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✿.。.:*El refugio Mágico*.:。✿* (MM B: 102601)


Helene Eloise Bellerose
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Quienes no los conocieran en aquel lugar podrían darse cuenta del increíble contraste que eran aquellos dos que compartían la mesa, aunque Garry aún se descoloca cuando de algún conocido puede escuchar “lo bonita pareja que son”, el muchacho lo ha estudiado para poder pasar desapercibido cuando ella se lo pide, el cómo debe comportarse en aquellos eventos de comunidad mágica, o frente a la familia de ella que aún creen que están casados por amor, él ha leído todas esas revistas muggles y del mundo mágico que mss H le comparte de vez en cuando y ha visto novelas en el aparato de TV. Pero él cree que no se necesita ser verdaderamente listo para darse cuenta de que aquellos "finales felices" realmente no durarán.

 

Y es que ellos dos son tan distintos en tantas cosas, Garry está seguro de que lo único que mantiene esta relación tan bizarra entre ellos es la capacidad materna de Evans de cuidar de los demás, y claro su (aunque ella no lo admita) necesidad de adrenalina suicida que Ollivander es perfectamente capaz de proporcionarle día a día. Mientras tanto, aparte de aquello, lo que Garry puede hacer en este matrimonio es…decir que se ha casado por amor y no recordarle, tan continuamente, que su matrimonio está basado en un contrato de mera condición jurídica que, según él, los beneficia a ambos por supuesto, ¿por qué? Porque ella pareciera muy afectada cuando de mentir a los demás se trata.

 

Pensarlo asi de pronto le parece tan desagradable, quizá no es por él, pero siempre ha pensado que le gustaría ofrecer algo más a Bel Evans que realmente le haga feliz, asi como ella lo hacía con él, quizá sin darse cuenta porque ni si quiera él está seguro de cómo es que Bel consigue hacerlo. Y aunque se lo ha dicho ya tantas veces, él no se cree capaz de compartir con alguien más que no sea ella una fechoría como lo que parecía resultar ser el matrimonio “sin amor”, Garry quisiera poder decir que el hecho de que ella lo hiciera de ese modo, que aceptara su matrimonio aparente, para la retorcidamente del licántropo, significaba mucho más que haberlo hecho por las razones que todo mundo se espera.

 

Porque no conoce persona hoy en día que entre en su vida sin quejarse, juzgarlo o multarlo de muchas peculiaridades de su personalidad, incluso Bel lo ha hecho, pero solo ella estaba ahí para, a pesar de sus palabras, siempre seguir ahí.

 

Todo aquello realmente, o irónicamente, no lo anima mucho cuando lo piensa, quien sabe, debe ser el cansancio y el apesadumbrado cuerpo que distraen sus pensamientos hacia otra dirección. Sonríe de medio lado divertido por lo que ella ha dicho, y es que, si a ha hablado bajo, es por culpa del alcohol en su garganta, pero le divierte ver como la presencia de Evans, de pronto junto a él acentúa aquel aire demasiado infantil que él muchacho pudiera tener. Ahora entiende, quizá solo un poco, por qué Moody es menos “tensa” cuando Bel esta junto a él.

 

―No, para nada-, se reacomoda un poco mejor en su silla, intentando nuevamente con la corbata de su cuello, tratando de no lucir tan desmejorado. ―De verdad quiero probar ya ese filete-, busca entonces, el vaso que ella se ha tomado la molestia de servir nuevamente, y alzándola apenas para “el brindis” procede a tomarla. Se le antoja terriblemente, solo después del primer sorbo, comenzar una discusión sobre lo que aquel nuevo empleo significa para él, pero prefiere no hacerlo, casi no lo habla con ella, los asuntos en la OdF, a pesar de que sabe lo muy involucrada que ella está en él asunto.

 

―Es extraño ¿no? -, su mirada no está en ella, sino más bien en todo lo que hay a su alrededor, en el lugar afortunadamente hoy no hay mucha gente, un par más de parejas y amigos esparcidos por ahí, él agradece esa falta de intimidad, porque, de no tenerla, cree que no se sentiría igual de conversador. ―Las cosas han cambiado tanto ya-, es lo único que puede decir después, y es que para alguien que vivió tan pocas cosas en tanto tiempo, de pronto el peso de toda esta vida novedosa en el exterior comienza a ser una marca más en el muchacho.

 

