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Cath Dark

Magos
  • Mensajes

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  • Ingresó

  • Última visita

Ficha de Personaje

  • Nivel Mágico
    0
  • Rango Social
    Aprendiz
  • Galeones
    3400
  • Ficha de Personaje
  • Bóveda
  • Bóveda Trastero
  • Familia
    Gryffindor
  • Trabajo
    0
  • Raza
    Humana
  • Puntos de Poder en Objetos
    20
  • Puntos de Poder en Criaturas
    0
  • Puntos de Fabricación
    0
  • Rango de Objetos
    10 a 200
  • Conocimientos
    -Defensa Contra las Artes Oscuras
    -Conocimiento de Maldiciones
  • Medallas
    0

Profile Information

  • Género
    Female
  • Location
    2 o'clock by the fountain down the road

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Reputación

  1. Temía que el agua hubiese sido demasiado. Quizá tenía que haber esperado a que la bruja reaccionara por sí misma, darle tiempo o insistir en sacudirla. Su preocupación no disminuyó al Bel abrir los ojos; Catherine soltó un quejido casi inaudible y sintió su rostro arder en vergüenza. La mirada que la bruja le regresaba iba del desconcierto a la incredulidad, temerosa de dar crédito a lo que veía. Sin embargo, y a pesar de lo abrumadora que se había vuelto la situación, el mirarla tan cerca le hizo sentirse cálida. Era agradable encontrarse con una cara familiar. El ensordecedor latir de su corazón llegaba con fuerza a sus oídos, quería decir y preguntar tanto que al final no pudo pronunciar palabra alguna. Quien se sobrepuso primero a la sorpresa fue Bel, su voz sonaba suave y amable, tanto que Catherine sintió derretirse por dentro. Eran años desde la última vez que alguien le había llamado por aquel apodo que el escucharlo de nuevo le hizo soltar un pequeño bufido. Tomó con firmeza el brazo de la otra y le ayudó a levantarse. — Mmh — fue todo lo que pudo contestar en afirmación a las preguntas de la bruja. Sentía que le debía más que respuestas monosílabas, sin embargo, la nostalgia y los recuerdos aún le aturdían, así que se limitó a continuar asintiendo y a seguirle de cerca. Si había algo que Catherine realmente lamentaba de los últimos años era el nulo contacto que había tenido con las personas que dejó en Inglaterra. Si bien era cierto que en el tiempo que pasó ahí no echó raíz ni se hizo indispensable, creía al menos haber dejado una impresión en aquellos a los que llegó a considerar sus amigos. No obstante, la desidia y la poca confianza que le tenía a reciprocidad de estos lazos le hizo mantenerse al margen todos esos años. No fue hasta ese momento en que aquello realmente le pesó. Había estado hasta cierto punto bien tratando de dejar de lado sus días de magia, reduciendo y omitiéndolos en un principio, para después hacer de aquello algo cotidiano y normal. El toque suave y firme de la mano de Bel le hizo soltar un pequeño respingo sacándola de sus pensamientos. Regresó una mirada atenta a su compañera, escuchó cuidadosamente mientras asentía con la cabeza y apretaba los labios. Por un instante ambas quedaron en silencio y fue cuando Catherine comprendió que Bel esperaba por ella así que comenzó a caminar hacia el hogar que se alzaba frente a ellas, alentando con un ademán a la otra a hacer lo mismo. — ¿Eso se dijo de mí? ¿Que vivo entre muggles? — Su voz salió con dificultad y ligeramente ronca. Su primera intención era hacer un comentario gracioso, pero aparentemente aquello no había ayudado. Sin embargo, la expresión expectante de Bel sugirió que su pregunta era genuina. Cath sonrió apenada y aclaró su garganta: — Sí bueno, algo hay de cierto... ¿Está todo bien? — Soltó lo último casi en un susurro, temiendo que la respuesta a esa pregunta fuese negativa.
