Douce Tentation & Straripante Passione (MM B: 90090)

[León Crowley]

El mítico callejón Diagóncon sus locales extravagantes y luces psicodélicas era cubierto por un manto oscuro, una sombra que se proyectaba por el occidente a medida que el sol se ocultaba tras las colinas aledañas. Una suave brisa proveniente del norte se colaba por entre cada local del callejón, arrastrando consigo hojas de abedul secas que rodaban por la acera. Pasos apresurados de los ocasionales visitantes que iban de un lado para otro estaban a la orden del día. El caos parecía reinar en las aceras, a cada costado de la calle comercial mágica más concurrida de Londres.

 

— ¿En donde estará esta señorita? —se preguntaba un caballero que vestía un gabán negro que llegaba hasta sus rodillas.

 

El humo de su puro se proyectaba hacia arriba en volutas deformes que se dispersaban con la brisa que impactaba su rostro y desordenaba de forma rebelde su cabello. La luz cetrina e intermitente de los faros que se prendían solos con la oscuridad inminente de la Tarde/noche proyectaban sombras traviesas sobre el asfalto. La presencia de León se postró frente a la que era su visita semanal a los negocios fieles a la marca. La presencia de los mortífagos en dicho negocios alejaría a los no dignos, a los seguidores de la luz evitando que metieran sus picos donde no eran bienvenidos.

 

—Douce Tentation & Straripante Passione. Acá es.

[Eliah Ryddleturn]

La joven caminaba por el callejon Diagon de forma tranquila habia mirado su reloj de pulsera y no llegaba muy tarde. Aquel dia hacia bastante fresco por lo que había decidido ponerse una gabardina no muy larga de color gris claro que quedaban perfectamente combinado con sus pantalones vaqueros ajustados en sus piernas. En sus pies llevaba unas botas altas que no cubrian sus rodillas del mismo color que la gabardina. Esas botas que la llevaban al negocio donde la esperaba León resonaban armoniosamente mientras caminaba por aquel famoso callejon.

 

La gente se apartaba ante el paso de la Distinguida Ryddleturn de ojos azules que se acercaba hasta un chico que esperaba en la puerta del establecimiento llamado Douce Tentation & Straripante Passione. Aquellas visitas para salvaguardar el lugar la recordaban su epoca de mortífaga que volverían pronto muy pronto o eso esperaba la pelicastaña. Se acercó al caballero que la esperaba mientras sacaba las manos de los bolsillos de su gabardina que la protegian las manos del frío.

-Perdón, espero no haberte hecho esperar mucho-dijo mirando de nuevo el reloj de pulsera que llevaban en su muñeca derecha.

[León Crowley]

—Que no se repita —respondió León a la aprendiz al momento en que llegó a su lado.

 

El puro yacía ya apagado y aplastado por sus pies en el asfalto y sus manos reposaban en su bolsillo, muy probablemente sosteniendo a Maríe, su varita. Rápidamente ojeó el exterior del local que parecía ser un lugar tranquilo y amable, adecuado para un reposo necesario después de una jornada laboral ardua y compleja. Los ojos del mortífago se desliaron hacia arriba contemplando la majestuosidad del edificio que oscurecía al caer la tarde por completo y dar paso a la noche. Al ingresar, el imponente edificio los recibía con una recepción inmaculada y tranquila, ambientada con música relajante y masajistas que caminaban de un lugar a otro.

 

Una que otra vez dejaba que su cuello girara en dirección alguna cadera que se meneaba de izquierda a derecha de las trabajadoras del lugar, para volver a mirar al frente y recuperar compostura. Caminó a paso tranquilo dejándose admirar por el lugar, hasta una recepción en forma de medialuna que se encontraba al fondo del gran salón. Ya adentro, el arrullo del mar que rodeaba el lugar, relajaba la tensión del holandés. Una sonrisa al otro lado del mostrador, lo recibió.

 

—Informe a algún propietario que los guardianes Eliah y León, visitan el lugar.

 

Se dio la vuelta y apoyando sus codos en el mostrador, de espaldas a la recepcionista, se dedico a recrear la vista.

