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● Ars & Vita ● (MM B: 94346)


Adrian Wild
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 Darla-PB-banner.pngSuspiró con expresión aliviada, aunque la expresión fuera sencilla, “tranquila… claro que te ayudo” para ella significaban muchísimo, le preocupaba lo que su alter ego Scarlet pudiera haber hecho con Ernest. Podía recordar su gesto más que enojado y sus ojos, brillando como si le hubieran clavado un cristal en ellos. Él había dicho precisamente algo de la visión de claridad, o algo así.

—Descansar y recordar —susurró la pelirroja y luego miró a Adrián frente a ella que se había girado hacia su joven amigo —una infusión y calmarme, sí, lo intentaré —repitió mientras su mirada castaña seguía los movimientos del amigo de Adrián, le vio levantar su calzado del suelo y luego ofrecerle su brazo, sí, se habría sonrojado, pero no podía, ni quería ser descortés con el joven.

—Gracias… sí sabes mi condición ¿verdad? —preguntó Darla hacia Adrián, consciente de que ambos podían sentirse como miembros de la misma raza.

Tomándose delicadamente del brazo de Robin se dejó guiar por él hacia la Azotea, mientras intentaba concentrarse en las imágenes de los recuerdos de Scarlet de la situación, la bruja había guardado la maldición oscura tapándola bien y dejándola en el bolso de piel de moke de la Potter Black. Pero se había visto empapada con la poción que la había arrastrado a buscar saber lo que Ernest esperaba de ella. Le había reclamado que no hubiera pensado en lo que hacía y que se bebiese la poción en lugar de buscar una solución más ortodoxa.

Casi ni se dio cuenta por ella como pasaron los distintos niveles que los llevaba a la azotea, cuando notó el aire suave en sus mejillas observó a su alrededor, notando el escenario central rodeado de mesas con sus respectivas sillas. El límite del lugar lo marcaba lo que era una valla de cristal, cerca de la cual se observaban los servicios por un lado y una barra por otro detrás de la cual se distinguían sillones y sofases alrededor de mesitas de cristal, todos rodeados de cortinas de gasa que en ese momento se encontraban descorridas, dejando el lugar a la vista.

—Nunca había venido a este local, a Seba le hubiera encantado —comentó la pelirroja aún sorprendida por el ambiente tan agradable que podía sentirse en el lugar.

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Sonreí de medio lado cuando la mujer preguntó si sabía sobre su "condición". Bueno sí, era cierto que era algo que condicionaba, pero me hacían gracia los eufemismos. No sabía muy bien por qué, pero yo siempre había contado con que Darla sí tenía aquella información sobre mí, así que me extrañó la cautela. No contesté, dejando que el silencio fuera la respuesta.

El ascensor llegó a la última planta y las puertas se abrieron, dándonos paso a la claridad de las primeras horas de la mañana. El día estaba despejado y se podía percibir que los rayos del sol comenzarían a calentar en una hora, si no menos. Me encantaba el buen tiempo como aquel, pero desde hacía ya décadas, el clima se había convertido para mí era una herramienta más que podía ayudarme o desaventajarme en la empresa que tuviera que acometer ese día. A veces era mejor el refugio de la niebla, cuando deseabas pasar desapercibido, por ejemplo.

La mención a Seba, familiar Dumbledore y difunto marido de la pelirroja, me removió internamente. Sin embargo, no mostré expresión alguna. Si ella tenía ya el coraje de mentarlo y mantener la compostura, no podía ser yo quien desentonase en aquella armonía. Me pareció bello el momento, pero tampoco dije nada. Había perdido la costumbre de presenciar la belleza y hacerla ver; hoy en día era tan poco frecuente percibirla a simple vista que los pequeños momentos en los que la veía prefería guardarlos en un espacio particular de mis adentros.

Asentí, no sabía muy bien si en respuesta o para indicar la salida del ascensor, y los tres avanzamos unos pasos. Luego les indiqué que me siguieran hasta un privado con sofás alrededor de una mesa de café, junto a la barandilla que nos permitiría ver un buen trecho de aquella zona del Callejón. Mark pareció seguirnos, pues en cuanto nos hubimos acomodado apareció frente a nosotros y esperó pacientemente a que le ordenásemos qué íbamos a tomar.

