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✿.。.:*El refugio Mágico*.:。✿* (MM B: 102601)


Helene Eloise Bellerose
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Había sido una mala decisión el hecho de tener que decir que el último en llegar pagaba todo; apenas y había tenido tiempo de prepara algo decente para la ocasión. En una de sus más recientes excursiones por el callejón, había visto ese lugar y le había encantado a primera vista, pues poseía muchas de las cosas que a la ojivioleta le encantaban: privacidad, tranquilidad y una maravillosa vista; y mientras estaban en la mansión, se le había ocurrido que sería una buena idea conocer el refugio mágico.

 

Se había dirigido a su habitación a la velocidad de la luz, para poder arreglarse un poco: su elfina estaba esperándola, con esa mirada acusadora que tanto había evitado por parte de su familia. Bastó un solo vistazo para que la bruja notara que quería bombardearla con preguntas curiosas acerca de su visitante, sin embargo, con un ademán le hizo ver que después le contaría… si es que tenía suficientes ánimos para hablarle de su vida privada. Con la ayuda de Breena, la joven recogió un pequeño bolso color rojo, con un evidente encantamiento de extensión indetectable y sin más, echó un montón de cosas. Pudo escuchar un golpe seco al fondo, pero confió en que no hubiera pasado a mayores.

 

- ¿Piensa dormir fuera de la mansión? – Se escuchó la vocecita chillona de su elfina.

 

- ¡NO! ¡Cómo crees! – Exclamó la joven, algo ofendida con la insinuación. - Y deja de hacer tantas preguntas. –

 

Tan rápido como pudo, se dio un baño, eligió algo bastante sencillo: un vestido deportivo corto color rojo y unos tenis a juego. Recogió su cabello en una coleta, mientras caía el flequillo sobre su frente; y con el bolso, salió corriendo de su habitación, dio un fuerte portazo y desapareció.

 

-.-.-.-.-.-

Era la primera vez que veía el Callejón Diagon con un entusiasmo diferente al habitual, tenía que reconocer que tenía muchísimo tiempo que no se sentía tan emocionada como en ese instante. Aunque en el fondo aún sentía algo de preocupación por lo que estaba sintiendo, decidió no darle importancia a eso y relajarse, tal y como tenía planeado hacerlo. El lugar lucía mucho más acogedor ahora que estaba justo parada en la entrada y sin más, decidió entrar.

 

- ¡Qué lindo lugar! – No pudo evitar exclamar la ojivioleta. En ese momento deseó que ese negocio se encontrara en algún lugar remoto del planeta y así terminaría siendo el lugar perfecto para poder vivir.

 

Era una residencia tipo rústico, pero a pesar de eso, podía notarse la delicadeza y elegancia de la decoración. Cada detalle, cada rincón del refugio, dejaba ver el gran trabajo que habían hecho con el lugar. Notó que un elfo doméstico se acercaba hacia ella, hasta que se detuvo y le dio el recado de que había alguien esperándola. La bruja solo movió los labios dándole las gracias en un susurro apenas audible. Y sin más, se dirigió al restaurante, con la idea de que al final no sería tan mala idea reservar un lugar para quedarse. Si de día era tan maravilloso como lo veía ahora, en la noche sin duda sería algo mágico.

 

El restaurante, afortunadamente casi no tenía gente, por lo cual fue fácil encontrar a Arcanus sentado. Al verlo, la pelinegra dibujó una amplia sonrisa en su rostro y se aproximó hacia él, lo saludó con un beso en la mejilla y se sentó.

 

- Espero que no te haya hecho esperar mucho – Murmuró al tiempo que un elfo se acercaba hacia ellos para ofrecerle el menú. - Obviamente, debo decirte que siempre cumplo mis promesas. Así que yo debo pagar por llegar a lo último… Es como algo mágico el hecho de que una mujer por alguna razón siempre tiene que llegar tarde. – Bromeó al tiempo que leía la carta. - ¿Puedes traerme esta pasta… y una copa de tu mejor vino, por favor? – Señaló al elfo doméstico.

 

Esperó a que el fenixiano hiciera su pedido y dejó caer su pequeño bolso sobre la mesa, tras lo cual se escuchó un golpe, como si se tratara de un objeto muy pesado. La joven volteó para todos lados y revisó la mesa, preocupada por si la había roto; suspiró de alivio cuando vio que no había pasado a mayores.