[Eliah Ryddleturn]

No comentó nada de las palabras que había dicho León pues él había tardado en la visita de la triviani. Entró en el interior de aquel establecimiento en el que nunca había estado. El arrullo del mar se escuchaba dentro de aquel gran y lujoso establecimiento. Un establecimiento así con tantos detalles lujosos era normal que tuvieran los servicios de los guardianes para salvaguardarlo ante cualquier peligro.

 

Caminaron hasta la recepción donde tendrían que informar a los propietarios que había llegado para comenzar su ronda de vigilancia en aquel elegante establecimiento. Mientras León se acercaba para decirla a la recepcionista que había llegado ella se paseaba por el Hall con paso lento mientras observaba todo con cuidado. Allí hacía mucho mejor que en la calle, el ambiente era fresco y un ligero olor a mal relajaba a todo el que se encontraba en aquel hermoso lugar.

[León Crowley]

Esperaron un rato, a ver si de por casualidad alguna persona responsable se dignaba a atenderlos, partiendo de la premisa que llevaban cerca de hora y media esperando. De no ser por las responsabilidades que había adquirido al recibir el puesto, incendiaría unas cuantas cosas y de pura maldad, dejaría sin ropa a alguna que otra masajista; aunque eso ultimo sería por cualquier motivo. Los dedos inquietos del holandés golpeaban el vidrio esperando en vano.

 

— ¡Agh! Vamos a caminar por que acá no llegará nadie. —dijo a Eliah mientras se retiraba del mostrador no sin antes regalar una mirada de desprecio a la recepcionista.

 

Avanzó a paso calmado, tranquilo, dejando que los orbes de sus ojos se desviaran a diestra y siniestra con las nada feas masajistas y clientas del lugar. Cuerpos perfectos con aceites bronceadores, rostros inmaculados con gafas de sol y un clima estupendo compensaba el que nadie los hubiera atendido. No se había percatado de si su compañera estaba o no a gusto, pero sin duda a él no le gustaría salir tan pronto del lugar.

 

—Creo que podemos verificar si la playa nudista se encuentra en orden, ¿no? —comentó al mirar en un mapa la distribución del lugar.

[Eliah Ryddleturn]

La bruja estuvo rondando por todo el hall, la dió tiempo a fisgonear todo la planta principal de arriba abajo hasta sentarse aburrida en una de los sillones cerca de la recepción y del lugar donde estaba León. La verdad esque era increible que nadie, absolutamente nadie viniera a recibir a ambos guardianes, por lo menos para que supiera de su presencia y que estarían por allí merodeando. Se levantó algo indignada y antes de poder decir nada escuchó la molestía del guardían que la acompañaba.

 

-Si vamos a dar una vuelta a ver que vemos-dijo en tono serio pero en verdad tenía intención de recrearse la vista por allí.

 

La chica miraba de mala gana a algun que otro empleaducho que no había sido capaz de recibirlos como era mandando. Pasaron algunos chicos jovenes en bañador bañados en aceites y totalmente bronceado, la chica no hizo otra cosa que quedarseles mirando hasta que les daban la espalda y esta les seguía con la vista. Parecí un lugar bastante divertido. Al rato se percató de que el Holandés se había quedado mirando un mapa por lo que se detuvo cruzandose de brazos esperandole, hasta que escuchó la propuesta.

 

-yo no tengo nigún problema para asistir a la playa nudista-dijo con una pequeña sonrisa perversa, aquello si que sería divertido.

[León Crowley]

Sin más excusas, salió de la recepción y caminó al rededor del lugar, saliendo por la puerta trasera, la cual, extrañamente comunicaba con un lugar esplendido y caluroso. La luz del sol pegaba fuerte sobre ese lugar. A lo lejos, las palmeras brindaban un cerco a un pequeño espacio que, según el mapa, era el espacio designado para la playa nudista. Una sonrisa se dibujo en su rostro al notar la sonrisa que su acompañante dibujaba en su rostro.

 

—¡Vaya! parece que te gusta la idea.

 

Caminó a paso calmado hasta el lugar indicado con un paso marcado. Al llegar, sus ilusiones fueron derrumbadas como ladrillos de un castillo. En la mitad de la playa un letrero que indicaba que la playa se encontraba en limpieza. En vano, trató de disimular la frustración.

 

—Supongo que podemos posponer la visita. —dijo girando sobre sus talones para desaparecer.

