La efusividad de la elfina P-ko no era una novedad para Rory, pero había olvidado que Matt con todo ese ¿espíritu de gente del nuevo mundo? también podía ser bastante afectuoso. Corresponde lo mejor que puede al saludo, sonríe a la mención de Ironwood sobre qué tipo de emociones le remueve el estar de nuevo por Inglaterra y las expectativas del hombre en relación a ese convite que está juntando a los miembros de la familia.
Todos volviendo al castillo, que alguna vez los cobijó.
— Ojalá y no se descontrole, como bueno, suelen hacerlo sus encuentros ¿no?
Su comentario no pretende ser una ofensa, solo la simple observación de una característica que para bien y mal, ha distinguido a la familia. Cuidarse de las borracheras y festejos de los Evans McGonagall, se decía, era de las primeras advertencias que se le hacía a cualquiera que llegaba a Ottery. Rory no recuerda ya quién fue el que se lo hizo saber, pero la voz de Bel se cuela en su memoria, así que tiene que haber sido ella, porque la voz ligeramente grave de la mujer es difícil de olvidar, y muy característica. Y está casi seguro que se lo dijo con el mismo tono con que murmuró esas palabras incomprensibles desde el pasadizo, mientras él estaba en la biblioteca.
El tener el recuerdo lo confunde un instante. No se supone que Bel tenga que estar ahí, teniendo en cuenta que él ha venido también, secretamente, con la intención de leer los diarios de la mujer y conseguir algo más de comprensión de la magia de los sueños, materia donde la bruja adquirió habilidades a punta de una desmedida obsesión. Sin embargo, sus divagaciones se interrumpen cuando el agradable olor de la comida lo envuelve: Estofado de carne, papas asadas, pudín de Yorkshire. Mientras Ironwood pasa olfateando descaradamente las ollas, Rory se limita a saludar con una venia y agradecer a las criaturas la encomiable labor de alimentarlos a todos.
Sea sus simples presencias, o por alguna otra razón, los elfos les hacen saber que es mejor dejar la cocina pronto. P-ko promete dejarle visitar la biblioteca, pero lo mejor es que se reúnan ya con el resto de invitados. Rory le promete a cambio, que la visitará para volver a tener esas largas charlas y comerán bollos recién horneados del Jimmy’s. Ella le sonríe devuelta, y su sonrisa la rejuvenece a tal punto que, por un momento, es casi como si no la reconociera.
Matt está casi llegando a los jardines, y saluda a Richard y Melrose, siendo esta última la que corresponde su saludo, pues Richard está más concentrado en la otra mujer que los acompaña, una persona que solo conoce por el retrato del pasadizo, donde en letras doradas está escrito su nombre.
Kutsy.
Una de las muchas muchachitas que la pelirroja Evans adoptó. Sin embargo, en cuanto lo piensa, algo se rebela en su interior ante esa conclusión. Ni siquiera puede asegurar de dónde le viene esa certeza, es casi como si por un momento su cuerpo no fuera suyo, o estuviera alguien allí, invisible, recalcándole esa muy importante diferencia.
Kutsy es distinta. Ella no es cualquiera.
— Buen día con todos — el saludo, bastante general y poco expresivo quedó en el olvido cuando Ellie y Madeleine se suman al grupo, y Melrose salta instantáneamente hacia Ellie. Desde los atuendos que llevan hasta el ánimo con que cada una ve la perspectiva de participar en el juego que la anfitriona (¿podía decírsele así?) propone, se nota lo disímiles que ambas son. Rory jamás supo entender, en el tiempo más activo que pudo compartir con ambas en la Orden del Fénix, de qué manera es que se tejió el vínculo que las conecta, y en esos instantes tampoco entiende cómo la actitud de ambas es opuesta a las de sus recuerdos.