 

- Lindo lugar ¿cierto? – La Granger retomó la conversación mientras observaba por la ventana. - Leí que tienen una bella piscina, así que pensé que sería bueno que nadáramos un poco ¿Qué te parece? – Preguntó animadamente, al tiempo que veía una caja que el joven tenía a su lado. - ¿Y qué es lo que traes ahí? - Preguntó con mucha curiosidad.

Editado por Valeskya Granger

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Mientras el joven se dedicaba a observar el paisaje, podía ver que algunas personas caminaban alegremente por el lugar. Le pareció extraño que nunca había oído de hablar de un lugar tan bueno y completo y se alegró de poder pasar tiempo allí junto a Valeskya. Miró hacia el salón, no había muchos comensales, lo que le parecía bien, ya que nunca le habían gustado los lugares con demasiada gente. A lo lejos pudo ver que Valeskya ya había llegado y estaba hablando con un elfo. Arcanus se levantó de la silla casi de un salto y comenzó a hacerle señas para que lo viera. La ojivioleta comenzó a caminar hacia él y lo saludó con un beso en la mejilla. Arcanus le correspondió y movió la silla para que ella pudiera sentarse. Luego se sentó junto a ella, que ya había tomado la carta, y comenzó a pensar que le gustaría comer.

 

- La verdad es que no llevo mucho tiempo esperando. Además estaba bastante entretenido admirando el lugar. Realmente es un lugar muy lindo. Y no te preocupes por la cuenta, solo por que eres tu, por esta ocasión seré caballero. - Dijo sonriendo mientras ojeaba la carta. Había muchas cosas para pedir. - Salmón rosado con puré de papas y acompañaré a la señorita con el vino - Le dijo amablemente al elfo que luego de anotar los pedidos, desapareció rumbo a la cocina.

 

- Nunca estuve en un lugar como este y con tan agradable compañía como la que tengo ahora - Exclamó a la vez que se sorprendía por el ruido que había hecho el pequeño bolso. Sabía que las mujeres siempre cargaban con muchas cosas, pero parecía como si llevara toneladas de cosas dentro. - Supongo que si no te aburres de mi, podemos nadar, caminar y hacer todo lo que se pueda hacer aquí - Añadió sonriendo. Realmente él quería estar allí el mayor tiempo posible junto a la ojivioleta.

 

- ¿Esto? - Dudó por un momento - La verdad es que quería hacerte un regalo e imaginé que te gustarían unos chocolates. Pensé en unas flores, pero supongo que no serían tan deliciosas. - Le tendió la caja esperando que a ella le gustaran los chocolates. A lo lejos podía verse que el elfo comenzaba a llegar con los pedidos y los ponía lentamente en la mesa. La comida estaba servida y más rápido de lo que el joven esperaba. Arcanus tomó los cubiertos y cortó un pedazo de salmón. En verdad tenía un sabor delicioso.

 

- La comida es excelente. - Comentó - Creo que no habrías podido elegir mejor lugar. - El joven tomó levantó su copa de vino y miró a Valeskya a los ojos - Vamos a brindar. Brindo por ti y por haberte conocido - Exclamó con una sonrisa de oreja a oreja.

