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^ High Flights ^ (MM B: 87651)


Mackenzie Malfoy
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En la región de las Highlands, al norte de Escocia, un estrecho brazo de mar penetra, serpenteando entre altas montañas, en un valle excavado por glaciares, formando un fiordo. Allí, en el paraje llamado Loch Linnhe, una antigua fortaleza medieval se alza sobre una pequeña isla, situada en una zona en la que el fiordo se ensancha hasta adquirir la apariencia de un gran lago.

La isla, mucho más pequeña a la vista de los muggles de lo que es en realidad, junto con las montañas que la circundan, conforman el Parque Natural de Criaturas Aladas High Flights, una propiedad privada dedicada al turismo de montaña y aventura.

El complejo turístico ofrece una amplia gama de actividades deportivas en un entorno único, catalogado como una de las mayores reservas naturales de criaturas aladas en estado salvaje. Además, la fortaleza medieval, llamada también Linnhe Castle, es un hotel de lujo que ofrece a los visitantes un completo servicio de alojamiento.

Un lugar ideal para pasar un fin de semana entre amigos, con la familia o con la pareja. Lujo, romanticismo y aventura, en un entorno de gran belleza paisajística, que harán que tu estancia en el Parque Natural High Flights te resulte inolvidable.

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Actividades:

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Paseos y Excursiones en Caballos Alados:


El Parque cuenta con 12 caballos alados (4 Aethonans, 4 Abraxans, 3 Thestrals y 1 Granian) que ofrece a sus visitantes para la práctica de la equitación aérea.

Se pueden contratar los siguientes servicios:

o Paseos en caballo alado.

Puede contratarse de forma individual o en grupos. Duración de 2 a 4 horas.



o Excursiones en caballo alado para grupos y familias.

Se puede contratar el paquete standard que consiste en una excursión de un día completo por las Highlands, con servicio de guía y picnic incluidos.



o Excursiones organizadas con reserva anticipada.

Además, reservando de forma anticipada, se organizan excursiones en caballos voladores, de varios días de duración, a los siguientes destinos:


o Ruta de los castillos de Escocia.

o Recorrido por las Highlands y el Lago Ness

o Circuito por la campiña inglesa

o Copenhague y Ámsterdam

o Fiordos Noruegos

o Aventura en el Polo Norte

o Leyendas laponas

o Castillos y Bosques de Europa.


Se admiten inscripciones individuales y en grupo. Descuento para familias y niños.


Adicionalmente, el Parque admite tambìén las demandas de excursiones organizadas para grupos, según las preferencias de los contratantes.





Equitación aérea y doma de caballos alados:

o Clases de vuelo a caballo.
o Clases de doma y crianza de caballos alados
o Crianza y entrenamiento de caballos alados en general
o Crianza y entrenamiento de caballos alados de carreras
o Prestigiosa Escuela de jinetes, doma y crianza de caballos alados



Alquiler de caballos alados:

Avisando con antelación, High Flights le ofrece un servicio de alquiler de caballos alados para carruajes y viajes privados.


Safaris:

El Parque HF es una gran reserva natural de criaturas aladas en estado salvaje y ofrece safaris con guías para visitar los asentamientos de Hadas, Doxys, Fénix, Grifos, Hipogrifos y hasta Dragones. Muchos aseguran que han visto también Rocs, Mantícoras, Quimeras, Sílfides y Gárgolas.


Actividades acuáticas:

o Alquiler de veleros aéreos, barcas de remos y otras embarcaciones.
o Alquiler de Piraguas.
o Alquiler de motos voladoras y acuáticas.
o Venta de branquialgas para disfrutar de un cómodo paseo bajo el agua.
o Servicio de guías e interprétes de Sirenio para visitar las profundidades del fiordo.
o Entrenadores de buceo y submarinismo.



Otras actividades:


o Equitación muggle
o Equipamiento de escalada
o Training infantil en ponies alados y en actividades acuáticas
o Guardería para mascotas
o Natación
o Senderismo



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Alojamiento

Hotel-Castillo
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La fortaleza medieval, llamada también Linnhe Castle, es un hotel de lujo que ofrece a los visitantes un completo servicio de alojamiento. Cuenta con piscina, Jacuzzi, Spa, gimnasio, estadio de quidditch y campo de polo. El servicio gastronómico es excelente y las habitaciones son todas amplias suites de estilo medieval que hacen que sus huéspedes se sientan auténticos monarcas.



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Galería de Imágenes:

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Las Highlands y el Parque Natural High Flights:

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El Hotel de super lujo Linneh Castle:

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Los caballos alados:


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Nuestros
Caballos Alados

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Mackenzie Malfoy adquirió el Parque Natural a sus antiguos propietarios quienes únicamente lo destinaban a la cría y entrenamiento de caballos voladores. La Malfoy aportó sus propios alados al Parque e inició la explotación turísitica de High Flighs.

Enigma, el pegaso personal de Mackenzie, y Kasper, la cría de Granian que adquirió hace unos meses, no forman parte de los caballos alados que High Flights alquila a los turistas.

Nota: A efectos de la nueva versión del Ministerio, sólo el granian Nashir (XXXX), el abraxan Sirio (XXXX) y el Aethonan Regulus (XXXX) pertenecen al negocio. El resto de los caballos alados son propiedad de Mackenzie Malfoy



Los Abraxans:


Nombre: Sirio

Especie:
Abraxan


Color:
Palomino (color marrón muy claro, casi dorado, con la cola y la crin blancas)


Tamaño:
Es un abraxan de pura raza y procedencia americana. Su altura es de 1,53 metros hasta la cruz y pesa 450 kg.


Sexo
: Macho


Edad:
5 años




Nombre: Rigel

Especie:
Abraxan


Color:
Palomino (color marrón muy claro, casi dorado, con la cola y la crin blancas)


Tamaño:
Es un abraxan de pura raza y procedencia americana. Su altura es de 1,67 metros hasta la cruz y pesa 478 kg.


Sexo:
Macho


Edad:
7 años




Nombre: Vega

Especie:
Abraxan


Color:
Palomino (color marrón muy claro, casi dorado, con la cola y la crin blancas)


Tamaño:
Es un abraxan de pura raza y procedencia francesa. Su altura es de 1,40 metros hasta la cruz y pesa 417 kg. Todavía es potrilla, por lo que seguramente alcanzará el 1,47 de altura.


Sexo:
Hembra


Edad:
3 años




Nombre: Aldebarán

Especie:
Abraxan


Color:
Palomino (color marrón muy claro, casi dorado, con la cola y la crin blancas)


Tamaño:
Es un abraxan de pura raza y procedencia americana. Su altura es de 1,45 metros hasta la cruz y pesa 415 kg.


Sexo:
Macho


Edad:
4 años





Sirio, Rigel y Aldebarán son hermanos. Los tres son de procedencia californiana. Vega es francesa y muy remilgada.

Hay mucha rivalidad entre Vega y Aldebarán. Ella siempre se burla de él porque es un caballo pequeño y ella lo pasará en altura en cuanto termine de crecer. Sin embargo, Aldebaran es un caballo de gran energía y potencia. Tiene mucha resistencia y probablemente llegará a ser un caballo muy veloz y de mucha altura.

Cuando cabalgan los tres juntos, Vega no puede ir delante de Aldebarán, dado que si éste, en un descuido del jinete, la adelanta, la potra se encabrita y se desboca, pudiendo tirar al jinete si es inexperto.

Sirio es tranquilo y no tiene una alzada muy grande, por lo que resulta una excelente montura para jinetes inexpertos.

Rigel es un abraxan fogoso e imprevisible.





