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☀ 。.:* Castillo Lestrange *.:。☀ (MM B: 97133)


Sol Lestrange Black
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La pelirroja arqueó una ceja ante el comentario del mago, no sólo por haberlas llamado arañas si no por creerse con derecho a darle permiso sobre cualquier cosa. Sólo pedía permiso a Sol cuando creía que algo de lo que iba a hacer podía disgustar a la bruja, y eso sólo era una mera cuestión de respeto familiar, no porque necesitara en realidad que la Lestrange le firmara una autorización.

 ¿Cree que necesito su autorización para decidir lo que hacer con las visitas? Aún continúa en la categoría de extraña visita, en lo que a mi concierne. Y por fortuna se que no es mi padre, así que no crea que tiene algún derecho sólo por tocar a la puerta.

Si en realidad necesitaba una definición de “arsenal de vástagos”, es que no estaba prestando mucha atención a la conversación. Aunque en realidad no tenían un número exacto, ni siquiera una aproximación de la cantidad de hijos que Lestrange podría haber procreado, supuso que estaría cercano al nivel de su propio padre, otro al que no le molestaba regar su semilla por doquier.

Tal vez por eso apreciaba tanto la vida en el castillo, tan tranquila, aunque solitaria en los últimos años. Aunque su madre adoptiva no tenía hijos consanguíneos, la casa Gaunt era un constante ajetreo, con visitas constantes y un ir y venir permanente de fruto de las adopciones de la matriarca. Si tuviera que convivir con otros tantos hermanos, probablemente se volvería loca. Aún más.

 En realidad, solamente odiaba a una de nosotras. Así que parte de su fortuna acabó en mis manos, mal que le pese. Probablemente sea eso y el hecho de que habite en su castillo lo que le impida descansar en paz, o eso espero.

La sonrisa de la bruja dejaba adivinar una orgullosa felicidad. Claro, el fantasma podía pasarse la eternidad entre las paredes de su castillo rondando y maldiciendo todo a su paso, pero ella aún tenía el placer de echarle en cara, sólo con su presencia, el hecho de que todo lo que había hecho en vida para mantenerla alejada de su madre y de su apellido no había funcionado.

Su sonrisa mermó bastante cuando oyó la última propuesta. En realidad, le interesaba poco y nada lo que había sucedido con su abuelo. Saber que estaba muerto y que no descansaba en paz ya era suficiente para ella. Pero no se apresuró a responder negativamente, ya que sabía que Sol no era del mismo pensar. Sí, tenían una relación difícil, y Alexander fue un desgraciado en vida y después de ella, pero sabía que Sol aún guardaba sentimientos de cariño por su padre. Y, como había mencionado, no creía que él odiara a su hija, aunque diera esa impresión.

Miró a la morena con expresión expectante, dispuesta a acompañarla si en realidad quería conocer aquella verdad en la que ninguna había querido escarbar hasta ahora, con vanas esperanzas que la respuesta fuera un no.

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  • 2 semanas más tarde...

Empezaba a gustarme aquel hombre, más allá de sus palabras, sus gestos y su sarcasmo lo hacian cada vez más atractivo. Quería seguir manteniendo mis dudas hacia él. Pero mientras más hablaba más Lestrange me parecía. 

Mi corazón comenzó a acelerarse con aquella simple.idea, hasta ese momento el peso de sus palabras y la realidad de que verdaderamente pudiera ser familia cayó de golpe. 

Tome aire después de escuchar sus palabras y las de Sam después de la loca propuesta de viajar al pasado y averiguar quién había matado a mi padre.

Muchas preguntas comenzaron a pasar por mi mente. ¿De verdad tener esa información cambiaría mis sentimientos hacia él? ¿Me gustaría verlo morir? 

Sam me miraba esperando mi reacción y podía sentir la mirada de David clavada en mi rostro esperando alguna reacción de mi parte.

 

Me frote las manos y respiré profundamente, tenía que calmarme para tener la mente fría.

—No se si eso sea una buena idea ...—respondí después de aquel eterno silencio que se había formado entre los tres.—Digo haya sido como haya sido ese hombre era mi padre y los primeros años de mi vida fue mi mundo entero.— mi pecho se apretó recordando aquellos días en que mi Padre se desvivía por llenar mis carencias con su amor.