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Valeskya no pudo evitar arquear una ceja al escuchar el comentario que el fenixiano había hecho. ”¿Aburrirme? ¿Cómo podría?” Le preocupó por un momento el pensar que quizás no había demostrado suficiente interés en él. Los elfos habían llegado con la comida, la cual tenía muy buen aspecto; no se había dado cuenta de que había música clásica de fondo, que apenas se alcanzaba a escuchar, pero pudo notar que era una de sus melodías favoritas. La joven se quedó en silencio, observándolo fijamente mientras él comía; desvió la mirada al cabo de unos instantes, con tal de no parecer mal educada.
Había tomado la caja de chocolates que le había regalado y tuvo que reconocer que se sintió halagada y hasta sonrojada por ese detalle, ya que no recordaba la última vez que alguien le había regalado algo. ¿Qué podía ser mejor? Estaba con la mejor compañía, con un regalo que definitivamente le encantaba; abrió la caja con cuidado, antes de probar la comida, pues quería corroborar si había alguna muestra de chocolate blanco, el cual era su favorito de toda la vida. Tuvo la tentación de dejar su pasta a un lado para poder probarlo.
- Gracias – Fue lo único que pudo murmurar en voz baja.
La ojivioleta depositó todas las emociones de ese momento en una simple palabra. Quizás Arcanus no se daría cuenta, pero esperaba que estuviera el tiempo suficiente para poder demostrárselo. Al escuchar que quería que brindaran, la joven dejó de comer y alzó su copa mientras lo miraba a los ojos; suspiró, pues todo le parecía demasiado perfecto y eso le daba miedo, pues no creía en la perfección. Pero desde el momento en que lo había conocido, decidió dejar que las cosas fluyeran y hasta ahora todo había salido bien.
- Entonces yo también brindo por ti y porque deseo que esta sea la primera de muchas veces en que pueda verte… - Exclamó diciendo lo primero que había llegado a su mente.
Como era su costumbre habitual, solo había dado un par de bocados, dejando a un lado el plato casi lleno. Aguardó en silencio hasta que su acompañante terminara sus alimentos, solo observaba todo lo que había a su alrededor y contuvo las ganas de pedir que le subieran el volumen a la melodía que sonaba en ese momento. Cuando él terminó, la Granger le hizo señas al elfo para que se llevara los platos; le dio un sorbo al vino y le dijo:
- ¿Sabes? A pesar de que hemos platicado un poco, por alguna razón sigo sintiendo que eres un misterio… – Aunque tenía que reconocer que eso era algo que le gustaba mucho de él, dudó un momento antes de continuar, sacó uno de los chocolates y le dio una pequeña mordida. - ¿A qué te dedicas? Ya sé que suena demasiado trillado, solo que… En verdad me gustaría mucho conocerte un poco más, ya que solo me has contado parte de tu pasado, pero del presente creo que nada… – Tomó otro chocolate de la caja y estiró su mano para ofrecérselo. Le dio un poco de vergüenza acercárselo a su boca.
- Hagamos algo, para que no te sientas acosado por mis preguntas psicópatas – Bromeó la ojivoleta. - Yo te pregunto algo y tu puedes preguntarme lo que sea… sin secretos ni restricciones ¿Qué te parece? –
Tal vez no era una buena forma de hacer las cosas, pero quería hacer que se sintiera con la confianza suficiente para hacerlo sentir mejor. Con la mano que tenía libre, la extendió lentamente, buscando la suya. Aguardó algo expectante por su respuesta.
Editado por Valeskya Granger

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Las cosas marchaban a pedir de boca. Realmente estaba disfrutando el estar allí con Valeskya. Cada segundo que pasaba con ella, le agradaba más y más. Por suerte el regalo que le había llevado parecía haberle gustado ¿Quién se resistiría a unos deliciosos chocolates? Arcanus comía bastante rápido, solía hacer eso cada vez que probaba una comida que le gustaba demasiado. Pero a diferencia suya, la ojivioleta había comido solo unos bocados. ¿Quizá era por su condición de vampira?. El joven sonrió al pensar que cada vez que salieran a comer, podría comer por partida doble.

 

Una vez que terminaron y el elfo se llevó los platos, ambos comenzaron a conversar. Valeskya tenía razón y aún tenían mucho para contarse. Ella había sido la primera en realizar una pregunta. La verdad que al joven no le gustaba mucho hablar de si mismo sobre otra cosa que no fuera duelos pero con ella haría una excepción. Tomó el chocolate que ella le había dado y tras darle un mordisco decidió contestar.

 

- Bien. Supongo que es un trato justo. Sin secretos... - Dijo al tiempo que entrelazaba sus dedos con los de ella - La verdad es que no tengo trabajo por el momento... Me gustaría trabajar en la Academia como profesor, el Ministerio me aburre mucho realmente. Intenté con algunos empleos allí, pero ninguno llamaba mi atención. - Respondió con sinceridad. A decir verdad, nunca había sido muy trabajador. Las únicas veces que en verdad le gustaba lo que hacía era cuando se dedicaba a enseñar duelos.

 

- Creo que me toca - Dijo mientras se acomodaba con su silla cerca de Valeskya y la rodeaba con su brazo esperando que no le molestara. - Quiero que me cuentes con detalles que fue lo que pasó con tu ¿esposo? y si sigues en contacto con él. - Trató de ser suave en su pregunta. Le interesaba demasiado ese tema como para obviarlo. De verdad le gustaba Valeskya y quería asegurarse que esa historia había terminado. Aprovechó para abrazarla, para hacerla sentir contenida y saber que él estaría allí sin importar lo que tuviera para decirle.