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― Ese filete se veía buenísimo en la foto, pero a veces esas cosas pueden ser publicidad engañosa, así que no me fiaré hasta tenerlo delante.
Viendo como nuevamente cogía nervioso su corbata, casi me sentí en la necesidad de ponerme de pie para de un par de movimientos rápidos quitarle la prenda del todo, para luego colgarla en el respaldar donde ya reposaba mi capa. En su rostro, un curioso gesto de asombro se ha formado, mezclado con algo más que no logro identificar que puede ser.
Y aun con cambios, ciertas cosas también permanecen- respondí guiñándole un ojo divertida, volviendo a sentarme- no necesitas decirme nada, he quitado la corbata no por ti, sino porque a mí empezaba a fastidiarme verte moverla una y otra vez.
Cada vez estaba más convencida que dejar atrás ciertas cosas y aceptar algunas nuevas era la única manera de seguir adelante sin perder la cordura. Pero entendía a qué podía estar refiriéndose Garry en esos momentos. Yo era incapaz de saber ya, a esas alturas, desde qué momento las apuestas y riesgos con él habían ido creciendo más y más, y ni siquiera con los comentarios de Mrs. H (o más bien pese a las advertencias de la buena mujer) había terminado dejándome arrastrar al vendaval de aventuras que podía significar la vida al lado de Garry Ollivander.
Y compatibilizar eso con el matrimonio resultaba lo más difícil. Un matrimonio que casualmente era, por mucho, la jugada más arriesgada que podía haber hecho, y que falsamente había considerado algo sencillo, ignorando el verdadero mundo de obligaciones que se te abría siendo una persona casada. Solo en las últimas semanas habíamos tenido que asistir a una boda y un cumpleaños de conocidos por el mero hecho de la cortesía y rechazado docena de invitaciones más de gente que ni siquiera teníamos idea de porqué nos escribían.
Ese mundillo de Ottery, ávido consumidor de las historias más tórridas de traición y desengaño, se había revelado entonces ante mis ojos, y casi siempre, la amabilidad estaba exento de los rumores que producían. Para mí, que ya hacía un esfuerzo grande en sobrellevar "la fachada" de matrimonio enamorado y feliz, el desafío se hacía doble: no iba permitirles jamás que la verdad de mi relación (o más bien no relación) romántica saliera a la luz, pero eso en gran parte de los casos, significaba mentir a personas cercanas, personas que de corazón, solo nos deseaban lo mejor.
Volví a servirme una copa más, y rellené también el de él, con lo que la botella de champagne no era más que un vacío envase de vidrio ahora.
― El otro día, en una de esas odiosas reuniones sociales, me dijeron algo a lo que no supe responder- lo observé nerviosa un momento y aun contra mi voluntad un leve rubor tiñó mis mejillas- todas las mujeres casadas comenzaron a hablar sobre el tema de sus maridos, de las grandes sumas de dinero que han gastado en ocasiones para asegurarse de comprobar sus infidelidades y castigar a las "arribistas" que se "meten" en sus relaciones.

 

El camarero llegó con los filetes en ese momento y me sentí nuevamente en deuda con él porque ya con el plato delante era más fácil seguir contando esa historia ,con la mirada totalmente puesta en el tenedor y el cuchillo trozando la carne, en lugar de tener que rehuir al escrutinio de Garry.

 

Me preguntaron entonces si yo, llegado el momento, haría una cosa así, y yo la verdad, algo bebida como estaba, me eché a reír ¡es que se me hacía tan gracioso siquiera imaginarme en la posibilidad de gastar galeones en eso! Hasta que vi sus rostros serios, y una de ellas, debías haber visto el odio que traslucía su mirada cuando me dijo "No le va hacer tanta gracia cuando su marido le haga lo mismo señora, porque si me permite la indiscreción, dudo que su matrimonio dure siendo usted tan fría"- dejé los cubiertos sobre el plato antes de alzar la vista hacia Garry- todo lo que hice fue decirles que yo confiaba en ti ¡ahora se me ocurren tantas cosas más! pero en ese instante, cuando todas ellas se echaron a reír, no sé realmente porqué me afectó y ya no fui capaz de decir nada más.

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Cuando Evans le hace el grandísimo favor de deshacerse de la corbata en su cuello, él no puede estar más agradecido con ella y con una mirada de alivio se lo hace entender, a pesar de que aclara que lo ha hecho para su bien y no el del muchacho, sabe que miente, después de todo, le ha quitado la mirada de en sima cuando lo dice, y es que Bel Evans pareciera incapaz de mentirle aun cuando intenta hacer una broma. Él sabe que ella puede hacerlo, mentirle, por lo que se aventura a pensar que la reacción de ella es solamente una consecuencia de la misma del muchacho. Pero que patética que podría ser esta situación, y aun asi a Ollivander le divertía.

 

Asiente para agradecer el gesto y lo que ha dicho, más cambios, si, debe pensar en todo eso ya y malamente no se siente con ganas de hacerlo, porque se ha acostumbrado que todo fluya tan demasiado despacio, que no todos los cambios son bien recibidos por el licántropo, por lo que en ocasiones pudiera él olvidarse de aquellas cosas que permanecen siempre, o era tal ves que se ha acostumbrado tanto a ellas, que parecieran olvidadas entre tanta novedad. Esto era, para él, aquello que no le permitía terminar escapando nuevamente de Ottery St. Catchpole.

 

Exhala largamente, parpadeando una y otra vez, gesto que hace cuando trata de ordenar algunas ideas más confusas. Tienen la mirada puesta en el fondo de aquella botella vacía, ¿tanto han bebido ya? Cuando voltea su mirada a la copa y después a su sanadora se da cuenta de que Evans ha consumido ya algo más de la mitad de esa botella, las coloradas puntas de las orejas de la mujer se lo dicen al mago y él se siente vagamente impresionado por la capacidad que tiene Bel para soportar el alcohol, siendo honestos él comienza a sentirse ya algo mareado.

