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● Ars & Vita ● (MM B: 94346)


Adrian Wild
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El entusiasmo de Danny podía verse a kilómetros, por así decirlo. Siempre había sentido inquietud e interés por el arte y ahora por fin se estaba abriendo una oportunidad para que se cumpla su sueño. No es que quisiera ser famoso ni nada por el estilo, simplemente quería disfrutar haciendo lo que le dictaba su corazón.

 

"¿Circo bajo techo?"

 

Le pregunta con mucha curiosidad. Realmente no tenía idea de lo que significaba ese término, así que el joven mago simplemente se hacía una imagen de un circo tal cual, el cual ofrecía sus funciones en el interior de una carpa. Así había visto alguna vez en una ciudad muggle al que sus padres adoptivos lo llevaran cuando apenas era un niño.

 

"¿Entonces también has convivido con muggles?" Yo sí, tuve un amigo..."

 

Confiesa. Danny estaba agradecido de que Adrián le hablaba justo de la forma en la que necesitaba para entender, pero aún así el muchacho siente la obligación de confesarle su pequeña incapacidad. No quería que eso le afectara en el transcurso de las clases, cosa que podía ser si no tenía cuidado.

 

"¿Sabes? Yo soy sordo de nacimiento, pero puedo leer los labios de la gente"

 

Y sonríe. No siempre se sentía acomplejado y tomaba su dificultad como si nada. No es que le estuviese dando muchos problemas hoy en día, puesto que había aprendido a entender y a comunicarse bastante bien. Excepto por el hecho de que a veces levantaba mucho la voz al hablar. Pero eso era todo. Y su incapacidad auditiva fue la razón por la que no se da cuenta de que el mago le había cerrado la puerta con un hechizo cuando le daba la espalda. Danny igual sonreía.

 

"Claro que puedes tutearme. Por cierto... Miras a todos lados como si tuvieses miedo de algo... ¿Estás preocupado?"

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Era sordo. Aquello explicaba su constante atención a todos mis gestos y al movimiento de mis labios. En verdad lograba hacerlo de una forma tan natural que apenas se podía intuir que aquel fuera el motivo; era increíble la capacidad de aprendizaje y adaptación que tenía el ser humano. Qué triste que todo aquel potencial se perdiese muchas veces en la oscuridad de sentimientos incomprendidos y la ignorancia imbuida. Sonreí, correspondiendo a su sonrisa, tan modesta y afable. «Es demasiado agradable como para ser un intrus... Adrian, ¿desde cuando te fías de las apariencias?». Pude sentir como mi sonrisa se torcía, por lo que tuve que quitarla de inmediato. Además, se había percatado de mis miradas en busca de alguna señal de los elfos. Estaba ante una persona realmente experimentada en captar gestos, un maestro del lenguaje no verbal; debía tener cuidado.

 

No, no, para nada —volví a sonreir, fingiendo (¿de verdad lo fingía?) amabilidad—, sólo quiero«saber si me puedo fiar de ti»asegurarme que nadie nos moleste.

 

Horrible. Aquella respuesta había sido aún peor. Carraspeé y reanudé la conversación sin dejar pasar ni un segundo.

 

Bueno, "circo bajo techo" es un concepto bastante sencillo, en verdad —dije contestando a la primera, la cual desvelaba su desconocimiento del concepto que le acababa de presentar. Con una indicación de mi mano, le invité a tomar asiento en una de las butacas que daban directamente al pasillo en el que nos encontrábamos, a media altura de la grada, sentándome yo en la colindante—. Consiste en habilitar un espacio semejante a una carpa de circo, pero en un espacio interno, mediante contrucción arquitectónica —expliqué con calma, ganando tiempo mientras con las manos le indicaba algunos de los detalles del recinto.

