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.: Castillo Triviani :. (MM B: 78361)


Mentita
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Siempre ha sido costumbre de los grandes magos y brujas disfrutar de un whisky —dijo, a modo de saludo, Maida.

 

Conocía a la bruja que ahora se sentaba tan cómodamente en la sala de estar de los Triviani, frente a la chimenea, y aunque no era su costumbre ser la primera en entablar conversación, pudo verse reflejada en la mirada nostálgica de Alyssa. Todo cambiaba constantemente en el mundo mágico y las cosas a las que uno solía aferrarse, desaparecían sin que les importara los sentimientos de las personas. Se había sentido así los últimos dos años al menos. Quizá por eso cuando escuchó su voz, sus pies no dudaron en guiarse hasta ese lugar.

 

No quiero creer que esta vez te quedaras mucho tiempo, pero me alegra que aún sientas este lugar como una raíz a la cuál volver —comentó mientras el elfo aparecía frente a ambas y le servía la bebida a la mujer—, para mí un refresco de limón, por favor. Y unas cuantas galletas, tengo hambre.

 

Lo de los bocadillos se le ocurrió de repente, como si de un antojo se tratara. Alyssa era una bruja muy lejana a ella en cuanto a experiencia y vivencias de la Marca, a lo mejor por eso sentía esa especie de ansiedad que la hizo pedir comida. Lo mismo le pasaba con Candela, Orión o Gatiux, aunque el trato diario había aminorado esos reflejos. Perdió sus azules en el crepitar de la chimenea, en el danzar del fuego a medida que avanzaban los segundos, esperando al elfo.

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  • 1 mes más tarde...

Sentado el aquel sillón que tanto le gustaba, divagaba en el que es y en el que será; no sabía bien si este lugar que tanto le había visto crecer gozar sufrir remembrar y llorar tras esas paredes y columnas de piedra pulida que calladas se quedaban sin vida pero con esperanza de vivir y resurgir nuevamente.

 

-"Para que dejar extigirse lo que ya existe, aunque sea solo uno puede hacer mucho si cree en lo que hace y guías en tus caminos seguidos por la base que tienes de tus ancestros. no lo dejes querido hijo, que tuyo es todo lo que te lo propongas"- .

 

Resonaban cada día con frecuencia esas palabras en sus sueños, o eso le hubiese gustado haber escuchado o quizás algo mejor, puesto que seguía la sangre gitana en sus venas y el legado en su estirpe, aunque cielo y tierra se muevan, tenía por seguro que él siempre estaría ahí con todo el peso de la familia en sus hombros.

 

-Aunque diga o haga locuras y que madure a mi manera, estaré acá fiel a mi apellido, a mi herencia, con este honor singular y bajo la tutela que tengo a mi herencia que deja mi legado Triviani. Viviré y vivirás conmigo y no podrás morir ni ser borrado. -

 

Terminando y completando lo que estaba escrito en estás paredes, mientras leía al lado del cuarto de su madre Alyssa, o eso es lo que podía rescatar de esas letras ilegibles pero el sabía a su manera lo que quería dar a conocer. Pues ser Triviani , no se estigue no acaba nunca.

 

Tenía en mano una copa la cuál se ayudaba de aquel cristal para leer ese detalle en la pared, era un copa hecha por los antepasados que guardadas bajo llave se sacaban en determinados momentos, aunque él tenía un par a sus disposición.

 

En ese instante sintió la presencia de unos ojos color safiro que divisaban todo el lugar , inundando de su presencia está esencia conocida y única.

 

Su Madre estaba es este lugar aunque no sabía bien dónde, tenía la necesidad de encontrarla y ni cuánto tiempo se quedaría con ellos. Solo esperaba que no se vaya nunca. Pero que podía pedir si ella estuviera aquí a su lado, corriendo varias ideas por su cabeza negandolas todas, solo una era que necesitaba.

