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El Hipogrifo Asustado (MM B: 105757)


Reena Vladimir
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Matt se burlaba del pobre perro, pero que esperaba, era Matt. Me dijo que podía tocarlo, de seguro vio las miradas que le echaba al perro, como adoraba esos animales, pero primero debía olerme.

 

-Ya lo se- voltee a verlo divertida- no creas que nunca antes he visto un perro.

 

Me acerque a Fenrir estirando mi mano para que me oliera, mientras este se remangaba las mangas de su túnica y cargaba las cajas, echándome en cara el hecho de que si podía con ellas.

 

-¿No es más fácil con un encantamiento levitatorio?- me burle de él mientras Fenrir me olía- y sabes, hace cosquillas, tu perro.

 

Comencé a reírme, era algo cosquillada y sin duda el perro lo había notado, ya que no para de olfatearme y Matt no hacía nada por detenerlo. Después recordé que me había llamado enana, ¿Qué le pasaba? Mi cara se torno de un color rojo al momento que me dijo que a lo mejor la que andaba en las clases de la guardería era yo.

 

-Me refería a Itilion, no a ti- le saque la lengua a modo de juego- y no soy enana, solo mas chica que tú- rascaba por detrás de las orejas a Fenrir, eran tan suaves.

 

Escuche que mamá nos hablaba, Matt dejo las cajas en el suelo y fue con ella, lo seguí, dejando a Fenrir viendo de nueva cuenta a Uni-ojo.

 

-Alérgica a los perros- murmure al entrar a la habitación de los chicos cuando mamá le informaba a Matt- entonces Matt tampoco podrá acercársele, él es casi como un perro- me reí de mi propio chiste mientras me acercaba al lavabo y comenzaba a lavarme.

 

Voltee a verlo, divertida, las bromas entre los dos no se hacían esperar, pero así nos llevábamos, como si con eso pudiéramos recuperar el tiempo perdido. Era divertido. Sonreí de lado mientras le guiñaba un ojo y regresaba junto a mi madre.

 

-Miraré, en el botiquín… revisare haber si hay alguna poción anti-estaminica, pero creo que no vi ninguna- explique a mi madre mientras regresaba a la recepción a revisar el botiquín.

 

Revise cada una de las pociones que en el había, pero nada, ya me lo temía. Pociones de ese tipo solo estaban en san Mungo. Me encogí de hombros y regrese al cuarto donde estaban Mamá y Matt.

 

-No hay ninguna de ellas, pero si quieres puedo hacerla- me encogí de hombros sonriendo de lado- solo que necesitare un poco de ayuda.

 

Voltee a ver a mi hermano, divertida, sabiendo que este tal vez, no se negaría a ayudarme. Me acerque a la camita donde estaba mi mamá con la pequeña niña y le sonreí de forma amistosa.

 

-Hola pequeña, mira que haremos algo para que este grandulón de aquí no haga que te la pases estornude y estornude todo el tiempo- le guiñe un ojo y voltee a ver a mi hermano.

 

-Entonces ¿me ayudas Matt?- mis ojos brillaban, ansiosa por comenzar a trabajar en la poción.

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La peuqeña estaba asustada, asi la sentía, además de que parecía algo tímida, pero con Sagitas los pequeños cogían pronto confianza, y ya se atrevía a tocarle el pelo. Me presentó a la peuqeña como el chico que las ayudaba y le sonreí amistosamente.

 

Me sobresalté, pero parecía que la niña tenía alergia a los perros. Genial, eso significaba que Fenrir tendría que irse de la sala donde ella estuviera. Pero bueno, no iba a protestar, la pequeña no tenía culpa de nada.

 

- No te preocupes, en seguida voy a avisarles. Y sacaré de alli a Fenrir.

 

Tampoco me dejaba acercarme a ellas, no fuera a ser que yo mismo tuviera algo de Fenrir y la pusiera mal. En aquel momento la niña se cayó y comenzó a llerar por el golpe. Quise agacharme a consolarla, pero recordé que debía lavarme las manos.

 

Me alejé por el agua, justo cuando decía algo de sangre. Eso era muy raro. Informé a los elfos de lo que debían limpiar, mientas fenrir desaparecía, como siempre. Me lavé bien las manos y le llevé a mamá el agua, justo cuando Jesse le decía que no tenímos poción antistamínica.

