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Tienda P.B. de Material Escolar (MM B: 96638)


Matt Blackner
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blast-ended-skrewt_z1ys.jpgEl niño caminaba a saltitos cortos, estirando de una cuerda plateada a una criatura que tenía cogida por el caparazón, sin saber que ésta era mágica. La había cogida de la "zona provida" que tenía su madre en la mansión, una alacena llena de objetos y frascos de mil colores que tenía avisado que no podía tocar. Pero el niño era inquieto y muy listo para su edad. Al fin y al cabo, acababa de cumplir los 6 años y dominaba la magia y el fuego que le había enseñado su hermano. Era muy listo, os lo digo yo. Y él ya sabía más cosas de las que sus compañeros, tal vez porque en casa todos eran magos de renombre y de alto nivel, lo que hacía que viera la magia como una herramienta más con la que conseguir cosas. 

Y era así cómo había conseguido atar aquel bichito feo pero muy cariñoso, pues intentaba darle caricias con el rabo continuamente. Ithilion, que así se llamaba el chico, era feliz. Era su primera mascota viva encontrada por él. Bueno, el niño tenía mil mascotas, pues entre su madre, su hermano y sus primas, tenían más animales que en toda Ottery. Pero éste lo había encontrado él, en un burejo de tierra, con una patita doblada. Le daba pena verlo andar con esa levantada, sin apoyar en el suelo, pero como tenía muchas más, el bichito no parecía notarlo. 

Ithilion era, además, un buenazo. Aquel chiquillo había heredado de su madre el babear por cualquier bicho que viera en la calle. Por él, no habría ningún gnomo, kneazle o gusarajo que no se llevara a casa si no se lo impidieran los elfos. Así, se sentía feliz al haber encontrado un nuevo compañero de juegos y, además, abandonado, no era de nadie. 

¿Y qué es lo que hacen los niños cuando tienen juguete nuevo? Enseñárselo a alguien, por supuesto. Y el merecedor de la primicia iba a ser ni más ni menos que su hermano, que estaba en el negocio al que se dirigía Ithilion, todo contento por su nueva mascota. Cuando abrió la puerta, el animal pareció oler antes de querer cruzar al interior. El niño corrió por los pasillos, soltando la cuerda, buscando a su hermano querido para darle la sorpresa:

-- ¡Matt, Matt, Matt, Maaaaaaaaaaaatt! Mira mi nueva mascota. Se llama "Compi" y vamos a ser graaaaaande amigos!

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Después de la visita de Sagitas a la Tienda PB, habíamos logrado hacer inventario. Con la guerra y las tensiones internacionales, muchas cosas se habían echado a perder. Algunas pudimos salvarlas, reciclándolas para manualidades o experimentos, pero muchas otras simplemente habíamos tenido qeu deshacernos de ellas. Ahora, me dedicaba a limpiar. Dentro de poco recibiríamos los nuevos materiales, y quería que al recibirlo solo tuviera qeu revisar y colocar.

 

Asi qeu había aprovechado temprano y había ido hasta la tienda, vestido con un pantalón de deporte negro y una sudadera gris vieja, qeu llevaba remangada mientras limpiaba un poco.

 

Hasta que escuché a Ithilion. Sentí al niño satisfecho, feliz, orgulloso por algo, hasta que habló. Quería presentarme a un tal "Compi". Pensé qeu probablemente sería un amigo invisible, o algún pequeño bichito. Salí de la trastienda, con media sonrisa para recibirle.

- Hola pequeñajo - saludé, revolviéndole el pelo. - mascota? lo sabe mamá? A ver ese am...

 

No dije nada más. Automáticamente, sujeté al niño detrás de mi y me puse en guardia, observando atentamente al Escreguto, qeu giraba lentamente hacia nosotros, con una pata en un ángulo extraño y la cola en ristre, preparada para descargar sobre nosotros.

- It...ese es Compi? - pregunté, con la esperanza de que fueran imaginaciones más.

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  • 6 meses más tarde...

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 -- ¡Compi, Compiiiii! ¡Ven conmigo! ¡Corre!