Editado 2 de Septiembre del 2012 por León Corvinus Crowley

[Eliah Ryddleturn]

Sus pasos y el de su acompañante iban el a dirección de aquella playa tan especial distinta a las playas convencionales. El movimiento de las palmeras susurraba lentamente mientras la brisa marina azotaba la piel blanqucina de la aspirante.El sonido del mar y de las gaviotas la recordaban uniquivocamente a las soleadas y hermosas playas españolas, aunque sabía que las aguas mas cristalinas y bellas estaban en el pais americano. Sus ojos claros se entrecerraron un poco cuando estuvieron un poco mas internos en la playa pues desde siempre el sol dañaba sus ojos azules por lo que siempre llevaba gafas de sol para impedir que la molestara aquel maldito reflejo.

 

La propuesta de León nisiquiera la había molestado, iban demasiado vestidos para ir a una playa de tal calibre. Tan solo lo miró por un momento para luego dirigir su fría mirada a la playa que por lo que parecía estaba muy vacía, inusualmente vacia. Tras caminar un poco más pudieron ver que esa playa estaba siendo limpiada, por lo que la ilusión de la bruja desapareció en un instante pudiendo notar al Corvinus algo decepcionado.

 

-otra vez será-recalcó la Ryddleturn mientras imitaba al Crowley para desaparecer de aquella playa.

[Lyra Katara Selwyn]

Había pasado mucho tiempo desde que visitará el hotel de Juve, por lo que decidi aparecerme en la recepción del hotel, junto con mi elfo Brianiac que llevaba una maleta bastante pesada.

- Espera aquí, Brianiac.- Le ordene al elfo.

 

Deseaba quedarme unos días, tal vez una semana, aprovechando mi renuncia al trabajo en el Ministerio de Magia, nuevamente no me había gustado el trabajo elegido, el cual se me hacía aburrido.

 

Me acerque al mostrador que había en la recepción, mientras alisaba mi pantalón gris, del mismo color que la playera de mangas cortas que llevaba. En la mano derecha se encontraba mi varita y mi monedero de piel de moke. Pase la mano que tenía libre, por mi cabello castaño claro.

 

- ¿Juve? ¿Dónde estas? - Pregunté en voz alta, sin saber si alguien podría escucharme. No parecía haber ningún elfo cerca de donde estaba.

 

El hotel era muy grande, tenía tres grandes edificaciones y si no me equivocaba, solamente había estado en la primera. Pasee por el lugar mientras lograba que alguien me atendiera. Necesitaba aislarme un poco de todo, había cosas que solo podía confiarle a Juve

[Kahlan Blackthorn]

La Ángel Caído, había vuelto hace poco de un viaje inesperado, algo que salió de sus manos de forma irremediable. Entornando sus ojos, hacia el mango de su katana, pudo percibir la energía que emanaba de la misma, compenetrándose con ella y haciéndola volver al cauce. Cayendo en cuenta de que tendría que dar varias explicaciones, comenzando con su prometido Neos, solo esperaba que no le bombardeara con miles de preguntas.

 

-Aiiden, tienes visitas…-sentenció desconcertado Alexein, tras tenerla delante de él. No se imaginó que pudiera salir bien librada de esa prueba, sin embargo ahí estaba intacta.

 

-He estado esperando esta visita, no deseo ser interrumpida-siseó entre dientes, alargando la mano para acomodar el su capa de viaje-Avísale a Kanon de mi regreso, deseo aclarar algunas dudas con él, dejar algunos puntos en claro…-atisbando una desdeñosa sonrisa en sus labios, enfilando sus pasos hacia la recepción. Sabía que ahí le esperaba Katara, ansiosa por concretar ese pacto que hace tiempo tenía en mente, sabía que la única que podría ayudarla seria la Ryddleturn.

 

Cruzando su azulada mirada con la de la demonio, sintió unas profundas ganas de contarle todo lo acontecido en su vida.

 

-Katara, no sabéis el gusto que me da verte-abrazó a la castaña, gesto raro en la Malfoy. Sin embargo, sintió la necesidad de hacerlo, tal vez fue un impulso que no pudo controlar-¿Cómo has estado?-inquirió separándose de la joven, intentando controlar sus emociones. Aquel inesperado regreso al mundo mágico, parecía que le estaba pasando factura.