— Dos desayunos... —miré a Darla con una sonrisa— para nuestra "condición", Mark, gracias.

Sentí el corazón de Robin acelerarse. No estaba cómodo con aquello, lo supe desde el principio, pero siempre esquivaba pensarlo y conseguía anteponerse a su instinto. Con el mejor de sus ánimos le pidió al elfo un desayuno de la casa, «para los que no tenemos condiciones», bromeó. Le sonreí y con pillería me pasé la lengua por el colmillo que quedaba de su lado. Él puso los ojos en blanco pero acabó por sonreír también.

Regresé la atención a Darla.

— ¿Has recordado algo más? Estás muy callada, imagino que tratando de hacer memoria. No te sientas presionada, nos tomamos el desayuno tranquilamente y si te vienen flashes nos vas contando. Hoy no empezará a venir nadie hasta el mediodía, no tenemos nada programado para esta tarde, así que sólo son un par de talleres. ¿Necesitas algo en particular en el desayuno o con cualquier otra cosa? —pregunté antes de que Mark se fuera con nuestro pedido.

 

@ Tessa Brower

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Darla-PB-banner.pngHabía algo que Darla sentía desde que se había encontrado por primera vez en la boda con Adrián y, aunque no lograba identificar con certeza qué era, lo que sí le provocaba es que se sentía vulnerable y tímida en su presencia. Era cierto que no se había comportado tímidamente con él, pero formaba parte del extraño efecto que él le provocaba, cosa que no lograba terminar de entender, o mejor dicho, ni comenzaba a entender siquiera.

Instintivamente, apenas se habían abierto las puertas del ascensor, había acariciado el anillo de plata y lapislázuli que le permitía permanecer bajo la luz del sol y que había sido hecho con magia antigua y estaba protegido para que no se le pudiera quitar del dedo tan fácilmente. Lo siguiente que supo fue que debía parecer raro que estuviera tan entera al nombrar a Seba. Levantó la barbilla y respiró profundo ¿cómo explicarle a alguien eso? Un año, ochos meses y un par de días. Sí, tenía muy claro cuánto tiempo había pasado y también tenía muy en claro el tiempo que había desgastado en el medio de eso antes de estar con alguien más.

 Mordió su labio y miró el ambiente íntimo del lugar elegido por Adrián para el desayuno. No se trataba de una intimidad incómoda, sino más bien de la de una familia. ¿Cuál era por cierto el parentesco exacto que tenían ellos en la Dumbledore? Seguro que su sobrina Ariane lo había adoptado, era tan amante de tener hijos que se sorprendía de no tener quinientos cuñados. Ese parentesco tan extraño de ser tía del corazón y nuera de la muchacha era algo que siempre le había causado gracia.

Cuando Adrián pidió el desayuno no pudo evitar sonreír y bajar un poco la mirada, se hubiera sonrojado si pudiera. Miró de reojo al acompañante de Adrián y se dio cuenta que quizás era algo incómodo para él ver a una vampiresa que consideraba ebria y que parecía no haberse alimentado por algún tiempo. Darla podía sentir que Scarlet si lo había hecho, rogaba que no fuera de Ernest. En ese momento la voz de Adrián la trajo de regreso.

—Ohh, no demasiado, solo sé que no ataqué a Ernest…  aunque se lo merecía… —no supo con exactitud por qué lo dijo, pero era algo que tenía claro, el que los expusiera a aquellas magias de otros mundos, aquello la sorprendió y la asustó y por primera vez miró su mano, notando la presencia del brazalete ofuscado —la magia no era de este plano, aunque tampoco era de otro mundo pero… ¿dijiste si necesitaba algo? —miró a Adrián, como recordando algo —veritaserum… Ernest mezcló veritaserum con la poción y yo le pregunté qué sentía y él… él buscó que yo dijera lo mismo… creo… ¿por qué me bañaría con la poción sino? —la pregunta era más para sí misma que para Adrián y esta vez sí que se sentía tonta, la poción no debería tener el mismo efecto si no la bebes que si sí. ¿Por qué Ernest le hacía eso y desaparecía? Volvió a mirar a Adrián y con voz nerviosa le preguntó —¿crees que si tomo veritaserum ayude? —el problema estaba en ¿qué tanto podía arriesgarse a decir más de lo que debía?

