Katara Ryddleturn

Miembro del Winzegamot

Moderadora de Harrylatino.org

Nota: La ficha y el perfil ya han sido actualizados.

Mey, paso a darte los puntos de las mascotas y descongelar tu ficha, asi como hacer una aclaración. Como te indique en este post y como se indica en el tópico ¡Atención a todos los habitantes de Ottery!

- No poner ya más criaturas en las fichas hasta que abra la tienda y se empiecen a comprar. Las fichas nuevas tampoco pueden llevar criaturas.

No se pudo cobrar el fenix en vez del dragón. Solo se podían cobrar las criaturas que ya teníamos en las fichas.

- Vigilarán lo que postéis en vuestras fichas en relación a la corrección de las incidencias que se indican en la "Lista" de abajo y en cuanto a lo que queréis hacer con vuestras criaturas, de forma que editarán los datos que sean necesarios en la ficha y en los registros.

 

No indicaste lo que querías hacer con el dragón y al no querer pagarlo e intentar sustituirlo con un Fenix, se da a entender que no lo quieres, asi que por eso, me lo llevo de tu ficha. Ya una vez dado el puntaje de las criaturas u objetos, no se puede uno arrepentir.

 

Asi que, te descongelo la ficha, te doy el puntaje de la lechuza y me llevo al dragón. Recuerda que cuando la tienda este abierta, solo podrás comprar criaturas que vayan de acuerdo a tu rango social.

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Publicado (editado)

Eeeh... Hace nueve meses que no edito por mi misma mi ficha :love: y no saben las cosas que le pasó a Mey en este tiempo... Y tampoco sabrán, porque la historia del personaje me salió patéticamente larga y ni yo misma la releeré T_T

 

Yo quería mi fénix Diva Eowen :cry:

 

Bueno, igual creo que cambié todo lo que había que cambiar v.v

 

Ahora me dicen MM y tiemblo e___e

 

PD: se puede borrar eso de "ficha descongelada" queda feito...

 

Gracias :ninja:

 

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

 

 

http://img802.imageshack.us/img802/5100/graciasjebus.png

 

http://img697.imageshack.us/img697/1563/painandperfectionkayasc.jpg

 

 

Nombre del Personaje: Mey Potter Black

 

Rango Social: Unicornios de Bronce

 

Sexo: Femenino

 

Edad: Adolescente (16 años)

 

Nacionalidad: Inglesa

 

Padre Sanguíneo: Kurisu*

 

Familia Sanguínea: Potter Black

 

Matriarca: No

 

Padre Adoptivo: No

 

Familia Adoptiva: No

 

Raza: Demonio

 

Trabajo: Empleada de la Oficina para el cateo y erradicación de las Artes Oscuras.

 

Bando: Orden del Fénix

 

Rango dentro del Bando: Templaria http://public5.tektek.org/img/av/1012/d22/0005/767b532.png

 

Habilidades Mágicas: -

 

Conocimientos Especiales:

• Artes Oscuras

• Defensa Contra las Artes

 

Objeto Mágico Legendario: -

 

Objetos Mágicos:

  • Varita Mágica: Negué africano, 28 centímetros de largo, inusualmente delgada y con núcleo de fibra de conrazón de Nundú, llamada Nefertiti "La Belleza ha llegado".
  • Orquídea eterna*
Imagen IPB

Objetos Mágicos:

Certificados por el Ministerio de Magia.

 

Objeto: Varita mágica.

Clasificación: AA

Puntos: 20

Total de puntos: 20

 

Licencia de Aparicion: Si

 

Licencia de Vuelo de Escoba: -

 

Mascotas:Lechuza fuccia, de mediana edad llamada Pirkey

 

Imagen IPB

Criaturas Mágicas:

Certificados por el Ministerio de Magia.

 

Criatura: Lechuza

Clasificación: X y no mágicas.