 

Miré a Jesse, extrañado. No era muy bueno preparando pociones.

- Si mamá no me necesita puedo echarte una mano, aunque te advierto qe no soy muy bueno con las pociones

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Arieluz Potter

 

-- Arieluz, cariño... –Me levantó del suelo y yo me agarré de su cuello. --A ver, explícame lo de mami. ¿Cómo que eres una demonia y que muerdes a mami? que no está bien morder, ¿verdad? No se muerde, se da besitos – me dio un besito en la frente así que sonreí, la bruja continuó diciéndome:

 

- Entonces... Si tú me das besitos, yo prometo quererte mucho. Si me muerdes no, me sentiré triste y no me apetecerá jugar contigo. Y no creo que quieras eso, ¿verdad? Vamos a la cocina, ya verás qué comida más buena tenemos.

 

-Siiiiii – grite de alegría, le sonreí y le seguí diciendo a la bruja – mi tiene hambrie… y mi mordido a mami porque papi también mordido a ella y ella puso a carita fieliz y mi quieria que mami tuviera otra vez carita fieliz y mi mordido a ella, pero mi mordido muy duro y ella sangró y mi cambió miucho miucho miucho tianto que parecido mas a papi que a mami

 

Miré a la señora y puse carita triste mientras me sentaba en una silla, seguí el movimiento de su cabello violeta, un gracioso ser apareció en la cocina y le dijo algo al oído, ella le contestó:

 

--- Ahora nooooo, Abba... Ahora no pueeeedoooo ir a ver a Araaaaadiáaaa. Que le estoy preparando comidita a Arieluz... Iré en cuanto pueeeeedaaaa... – me reí mientras miraba las orejas grandes que tenia, cuando el ser pasó por mi lado agarré una de las orejas y la tiré hacia mi, abracé al gracioso ser mientras me reía y le dije a la bruja:

 

-Bionita mascota… graciosa

Siempre seré tu hija... Reiven Grindewald te quiero // NiqQIUZ.gif

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La elfina de Sagitas me había visto. Con tal enfado que llevaba conmigo, se me había olvidado cerrar la puerta para poder desahogarme sin presencia alguna. Estaba perdida, era casi seguro que la elfina le fuera con el cuento a Sagitas y ella vendría a pedirme explicaciones que no sabría darle.

 

Por esa razón, saqué mi varita y uno a uno, fui reparando todos los jarrones que se encontraban en el suelo despedazados. -Reparo

 

El último pedazo de cristal se unía al resto y desaparecían las grietas del cristal roto, formando de nuevo un jarrón transparente y preparado para ser utilizado.

 

Esperaba que el hecho de que los jarrones no tuvieran la misma cantidad de rosas, no estuviera al alcance de nadie, después de todo, las rosas eran solo para mí, no para el decoro de la guardería.

 

¿por qué me preocupaba aquello? después de todo, no tenía que dar explicaciones a nadie, solo me había ofuscado conmigo misma por el mero hecho de no estar en los momentos más importantes para mi familia. El quidditch y la afición a volar y la pasión por las escobas de coleccionista, me había hecho perderme grandes eventos como los ascensos laborales de mi gemela o la reaparición de mi abuela Antara.

 

Por no hablar del hecho de dejar a Sagitas sola con el pequeño Ithilion, cuando tiempo atrás le había prometido cuidar de ella por todo aquel amor que recibía por parte de ambos.

 

Me senté en la silla y comencé a revisar alguna de las fichas, desde que habíamos abierto ese lugar, no había dado palo al agua, y era hora de que me pusiera a ello.

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Gemelas-D


¡D-Mente & D-Squiziada!

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Sonreí a mi hermano cuando este me dijo que no era bueno con las pociones, era de esperarse, a mi me había costado un tiempo recordarlas casi todas. En fin, me encogí de hombros y mire a nuestra madre.

 

-¿Crees que pueda llevarme a Matt?-pregunte viendo de reojo a mi hermano- no creo que provoquemos muchos destrozos, y si eso pasa, podremos solucionarlo

 

Alargue la mano, esperando a que mi hermano me siguiera, era mejor hacerla en uno de los cuartos del fondo que aun no tenían nada, así no corríamos el riesgo de quemar o hacer explotar nada.