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Vino y chocolate, una de las mejores combinaciones para la bruja, y si a eso se añadía una compañía tan agradable como la de Arcanus, sin duda las cosas mejoraban mucho más. No sabía si había hecho lo correcto al ofrecer ese trato, de contestar todo sin restricciones ni mentiras; aunque no tenía cosas que esconder, tampoco le agradaba la idea de terminar mostrándose mucho más vulnerable. Sin embargo, opinaba igual que él, que era un trato justo: sinceridad por parte de ambos y había tenido la oportunidad de hacer la primera pregunta.


La ojivioleta sonrió al escuchar la respuesta, en primer lugar, porque la había tomado de la mano, un gesto que la sorprendió gratamente. En segundo lugar, se enteró que ella no era única que pensaba que el Ministerio era demasiado aburrido. No le atraía mucho la idea de trabajar allí, pues según los rumores que había escuchado, las cosas habían cambiado mucho con el transcurso de los años; si de por sí no le agradaba en el pasado, ahora lo consideraba como una última posibilidad el hecho de tener que acudir allí; aunque parecía que la situación la estaba orillando a acabar como una triste esclava del sistema [?].


”¿Es posible tanta coincidencia?” Pensó la joven al notar que había otra cosa que tenían en común: las ganas de dar clases en la Academia. Era lo único en lo que ella había pensado desde que había regresado a Ottery, sin embargo, había buscado la oportunidad más de una vez y le había sido negada. A decir verdad, se encontraba bastante desanimada en ese aspecto, pues no quería pensar que todo se manejaba a través de contactos. No le sorprendería si el joven de ojos marrones también se encontrara igual que ella, aunque evitó preguntar en el momento, porque había llegado su turno para responder.


Como si estar con los dedos entrelazados no la hiciera lo suficientemente feliz, el mago de cabello castaño se acercó más a ella al tiempo que la rodeaba con su brazo. ”¿Acaso puede ser más perfecto?” Dijo la Granger para sus adentros, al tiempo que trataba de no mirarlo fijamente por mucho tiempo, por temor a que se le notara lo mucho que él le gustaba. Aunque la pregunta que le hizo provocó una ligera mueca de desilusión, pues trataba de averiguar un poco más de detalles acerca de su pasado. Promesas eran promesas, por lo cual dio un largo suspiro, mientras pensaba en las palabras más adecuadas:


- Mi “esposo”…- Hizo una pequeña pausa. - …la última vez que lo vi fue en algún lugar de este callejón. No recuerdo si me citó o simplemente nos encontramos por casualidad.- Hablaba despacio, tratando de hacer memoria de ese momento, que si bien no le causaba tanta tristeza como antes, aun le resultaba difícil de hablar. Se había esforzado tanto en dejar eso atrás, que casi había olvidado los detalles; claro que su mala memoria también ayudaba mucho con eso.


- Recuerdo que quiso disculparse por haberse marchado y que yo no reaccioné tan bien como debería – La bofetada que le había dado, había sido demasiado notable. - Me dijo que había estado en algún tipo de extraña misión y que por eso se había ido sin decir más… - Había dicho lo de la misión casi de forma inconsciente y esperó que no le hiciera más preguntas con respecto a eso. - El punto es… que después de eso, no lo he vuelto a ver. Quizás se encuentre viviendo en Ottery, o quizás siga viajando así como antes. No lo se… -


Quería decirle que no guardaba rencor, que lo había perdonado desde hacía mucho tiempo; pero no estaba tan segura, algunas veces se preguntaba qué haría si lo volvía a ver. De lo único que estaba segura, era de que ya no quedaba nada de esa relación; se había quedado como parte del pasado y esperaba que nadie llegara a removerlo. Se quedó en silencio, mientras dejaba que Arcanus la envolviera en sus brazos. De repente recordó algo que él le había dicho cuando se habían conocido y eso la hizo sobresaltarse un poco.