  2. No hacía mucho que se encontraba en Londres, sin embargo y a pesar de estar ahí únicamente por un asunto relacionado al trabajo, se rehusaba a ir en busca de la razón que le había llevado a ese lugar. En cambio, optó por aventurarse a instalarse en una choza a las afueras de la cuidad, misma que años atrás le hubiera servido también de asilo. Catherine había estado varada en aquel claro hacía ya días, pretendiendo gustar de él por su belleza y no por ser el único recuerdo sólido que tenía de su tiempo en Londres. El terreno era extenso, lleno hierba alta que se movía a voluntad del viento que, junto al verdor de los árboles hacían vibrar mágicamente aquel espacio. Y la choza, a pesar de su aparente mal estado permanecía recia al paso de los años. Nada había cambiado, ni siquiera un ápice. Los últimos destellos del cielo naranja se perdían con cada instante que transcurría dándole paso a la oscura bóveda celeste. El aire de primavera, aún con remanentes fríos, despeinó juguetonamente sus mechones plateados haciéndolos danzar como si fuesen parte del encanto del claro. Sentada a mitad del terreno, Catherine intentaba pensar en alguna excusa para poder prolongar su estadía, sin embargo, ninguna de ellas lograba convencerle. Había recorrido el lugar, evocado recuerdos agradables y añorado los días pasados lo suficiente como para regresar satisfecha del viaje, pero lo único que estaba sacando de aquel letargo era convertir esos buenos pensamientos en un tormento. Había tomado una decisión, pero a veces le gustaba pretender que aún tenía opción. Resuelta a emprender el camino de regreso a casa recordó que aún tenía una última cosa por hacer, sin embargo, eso implicaba visitar Ottery, razón que le había orillado a la desidia, pero si los rumores que había escuchado eran ciertos tenía que intentarlo. Tras soltar un sonoro suspiro se levantó de entre la hierva y dando un último vistazo a su alrededor se adentró en la negrura del bosque. Hasta donde sabía no se encontraba muy lejos de su destino, y si bien era cierto que había pasado mucho desde que caminó ese bosque también lo era el hecho de que llegó a conocerlo como la palma de su mano, no debía tardar en llegar. Andaba a pasos largos y veloces, con varita en mano alumbrando el camino que tenía por delante y mirando ocasionalmente y con recelo sobre su hombro. Le parecía una exageración, pero esa noche se sentía particularmente tranquila, raramente se escuchaban los animales nocturnos y el ulular del viento había cesado hacía ya bastante. Comenzaba a pensar que quizá había equivocado el camino cuando a lo lejos divisó diminutas luces amarillas. Eran muchas y ya fuese la casa que buscaba o no, iba a echar un vistazo porque cualquier cosa era mejor que la paranoia de ser perseguida. Estaba a metros de salir del umbral del bosque cuando un viento helado congeló sus pasos y cuál fue su sorpresa al girarse; un manto tan negro como el azabache se extendía frente a ella y se acercaba rápidamente. Los pensamientos de Catherine fueron de la confusión al pánico. Conjuró un sinfín de hechizos sin tener oportunidad de pensar en el correcto haciendo que su varita expulsara rayos y chispas a diestra y siniestra. Apuntaba esperando hacerlo de manera correcta mientras corría en dirección a las luces que parecían estar más cerca a cada paso. Llegó sin aliento a lo que le pareció el jardín de la regia casa que se alzaba frente a ella. Exhausta y sin rastro de color en su rostro hizo frente a su persecutor, levantó su varita y vociferó: “expecto patronum”. La luz blanca rompió por un instante la oscura noche para darle paso a lo que parecía un águila batiendo sus grandes alas. El hechizo apenas duró un momento, sin embargo, parecía haber sido efectivo porque al extinguirse la luz de su varita Catherine no encontró rastro de quien le perseguía. Empezaba a celebrar internamente cuando por el rabillo del ojo alcanzó a ver a alguien en la entrada de aquella casa. Una figura pequeña y menuda le observaba y se había desplomado tan pronto como sus miradas se habían encontrado. Juntó la energía que aún le quedaba y se apresuró a donde yacía la mujer. Estaba a pasos de llegar, sin embargo, ahora que podía verla con claridad supo quién era. Sus piernas flaquearon y la llevaron al suelo obligándole a recorrer a gatas la distancia que le hacía falta para finalmente llegar. No daba crédito a lo que sus ojos veían, su estómago cayó y la emoción le invadió por completo. Frenética y con los ojos goteando sacudió el cuerpo que se encontraba inmóvil en el suelo, suplicando entre balbuceos que iban de la excitación a la desesperación. Al no obtener la respuesta que Catherine quería se descolgó la cantimplora que llevaba sujeta a los pantalones y roció el poco líquido que esta aún tenía en el rostro de la bruja inconsciente.
  3. Me disculpo, espero no sea tarde ahmm ... no sé que decir para llenar las lineas más que volver a pedir la disculpa, vi el mp y Moni me avisó antes que me viniera, pero es que soy muy vaga, no, estaba a finales de semestre y así pero ya fue. Ok, ehm, saludos a todos :B Sale bye :3
