Ashley Atkins

La victoria estaba en manos de los Mortífagos. Una vez más demostraban ser los mejores. Con una sonrisa retorcida en el rostro, debajo de su máscara, observó a los cuerpos inertes de los fenixianos que habían quedado en el local y fuera del mismo también. Primero se encaminó hacia donde estaba su hermana, quien no estaba demasiado lejos de ella, la tomó por el brazo y le pidió que la acompañara hacia el exterior del local, sin antes olvidarse de pedirle exactamente lo mismo a una de las personas más irritantes que conocía: May. Las tres se dirigieron a la salida y se encontraron con un hermoso desatre. Sin más se despidió con una leve reverencia y tomando de la mano a ambas mujeres, dejó que la voluta de humo las envolviera para desaparecer de inmediato de allí y poder tomarse un buen baño en el castillo Atkins. Hogar dulce hogar.

Solo por molestar, tenía que seguir atacando. El bando contrario estaba muy mal parado en el campo de batalla. De a poco podía sentir la gloria de la Marca y un enorme frenesí por querer terminar de matarlas. Miró por el rabillo del ojo observando cada movimiento a su alrededor. Su sonrisa arrogante no se desvanecía de su rostro. - Seccionatus -de su varita se invocaron doce medialunas filosas, cortantes directo al pecho de Helen para rematarla. Esa mujer no quería morirse por alguna extraña razón. Por otro lado estaban parte de sus compañeros fuera del local luchando con otros fenixianos. Dentro solo estaba viva Helen y no entendía cómo era que se seguía salvando de los hechizos. - Setusempra -una vez más hacia Helen. El rayo viajó por la distancia de ocho metros que las separaban y le impactó directo en la boca del estómago. Con suerte moriría desangrada, no solo por el último hechizo, sino por las filosas medialunas que le habían causado profundas heridas sangrantes. Podía jurar que estaban muertas, que no tenían nada más para hacer. Se regodeaba con el sentimiento de victoria, pero todavía no podía festejarlo. No hasta que no quedaran todos muertos.

Luego de tener listas la defensa lista, estaba preparada para cualquier ataque, sin importarle qué tan poco estaba protegida. Se colocó a ocho metros de distancia de cada uno de sus oponentes y a cuatro metros de cualquier cosa morpheable, siempre siendo precavida. Con su varita en alto apuntó a su primer objetivo fenixiano y relamió sus labios. Antes de soltar algún hechizo en contra de ella, aunque su mirada no se desviaba, envió a una de mis viudas negras a Adry que se encontraba a ocho metros de distacia. Aquella pequeña criatura estaba fuera del alcance de visión de todo ser viviente, moviendose con ligeresa y rapidez, buscando la piel de su oponente. Inyectó su mortal veneno en su respectivo torrente sanguíneo y ya todo estaba hecho. Ese tipo de aràcnido era del tipo que tanto admiraba la Atkins, tan pequeñas pero muy poderosas. Debían curarse pronto si no querían morir. - Silencius -llegó a silenciar a Helen que estaba a punto de enviar un limitate. - Sectusempra -el rayo viajó a lo largo de la distancia e impactó directamente en el pecho de Helen/Caroline, mientras una vez más una torcida sonrisa se dibujaba en su rostro. Ashley era tan frívola que muchas veces llegaba a dar miedo, lo reconocía.

Todavía no se adentraban al Doyle's, pero siempre había que prevenir. Su varita estaba aferrada y envuelta en su mano. El lema de la familia Atkins se apareció por un instante, pero parecía ser una especie de reflejo. Fue entonces que entendió que sentía su misma ansiedad por volver a atacar a alguien, las vibraciones, la electricidad que conducía. Cerca de ellas habían un conjunto de pequeñas piedras que le posibilitaron poder hacer su primer defensa. - Vitea -la primer piedra que logró apuntar se transformó en una viuda negra. Aquellas pequeñas y demoníacas arañas podían hacer más daño que cualquier otro animal -. Morphos -a la segunda piedra y la misma araña hizo aparición. Con dos arañas tan venenosas y mortales en su poder sentía que podía hacer suficientes estragos si alguien se atrevía a enfrentarla. Miró a su hermana por última vez, aún debían hablar de muchas cosas ellas dos, asuntos que no eran buenos tocar en el momento. Cruzaron miradas un segundo. La conocía, su mirada decía más que mil palabras. - Vamos -expresó para ella misma. Comenzó a encaminar hacia los adentros del local, junto con sus arañas que se desplazaban con destreza y fuera del alcance visual de cualquier ser humano.