 

Mis manos dirigieron su mirada durante unos minutos, explicándole el funcionamiento de aquellos focos que flotaban, enseñándole algunas demostraciones a golpe de varita, hasta el punto de que de pronto olvidé que hacía aquello con el propósito de entretenerle y comencé a emocionarme, enseñándole movimientos escénicos, diferentes escenografías, las representaciones que se habían llevado a cabo allí y cómo se habían ejecutado, todo ello caminando de un lugar del espacio a otro, pasando por la pista, cuyo suelo de pronto era hierba y al momento siguiente, una plataforma giratoria sobre la que subí para señalarle y recitarle momentos increíbles ocasionados en algunas de las representaciones que se habían llevado a cabo sobre ella. Estaba tan ilusionado al recordar tantas experiencias vividas en aquella pista, la emoción de todas y cada una de las funciones que había alojado el Ars & Vita, que había veces que ni me percataba si dirigía el rostro hacia él, facilitándole la lectura de mis labios, aunque otras veces ni siquiera hubiera podido leerlos a la velociad a la que se movían.

 

Regresé a las butacas donde se encontraba. Apoyado sobre las manos en el respaldo de una de las que se hallaban en la fila de delante, frente al muchacho, comencé a contarle una divertida anécdota sobre un clown que debía lanzarse desde una plataforma flotante que se encontraba en el punto más alto y recitar en su caída un cómico y rápido monólogo para terminar casi estrellado, salvado por un Arresto Momentum en el último instante, pero el compañero que debía formular el hechizo enter bambalinas se confundió y del precipitado había surgido un paracaídas que más que frenar el golpe atrapó a todos los que se encontraban abajo y el desconcierto entre todos los afectados y sus intentos por escapar de aquel lío de telas hizo estallar al público de risa. Entonces, en ese momento, cuando describía la confusión, me giré al escenario para detallar con mi mano los movimientos, y allí vi a Bolinda, completamente callada, agarrándose las manos por detrás de su cuerpo, esperando a ser vista. En cuanto percibió que detenía mi mirada en ella y enmudecía, regresando a la realidad, habló:

 

Amito Adrian, ¿podría bajar un... segundo?

 

Se lo pasé por aquella vez, porque sabía que le costaba llamarme Adrian sin más cuando había desconocidos delante.

 

Discúlpame —dije mirando a Danny.

 

Bajé los escalones rápido, todavía con la energía que había generado en mi cuerpo la emoción de aquel inesperado momento, hasta estar completamente junto a la elfina, poniéndome de espaldas al muchacho de forma que tapaba la boca de esta y me aseguraba que no pudiera leernos los labios a ninguno de los dos.

 

El chico tenía razón, había un fallo en el sistema de protección y ocultamiento. No volverá a pasar, se lo prometo. Saburns y Mark están con la tercera comprobación y enviando las nuevas notificaciones a los refugiados.

 

Gracias Bolinda. Por favor, no puede volver a ocurrir, no podemos permitirnos estar desprotegidos ni un instante.

 

Lo siento, lo siento muchís...

 

Paró ante mi mirada. Sabía que no tenía que disculparse más, así que desapareció. Giré sobre mis talones y, con una sonrisa y la tranquilidad de poder confiar en aquel muchacho, regresé junto a él, sentándome de nuevo en la butaca a su lado.

 

Todo solucionado, volvemos a estar protegidos —anuncié, esperando no tener que dar más explicaciones—. ¿Un amigo muggle, entonces?

 

Cuando volví a mirarle a los ojos, no me di cuenta de que todavía mantenía la sonrisa.

 

 

@@Danny Lestrange

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Era curioso como las personas intentaban ocultar sentimientos o emociones que finalmente siempre acababan asomándose aunque fuese de manera muy fugaz. Danny sonríe sin decir nada pero se mantiene pensativo, estaba comenzando a preguntarse si había algo en esa escuela que fuese distinta de algunas otras que existían en el mundo muggle claro, dejando de lado los recursos mágicos. Era eso, seguramente, lo que le confería la extraña sensación que Danny podía percibir de forma muy sutil.

"Que curioso, una carpa bajo techo..."