Ellie siendo más comunicativa que Madeleine o sencillamente Madeleine sin ningún arrebato inapropiado y tan callada no parece ella misma. ¿Cómo puede ser esta Madeleine la misma que le increpaba que no fuera blando durante los enfrentamientos con los mortífagos? ¿a la que le arrancaba una carcajada sincera cada vez que le regalaba una estampita de San Jorge antes de un cateo? Siente mucha curiosidad por saber que es lo que ha sucedido en el tiempo que no la ha visto, pero no está muy seguro si su acercamiento será tomado para bien.
— No tengo idea de cómo va el juego tampoco, pero ya que somos varios ¿lo empezamos de una vez?
Una parte de él carga consigo la sensación de que el tiempo está pasando de una forma extraña. Y como se ha dejado el reloj de pulsera carísimo que Whisper le regaló en su época como ministro tampoco tiene manera de saber que hora puede ser. Su única certeza ha sido que el sol pega tan fuerte como si fuera mediodía y por tanto, tiene que ser muy pronto para pensar en beber alcohol. Lamentablemente, la llegada de un nuevo miembro (Ania) le confirma que ha estado completamente equivocado, pues la pregunta que lanza la bruja se convierte en una declaración de intenciones.
"¿Qué bebemos?"
Quizá ha sido lento (como suele ser para esas cosas) y recién cae en cuenta que esas botellas con las que jugarán deberán vaciarse primero, y que han querido dar la suficiente libertad como para que cada uno escoja la suya. Por esta razón, aunque no recuerda que haya estado ahí antes, la está viendo ahora: Una mesa larga con un bonito mantel perlado y sobre ella toda clase de botellitas, de diferentes tamaños y con novedosos colores. La mayoría de ellas de cerveza.
Él es de los primeros en acercarse. Alguien pregunta sobre si este es un mantel encantado para bebidas similar al otro que tienen para las comidas, pero no alcanza a escuchar la respuesta. Unos cuantos más usan encantamientos convocadores para que les sea más sencillo hacerse con su bebida favorita, pero Rory está empecinado en hacerlo del modo más artesanal posible.
La magia no puede, no debería ser usada tan a la ligera siendo un don divino.
La recompensa a su esfuerzo es una botella de vidrio y tapa roja. Una bebida azucarada de té verde con toque de limón, que resulta de las pocas (si es que no la única) sin alcohol. Como si el ser Evans, por sangre o por decisión, les confiriera el superpoder adicional de un hígado indestructible, le ha parecido que incluso Richard ha tomado un vodka.
— Entonces ¿todos lo han entendido? — los ojos de Richard recorrieron a todos los presentes 15 minutos después, antes de detenerse en su propia botella ya vacía—tienen que “llenar” la botella con alguna memoria sobre este castillo. Y según la potencia de su recuerdo, cuanto más detallado sea, más rapidez le dará a su botellita para cruzar uniforme y horizontalmente la piscina. Yo seré el jurado evaluador.
Como suele ocurrir con información que se pide de manera intempestiva, de pronto la mente de Rory quedó en blanco. Él tiene los recuerdos de las apacibles tardes con P-ko pero ¿Cómo podía eso ser suficiente? ¿Era real que podía emplearse los recuerdos como combustible? Le resulta tan confuso el escenario, que prefiere simplemente ya no dudar y dar ese salto de fe y para cuando la (extraña) cuenta regresiva de Melrose concluye, su botella está ya sobre la superficie del agua, avanzando vertiginosamente, pero en círculos concéntricos, cada vez más grandes, así que con suerte en algún momento va llegar a la meta, marcada con un patito de hule.
— Es veloz aunque en el sentido equivocado— se atreve a comentar en voz alta, soltando una risa que le aliviana la tensión que ha estado cargando todo ese tiempo— ¿De quién es esa botella que está yendo tan recta y hacia adelante?
@ Syrius McGonagall , @ Melrose Moody @ Ellie Moody @ Ania Evans Weasley @ Kutsy Stroud Lenteric