- Tú…. ¿Frecuentas a los Gryffindor? – Preguntó algo insegura. - Me refiero a que si conoces a todos. ¿Cómo fue que llegaste ahí? – Había una posibilidad en un millón de que pudiera conocerlo, los Gryffindor siempre habían sido una familia numerosa; sin embargo, solo quería asegurarse. - Espero que eso no cuente como pregunta – Lo miró a los ojos, mientras sonreía con cierto nerviosismo. - Y si no, pues tendré que responder a la misma cantidad de interrogantes… pero tengo curiosidad de algo más ¿Nunca has contraído matrimonio? – Finalizó, mientras que acomodaba su cabeza en el hombro de él, podía percibir el aroma de su perfume, que comenzaba a resultarle embriagador. Acariciaba su mano lentamente, mientras esperaba su respuesta.

Editado por Valeskya Granger

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El Fenixiano escuchaba atentamente cada palabra que Valeskya de decía. No tardó mucho tiempo en darse cuenta que tal vez no había sido la mejor pregunta para hacer porque la cara de incomodidad de la ojivioleta había sido demasiado evidente. A decir verdad solo había preguntado para asegurarse de que no tendría ningún tipo de problemas por salir con ella. No es que tuviera miedo de otra persona, pero en ese momento de su vida, prefería ahorrarse disgustos. Se alegró bastante al saber que aquella historia estaba terminada.

 

- ¿La Gryffindor? La verdad es que es mi familia pero casi no paso tiempo en la mansión. De hecho, creo que habré ido una o dos veces. - Claro sin contar las veces que había ido como Mortífago para destruir todo, pero afortunadamente esos tiempos habían quedado atrás. - No conozco a muchos integrantes. Aunque pensándolo bien, no conozco a muchas de las personas que frecuentan el mundo mágico por estos tiempos. La mayoría de gente que conocía está perdida por alguna parte del basto mundo. - No había mucho más para añadir. Quizás debería pasar más tiempo en la mansión. Es algo que tendría en cuenta y más ahora que le interesaba que alguien pudiera ubicarlo.

 

La siguiente pregunta lo incomodó un poco a decir verdad. No le gustaba mucho hablar de sus relaciones pasadas y menos con alguien que le gustaba pero había hecho un trato y tenía que cumplirlo. Además, de esa manera se ahorraba que Valeskya se llevara cualquier tipo de sorpresa. Terminó de comer su chocolate y la abrazó más fuerte.

 

- Si, estuve casado. Hace mucho tiempo. No voy a mentirte pero no recuerdo bien por que terminó la relación. Solo recuerdo que aquella chica era demasiado controladora y celosa - No le gustaba hablar mal de las personas, pero tenía que decir la verdad. - Tampoco es que yo fuera un santo de su devoción, pero bueno... Terminé dejándola porque me asfixiaba - Arcanus no recordaba mucho como para dar más detalles por lo que se mantuvo callado un momento mientras pensaba una pregunta.

 

- ¿Por qué no aprovechamos para caminar mientras nos conocemos' - Propuso el joven. La verdad que no tenía muchas ganas de quedarse ahi sentado sabiendo que se encontraba en un lugar muy bello que podía recorrer junto a Valeskya. Ambos se incorporaron y Arcanus aprovechó para pasar su brazo alrededor de la cintura de ella. Ambos salieron caminando hacia el extenso jardín.

 

- Bien... siguiente pregunta. ¿Cómo adquiriste tu condición de vampira? - De verdad le intrigaba mucho eso y se lo había estado preguntando desde que lo había descubierto.

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No sabía cuál de las cosas que había escuchado la tenía más aliviada: en primer lugar, por saber que Arcanus no conocía a muchos de los integrantes de esa familia y aparte por que no pasaba mucho tiempo ahí, lo cual significaba que las posibilidades de conocer a esa persona eran prácticamente nulas. Aunque para la ojivioleta eso era lo de menos, si llegase a encontrar a su esposo, pues solo sería una oportunidad para poder terminar bien las cosas. Ya habían pasado varios años desde que decidió que había esperado el tiempo suficiente y ahora tenía la oportunidad de conocer a alguien que le agradaba.


En segundo lugar, por reconocer la sinceridad del fenixiano ante la pregunta que le había hecho. Tal y como lo había sospechado, él estuvo casado alguna vez. No pudo evitar sentir un poco de pena por lo que había pasado, pues aunque ella no lo había vivido, seguramente no era muy agradable tener a alguien que la hiciera sentir de la forma en la que el joven lo contaba. Ahora le daba la razón al no querer hablar de esa situación que probablemente le recordaba el mal rato que vivió; dudaba que después de una relación así, tuviera las ganas de rehacer su vida volviéndose a casar. De forma inconsciente la bruja sonrió, pues era algo que si a ella le preguntaran no sabría qué respuesta dar.