 

Haciendo su vaso aun lado, a pesar de que ha sido rellenado una vez más, le da entender a la mujer que no se le apetece tomar más, si, no solo Evans puede enfatizar sus rasgos infantiles, él puede hacerlo por cuenta propia, así que evita, cuando lo hace, que su mirada se cruce con la de ella para evitar cualquier regaño no hablado, que aún no entiende como, pero parecieran afectarlo más que cuando ella le grita o le golpea cuando Ollivander ha hecho alguna imprudencia.

 

Sin embargo, no puede ignorarla por siempre y es su charla aparentemente casual la que atrae nuevamente su atención a ella. Aunque después de “esas odiosas reuniones sociales” la atención disminuye, y tantea con sus dedos el mantel de la mesa, dispuestos a tomar nuevamente de su bebida si la situación lo necesitaba. A la mitad de lo que ella contaba, la cena ha llegado al fin a su mesa, y Garry encuentra, por lo menos, más de un par de dos o tres faltas de salubridad en el mozo que les ha servido, aunque no lo dirá, el platillo luce exquisito, quizá aún mejor que en la foto.

 

Mastica con dificultad su primer bocado, es bueno si, pero se da cuenta de que su apetito no es muy bueno de pronto y que se va a cansar de comer toda esa comida que han servido en su plato. Solo puede alzar las cejas cuando la escucha continuar, si escucha lo que está diciendo, aunque se siente confundido, ¿A dónde quiere llegar Bel Evans con esto? Hace tanto tiempo ya que entre ellos las pláticas “casuales” dejaron de ser precisamente “casuales”, que ahora no puede esperar mas por el desenlace de lo que ella le cuenta, esperando de verdad, un final muy al estilo de la sanadora.

 

Asi que su gesto se contrae cuando ella deja los cubiertos sobre la mesa, él no sabe entonces que es lo que debe hacer, asi que, con torpeza, arremeda el gesto de ella con un apenas perceptible rostro de no tener mucha idea de lo que viene a continuación, porque hoy pareciera que su cerebro no está dispuesto a cooperar (como casi siempre) cuando de hablar sobre el proceso mental de Evans se trata. El último de sus bocados aún se está masticando, demasiado despacio para darle al muchacho el tiempo necesario para pensar en una respuesta que pudiera acercarlo o darle una idea de lo que ella dice.

 

―Bien pues…-, inhala y exhala de un jalón con la boca cerrada y que provoca que su nariz haga un ruido cansado. ―Ya te lo he dicho antes querida-, comienza a explicar, desviando de ella nuevamente la vista para cortar un trozo más de carne de su plato. ―La mayoría de los matrimonios más exitosos, o lo que la gente considera exitosos, se basan en mentiras. Solo mira el nuestro-, detiene su actividad, dándose cuenta de que quizá, en su primer intento, ya ha metido las dos patas. ―Ah…am…bL-lo que trato de decir es que…-, ¿Qué trata de decir? ―El matrimonio es meramente una formalidad Bel Evans, cosas de sociedad-, él no cree que pueda decir algo peor ahora, así que solo deja ir sus palabras. ―¿Por qué entonces hay gente que se ama y están comprometidas con otras, o no pueden estar juntas por diferencias sociales? -, nuevamente enarca las cejas. ―Has desarrollado un hábil sentido de observación querida. Tu dime, ¿Por qué crees que esto te ha afectado?

 

Casi de manera inconsciente, al igual que su bebida, el mago desliza apenas el plato hacia enfrente, clavando la mirada en Evans.

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Con Xenix en una de las chozas.

 

Entré feliz de volver a aquella alcoba y me acerqué de inmediato a la ventana para mirar el lago a través de ella. Me encantaba, en serio que disfrutaba de aquel hermoso lugar. Abrí la gran ventana y me incliné hacia adelante con medio cuerpo fuera de la cabaña, inhalé profundamente y después me volví hacia el pequeño y emocionado elfo.

 

-Tranquilo Xenix, te llevaré conmigo apenas pueda, mientras tu estés fuera Timoteo podría cubrirte, además no serán muchos días- le sonreí y acaricié su cabecita con ternura.

 

- Si, definitivamente voy a esperar la aquí, después de todo éste lugar es un paraiso- dije volviendo a mirar el lago - estoy segura de que cuidaras tan bien de mi como lo haces con el refugio, Xenix. Por cierto, ¿podrías mandarme un jugo de pomelo apenas puedas? Por favor.

 

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― Si no lo quieres tú, lo tomaré yo- cogí sin miramientos el vaso que Garry "despreciaba" y bebí su contenido de un solo trago dejándolo luego sobre la superficie de forma un tanto ruidosa- uff, con estas temperaturas que empiezan a bajar ayudan realmente a calentar el cuerpo.


