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Laila Ventus

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Todo lo publicado por Laila Ventus

  1. Acarició las tapas del libro como si fueran de oro, tal vez no fueran de ello pero tenía el libro en si un valor similar. Suspiró, aun se sorprendía que siguiera allí, pensó que cerrando la Mansión y destruyendola por los innumerables ataques, aquella información mágica y bélica se perdería para siempre. Mejor así, ahora lo pondría en un lugar más seguro lejos de los ojos codiciosos de la gente o más bien de los Demonios. En cuanto una presencia se acercó levantó rapidamente el rostro para vislumbrar que aquel vampiro se le acercaba. Guardó el libro entre sus ropajes celosamente. Clavó sus frios ojos en el para luego chasquear sus dedos al tiempo que una Elfina aparecía, si, su Elfina Domestica mejor conocida como "Brisa" que aun no había abandonado pues le podía ser util. Simplemente se limitó a decir: - Recordar te recuerdo. Ahora bien: No-te-me-a-cer-ques. No quiero más engaños. Dicho eso la Elfina intuitivamente tomó su túnica y ambas desaparecieron rumbo al lado subterraneo.
  2. Maldijo su suerte, el maldito rayo no había dado en su blanco ¿No le había dicho a la Elfina que le advirtiera que no se entrometiera en su camino? Detalles. Venía a por el Libro que nesesitaba su padre, no debía olvidarse de eso y dejar de distraerse por que podía verselas negras con los guardianes. Aunque ella tenía los suyos, despues de todo, no había llegado tan lejos para nada. Escuchó sus palabras y apretó los puños con fuerza para evitar lanzar la primera Maldición Demoniaca que le viniera a la mente. Solo una voz helada fue capaz de salir de sus labios: - ¿Aun tienes la decencia de decirme algo? No esperó a que le respondiera, simplemente salió corriendo de allí subiendo algunas escaleras y llegando a un pasillo lleno de puertas. Allí, tratando de buscar en su memoria, abrió una de las puertas y descubrió su habitación. Vislumbró su cama y sus cosas, sucias por el tiempo de no usarlas, y se agachó junto a su cama donde la corrió y descubrió una baldosa medio salida. Sacando aquello, de allí en aquel pozo formado, sacó una caja, y de esta, un gran libro grueso de muchas hojas amarillentas por los siglos. Sopló la tama y descubrió los simbolos del extraño idioma Infernal. Si... al fin lo tenía de vuelta, con ello se solucionarían grandes problemas.
  3. El Sol se estaba por ocultar, la Luna intentaba alzarse en lo alto de los cielos. Las estrellas comenzaban a figurar en el firmamento. Una helada brisa recorría los terrenos, y golpeó su rostro despertandola de su ensimismo. Su aspecto había cambiado, no era tonta, no podía pisar esos lugares mostrando su verdadera identidad. Por lo que simplemente se limitó a ponerse una túnica negra y una capa con la capucha puesta para ocultar su rostro. Negro, como su alma y corazón. Su rostro se hallaba inexpresivos, y sus ojos aun estaban rojos como nunca antes a causa de la salinidad de las lágrimas. En su mano llevaba su varita, había guardado sus armas por precaución, ese lugar era muy distinto al resto, no era como su mundo. Jamas lo sería. No se molesto en aparecerse por polvos flu, ni por criaturas ni nada. Prefería caminar, meditar un momento todo aquello. Tratar de conservar el poco equilibrio que le quedaba. Una vez ingresó a los jardines de aquella Mansión, si, aquella Mansión. Observó las estatuas, las esfinges, y todo lo que ya conocía con total indiferencia. Frialdad, eso era lo que había que tener en aquella vida para sobre vivir. Y si solo estaba allí, era por había algo que tenía en aquel lugar, que había escondido hace muchisimo tiempo y ahora nesesitaba recuperarlo. Por que no pensaba volver. Al llegar frente a las puertas pasó sin tener problemas, sin tocar ni nada, al fin y al cabo, parte de aquel lugar le pertenecía. O al menos, ahora y no luego. Observó con sus ojos repletos de odio a la elfina que asustada se volvió al verla. Una sonrisa maquiavelica se formó en su rostro. Si, era Circe. - Vete -dictaminó- y dile a tu amo que no entrometa en mi camino si sabe lo que le conviene. La elfina no se lo pensó dos veces y desapareció. Siguió caminando por aquellos pasillos conociendolos de memoria y además guiandose por su don Demoniaco. En un momento llegó a un punto que se dividía en dos caminos. Uno era el que debía tomar, conducía a su habitación. El otro era el que despedía sensaciones... y podía dejar cosas en claro. <<Pasaré nada más luego correré a mi recamara y tomaré el Libro que nesesitamos para la guerra>> Tomó el camino de las sensaciones, sus pasos eran sigilosos, casi imperceptibles. Al terminar observó desde lo más oculto, controlando las sensaciones que ella misma despedía para que el vampiro no las sintiera, sabía hacer eso, era una de sus especialidades. En cambio, ocultar su alma no podía, pero no era un Demonio él así que no habría problemas. Observó a la chica y formuló una mueca amarga. Harpócrates tenía razon, no le había mentido en ningún momento. Salió de su lugar y apuntando a la chica dijo: - ¡Sectumsempra! Un rayo rojo salió disparado de su varita directo al pecho de la chica con la misión de producirle varios cortes sangrantes que la matarían.