 

-Vamos, que es mejor prevenir que lamentar- sonreí incitándolo a seguirme- mira, que no es una poción tan difícil de preparar, te enseño

 

Salimos del cuarto donde estábamos y antes de guiarlo hasta el ultimo cuarto del lugar, pase a la recepción por mi bolso, donde siempre cargaba un poco de todo, no sea que lo valla a necesitar. Llegamos hasta el cuarto y abriendo la puerta con delicadeza, entre precediendo a mi hermano.

 

Me acerque a una mesilla que había en una esquina y con un rápido movimiento de varita hice aparecer un caldero, con un mechero debajo de este. Comencé a sacar ingredientes que sabía que podría necesitar. ¿Y si le dábamos mejor un comprimido? No, mamá no lo aprobaría.

 

-Bueno, lo que necesito es que me pases los ingredientes que te voy pidiendo de la forma que te los pida, por favor, así agilizaremos las cosas- explique a mi hermano mientras encendía el mechero.

 

Le pedía los ingredientes a mi hermano dependiendo como los necesitara, en julianas, en rodajas o machacados, como los escarabajos. Después de quince minutos, muchas vueltas de la poción y un humo característico color rojo ladrillo, al fin estaba terminada.

 

-¿Ves? No fue tan malo- exclame lanzandole la botellita con el liquido color rojo a las manos de mi hermano- dile a mamá que tres gotas antes de cada comida, con eso bastara- explique comenzando a recoger las cosas- vete adelantando, no tardo, solo termino de recoger esto

 

La elaboración de la poción había sido demasiado sencillo, ahora lo complicado sería recoger este reguero.

 

-Bueno... a ello-suspire comenzando a recoger cada ingrediente de la mesa.

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Me sentía alegre al ver a esos dos peleándose como hermanos pero a la vez colaborando entre ellos, como hermanos. Era divertido verles protestar el uno con el otro y sin embargo notar que Matt la cuidaba a pesar de eso; se querían. Suspiré y volví mi atención hacia Arieluz. Seguía preocupada por el tema de los antismatíticos esos que podríamos necesitar si la niña tocaba el lobo de Matt. Pero aún así, iba a ser difícil que no se toparan en algún momento, y a Fenrir no lo podía tirar, era de la familia.

 

Si no hubiera estado con la niña, me hubiera tironeado del pelo, como hacía cuando dudaba de algo. Mi inquietud no se reflejó en el rostro, por supuesto. Ella sólo era una niña, muy pequeña, e inocente. Creo que cuando me sonrojé por su comentario sobre su padre y su madre nadie lo notó. Mira que esa madre... Mantener relaciones con el padre a la vista de la niña. Eso era malo para su educación, era pequeña para entender eso.

 

-- Mami seguro que entendió lo del mordisco, cariño. -- Y esperaba que hubiera sido así, por ser tan descuidada con ese tema.

 

Sentía ruidos fuera, esperaba que Jesse con la ayuda de Matt consiguieran hacer esa poción por si acaso. No quería una niña enferma y menos una demanda por ello. Y había agradecido a Matt que se fuera a ayudarla. Eso me dejaba a la niña para mí solita, aunque ya me había dado cuenta que a ella le gustaban los elfos. La pobre Abba ya había sufrido en sus orejas su "amabilidad". Le había tenido que decir que no era una mascota, sino alguien que le ayudaba para que todo estuviera limpio y para que hubiera comida en la mesa, que no se debía jugar con ella, sino no darle trabajo. Esperaba que me hubiera entendido.

 

La niña comía de prisa y de forma independiente. Sonreía. Pobrecilla, parecía que hacía tiempo que no comía de caliente. Eso me levantó una pequeña alarma. ¿Estaría bien cuidada la niña, o sólo era hambre en este día concreto?

 

-- Cuando acabes, nos iremos a lavar las manos y después nos vamos a dormir la siesta. ¿Vale, Arieluz?

 

¿Ya habrían acabado los chicos de hacer esa poción?

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Salí del departamento como si nada hubiera pasado, todo estaba en su sitio y, al parecer, nadie se había percatado de aquel pequeño prejucio que tuve con los jarrones que habían llegado en mi ausencia.