Si el alcohol estaba comenzando a hacer estragos en mi interior, estaba bastante lejos de admitirlo. Todavía seguía dándole vueltas a lo que acababa de decir Garry, respecto a lo mucho (y perfecto) que nuestro matrimonio resultaba por ser todo una mentira, y que no le tomara importancia en la medida que era una cosa cualquiera hecha para cumplir con la sociedad. Su razonamiento, despojado de las emociones y sentimentalismos con que yo veía el mundo, resultaba crudo y cruel, pero lógicamente correcto.


Del amor no podría hablar porque descontando mi "amor de juventud" solo he tenido atracciones por personas que no rotularía con tal nombre- un par de ellas acudieron a mi mente en cuanto mencioné el asunto pero de inmediato las aparqué para centrarme en la pregunta que él me había hecho.


¿Que parte de mí era la más afectada con esa situación? Quizá admitir, con algo de culpa, que los "deberes" matrimoniales me habían excedido por completo, claro, cuando de lo que la sociedad exige de uno se trataba. De nosotros exigía hijos, dada nuestra relativa juventud y adecuado estado físico, y muy especialmente la posición y el dinero. Prácticamente no había tenido reunión dónde el tema no se tocase de una u otra manera, y los gestos de desaprobación eran evidentes cuando comentaba que procrear no era mi prioridad.


Pero había algo más. Algo que tenía más que ver con mi orgullo. Y es que siguiendo el ejemplo dado por esas mujeres de la reunión, a diferencia de ellas yo podía aceptar que Garry tuviese amantes, dado que al fin y al cabo no era una mujer dispuesta ni conocedora de todas aquellas artes seductoras y me sentía ya demasiado vieja para aprenderlas. Pero, ser la comidilla de Ottery por esa situación, y peor aun que mi trabajo fuera ninguneado para que en su lugar fuera ocupado por ese chisme, y quedase solo reducida a "la esposa cornuda de Ollivander" era inadmisible.



Me revolvía todo el cuerpo de solo imaginarlo.



Casi había cerrado el círculo de mis reflexiones cuando una idea más se coló. Y en la medida que esa idea involucraba a Garry, levanté la cabeza para dirigirme a él.


Me afecta que el mundo exija de nosotros hijos, sin siquiera tener idea de como lastima revivir en cada comentario el hecho de que jamás podré concebir- clavé con furia el tenedor sobre uno de los últimos trozos de carne sobre del plato- y me afecta imaginar un escenario donde quede convertida a ojos de los demás en una extensión de ti o viceversa.


Terminé la comida de mi plato, y fue cuando noté que Garry, como con el licor, también había dejado a medias su plato de comida. Lo examiné de pies a cabeza unos segundos antes de proseguir.


― Hablando de mentiras y de compromisos, tú realmente no querías estar aquí-- me puse de pie tomando con la mano derecha el vodka que había solicitado- pero viniste por consideración a mí. Y como no puedo estar en deuda y la noche todavía es joven- dejé escapar una prolongada exhalación- creo que me toca compensarte. ¡Nos vamos a la habitación. Hoy quiero intentar algo diferente contigo!


¿Tendría él idea de a qué me estaba refiriendo? Quizá había dicho aquello último con demasiado énfasis, porque el tipo que teníamos en la mesa del costado acababa de atragantarse con su copa de vino.


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Enarca las cejas en un gesto de parecer sorprendido, aunque la tranquilidad que el muchacho proyecta no deja de aparentar que miente cuando lo hace. Quizá es que entre todo aquello que Bel Evans a escupido con aparente furia, a él también pareciera de pronto molestarle, aunque claro, como siempre, por razones distintas a ella, y es que él no se atreve a decir que conoce de su esposa todo de ella cuando en ocasiones, como esta, Evans tiene esa clase de conflictos personales que lo involucran y que no se siente capaz de ofrecerle a ella una solución para aminorar sus pesares. Aunque siempre lo intenta.

 

Él no las conoce, él no sabe de quienes o cuantas personas son esas de las que Bel habla y cree que ya detesta más de la cuenta a ese grupo de mujeres cotilla que han metido ideas turbias en la cabeza a su querida sanadora, y no es que él dude de la habilidad de ella para sopesarlo un poco y darse cuenta de que ellas parecieran celosas de su “matrimonio perfecto” y que aquello ha salido de sus bocas con la pura intención de lastimar, de fracturar y sembrar en ella la semilla de la duda e inseguridad. Es desalentador ver que Bel Evans caiga aun en este cliché de sociedad de la que tantas veces ambos han caminado en contra.

 

Aun así, él se siente inspirado cuando pareciera que ella va a fracturarse, porque lo maravilloso de Bel Evans siempre viene después, cuando ha superado su propia tempestad y se muestra imponente ante cualquiera que trate de lastimarlos. Vivir aquello es como descubrir una gran verdad y aunque su intención es siempre estar preparado para lo que ella quiera enfrentar, la verdad de las cosas es que era Bel la que siempre terminaba por salvarlos a ambos de perderse en la locura.

 

A pesar de lo mucho que puede gustarle verla entrar en conflicto y después recuperarse, debe admitir que el proceso es difícil también para él, verle sufrir de aquel modo y no tener ni idea siquiera por lo que está pasando, y es que ellos dos son tan distintos, que a Ollivander le cuesta horrores siquiera ser empático con ella en si tuiciones como estas.