Menciona el muchacho un segundo antes de asentir aceptando el ofrecimiento de ese muchacho para tomar asiento. No lo duda y se sienta, curiosamente comenzaba a emocionarse nuevamente y deja sus dudas de lado cuando sigue con la mirada los movimientos de las manos de Adrián al prestar atención. Cada una de las explicaciones a detalle provocaban en Danny una imagen mental completamente nítida que le sacaban una sonrisa. Era cierto que en ocasiones se giraba y a Danny le era imposible seguir el hilo de la conversación, en ocasiones hablaba tan rápido que solo podía distinguir un veloz movimiento de labios que le impedían descifrar lo que estaba diciendo. Sin embargo los movimientos, los ademanes, las expresiones y la emoción de las descripciones eran suficientes para darse clara idea del amor que Adrián le tenía al arte escénico.

"Imagino a un público más que fascinado"

Se dice a sí mismo, ¿Que se podía esperar? Cuando uno expresa emociones con tanto ímpetu era normal que llegara al público con la misma intensidad. Al menos él lo experimentaba así, a cada explicación del mago, Danny se emocionaba más y más, reafirmando su deseo de estudiar artes escénicas en esa escuela. Parecía una especie de sueño que le alejaría de pensamientos autodestructivos y le ayudarían a recuperar la tranquilidad que a veces se le perdía.

Su mente todavía evocaba imágenes cuando el hombre se disculpa y se dirige a la elfina que al parecer tenía algo que decirle, algo muy importante y secreto porque de no ser así, no notaría el cuidado que estaban teniendo para que Danny no se enterara de la conversación. No negaba que eso le incomodaba un poco, el sentir que algo estaba pasando y que le estaban ocultando, ¿Sería que aquello no era una escuela y se trataba de alguna artimaña para propósitos oscuros? Danny se ríe de sí mismo al momento de pensarlo. Él era un mortífago, ¿Habría algo más oscuro que él mismo? La sola idea le divertía.

"Sabía que algo te estaba preocupando. La protección de la escuela. Y sí, tengo un amigo muggle al que miré hace poco durante un negocio fraudulento de comercio de gente no mágica. El tonto quería venderse. ¿Puedes creerlo?"

Finaliza divertido. Danny recordaba el regaño que le había dado, haciéndole ver que los magos no eran tan geniales como él se lo esperaba, algunos servían a turbios propósitos, propósitos que ni él creía aceptar a pesar de ser lo que era.

"Les preocupa que personas no mágicas puedan encontrar el lugar?"




@@Adrian Wild Editado por Danny Lestrange
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¿Cómo "venderse"? —mis ojos se agrandaron sin dejar ver mayor sorpresa; en realidad, pocas cosas lograban sorprenderme ya—. ¿Se está comerciando con muggles? —pregunté entonces, de forma directa. Iba a preguntar por qué nadie se había hecho cargo de aquello, si el Ministerio había actuado, pero en el fondo sabía que no quería conocer las respuestas a esas preguntas, iban a ser demasiado evidentes. Así que pregunté algo que en aquel momento me interesaba más—: ¿Estuviste allí?

 

Al fin y al cabo, no conocía nada más allá de lo que aquel muchacho aparentaba, por mucha verdad que hubiera habido en sus palabras acerca de la seguridad del Ars & Vita. ¿Estaría de acuerdo con aquella situación? Una parte de mí sabía que el comercio con muggles era algo que iba a pasar después de todo aquello, era inevitable y una respuesta lógica dentro de la barbarie de este mundo; la otra, lo repudiaba. Miré espectante al muchacho, aunque una nueva pregunta me obligó a seguir contestando.

 

Bueno, hemos reforzado las seguridades anti-muggles que de por sí tiene el teatro, después de los ataques a Hogwarts, San Mungo y el MACUSA —expliqué—, pero desde luego temo más que otros magos indeseables o que no quieran aportar nada bueno a toda esta situación lo desubran; sería mucho más peligroso, y toda la gente refugiada estaría en peligro.