Puntos de poder: 10

Total de puntos de poder: 10

 

 

Aspecto Físico:

Mey es una chica de 1.65 de altura, extremadamente enjuta y de apariencia frágil. Pese a sus casi andróginas formas, sus curvas apenas pronunciadas reflejan una inusitada sensualidad. Su piel es luminosa y nívea, casi transparente, y su rostro, pese a la redondez característica, es delgado y

se encuentra protagonizado por sus inmensos ojos azules, enmarcados por gruesas pestañas que a su vez se ven provistos casi siempre de un fuerte maquillaje negro; los mismo tienen una capacidad casi hipnótica, o eso dicen debido a la intensidad de la mirada de la muchacha. Su nariz es pequeña, y al igual que sus mejillas, poseen algunas aisladas pecas, única fuente de color, puesto que sus labios, si bien voluptuosos, pasan desapercibidos debido a su claro color rosáceo. Su cabello es ligeramente ondeado, hasta la mitad de la espalda, castaño u oscuro, pero suele tener intensos reflejos rojizos ante cualquier luz; lo suele dejar suelto siempre y cuando no se encuentre ocupada, cuando lo está lo ata en un descuidado rodete. Su vestuarios comprende prendas casi siempre oscuras y sugestivas que incluyen faldas y vestidos muy femeninos; aunque ama los vestidos blancos y simples, ya no los usar.

 

 

Cualidades Psicológicas:

Durante toda su vida Mey fue una niña graciosa, alegre y bromista; pero los últimos acontecimientos en su vida la convirtieron en una joven seria, de humor sarcástico, algo agresiva y taciturna; aunque para un grupo muy íntimo de allegados, continúa siendo la misma Mey amorosa y alegre que siempre fue. Toma muy en serio sus obligaciones hasta un punto enfermizo, sobre todo su labor dentro de la Orden del Fénix. Tiene muy en claros sus objetivos, los cuales son luchar contra las fuerzas Oscuras en el intento de crear un mundo mejor para los suyos; por ello, no teme por su vida y da todo de sí para con aquella organización, hasta el punto de que esta eclipse toda su vida y transforme su personalidad. Es intensa y pasional, y responde a todo lo que le sucede de esta manera.

 

Historia de Personaje:

 

Le había parecido graciosa la situación. La negativa de su interlocutor de permitirle beber whiskey de fuego, fuera de irritarla, logró sonsacarle una musical y gélida risita que desconcertó al hombre. Sin lugar a dudas, aquel sonido no podía pertenecer a aquella especie de frágil muñequita, misma que lo observaba sosegadamente desde su cómoda ubicación en medio de un lustroso diván de cuero negro, que rápidamente se adaptó a su comodidad. Por su parte, ella no tardó en chasquear sus dedos, tras lo cual apareció un gran vaso de la ambarina bebida en su mano derecha, que no degustó.

 

Como te decía, mi nombre es Mey — retomó la conversación antes interrumpida — Mey Jane, aunque no recuerdo que alguien me haya llamado de aquella manera alguna vez — dudó —. Y nací en el seno de la Familia Potter Black hace casi 17 años, pero supongo que todo esto ya lo sabes ¿verdad?

 

Su imperturbable sonrisita, lejos de calmarlo, lo hacía sentir por lejos incómodo. Aquella candidez desbordante de seguridad, no podía ser otra cosa que la falsedad en su mejor disfraz. Aún no entendía como la muchacha había cedido con tanta facilidad a concederle aquella entrevista, tal vez solo necesitara hablar ¿verdad? Todos lo necesitamos a veces… Pero había algo en Mey Potter Black que lo hacía mantenerse alerta.

 

Si no te calmas me quitarás las ganas de darte la entrevista — lo amenazó, y nuevamente, aquella extraña risita revoloteando por aquel oscuro salón — Eres raro… En fin, te decía que tengo 16, no los parezco ¿verdad?