 

Una vez más lo está demostrando, a él ni siquiera se le antoja ponerse a pensar en eso, incluso le desconcierta lo que ella misma ha dicho: "ellos ni siquiera tienen idea de cómo lastima el hecho de que jamás podrá concebir", y aun asi, de lo que más pareciera preocuparse ella es por el hecho de que ellos “exigen hijos”, como si fueran ellos los que cuidarían de él, los que vivirán preocupados por su seguridad, los que se preocuparán si se ha enfermado, no, ellos solo “exigen hijos” para solo después exigir de ellos alguna otra cosa que Ollivander, no consigue encontrarle sentido.

 

Pero el tema de “familia” entre ellos es tan delicado aún, que pensar en ello es un dolor de cabeza para la, ahora, muy desgastada mente del licántropo.

 

El muchacho respira largamente, dejando ir lo que fuera que lo tiene asi de tenso, no puede y no debe pensarlo más o terminará ofuscado volviendo a la butaca en Baker y con dos cuerdas menos en el violín, se siente cansado y nada de lo que ella dice lo hace sentirse mejor, con la luna llena tan cerca, él pudiera sentir que la criatura en cualquiera de esos instantes pudiera romper aquel cuerpo humano, asi que apenas puede escuchar lo que ella le dice de pronto, con tanta fiereza en sus palabras que en lugar de intimidarlo le arrancan una larga y torcida sonrisa.

 

Provoca él entonces un largo silencio entre ambos, dejando que en aquel mutismo aquel hombre se avergüence de sí mismo por escuchar pláticas ajenas, “gente que no quiere parecer indiscreta”- piensa de mala gana aun con la mirada adormilada de colores dispar sobre Evans. Él no tiene la más mínima idea de si Bel realmente sabe cómo pudiera “compensarlo”, como ella dice, de alguna forma, se siente motivado a discutir también por aquello y es que se lo ha dicho ya, el lugar es bueno, pero su aspecto físico no parece decidido en demostrarlo, aun asi, se ha esforzado por interpretarlo.

 

Lentamente se pone de pie después de aquel largo minuto de silencio que había sido como si todo este tiempo se lo hubiera estado pensando, cuando termina de incorporarse se puede notar más entre ellos la diferencia de estaturas, después de un último vistazo por encima de su hombro y aun manteniendo esa llana sonrisa que no dice nada en verdad, se dedica a tomar del asiento, su corbata y la capa de ella.

 

―Entonces te sigo-, ahí está, apenas se ve, en la curva apenas perceptible un aire divertido, burlesco, motivado solo por el "qué hará ahora". ―A la habitación-, con un movimiento de cabeza y un ademán le indica a Bel que puede adelantársele camino hasta el cuarto.

….

 

El camino de regreso a la habitación es silencioso entre ellos, la buena acústica del lugar ya no lo deja escuchar ningún ruido perturbador proveniente del exterior ni de las otras salas adyacentes, y solo es el compás armonioso que hacen sus pisadas lo único que se escucha en aquel largo pasillo que los lleva al cuarto. Ollivander cree, por el modo en que pesadamente sus párpados caen una y otra vez sobre sus ojos, que va caminando dormido, como en un sueño, en aquel demasiado largo pasillo lleno de puertas y caminos y con Bel Evans a su lado, con aquel bonito vestido que lleva puesto, pero que él cree que no demuestra la verdadera personalidad de ella. Aun asi le gusta ver como se mueve con cada paso que ella da.

 

Hace el tiempo que tiene que esperar para que ella abra cuando han llegado, no puede evitar sentirse sospechoso en aquel largo pasillo donde pareciera que nadie más existe, ni servicio, ni otros huéspedes, nadie. Después de tantos casos de allanamiento por “buena causa” que ha hecho Ollivander para solucionar algún caso que ha caído en el consultorio, aquel síntoma ya es algo bastante natural en él.

Una vez dentro, arroja la corbata sobre alguna de las butacas, y casi puede decir que es por inercia que se ha conducido hasta la cama, sin embargo, se detiene un segundo antes de hacer cualquier otra cosa.

 

― ¿Y bien? -, quiere parecer igual de animado que el instante cuando aceptó la sugerencia de la sanadora, pero tiene la sospecha de que no lo hace bien. Finalmente, tras un gesto y una larga exhalación, termina por sentarse en la orilla de la cama, esperando, quien sabe, alguna charla sobre lo mismo que han estado hablando durante la cena.

 

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A medida que caminábamos, alejándonos de la luz del comedor, los sonidos de voces se apagaban dejándonos apenas con el rumor del viento en los oídos y el golpe seco de nuestras pisadas en el suelo. Con la botella de vodka fuertemente sujeta bajo mi brazo derecho, continué por el sendero de forma algo zigzagueante, aunque atribuí el asunto al posible cansancio acumulado de todo el día.


¿El alcohol? No no, todavía estaba en pleno uso de mis facultades ¿acaso había comenzado a tener lagunas mentales?