 

Miré entonces apacible al chico, tratando de postrar toda mi confianza en sus ojos y diciendo mis siguientes palabras con lentitud para que pudiera comprender bien los términos que en ellas se expresaban:

 

Danny, a partir de ahora, el Ars & Vita puede ser un refugio para ti siempre que lo necesites, pero deberás defenderlo y protegerlo como todos los demás. Nada de avisar a nadie, ni siquiera a quienes pertenecen a él, de su localización o de las formas de entrar, las cuales vamos cambiando cada ciertos días y os informamos tanto a los que estáis dentro como a los de fuera con la máxima seguridad posible —paré un segundo incidiendo en la mirada hacia el joven para después continuar—. No, no realizamos el acuerdo mediante un juramento inquebrantable, pero si alguien incumple, nos enteraremos, te lo aseguro. Y las represalias no serán tan mágicas como todo lo que ocurre en esa pista —dije en referencia al espacio ahora vacío del centro de la sala—. Bienvenido al refugio/escuela Ars & Vita.

 

 

@@Danny Lestrange

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"

"Así es, ¿Cómo ves?"

 

Le responde con las manos metidas en los bolsillos de sus pantalones, exhala con cierta molestia al recordar el evento mientras su mirada se pierde en un punto al frente suyo.

 

"Sí, comercializaban, era una subasta. Había muchos que se ofrecían voluntariamente y él era uno de ellos. Obviamente no se lo permití porque era una locura y en ese acto casi termino en el más allá, ¿Puedes creerlo? Afortunadamente todo se disolvió y tal subasta no tuvo lugar"

 

Suspira aliviado volviendo a fijar sus ojos en él. Por su pregunta parecería que había tardado mucho tiempo lejos de la ciudad, ya que la noticia había resonado por todas partes en los noticiarios de todos los medios de comunicación.

 

"Y sí, estuve ahí, como te imaginarás. Hubo una lucha de varitas finalmente. El mundo está de cabeza... Ha habido invasiones a diferentes instalaciones mágicas incluso Hogwarts como ya te has enterado. Creo que todos los altos mandos del mundo se han vuelto locos, no tarda en estallar una guerra y no solo a nivel mágico, si es que no la estamos viviendo ya."

 

Sus ojos se abren con sorpresa ante lo último que estaba leyendo de sus labios, ¿Un refugio? Seguro que Adrián sabía más de lo que parecía, puesto que ya estaban tomando las debidas precauciones. Ahora todo cuadraba perfectamente, las medidas de seguridad eran para resguardar a esas personas y no tanto para el edificio en sí. Sonríe con alivio reprimiendo un gesto de incomodidad al sentir la marca arder en su antebrazo izquierdo.

 

"No diré una sola palabra. Es una promesa"

 

Finaliza mirándolo con curiosidad, ¿Por qué mencionó el juramento inquebrantable? Ese hechizo tan poderoso solo se realizaba en situaciones de verdadera importancia. Al parecer aquellos acontecimientos lo eran.

 

 

 

 

@@Adrian Wild

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¿Qué podría ocurrirle a una persona para decidir que "venderse", en la forma más literal y aterradora de aquella palabra, era la mejor opción que tenía? Al menos aquella conversación me permitió determinar que Danny Lestrange era un mago en quien podía confiar. No sólo mantenía relación con los muggles, sino que les defendía y evitaba que se vendieran a cualquier clase de engaño de otros magos y brujas que lo único que pretendían era hacer negocio, aprovechando toda aquella situación. O bueno, quizá aquello sólo era un caso aislado, por el hecho de ser su amigo. De cualquier forma, parecía simpatizar con lo muggle y sabía que hoy en día, aquello era demasiado arriesgado como para que pudiera ser parte del movimiento supremacista que había instigado Aaron Black Lestrange.

 

Black Lestrange.

 

Me alegra escuchar que conseguiste disuadirle de sus intenciones. ¿Con qué le engañaron? ¿Por qué iba a venderse? —pregunté—. Perdona. La vida privada de tu amigo no es asunto mío.

 

En realidad aquellas preguntas eran meras curiosidades que pretendían desviar lo que ocupaba realmente mi mente. «¿Tienes algún tipo de parentesco con Aaron Black Lestrange?», fue lo que hubiera querido preguntar. Otra vez, desconfié. Pero esta no era una desconfianza activa, agresiva. Era una especie de desconfianza pasiva, de esa que está alerta y medita los caminos por los que poder conducir a su presa para pillarla in fraganti.