 Ithilion se sentía muy orgulloso del animalito que había recogido y de la cara de asombro de su hermano Matt. Es muy difícil ser el niño más pequeño de la familia cuando todos son mayores. Parece que lo han vivido todo y nada les sorprende, mientras que a él, siendo un niño de apenas 6 años, todo le parecía maravilloso y quería jugar con ellos. Por eso, ahora se sentía feliz, viendo que su hermano mudaba la cara, seguro que por envidia. Ninguno de la familia tenía uno como éste.

-- ¡Compi! Mira, éste es mi hermano Matt. ¿Te gusta, Matt?

Su hermano se puso por delante de él, así que a Ithilion sólo le quedó el asomarse entre sus piernas, para poder ver mejor a su animalito. Sintió lástima al verle caminar así, cojito. Metió la cabeza entre las rodillas de Matt y se agarró a sus piernas. Después gimoteó de esa forma manipulable que solía usar cuando quería algo. Con mamá funcionaba muy bien.

-- Pobrecito. Tiene una patita mal, ¿la ves? ¿Podemos ayudarle, Maaaaatttiii? -- esa forma de llamarle era hecho a propósito, a él le encantaba que le llamara así y siempre solía darle las galletas que quería a espaldas del vigilante Harpo, robándolas de la cocina. -- Compi está herido, deberíamos ayudarle. ¿Tú crees que si lo llevamos al circo, mami le curaría la patita.

Era otro intento de conseguir quedarse con el animalito. Su madre babeaba con todo tipo de criaturas. Si lo veía, seguro que se lo quedaría y él podría llevarlo de paseo por el pueblo. Sería la envidia de todos los niños.

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No me paré a pensar en cómo había conseguido Ithilion traerlo hasta alli. Los escorgutos no eran precisamente famosos por su docilidad o su habilidad para seguir órdenes, asi que imaginé que seguirlo hasta allí respondía al ansia de la criatura por, en algún momento, darle caza. Debía de haberse roto la pata con alguna trampa, o en alguna pelea con otro ser.

 

Sentí las manos de Ithilion agarrarse al pantalón, a la altura de mis rodillas, lo que me hizo desviar la mirada hacia abajo de forma rápida. Alternaba la vista entre el escorbuto y el niño, encantado con la "sorpresa" que me había dado. Sentí la pena del niño por su nuevo amigo, y la emoción, porque en casa siempre había criaturas y mascotas, como en el circo, pero nunca una como aquella. No supe que contestarle, porque me daba pena ser demasiado duro con él, pero tampoco podíamos llevarlo a la PB sin más.

- Ah... - dudé sobre qué contestarle, mientras It comenzaba a gimotear, como le hacía a Sagitas cuando quería algo.

 

Sagitas....a ella le encantaban las criaturas. Tenía el circo lleno de ellas porque la mayoría no podría tenerlas en casa sin que el ministerio se le echara encima. El niño sabía bien de donde tirar y eso me hizo un poco de gracia. En un momento, saqué la varita y murmuré un hechizo que redujo la criatura al tamaño de un hámster. Antes de que escapara, tomé un tarro de cristal vacío y lo atrapé en su interior.

 

Me giré hacia Ithilion, alargando el tarro cerrado con Compi en su interior para que lo llevase.

- Lo llevaremos al circo, pero tiene que ser asi. Si alguien extraño nos ve podría asustarse. Y podrían poner a Compi nervioso. - Ojalá no le enseñara aquellos trucos a mi hija, o me pondría aun más difícil no ser un padre pésimo

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  • 3 meses más tarde...

Tiempo después de la linda criatura(?

 

Raizor, elfo doméstico de la Mansión Potter Black

Suspiró el viejo elfo. Su amargura era tal que estaba pensando que debió delegar esa tarea a otro elfo de la ama Sunar. Sin embargo, ella fue muy cuidadosa en los detalles que quería y por el momento Raizor era el indicado para hacer la compra y llevarlo a casa sin más contratiempos que la demora que sería adquirirlos.

El elfo se detuvo a pensar que debió aparecerse sin demora en la tienda, más tenía años de no salir de los terrenos de la Mansión, por eso decidió realizar la travesía para disfrutar de una falsa libertad a expensas de miradas indiscretas, curiosas y hasta malévolas hacia su persona por el simple hecho de ser un elfo doméstico. Continuó la caminata por el Callejón Diagon hacia la Tienda PB de que administraba el amo Matt y del cual fueron muy contadas las veces que cruzó palabras con el fuera de la Mansión. En realidad, no era elfo de conversar con los amos más que acatar las órdenes de la señora Sunar.