 

Observándola con cierto disimulo, le dio de inmediato toda la razón. Las formas casi andróginas de la muchacha formaban la efigie de una niña de 13 o 14 años cuanto mucho. De contextura pequeña, sus curvas apenas se insinuaban debajo de aquel vestido de satén negro que tanto contrastaba con su nívea piel. Pero su mirada lo decía todo, aquellos enormes zafiros, que parecían tener el poder de retener la mirada del otro hasta un punto hipnótico; aquella boca pequeña, de labios rojísimos y expresión irónica… Hasta su exagerada palidez, la mera transparencia de su piel tornaba su entera presencia en quimérica.

 

Y he allí otro misterio sobre la Potter Black que lo turbó, porque si bien el tiempo parecía haberse detenido para ella, reteniéndola en las formas de una iniciante pubertad, la sensualidad que desplegaba su mera presencia no era la de ninguna niña. A decir verdad, ni mujeres adultas habían podido despertar aquella incómoda sensación. A sus ojos, aquello era casi pecaminoso, una niña…

 

Tu mente trabaja lentamente — se burló ella cruzándose de piernas con impaciencia, tras lo cual, las subió al asiento y terminó por reclinar su cuerpo entero, pero sin dejar de observarlo detenidamente —, no soy legerimántica y puedo descubrir lo que piensas con total facilidad, deberías tener cuidado con eso — resopló con impaciencia —. Si… también te contaba que pertenezco a la Familia Potter Black, por lazo sanguíneo, tercera generación, hija de Kurisu Potter Black, hijo de Antara Black.

 

Por fin había pronunciado aquel nombre, y el rostro de Sean se iluminó hasta un punto absurdo, quería saber más sobre Antara Black, y aquella extraña chiquilla procedía de la médula familiar; sin lugar a dudas, aquello valdría la pena. Aquello último no le agradó a Mey, le costó disimularlo, pero al final pudo lograrlo.

 

Nunca conocí a mi madre, fui criada enteramente por mis tías: Sagitas, Marbetz y Shane, siempre bajo la supervisión de mi abuela. Hoy el cuerpo de mi tía Shane descansa en las profundidades de los jardines de la Mansión, casi en los lindes del bosque de Ottery, un lugar que no puedo pisar por motivos que luego desarrollaré.

 

— Lo siento ¿falleció muy joven?

 

No, Shane no está muerta, solo duerme eternamente… —rezongó como si fuera lo más obvio del mundo — Me hubiese gustado saber porqué de aquella decisión, la extraño, pero no tanto como mi tía Marbetz, que optó por el exilio.

 

Tampoco le había agradado la última pregunta, Mey había establecido tajantemente que le contaría todo cuanto su vida, pero no quería ser interrumpida, no quería preguntas…

 

Sagitas fue, tal vez en su momento, la más cercana a mí. Aunque en realidad, Sagitas siempre fue la más cercana a todos, alegre y trabajadora como nadie, no he podido conocer a otra persona como ella en ese sentido, la payasa de cabello violeta — sonrió, o ello le pareció por una décima de segundo —. La amo como a pocos, fue casi una madre. Casi…

 

La aparición de Mithdraug en su vida no solo le dejó a mi primito Ithilion, sino que impulsó en mi tía un cambio tan radical en su persona, como sutil. Supongo que soy de las pocas personas que lo notó, lamentablemente. Ahora, el distanciamiento con todas ellas, las Potter Black´s, es tan grande como irremediable. Crecer… ¿verdad?

 

Pero supongo que es de Antara de quien más te interesa saber ¿eh? No te diré nada que no tenga deseos de decir, así que no te molestes — aclaró frunciendo su ceño de delgadas cejas por primera vez en aquella extraña velada —. Amo a mi abuela. Desde que tengo memoria aquellas esmeraldas de su intensa mirada me han perseguido por doquier. Muchos dicen que tenemos los mismos ojos, jeje, ni siquiera en el color coinciden…

 

Rió, y esta vez el pelirrojo aceptó que se trataba de una verdadera risa. Pero la misma no duró mucho, el fugaz recuerdo de juegos de infancia con su “belita” apenas duró lo suficiente para recordar las comparaciones con aquellos animales.