En otros tiempos, un chasquido de dedos habría servido para que P-ko apareciese, me regañase de "forma amable" por mis excesos y escuchase paciente las quejas, improperios y lamentos. Incluso toleraba que pudiese de repente hablar en voz alta con personas imaginarias, personas que alguna vez habían estado allí para mí, y que ahora solo habitaban en mis recuerdos, materializándose ocasionalmente cuando la mente sedada era presa de la sugestión.


Pero ya no hay lugar para eso ahora. No hay lugar para solo escapar, y fingir al día siguiente que nada ha pasado. Ahora, cuando me imagino frente a un espejo, puedo encontrar allí los ojos cansados de mi padre, los tormentos de Pandora, las ganas de ser libre de Catherine y la impulsividad de Adryanie dentro de mí. Todos los Evans que alguna vez admiré, a los que alguna vez quise salvar y que al final igual terminaron por irse.


Y cuando doy la espalda al espejo para enfrentar la realidad, es que lo encuentro a él, a Garry Ollivander, con sus cicatrices perpetuas, sus pupilas de dispar color, contemplando en silencio cada uno de mis movimientos, intentando con ellos intuir mi siguiente movimiento, convirtiéndome a la luz de su mirada en el puzzle más difícil de descifrar y quizá por eso mismo, el más interesante reto que nunca se acaba.


Mi mundo, que empezó pequeño y tras mi llegada a Ottery se extendió de un modo que jamás pude haber imaginado, irónicamente ha vuelto a contraerse, reducida al puñado de amigos incansables, de familiares errantes pero nunca olvidados. Eso había esperado que permaneciera así, inmutable hasta el fin de mis días, pero no había contado con el poder de Garry, el compañero de aventuras, el compañero de vida, para modificar mis planes. Alguien tan importante ahora, y que sin embargo no termino de entender, porque justo cuando parece que se superan las barreras que nuestras distintas trayectorias de vida han construido, aparece algún comentario de su parte que me hacen sentirlo ausente, y tan lejano como si lo tuviera al otro extremo del mundo, y no a mi lado, compartiendo el mismo techo.


Tras pelear unos minutos con la cerradura, conseguí abrir la puerta, e ingresé sin encender las luces. Tras de mí, ingresó Garry, aventando la corbata que le había estado fastidiando durante toda la cena, en tanto yo parpadeaba para acostumbrar los ojos a esa penumbra, y una vez habituada, dejé sobre la cómoda la botella de vodka, y me quité los zapatos para poder recostarme sobre la cama, boca arriba y con las piernas juntas.


No tardé en percibir como el colchón cedía al peso de alguien más, colocado al borde la cama.


Nada de quedarte solo allí- tiré de él hasta hacerlo perder el equilibrio y solo entonces satisfecha, con tenerlo echado a mi lado, decidí continuar hablando- la cama es lo suficientemente grande para que entremos los dos, y necesito que realmente me prestes atención.


Por toda respuesta, pude sentir sus dedos fríos entrelazándose con los míos, y el gesto fue suficiente para proseguir.



Últimamente, me he estado preguntando, como sería mirar el mundo desde tus ojos. En noches como estas, cuando una discusión entre los dos pone tan en evidencia lo diferentes que somos, me invade una sensación de frustración, porque sigo sin encontrar el método adecuado para entenderte del todo, y encarar el hecho de que estoy tan ligada a ti ahora, que mi día no está completo hasta que apareces en él, así sea con la cosa más inútil del mundo- solté un suspiro ignorando las molestas punzadas a la altura de las sienes- y yo sé que aceptamos de común acuerdo esto del matrimonio, más interesados en sus fines práctico-utilitarios y que asumimos perfectamente que no habría consecuencias en esto de fingir frente a todo el mundo emociones y sentimientos que estamos lejos de sentir.


Con la mano libre comencé a masajearme lentamente la cabeza.


Pero dime Garry ¿realmente en él, todo es mentira? Yo nunca fui buena mintiendo ¿sabes? Creo que algún mérito debo darte al respecto, puesto que a través de todo eso que hemos vivido en Baker, ahora hay cosas de ti que encuentro en mí, cosas que no tenía antes. Esta es una de ellas, conocer el límite de mis mentiras, pero es justo la que lleva a preguntarme ¿todo el tiempo solo nos estamos mintiendo tú y yo? ¿Que va pasar entonces el día en que por algo o por alguien ya no tengamos las fuerzas para seguir sosteniendo nuestro "exitoso" matrimonio? ¿seremos capaces de solo decirnos adiós?



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  • 3 semanas más tarde...

Un nudo se formaba en la boca de su estómago.

 

Esto no era nada nuevo, era justo lo que había pasado el primer día en la casona de la heredad, habrían terminado en el cuarto favorito de la madre de Ollivander, ese lleno de telas de todo tipo, y habían solo “hablado”. Por supuesto que, al momento de tocar los temas familiares, como siempre, la cosa no había resultado nada bien. Hoy, estando ahí, no se espera entonces nada diferente, y se remueve nervioso, tenso, quizá por el malestar que le causa el mal recuerdo.