 

Bueno, pues ahora que ya eres un protector más del secreto del Ars & Vita actual... ¿Qué te gustaría ver ahora? —Mostré una media sonrisa apoyando mi cabeza sobre la mano del brazo que se anclaba a su vez a la pierna, un gesto que tapaba todo ápice de desconfianza—. Quizá tengas hambre, está pasando la hora de comer y arriba en la azotea tenemos un servicio de comedor, aunque seguro que puedo ofrecerte algo más...

 

Entonces la vi. Una marca en el cuello, muy bien disimulada y más aún con la escasa iluminación de sala que había encendida. Sopesé rápido las opciones. No era un chupetón. No era un rasguño. Parecía una mordida pero... «Estás tardando mucho en terminar la frase».

 

...suculento.

 

«¿Suculento? Genial, una palabra para nada llena de segundas intenciones, Adrian». Carraspeé. Esperaba que respondiera pronto, si no, todas las preguntas que me estaba callando por cortesía acabarían estallando.

 

 

@@Danny Lestrange

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Egipto | Ciudadela de la Muerte
-Es hora de visitar Gran Bretaña.-
Menciona en parsel a Sia la cual comienza atravesar la pared de su habitación. Este en cambio comienza a caminar desnudo rumbo a su baño, para así refrescarse para la ocasión.
–Cronos.-
Sentencia y su elfo le prepara el baño, este se sumerge en la leche de burra tibia, esencia de flores, miel y algunos pétalos. Esté dura unos minutos embelleciendo su cuerpo, haciendo que su piel posea ese brillo único, secreto de sus ancestros. Al levantarse, cada gota de aquel liquido se encontraba goteando de su rostro, el mago sale y pone sus pies entre lienzos de linos, y su cuerpo es secado mágicamente por las más suaves telas. Acto seguido, se le fue impuesto en el rostro una crema natural para exfoliar su piel, luego se le es retirada. En ese instante, se le comenzaba a maquillar el rostro, perfilo su mirada con galena, a esto se le sumaba una sombra verde lima, con el Kholo en su cejas y pestañas en una tonalidad a su cabellera. En su mejillas y labios uso color rojizo. Esto hacía centrar la atención en su mirada como de serpiente dentro una tonalidad amarilla. Aunque, esto se encontraba oculto por su Linsung de una tonalidad oscura y con joyas para simular la constelación del lobo y la misma cambia a la de la serpiente.
Y en cuanto esto termino de estar listo, fue vestido con un shenti o schenti de un color marfil con bordes dorados, incrustada con joyas en el relieve del escudo de la Ciudadela de la Muerte, el cual era el mismo dios Seth. La cual llegaba hasta encima de las rodillas. En sus pies llevaba unas sandalias cruzadas con forma en la punta de cabeza de lobo, de un color dorado. Estos eran dorados. En cuanta a sus joyería era de oro con joyas preciosas, entre las que destacaba una esmeralda la de su anillo de la nigromancia con forma de serpiente, la distribución de los anillos era de la mano derecha portaba los de los arcanos y en la izquierda el de los Uzzas. En su cuello poseía esos amuletos, collares y demás prendas. Entre esas prendas, se destaca dos brazaletes con el escudo familiar en su antebrazo, ocultando así dos tatuajes. Aunque, el de su espalda siempre se encontraba en movimiento. Y el jaguar en ese momento se encontraba en su cuello, pero a éste le gustaba estar por todo rincón de su cuerpo.
Y al estar listo toma su varita en su mesita de noche, creando un portal para irse a Gran Bretaña, éste es acompañado por dos Lacayos. No obstante, días anteriores el Regente le había escrito a un representante de la dirección internacional de Cultura para que pudiera crearse unas alianzas, en ese sentido el Archimago de la Muerte iría en esa oportunidad en lugar de Uriel Luxure, como integrante de la familia sagrada que regía el país, y que esa reunión fuera del más bajo perfil posible. Este al llegar le envía un comunicado en papiro a @@Adrian Wild , para que así pudieran verse.