David levanto la ceja sin creer mucho en mis palabras después de que todo lo que había dicho de mi padre desde su llegada eran cosas negativas.

Pero finalmente tenía la oportunidad de saber la verdad y quitarme esa espina del corazón. 

Tome la mano de Sam para darme valor y finalmente después de un corto suspiro asentí con la cabeza.

—Tomaré tu propuesta, tengo que confiar en ti, voy a confiar en que eres un Lestrange y que mejor que ver con nuestros propios ojos que pasó con nuestro querido Alexander.

—¡NOOOO! — la voz de Alexander retumbó en las paredes de piedra del castillo e hizo vibrar los vidrios de los ventanales. 

—Nadie pidió tu opinión...— dije recobrando la compostura. — y demuestra esos modales de los que tanto te enorgulleces y dale la bienvenida a tu nuevo hijo. David aquí está .Alexander Lestrange... Nuestro querido padre.

 

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  • 3 semanas más tarde...

A estas alturas deberías empezar a considerarme, al menos, como una visita interesante. —comentó mirando a la pelirroja. A su juicio, ya habían pasado los minutos suficientes como para que no lo siguiesen definiendo como una visita extraña. El Lestrange merecía subir de categoría. Podría haber aprovechado ese momento para preguntar acerca de la identidad del padre de la joven, pero se mantenía pensando que esa clase de cuestiones tan íntimas era mejor dejarlas para cuando existiese cierta confianza. De lo contrario se arriesgaba a recibir una mentira a modo de respuesta.

El mago dejó escapar una pequeña sonrisa ante esa confesión. Así de sencillo había podido descubrir a quién pertenecía la herencia. Hacerse con todo lo que había pertenecido a su progenitor era su objetivo. Ahora sabía a quién se la tenía que arrebatar. Sabía de quién necesitaba ganarse la confianza, ganarse el afecto suficiente como para poder engañarla sin levantar sospechas. Pero era mejor quitarse esos pensamientos por el momento, obsesionarse le haría cometer errores. Tenía que ser sutil. Hacerlo poco a poco. Por supuesto, no hizo ningún comentario acerca de esa información.

Como no quería que se le notara que la herencia le preocupaba más de lo que admitiría, lo dejó pasar. Ya sabía todo lo que necesitaba para ir elaborando un plan. Era mejor no mencionar nada acerca de ello y no levantar sospechas. También era importante no dejar que ninguna clase de sentimientos interfirieran en nada de lo que pudiera hacer, aunque igual para eso iba tarde teniendo en cuenta lo que le había transmitido su media hermana desde el comienzo.

El silencio inundó el lugar. El Lestrange las miró esperando que le dieran una respuesta. Los momentos en los que nadie hablaba podían llegar a ser divertidos si uno se fijaba bien en los gestos que otras personas podían estar realizando. A algunos les daban mucha incomodidad momentos como ese. No pudo evitar arquear una ceja ante la falta de seguridad que transmitían las palabras de Sol.

Parece ser que no lo odian tanto como presumen. Yo siempre he pensado que solamente se puede odiar a personas a las que has amado demasiado y que todavía te importan más de lo que quieres admitir...  —dijo de forma pensativa, pero convencido de cada una de sus palabras. —Cuando dejas de querer completamente a una persona no la odias, sino que te es completamente indiferente. —explicó con tranquilidad. No necesitaba que estuviesen de acuerdo con él, nada de lo que pudieran decir le haría cambiar de parecer en cuanto a esa opinión. No es que lo creyese, es que lo sabía.

Perfecto. Había aceptado la propuesta. Parecía que no había sido una decisión fácil, a pesar de que el Lestrange había pensado que no durarían ni un segundo en aceptar a causa de las palabras que le habían ido diciendo.

Gracias por confiar. —agradeció sin poder sonreír. Ella podía confiar en él, pero no plenamente. Y eso le hacía sentirse algo culpable. —¿Qué dices tú, pelirroja? ¿Te apuntas?

Esperando una respuesta por parte de su sobrina se escuchó la voz de su padre. Si bien la idea principal habría sido poder demostrar todo el odio que sentían por él y encargarse de asesinarlo, había una parte bonita en aquello.