 

Sin embargo, ella comienza a hablar y aunque él no entiende primeramente el sentido de lo que dice, como siempre, la voz de ella consigue tranquilizarlo. En ese estado, es un poco más sencillo entender lo que ella habla, aunque sinceramente aun está lejos de entender el sufrimiento moral por el que ella parece estar pasando ahora. Por qué esta casi seguro que eso es, de eso debe tratarse, que aquella mentira de lo que es su matrimonio y que lastima a ella y a su orden honrado e integro que la sanadora tiene inculcado sabrá Merlín desde que etapa de su vida.

 

Pero él no es así, apenas si se inmuta cuando hablan de lo bien que se ven juntos o se preocupa nada si de ves en ves se le escapa que aquello solo es una “práctica científica”. Y es que a Garry ni siquiera le conmueve en lo absoluto, él no tiene toda esa sensibilidad que ella y aun asi, cuando ella le habla de todo esto, se siente increíblemente capaz de sentirlo, como si compartieran solo eso.

 

No lo sé-, musita después de un demasiado largo silencio. A él le molesta no saberlo de verdad, pero lo ha dicho con tranquilidad, mientras siente que el cansancio se escapa poco a poco de su cuerpo y ahí recostado, ya no se siente con ganas de dormir.

 

¿Recuerdas aquel muchacho? -, él no habla del pasado de Evans, le aburre mirar hacia atrás, ni siquiera su propio pasado le parece relevante, y sin embargo hoy se regaña mentalmente por estarlo haciendo. ― ¿Cuál era su nombre? -, él sabe que no necesita si quiera decirlo, porque el nombre del prometido fallecido de Evans jamás ha salido de la boca de ella. No para los oídos de Ollivander y eso, es algo tan exquisito en Evans, el modo en el que ha convertido a aquel recuerdo en algo tan suyo que es demasiado íntimo.

 

Hoy no es la diferencia y sonríe apenas, cuando el silencio de ella le dice que no lo hará esta vez. El nombre es solo algo para ella.

 

Si hubiera muerto antes de ganarse tu cariño…cuando solo era un compromiso que debías cumplir-, no sabe qué tan profunda es aún la herida de Evans, y se arriesga a tentar el terreno. ― ¿Le hubieras ya dicho adiós, Bel Evans?-, murmura apenas, quizá escuchándose un poco más serio de lo que hubiera gustado.

 

El silencio entre ellos regresa y él no está seguro de tener una verdadera respuesta por parte de ella que él pudiera comprender.

 

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El desconcierto fue la reacción inicial cuando finalmente respondió, justo cuando pensaba que lo mejor era dejarlo dormir o que hiciese lo que se le diera la maldita gana. Acostumbrada a que en ese tipo de razonamientos míos siempre encontrara el modo de hacer ver que el asunto era sencillo y era yo la que lo complicaba, escucharle decir que tampoco sabe hace que me gire hacia él, sintiendo un extraño contento a que él no lo sepa. Porsupuesto, que a efectos prácticos, eso nos colocaba a ambos en una posición bastante delicada. Él todavía lucía tranquilo admitiendo el asunto, y en cuanto a mí, quizá por las copas demás, tampoco sentía más presión de dilucidar una respuesta más concreta extendiendo la charla.

 

Ya habría tiempo para pensar en eso después.

 

No conté sin embargo con que fuera una mención a Ryuichi lo siguiente que saliera por la boca de Garry ¿por qué lo traía a colación tan de repente? Entorné la vista en su dirección, las sienes todavía dolían pero me importó poco y en cambio solo seguí con aquella observación mientras mi mente, viajaba a lejanas memorias de esa temprana juventud, y conscientemente comenzaba a hacer comparaciones entre quien tenía delante, junto conmigo y convertido en mi marido, y el muchacho de espléndida sonrisa, espíritu tranquilo y modales gentiles con el que alguna vez había soñado tener un matrimonio por amor.

 

 

Lo recordaba, pero ya no era más un recuerdo que doliese. Conseguir eso (que dejara de doler) había tardado muchos años, dado que la culpa había estado incluso más presente que el amor en determinado momento, pero por alguna razón no quería compartir aquello con Garry todavía. Quizá fuera que en el fondo, no me sentía del todo lista para ser analizada en ese aspecto de la misma manera en que él analizaba casi todos los aspectos de nuestra vida en común.

 

Probablemente por eso, solo permanecí callada, hasta que la última de sus preguntas me llevó otra vez a nuevas reflexiones. Resultaba que era el deseo de saber si le hubiese dicho adiós a una relación por compromiso, lo que había motivado a Garry a mencionar a mi fallecido prometido. Y sintiendo que podía permitirme dar una respuesta a esa pregunta, respiré hondo antes de responderle.

 

― Para la persona que era en ese entonces...una rebelde a los mandatos del mundo mágico, pues la respuesta es afirmativa. Habría sido la excusa perfecta para sacar el horrible peso de ese compromiso sobre mis hombros, permitiéndome llevar una vida libre y descomplicada en el mundo muggle, tal cual era mi sueño en ese entonces.

 

Soltando su mano me incorporé de súbito, y recostándome sobre el respaldar de la cama, estiré ambos brazos antes de señalar con los pulgares hacía mí misma de forma enérgica.