 

Aunque no me gusta la palabra “perseguir”, cuidar sería la más apropiada. Umh… Ahora que cuento estas cosas en voz alta me doy cuenta de que era ella, la muy arpía, la que advertía a Sagitas de mis andanzas… ¿Sobreprotectora? ¡Seguro! Todas lo han sido siempre, las muy malditas… Pero ni todos sus superpoderes Fenixianos pudieron evitar que hiciera lo que se me plazca.

 

Se jactó, sin notar que había dicho la palabra mágica: “Fenixianos”. Con que era verdad de la relación de aquella antigua familia con aquella organización que…

 

Hablaremos de la Orden del Fénix en su momento, olvídate de aquello último por ahora — le advirtió severamente —. Ella vive con los Dioses — declaró finalmente, tras un incómodo silencio, sin hacer el menor caso al profundo impacto que había producido sus palabras sobre el sujeto —. Una especie de Olimpo, “El Jardín de los Dioses”, y no te quedes mirándome con esa cara de bobo, que me desconcentras ¿O acaso no sabías que entre los magos no solo hay hombres lobos y vampiros? Son pocos… pero los semi Dioses y los demonios puros existen. Y claro que no hablo de aquellas toscas versiones antropomórficas de posesiones demoníacas sobre cuerpos de magos, hablo de verdaderos Dioses y Demonios, y aquel rumor sobre Antara Black es cierto, es una semi Diosa, por ello siempre hablo de ella en presente.

 

Pero…

 

No lo sé, no sé nada sobre su historia, solo que vive en aquel mundo… Hay veces en que quisiera acompañarla, cuando me siento triste, sola ¿sabes? Últimamente me sucede seguido.

 

Un nuevo silencio se apoderó de la muchacha. Igual de incómodo que el anterior, y el periodista no pudo más que notar que la oscuridad de la habitación se debía a la oscura madera que revestía el interior del cuarto, que sumado al negro mármol del suelo, no invitaba a cerrar las rojizas cortinas de terciopelo que ella se había tomado el trabajo de mover apenas habían ingresado al lugar.

 

Pero ella jamás me lo permitiría, acompañarla, me refiero. Cuando lo de la suerte de demonio Mithdraug sucedió, Sagitas se lo pidió, lo sé, pero ella no podía ingresar a ese mundo, su sangre y alma… Es como si no tuviera acceso o algo así.

 

— ¿Tú si podrías?

 

— Es complicado… — su rostro perdió nuevamente algo de color — Y no estoy aquí para meditar en voz alta y ante un desconocido sobre esto. Solo sé que tenía apenas siete días de vida cuando llegué en brazos de Antara a la Mansión Potter Black. Según he oído, mi abuela había llegado en muy malas condiciones físicas, como si hubiera librado alguna ardua batalla, pero no me extraña, siendo Líder de la Orden del Fénix en aquel momento siempre tenemos batallas que… ¡Ya te dije que luego hablaremos de la Orden! — exclamó de improviso al notar que este iba a formular otra pregunta — ¡Merlín! Que hombre…

 

Kiku estaba allí en ese entonces, era muy pequeña (Kiku es mi elfina), pero fueron a sus brazos a los que pasé inmediatamente, luego de que Antara, junto a Shane, Marbetz, Sagitas, Adriano y mi padre se retirasen al estudio. Fue Kurisu el primero en salir de allí, no me extraña — se encogió de hombros —, el siempre se va primero, pero me dejó eso antes de irse.

 

Hasta aquel momento, él no había reparado de la presencia de la extraña campana de cristal que pendía en el aire en un rincón de la habitación. Cuando Mey la acercó hacia ella, con tan solo un suave movimiento de aquella varita mágica, que parecía proceder de la misma madera de la que se encontraba elaborada la habitación, notó que no era de cristal de lo que estaba hecho la campana justamente, si no de una fina capa de aire que acogía una frágil y gris orquídea, insólitamente grande, casi como un puño adulto.