Para: Adrian Wild
Director del Comité Cultural Mágico Internacional del Departamento de Cooperación Mágica Internacional
Reciba un cordial saludo, quien suscribe: Licaón, Azarael, Archimago de la Muerte e integrante del Archicosejo, y regente de la Ciudadela de la Muerte, en esta oportunidad me dirijo a su persona para acordar un acuerdo entre nuestros países, así si es posible conocer un poco de su cultura, conocimiento, y todo aquello que guste mostrarme de este país británico. Esperando, pueda disponer de un momento, para así poder atenderme, y descuide que yo me dirigía a donde se encuentra su persona, ya sería mucha molestia solo la idea de que se preocupe en atenderme, y esperando que me indique el lugar, estaré siempre a su disposición, y se despide de su persona para verle en esas tierras de grandes y sabios magos,
Azrael Licaón

 

 

Gran Bretaña | Callejón Diagon
El egipcio observo con cuidado a esos cuídanos británicos. Y en acuerdo con Luxure, Uriel se envía a su encuentro un carrosa conducía por caballos de raza nativa egipcia de un color negro los cuatros. El Archimago de la Muerte ingresa, y se sienta en suaves cojines de pluma de ganso. El carruaje era poseía toda la distinciones de ese país, como símbolo diplomáticos, aunque, poseía el emblema de la casta de los Licaón en sus puertas. El chofer, era egipcio, y conocía muy bien esas calles, era quizás muy poco común, pero así se transportaba el mismo, ya que no pensaba caminar. En ello, en ese interior resonaba una melodía.

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Le mira atentamente para no perderse nada de lo que le decía, luego espera un momento para pensar bien la pregunta. Danny no había preguntado el motivo de manera directa y hasta ese momento se daba cuenta. Duda un poco tratando de imaginar la razón de su amigo para poder responder.

"Lo único que me dijo es que se sentía atraído por la gente con magia"

Le responde evocando la imagen de la batalla que se había librado al poco tiempo, la que le había puesto los vellos de punta lo suficiente como para hacerle ver a ese chico lo enojado que se sentía.

"Ah... Ahí descubrió que yo también soy mago"

Menciona llevándose una mano a la barbilla formando en su rostro una expresión pensativa. Se mueve un poco incómodo y mira a Adrián nuevamente, sonríe.

"Quizá fue arriesgado, pero... Solo le aclaré que no todos los magos eran personas buenas y lo estaba viendo con sus propios ojos. Ahora espero que no me castiguen por revelar mi origen mágico"

Finaliza. Danny se sentía cada vez más tranquilo, realmente no le importaba responder esas preguntas porque no imaginaba su verdadera intención. El chico solía ser muy directo así que tendía a responder literal. Como un niño. Y como tal, la curiosidad siempre terminaba siendo superior así que accede a seguir conociendo la escuela. Y después de enterarse sobre el comedor, el juego ven mago siente algo en el estómago que le recuerda que había saltado su última comida.

"¿A qué te refieres con algo más apetitoso? Ah... "

Danny reacciona rápido cuando logra darse cuenta de la dirección que tenía la vista del muchacho. Recuerda la mordedura que había sufrido por descuidado y enrojece de la vergüenza. Ante eso quizá no era necesario explicar pero aún así lo hace para no propiciar malentendidos.

"No soy un vampiro... Yo..."

Y ahí es cuando duda y una expresión de sorpresa y preocupación se forma en el rostro de Danny. Mete las manos a los bolsillos de su pantalón y se balancea un poco sobre sus pies mientras mira a su alrededor con evidente ansiedad. ¿Lo aceptaría después de saber lo que estaba a punto de decirle?

"Yo soy un licántropo"

Finaliza prestando atención a cada movimiento facial por más mínimo que fuese.



@@Adrian Wild
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  • 8 meses más tarde...