La marca tatuada en su muslo derecho comenzó a arder fuertemente, haciendo que la serpiente cobrara vida y diera a entender que el llamado de uno de sus compañeros había sido realizado. Al estar en medio de un baño no tuvo que despojarse de su ropa como solía hacer siempre que salía en asaltos. Se levantó después de haber logrado una perfecta posición de comodidad en su tina y se encaminó hacia su habitación para tomar la varita, la pasó frente a su rostro haciendo aparecer su máscara. Sabía que su hermana estaba a unos pocos metros de ella, en el mismo piso, así que retomando viejos tiempos se dirigió hacia allí. Por tanto tiempo habían permanecido alejadas por las peleas constantes que tenían que era extraño no llegar a un asalto juntas. Tomó la perilla y la giró. Allí estaba, parada y desnuda como ella, con la máscara en el rostro. No le dijo nada, no era momento para hablar y tratar de acomodar las cosas que habían estado mal, simplemente escuchó su pregunta y, aunque dudó un momento, tomó su mano y desapareció junto a ella envueltas en una voluta de humo. Se encontraba a diez metros de distancia del lugar, todavía no entraría. No hasta tener sus defensas hechas.

Enceguecida, pero protegida por el detritus, como pudo salió con rapidez del lugar. Se chocaba con algunos objetos en el camino, pero ràpidamemente tomaba su rumbo hasta la salida. Debía irse no por nada en especial, sino porque tenía mejores cosas que hacer que estar allí donde la batalla ya había perdido todo su sentido. Estaba aburrida de los fenixianos y de sus intentos por querer tener todo cuando no podían. Así que eso hizo, salió de allí de inmediato, sin esperar a nadie en el camino, no pretendía frenarse por alguien que ni siquiera podría saber quién era, aunque la presencia de Zack era inconfundible junto a ella. En cuanto escuchó el ruido del exterior supo que estaba en la libertad de desaparecer del lugar para poder recuperar su tiempo perdido. Una voluta de humo la envolvió de repente junto al mortifago, girando su eje, su centro, todo lo que estaba a su alrededor. De un momento al otro, la figura de la Atkins y del Black ya no estaban más allí, ya se habían ido.

-Seccionatus -pensó inmediatamente al darse cuanta de que otra fenixiana había silenciado su último ataque. Doce medialunas viajaron a través de los ocho metros que la distanciaban de Adry, para impactarles directo en el pecho. Causarían heridas sangrantes tanto igual de graves como su anterior hechizo anulado. Las medialunas eran tan filosas que parecían cortar el aire con tan solo su vuelo a la distancia. Pronto llevarían a destino y cumplirían con la meta que tenía la mortífaga tempestad, aún sosteniendo su sonrisa irónica y placentera. -Morphos -Fortia apuntaba directo a una silla cercaba a ella, unos tres metros de distancia. Era lo suficientemente consistente para crear un Pitbull con suficiente masa muscular y dientes filosos y mandíbula tan fuerte como para sostenerse en lo alto sin siquiera soltarse. Tenía ordenado defenderla, manteniéndose a esos tres metros de distancia en los que estaban, justo delante de ella, así como tenía a todos sus oponentes. Se había ubicado en un lugar específico para que ningún fenixiano la tomara por la espalda y la atacara manteniendo esa cobardía digna de un posho.

Con un gato negro y grande, el cual era un puma, de defensa estaba más que segura. Ni siquiera se preocupó por saludar con una leve reverencia a sus compañeros de bando, simplemente se compenetró en la batalla y localizó a su primer oponente. Se veía tan sexy con aquella luz cubriéndole el rostro que no pudo evitar levantar su varita, la cual la acompañaba en todo momento siendo fiel y confiada hacia ella. -Silencius -Adry fue silenciada de inmediato. Una sonrisa torcida se dibujó en el lúgubre rostro de la Atkins, pensando en alguna burla que podría llegar a decir a la mujer, pero se contubo de inmediato. No podía perder el tiempo en hacer bromas, para eso estaba gente más entretenida como su hermana Leah; a ella sí que le salían bien las bromas, con esa ironía que muy pocos tenía. La ironía que manejaba la rubia era más seria, más fría. -Sectusempra -volvió a apuntar a Adry. El rayo viajaba a la distancia de ocho metros que había entre la fenixiana y ella. Sin quitar su expresión sombría bajo la máscara que cubría su identidad. Si llegaba a tocar el pecho de la mujer se desangraría rápidamente al abrirse heridas profundas en la zona, generando así una muerte rápida si no se curaba inmediatamente.

-Fortificum -una muralla de hierro de tres metros de alto por cinco metros de largo se apareció en el campo visual de la rubia. Todavía no se adentraba al Parque Acuático, debía asegurarse que estaría protegida de cualquier hechizo que realizaran en su contral. Sus ojos esmeralda, detrás de la máscara, reflejaban un destello de entusiasmo al darse cuenta que otra vez se encontraba allí, entre sus compañeros de bando, a punto de entrar en batalla contra los fenixianos después de mucho tiempo de no poder enfrentarlos. Más que nada por poder utilizar sus hechizos de Tempestad. -Vitae -Fortia apuntaba a la muralla que reciéntemente había formado, la cual pasó a transformarse en un puma (un gato negro grandote) adulto, con filosos dientes y garras. Se ubicaba a unos tres metros de distancia de su ama, manteniendo la distancia prudente para que la protegiera tanto a ella como a cualquiera de sus compañeros, si así debía ser, tanto como atacar a algún oponente. Fue entonces en donde se animó a entrar, caminando justo por detrás del felino. Se adentró al Parque y fue directo hacia donde la batalla la esperaba, para defender a Valkyria de todos los ataques que la habían afectado.