 

Observé como cada rincón, estaba adornado por esas coloridas flores, indestructibles ante las manos de un niño, a menos que supiera hacer magia, estarían a salvo.

 

Escuché la voz de Sagitas, conversaba con una niña y sonreí ante aquella imagen, me imaginaba la forma en la que ella misma había cuidado de Ithilion, sola, sin mi ayuda, ya que había desaparecido durante todo aquel tiempo.

 

-¿Puedo ayudar?

 

Interrumpí con una leve sonrisa.

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La bruja me había quitado al ser de orejas grandes y graciosas de mis manos y me decía que no eran mascotas sino seres que te ayudaban a que todo estuviera limpio, asentí y la miré a los ojotes cafés que tenia, le sonreí y empecé a comer lo que me puso enfrente: Carne, Arroz, papa, lentejas, unas cositas dulces y rojitas que eran dulcesitas y muy ricas, me lo comí todo, la bruja me miraba y me dijo:

 

-Cuando acabes, nos iremos a lavar las manos y después nos vamos a dormir la siesta. ¿Vale, Arieluz? - miré a la bruja e incline la cabeza, le conteste:

 

-Piero mi no tiene sueño... - otra persona entró y dijo:

 

-¿Puedo ayudar? - entró sonriendo, le regresé la sonrisa y le dije:

 

-mi ista comiendo cosas ricas... y los elefos no son mascotas si no ayudiantes para que halla casia caliente y comidia limpia - miré a la bruja peli-violeta para ver si lo había dicho bien, sonreí y me comí otra de esa frutica roja y rica que me había dado (fresas). Acabé sintiéndome llena, sonreí y le dije a la bruja peli-violeta:

 

-mi nu quiere mas... mi sier Arieluz, mi papi sier Eliaser y mi mami sier Anabel... pero mi nu cunuce tu mombre

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-- Pero los pequeños han de dormir un poco tras comer -- le contesté a la niña.

 

Me sorprendió ver que entraba Nely. Le sonreí y creo que me ruboricé. Siempre me producía eso el verla allá. Estuve a punto de insinuarle que allá no había escobas voladoras, si estaba segura de querer quedarse en la cocina. Pero me porté bien; la niña no debía vernos pelear. Además, quería estar con ella, así que seguí sonriendo.

 

-- Claro, Aradia, pasa... Arieluz está comiendo fresas. Y parece que le gustan.

 

Y solté una risita al ver cómo contestaba la niña.

 

-- Casi lo has dicho bien. Mira, Arieluz. Son elfos, no elefos. Un día te enseñaré elefantes, ya verás la diferencia. Y ellos se encargan de limpiar la casa y hacen la comida. No al revés.

 

La tomé por el brazo y la acerqué a la pila del agua, adaptada a su tamaño. La remangué y después le ayudé a secarse. Del agua que había caído fuera se encargarían los elfos.

 

-- Debes dormir un poco y después te llevo a clase con Ithilion.

 

Miré a la niña, que parecía muy contenta, con lo que sonreí. Cuando su madre volviera, tendría que quedar con ella en muchas cosas pero...

 

-- Espera, espera... ¿Cómo que tu padre se llama Eliecer y tu madre es Anabel?

 

De repente, algo me había alarmado. Esos nombres no coincidían con los de la matrícula.

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Mi niño lindo, mami te vendrá a buscar después. Pórtate bien. – le dio un beso y lo dejó nuevamente en la cuna.

 

Se detuvo un rato a mirar la hermosa habitación que estaba destinada para atender a los chiquitos de la guardería. Pintada de colores pasteles, tenía un aire acogedor y tranquilizante.

 

Sunar ya debía volver a su trabajo, se encontraba algo escapada. Salió del cuarto donde los más pequeños eran atendidos. Mirando a varios trató de encontrar a su tía más joven, su tía. Sería ella quién se encargaría de estar pendiente. Al verla se acercó a ella.

Jesse, dejé a Argentus alimentado. Creo dentro de poco se dormirá. Cuídalo mucho. – pidió la trigueña.

 

Antes de salir le dedicó un saludo a Sagitas y Matt que se encontraban ocupados.

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