Valeskya se encontraba tan absorta escuchando con atención lo que el joven de ojos marrones tenía que decirle, que no había notado que la estaba abrazando más fuerte que al inicio. Lo cual le resultó tranquilizador, no sabía exactamente por qué, tal vez porque había pasado mucho tiempo en que alguien la trataba de esa forma o porque verse envuelta en sus brazos la hacían sentir que a él no le importaba lo que ella tuviera que decir, por grave o peligroso que fuera. Cualquiera que fuera la razón, solo deseaba que las cosas continuaran así.


Asintió ante la propuesta de Arcanus, de caminar un poco mientras hablaban; le agradaba la idea de conocer el jardín que tanto había llamado su atención desde su llegada. No había mucha gente recorriendo el lugar, por lo cual podía escucharse los peces agitados en el pequeño lago que había bajo un puente. Alrededor del lago había arbustos cuidadosamente podados, con diferentes formas. Cruzando el pequeño puente había un camino de cerezos japoneses, los cuales no tardarían mucho en florecer. Al acercarse al algo, se detuvo en seco al escuchar la pregunta que el joven de cabello castaño le había formulado.


- Hoy es el día de las preguntas incómodas ¿cierto? – Bromeó la ojivioleta. - Bien… he de advertirte que quizás mi historia no sea la más interesante – Sonrió y lo miró a los ojos, pensando en que platicarle esa parte de su vida provocaría cierta decepción. Generalmente los vampiros tenían historias fascinantes que involucraban guerras, aventuras, deseos, entre otras cosas. Se separó un poco del fenixiano y se sujetó suavemente del brazo que segundos antes había rodeado su cintura.


- Pasó hace relativamente poco – Suspiró, al tiempo que lo guiaba al centro del puente - Era joven, mortal, la primera vez que me enamoraba de alguien, con quien creí que formaría una familia y viviríamos felices para siempre. – Hizo una mueca de amargura, pues en esa época era demasiado ingenua. - Incluso tuve una hija… que por cierto no quiere a su madre. Hace varios años que emprendió su camino y no se nada de ella. –


Hizo una pausa para preguntarse lo loco que podía escucharse eso, sin contar que no le había mencionado que su esposo no había sido la primera vez en que había tenido una relación seria con alguien. Suspiró profundamente, esperando a que su exceso de sinceridad no terminara por perjudicar aquel encuentro.


- Digamos que yo no sabía a qué se dedicaba la persona con la que llegué a vivir. Así que un día llega agitado, diciendo que debemos irnos. En algún momento de la huida nos separamos, me persiguen, dejo a mi hija en un lugar donde se que algún muggle la cuidará, me encuentran y… ahí solo llegó la oscuridad. Finalmente abro los ojos y me encuentro al lado de mi madre, sin saber qué rayos me pasó. –


Había recitado las palabras casi de forma automática, pues en realidad no recordaba nada de esa vida. Solo se había apegado a la versión que le había dado la persona que fue su pareja en ese momento, con quien se había topado tiempo después por casualidad. Siempre había sentido que esa historia le resultaba totalmente ajena, como si se tratara de otra persona; salvo por que su hija apareció años después, es que tuvo la certeza de que había sido real. Mientras hablaba, su mirada violácea se había perdido en la profundidad del lago.


- Lo de mi hija… quizás por que no recuerdo nada, es que nunca supe cómo tratarla cuando reapareció en mi vida. Así que no la culpo por haber decidido marcharse, al final creo que fue lo mejor para ambas. – Quizás había sonado como la peor de las madres, pero solo decía las cosas tal y como las pensaba. - Es curioso ¿sabes? – Sonrió con amargura. - Eres la primera persona a la que le cuento todo esto. – Se quedó callada por un momento antes de continuar:


- Treinta o cuarenta años… no soy de una época tan antigua, si es que te lo preguntas. – Resultaba extraño que un vampiro no recordara la fecha de su conversión, pero para ella era relativamente normal. - Nunca acepté del todo mi nueva condición, la idea me carcomía por dentro. Dejé de contar los días que transcurrían, así no terminaría por enloquecer al ver que no podría morir a una edad avanzada, como cualquier humano… –


- Muchos quieren abrazar la inmortalidad ¿Tu no lo deseas? – Preguntó con curiosidad, pues sabía de muchos que deseaban eso, sin pensar en las consecuencias. - No creas que deseo convertirte en parte del clan vampírico malvado – No pudo evitar reír, en un intento de tranquilizarlo. - Solo me gustaría que me dijeras lo que piensas después de lo que te acabo de contar… Quizás no soy celosa ni controladora, pero tengo otra clase de problemas con los cuales no sé si quisieras lidiar.- Por primera vez, desde que había iniciado su relato, miró los ojos de Arcanus, buscando alguna reacción positiva.