Negro. Vacío. No encontraba nada en el medio del sueño. Navegaba en el medio de la nada intentando llegar a algún lado que nunca supo cuál era, pero ella seguía navegando. Quizás en un bote, quizás en un barco, no sabía ni dónde estaba, ni en qué. Su sueño era profundo, la tenía atrapada allí intentando averiguar lo indescifrable esperando en algún momento encontrar el resultado. ¿Tendría algún significado? No interesaba en el momento, pero... ¿se acordaría del sueño al despertar? De repente un fuerte ardor comenzó desde su muslo derecho a invadirle todo el cuerpo, entonces comenzó a aumentar el fuego quemándole los pies descalzos y subiendo con rapidez, como si su cuerpo estuviera cubierto de combustible. Se quemaba, lo podía sentir y gritaba, pero no se escuchaba, nadie la escuchaba. Abrió sus ojos de par en par, con el pulso acelerado y observando a su hermana saltar encima de ella. -¿Cómo dices? -no se movía, estaba completamente perpleja, como asustada pero sin estarlo -. Oh, si... claro. Movió su cabeza de lado a lado con rapidez para salir de su ensimismamiento y accionar a lo que su hermana le decía. Tomó su varita con firmeza y la pasó frente a su rostro haciendo aparecer una máscara. Se desquitó de su ropa y siguió a Leah para que ella la guiara hacia el lugar al cual debían asistir. En seguida tomó su mano, desaparecieron del castillo Atkins, apareciendo así a diez metro del Parque Acuático. -¿En serio éste lugar?

Candela, estoy muy de acuerdo con vos. La verdad es que me siento una tonta porque lloré mientras leía el fragmento, pero qué más da. Tampoco conocí lo suficiente a Nico, pero lo llegué a apreciar por lo que vos misma decís. Me hubiese gustado poder conocerlo mejor, y toda la bola, pero bueno, a veces la vida es así y nos arrebata. Realmente es muy lindo, gracias por el regalo, porque se siente. A Nico no se lo olvida. Creo que (como dijo Ed) a la gran parte del foro le afectó esta perdida tan grande, conociéndolo o no. Fue único y eso se nota en cada recuerdo nuestro, en cada memoria, en todo. Esté donde esté, se lo va a recordar por siempre y quiero pensar que está feliz y en paz. Si bien no te conocí como hubiese querido, espero poder hacerlo algún día.

Hola gente bella! Bueno, vengo a despedirme una segunda vez *se esconde* me encanta esta familia, pero jamás aporté nada para ella así que tampoco modifica demasiado mi ida. Aún así pido disculpas por las molestias de tener que haberme sacado y puesto en el árbol una y otra vez x.x Moni, no me odies xDDD En fin, gracias ! y nos estamos viendo (Addi, vas a seguir siendo mi mami del alma aunque nos abandonemos mutuamente xD)

Acá va mi ficha para que no me saquen de la familia. Sé que soy inactiva por acá, pero quiero mucho esta familia *-* igual en algún momento me pasaré, lo prometo. Ahora que estoy super activa por el foro, creo que es tiempo de echar un vistazo por allí. De paso aprovecho para decir que no estoy en la lista de cumpleaños T___T (ya pasó, hace unos días :3) cumplí el 1 de abril, así que también agreguenme ahí x3. Besote, los adoro.

Un día común y corriente. Nada parecía raro, todo igual que siempre. Rutina. La rubia odiaba las rutinas. Qué más daba. Lo único que se escuchaba en las calles de Ottery era el sonido de sus zapatos golpeando contra el asfalto y su respiración tranquila. Mansión Ragnaventus. Allí se dirigía. Una guardia más por hacer. Ashley deseando llegar y que le ofrecieran un vaso de algo, líquido, estaba realmente sedienta. Esperaba que alguien los atendiera en la mansión. Seguía caminando y el poco viento que había revoloteada su cabello fino. - Somos dos- Le contestó a su compañero. Había llegado justo cuando el muchacho expresaba su necesidad por beber. Coincidencia. Saludó al mago con una leve reverencia y se paró junto a él. Ambos esperando que abrieran la puerta. De a ratos, la Rambaldi, le dirigía miradas de soslayo a su compañero, pero no emitía palabra alguna, de qué más podrían hablar que no fuera trabajo?