 

@@Alyssa Black Triviani

 

Olía brasas del fuego quemar y la danza bailar en sus corazón, así como la última vez que lo hizo, pero esta es diferente.

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  • 5 meses más tarde...

La simple vista del castillo Triviani iluminaba su rostro con una enorme sonrisa. Si bien había crecido con su madre en la mansión Lestrange, solía visitar a su familia paterna con regularidad y una buena parte de sus mejores recuerdos habían ocurrido aquí en esta casa de locos. Oh, no había duda alguna de que los Triviani estaban fuera de sus cabales en todo su esplendor, en esta familia solo sobreviven los más fuertes… y desquiciados. Desde el segundo en que ponías un pie en estos terrenos te convertías en el blanco de una serie de ataques espontáneos, inesperados y, por lo general, mortalmente peligrosos. Lo peor es que nunca sabías cuando o de donde vendría el ataque…, o de quien. Y aquel que piense esto un ataque personal y focalizado esta muy equivocado, pues esto es solo la rutina y forma de vida propia de esta peculiar familia.

Esto te enseñaba a estar constantemente en guardia, lista para reaccionar en cualquier momento, atenta a las señales de peligro así como también atenta a las señales que le indicarían el camino a su siguiente presa. Y es que en el Castillo Triviani eres el cazador o serás la presa.

Cuando Mila entró al castillo se quitó de los hombros la desgastada capa de viaje que llevaba a todos lados, vestía pantalones militares beige con grandes bolsillos a los costados, una daga reposaba en su funda atada a la cadera, y en su torso una camiseta verde oscuro. Se quitó los lentes de sol paseando una mirada analítica por el lugar, masticando su goma de mascar con aire ausente mientras una sonrisa comenzaba a dibujarse en sus labios.

- Que comiencen los juegos del hambre… - ronroneó la Triviani sacando una granada de los bolsillos en su pantalón, arrojándola en el aire y atrapándola al segundo con gesto casual.

 

@ Frankie Triviani  @ Jeremy Triviani  @ Candela Triviani  @ Maida Black Yaxley

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El Castillo de la familia Triviani tenía una sola razón para existir en el mapa de Ottery que le importaba a Maida: sus sobrinos. Aunque claro, incluso ellos andaban ausentes y la castaña tenía poco tiempo para andar buscándolos. Sin embargo, mantenía lugar de residencia ahí también. Uno de los elfos invadió su privacidad para avisarle de la llegada de uno de los miembros de la familia, por la urgencia en sus gestos, pensó que se trataba de Mathew. Se puso de pie, pero el criado no supo darle mayor razón, ¿no conocía a todos los miembros de la familia aún? Se alisó algunos pliegues de la túnica y avanzó por los pasillos hasta llegar a las escaleras, desde dónde ya podía ver a una joven que atrapaba en el vuelo, una daga.

¿Juegos? —preguntó en un susurro.

Bajó las escaleras y se acercó a la malabarista improvisada.

¿Buscas a alguien en especial? Aunque claro, para haber podido ingresar sin problemas, tienes que ser de la familia —se aclaró ella misma—, Maida Black Yaxley, mucho gusto. 

@ Mila Triviani

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Tenía esta idea en mente de lo que sería vivir en el castillo Triviani, una experiencia salvaje y memorable sin duda, como lo habían sido sus escasas visitas en el pasado. Pero ya llevaba más de 15 minutos en los terrenos y nada ni nadie había tratado de atentar contra su vida aún; de pie en medio del vestíbulo con una granada en la mano esperando que una avalancha de represalias cayera sobre ella en cualquier momento, pero en respuesta solo obtuvo un silencio tan absoluto que esperaba los grillos empezaran a cantar.

Al poco rato una figura solitaria salió a recibirle, su respuesta tan casual y tranquila que disipó sus expectativas como un globo perdiendo el aire que le daba cuerpo. No molestándose en ocultar la decepción que se mostraba en su rostro, redirigió su atención a la bruja que no reconocía de sus previas visitas al castillo. Maida… ¿Cuál sería su relación con ella? ¿Una tía lejana tal vez?