Los Aethonans:


Nombre: Spica

Especie:
Aethonan


Color:
Zaino (castaño oscuro, casi negro)


Tamaño:
Es un aethonan de pura raza y procedencia escocesa. Nació en el propio Parque Natural High Flights. Su altura es de 1,57 metros hasta la cruz y pesa 467 kg.


Sexo:
Hembra


Edad:
7 años




Nombre: Regulus

Especie:
Aethonan


Color:
Zaino (castaño, con mancha blanca en la frente)


Tamaño:
Es un aethonan de pura raza y procedencia escocesa. Nació en el propio Parque Natural High Flights. Su altura es de 1,63 metros hasta la cruz y pesa 497 kg. Es un potro que probablemente llegue a alcanzar el 1,73 de altura.


Sexo:
Macho


Edad:
3 años




Nombre: Acrux

Especie:
Aethonan


Color:
Zaino-alazán (castaño rojizo)


Tamaño:
Es un aethonan de pura raza y procedencia rusa. Semental. Su altura es de 1,68 metros hasta la cruz y pesa 485 kg.


Sexo:
Macho


Edad:
6 años




Nombre: Alcyone

Especie:
Aethonan


Color:
Tordo púrpura (mezcla de blanco, negro y púrpura, un color raro en esta raza de caballos alados)


Tamaño:
Es un aethonan con mezcla de pegaso. Su altura es de 1,65 metros hasta la cruz y pesa 473 kg. Procede de Argelia.


Sexo:
Hembra


Edad:
4 años



Spica es la madre del potrillo Regulus. Ambos son oriundos del propio Parque Natural High Flights. Tienen un carácter puramente escocés, muy amigables, correctos y hospitalarios. Regulus es un potro travieso, pero no suele hacer locuras.

Acrux es de caracter rudo y reservado. Un semental de pote imponente que vuelve locas a Spica y Alcyone, quienes siempre andan enredadas en peleas por el control del macho.



El Granian:


Nombre: Nashir

Especie:
Granian


Color:
Rucio-alazán (pardo rojizo)


Tamaño:
Es un granian de pura raza. Procedencia árabe. Su altura es de 1,54 metros hasta la cruz y pesa 442 kg. Es muy veloz y alcanza, además, grandes alturas. Ha sido criado por la prestigiosa escuela de doma y crianza de High Flights y ha ganado varios premios y carreras. Está considerado uno de los mejores caballos alados de Inglaterra.


Sexo:
Macho


Edad:
9 años.





Los Thestrals:


Nombre: Arial

Especie:
Thestral


Color:
Negro


Tamaño:
Thestral de pura raza. Procedencia persa. Su altura es de 1,80 metros hasta la cruz y pesa 510 kg.


Sexo:
Macho


Edad:
8 años





Nombre: Aniel

Especie:
Thestral


Color:
Negro


Tamaño:
Thestral de pura raza. Procedencia persa. Su altura es de 1,80 metros hasta la cruz y pesa 510 kg.


Sexo:
Macho


Edad:
8 años





Nombre: Anauel

Especie:
Thestral


Color:
Negro


Tamaño:
Thestral de pura raza. Procedencia persa. Su altura es de 1,80 metros hasta la cruz y pesa 510 kg.


Sexo:
Macho


Edad:
8 años





Arial, Aniel y Anauel son hermanos trillizos. Proceden de Persia y son muy remilgados. No se llevan bien con el granian Nashir, que también es un presumido.

Aun con todo, tampoco suelen juntarse mucho con los Abraxans y los Aethonans, dado que se consideran muy superiores a ellos.

Arial es el más perceptivo e inteligente. Aniel es el más emprendedor y atrevido y Anauel es el más buenazas de los tres.




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Plantilla:

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Alfred, un experimentado jinete, entrenador y criador de caballos alados es el encargado del Parque. Trabaja allí desde mucho antes de que Mackenzie Malfoy adquiriera la propiedad. Discrepa con Mackenzie sobre el negocio turístico que ella ha montado en el Parque, pues cree que los caballos alados no están hechos para los turistas.

Es un joven alto, de porte elegante y modales distinguidos. Ojos azules y cabello rubio, que suele llevar atado en una coleta.

Turku es el jefe de la plantilla de elfos. Muy educado y siempre dispuesto a atender a los clientes en todo lo que necesiten. Se deshace en atenciones con todos los visitantes.

El parque cuenta con varios guías, entrenadores, criadores y una numerosísima plantilla de elfos.



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Afiliados:

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Se invita a todos a participar como afiliados en este negocio. La cuota de la afiliación son 100 galeones y, además de ser una forma de apoyar a los negocios que os gusten, recibiréis a cambio la posibilidad de que el dueño del local os asigne un pago a final de mes (cantidad libre, máximo 200 G por usuario y mes), de rolear con las criaturas y objetos del negocio y otras opciones rolísticas que los propietarios quieran establecer.

En el caso de mi negocio, yo ofreceré a los afiliados lo siguiente:
  • Posibilidad de incorporarse a la plantilla del Parque o del hotel y rolear como empleado.
  • Siempre que haya ganancias, pago de 150 galeones a todos los afiliados al final de cada mes.
  • Permiso para rolear con las criaturas dentro del parque, tanto las que son del propio negocio como las que son propiedad de Mackenzie que están en la explotación del Parque. Es decir, todos los caballos alados y otras criaturas que incorporaré en el futuro, a excepción de Enigma y Kasper, que son mis caballos alados personales.
  • Roles divertidos en los que podemos pensar una aventura para cada excursión.
  • Preferencia en la agenda del parque si vienes con tu grupo o tu familia a rolear una visita.



LISTA DE AFILIADOS

Severus Gryffindor Malfoy
Lyra Katara Ryddleturn
Absinthe Malfoy




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Alfred seguía igual. Todavía tenía aquel aspecto adolescente e indomable que lo hacía tan atractivo. Sin embargo, Mackenzie echaba de menos su antigua permanente sonrisa. Ahora, apenas sonreía.

- ¡Cuánto me alegro de verte, Alfred! -La Malfoy estrechó a su antiguo amigo en un caluroso abrazo y, por un momento, mil recuerdos de risas, juegos y locas calbagadas hasta inhóspitas alturas se dibujaron en su mente.

- ¡Diablos Mack! No puede ser cierto lo que decía tu lechuza. No lo harás. Ni hablar, no te atreverás a convertir este Parque en un avispero de turistas. ¿Te has vuelto loca?

La Malfoy se volvió hacia Enigma y comenzaron a caminar hacia los pastos, dándole la espalda a Alfred.

- Ya está hecho, Alfred. Laurentia Fletwock me ha conseguido los alados que necesitaba y en estos momentos pastan en el cercado. El castillo se ha reformado y, ahora mismo, es ya es un hotel de lujo. Los primeros anuncios han sido distribuidos por Ottery y todo está listo para recibir a esos turistas. -Sonrió, volviéndose a Alfred, que caminaba detrás de ella con gesto huraño-. Y tú vas a llevar todo esto. Serás el encargado.

- Ni hablar. Ni lo sueñes, no pienso atender turistas. Te quitas la capa esa del Wizengamot y te vienes a atenderlos tu misma.

Alfred montó en Aniel y, antes de que hincara los talones en los costales, Mackenzie recordó aquellos años en los que ambos montaban Thestrals sin poder verlos.

- ¡Alfred! -Mackenzie, a su vez, montó de un salto en Enigma y galopó junto al jinete- No puedes dejarme tirada. Sé que este Parque es tu vida y que piensas que tus alados no están hechos para que los maltraten turistas inexpertos ni estas montañas para llenarse de gente, pero tienes que ayudarme. -La bruja miró al mago. Esta vez no sonreía y su gesto era preocupado.- Por favor, Alfred...

Sus ojos azules se clavaron en los verdes de ella. Parecían tristes, como si una melancolía hubiera convertido el chispeante brillo de antaño en un pozo de inalcanzable profundidad.