  4. Bueno, ya estoy por aquí para hacer eso de lo del nuevo modelo de ficha. Que acá quede que esto me ha dado muuuucha pero mucha flojera Catherine Gryffindor Haughton. Datos Personales: Nombre del Personaje: Catherine Gryffindor Haughton. Sexo: Femenino Edad: Joven, 18 años Nacionalidad: Italiana. Familia(s): * Gryffindor * Haughton Padre(s) Sanguíneo: Kris Gryffindor Mónica Malfoy Haughton Padre(s) Adoptivos: -- Trabajo: -- Poderes Mágicos: Rango Social: Unicornios de Bronce. Bando: Neutral Rango dentro del Bando: -- Nivel de Poder Mágico: 1 Puntos de poder en objetos: 20 Puntos de poder en criaturas: Habilidades Mágicas:— Conocimientos Especiales: -Defensa Contra las Artes Oscuras -Conocimiento de Maldiciones Perfil del Personaje: Raza: Humano Aspecto Físico: Tez pálida, aunque no del todo, piel tersa, siempre fría. Mide entre los 1.77 m. Delgada, aunque no demasiado, lo que le distingue es su peculiar silueta, la cual se aminora al llegar a la cintura y se ensancha al toparse con las caderas, posee una larga, abundante y rubia cabellera que culmina en su cintura, grandes ojos esmeralda, labios finos y delineados, su aspecto es poco inusual, ya que la mayoría de las veces viste de manera muy extraña, esto depende bastante de su estado de ánimo. Cualidades Psicológicas: Una joven alegre y con mucho potencial, le gusta socializar, aunque no siempre le resulta fácil, o no sucede como lo espera, ya que es de un muy fuerte carácter; defiende sus ideales sobre todas las cosas, aunque de la misma manera sabe reconocer sus errores (pero no los acepta) Fácil de persuadir y de ser persuadida, no por todos, sin embargo esto solo le sucede con un par de personas, lleva en su interior en profundo vacio, producto de la soledad que ha experimentado a lo largo de su vida. Historia: El otoño estaba por entrar, hojas secas y plantas marchitas se percibían por doquier, sin embargo los vientos golpeaban tan fríos como el invierno en plenitud. La pelirroja cabellera de la Haughton se sacudía al compás de las gélidas corrientes en tanto su rostro divisaba el andar de sus pies. A pesar de sus diversos intentos no lograba de alguna manera traer a su mente segmentos de algunos recuerdos que flotaban en sus pensamientos, tal pareciera que sufría de un tipo de amnesia. Su mirada lucía triste pero más que nada esta se encontraba perdida; tras rondar un por un par de calles solitarias dio vueltas sus talones y desapareció entre las sombras para verse después desconcertada en el centro de su habitación. Hacía días que Kriz no tenía noticias de Mónica, su repentina ausencia le había dejado confuso y estando lejos de Londres no sabía qué hacer con una niña tan frágil en brazos. Consideró la opción de llevarla consigo pero tomando en cuenta la mala racha que ambos estaban pasando decidió dejar a la pequeña en manos de Florence Merian**, esta fue amiga de ambos bastante tiempo atrás y no fue sino en ese lugar en donde la vio después de tantos años; Venecia paría un buen lugar para que la niña creciera, lejos de los tiempos de los difíciles y del notorio caos en el mundo mágico. Bajo la luz de la luna lo único que Florence vio fue la silueta del joven mago haciéndose cada vez más tenue. Catherine fue el nombre de la hija de aquellos magos, siendo esta la única niña en casa, su vida fue como la de una persona más en el mundo; desde pequeña se dio a notar su gusto por la música siendo este motivo para que su "tía" Florence le llevara desde los tres años a la academia en donde los bellos sonidos se respiraban en el ambiente. Lo único de lo que la rubia tenía conocimiento en torno a su origen era la existencia de su padre el cual la visitaba frecuentemente. Parte de su niñez tuvo lugar en el sitio que le vio llegar al centro de Venecia pero fue hasta los cinco años que esto sucedió de esta manera ya que tras pasar el tiempo a decisión de Florence, Catherine fue a un internado en la ciudad de Marbella. La linda Marbella, la niña de ojos verdes no olvidará nunca ese día por ser la primer vez que salía de viaje e igualmente la primer vez que tuvo el permiso de acercarse al mar. La felicidad que derrochaban tanto sus ojos como sus labios era indescriptible, radiaba al atardecer de la costa siendo esta la última puesta de sol que viera de manera placentera en algún tiempo. Al día siguiente justo a la misma hora se encontraba confusa en un salón ocupado por niñas de su edad y mujeres que servían la merienda. - Mi nombre es Luisa Valencia**, ¿Como dices que es que te llamas?- Le dijo la niña de complexión delgada que se adentraba a su habitación.- La prefecta me ha dicho que serás mi nueva compañera de recamara… Sabes que hace unos meses que no tengo a nadie aquí, no sé porque, pero todas huyen, espero y no hagas tu lo mismo. – Mencionó en tanto rebotaba en la cama de junto. – Y tu nombre era… -Catherine – Citó con un tenue gemido. – Me llamo Catherine. - -Muy bien Catherine pues vamos a hacer compañeras el tiempo que nos toque serlo, Me caes bien- Expresó mientras extendía su mano a lo largo. – Y ahora vamos a la cama que mañana será un día feo. – Le indicó señalando con la mirada su recamara. -Vendrán pronto a dar revisión y no querrás que te vean despierta. Pasa buena noche. – Tras escuchar estas palabras Cath se metió en las sabanas cubriendo por completo su rostro y cerrando con fuerza sus ojos hasta quedar profundamente dormida. Así pasaron los años, día y noche tras los muros del internado, clase tras clase, nota tras nota, instrumento tras instrumento pero con la amistad de Luisa a un lado. Esperando con ansias el final de cada mes para salir y aguardar la visita de Florence y de Kriz. Estas salidas eran al mismo puerto que vio su llegada a Marbella. Al parecer de igual forma eran las visitas de los internados que se encontraban en la zona puesto que varios alumnos uniformados salían al mismo lugar en los días que ellas tomaban sus descansos. Luisa se había encargado de hacerle amistad a la rubia con varias