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El joven pensó que tal vez continuaba haciendo preguntas incómodas porque Valeskya se lo hizo notar, aunque dijera que se trataba de una broma. Lo único que podía hacer Arcanus era agradecerle totalmente su sinceridad y que quisiera compartir cosas tan íntimas con él. De verdad apreciaba mucho esa confianza que ella depositaba en él.

 

La historia de Valeskya, al contrario de lo que ella había dicho, le resultaba muy interesante a Arcanus. Se sorprendió un poco al saber que tenía una hija, y se lamentó que no se llevaran bien, aunque no la juzgaba. El joven notaba una cierta angustia en su voz y decidió no seguir preguntando sobre eso, aunque aún tenía un par de preguntas.

 

- Es un alivio que no seas de tanto tiempo atrás, la verdad. Creo que sería medio difícil para mi adaptarme a los gustos de alguien de siglos pasados - Dijo bromeando mientras continuaban caminando. En eso escuchó que la ojivioleta le preguntaba algo. Tardó un poco pensando su respuesta.

 

- ¿La inmortalidad? - Repitió el joven en voz baja. A decir verdad nunca se lo había planteado en su vida. Tal vez fuera porque nunca tuvo realmente una razón por la que querría vivir por siempre. Pensó que debía ser duro el ser vampiro y ver como todos tus seres queridos mueren, como todas las cosas cambian, mientras uno queda atrapado en este mundo por toda la eternidad. - Realmente no es algo que me gustaría conseguir por el momento. - Respondió. Fue entonces cuando su mirada se encontró con ella, suspiró y tomó el rostro de Valeskya entre sus manos.

 

- La verdad es que mientras más te conozco, más quiero estar contigo. Yo creo que los problemas siempre tienen solución y me gustaría estar a tu lado para ayudarte. - Le dijo al tiempo que con una mano acariciaba su mejilla y se perdía en aquellos orbes violetas que le habían llamado tanto la atención desde que la conoció. - Me gusta demasiado pasar tiempo a tu lado Valeskya y acepto enfrentar cualquier problema que pudieras tener con tal de estar contigo. - Se atrevió a decirle por fin. La verdad era que aquella joven había capturado totalmente la atención de Arcanus.

 

- Tu querías ir a nadar ¿Cierto? - Dijo cambiando de tema algo ruborizado. No quería agobiar a Valeskya tan pronto por lo que pensó que si tal vez podrían hacer algo para divertirse y relajarse un poco tras haber revuelto ambos en su pasado.

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La joven se tomó su tiempo después de haber terminado de contar su historia, pensando en que quizás pudo haber hecho que fuera menos detallada, aunque de una forma u otra, había tenido la confianza en contarle a Arcanus todo. Se trataba de lo que ocurría cuando alguien guardaba secretos por tanto tiempo, una vez que empezaba a hablar, no podía detenerse hasta terminar; le resultaba un enorme desahogo, aparte de que trataba de ser totalmente sincera. Los secretos siempre traían problemas y ella lo sabía mejor que nadie.


Algo de lo que le había dicho el joven de ojos marrones, puso a pensar a la bruja; el hecho de que tuviera costumbres de épocas pasadas hubiera sido difícil para él adaptarse. Aunque había sido una broma, era algo que no se había detenido a pensar antes: en algún momento de su vida, tendría que enfrentar a esa situación, tal y como pasaba con su hermano. ”Ya habrá tiempo de pensar en eso”, dijo la joven para sus adentros, pues la inmortalidad le daba la posibilidad de tener mucho tiempo libre.