El jinete miró hacia las montañas, que en aquella época del año, comenzaban a adquirir una tonalidad rojiza. Durante unos minutos, ambos cabalgaron en silencio, hasta que él posó su pegaso en un saliente rocoso de la montaña, justo donde se abría una amplia gruta.

El corazón de la bruja dio un vuelco al recordar aquel lugar. Se preguntó porqué Alfred había ido a pararse precisamente allí y a punto estuvo de dar media vuelta y rendirse ante la negativa de Alfred. Sin embargo, el gesto tranquilo de él, que no parecía recordar aquel lugar, la animaron a acercarse junto a él.

- ¿Cuándo llegan los primeros turistas? - Preguntó Alfred, mirando hacia el interior de la gruta.

- Muy pronto, espero. - Contestó Mackenzie, aliviada, apartando la vista de la gruta.
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Come, my friends,
Tis not too late to seek a newer world.
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-- ¡Amas, amas...! ¿Lo han visto?

 

Las tres dueñas del local levantamos la cabeza, sorprendidas de la interrupción de Harpo. No era una actitud a la que nos tuviera acostumbradas, así que antes de cuestionar su capacidad mental decidí dejar que se explicara. El pobre elfo recuperó el resuello, poniendo las manos sobre sus rodillas y dejando la cabeza baja, controlando la respiración. En cuanto pudo hablar, le increpé un poco arisca, me había interrumpido en la labor de acabar el crucigrama mágico que había salido ese día en "El Quisquilloso".

 

-- ¿Y bien?

 

-- Han abierto... otro negocio de Turismo.. en el pueblo -- dijo, aún de forma entrecortada.

 

-- ¿Qué...? Trae, anda

 

Y le arrebaté el tríptico que agitaba como un poseso delante de nuestras narices. Bufé ante lo que se mostraba y realmente sentí algo de envidia ante la visión de aquellos caballos alados que se veían en las fotos, moviendo de forma elegante sus alas y despegando hacia el cielo. Miré toda y cada una de aquellas fotografías y sonreí ante la idea que se me forjaba en la cabeza.

 

-- Vamos, Harpo, relájate, que la competencia no es mala, elfo tonto. ¿Por qué sencillamente no te has aparecido en el negocio en vez de venir corriendo? Al final sí va a resultar que te haces viejo y pierdes la memoria.

 

Y le dejé allá mientras salía al exterior de nuestro negocio. Observé el cielo. En contraste con el azul que se veía en las fotos de aquel nuevo lugar de ocio, en Ottery había nubes algodonosas que cubrían un día por fin sin lluvia, después de la gran tormenta de los días pasados.

 

Mi vista cambió ahora de objetivo, parándose en el Autobús del negocio, aparcado en la acera de enfrente al "Fénix Aventurero".

 

-- Podría ser... -- murmuré, contemplado la silueta anaranjada del vehícule.

 

Entré dentro con paso decidido. No perdía nada en probarlo, así que me senté enfrente del escritorio, saqué pluma y busqué un rato un pergamino con el logotipo del negocio que no estuviera muy arrugado. Mis socia siempre me reñían por lo mismo, así que busqué el que mejor estaba y al final tuve que recurrir a uno de los que, impolutos, guardaba Elodia en su mesa.

 

Procuré que la pluma no goteara, se me daba mal el eliminar las manchas de tinta y solía embadurnar más aún la superficie del papel cuando intentaba limpiarlo. Y me esmeré en que mi letra, amplia y desgarbada, conservara nitidez y no impidiera la lectura de lo que quería escribir.

 

Me esforcé, no hay que dudarlo, ya que conseguí redactar una misiva sin una sola falta y sin manchas. Lo moví un poco al aire para que se secara, aún sabiendo que la tinta era rápida y que no se iba a correr. Era un gesto usual en mí a pesar de saber que era inútil.

 

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-- Toma, Harpo, llévate este pergamino a la lechucería y procura que esta vez el ave no sea de las despistadizas. Que la entregue a la dueña del negocio y que no se pierda como la última que usamos.

 

Mi elfo asintió y tomó el pergamino que había envuelto y se dirigió hacia la puerta.

 

-- ¡¡Espera!! -- le grité.

 

El pobre elfo respingó y se detuvo, girándose hacia mí para saber el motivo de mi chillido.

 

-- No envíes una lechuza. Aunque estén domados, todos esos animales voladores podrían tener ganas de jugar con ella y zampársela. Ve tú mismo. Y Aparécete, no vayas corriendo o te dará un ataque o algo.

 

-- Sí, Ama.

 

Y con el plof característico, desapareció del negocio, dejándome a mí cabizbaja y pensativa.

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-¿Qué piensa hacer con su vida mi amo?, ya que le es indiferente verse enfrentamiento con legendarios oponentes del mundo y ni le importa lo que le suceda al mundo, sé muy bien que se ha dicho ser un mago tenebroso, pero si me disculpa la pregunta. – Le miro con gran curiosidad y agrego. – ¿Por qué ha tomado esa decisión?, si hace siglos usted decidió no seguir los ideales tenebroso y juro no regresar a estos. Pese a todo intento ser un miembro respetable protegiendo lo que supuestamente luchaban contra las artes oscuras. En verdad no comprendo porque ha tomado esa decisión.-

 

Giro su mirada hacia un lado y no contesto el amo a su sirviente. No obstante le siguió escuchando como si no le hacía caso. –Su labor como mago en el hospital se que no le llena, porque siente que algo le falta. Será a caso que aun extraña a Sirano y Seth, porque si no me equivocó usted les ordeno a sus criaturas marcharse antes que el Ministerio les encontrara, claro que aun recuerdo la epoca que montaba su fiero Sirano y Seth corría para a cansarles.- El amo apenas tocio y el sirviente callo.

 

Ambos se miraron el uno al otro como si nada y su caminar le introducía más un paraje desconocido. – ¿Pasa algo?- Pregunto preocupado y de inmediato fue a su lado, lo cual provoca que este clave la mirada e indique que nada sucede. Permitiendo que el siga hablando. – ¡Que curioso!, este paraje se me parece conocido y casualmente creo que ya se a donde vamos.- El amo desplego una sonrisa en su pálida testa, mientras arqueaba su ceja izquierda. -¿Entonces le reconoce?, es sin duda alguna una tierra muy fértil a donde vamos, ya deseo en verdad llegar, estirar un poco mi imaginación y recrearme viendo aquellas criaturas.-

 

Nuevamente tocio el amo y el sirviente callo. Al frente notaron dos jinetes que parecían titanes, cada uno montado en una criatura voladora, era curioso como el Amo quedo deleitado a su gracia de movimiento y de cierta forma quedo complacido con lo que observa. Algo por su mente comenzó a crear una idea un poco descabellada o pudiera ser un poco cuerda en cierto sentido. Ya que sin duda alguna detuvo su caminar y le siguió su acompañante.

 

En eso el amo se imagino montado en un corcel negro de brillante pelaje, el cual con cada galope cursaba los cielos con inmensa gracia y elegancia. Suspiro levemente y dejo de estar en la realidad, ya que sumiendo en un estado metal puro, quiso cerrar los parpados, para así sentir cada sensación que pudiera ocurrir, hasta la más simple brisa le inducia a un estado más profundo de transe.

 

De inmediato de los cielos apareció Spica el cual cae en picada con suma sutileza y hace una maniobra imposible describir para aterrizar, estando en fresca grama va con mucha cautela hacia el amo, lo cual hace que el sirviente se retire un poco asustado del lugar. Aquel corcel alado juega con sus alas con el cuerpo de aquel hombre y este parecía disfrutarlo. Un temido silencio se creó en aquellos movimientos de gracia que hacia el Aethonan al mago demoniaco y desde luego que no le lastimaban. El tiempo paso y el corcel se coloco al lado de aquel hombre, se acostó y cerró los parpados. Ese calor trasmitido por la criatura al visitante, hizo que este por inercia le acariciara, sumiendo su estado sublime a la criatura.