 Al llegar cerca a la puerta, tomo la perilla con sus dedos largos, huesudos y arrugados para girarla y abrir la puerta del local.

 

– ¿Se encuentra alguien por aquí? – pregunto con su tono de voz gruesa y débil.

 

Se quedó por un momento parado frente a la puerta ya cerrada mirando los rincones de la tienda. Para Raizor se veía todo tan nuevo, como si nunca hubiera estado allí en su vida, aunque no era del todo cierto según recordaba, porque en ciertas ocasiones le pareció acudir allí por algún mandato. Volvió a llamar por si algún dependiente estuviera detrás del mostrador o agachado acomodando cajas o durmiendo. Tenía entendido que muchos humanos eran vagos y preferían dormir en sus horas laborables.

Pronto sacó del bolsillo de su chaleco, un pergamino con un pequeño listado escrito por su ama. Y quedó en espera que apareciera algún dependiente, antes de el mismo subir a la quinta planta por el encargo.

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  • 4 semanas más tarde...

- Aquí! - grité desde alguna parte de la trastienda, entre cajas y polvo. - enseguida salgo!

 

Caminé hacia la entrada, cargado de cajas, libros y pergaminos. Aun intentaba ordenar el almacén. Muchos productos se habían echado a perder con el paso del tiempo, asi qeu antes de reponer, había decidido limpiarlo todo. Mejor hacer espacio para lo nuevo antes que mezclarlo y que, de nuevo, acabáramos con un desastre en el almacén.

 

Cuando conseguí soltarlo todo sobre el mostrador, miré al elfo que esperaba malhumorado. 

- Hola, Raizor. Siento hacerte esperar. Qué necesitas? - pregunté. Aquel elfo era mayor, y aunque parecía malhumorado, estaba seguro de que no siempre era asi. Tal vez era muy estricto en como debía afrontar sus tareas. A lo mejor se exigía demasiado. O tal vez, con el paso del tiempo, su carácter había cambiado un poco. Yo no lo recordaba asi, pero tampoco me parecía bien preguntar más allá de lo que podría considerarse educado.

 

En seguida noté que llevaba un pergamino en la mano, asi que definitivamente el motivo de la visita eran compras, sin duda para Sunar. Pero preferí esperar a que el elfo me lo indicara. No quería hacerle sentir incómodo.

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Raizor, elfo doméstico de la Mansión Potter Black

 

-- Como me lo imaginé -- murmuró el elfo escuchando la voz de alguien desde la trastienda. El elfo asumió que el dependiente si se encontraba durmiendo y que él lo despertó. Pero su semblante cambió cuando vio aparecer al patriarca de la familia y se aclaró la garganta antes que el pelirrojo se acercara más. 

Revisó una vez más el listado para asegurarse que había anotado todo lo que su ama le mandó conseguir. Y con una pequeña reverencia saludó al tío de Sunar. Lo único extraño fue que la bruja agregó las golosinas con una letra ilegible que le hacía dudar al elfo si conseguirlas o no. Pero lo que estaba escrito en el pergamino, debía comprar.

-- Buen día amo Matt. Vine por estos artículos -- le pasó el pergamino al patriarca para que lo viera.

En el listado que le entregó se hallaba descrito que la bruja pelinegra necesitaba cuatros cuadernos de 200 páginas de raya ancha y un cuaderno sin rayas. También quería tijeras, 2 pliegos de cartulina negra, así como 2 pliegos de cartulina color crema. Y al final estaba en esa letra que le inspiraba desconfianza, la bolsa de golosinas con sabor a limón dulce. Miró Raizor por un instante para apreciar el rostro del pelirrojo mientras leía el pergamino. 

-- Usted me dirá si necesario subir a la planta donde se encuentra los artículos pedidos -- preguntó el viejo elfo llevándose una mano al bolsillo del chaleco de donde extrajo un pequeño reloj para fijarse en el tiempo que le restaba para culminar su mandado en el callejón Diagon.

 

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