Pueden verlo de otro modo. Tienen la oportunidad de cambiar cómo fue asesinado. No sé qué pasaría, pero tienen la opción de darle una muerte digna, una muerte indolora. Por un lado, vosotras podéis vengaros de todo lo que os ha hecho siendo las encargadas de acabar con su vida, al mismo tiempo que podéis demostrar que aún guardáis amor por él haciendo que sea de una forma rápida y sin sufrimiento. —trató de explicar, esperando que se entendiera bien. —Por el otro, nuestro padre verá que a pesar de sus errores hubo personas que siempre le quisieron.

El caballero trataba de ayudar en todo lo posible, pero le daba igual cómo lo hiciesen. Le daba igual si interferían o si eran espectadoras. Sólo quería ganarse la confianza.

Bien... ¿Qué saben de aquel día? —necesitaban reunir toda la información posible. A mayor datos sobre el suceso, más probabilidades había de que consiguiesen su objetivo. 

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La pelinegra se veía bastante ceñuda, sacudía en sus manos una cosita cuadrada y luego la levantaba en el aire, pero nada parecía quitarle el mal humor. Estaba tan distraída con eso que no se percató que estaba por pisar un charco, sin embargo y como si sus tacones contaran con un radar incorporado, lo esquivó magistralmente. No podía manchárselos, eran forrados en terciopelo negro, unos stilletos hechos a medida —como la mayoría de los de su closet—, por un diseñador alemán que había conocido en uno de sus últimos viajes. Uno que quedó fascinado por la destreza con la que la mujer combinaba hasta los atuendos deportivos con zapatos que la elevaran al menos diez centímetros del suelo.


Desistió por fin de intentar señal en su celular y lo botó a mitad de la calle, enfurruñada aún. Vio las verjas del castillo Lestrange y sonrió de lado. Era alucinante como le era más sencillo llegar a la casa de Sol, que a su propio hogar, pero así sucedía cuando tu familia más parecía preocupada por el poder que podían adquirir que por lo que pasaba a su alrededor, a lo mejor Litah tenía más genes de su madre que de su padre, sin duda alguna. 
Ingresó al jardín un poco dolida de no escuchar sus propios pasos sobre el césped, pero recobró la postura una vez estuvo en el vestíbulo frente a alguno de slos sirvientes de la mansión. Escudriño con la vista si Sol se encontraba en casa y escuchó voces un tanto cercana, pero decidió portarse bien, por una vez en la vida. Estando ahí era imposible no recordar a un par de... noches que disfrutó de los placeres de quedarse en la mansión Lestrange. A lo mejor el pecado y los tacones se llevaban mucho mejor de lo que le gustaba admitir.


Segundos después, decidió que había esperado demasiado. Sacó la varita del liguero que sobresalía a su minifalda y se apuntó la garganta.


— Solecito, es de pésima educación dejar esperando a la familia —musitó cantarina y volvió a guardar la varita, aunque esta vez en el escote. Su voz había retumbado en todas las habitaciones del castillo Lestrange, y por supuesto, esperaba que Sol la reconociera. 

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  • 3 semanas más tarde...

Alexander Lestrange

¿Qué había hecho en vida para que los dioses lo castigaran con una descendencia que era incapaz de obedecer una simple orden? Sol, su pequeña encantadora y sumisa, se había convertido en una mujer fuerte que parecía tener la necesidad de confrontarlo sólo por el hecho de demostrar que podía hacerlo. En el pasado jamás se habría atrevido a desafiarlo ni siquiera con una mirada. 

Aquí estaban en su hogar, su legado y su obra, y parecían más concentrados en la idea de revolver el pasado en lugar de comenzar a planificar el futuro. Debería importarles más devolver el honor y el prestigio a su familia, recuperar la antigua gloria que había sabido construir.

Había dedicado toda su vida y sus esfuerzos a hacer grande su nombre y su obra, y su semilla malgastaba esos esfuerzos y se dedicaba a perder el tiempo con tonterías. Sin mencionar al demonio pelirrojo que se dedicaba a mancillar el umbral de su puerta y su hogar cada día. No podía entender como Solatrix no se daba cuenta de lo insultante que resultaba su presencia para su linaje completo.