 

Alfred notando con preocupación lo sucedido le comenta a Mackenzie con un tono de preocupación, sin embargo busco las palabras adecuada para que ella no se preocupara, haciendo de esta manera que ella se quedara en ese sitio. Ya que al instante que el jinete de confianza de la Malfoy fue auxiliar al visitante, ella parecía ver que una criatura domestica perteneciente a una Bruja aparentemente había llegado, con plan de negocio o beneficio mutuo para proponer. Claro estaba que no se sabía como la Malfoy respondería al respecto, si a su visitante o al elfo domestico.

 

Como fueran a suceder los acontecimientos con respecto a la dueña del local, Alfred llego a donde estaba sucediendo los eventos curiosos, ya que su mirada de asombro fue en observar como un desconocido tenía por completo domado aquella criatura. Por su mente de seguro pasaría la interrogante, ¿De quién era él? Y ¿Cómo logro hacer que la criatura se viera tan dócil? Pese a toda la experiencia que él pudiera tener con aquellas criaturas aladas, nunca había notado algo como ese evento.

 

Aquella cabellera gris azulada del desconocido en verdad jugaba con tenue juego al pelaje de la criatura, su oscura vestimenta y algo opaca se difuminaba con él, era a caso que antes esa criatura alada le pertenecía al mago o era simple coincidencia aquel evento. Algunos podían decir que las casualidades no existen, si no que con curiosamente predestinadas a pasar, era a caso eso lo que ocurría o había algo más que revelar en aquel dilema.

 

Antes que la paz fuera perturbada por un ruido que no fuera el sonido emitido por las criaturas, el sirviente se acerco al jinete conocido como Alfred, el cual hace reverencia y se asombra como un elfo domestico vestía con finas ropas, algo que muy frecuente no se observaba. Además que su postura era tan fina como la de su señor, ya que ni por segundo dejo de tener su postura erguida.

 

Poco a poco fue despertando de ese estado placentero que tenia Spica, y como si nada se alejo con mucha calma, dando algunos galopes en la tierra y alteando sus alas, para asi desaparecer en el firmamento. Sin embargo otra criatura se acercaba a la lejanía un poco herida y algo en su sonido expresa dolor, algo que sin duda hizo que el mago despertara de su transe. Y su mirada castaña oscura o parecida a la miel, clavara su atención al animal indefenso. Apenas si dijo algunas palabras al jinete que aun cabalga. -¡No temas!, yo soy un Sanador, pese que no me especializo en criaturas de seguro podre hacer algo.- Menciono en tono dulce y al eco su voz se escucharía como un sonido espectral.

 

Da leve giro y va a donde la criatura, en donde con su mirada juega una danza para ganarse la confianza con el animal herido, algo que sin dudar Alfred baja de su montar y acompaña al supuesto Sanador. –En verdad no temas, yo le podre ayudar. Porque a simple vista se ve que solo es un rasguño, de seguro se roso con alguna maleza, sin embargo esto me acuerdo a mis viejos tiempos.- Parpadeo y la criatura acepto su ayuda que le ofrecía el mago demoniaco.

 

En poco tiempo el Sanador con la ayuda de Alfred curo con eficacia la herida de la criatura, ambos se miraron un poco y este solo agrego. –En verdad lo siento, sé que no debo meter mis narices en asuntos ajenos, pero no pude evitar ayudar a la criatura, así que me presento formalmente. Mi nombre es…-Hizo pausa y extendió la mano al jinete. –RAZR, un Sanador del Hospital mágico, que tiene cierto aprecio por las criaturas. Si me permite desearía trabajar en este lugar, no porque reciba algo a cambio, si no porque en verdad me ha extaciado este paraje, de cierta forma me hace recordar mi pasado y pudiera ser que me es confrontable tener algo que me distraiga de aquel sistema de agobio que pudiera recibir en el hospital. No digo que vaya dejar de ser Sanador, sino más bien seria como un segundo trabajo por así decirlo.- Cerró los parpados y sonrió ante Alfred.

 

Este jinete quedo asombrado y no supo que decir, ya que aquellas decisiones la tomaba la señora y dueña del local. No obstante no tomo como entre tanta oscuridad posible que pudiera reflejar ese ente, noto algo cálido en sus intenciones. Sin embargo noto curioso, como su elfo le miro con gran asombro, como si no esperaba aquellas palabras salieran de su señor y mas si en su trayecto aquel lugar, este no respondió nada a sus comentarios.

 

 

-*-*-*

 

Off

 

Mack, perdón por usar a tu jinete en el rol, además de algunas criaturas. Espero que este acorde para trabajar en tu local, no obstante dejo a vos la tarea de asignarme el papel que desees que desempeñe.

Editado por RAZR

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Alfred y Mackenzie volaban hacia la fortaleza cuando la bruja frenó en seco su montura y quedó suspendida en el aire, moviéndose suavemente arriba y abajo, al compás del aleteo de las alas de Enigma.

 

- ¿Has visto eso? - Mackenzie señaló hacia un lugar en donde un hombre reposaba junto a Spica, que se había tumbado y se dejaba acariciar por él - ¿Lo conoces?

 

- No lo había visto en mi vida, - contestó Alfred- tal vez sea alguno de tus turistas - acentuó el posesivo, mientras sonreía con sorna.

 

- Por lo visto, Spica es más amigable de lo que suponía -el gesto de Mackenzie parecía calculador.

 

- No te creas que tanto - Alfred negó con la cabeza-. Iré a ver quién es ese hombre. Espérame en mi oficina, bajaré enseguida.

 

Mackenzie vio cómo Alfred se alejaba, galopando hacia el lugar en el que se encontraba aquel hombre. Observó cómo Spica alzaba el vuelo y se alejaba, mientras que otra criatura alada, -esta vez no la reconoció- se posaba junto al desconocido. Justo en ese momento, Alfred llegó hasta él. Mackenzie no pudo oir lo que hablaban, únicamente se fijó en que el desconocido parecía estar curando a un alado que se encontraba levemente herido.

 

Esperaría a que regresara Alfred y le dijera quién era aquel hombre. Lo cierto es que le vendría bien un descanso en la oficina de Alfred y podía aprovechar para tomar el te. Ya eran las cinco de la tarde.

 

Dejó que Enigma avanzara solo hacia los pastos y ella penetró en la oficina de Alfred. Era un cuarto no muy grande con una gran chimenea que algún elfo se había encargado de mantener encendida y un pequeño balcón detrás de una mesa de escritorio en la que apenas había papeles encima. La estancia olía a madera, incienso y bosque. Varios bustos de criaturas disecadas adornaban las paredes y un gran cuerno de marfil descansaba en una de las esquinas, junto a un alto bastón de madera de ébano, tallado todo él con figuras de pequeñas sílfides. En la repisa de la chimenea descansaban varias cajitas de plata, todas elllas perfectamente ordenadas, que contenían tabaco de pipa de distintas clases. Desprendían un agradable aroma que invitaba a relajarse.

 

Mackenzie se sentó en el sillón junto al fuego y, al momento, dio un respingo. Sin querer se había sentado encima de algo. Era una pequeña figura de cristal, un cisne.

 

-¡Vaya! ¡Aún lo conservas! - Murmuró la bruja, sin poder evitar pronunciar la exclamación en voz alta.

 

Recordaba el día en que se lo había regalado al mago, pretendiendo que aquel cristal tan especial fuese la viva imagen de un patronus que siempre lo acompañara y protegiera. Sonrió cuando más recuerdos de sus dieciseis años invadieron su mente.