- Lo siento – balbuceó la Triviani al tiempo en que guardaba la granada de vuelta en su bolsillo – Esperaba una bienvenida un poco más… violenta – agregó esbozando una media sonrisa – Mila Triviani, mi padre es Jeremy – se presentó – solía visitarle ocasionalmente cuando era niña, pero no recuerdo haberte conocido en aquellas oportunidades. ¿Dónde está el resto de la familia?

 

@ Maida Black Yaxley

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  • 2 semanas más tarde...

El silencio se interrumpía solo por las ráfagas de viento que hacían chirriar las verjas del portón del castillo. Alto, imponente, como una lanza se elevaba hacia las nubes. La tormenta no esperaría mucho más para hacerse llegar. En el medio del camino, una estela de humo se convirtió en un hombre que avanzaba ágilmente por la calle, como si hubiese estado todo el tiempo allí. Sus zancadas lo llevaron hacia el portón y, al llegar, lo obligarían a detenerse.

Un halo de extrañeza lo había invadido mientras se dirigía a la estructura que se alzaba frente a él. Parecía salida de un sueño lejano y, sin embargo, allí estaba delante de sus ojos. Al apoyar sus manos sobre la reja para abrirla tuvo un presentimiento automático y la alejó, mientras unas raíces de lazo del diablo aparecían para atrapar al intruso desprevenido.

<<¿Qué ha sido eso?>> se preguntó hacia sus adentros mientras veía retroceder a la planta nuevamente a su escondite. Algo le había advertido que esa trampa estaría siempre allí, aunque seguía sin entender por qué. Desenfundó su varita y con un latigazo de su brazo abrió de par en par el portón, que no reaccionó esta vez. Comenzó a avanzar sin perder la vista de los huecos donde había visto desaparecer las raíces de lazo del diablo, pero no volvieron a asomar y lo dejaron adentrarse en los terrenos.

Vagó unos instantes y dio unos giros alrededor de algunos árboles antes de notar una baldosa que le llamó la atención. Una rasgadura de lado a lado la había partido a la mitad... o eso querían los Triviani que el resto creyera. Tomó una roca del suelo y la lanzó sobre la baldosa, que no tardó en desprenderse para dejar pasar una especie de dardo emplumado que se elevó hacia donde hubiese estado el pie distraído y siguió su trayecto hasta perderse en lo alto. Soltó una carcajada que sonó demasiado fuerte para lo mortecino del paraje en el que estaba.  Era irreal que aquel silencio se apoderase de un castillo con tantas habitaciones.

Avanzó un tanto más mientras escuchaba unos alaridos del interior del castillo que hubiesen puesto los pelos de punta de cualquiera y procuró no acercarse mucho al estante que descansaba sereno en la entrada. Una vez seguro del otro lado, se acercó a la puerta y golpeó tres veces. Aguardó un instante hasta que escuchó unas pisadas torpes que se acercaban fugazmente. La puerta se abrió y del otro lado lo recibió un elfo de aspecto demasiado andrajoso para el castillo que lo cobijaba. <<Típico de esta clase de gentuza>> se repitió hacia sus adentros <<maltratar a los que creen que están "por debajo" de su nivel>>.

Sin embargo, no se esperaría el saludo de bienvenida del elfo, que comenzaría a chillar y dar saltitos como un loco mientras le tomaba la mano.

- ¡Amo Thanatos, amo Thanatos! - el elfo parecía haber visto un fantasma y el hombre trató de disculparse una y otra vez mientras intentaba descifrar quién era la criatura - ¡ha vuelto! - dijo agachándose en una reverencia que le hizo tocar la punta de sus pies con la de su nariz.