@ Adrian Wild

Editado por Tessa Brower
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En momentos como aquel me planteaba estudiar Legeremancia. Quizá fuera más fácil para ambos recordar lo ocurrido si yo conseguía acceder de alguna forma a esos recuerdos confusos y a los pensamientos de la bruja, pero... No, tampoco podía invadir de aquella manera su intimidad. Quizá por eso todavía tenía reticencias para aprender aquella habilidad; aunque, siendo sinceros, en muchas de las ocasiones vividas los últimos años me hubiera sido de verdadera utilidad.

Darla me aseguró que no atacó a Ernest, algo que, en realidad, no había dudado siquiera. Pero por como hablaba, parecía que otra "persona" había ocupado su mente durante todo aquel intervalo de tiempo en la boda. ¿Qué ocurrió con aquella poción? Traté de seguir el hilo de sus palabras. Al parecer Ernest había mezclado Veritaserum con aquella extraña poción de la que no teníamos más pistas y... ¿La bañó con ella?

— ¿Te la echó por encima? ¿O se la bebió él? —fueron preguntas de control, para tratar de no perder ese hilo tan fino del que estábamos intentando tirar. Luego, puse los ojos en blanco—. En cualquier caso, me parece increíble el uso incontrolado de esa poción. El Ministerio antes llevaba un registro y control exhaustivo de ciertas pociones pero ahora... Desde las guerras...

Sí, lo reconocía. El Ministerio había pasado por mucho en los últimos años; todo el mundo mágico, en realidad. Pero había funciones que no se podían descuidar o que debían recuperarse lo antes posible. Medité durante unos segundos la propuesta de la pelirroja. Ella misma me preguntaba si, usando aquella poción, podríamos conseguir algo de la información que necesitábamos. Respiré profundo y miré a Robin con cara de circunstancias, esperando alguna opinión sensata por su parte; con su discrección ya contaba.

— A mí no me mires. Fui expulsado de Hogwarts y no fue precisamente por seguir las reglas.

Aquello me sacó una sonrisa. Aquel muchacho tenía un don para destensar ambientes. El mismo que yo parecía haber desarrollado para crearlos. Además, siempre me fascinaba el poco pudor que tenía para exponerse de aquella manera frente a alguien completamente desconocida. Mark llegó con los desayunos. Unas buenas tostadas de aguacate con huevo a la plancha y café para Robin, y un par de copas largas llenas de rojo y espeso líquido, acompañadas de un par de pinchos cuya composición mejor no describir, aunque se veían apetitosos.

— Te prometo que es todo de la mejor calidad. —Le informé a la mujer, tomando una de las copas y dándole un extenso trago. Me relamí con la mirada perdida en algún punto del cielo antes de responder definitivamente—: Está bien, probaremos. Pero lo haremos cuando hayamos desayunado y en mi despacho, a puerta cerrada —carraspeé y miré fijamente a Darla, acercándome un poco hacia ella—. Lo hago bajo tu consentimiento y desde ya te digo que no es nada fiable, mucho menos cuando se trata de recuerdos que ni tú misma tienes claros. El Veritaserum no aclara el nudo que se puede generar tras un trauma o una situación confusa... Lo que me lleva a pensar... ¿Por qué no recuerdas nada? ¿Fue al tirarte la poción encima, bebiste algo más o... —bajé un poco el tono, aunque sabía que Robin me escucharía— perdiste el control?

 

@ Tessa Brower

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Caótica. Así se sentía en ese momento. No entendía por qué los recuerdos de Scarlet eran tan confusos o nulos. Era verdad que Ernest y ella habían cometido un error. Aún podía escuchar en sus oídos las palabras de Scarlet luego de que "huyera" al descubrir el verdadero efecto de la poción en ella. 

Recordó el aroma de la poción en ese momento, no debía olerla más de tres veces y Ernest estaba seguro que ella podría controlarla así pensara en la persona que más odiaba. Y había pensado en esas dos personas. Y no, no había podido controlarla. <<Ernest te has equivocado… ¿¡Qué has hecho!?... tráela de vuelta Ernest, trae de vuelta a Darla o te juro que te mato…>>  Nunca había sentido tan asustada y tan furiosa a Scarlet a la vez, podía tener al fin el cuerpo de la Potter Black ¿qué la había asustado?