chicas de otros internados así como con jóvenes que ella conocía. Después de varias visitas al puerto del sur de Marbella ya era de esperase que sólo anhelaran esas fechas para salir a conversar con Nathan** joven apenas tres años mayor que ellas, estos solían aguardar a los que les visitaban jugando por la orilla de la playa y en veces en el mismo lugar tocaban sus violines a la par. Con dieciocho años por cumplir Catherine tenía una vida plena y feliz en aquel lugar, estaba por llegar al tiempo que se le había sido destinado en ese sitio teniendo la esperanza de regresar a la Venecia que no olvidaba, pero a la par con la nostalgia de dejar a las amistades formadas, al bello puerto de Marbella y al chico que se había convertido en algo más que su amigo. Nathan ahora con la edad suficiente se había dejado de la escuela para dedicarse a lo que más le gustaba; la música, misma que les unió durante una larga jornada. Tras las visitas respectivas ambos vagaban por la orilla de la playa observando el caer de la noche erróneamente consientes de lo que se les deparaba juntos. Semanas antes de cumplir dicho plazo Catherine fue avisada de todo lo que conllevaba la magia y de su pronta estadía en el mundo mágico. Al principio lo comprendió como una mala broma puesto que eso iba en contra de todo lo que en ese lugar le habían enseñado rehusándose a abandonar el lugar sin tener la certeza de ir a Venecia. Pero la decisión no estaba en ella, así que después de concluir su estadía en Marbella su padre le esperaría para llevarla a Londres. El adiós no fue fácil, pero era necesario, más de diez años juntas se decían de manera sencilla aunque no lo fuese, Luisa regresaba a España con sus padres y de igual forma en planes tenía el seguir tocando, Marbella sólo había sido escenario de aquella amistad y le esperaría con entusiasmo para volver a vivir y tocar a las orillas de su playa. Florence y su padre le esperaban a distancia para marcharse, con lágrimas en los ojos Catherine partió de aquel lugar sin darle la despedida a Nathan, el miedo y la melancolía se lo impidieron. Quiso borrar todo aquello en su mente tratando de abrir una nueva página en su vida imaginando lo que haría al arribar a su nuevo hogar. Su llegada fue nocturna haciéndole esto imposible el percibir con claridad el lugar en el que se encontraba puesto que las farolas que se encontraban en aquel sito eran de un débil resplandor. Tiempo después se vieron ante un imponente castillo, a Catherine no le agradaba del todo pero no pudo expresar su inconformidad. Kriz llamó a la puerta y mientras esperaban este descargaba el equipaje. Un par de elfos domésticos atendieron el llamado, al parecer les esperaban ya que les hicieron pasar de inmediato al centro de la sala principal. -Te quedarás aquí bonita, irás a la academia y harás todo lo que platicamos en el camino. No puedes ir conmigo, al menos no por ahora, pero te aseguro que nada te faltará acá. – Le susurró Kriz al oído mientras se disponía a salir. – Te quiero. – Se escuchó antes del cerrar de la puerta. De nuevo la joven se encontraba en un lugar ajeno a ella y sin la menor idea de lo que pudiese encontrar ahí, uno de los elfos que los recibió le hizo una seña con los dedos dándole a entender que le siguiera. Ascendieron varios escalones hasta situarse en el sexto piso de la torre en donde se abrió paso para adentrarse en la que sería su recamara. Era amplia y con un enorme ventanal mismo que se apresuró a abrir para contemplar el oscuro firmamento. Tenía años que no sentía la sensación de libertad que en ese momento le recorría por todo el cuerpo; al ver que la joven estaba complacida el elfo sonrío tras finalizar de acomodar el equipaje. -Bienvenida al castillo de la familia Haughton. Estoy a sus órdenes- Seguido de mencionar esto un chasquido hizo que la criatura desapareciera. La joven con un pálido semblante se sentó sobre la esquina de su cama tratando de atar los cabos que estaban sueltos ya que en el viaje su padre evitó de todas las formas posibles el hablar de su madre, esta fue la actitud que le hizo desconfiar de su estadía en el mundo mágico haciendo que su mente se llenara de absurdas historias en torno a ella y de su propósito en aquel lugar. Un trozo de pergamino se posaba sobre la pequeña mesa del centro de la habitación; "Espero disfrutes de tu estadía en el castillo, te dejo los pergaminos correspondientes a tus clases en la academia, estas están por dar comienzo. Bienvenida. Recibe un cordial saludo" Aquella nota estaba sin firmar lo cual no le sorprendió, ¿Qué otra acción extraña podía esperar? Sin pensarlo se cambió de atuendo para meterse entre las sabanas de su recamara, cerró fuertemente los ojos tapó su rostro y después de unos minutos quedó profundamente dormida. ** Personajes no existentes en el foro Pertenencias: Objeto Magico Legendario: . Objetos Magicos: Varita Mágica: Clasificación: AA Puntos de poder: 20 puntos. Mascotas y Criaturas: -- Criaturas en la Reserva: -- Elfos: Valnie: Elfina, de tamaño más pequeño de lo habitual. De ojos oscuros y diminutos, posee una larga e inusual nariz ya que esta como sus orejas son de tamaños mayores. Licencias, Tasas, Registros: Licencia de Aparición: Licencia de Vuelo de Escoba: Registro de XXX: Otros Datos: Otros datos: Cronología de cargos: Premios y reconocimientos: Links de Interés Referentes al Personaje: Link a Bóveda Personal: Bóveda del personaje Bóveda de la familia Gryffindor Bóveda de la familia Haughton Vale pues, no sé, si está algo mal díganme Espero que no sea así.