La respuesta del fenixiano con respecto a la inmortalidad había sido bastante concisa, lo suficiente para dar el tema por terminado. Internamente agradeció que no fuera uno más de los que veían el hecho de vivir eternamente como algo genial; se encontraba pensando en todo lo que se habían dicho mientras lo miraba. El hecho de sentir que sus manos tomaban su rostro fue un gesto que tomó totalmente por sorpresa a la ojivioleta, junto con sus palabras. Suspiró al tiempo que trataba de expresarle que ella también sentía lo mismo, pero el cambio brusco de tema hizo que se desconcertara un poco.


- Yo… ehmm… ¿nadar? Claro.- Era lo único que alcanzó a murmurar, le dio un poco de vergüenza tener que retomar el tema anterior. Notó que estaba algo ruborizado y ella también se sentía igual. - La ventaja de ir a nadar con alguien como yo, es que te evitarás la vergüenza de que tenga que molestarte para ponerme el bloqueador solar... No hay forma que pueda conseguir un buen bronceado. – Bromeó con la intención de relajar un poco la tensión que comenzaba a sentir.


La Granger tomó sus manos al tiempo que sonreía y lo jalaba suavemente hacia el interior del refugio; a pesar de que la laguna hubiera sido genial, pensó que después de nadar sería un lugar más al que podrían visitar. No tardaron mucho en llegar a la piscina, la cual tenía enormes ventanales alrededor, las cuales daban una bella vista al exterior; para fortuna de ellos no había gente en esa área. Lo siguió guiando hasta llegar cerca de la orilla de la piscina y sin decir más, rodeó el cuello del fenixiano con sus brazos hasta abrazarlo.


- ¿Sabes? Creo que debo decirte algo…- Le susurró al oído con voz pausada, buscando las palabras adecuadas. - El tiempo que he pasado contigo, ha sido lo más maravilloso que me ha pasado desde hace mucho. – Bajó un poco la voz, le daba un poco de vergüenza reconocerlo. - Y nada me gustaría más que estuvieras a mi lado…- Lo mantuvo abrazado y le hubiera gustado que así se mantuvieran.


- Por otro lado… Tengo otra pregunta para ti. – Se separó unos cuantos centímetros de Arcanus y lo miró a los ojos. - ¿No extrañas ser de “los malos”?- Esperaba que esa pregunta no lo incomodara mucho y lo único que se animó a hacer, fue mantenerlo abrazado. Después de lo que habían hablado, estaba segura que cualquiera que fuera su respuesta, sería muy difícil que hubiera algo que la pudiera alejar de él.

Editado por Valeskya Granger

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El joven iba siguiendo a Valeskya quien lo tomaba suavemente de la mano hacia la piscina. El lugar realmente se superaba una vez tras otra. Sin duda la elección de la ojivioleta había sido muy acertada. Arcanus estaba contento de estar allí y de haberla conocido. Por suerte recién estaba empezando el día y tendrían mucho para hacer. Se le pasó por la mente robarse un giratiempos para poder repetir el día una y otra vez y eso que aún no había terminado. Sonrió al escuchar el comentario sobre el bloqueador solar, pensando que en realidad era una desventaja.

 

- !Qué coincidencia! Yo me siento igual. Y no te preocupes porque no pienso irme de tu lado. Y por cierto, podríamos intentar lo del bloqueador por las dudas - Dijo y sonrió, acariciándola a la vez que ella lo abrazaba. Ambos se mantuvieron así un rato. Luego, ella aprovechó para hacerle otra pregunta.

 

- La verdad que no... Mientras pueda seguir teniendo duelos y grandes batallas me da igual el bando. No creas que porque estoy en la Orden dejaría de matar a algún mortífago en la primer oportunidad. - Dijo en voz baja para que solo ella pudiera escucharlo. Realmente estaba en el bando para poder duelear. Si bien respetaba sus ideales, algunos de ellos no los compartía. A él no le importaba torturar o matar a un Mortífago.

 

- Digamos que no existe la maldad o bondad, solo son conceptos que inventa la sociedad para explicar ciertas actitudes. Además, depende del lado que lo veas los buenos pueden ser los malos y los malos los buenos. - Dijo recordando las veces que miembros de la Marca hacían quedar a los de la Orden como si fueran los malvados de la historia ante la comunidad mágica.

 

- Yo tengo una pregunta... ¿Te parezco atractivo? - Dijo de pronto buscando incomodar a la joven. Esperaba divertido a ver que respuesta le daría, mientras comenzaba a quitarse la ropa para quedar con el traje de baño.

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