 

Está muriendo — afirmó seriamente —. Siempre había creído que era eterna… No, no sé lo que significa.

 

O tal vez no me lo quieras contar…

 

 

 

“Cuando el amor llegue a ti, ya no necesitarás aquella flor. Tu flor Mey, ella es parte de ti, pero tú no eres ella, no lo olvides”

 

Las palabras de Antara Black resonaron en su cabeza casi tan crípticas como la primera vez que las había pronunciado, tres años atrás, cuando hubo conocido a Alexander Malfoy. Aquel día había visto a escondidas al chico, pero como siempre, no había escondite que escapara del conocimiento de la Matriarca, quien la acogió entre sus brazos y le brindó por fin, parte de la razón de aquella flor que todos llamaban “La Orquídea Eterna”. También le había dicho algo como que solo ella podía destruirla, ella o el tiempo y… Otras cosas que ya no recordaba…

 

 

 

Tal vez… — suspiró finalmente, con su rostro ensombrecido en recuerdos — O tal vez no sea nada, solo una vieja flor cuya capacidad mágica se está agotando. Todos los Potter Black´s estamos locos, ya lo habrás oído. A veces me enojo con todos, con toda aquella familia de fantasmas… No con Kurisu, él no me quiere, fui tan solo un descuido suyo, ya no tiene real importancia. ¿Pero y mi madre? No es justo que no me digan nada sobre ella, porque está viva, lo sé, Antara jamás me lo pudo negar, pero tampoco darme una razón por la que me alejó de ella — tragó saliva —. Ahora es tarde. Antara no regresará, y aquel secreto murió con ella.

 

La última palabra había sido casi una sentencia. La verdad era que aquel periodista jamás sabría si la Potter Black ante él desentrañaría o no aquel secreto algún día, y pese a la poca sensibilidad que lo caracterizaba, el dolor de la muchacha era obvio hasta para él. Mey no se molestó en ocultarlo, pero tampoco lo lució con obviedad. Levantándose del diván, cruzó la habitación hasta ubicarse junto al enorme ventanal y descorrió las cortinas, permitiendo que el amanecer iluminara poco a poco la oscura estancia.

 

Cerró los ojos en forma calmada, inspirando con profundidad, como intentado calmarse, antes de proseguir. Su interlocutor no formuló palabra durante el transcurso de aquella especie de rito, temeroso de interrumpirla, o tal vez demasiado embelesado en su apreciación; de una u otra forma, eran causas justificadas.

 

Murió hace pocos días —explicó con voz ronca, aún con los ojos herméticamente cerrados —. Y NO, no volverá.

 

Tajante, no regresó al sofá, si no que se ubicó encima de una alta mesita en la esquina contraria a donde se encontraba el hombre. Solo en aquel momento él deparó en el verdadero aspecto que esta ofrecía. Porque no era su cristalina e irónica risita la que despertaba aquella sensualidad innata; tampoco se trataba de aquellos profundos ojos azules enmarcados en oscuro maquillaje, ni su sugestiva indumentaria, que recientemente había descubierto, era de luto. En aquel momento, lo atrayente en aquella jovencita residía en su frágil aspecto, en aquella sensación de eterna fatiga que él solo había notado en personas muchos mayores; una madurez repentina que Mey encarnaba en cada suspiro.

 

A diferencia de otros hogares mágicos, la Mansión Potter Black no albergaba tantos infantes. Solo tenía dos primos que me acompañaban en mis travesuras — recordó, retomando una nueva narración —. Llnk, hijo de Shane, cuatro años mayor que yo; y Alphonse, hijo adoptivo de Sagitas, de mi misma edad. Llnk ingresó antes que Alphonse y yo a Hogwarts, por lo que no tardamos en llorarle a nuestra abuela para que nos permitiese a asistir con anticipación. Siempre definieron como una niña precoz, pero eso no quería decir que me fuera bien… Detestaba las reglas, y las sigo odiando, aunque ahora soy consciente de la necesidad de estas.