  5. Bueno, vengo xD Acá el asunto es que me hice asi como que pelotas con lo de mis conocimientos, fui y posteé para que me los dieran ---> Look Y ya. (?) El caso es que necesito de ellos para poder empezar a trabajar: "Por favor, una vez que solicites los conocimientos en tu ficha, avísame" Así me dijeron , y pues no se que se le hace si me tengo que esperar a que me digan algo de ese lado o solamente tengo que venir a molestar aqui. Ando re perdida del foro, no me regañen (?) Son estos: -Defensa Contra las Artes Oscuras -Conocimiento de Maldiciones Bueno, eso es todo, gracias. Me huyo
  6. Hola de nuevo, pues nada que ya tengo mi historia *baila de emoción* (?) Ok no. Bueno sólo la dejo. De antemano muchas gracias por colocarla. ***** Historia del personaje: El otoño estaba por entrar, hojas secas y plantas marchitas se percibían por doquier, sin embargo los vientos golpeaban tan fríos como el invierno en plenitud. La pelirroja cabellera de la Haughton se sacudía al compás de las gélidas corrientes en tanto su rostro divisaba el andar de sus pies. A pesar de sus diversos intentos no lograba de alguna manera traer a su mente segmentos de algunos recuerdos que flotaban en sus pensamientos, tal pareciera que sufría de un tipo de amnesia. Su mirada lucía triste pero más que nada esta se encontraba perdida; tras rondar un por un par de calles solitarias dio vueltas sus talones y desapareció entre las sombras para verse después desconcertada en el centro de su habitación. Hacía días que Kriz no tenía noticias de Mónica, su repentina ausencia le había dejado confuso y estando lejos de Londres no sabía qué hacer con una niña tan frágil en brazos. Consideró la opción de llevarla consigo pero tomando en cuenta la mala racha que ambos estaban pasando decidió dejar a la pequeña en manos de Florence Merian**, esta fue amiga de ambos bastante tiempo atrás y no fue sino en ese lugar en donde la vio después de tantos años; Venecia paría un buen lugar para que la niña creciera, lejos de los tiempos de los difíciles y del notorio caos en el mundo mágico. Bajo la luz de la luna lo único que Florence vio fue la silueta del joven mago haciéndose cada vez más tenue. Catherine fue el nombre de la hija de aquellos magos, siendo esta la única niña en casa, su vida fue como la de una persona más en el mundo; desde pequeña se dio a notar su gusto por la música siendo este motivo para que su “tía” Florence le llevara desde los tres años a la academia en donde los bellos sonidos se respiraban en el ambiente. Lo único de lo que la rubia tenía conocimiento en torno a su origen era la existencia de su padre el cual la visitaba frecuentemente. Parte de su niñez tuvo lugar en el sitio que le vio llegar al centro de Venecia pero fue hasta los cinco años que esto sucedió de esta manera ya que tras pasar el tiempo a decisión de Florence, Catherine fue a un internado en la ciudad de Marbella. La linda Marbella, la niña de ojos verdes no olvidará nunca ese día por ser la primer vez que salía de viaje e igualmente la primer vez que tuvo el permiso de acercarse al mar. La felicidad que derrochaban tanto sus ojos como sus labios era indescriptible, radiaba al atardecer de la costa siendo esta la última puesta de sol que viera de manera placentera en algún tiempo. Al día siguiente justo a la misma hora se encontraba confusa en un salón ocupado por niñas de su edad y mujeres que servían la merienda. - Mi nombre es Luisa Valencia**, ¿Como dices que es que te llamas?- Le dijo la niña de complexión delgada que se adentraba a su habitación.- La prefecta me ha dicho que serás mi nueva compañera de recamara… Sabes que hace unos meses que no tengo a nadie aquí, no sé porque, pero todas huyen, espero y no hagas tu lo mismo. – Mencionó en tanto rebotaba en la cama de junto. – Y tu nombre era… Catherine – Citó con un tenue gemido. – Me llamo Catherine. -Muy bien Catherine pues vamos a hacer compañeras el tiempo que nos toque serlo, Me caes bien- Expresó mientras extendía su mano a lo largo. – Y ahora vamos a la cama que mañana será un día feo. – Le indicó señalando con la mirada su recamara. -Vendrán pronto a dar revisión y no querrás que te vean despierta. Pasa buena noche. – Tras escuchar estas palabras Cath se metió en las sabanas cubriendo por completo su rostro y cerrando con fuerza sus ojos hasta quedar profundamente dormida. Así pasaron los años, día y noche tras los muros del internado, clase tras clase, nota tras nota, instrumento tras instrumento pero con la amistad de Luisa a un lado. Esperando con ansias el final de cada mes para salir y aguardar la visita de Florence y de Kriz. Estas salidas eran al mismo puerto que vio su llegada a Marbella. Al parecer de igual forma eran las visitas de los internados que se encontraban en la zona puesto que varios alumnos uniformados salían al mismo lugar en los días que ellas tomaban sus descansos. Luisa se había encargado de hacerle amistad a la rubia con varias chicas de otros internados así como con jóvenes que ella conocía. Después de varias visitas al puerto del sur de Marbella ya era de esperase que sólo anhelaran esas fechas para salir a conversar con Nathan** joven apenas tres años mayor que ellas, estos solían aguardar a los que les visitaban jugando por la orilla de la playa y