Las preguntas de Adrián la sacaron de sus recuerdos borrosos, lo miró sorprendida antes de afirmar.

–Ambos, me dio a oler la poción advirtiéndome no la bebiera y cuando mmm… –¿cómo le explicaba su segunda condición? Suspiró –cuando dejé de ser yo, él la bebió… –dudó unos segundos recordando aquel momento de sorpresa –de hecho la bebió toda, que extraño… –forzó sus recuerdos a los momentos previos de que le diera la poción a ella.

Me arrojó la poción dorada con un cabello suyo en el interior –podía verlo y recordar cómo empapó a Scarlet veritaserum, espejo, maldición oscura, hechizo del cristal, poción del amor verdadero –recitaba todo como si fuera una lista de compras, Ernest en serio la había mareado aquella vez.

Escuchaba las palabras de Adrián y se sintió culpable, ella había sido nombrada por Sean pero desde que se fue Sagitas y asumió Rory jamás se había sentido a gusto en su puesto de seguridad, el predicador se manejaba con los suyos y la dejaba de lado…

Lo siento Adrián, es más que una guerra, es todo, las drogas mágicas, los ataques, los GRINCH, ya nadie sabe qué está pasando ni por qué –negó con la cabeza y se quedó callada porque justo Adrián miraba a su compañero, claro que no esperaba su comentario que le arrancó una sonrisa a desgano.

Pero no tuvo tiempo de comentar porque en ese momento llegaban los desayunos.

–No necesitas aclarar de la calidad –dijo Darla observando sorprendida a Adrian –me estás acogiendo cuando ni sabemos si hice algo o no, podrías darme sangre de sarihuella y estaría bien –lo miró a los ojos dejando que su rostro revelara lo agradecida que estaba y algo más. Quizás no debió inclinarse hacia ella cuando le decía lo que harían, la pelirroja sintió ese burbujeo incoherente en su interior, escuchó las preguntas y aunque no sabía con exactitud qué había pasado sabía que eso no pero…

Entonces no, sí ahora –e inclinándose hacia adelante rozó los labios de Adrián y se enderezó bruscamente tomando la copa que le habían servido y la bebió de un solo sorbo, sin respirar, cerrando los ojos y temblando levemente.

@ Adrian Wild
 

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  • 2 meses más tarde...

Me quedé estupefacto y sin aliento. Y Robin pareció quedarse petrificado. ¿Respiraba? No, él no, estaba claro, pero, ¿yo lo hacía? Me forcé a ello cuando pude recobrar un poco el hilo de los pensamientos anteriores a aquel beso. Miré sin ver a la pelirroja sorber de su pajita y tomarse todo el contenido de la copa de un trago. Al final, se había atrevido. Todas aquellas pistas, aquel juego que había comenzado en la boda de Ludwig y Cillian, llevaba a aquello.

Y quizá terminaba ahí.

No supe reaccionar, de ninguna manera, y lo hice de la peor posible: eludiendo al gigante que teníamos sobre la mesa.

— Emm... —Sí, respiré—. ¿Cómo fue eso de que dejaste de ser tú?

Me costó unos minutos terminar de formular aquella pregunta en mi cabeza. Toda la información recibida hasta el beso se entrecruzaba en el espacio vacío que había dejado tal acto en mi mente. Un espacio agradablemente vacío, pero tanto que, de pronto, era inmenso. Y las ideas los cruzaban como destellos fugaces. Recordé que Darla había recitado una secuencia de sustantivos que no había comprendido del todo.

— ¿Qué era todo eso que has mencionado? ¿Hechizo del cristal? ¿Maldición... algo?