— Parece un bonito pensamiento.  Oyó que el incordio comenzaba a decir, en respuesta a la frase de su hijo. — Pero solamente me dice de ti que, o nunca te han hecho daño, o si lo hicieron en realidad no te importó lo suficiente como para odiar con todas tus fuerzas. El odio puro no tiene nada que ver con el amor. Si odias a alguien que amaste, probablemente no puedas odiarlo por completo. En mi caso nunca hubo amor, por lo que tu teoría tiene sus huecos.

El sentimiento era mutuo. Se había librado de ese estorbo hacía mucho tiempo, pero parecía que sus errores volvían una y otra vez a golpearle la puerta tras su injusto deceso. Todo porque la persona encargada de deshacerse del problema simplemente se había encariñado de la sonrisa de un rosado bebé. La incompetencia era imperdonable.

En un arranque de ira, provocó que las llamas de la chimenea crecieran y lanzaran chispas a su alrededor, mientras flotaba escaleras abajo en su nueva forma incorpórea.

— Ya he dicho que no lo harán. ¡Y esa es una orden!

— Sabes que a ti te seguiría al infierno si me lo pidieras, aunque seguro me quejaría todo el camino  La pelirroja lo interrumpió descaradamente como acostumbraba, tomando la mano de su hija y dándole un apretón.  A ti no te conozco, pero si el señor fantasma no quiere que sepamos lo que pasó, entonces, allá vam…  Un alboroto en la puerta principal cortó sus palabras, aunque eso pareció divertir a la muchacha, que alzó una ceja con socarronería y miró hacia donde él estaba por primera vez en semanas. ¿Por qué no vas a abrir la puerta, abuelito? Quizás haya más de tus hijos esperando por conocer a su querido papito…

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  • 4 semanas más tarde...

Aquella discusión se estaba volviendo más extraña de lo que ya era entre el nuevo hermano, mi pequeña demonio refutando todo lo que David decía, los gritos fuera de la puerta y la inevitable intervención de Alexander al ser el el protagonista de nuestra discusión.

Trate de ocultar una risa cantarina con una suave tos cuando Sam mando a mi padre a abrir la puerta como si de otro elfo se tratara y más con el comentario de algún otro hijo perdido. Que debo confesar que después de tres sorpresas una cuarta no me sería ya extraña. Y menos si esa sorpresa fuera así de alta como mi nuevo hermano y con esos bonitos ojos rasgados y oscuros. Algo tenía que reconocerle a mí en padre. Hacia hijos muy bien hechos. 

 

Sacudí la cabeza intentando alejar aquel pensamiento de mi cabeza, para mí mala.fortuna parecía tener una debilidad por mi propia sangre y mi padre haciendo esos hijos tampoco me la ponía fácil.

 

—Disculparas Alexander pero en MI casa no nos vas a venir a decir que hacer.—

—No me hables así niña grosera—refuto de inmediato haciéndome reír de nuevo e intercambiar una mirada divertida con Sam que todo los ojos.

—Te recuerdo que hace años que ni soy una niña ni tienes autoridad sobre mi. Que tuviste a bien morir y dejarme todo esto a mi,— moví mi mano el rededor de la habitación enfatizando el punto— que cabe acotar soy tu hija legitima y el que para mala suerte de esta pequeña y alguna vez compacta familia hayas decidido venir a importunar nos con tu fantasma y que aún no encontremos la manera de sacarte de aquí, no te da el mínimo derecho a opinar.

Me encogí de hombros y respire profundamente. 

—Quizás  antes cuando te adoraba y respetaba un NO de tu parte podía detenerme Alexander, pero dadas las circunstancias y nuestro tormentoso pasado créeme que ahora lo que hace es motivarme—admití guiñando un ojo— incluso al grado de que confío más en un extraño que en ti...Y si no quieres decirnos que fue lo que realmente pasó, que sabemos que no fue nada bueno, la verdad es que tu nuevo hijo a despertado mi curiosidad morbosa — giré para volver a prestarle atención a David.— Creo que estamos en el plan que pase lo que tenga que pasar.—aprete la mano de mi hija que sabía bien que también veía divertida aquella aventura.