 

― Pero esta que soy ahora, es bastante diferente. Ya sabes. Encontré mi lugar en el mundo mágico, y con ello aprendí a aceptar y convivir con todas las responsabilidades que este me trajo: mi familia, mi bando, y ahora...tú.

 

Comenzaba a sentir la conversación agotada. No tenía más por agregar, y dudaba que Garry lo tuviese también, así que me animé a decirle lo que pensaba.

 

 

Ahora que te he respondido, al menos una de las preguntas ¿sabes que es lo que creo? que si ninguno de los dos sabe a dónde nos llevarán estas mentiras, pues, no tiene caso seguir gastando palabras en ello ¿no? O a lo mejor, todo se trata de buscar la respuesta en otro lado y por otros medios.

 

Un rayo de luz de luna, que se filtraba por el resquicio de las cortinas, reflejaba en distintos tonos su cabello, dándole una apariencia bastante bonita. No frené entonces mi impulso de enredar mis dedos en su cabello para luego desordenárselo en medio de risotadas al aire, pensando en que nunca le había dicho (o no recordaba) lo mucho que me gustaba ese atributo físico suyo. Y es que, con lo pomposo que solía ser con todo, a menudo me veía obligada a dosificar los elogios de forma tal que no se volviese un arrogante insoportable capaz de sacar de sus casillas incluso a la buena de Mrs. H.

 

Ahhh ,tengo la garganta seca ¿dónde es que dejé mi vodka?

 

En la oscuridad, me deslicé perezosamente por la cama hasta el suelo, y comencé a rebuscar en el morral que siempre llevaba conmigo, la botella que había traído. No di con ella, pero tras varios minutos de búsqueda, terminé por sacar un par de viales de poción, que en cuanto reconocí (por su textura parecida al barro, porque apenas y podía distinguir el nombre escrito que se veía duplicado) me trajeron a la mente una algo alocada idea, que sin embargo, me tentaba demasiado poner en práctica. ¿Y qué mejor que hacerlo con él, un experimentor a fin de cuentas?

 

- Hey, creo que encontré algo más interesante que beber. ¡Bah! al menos algo a lo que seguro no te opondrás- de forma un tanto infantil extendí el brazo y sin mayor cuidado tiré un par de cabellos de él que de inmediato desmenucé con los dedos vertiéndolos a la poción que adquirió un extraño color entre gris y oro, justo como el color de los ojos de Garry y antes que pudiera detenerme la bebí de un solo trago- te prometí algo diferente esta noche ¿recuerdas? - mi sonrisa se expandió con genuino entusiasmo- sé que tu no puedes experimentar esto en tu propio cuerpo al ser semihumano, y yo creo que en realidad va ser fascinante ser tú...

 

@

Editado por Bel Evans McGonagall

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  • 4 semanas más tarde...

La idea de Valeskya realmente había sido buena. Era más interesante estar con ella en un lugar donde ninguno de los dos se sintiera incómodo, por lo que ambos habían acordado encontrarse en algún negocio del Callejón Diagon. Antes de hacer cualquier cosa, el joven pensó en pasar por su hogar para asearse un poco, no es que estuviera muy sucio, puesto que se había bañado antes de visitar a la ojivioleta, pero la obsesión que tenía por estar limpio hizo que se bañara nuevamente. También escogió un atuendo más casual. Una camisa negra, un saco del mismo color, un pantalón de jean que todavía no había estrenado y zapatos marrones.

 

Se apareció en el callejón Diagon ya preparado para reencontrarse con Valeskya pero pensó que lo mejor sería pasar por la dulcería. Allí compró una gran caja de chocolates de distintos tipos. No sabía si a la ojivioleta le gustaba el chocolate, pero en caso de que no, podría llevárselos para comerlos él mismo. Caminó unos instantes viendo los negocios que había en el lugar y pronto encontró el lugar donde habían acordado verse.

 

Sin más dilación entró al Refugio Mágico. No recordaba si había estado allí alguna vez pero parecía ser un bonito lugar. Recorrió con la mirada el lugar para apreciar el decorado. Inmediatamente un pequeño elfo se acercó hacia él y se quedó parado mirándolo. Arcanus no se había percatado de su presencia hasta que el carraspeo del elfo lo sobresaltó.

 

- Disculpa, estaba distraído observando la residencia. Se ve bastante acogedora. Me gustaría registrarme - Le dijo al elfo quien asintió y con un gesto le indicó que lo siguiera. Tras un breve papeleo, el mago estaba habilitado para disfrutar de las instalaciones. - Ah por cierto, seguramente llegue una joven de ojos violeta y pelo negro azulado, indicale que la espero en el restaurante - Le sonrió al elfo y se dirigió hacia el lugar.

 

Busco una mesa que estaba junto a la ventana para poder mirar lo que ocurría afuera y disfrutar de la hermosa vista del lugar. Esperaría a que Valeskya llegara y luego pedirían algo para comer. Arcanus realmente estaba emocionado y ansioso por estar con ella. Esperaba que no se demorara mucho, aunque realmente la esperaría por cien años si hiciera falta.

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