 

En aquellos tiempos no estudiaba mucho, me gustaba los duelos y en Hogwarts estos no se encontraban permitidos, pero para eso ya tenía a mis dos primos como conejillos de Indias. Por aquel entonces, la sociedad mágica se encontraba sumida en un nuevo caos, los mortífagos arrasaban Mansiones y Negocios cada día, y la guerra no parecía tener tregua, por lo que mi estadía en Colegio de Magia también solo se veía interrumpida por las vacaciones de verano.

 

Hasta mi décimo primer cumpleaños nunca había visto un mortífago. Sí, mi abuela nos había cuidado muy bien, pero no era omnipresente. La Orden del Fénix siempre había sido parte de mí inconscientemente. Era mi destino, mi entrada a la misma algo tan natural como casarme o tener hijos. Mi abuela era la Líder, mis ante pasado lo habían sido, mis tíos luchaban por ella desde que tenía uso de razón. Ahora, después de tanto tiempo, debo admitir que el tan solo hecho de poseer una varita en mi mano, de pequeña, me hacía cree que formaba parte del grupo.

 

Fue en aquel verano cuando lo descubrí todo. Los mortífagos habían interrumpido en mi hogar en mitad de una calurosa noche en que Llnk, Alphonse, Luna (otra prima) y yo nos batíamos a duelos de aguamenti. Nos mandaron a esconder de inmediato, pero Alphose ya se sentía preparado para luchar, y en consecuencia… Fui detrás de él. El resultado de aquel asalto no lo recuerdo, solo sé que nos ignoraron por completo, y que de los cuatro solo yo salí herida, culpa de unos vidrios rotos; herida que no quería que curasen, debía ufanarme de ella el mayor tiempo posible.

 

Nunca había visto a mi abuela tan enojada y orgullosa como aquella vez. Nos prohibió terminantemente volver a hacerlo, y por supuesto, jamás le hicimos caso. A partir de aquel día, y siempre que estuviera a mi alcance, me metía en cuanto enfrentamiento me enteraba. Cada vez salía peor parada, y cada vez aprendía más. Hasta llegó el día en que pedí mi ingreso a la Orden, que por supuesto, me fue negado. Tenía trece años y debía ingresar a la Academia de Magia y hechicería, que de por sí no quería cursar, Hogwarts había terminado con mi precaria paciencia, pero claro, aquella fue la condición de Antara Black, y la tenía que cumplir.

 

No me enorgullezco en admitir que fui un verdadero desastre como alumna. Creo que jamás estudié, fumaba, bebía, perseguía chicos y me escapaba cada noche en busca de alguna aventura la cual protagonizar, o algún asalto en el cual meter mis narices. Todo esto llegaba a oído de mis preocupados familiares fácilmente, con la misma facilidad era castigada, y en consecuencia faltaba a mis castigos. A nadie le extrañaba verme herida en San Mungo, o con un corte en mi brazo en mis clases de la Academia, era un verdadero desastre y era feliz de serlo

 

Por aquel entonces tendría catorce años, físicamente era tal cual me vez ahora, y emocionalmente era una niña alegre, chillona, sociópata e hiperactiva. Los chicos me perseguían, y yo a ellos, pero ninguno me interesaba en verdad, hasta que lo conocí a él, Alexander Malfoy. Un par de años mayor que ella, en verdad atractivo y de un carácter indomable, logró conquistar a la princesita de la Familia Potter Black con insólita facilidad, o tal vez, había sido esta última que la había obrado el milagro.