 

- Señorita Malfoy, si me disculpa...

 

Mackenzie dio un respingo. No había visto entrar a aquel elfo, probablemente se había aparecido.

 

- ¡Por las barbas de Merlín! No deberías asustar así a tus amos. ¿Qué quieres?

 

- Señorita Malfoy, soy Harpo, y me envía mi Ama, Sagitas Ericen Potter Blue, para entregarle una carta. Es importante - el elfo extendía un sobre hacia Mackenzie, de forma insistente- por favor, léala para que pueda llevarle su respuesta a mi ama.

 

Mackenzie cabeceó intrigada y tomó la carta. No era muy larga y apenas le tomó unos segundos. Una propuesta de colaboración con el Fenix Aventurero, aquel negocio de aurores. La Potter Blue no especificaba en su misiva qué clase de colaboración quería proponerle, si bien Mackenzie Malfoy sabía que aquella mujer tenía buen ojo para los negocios. Se rumoreaba que ella había dejado la Orden del Fenix, aunque esos mismos rumores afirmaban que las otras dos socias del negocio detentaban ahora una alta posición en la organización secreta.

 

Tal vez aquella colaboración pudiera resultar interesante. Vería la forma de sacarles galeones a los aurores y, de paso, no le vendría mal para estar bien informada.

 

- Dile a tu ama que la recibiré cuando ella quiera. Voy a estar por aquí unos días. Todavía tengo mucho que hacer para poner el negocio en marcha, así que no tengo previsto marcharme.

 

Justo en ese momento la puerta se abrió y apareció Alfred, acompañado por aquel hombre que habían visto en el bosque.

 

- Mackenzie, este es Razr. Es sanador y, por lo visto, se le dan bien las criaturas. Parece que tiene buena mano con los alados.

 

La bruja miró a Razr con gesto evaluador y luego tornó la vista, de nuevo a Harpo.

 

- Harpo, dile a tu ama que agradezco su ofrecimiento y que estaré encantada de recibirla.

 

El elfo entendió las palabras de la Malfoy como una despedida y, tras inclinar varias veces la cabeza y repetir palabras de agradecimiento, desapareció de la estancia. Mackenzie miró a Alfred, todavía con el pequeño cisne de cristal en la mano.

 

- A Razr le gustaría trabajar con nosotros. - Alfred se acercó hacia Mackenzie mientras hablaba y suavemente le quitó el cisne de las manos y lo dejó en la repisa de la chimenea.- Pienso que podría ser un buen veterinario.

 

Mackenzie miró alternativamente a Razr y Alfred. Confiaba en el criterio del encargado. Siempre lo había hecho. Si Alfred decía que Razr podía ser un buen veterinario, no había más que hablar.

 

- De acuerdo, Razr, trabajarás con nosotros.

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-¿Quién eres?- Pregunto un elfo domestico del local al sirviente del Sanador, y este con gracia respondió. –Soy Cronos, el señor de los señores que protegen a mi amo, el fiel Sanador del necesitado y curioso enigma del mundo.- Comento con temple y al ver aquella respuesta se volvió a escuchar una pregunta dirigida aquel ser. -¿Qué hace un ser domestico con finas ropas?-, el cual no contesto.

 

En eso se escucho nuevamente la pregunta. -¿Qué hace un ser domestico con finas ropas?, a caso tu señor te deja usar aquel atuendo y más bien porque no usas lo que tus homólogos traen puesto.- Expreso con intriga y nuevamente este no contesto. Se le acerco con prudencia y le estrechó las manos, apenas si le sonrío y antes de irse le murmuró al oído. –Mi amo no le importa que uso, ya que me ve como un padre, además de ser su fiel consejero, soy aquel que le ayudado sin recibir nada a cambio, es verdad que al principio naci como todos los elfos, como un ser domestico al servicio de un apellido. Pero cuando él nació y me coloco en mi lugar según lo que él decía. –

 

Una lágrima broto de su orbe e hizo pausa al hablar. – Mi vida dio un giro de lo que era, ya que en la época oscura del mundo, su familia me protegió y no me causo daño alguno, no obstante no pude ayudar a mis homólogos en aquellos tiempos tan temidos de recordar, es cierto que ahora todo es distinto, pero a lo poco que he visto a mi señor, el se llena con las cosas más simple en la vida e ignora todas aquellas que otros consideran preciosas.-

 

Aquella criatura quedo muda a las palabras expresada por Cronos, en verdad hablaba con voz quebrantada y con sentido de orgullo al decir cada palabra expresada. Era como si su palabra figuraba en juego y gracia a lo que este decía. No obstante este siguió hablando. –Por eso mi señor, es mi amo. Porque yo le cuido y protejo como su fiel amigo y no como un simple sirviente. Pese que le diga amo, el me mira con otra forma de pensar que esa…- Concluyo y dejo extasiado al elfo.

 

Tras terminar de hablar, este callo y se limpio lagrimas, al poco tiempo se dirigió a donde se encontraba su Amo. No era difícil de perder aquel aroma, ya que un demonio en semejante paraíso era fácil distinguir y más si ese aroma se encontraba clavado en un ser tan curioso como lo era Cronos. Un elfo que le era fiel a un mago, no por tener un apellido de gran prestigio, si no serle fiel por el aprecio y cariño que le tenía.

 

Era poco el tiempo que camino y indago al preguntar a donde fue a parar su amo, para dar con este. El llego al instante que este respondió a la dueña del local, viendo como su mirar volvía a brillar como cuando él era niño. –Sera un placer, en verdad espero vuestra ordenes para poder cumplir. Estaré en su completa disposición, sin embargo os pido perdón si he causado alguna molestia, es decir si mi actitud calmada y curiosa afinidad a las criaturas sea algo que le moleste. Porque sin duda alguna me imagino que la seguridad al respecto con las criaturas y los visitantes son cosas muy delicadas.- Hizo pausa y suspiro.

 

Miro levemente a su criatura y ordeno sin pronunciar alguna palabra que este le hiciera reverencia aquella mujer. En eso obedeció al gesto visual que su señor le ordeno, de una manera muy sutil y casi imposible de persuadir. Entonces fue cuando este prosiguió en su hablar. –Mi labor en el mundo ha sido un poco curiosa, ya que mis inicios fue de recreador y señor del Paraíso del Mundo Mágico, un extinto lugar que daba descanso al que lo deseaba sin cobrar nada, por tan solo pensar en el disfrute de los demás.- Tocio un poco y su elfo domestico desapareció al instante.

 

-Perdón, pero creo que tengo un leve resfriado. Como seguía diciendo aquel sitio descanso tuvo que cerrar sus puertas por la falta de interés que tenía, en eso fue al verme destrozado que decidí crear un sitio turístico y de cierta forma cambie la temática, así que funde un Teatro, posteriormente sucedió lo mismo que el primer sitio que intente tener como distracción y que mostrara un poco mi personalidad.- Sonrío y silencio sus palabras un poco, para que no fuera tan largo el discurso y fuera ameno.

 

Cambiando un poco los niveles de su voz al contar lo que decía, siguió hablando. –Viendo que por cosas del destino no me iba bien al fundar un local, decidí trabajar en uno creado. Uno de eso fue un circo en donde floreció mi amor por las criatura mágicas, pero por cosas del destino me aleje de este, luego fui miembro de una veterinaria de un sobrino. En donde aferre mi amor por las criaturas, en poco tiempo descubrí que mi amor era por la naturaleza.- Callo y pensó un poco del porque decía aquello ante su nueva jefa.