  4. Llegué a los majestuosos jardines adornados con las diversas estatuas mitológicas las cuales representaban desde el guardián del inframundo, Cerberos… hasta la temible Medusa quien también había habitado los fatídicos terrenos infernales. Aun no podía creer que la Mansión estaba abierta por fin, había esperado pacientemente para ello y ahora al fin iba a ingresar en ella. Esperaba encontrar a Hades, dentro aunque de seguro que ya se le había adelantado. Al llegar frente a las puertas de roble, detecte las Esfinges que se hallaban vigilantes las cuales ni se inmutaron ante su presencia. Abrí las grandes puertas de madera de roble y al ingresar al lugar observó el precioso vestíbulo circular. Instantáneamente mi habilidad Demoniaca sintió las presencias de los habitantes que había en aquel momento. Entonces fue cuando detecté las almas del vampiro y otra presencia que no conocía. Caminé unos cuantos pasos más hacia aquella dirección y entonces fue cuando las voces se fueron acercando. En aquel lugar encontré Hades conversando con una chica, esperaba que no llegara en mal momento.
  5. Nombre del Personaje (Nick): Laila Ventus Lestrange Rango Social: Aprendiz Sexo: Mujer Edad: Adolescente Nacionalidad: Mitad Italiana, mitad Francesa. Padre(s) Sanguíneo: Familia Sanguínea: Familia Ragnaventus Padre(s) Adoptivos: Familia Adoptiva: Raza: Demonio Trabajo: Bando: Neutral Rango dentro del Bando: - Habilidades Mágicas: - Conocimientos Especiales: - Objeto Mágico Legendario: - Objetos Mágicos: Varita Mágica - Una daga de plata Objetos Mágicos: Certificados por el Ministerio de Magia. Objeto: Varita mágica. Clasificación: AA Puntos: 20 Objeto: Daga de plata. Clasificación: AA Puntos: 20 Total de puntos: 40 Licencia de Aparición: No Licencia de Vuelo de Escoba: No Mascotas: Brisa (Elfina Domestica) Aspecto Físico: De cabello rubio y largo hasta las caderas. De piel pálida y un par de ojos grises con algunos destellos celestes. Su aspecto es el de una frágil muñeca pero no es tan así como parece. A menudo es confundida con una Veela pero ella no lo es. Cualidades Psicológicas: Simpática y amigable, siempre dedicándole una sonrisa alegre a las personas de confianza. En lo general es bastante seria con desconocidos pero siempre tiene intenciones de formar nuevas amistades. Se podría decir que su personalidad es acorde a la situación pero si se puede saber que es alguien muy pasional. Dedica mucha pasión tanto cuando estaba ayudando a alguien como cuando esta en un campo de batalla en lo que ella esta gustosa de asesinar. Historia de Personaje: Nació en el seno de una gran familia de Demonios provenientes del Inframundo. Sus familiares más cercanos eran su tía y su padre. Jamás conoció a su madre y jamás supo que le ocurrió. Lo único que sabia era que a diferencia de su padre, era de Francia. Además de que era una Demonio de Aire al igual que ella y su apellido era “Ventus” Se crío muchos años junto a su padre y tía, pero ella estaba peleada con estos ya que no coincidían en varias cosas. Con la única persona que podía contar era con Viena, una Demonio de Agua la cual era la madre que nunca había tenido. Un buen día toda su familia viajo a Inglaterra, por razones desconocidas para ella. Al principio pensó que seria por la Academia de Magia y Hechicería pero más tarde descubrió que su familia había ido demasiado lejos. Si habían viajado era nada más y nada menos que para eliminar a dos Demonios que estaban en su “camino” y después volverían de donde venían. Laila, como no podía permitir aquello escapo de su familia para avisarlo a las dos victimas del peligro y pasándoles información entre otras cosas. Eso fue así durante un tiempo, pero gracias a su tía, fue descubierta y fue marcada como traidora de la familia. Casi era asesinada si no fuera por que Viena la había salvado, así marcándose ella también como traidora. Ahora ambas huyeron y tratan de no ser localizadas, mientras ayudan a los otros Demonios, y de paso comienzan una nueva vida. Otros Datos: - Viena es para ella como su madre aunque no tenga parentesco alguno - Por sus aspectos algunos piensan que es descendiente de una Veela - Les gusta coleccionar gemas y demás piedras preciosas. - Su elemento es el Aire. - En un futuro quiere ser Mortífaga. - Tiene 2500 años por lo que es la más joven de su familia Link a Boveda Personal: B: 87072 Link a Boveda de Negocio: Link a Boveda Familiar Principal (La Sanguinea): Bóveda Nº 88988

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