en veces en el mismo lugar tocaban sus violines a la par. Con dieciocho años por cumplir Catherine tenía una vida plena y feliz en aquel lugar, estaba por llegar al tiempo que se le había sido destinado en ese sitio teniendo la esperanza de regresar a la Venecia que no olvidaba, pero a la par con la nostalgia de dejar a las amistades formadas, al bello puerto de Marbella y al chico que se había convertido en algo más que su amigo. Nathan ahora con la edad suficiente se había dejado de la escuela para dedicarse a lo que más le gustaba; la música, misma que les unió durante una larga jornada. Tras las visitas respectivas ambos vagaban por la orilla de la playa observando el caer de la noche erróneamente consientes de lo que se les deparaba juntos. Semanas antes de cumplir dicho plazo Catherine fue avisada de todo lo que conllevaba la magia y de su pronta estadía en el mundo mágico. Al principio lo comprendió como una mala broma puesto que eso iba en contra de todo lo que en ese lugar le habían enseñado rehusándose a abandonar el lugar sin tener la certeza de ir a Venecia. Pero la decisión no estaba en ella, así que después de concluir su estadía en Marbella su padre le esperaría para llevarla a Londres. El adiós no fue fácil, pero era necesario, más de diez años juntas se decían de manera sencilla aunque no lo fuese, Luisa regresaba a España con sus padres y de igual forma en planes tenía el seguir tocando, Marbella sólo había sido escenario de aquella amistad y le esperaría con entusiasmo para volver a vivir y tocar a las orillas de su playa. Florence y su padre le esperaban a distancia para marcharse, con lágrimas en los ojos Catherine partió de aquel lugar sin darle la despedida a Nathan, el miedo y la melancolía se lo impidieron. Quiso borrar todo aquello en su mente tratando de abrir una nueva página en su vida imaginando lo que haría al arribar a su nuevo hogar. Su llegada fue nocturna haciéndole esto imposible el percibir con claridad el lugar en el que se encontraba puesto que las farolas que se encontraban en aquel sito eran de un débil resplandor. Tiempo después se vieron ante un imponente castillo, a Catherine no le agradaba del todo pero no pudo expresar su inconformidad. Kriz llamó a la puerta y mientras esperaban este descargaba el equipaje. Un par de elfos domésticos atendieron el llamado, al parecer les esperaban ya que les hicieron pasar de inmediato al centro de la sala principal. -Te quedarás aquí bonita, irás a la academia y harás todo lo que platicamos en el camino. No puedes ir conmigo, al menos no por ahora, pero te aseguro que nada te faltará acá. – Le susurró Kriz al oído mientras se disponía a salir. – Te quiero. – Se escuchó antes del cerrar de la puerta. De nuevo la joven se encontraba en un lugar ajeno a ella y sin la menor idea de lo que pudiese encontrar ahí, uno de los elfos que los recibió le hizo una seña con los dedos dándole a entender que le siguiera. Ascendieron varios escalones hasta situarse en el sexto piso de la torre en donde se abrió paso para adentrarse en la que sería su recamara. Era amplia y con un enorme ventanal mismo que se apresuró a abrir para contemplar el oscuro firmamento. Tenía años que no sentía la sensación de libertad que en ese momento le recorría por todo el cuerpo; al ver que la joven estaba complacida el elfo sonrío tras finalizar de acomodar el equipaje. -Bienvenida al castillo de la familia Haughton. Estoy a sus órdenes- Seguido de mencionar esto un chasquido hizo que la criatura desapareciera. La joven con un pálido semblante se sentó sobre la esquina de su cama tratando de atar los cabos que estaban sueltos ya que en el viaje su padre evitó de todas las formas posibles el hablar de su madre, esta fue la actitud que le hizo desconfiar de su estadía en el mundo mágico haciendo que su mente se llenara de absurdas historias en torno a ella y de su propósito en aquel lugar. Un trozo de pergamino se posaba sobre la pequeña mesa del centro de la habitación; “Espero disfrutes de tu estadía en el castillo, te dejo los pergaminos correspondientes a tus clases en la academia, estas están por dar comienzo. Bienvenida. Recibe un cordial saludo” Aquella nota estaba sin firmar lo cual no le sorprendió, ¿Qué otra acción extraña podía esperar? Sin pensarlo se cambió de atuendo para meterse entre las sabanas de su recamara, cerró fuertemente los ojos tapó su rostro y después de unos minutos quedó profundamente dormida. ** Personajes no existentes en el foro
  7. Hola jelou xD pues nada vengo a que me cambien mi rango! *pone las manos en la cintura* ok no *ojitos* me graduo!!! *O* y qusiera porfis porfis que me cambien el rango; creo que es Unicornios de Bronce (?) Si verdad? si no se aceptan zapes (????) Bueno, chau
  8. Hola a todos xD Pues nada, acá dejo mi ficha Sale bye
  9. Holo Niko! Vengo a molestar con dos que tres detalles, son pequeñitos ... espero y pronto este mi historia *odiandola mucho* Me ha dado mucha guerra, ya vendré pronto a pegarla pero bueno, a lo que venía... Edad: 18 años (ese fue un error de dedo ) Padre(s) Adoptivos: Althea G. Malfoy Familia Adoptiva: Foster Me parece que no hay bóveda, o estoy medio ciega... si la hay me vengo rápido a pasarla (Pero creo no) Ahora si! sin más por el momento me despido! Saludines!