Desde que había comenzado a preguntarle tras recobrar un poco la consciencia, no había apartado la vista de sus labios. En el fondo de todo aquel pensamiento provocado todavía estaba la sensación del roce de ellos contra los míos. Fui consciente de hacia dónde estaba mirando y levanté la vista para darme cuenta de que ella tenía los ojos cerrados. Aproveché aquel momento para desviar la mirada hacia Robin, que mantenía su expresión de asombro, con los ojos muy abiertos y media tostada en la mano sobre el plato. Miraba en diagonal hacia este y no se había movido ni un milímetro. Le di un manotazo en la pierna para que reaccionara. No se movió, pero transformó progresivamente su expresión en la de una sonrisa incrédula y divertida.

Supe que no me escaparía de sus mil preguntas, teorías y pesadez cuando nos quedásemos solos.

— Darla...

¿Qué, qué le iba a decir? No dije nada. Sólo quería retomar el tema con el que habíamos comenzado. Tomé de nuevo entre mis manos mi copa y bebí un largo trago, sintiendo aquel líquido espeso llenar toda mi cavidad y bajar por mi garganta. Aquello pareció devolverme al lugar y al hilo de pensamientos anterior. Pero todavía no había regresado a aquella azotea; mi cuerpo estaba unos palmos por encima de ella.

 

@ Darla Potter Black si te apetece continuamos con este rol, si no tranquila que sé que ha pasado tiempo.

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El líquido que había bajado desde sus labios por su garganta lograron lo que pensaba había perdido hacía algún tiempo: estabilidad y cordura. Bueno, al menos así se sentía, más viva, más cuerda, más estable. Pasó suavemente la lengua por sus labios saboreando… no estaba segura si el roce o la bebida, bueno, no estaba tan estable como quería.

Oh… Adrián acababa de hacer la pregunta mágica. Se tomó unos segundos para acomodar ideas y explicarle esperando no le clavara una estaca en el corazón. Él parecía más preparado y ansioso, lanzó una serie de preguntas sin darle tiempo siquiera a responder la primera.

Para cuando abrió los ojos tuvo la sensación de haberse perdido algo importante. Adrian repetía su nombre, quizás pensando que se había dormido y en los labios de su amigo había una sonrisa que no sabía si quería entender.

Adrián… vamos por partes ¿si? –respiró profundo –no sé qué tanto sabes de horrocruxes pero si conoces de historia sabes que ya hubo un horrocrux humano. Yo soy otro, Scarlet me convirtió primero en su horrocrux y luego en vampiro. Hay veces que ella toma el control de mi cuerpo y aunque físicamente puedes verme si ella no utiliza metamorfomagia no sabes que no soy yo, éramos, somos, casi idénticas –acarició sus labios en un gesto pensativo –Scarlet le tuvo miedo a lo que las pociones de Ernest podían hacer –pensó en las preguntas que le había hecho luego.

Eran hechizos y pociones que en sus viajes consiguió Ernest, no son muggles, creo. El hechizo del cristal te hace ver las cosas de forma tal que le dices a la gente "verdades" que pasan por tu mente sin ningún filtro –hizo un esfuerzo para recordar la maldición –maldición oscura –susurró mientras en su mente volvía a ver la escena de Ernest con la poción dorada, el cabello rojo de Darla y la poción oscura, sintió que respiraba agitada –el humo empezaría a cubrir a toda la gente en la fiesta y en los alrededores y se cumpliria el transportar a todos a un lugar en donde si yo quisiera nadie sabría que son magos y tendrían otras personalidades –Darla levantó la mirada que se había posado en la mesa y dejó que la metamorfomagia coloreara sus mejillas al encontrar los ojos de Adrián –no son mis palabras, son textuales las que me dijo Ernest.

Nunca entendería la relación que la unía con el joven Dumbledore, desde que habían trabajado juntos en Inquisidores hasta su enfrentamiento en San Valentín un par de años atrás, hasta ahora, era como un tire y afloje.

El cabello mojado en la poción dorada del verdadero amor detiene los efectos de la oscura, que la creó la reina malvada que odiaba a Blancanieves –se encogió de hombros aún más sonrojada que antes intentando mantener la mirada de Adrián.

–¿Qué más quieres? –preguntó aún nerviosa, recordando aquellos detalles de su charla con Ernest y las pociones –digo, saber –desvió su mirada hacia Robin, pero no fue buena idea, él mantenía esa sonrisa que la hizo sonrojar aún más y se preguntó porqué se había dejado llevar por sus impulsos, sus instintos o lo que fuere, debía intentar dominarse pero había algo que se lo impedía, extendió la mano para tomar la de Adrián y se frenó a mitad de camino y la dejó caer sobre la mesa, sosteniendo con fuerza una servilleta entre sus dedos.