 

Sea como fuera, el chico pertenecía a la Familia Malfoy, una antigua extirpe de magos tan antigua como la Potter Black, y que sin embargo, debido a diferencias entre los patriarcas, nunca había formado parte de nuestro grupo de amistades. Pero claro, Mey Potter Black no podía fijar su caprichosa atención en un miembro de la Familia Dumbledore, o de la Weasley, tenía que ser un Malfoy — sonrió con ironía —. Y me enamoré, ¡sí que lo hice! Jamás había sentido algo así por nadie, pero claro, era joven, una infante casi, entregaba mi corazón con suma rapidez.

 

La cuestión es que no duró demasiado, mi inocencia en seguida aburrió a Alex, aunque también la presión de su familia pudo tener que ver. Mi familia… Mis primos lo odiaban, Llnk llegó a batirse a duelo con el pobre; y mi abuela no lo aprobaba, pero las puertas de la Mansión Potter Black siempre se encontrarían abiertas para todo aquel que quisiera adentrarse, formaba parte de las reglas de Antara. De un día para otro me comunicó que no quería saber nada conmigo, algo que no acepté, claro está. Los días transcurrieron dolorosamente hasta que me decidí por visitarlo.

 

Mey no continuó con su narración, por alguna razón callaba. Habían pasado varias horas desde que se encontrase con la desconocida muchacha en un bar local del Callejón Diagon, tanto él como ella se encontraban demasiado cansados, tal vez ella mucho más que él; pero el cansancio de la Potter Black era otro, uno mucho más profundo, que ni todo un año de sueño podría subsanar ya.

 

Lo que sucedió a continuación… Debes comprender que fue demasiado vertiginoso para que pueda darte detalles, y sin ellos, realmente lo que sucedió carece de valor alguno. Digamos que sí pude ingresar a la Mansión Malfoy, amenacé al viejo y cascarrabias elfo de la familia, y aún así Alexander no apareció hasta que irrumpí como una posesa la tranquilidad del lugar. Solo sirvió para que este, su nueva novia y familia me humillasen.

 

No recuerdo haber salido de allí, sé que Sally Sigel se apareció en el lugar y me rescató de lo que seguramente hubiese sido mi prematuro fin. Desperté dos días después en mi habitación, y por primera vez en mi vida deseé morir, y tal vez lo hubiese hecho de no disponer a mí alrededor de una poderosa familia, cuyo poder mágico me ataba a una vida que no deseaba continuar. Yo sí puedo decir que agonicé de amor.

 

Semanas, meses transcurrieron hasta que volví a levantarme. Era un fantasma de lo había sido. Mucho más delgada de lo normal (imagínate), con mi cabello larguísimo y desvaído, y una completa ausencia de color en mi tez… Pero me encontraba viva, viva aunque el simple hecho de sonreír fuera casi tan doloroso como el filo de un cuchillo. Al final pude regresar a la Academia de Magia y Hechicería, lugar en el cual tanto Alexander como su novia eran mis compañeros de curso.

 

En ese entonces conocí a quien sería mi mejor amiga en el mundo: Hedwing Weasley, una atractiva pelirroja que en un principio constituyó el blanco mi obsesión por encontrarle novia a mi primo Alphose, pero que rápidamente se convirtió en lo mejor que me sucedió en mucho tiempo. Con ella lo he compartido todo, y lo seguiré haciendo… Es mi apoyo y mi conciencia.

 

Creo que yo la inicié en la militancia fenixiana, si es que se puede emplear ese término… Antes creía que pertenecer a la Orden era los más top del mundo, hoy temo por ella, temo por las personas que amo y que luchan a mi lado. Supongo que es parte de la madurez. Soy consciente del valor de mi propia vida, pero también soy consciente de que mi vida no vale nada si no tengo a alguien por el cual luchar.

 

Al final pude graduarme, mi amora – Hedwing – me ayudó con su apoyo incondicional, y pudimos salir juntas de la Academia de Magia y Hechicería. También se graduó en nuestra generación Goderic Slithering, el tío de mi amiga, su capricho, y actualmente su gran amor y padre de mi futura ahijada — suspiró —. Juntos ingresamos a la Orden del Fénix, y desde entonces hacemos… Lo que ya sabes.