  10. Catherine Gryffindor Haughton. Datos Personales: Nombre del Personaje: Catherine Gryffindor Haughton. Sexo: Femenino Edad: Joven, 18 años Nacionalidad: Italiana. Familia(s): * Gryffindor * Haughton Padre(s) Sanguíneo: Kris Gryffindor Mónica Malfoy Haughton Padre(s) Adoptivos: -- Trabajo: -- Poderes Mágicos: Rango Social: Unicornios de Bronce. Bando: Neutral Rango dentro del Bando: - Nivel de Poder Mágico: 1 Puntos de poder en objetos: 20 Puntos de poder en criaturas: Habilidades Mágicas:— Conocimientos Especiales: -Defensa Contra las Artes Oscuras -Conocimiento de Maldiciones Perfil del Personaje: Raza: Humano Aspecto Físico: Tez pálida, aunque no del todo, piel tersa, siempre fría. Mide entre los 1.77 m. Delgada, aunque no demasiado, lo que le distingue es su peculiar silueta, la cual se aminora al llegar a la cintura y se ensancha al toparse con las caderas, posee una larga, abundante y rubia cabellera que culmina en su cintura, grandes ojos esmeralda, labios finos y delineados, su aspecto es poco inusual, ya que la mayoría de las veces viste de manera muy extraña, esto depende bastante de su estado de ánimo. Cualidades Psicológicas: Una joven alegre y con mucho potencial, le gusta socializar, aunque no siempre le resulta fácil, o no sucede como lo espera, ya que es de un muy fuerte carácter; defiende sus ideales sobre todas las cosas, aunque de la misma manera sabe reconocer sus errores (pero no los acepta) Fácil de persuadir y de ser persuadida, no por todos, sin embargo esto solo le sucede con un par de personas, lleva en su interior en profundo vacio, producto de la soledad que ha experimentado a lo largo de su vida. Historia: El otoño estaba por entrar, hojas secas y plantas marchitas se percibían por doquier, sin embargo los vientos golpeaban tan fríos como el invierno en plenitud. La pelirroja cabellera de la Haughton se sacudía al compás de las gélidas corrientes en tanto su rostro divisaba el andar de sus pies. A pesar de sus diversos intentos no lograba de alguna manera traer a su mente segmentos de algunos recuerdos que flotaban en sus pensamientos, tal pareciera que sufría de un tipo de amnesia. Su mirada lucía triste pero más que nada esta se encontraba perdida; tras rondar un por un par de calles solitarias dio vueltas sus talones y desapareció entre las sombras para verse después desconcertada en el centro de su habitación. Hacía días que Kriz no tenía noticias de Mónica, su repentina ausencia le había dejado confuso y estando lejos de Londres no sabía qué hacer con una niña tan frágil en brazos. Consideró la opción de llevarla consigo pero tomando en cuenta la mala racha que ambos estaban pasando decidió dejar a la pequeña en manos de Florence Merian**, esta fue amiga de ambos bastante tiempo atrás y no fue sino en ese lugar en donde la vio después de tantos años; Venecia paría un buen lugar para que la niña creciera, lejos de los tiempos de los difíciles y del notorio caos en el mundo mágico. Bajo la luz de la luna lo único que Florence vio fue la silueta del joven mago haciéndose cada vez más tenue. Catherine fue el nombre de la hija de aquellos magos, siendo esta la única niña en casa, su vida fue como la de una persona más en el mundo; desde pequeña se dio a notar su gusto por la música siendo este motivo para que su "tía" Florence le llevara desde los tres años a la academia en donde los bellos sonidos se respiraban en el ambiente. Lo único de lo que la rubia tenía conocimiento en torno a su origen era la existencia de su padre el cual la visitaba frecuentemente. Parte de su niñez tuvo lugar en el sitio que le vio llegar al centro de Venecia pero fue hasta los cinco años que esto sucedió de esta manera ya que tras pasar el tiempo a decisión de Florence, Catherine fue a un internado en la ciudad de Marbella. La linda Marbella, la niña de ojos verdes no olvidará nunca ese día por ser la primer vez que salía de viaje e igualmente la primer vez que tuvo el permiso de acercarse al mar. La felicidad que derrochaban tanto sus ojos como sus labios era indescriptible, radiaba al atardecer de la costa siendo esta la última puesta de sol que viera de manera placentera en algún tiempo. Al día siguiente justo a la misma hora se encontraba confusa en un salón ocupado por niñas de su edad y mujeres que servían la merienda. - Mi nombre es Luisa Valencia**, ¿Como dices que es que te llamas?- Le dijo la niña de complexión delgada que se adentraba a su habitación.- La prefecta me ha dicho que serás mi nueva compañera de recamara… Sabes que hace unos meses que no tengo a nadie aquí, no sé porque, pero todas huyen, espero y no hagas tu lo mismo. – Mencionó en tanto rebotaba en la cama de junto. – Y tu nombre era… -Catherine – Citó con un tenue gemido. – Me llamo Catherine. - -Muy bien Catherine pues vamos a hacer compañeras el tiempo que nos toque serlo, Me caes bien- Expresó mientras extendía su mano a lo largo. – Y ahora vamos a la cama que mañana será un día feo. – Le indicó señalando con la mirada su recamara. -Vendrán pronto a dar revisión y no querrás que te vean despierta. Pasa buena noche. – Tras escuchar estas palabras Cath se metió en las sabanas cubriendo por completo su rostro y cerrando con fuerza sus ojos hasta quedar profundamente dormida. Así pasaron los años, día y noche tras los muros del internado, clase tras