 

Sonreí a David para afirmar mi intención de seguirlo. La sonrisa que me devolvió hizo que mi corazón dirá un bote. Seguramente los meses alejada del sexo masculino empezaban a pasarme la factura, no podía ser otra cosa. 

—No quiero volver a repetirte Sol que no vas a ir a ningun lado y menos con este caballero. 

 

Alexander intento acercarse más pero como siempre sucedía Malik se colocó estratégicamente entre nosotros gruñendo.

 

—No estés tentando a mí paciencia "Malik" —susurro Lord Lestrange apenas audible , el pelo del lomo del lobo se crispo.

 

Acerqué mi mano para intentar calmarlo y mi solo toque pareció apaciguar un poco su molestia. No era extraño que Malik fuera siempre muy protector conmigo e incluso con Sam, pero cuando se trataba de Alexander parecía más que lo odiara tanto como nosotras. A pesar de que sabía que una creatura no podía tener esa clase de sentimientos tan humanos.

—¿Podemos ya ignorar al fantasma y hacer lo que teníamos planeado?  A menos que David quiera ponerse al día con su papi y correr a sus fantasmales brazos por la emoción de al fin conocerlo.— Miré a ambos alternativamente esperando su reacción— Eso también podría ser muy divertido —

 

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Pues a lo mejor tienes razón. —respondió con calma. A lo mejor era cierto que su teoría acerca del odio tenía huecos. —Tampoco le hagáis mucho caso cuando se habla de sentimientos a alguien que está conociendo a su familia por primera vez a una edad adulta, claramente tengo mis carencias sentimentales que no me dejan entender muy bien cómo funciona todo esto —explicó con una sonrisa no demasiado expresiva. ¿Haría que su padre se sintiera culpable? No tenía ni idea. Pero quería probar y ver hasta qué punto ese papel de víctima le podría dar alguna ventaja. Por otro lado, tampoco quería meterse mucho en la discusión entre unos y otros. En su interior no pensaba que tuviese verdaderamente esas carencias. 

En sus minutos en el Castillo Lestrange había llegado a una conclusión: no tenía una familia normal. No, aquello era un verdadero caos pero le agradaba. Tanto que cuanto más pasaba el tiempo, más le gustaba haber tenido la suerte de portar el apellido. Estaba convencido de que allí no tendría tiempo para aburrirse. Estaría por ver si tendría momentos en los que lograr tener algo de paz...

Era complicado. Quería escuchar atentamente y no perder detalle de nada porque cualquier dato que se echasen en cara por parte de un lado o el otro lo podría utilizar a su favor más adelante, cuanto más los conociese a todos mejor era para el mago. Por otro, no podía dejar de prestar atención a la que era su hermanastra. Se había dado cuenta de que sin demasiado esfuerzo podía mirarla y conseguir que todo lo que estuviese alrededor pasase desapercibido. Se paró a pensar unos instantes si acaso no sería una veela o si tendría sangre de una.

Decidido. ¡Lo haremos! Me gustan estas chicas. —dijo con alegría, manteniendo todavía algo la distancia con cada uno de ellos. Se sentía emocionado porque sería la primera vez que lo haría, así que evidentemente quería ver hasta qué punto esa magia que había aprendido tiempo atrás era poderosa. —Alexander, cállate. No hables más. —ordenó con tono autoritario como si en esos momentos fuese el dueño de todo. —Vamos a hacerlo y, si yo fuese tú, lo que menos querría sería que dos de las tres personas que irán estén muy molestas conmigo porque lo que pueden llegar a hacer en venganza puede ser terrible.—explicó. ¿Le haría caso? Quién sabe. Pero lo decía por su bien. 

Se quedó unos segundos mirando para Sol, pensativo.

Oye, pues eso de lanzarme a sus brazos fantasmales quizá no sea mala idea. Pero hace mucho tiempo que no doy un abrazo, necesitaré practicar antes... ¿me ayudas? —dijo abriendo sus brazos y acercándose poco a poco a ella con la intención de abrazarla. No tenía ninguna intención de abrazar a su padre. ¿Abrazar a un fantasma? No. Eso sería raro.

Pero justo antes de eso, se dio cuenta de que todavía no habían abierto la puerta. Lo hizo el caballero con un movimiento de varita, pero sus ojos se centraban únicamente en su hermana a la que tenía intención de abrazar. 