- Disculpe, mi buen señor, debe haberme confundido con alguien más, pero solo vengo a entregar una carta a los residentes de esta honorable morada. - se sentía mareado y parecía haber mucha más información de la que el licántropo pudiese procesar en aquel momento. Debería indagar más en profundidad a futuro. - Soy - se detuvo un segundo pensando en que revelar su nombre sería mantener la farsa que el pobre demonio se había hecho en su cabeza.- ... miembro del Ministero della Magia. Entiendo que su familia tiene muchos ciudadanos de la madre patria y queremos invitarles a una gala de beneficencia. Si no le importa, debo seguir con mis recados.

El elfo, educado para obedecer, cerró la boca y no pronunció otro comentario, pero sus ojos parecían llenos de curiosidad y extrañeza. Sin perder un segundo, el Snape le entregó el pergamino enrollado, un poco más agitado de lo que habían sido sus primeras reacciones.

- Portus - dijo apoyando la punta de su varita en el pergamino. - La invitación es para las personas mencionadas ahí debajo. El pergamino es un traslador que los llevará a la gala. Por favor, no olvide entregarla. Muchas gracias.- Sin decir más, aceleró el paso y salió de allí... quizás debería volver, pero ese no era el momento.

@ Lord Cubias  @ Alyssa Black Triviani  @ Candela Triviani  @ Jeremy Triviani  @ Matthew B. Triviani  @ Ashura Lestrange

 

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Editado por Thanatos L. Lestrange
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— Siendo hija de quién eres, entiendo que esperaras algo más violento, pero me temo que te has encontrado conmigo —dijo casi entre risas la bruja mientras se acerca a la joven Mila—, soy Maida, aunque creo que ya te lo he dicho, y soy la prima de tu abuelo Aaron. Vivo, digamos que esporádicamente por aquí. Y de hecho, me pasé gran parte de mi vida en Bulgaria, quizá sea por eso que no me hayas visto nunca.

De una forma sutil y amablemente, la guió hacia un lado del vestíbulo para que pudieran estar más cómodas. Por otro lado, unos elfos aparecieron como si temieran que Mila o Maida incendiaran la sala con todo lo que tuviera dentro. La ojiazul le entendía a la perfección, sus sobrinos, e incluso Candela podían ser más temperamentales de lo que se podía describir. Ella apenas señaló unas pertenencias de Mila y accedió a que ofrecieran algunas bebidas, había que ser diligentes con, su ¿sobrina nieta? Sacudió la melena despejando sus cálculos de árbol genealógico.

— También verifica si en el castillo está Jeremy o Matthew, por favor —indicó al elfo doméstico—, Mila, ¿deseas algo? ¿Has venido por algo en particular? Estamos por iniciar temporadas de estudio, por eso mis preguntas. Disculpa si te parezco indiscre...

Iba a continuar con su presentación/interrogatorio cuando una invitación fue presentada a ambas. ¿Gala de beneficencia en la Triviani? No parecía idea de Candela, y en efecto no lo era, las firmas confirmaban que se avecinaba algo gran en el castillo, Alyssa estaba de vuelta, y aunque el Ministro italiano no llevara el apellido, Maida sabía que estaba relacionado con los Triviani. Por fin llegaban los que podían poner en tela de juicio la toma de decisiones de la madre de sus sobrinos. 

@ Mila Triviani  @ Alyssa Black Triviani  @ Matthew B. Triviani  

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Los hermosos terrenos del Castillo Triviani, hacia años que el Malfoy no los veía y ahora parecían irreconocibles, incluso la estructura del castillo y sus jardines, tras diez largos años de ausencia, era normal que hubieran cambiado. Ahora el Malfoy estaba de vuelta y deseaba no solo volver a entablar relaciones con la familia que el ayudó a fundar.

Por tal motivo acudió aquella tarde calurosa de verano y se encaminó hasta aquella estructura que desde lejos se veía de por si imponente. No fue necesario tocar la puerta pues el poseía su llave. Ingreso por un largo pasillo hasta toparse con la entrada principal. Se sentía un poco atemorizado pues no sabía la clase de personas que ahora vivían ahí y aún más temeroso de no ser aceptado. Sin más dilación decidió ingresar abriendo dichas puertas.