 

-El tiempo paso y me vi desempleado, sin embargo la oportunidad se me dio y forme parte del Banco, en donde usando mi conocimiento ayude aquella institución para descifrar algunas de los enigmas referentes a las maldiciones o trampas que se encontraba en las pirámides, en una lejana ocasión creo que fue en Egipto que note que tenia gran parecido a un dios mitológico en esa época, llamado Seth. – Silencio sus palabras nuevamente y las dejo en sus pensó.

 

Reposo su mirada en el ardor del fuego, el cual parecía opacarse como su mirada brillaba y a la vez se sentía un poco humedecida. –Trayéndome a los actuales sucesos, ya que hace poco cree un local de creación algo parecido a este sitio, sin embargo no mostrando su beneficios o curiosas temáticas a ofrecer. En verdad es algo muy laborado.-Regreso su mirada fija a la dueña. –No obstante corrió con la suerte de mis anteriores establecimientos, sin embargo ese era un rinconcito para descansar de mi labor de trabajo en San Mungo, en donde soy Sanador de la cuarta planta. La que se encarga de Psiquiatría y Psicología. En verdad no pido que me comprenda o me sienta lastima, si no que sepa la fucion que he tenido por los designios de la vida, y me asigne en labor que sea mas aprobiado a tener.-

 

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Harpo me había contado la entrevista con todo lujo de detalles. La verdad es que confiaría a mi elfo cualquier conversación, ya que tenía unos ojos agudos y una memoria excelente, a pesar de su edad.

 

-- Tiene animales alados que realmente son maravillosos, supongo que al ser del Wizengamot habrá conseguido los permisos sin problemas.

 

Estuve a punto de sonreír, no me podía creer que tuviera la suerte de que la dueña de aquel nuevo negocio fuera alguien tan importante. Si aquella colaboración se desarrollaba con buen pie, seguramente mucho del papeleo se podría adelantar sin problemas, nadie le pondría pegas a un miembros del Wizengamot, familiar directo del mismísimo Primer Ministro.

 

-- Tenía una mirada crítica, sospesaba la idea de la colaboración. Noté que estaba interesada en lo que le iba a proponer, creo que le picó la curiosidad e incluso en un momento sonrió, como si lo encontrara... interesante.

 

-- Gracias, Harpo. ¿Seguro que te dijo que en cualquier momento podría acudir? ¿No te dio día y hora?

 

-- No, Ama Sagitas. En realidad creo que le quedan muchos detalles por ultimar. Había ciertos desperfectos en el vallado y había personas en el exterior que parecían buscar trabajo, con lo que me temo que no es un negocio que esté ya listo para recibir al público. Aunque seguro que lo tiene todo listo en un plis-plas.

 

-- Bien, Harpo, gracias. Voy a prepararme.

 

El elfo salió de la habitación. Fruncí el ceño. Debería ser convincente si quería que alguien que tenía un negocio de tan alto alcance quisiera unirse al mío, muy local y bastante más modesto que el de ella.

 

Miré mi armario. ¿Qué sería lo que más convendría para esta ocasión? Deseché con un gesto impaciente mi amplio número de chandals, ropa cómoda pero muy informal para el menester que quería realizar hoy. Ni tampoco los vestidos chillones con los que acostumbraba a presentar en el Ministerio. Me encantaba el colorido, los primarios eran mis preferidos, pero tampoco serían los más adecuados.

 

-- Harpo, ¿crees que este vestido beige sin mangas quedaría...?

 

Recordé que mi elfo había salido, con lo que me lo puse por encima, percha incluida, y me contemplé en el espejo. No me había puesto aquel vestido desde que había estado con el padre de Ithilion. Me miré, perpleja, por la fuerza del recuerdo que me había sacudido al ver aquel escote cuadrado de tirantes anchos, recto hasta las rodillas... Y casi sentí el contacto en mis hombros de unas manos que...

 

Lancé el vestido a la cama, tal vez con demasiada fuerza, y me metí en la ducha. El agua pareció calmar mis pensamientos y cuando salí parecía haber olvidado por completo cualquier historia con referencia a ese vestido. Me puse las medias a pesar de que me incomodaban y prefería los pantalones, y busqué mis zapatos beige a juego. Sabía que los tenía por algún sitio.

 

Un maquillaje ligero, apenas color en los labios, y un retoque en mi peinado, que caía en rizos suaves más allá de los hombros, mi collar de la perla azul, apenas un botoncito que no caía más allá del nacimiento del cuello, y me sentí preparada para ir a la visita.

 

Tomé un bolso de mano y salí, dispuesta a conseguir que los negocios participaran y colaboraran entre sí.

 

-- Harpo... ¿me llevas?

 

Y mi elfo, con un asentimiento de cabeza, desapareció conmigo de la mano, hacia el negocio de Lady Malfoy.

 

-- Espero que le vaya bien mi visita -- murmuré ante la inmensidad de lo que veía.

 

Mi elfo me indicó la puerta de acceso a Hight Flights y entré, con paso seguro a pesar de que me maldije por traer tacones en aquel camino de tierra.

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Sentados junto a la chimenea, Mackenzie y Alfred escuchaban atentamente los avatares por los que habían pasado los sucesivos negocios que había fundado Razr. Desde luego, no se podía decir que aquel mago no hubiese tenido una vocación emprendedora. Lástima que no hubiera tenido suerte en sus inversiones.

 

- No se preocupe, Razr, entiendo lo que ha querido decir y valoro mucho todas esas experiencias que nos ha relatado -comentó la Malfoy.

 

Hizo una leve pausa para mirar a Alfred que, en aquel momento, avivaba con un atizador el fuego de la chimenea y se dirigía a la mesita, para servir a todos una nueva taza de te. Por su parte, Razr los miraba a ambos y permanecía en silencio, por lo que la bruja tomó de nuevo la palabra.

 

- A decir verdad, pocos negocios se sostienen sin que medie la suerte de por medio. -Mackenzie dio un sorbito a su taza de te-. Y las relaciones, por supuesto.

 

La bruja calló de pronto y, por su gesto, era evidente que se había sumido en una profunda meditación. Como si lo que acababa de decir, le hubiese recordado algún problema sobre el que pensar.

 

Alfred sonrió y movió la cabeza en un gesto de entendimiento, lo que provocó que la Malfoy retornara sus pensamientos a Razr y a su petición de empleo.

 

- Lo contrateremos como veterinario. En los ratos en que no esté trabajando en San Mungo, se podrá ocupar de atender a las criaturas. Ya sabe, curar heridas, sanar enfermedades y vigilar todos los aspectos para que las criaturas estén sanas, como lo que comen o las medidas de seguridad y el acondicionamiento de los cercados, establos y pastos. Confío en que acepte, nos hace falta un buen veterinario.

 

Hablaron unos momentos más de las criaturas de High Flights, que Alfred aprovechó para poner al corriente a Razr de todas las que tenían y como era su comportamiento y sus costumbres. Tras acordar el sueldo y la jornada laboral, Mackenzie recordó que debía firmar todavía los contratos que los proveedores le habían remitido.

 

- Si me disculpas, Razr, te dejo con Alfred. Tengo que atender unos asuntos. Si me necesitas, sílbame. -Le guiñó un ojo al nuevo veterinario de High Flights y abandonó la oficina de Alfred para dirigirse hacia su habitación en el hotel.

 

No bien había caminado unos pocos pasos, cuando sus ojos se abrieron en un gesto de sorpresa. Harpo, el elfo que la había visitado antes, estaba de nuevo allí, junto al cercado en donde pastaban algunos de los alados. Pero ahora no había venido solo. Lo acompañaba su ama, Sagitas Ericen Potter Blue.