Si es otro hermano espero que le hagan, como mínimo, el mismo buylling que me han hecho a mí. —bromeó. No parecía porque la voz que se había escuchado tenía pinta de ser femenina. ¿Qué pensaría esa persona de haber estado escuchando lo que sucedía dentro?

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Samy

Sam no podía evitar ese extraño sentimiento de orgullo cada vez que su madre se rebelaba ante cualquier mandato de su padre. Sabía que ya hacía tiempo la bruja había roto ese cascarón de obediencia sumisa en la que el Lestrange la había encerrado por años, pero también sabía que no podía resultar sencillo llevarlo a la práctica. Aún así, Sol se reforzaba cada vez más en su actitud rebelde contra su progenitor, lo que la hacía feliz. 

La idea del abrazo fraternal a Lord Lestrange le dio un ataque de risa. No sólo por la idea de alguien intentando abrazar a un fantasma, además la idea de cualquier ser vivo intentando ser cariñoso con una criatura tan pedante y orgullosa le resultaba ridícula. Eso y que el sujeto lo utilizara como excusa para poder tocar a Sol. Nunca era buena idea combinar a los hijos de Lestrange en la misma habitación. Se aclaró la garganta para recordarles que no estaban solos cuando notó que Sol no se estaba negando precisamente. 

— ¿Qué te hace pensar que nos sentiríamos tentadas de matar al monstruo? — La pelirroja arqueó una ceja ante la insistencia del mago. — Sospecharía mejor que tú tienes intenciones de tomar acciones contra tu supuesto padre, ya que vienes aquí declarándote como su hijo y promoviendo la idea de viajar a ese momento, y pareces tener demasiado interés en ello. Nosotras ya conocemos el final de la historia, el cómo terminó así no es que cambie mucho el final.

Merlín no quisiera que por un minuto acabaran sintiendo lástima por aquella alma desgraciada. Eso no significaba que ambas Lestrange fueran incapaces de realizar ese acto como tal… Sabía que ambas podrían si lo quisieran. Lamentablemente, Sam quería más a Sol de lo que odiaba a su abuelo, y sabía que Sol aún sentía cosas por él. Si hiciera algo así, no podría estar segura de su madre no recordaría ese hecho cada vez que la viera y comenzara a odiarla. Tener sentimientos era un asco.

Tal vez deberíamos llevar a Malik para que disfrute del momento. Debe ser frustrante para él tenerlo cerca y no poder arrancarle un trozo.

Editado por Samy Lestrange

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Negué suavemente ante la invitación de aquel abrazo, definitivamente la idea era bastante tentadora, —Lestrange llama a Lestrange— comenzó a murmurar una vocecita dentro dei cabeza. Pero aún así no pude dejar de sonreír a mi nuevo hermano. 

 

El carraspeo de Sam me saco de mis cavilaciones, y volví a concentrarme en ella, eso era lo más seguro en esos momentos el par de Lestrange de sexo masculino en la habitación me estaban distrayendo, aunque definitivamente por causas muy diferentes.

 

—Ese abrazo tendrás que ganarlo...— dejando abierta una posibilidad.

 

La mencion de la puerta me recordó los gritos que habíamos escuchado y recordandome también que quien quiera que fuera y tuviera el valor para gritonear fuera de la puerta era alguien conocido.

 

—Haydie...—llame a mi dulce elfina que con suave plop apareció a mi lado.

—Madame...— murmuró haciendo su clásica reverencia exagerada, por más que le pidiera que dejara tanta formalidad conmigo parecía no poder olvidar sus viejos hábitos, y más aún cuando estaba Alexander cerca.

—Cariño...—dije sonriendo. Su mirada paso de mi a mi padre con timidez, como si esperara que en cualquier momento el pudiera lastimarla.

—Sol, esas confianzas con la servidumbre....— levante un dedo mandando callar a mi padre, ya no estaba ni en edad ni en condiciones de aceptar sus regaños.

—Eres el menos indicado para darme clases de confianzas, cuando prácticamente dejaste a Haydie   mi crianza y gracias a ella no mori de soledad en esta casa...—objete— Te agradecería que guardarás tus comentarios que siempre tendrás las de perder. Especialmente si pones a prueba mis afectos hacia los presentes en este momento. Incluso creo que eligiría a mi nuevo hermano o aquel candelabro- señale al techo— antes que a ti.