@ Adrian Wild

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  • 2 meses más tarde...

Darla recordó. Recordó mucho más de lo que esperaba que recordase sobre su conversación con Ernest. Parecía que, poco a poco, su cerebro iba conectando una idea con otra y lograba formar de nuevo las imágenes que habitaban en sus recuerdos con más claridad. Las piezas del puzzle comenzaban a encajar. Traté de procesar toda la información que me estaba compartiendo la mujer, aunque no podía ignorar lo que acababa de ocurrir unos segundos atrás. Y quizá que me revelase que ella misma era un horrocrux no ayudó a aquel proceso.

Tragué saliva cuando preguntó que qué más quería y casi no me di cuenta que había contenido brevemente la respiración hasta que especificó que si quería saber algo más. No supe responder nada de inmediato, pero camuflé toda posible expresión sorbiendo de nuevo mi bebida. Ella me había contestado "por partes" y, sin embargo, mi cabeza ahora era una completa macedonia de pensamientos, respuestas, preguntas e ideas. Miré su mano sobre la mesa, estrujando una servilleta entre sus dedos.

— Pero, entonces, ¿Scarlet vive dentro de ti?

No sabía muy bien por qué era aquello lo que le preguntaba, como si fuera lo que más me debía preocupar o interesar; quizá porque así era. Aquella mujer, Scarlet, la había convertido en su horrocrux y luego la había convertido, pero, ¿y cómo habían acabado siendo la misma persona? Sí, debo reconocer que nunca había dedicado tiempo en mi larga vida a investigar a fondo aquel tipo de magia, aunque sí conocía mucho de artes oscuras, pero no había aprendido el verdadero funcionamiento de los horrocrux y lo que implicaban. Por eso había preguntado aquello primero, instintivamente y movido por la ignorancia y la curiosidad.

— Bueno, discúlpame, quizá no es momento de hablarme de algo tan personal. —Otra vez aquella sensación de rubor que afortunadamente no se exteriorizaba. Carraspeé—. Entonces, vamos a ver. Recapitulamos. ¿Qué es todo eso de la maldición oscura?

No había pasado por alto todo lo demás que me había relatado. Blancanieves... La reina malvada... No sabía muy bien qué se traía entre manos mi sobrino, pero todo aquello me sonaba a locura. Pero, ¿lo era? ¿Y si aquellos mundos ficticios de los cuentos sí tenían un origen real?

— ¿En qué está metido Ernest, Darla? —pregunté. Y entonces, recordé lo que habíamos sugerido hacer antes de que me compartiese todos aquellos datos—. ¿Has recordado todo? ¿Crees que debamos probar lo del Veritaserum?

 

@ Darla Potter Black gracias por la paciencia infinita

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Notó que Adrián se había incomodado, y un sentimiento de culpa la invadió al darse cuenta que su pregunta, “mal formulada”, podía haber sido algo molesto para él y sin embargo. Él se hundió en su taza y la pelirroja pensó en un meme muggle que había visto y en lo que un amigo de sus largos viajes del pasado solía bromear diciendo que ella se estaba escondiendo en un vaso o una taza cuando hacía algo similar. Aunque no podía negar que lo que él preguntó la tomó por sorpresa pero no de mal modo.

—Como toda alma en un objeto… aunque yo no soy un objeto… pero sí… —sonrió con un gesto de timidez —la mayor parte del tiempo ella no puede actuar ni “ver” —resaltó sin darse cuenta la palabra —y mucho menos oír o saber mis pensamientos si yo no la dejo, él ser una oclumántica nata casi de nacimiento me ha ayudado a ello, aunque sí he bajado la guardia… y a veces la he dejado yo misma tomar el control de mi cuerpo cuando mi alma no quería estar más en este plano —en ese momento bajó una vez más la mirada, consciente de que había confesado algo que pocos sabían.