Camino por el gran salón donde se había desarrollado la gala de beneficencia tan solo unas noches atrás y espero a ver si alguno de los familiares llegaba a recibirlo, tendría mucho que contar y no estaba seguro de que su nuevo bando encajaría adecuadamente en el lugar. Aún así amaba a su familia y seguiría con ella el tiempo que se le permitiese.

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  • 2 meses más tarde...

Con los últimos rayos de sol aparecí cerca de los terrenos del castillo Triviani. Me había costado muchísimo rato pensar de qué manera era lo mejor de desenvolverme en ésa situación. Tenía cada vez más cosas que hacer y ésa tarea era una de las más difíciles. ¿Por qué? Porque sin pensarlo, se había formado una enemistad con una de sus integrantes, Candela. Habíamos empezado por buen camino, pero ante un suceso, no habían parado los enfrentamientos.

Aún asi, aquella bruja no era la única con la que tenía que hablar. Desde hacía muy poco habíamos empezado a relacionarnos con otro de sus parientes, Jeremy. ¿Y por qué no aprovechar la oportunidad de hablar con ambos? Si de algo estaba orgulloso era de los pactos que lograba y necesitaba buenas relaciones si queríamos ir retomando poder dentro de la comunidad mágica.

¿Se encuentran Candela y Jeremy? Debo verlos. Soy Mael Blackfyre —llamé a la puerta antes de que un pequeño servidor me atendiera para darme la bienvenida. Sus grandes ojos élficos me miraron ante aquella palabra y me presenté para darle la oportunidad a la chica que supiera que iba en son de paz. Estaba claro que en caso contrario, habría explotado la ventana en miles de pedazos y la habría atacado.

Pero eso no evitó que no pusiera cerca mi mano dentro del bolsillo, acercando mis dedos a la varita. Miré al elfo esperando que me dijera cómo seguir. Tal vez podíamos tener una reunión normal y tranquila y de hablar de algunas cosas que nos convenían a los tres. Necesitaba familias amigas, conocidos, contactos. Y tenía que empezar desde la base, claramente. Acomodé el cuello de mi túnica al esperarlos allí.

@ Candela Triviani  @ Jeremy Triviani

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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¿Para qué? ―preguntó de inmediato tras aparecerse detrás de Mael.

Había estado recostada sobre una de las ramas de los enormes árboles que se encontraban en los jardines delanteros del castillo. Lo había visto llegar desde su lugar y su primer impulso habría sido clavarle la varita en la yugular, sin embargo, la tranquilidad con la que se manejó mientras se acercaba hasta la puerta de entrada la había  desconcertado. Se había sentado, tratando de decidir si debía creerle a esa pantalla o prepararse para ser atacada dentro de su propio hogar. Le preocupaban ciertas cosas, pero prefirió no pensar en ellas y desapareció y reapareció atrás de la figura del mortífago.

― Te hice una pregunta... ―casi le gruñó. La varita se materializó en su mano en ese preciso momento, dispuesta a iniciarle una batalla como para recordarle la última que habían tenido en el Callejón Knockturn antes de la llegada de la gente aquella, antimagia (?).

Chuck se había quedado petrificado en el lugar. Alternaba miradas desde el visitante a su ama y de ésta al visitante, esperando el cruce violento de ataques porque conocía bastante bien a la matriarca y no conocía al joven mago que había tenía enfrente, pero parecía bastante temerario y violento. Así que, el elfo, ladeó la cabeza para dirigirle una mirada a la gitana y desapareció dejándola en compañía de Mael Blackfyre. Iría a alertar al resto de los Chucks por si esa visita dejaba de ser diplomática y pasaban a los varitazos. 

Me preguntaba cuánto tardarías en venir a buscarme, como si eso fuese a apurarme a darte lo que me pides... ―y aunque quisiera, pues no podría. Ya no existía.

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~ Mosquito ~          Ianello 

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