Mr encogí de hombros antes de continuar con mis indicaciones para Haydie.

— Puedes abrir la puerta y hacer pasar a quien sea...bueno tú tienes claro quien es bien recibido en esta casa, confío en tu criterio.—

Haydie asintió suavemente y corrió hacia la puerta. 

Sam volvió a su discusión con David y yo me límite a escucharla, mi hija podía no ser un dechado de modales pero era directa y acertada.

—David de verdad, ¿Después de esta charla sigues creyendo que alguna de nosotras se ensuciaría las manos con el caballero fantasmal? —rodé los ojos antes de responder a Sam— preferiría dejar aquí a Malink y así incomodar a  Alexander...¿no te gusta la idea? ¿Vamos a hacer ese viaje al pasado o no? 

 

 

 

 

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  • 2 semanas más tarde...

Dejó escapar una pequeña sonrisa, satisfecho. No había conseguido el abrazo, pero tampoco había recibido un no por respuesta. ¿Así que tendría que ganarse ese abrazo? Pues se lo ganaría. Era la clase de persona que cuando se proponía algo, no paraba hasta conseguirlo. No se daba por vencido. Eran tan pocas que se podían contar con una mano todas las derrotas que había tenido a lo largo de su vida. Era un ganador y un hombre demasiado competitivo. Algo que entraba dentro de sus fortalezas pero también de sus debilidades.

Voy a empezar a pensar que no soy de la familia, tú no hablas como debería hacerlo mi sobrina... —comentó con tranquilidad mientras miraba a la mujer que había tomado la palabra y que había vuelto con acusaciones. ¿Por qué no entraba la persona que estaba fuera? Quería que todas esas acusaciones se traspasaran al último en llegar. Pero no le molestaba, aquello le divertía porque si bien sus intenciones siempre tenían algo oculto que no iba a compartir con ninguno de los presentes, también tenía una respuesta justificable para todo lo malo que le dijesen. 

¿Cómo debería hablar su sobrina desde su punto de vista? Pues desde una forma más maquiavélica, quizá. 

Pensad... ¿qué ganaría yo matando a nuestro padre el mismo día que va a morir? —cuestionó en voz alta. Ellas podían ganarse su 'venganza' personal contra el hombre. Pero para el adulto que había llegado hace un buen rato al castillo ser la persona encargada de acabar con su vida no le producía nada. No tenía sed de sangre, de venganza, ni de nada... bueno, de algo sí. No diría que no aunque fuese a un triste vaso de agua, pero las anfitrionas ni siquiera le habían ofrecido eso. 

Lo que deberías pensar y cuestionarte es... ¿os voy a llevar realmente al momento en el que van a matar al Señor Lestrange? ¿Cómo podéis estar tan seguras de que la única verdad que os estoy diciendo es precisamente esa? Si puedo viajar a ese momento en concreto, puedo viajar a cualquiera del pasado. Tal vez lo único que quiera es llevaros a algún momento del pasado donde os pueda hacer daño a vosotras... —hizo una breve pausa en ese momento para darle dramatismo a la situación. —Pero no os haré nada malo.

El mago se encogió de hombros ya sin saber qué decir. Había una nueva discusión entre padre e hija.

MIRAD. Después de esta conversación me dan ganas de lanzarme la Maldición Cruciatus por haber propuesto la idea. —bromeó, pero se puso serio a los pocos segundos. —A ver, ¿quieren ir o no quieren? Os doy tres opciones: Primero, si quieren ir nos tenemos que poner a buscar datos históricos que nos ayuden a ser precisos con el momento al que queremos ir. Fechas, fotografías, datos, recortes de periódico... lo que encontremos de ese día para no fallar. Segundo, si no quieren ir podéis enseñarme mi habitación y ayudarme a decorarla. Y por último, si no quieren ir y tampoco quieren trabajar en la decoración de mi futuro fabuloso cuarto podemos preparar un banquete en honor a mi llegada. —fue diciendo como si fuese un vendedor de ideas esperando que comprasen alguna. —¿Qué deciden? 

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