Adrián pareció notar su incomodidad y decidió pasar de regreso al tema de la maldición oscura. Darla casi que le agradeció, aunque sinceramente, lo de la maldición era algo más para que lo aclarase Ernest antes que ella.

—La maldición oscura está encerrada en una poción o hechizo gaseoso, casi líquido, puede hacer que la gente desaparezca, supongo que extendiéndose sobre los seres como lo haría un detritus, pero este gas no protege, sino que hace olvidar y te lleva a donde no sabes quién eres ni que tienes magia y olvidas todo lo relacionado con ella y con tu vida pasada —ante la otra pregunta de Adrián ella solo pudo negar con la cabeza, su cuñado Ernest estaba en tantas cosas y se perdía siempre tanto que no sabía con exactitud qué responder —no sé en qué anda, solo sé que su tienda hace que se vincule con gente y objetos que son peligrosos hasta para el mundo mágico si no se los manipula o controla correctamente —miró una vez más a Adrián a los ojos y supo que quizás no, o quizás sí, no estaba segura ¿y si decía algo que no debía sobre ella misma? No creía que Adrián fuera a indagar sobre eso pero… —no lo sé, pero me pongo en tus manos si la utilizas juntamente con el anillo de salvaguarda contra los oídos indiscretos y algunas otros medios de seguridad, yo… —miró a Robin y luego de nuevo a Adrian —si tú quieres que lo hagamos, está bien —susurró la pelirroja decidiéndose a relajarse.

@ Adrian Wild siempre y cuando quieras ;)

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Definitivamente acabaría investigando sobre los horrocruxes en mis ratos libres a partir de aquel momento. Aún siendo conocedor de los antecedentes a los que se refería la pelirroja, me sorprendía la posibilidad de convertir a un ser humano en uno y esa curiosidad se vio instigada a ser resuelta al encontrarme tan cercano a uno de aquellos infrecuentes fenómenos. Era consciente y conocía el misterio que había rodeado siempre a la mujer con la que ahora parecía intercambiar mal expresados sonrojos, pero jamás hubiera imaginado que aquella condición pudiera ser un factor de este.

Robin masticaba sus tostadas en silencio, despacio y muy atento a nuestra conversación. Decidí también alejar cualquier pensamiento invasivo y centrarme en lo que Darla me contaba sobre la maldición oscura y su relación con aquel tipo de magia. Por lo visto, mi sobrino tenía un negocio en el que comerciaba con artefactos peligrosos. O, cuanto menos, extraños. Si no, cómo iba a vincularse con magias que implicaban maldiciones de tal calibre.

La pelirroja relegó en mí la decisión sobre si proceder con el Veritaserum o dejarlo estar. No me había olvidado el estado en el que había llegado a mi local, y sentía que debíamos saber qué había pasado en el tiempo intermedio transcurrido desde la boda hasta aquel momento, pero tampoco quería forzar su mente más de lo que ya habíamos conseguido sacar en claro. Y tampoco sabía cuánto podía controlar el efecto del Veritaserum como para no sonsacarle verdades incómodas o demasiado personales.

— Darla yo... Creo que es una decisión tuya. Quizá si seguimos hablando logras recordar que sucedió desde que... ¿Scarlet? —me apoyé en Robin para confirmar que era aquel el nombre al que la mujer se había referido a su poseedora— Sí, Scarlet, tomara posesión de tu consciencia. Pero si te sientes con fuerzas para exponerte al Veritaserum, acondicionaremos mi despacho en un abrir y cerrar de ojos para ello.

Di un profundo sorbo a mi espesa bebida, acabándola ante una poco sutil mueca del muchacho que se sentaba a nuestro lado, quien soltó su café de golpe sobre la mesa.

Límpiate esos morros anda... —dijo, apartando el trozo de tostada que quedaba sobre su plato hacia el centro de la mesa de café, en un intento de apartar también las imágenes horripilantes que seguro cruzaban su mente—. Que quitáis el apetito a cualquiera.

Le ignoré, aunque tomé una servilleta y me limpié, sin dejar de mirar a Darla. No lo hice con mala intención, sino porque mi atención estaba completamente postrada en la vampira. Vampira y horrocrux... Mi estima sobre la fortaleza de aquella mujer aumentó algunos peldaños.

 

@ Darla Potter Black

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