Aquella noche, Cillian tenía calor, el verano estaba llegando a su fin y el clima en lugar de comenzar a volverse más agradable parecía volverse más y más caluroso. Cillian caminaba en ese momento por el callejón en búsqueda de un lugar tranquilo para beber algo, había quedado con Ludwig e Illidan para ello, aunque no confiaba demasiado en que este último apareciera. Si bien aquella reunión se había planeado como algo espontaneo, lo cierto es que el rubio teñido quería celebrar que aquel sería su último día como acompañante remunerado.

Se detuvo por un segundo casi al final del callejón, ningún negocio había llamado su atención hasta ese punto, pero entonces se percato de uno que no había visto nunca antes y que a simple vista podía notarse que no era un lugar tan común. Cillian se acercó al blanco edificio de forma irregular atravesando atravesando el jardín que daba la bienvenida al lugar. ¿Cómo había conseguido el dueño el permiso para tener un jardín en pleno callejón? 

Apenas estar frente a la puerta, Cillian pudo notar que aquel lugar estaba plasmado de detalles que si se detenía a apreciar se le iba toda la noche en ello. Antes de entrar a Ars & Vita envió un mensaje a los otros dos con la ubicación y el nombre del lugar elegido y acto seguido se dentro a la primera de las tres plantas de aquel negocio. Al entrar, pensó que sería interesante conocer al dueño de aquel lugar.

— Creo que estoy en el lugar equivocado.

Murmuró una maldición para sí mismo al darse cuenta de que aquel lugar era una academia de arte y no un lugar en el cual pasar una noche bebiendo algo con amigos. Pero aún así se quedo ahí parado hasta que un amable chico apareció detrás del mostrador de recepción y cuestionó el motivo de su visita al lugar.

— Sinceramente buscaba un lugar en el cual poder relajarme un poco...

Para la hora que era, la academia estaba ya un tanto vacía y Cillian podía observar solo a un par de personas más yendo de un lado a otro. El amable chico del mostrador indico que sí bien no era su giro principal podía encontrar un lugar así en la azotea del mismo y le indicó el camino. Cillian siguió sus indicaciones y se dirigió hasta las escaleras que lo llevarían al tercer piso.

Al contrario de sus dos primeras plantas, la azotea de Ars & Vita rebosaba de vida ya que se encontraban ahí, seguramente, todos aquellos que habían terminado su día con éxito. Cillian se acercó hasta una de las mesas más cercanas al escenario y tomó asiento, esperando a que Illidan y Ludwig hicieran acto de presencia.

 

@ Adrian Wild  @ Ludwig Malfoy Triviani  @ Illidan Black Lestrange

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El sonido de su moto voladora se pudo sentir en el aire, con un rugido cruzo el cielo, ya habiendo recibido con anticipación, la ubicación de aquel lugar. Pudo ver el objetivo delante, por lo que bajaría la velocidad, apuntando al callejón con intenciones de aterrizar allí. Cillian podría ver su excelente llegada, desde su ubicación. Apagaría el motor, dejando la moto allí junto a la entrada del lugar.

Sus rubios cabellos estaban algo revueltos. Vestía un pantalón de jean, una camiseta blanca, y una chamarra de cuero, abierta en el pecho, sobre sus ojos unas gafas de sol, y de su cuello colgaba una cadena metálica con la letra M. parecía John Travolta en Grease. 

Ingreso al local haciendo sonar aquella típica campanilla. - Voy arriba! - Anunciaría al empleado que anda allí tras el mostrador. - ¿Podrían subir cervezas y cada 10 minutos subir más, y así hasta que alguno muera... - Pediría con amabilidad al muchacho. Haría uso de las escaleras, las subiría a puro trote adolescente. El lugar se veía bien, una azotea espaciosa, le agradaba el aroma que reinaba allí. - ¿Qué onda? - Diría saludando a cillin y tomando asiento en uno  de los sofá cercanos, el más cómodo que pudo hallar. - Ya pedí las birras... - informaría a su compañero. 

 

@ Cillian Ryddleturn  @ Ludwig Malfoy Triviani  @ Adrian Wild

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