 

No sabía qué la había sorprendido más, si que la acaudalada empresaria hubiera llegado tan rápido o que estuviese vestida con aquel vestido beige de corte tan elegante y calzara zapatos de tacón alto. No es que hubiese coincidido muchas veces con ella, últimamente, pero no era así como la Malfoy recordaba que le gustaba vestir a la Potter Blue. Ni siquiera en las fotos que El Profeta había tomado cuando aquel incidente del secuestro de su padre había salido tan elegante. Aquello sólo podía significar que la bruja tenía interés en aquel encuentro. No pudo evitar una sonrisa al darse cuenta de que sus propios ojos debían estar brillando con dibujos de galeones, como en esas caricaturas infantiles. Tendría que evitar que se le notara un interés excesivo en aquella reunión. Los negocios se regentan con mirada de pocker -habría dicho Sebastian Crowld, tan acostumbrado a esos juegos muggles-.

 

Se acercó hacia donde se encontraban Sagitas y Harpo y no pudo evitar un gesto de aprobación. Realmente la bruja estaba hermosa y elegante. Casi llegó a sentirse desubicada, con sus botas de montar y aquella sencilla túnica verde que se separaba en dos mitades, a modo de falda pantalón.

 

- Bienvenida a High Flights -saludó Mackenzie-. Tu elfo me avisó de tu visita y estoy encantada de que hayas podido venir tan pronto.

 

Mackenzie observó como a la bruja le incomodaba que sus zapatos de tacón se clavaran en el camino de tierra.

 

- Vayamos al hotel. Allí podremos hablar cómodamente. - Apartándose del camino de tierra, Mackenzie condujo a sus huéspedes, a través de unos árboles y entraron en un hermosos camino empedrado que discurría por un pequeño jardín de estilo japonés. No es que fuese muy apto para tacones, pero al menos éstos no se hundirían en la tierra. Todo era cuestión de andar despacio y Mackenzie tuvo mucho cuidado de no aligerar el paso.

 

Les condujo hacia la puerta principal de la antigua fortaleza de Linneh Castle, ahora convertida en hotel de lujo, y avanzaron por el Hall hacia una pequeña salita que normalmente se utilizaba para recreo de los huéspedes del hotel, si bien en aquel momento, se encontraba vacía. Estaba decorada con mesitas bajas y acogedores divanes en los que reposaban cojines de todos los colores y tamaños.

 

- Según decía tu carta, -comenzó la Malfoy-, quieres ver algún tipo de colaboración entre nuestros negocios. Ya ves que acabamos de abrir y todavía este negocio no se puede comparar a los tuyos, ya consolidados. No obstante, confío en que pronto despeguemos -Mackenzie hizo un gesto con la mano, simulando el vuelo de un caballo alado y sonrió a la Potter Blue-. Me alegra que hayas venido, Sagitas.

 

Miró a su interlocutora, esperando oir lo que ésta iba a propornele. Sentía mucha curiosidad, pero se contuvo de expresarlo en voz alta.

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-- No sé como no se te ocurrió decirme que no era el atuendo indicado -- protesté levemente a mi elfo.

 

Y sabía que era injusta. Harpo no tenía ninguna culpa de que en un intento de causar buena impresión, no me hubiera vestido de la forma adecuada. Y ahora mis tacones se clavaban en aquel camino de tierra. Si no hubiera estado disgustada por el desequilibrio que me producían, habría disfrutado por la calma que se disfrutaba en aquel paraje. A lo lejos se distinguía uno de los caballos alados, un ejemplar realmente elegante.

 

Reseguí su vuelo, curiosa. Nunca había domado uno de aquellos. Me pregunté si se sentiría a gusto en el Circo, bajo una carpa, o si por lo contrario aquel tipo de animal sólo sería feliz volando bajo el cielo abierto. Con cierta envidia por aquel negocio que poseía unos animales tan hermosos, me perdí en aquel vuelo armonioso y me pregunté qué se sentiría al estar sobre el lomo de uno de aquellos caballos. Yo no solía volar con las criaturas, si no era necesario para algún número del Circo, los hipogrifos eran algo inestables y no me sentía cómoda en ellos, incluso había volado sobre un dragón y una vez resbalé (por accidente) por la piel escamosa de una mantícora.

 

Las palabras de la dueña de High Flights me sorprendió con una sonrisa al imaginarme surcando aquel cielo claro, con las manos alzadas en señal de victoria por mi logro. La mantuve y la saludé, moviendo ligeramente los pies y poniéndome de puntillas, para evitar que los tacones se siguieran hundiendo.

 

-- Es un lugar hermoso -- correspondí con cortesía a su invitación. Ella parecía cómoda con ropa de montar y admiré la elegancia que despedía con aquel atuendo de amazona. Deseé sus botas de montar, que eran el calzado más apropiado para corretear por aquella zona terrosa.

 

La seguí, sintiendo los pasos de Harpo detrás de mí, acompañándome en mi camino hacia el Hotel.

 

La construcción se erguía, orgullosa, en medio de aquel ámbito natural. De aspecto antiguo, seguramente una fortaleza militar medieval, se había adaptado a su actual función de Hotel de gran lujo. Me sentí algo pequeña, poco acostumbrada a la elegancia y comodidad que ofrecía.

 

-- Yo creo que el negocio funcionará muy bien -- conseguí decir tras observar la decoración exquisita de aquella salita hacia la que me había conducido.

 

Miré el diván, aquellos cojines de colores variados me gustaba y me invitaba a acomodarme y sentirme a gusto. Dejé de mirar a mi alrededor, algo avergonzada por mi curiosidad, y contesté a sus palabras.

 

-- No creas, tengo muchos negocios, sí, pero son sencillos, comparados con la majestuosidad de este hotel y los animales que tienes. Siento algo de envidia.

 

Tomé asiento, procurando mantener una postura adecuada, tal vez algo hierática a pesar de la paz que proporcionaban aquellos cojines.

 

-- Sí, Mackenzie, yo también me alegro de haber venido. Es interesante ver un negocio antes de que esté en funcionamiento. Es cuando realmente lo ves latir y hacerse una forma, cuando aún no hay ningún cliente y sólo el staff pasea por él. Es cuando realmente notas que el negocio es algo tuyo.

 

Sacudí una mota invisible de polvo de mi vestido beige. Debería haber traído pantalones y zapatos planos. Volví a sonreír a Mackenzie y aspiré. Hora de jugársela y ofrecer el motivo de mi visita.

 

-- Cuando me enteré de este negocio enseguida pensé que sería interesante colaborar juntas. Supongo que no sabes nada de mi negocio de "El Fénix Aventurero". Es un negocio modesto, no tiene tanta envergadura como éste.

 

Y volví la mirada a la decoración cuidada de la sala donde nos encontrábamos.

 

-- Se trata de una agencia de viajes de ámbito local; hacemos excursiones de un día a una semana y tenemos una amplia oferta de visitas interesantes por el pueblo y alrededores. Desde la ruta turística-histórica para los que les gusta saber los aspectos ocultos de las familias y negocios de la ciudad a la de visita a los jardines de más renombre. Adaptamos las visitas al gusto de cada cliente, sea en grupo o familiar, nos adaptamos a todos los perfiles.

 

Había en mi voz una nota de orgullo. Era un negocio del que me sentía orgullosa a pesar de que había meses que no veía a mis socias.

 

-- Tenemos un autobús anaranjado muy vistoso con el que llevamos a los clientes a donde quieran. Pero al ver el anuncio de tu negocio pensé que estamos muy limitados a la zona de Ottery y alrededores. Y se me ocurrió que...

 

Harpo movía la cabeza desde la pared al lado de la puerta de entrada, donde se había quedado en silencio, esperándome. Me animé a proseguir, él me dio la fuerza para expresar en voz alta mi idea.