 

Encogiéndose de hombros, aspiró con tranquilidad el cigarrillo que hizo aparecer en ese instante, para luego alejarlo de entre sus labios y volver a hablar:

 

Al poco tiempo de ingresar a la Orden, obtuve el trabajo de Jefa de Casa en la Academia de Magia y Hechicería… ¿Me imaginas? Yo que juré no volver a pisar aquellos terrenos, nuevamente allí, intentando organizar a un inmenso grupo de alumnos… Llevaba tan solo un mes de graduada cuando entonces, pero mi primo Niko confió en mí. Él y mi prima Sara, creo que son los únicos Potter Black´s con los que mantengo un estrecho contacto. Ambos son mayores que yo y no llegué a criarme con ellos, pero me siguen cuidando como si aún fuera la princesita consentida de la familia…

 

Creí enamorarme varias veces dentro de la Orden, pero es fácil sentir una intensa atracción por los grandes guerreros que te rodean en aquel lugar. Para mi sorpresa, y las personas que me conocían, quien finalmente pudo hacerse con mi destrozado corazón no fue un héroe de los duelos, ni el carisma personificado. Russell Rider. Aburrido como él solo, jamás lo encontrarías en el campo de batalla, pero sí en las oficinas organizativas del cuartel de la Orden. Pero cometí un error con él, cegada en mi capricho, lo presioné…

 

Me quería, pero no de la manera que yo necesitaba, y en esa mentira solo acrecentaba el daño que me hacía. Duramos un buen tiempo, demasiado. Russell jamás demostró verdadero interés en mi persona, yo… Soy una persona en verdad intensa, o por lo menos lo era; y él, solo quería codearse con personas que satisficieran sus ambiciones. Yo no tengo ambiciones, soy auror del Ministerio de Magia, profesora de la Academia – sí, luego de un tiempo me ubicaron en aquel trabajo –, y sobre todas las cosas, fenixianas. No me importa qué puesta pueda tener o dejar de tener dentro del Ministerio de Magia, tengo mi varita mágica, mi orgullo y un deber por cumplir. Era poco para él, sin lugar a dudas.

 

Pero el tiempo transcurría, y lo irremediable fue que Russell terminara por pedirme matrimonio. Pero no me amaba, jamás lo hizo ni lo haría; y solo lo pude ver hasta que se arrodilló frente a mí y a todos nuestros amigos pronunciando las palabras más maravillosas del mundo con una desgarradora frialdad. Todo terminó allí, mi corazón se rompió una vez más, pero la vida continuó su curso.

 

Mey apagó el cigarrillo sobre la pulcra superficie de mármol donde se encontraba ubicada, bajó de un saltito de la mesita y volvió hasta el periodista su azul y profunda mirada. La entrevista había terminado, era hora de marcharse.

 

¿Eso es todo?

 

¿Esperabas algo más? — respondió la Potter Black alzando intimidantemente una delgada ceja.

 

No, pues yo… — impotente, señaló el aparato mágico que había utilizado durante todo aquel tiempo para grabar la entrevista.

 

¡Cierto! — sonrió con indescriptible dulzura, embelesando al sujeto — ¡Kiorke!

 

El pelirrojo desplegó un gracioso gritito de terror cuando la varita mágica de la hechicera se convirtió en un látigo azul neón que se enroscó rápidamente el gramófono mágico, atrayéndolo hacia sí, para luego hacerlo añicos delante de sus impotentes ojos.

 

¿Acaso esperabas que te permitiera informar a la Comunidad Mágica de mi historia?

 

Pero entonces para qué…

 

Tenía deseos de hablar, todo lo necesitamos a veces.

 

The End(?)http://img684.imageshack.us/img684/5641/tumblrld7y3hwt991qdg0gl.jpg

 

Otros Datos: *Orquídea Eterna: Flor real que representa a su corazón, cuya vida se basa en la propia de Mey.

 

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Editado por Mey Potter Black

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