 

-- Se me ocurrió que podría anunciar tu negocio en folletos propagandísticos en "El Fénix Aventurero", encargándome de captar clientes hacia esta zona tan preciosa, ofreciéndoles excursiones más completas y de más tiempo. Nuestra clientela es de un nivel adquisitivo medio y tenemos mucho turismo de la Academia, que son los que hacen excursiones de un sólo día. Pero me gustaría poder captar a los de gran poder adquisitivo y ampliar un poco las miras de mi negocio. Y una colaboración con tu negocio podría ser muy productiva.

 

No sabía si sería de su agrado mi idea y seguro que pensaría qué ganaría ella con todo ésto.

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Había escuchado hablar de aquel lugar, pero realmente nunca había estado ahí, ni porque fuera de mi hermana se me había ocurrido la idea de visitar su local debido a falta de tiempo. Sin embargo ésta vez acudiría a la visita por razones de trabajo. Era extraño alejarme tanto de casa solo para solicitar que se firmara un contrato, realmente me causaba emoción poder ver a mi hermana después de tanto tiempo y pasar un buen rato con ella.

 

Seguí el mapa que me entregó mi hermana Juve para realizar dicho trabajo, no recuerdo en cuantos lugares me aparecí, sin embargo cuando por fin llegué, quedé maravillado con cada escenario, cada paisaje, cada atracción. En verdad parecía un lugar sacado de otro planeta y eso que yo estaba acostumbrado a todo tipo de atracciónes. Pero esto salía de todos los límites de lo conocido. Un nuevo negocio se había creado en un abrir y cerrar de ojos.

 

Encontrar a Mack sería un reto por lo que decidí acudir al Hotel-Castillo del parque. Después de ser llevado por un abraxan, llegué a dicho lugar donde una recepcionista alegre me miró y me dirigió la palabra en cuanto me coloqué frente a ella

 

-Saludos, busco a la dueña del parque – comenté sonriente – he sido enviado por los Wizards in Black para ofrecer los servicios de protección y esperaba conocer su respuesta – hice una pausa y saqué unos papeles que eran parte de un contrato, esperaba a que llegara alguien a atenderme y con ello comenzar mi labor de convencimiento.

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La propietaria de High Flights escuchaba con atención a Sagitas. Nadie que hubiera visto su porte elegante, su mirada serena y tranquila, su espalda graciósamente reclinada en el sofá como si hubiese recibido ya mil encuentros anteriores de ese tipo, habría podido pensar que, en realidad, Mackenzie era un manojo de nervios en su interior que luchaba porque no se le escapara nada de la conversión, ni de las actitudes y lenguaje corporal de su interlocutora, tratando de valorar a un tiempo los beneficios que lo que Sagitas proponía podría reportar a uno y otro negocio, intentando no olvidarse de pensar en aquellas cosas que podrían no estar dichas, los cabos sin atar....

 

Mackenzie era una novata en lo que a negocios se refería y la mera toma de consciencia de ese hecho, la ponía nerviosa y la hacía pensar más de la cuenta. Sagitas diría lo que quisiera sobre sus negocios, pero la Malfoy no era idi***. Sabía que se enfrentaba a una experimentada comerciante, mientras que ella era solo una bruja con mucho dinero y bastantes caprichos.

 

Sin embargo, lo que decía la Potter Blue tenía sentido. Realmente, era una perspectiva muy interesante poder colaborar con una agencia de viajes. ¿Cómo no lo había pensado antes? Se dio de cabezazos mentalmente, mientras sus ojos seguían serenos y su expresión tranquila.

 

- Es realmente interesante lo que comentas -dijo Mackenzie, cuando Sagitas terminó de exponer su idea-. Ciertamente, colaborar con una agencia de viajes podría resultarme muy útil.

 

Mackenzie ya se imaginaba los anuncios en la publicidad de la Agencia. Tendría que tener cuidado con eso, era importante ofrecer una buena imagen.

 

- Creo que podré facilitarte anuncios para incluir en esos folletos propagandísticos -siguió la Malfoy-. ¿Qué tipo de servicios crees que será los que más demandes tus clientes?

 

Una elfina, con un delantal en el que lucía bordadas la insignia del parque, con las letras HF en el centro, se acercó a servirles bebidas. Mackenzie tomó una taza de te y se inclinó hacia delante en el sillón. Ahora se sentía más relajada. Después de todo, tampoco era tan complicado lo que la Potter Blue proponía, no había que darle vueltas, era realmente una buena oportunidad.

 

- Te daré un porcentaje de comisión por todos los clientes que puedas traernos. Y, por supuesto, los gastos de publicidad correrán por nuestra cuenta. Quizás haya que aplicar descuentos a algunos clientes - Mackenzie pensó en los alumnos de la Academia, seguramente no tendrían mucho poder adquisitivo, si no pertenecían a familias adineradas - si bien, en ese caso, podemos pactar un porcentaje de comisión algo más alto para la agencia.

 

A Mackenzie no le importaba mucho ganar poco con los alumnos de la Academia. Al fin y al cabo, el truco con ellos debía estar en fomentar sus visitas.

 

- Podríamos pensar en ofrecer actividades especiales a los alumnos de la Academia -seguía dándole vueltas a una idea recien formada en su mente- ¿Crees que esos nuevos profesores de conocimientos que está buscando la academia se animarían a colaborar con nosotros?

 

Sí, realmente, el parque podía ser un lugar muy apropiado para lecciones prácticas sobre cuidado de criaturas mágicas, herbología, astronomía - en pocos lugares del planeta se podían divisar tantas estrellas como en aquellas montañas- e, incluso, para otras materias.

 

Iba a decirle algo más a Sagitas, cuando la recepcionista entró en la salita.

 

- La buscan, Señorita Mackenzie. Vino alguien de una agencia de seguridad, de los Wizards in Black, dijo que era.

 

Los Wizards in Black...

 

- Ahora iré, Martha -contestó Mackenzie con la mirada todavía fija en Sagitas- Pásalo a la oficina de Alfred, iré para allá en unos momentos.

 

Cuando la recepcionista salió de la estancia, Mackenzie retomó la conversación con la dueña de El Fénix Aventurero.

 

- Estaba pensando en ese autobús naranja de El Fénix Aventurero. ¿Sería posible decorarlo con paisajes del parque y de los alados durante las visitas a High Flights?

 

Esperaba que Sagitas no se tomara a mal lo del cambio de decoración del autobús. El naranja estaba bien para muchas excursiones, pero si la bruja quería ampliar su negocio hacia la élite sofisticada del mundo mágico, habría que cuidar la imagen. Los magos poderosos solían ser bastante puntillosos con esas cosas.

 

Aún tenía mucho que comentar con Sagitas. Esperaba que Alfred atendiera correctamente a quien sea que hubieran mandado los del WIB. No tardaría en ir para allá, pero aún necesitaba unos minutos. Además, había otro tema, algo que nada tenía que ver con el Parque, que tenía que comentarle a la Potter Blue. Suponía que ese tema tendrían que hablarlo con calma en otra parte. Pero o lo ponía en marcha ya o no lo haría nunca. Y por las barbas de Merlín, era algo que tenía que hacer. Y tenía que hacerlo ya.

 

 

*****

 

Alfred leía un libro de viajes cuando Martha, la recepcionista, entró en su oficina.

 

- Ha llegado alguien de los Wizards in Black, una agencia de seguridad privada. La señorita Mackenzie me pidió que lo trajera aquí para que hable con él, hasta que ella pueda acudir. Está con una visita.

 

- Hágalo pasar, Martha -comentó Alfred, pasando una página y sin levantar la vista del libro-.

 

Un mago entró en la oficina y Alfred, por fin, dejó el libro a un lado de la mesa escritorio y se levantó para recibir al recién llegado.

 

- Soy Alfred, el encargado de High Flights. ¿En qué puedo ayudarle?

 

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firma
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Come, my friends,
Tis not too late to seek a newer world.
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