clase, nota tras nota, instrumento tras instrumento pero con la amistad de Luisa a un lado. Esperando con ansias el final de cada mes para salir y aguardar la visita de Florence y de Kriz. Estas salidas eran al mismo puerto que vio su llegada a Marbella. Al parecer de igual forma eran las visitas de los internados que se encontraban en la zona puesto que varios alumnos uniformados salían al mismo lugar en los días que ellas tomaban sus descansos. Luisa se había encargado de hacerle amistad a la rubia con varias chicas de otros internados así como con jóvenes que ella conocía. Después de varias visitas al puerto del sur de Marbella ya era de esperase que sólo anhelaran esas fechas para salir a conversar con Nathan** joven apenas tres años mayor que ellas, estos solían aguardar a los que les visitaban jugando por la orilla de la playa y en veces en el mismo lugar tocaban sus violines a la par. Con dieciocho años por cumplir Catherine tenía una vida plena y feliz en aquel lugar, estaba por llegar al tiempo que se le había sido destinado en ese sitio teniendo la esperanza de regresar a la Venecia que no olvidaba, pero a la par con la nostalgia de dejar a las amistades formadas, al bello puerto de Marbella y al chico que se había convertido en algo más que su amigo. Nathan ahora con la edad suficiente se había dejado de la escuela para dedicarse a lo que más le gustaba; la música, misma que les unió durante una larga jornada. Tras las visitas respectivas ambos vagaban por la orilla de la playa observando el caer de la noche erróneamente consientes de lo que se les deparaba juntos. Semanas antes de cumplir dicho plazo Catherine fue avisada de todo lo que conllevaba la magia y de su pronta estadía en el mundo mágico. Al principio lo comprendió como una mala broma puesto que eso iba en contra de todo lo que en ese lugar le habían enseñado rehusándose a abandonar el lugar sin tener la certeza de ir a Venecia. Pero la decisión no estaba en ella, así que después de concluir su estadía en Marbella su padre le esperaría para llevarla a Londres. El adiós no fue fácil, pero era necesario, más de diez años juntas se decían de manera sencilla aunque no lo fuese, Luisa regresaba a España con sus padres y de igual forma en planes tenía el seguir tocando, Marbella sólo había sido escenario de aquella amistad y le esperaría con entusiasmo para volver a vivir y tocar a las orillas de su playa. Florence y su padre le esperaban a distancia para marcharse, con lágrimas en los ojos Catherine partió de aquel lugar sin darle la despedida a Nathan, el miedo y la melancolía se lo impidieron. Quiso borrar todo aquello en su mente tratando de abrir una nueva página en su vida imaginando lo que haría al arribar a su nuevo hogar. Su llegada fue nocturna haciéndole esto imposible el percibir con claridad el lugar en el que se encontraba puesto que las farolas que se encontraban en aquel sito eran de un débil resplandor. Tiempo después se vieron ante un imponente castillo, a Catherine no le agradaba del todo pero no pudo expresar su inconformidad. Kriz llamó a la puerta y mientras esperaban este descargaba el equipaje. Un par de elfos domésticos atendieron el llamado, al parecer les esperaban ya que les hicieron pasar de inmediato al centro de la sala principal. -Te quedarás aquí bonita, irás a la academia y harás todo lo que platicamos en el camino. No puedes ir conmigo, al menos no por ahora, pero te aseguro que nada te faltará acá. – Le susurró Kriz al oído mientras se disponía a salir. – Te quiero. – Se escuchó antes del cerrar de la puerta. De nuevo la joven se encontraba en un lugar ajeno a ella y sin la menor idea de lo que pudiese encontrar ahí, uno de los elfos que los recibió le hizo una seña con los dedos dándole a entender que le siguiera. Ascendieron varios escalones hasta situarse en el sexto piso de la torre en donde se abrió paso para adentrarse en la que sería su recamara. Era amplia y con un enorme ventanal mismo que se apresuró a abrir para contemplar el oscuro firmamento. Tenía años que no sentía la sensación de libertad que en ese momento le recorría por todo el cuerpo; al ver que la joven estaba complacida el elfo sonrío tras finalizar de acomodar el equipaje. -Bienvenida al castillo de la familia Haughton. Estoy a sus órdenes- Seguido de mencionar esto un chasquido hizo que la criatura desapareciera. La joven con un pálido semblante se sentó sobre la esquina de su cama tratando de atar los cabos que estaban sueltos ya que en el viaje su padre evitó de todas las formas posibles el hablar de su madre, esta fue la actitud que le hizo desconfiar de su estadía en el mundo mágico haciendo que su mente se llenara de absurdas historias en torno a ella y de su propósito en aquel lugar. Un trozo de pergamino se posaba sobre la pequeña mesa del centro de la habitación; "Espero disfrutes de tu estadía en el castillo, te dejo los pergaminos correspondientes a tus clases en la academia, estas están por dar comienzo. Bienvenida. Recibe un cordial saludo" Aquella nota estaba sin firmar lo cual no le sorprendió, ¿Qué otra acción extraña podía esperar? Sin pensarlo se cambió de atuendo para meterse entre las sabanas de su recamara, cerró fuertemente los ojos tapó su rostro y después de unos minutos quedó profundamente dormida. ** Personajes no existentes en el foro Pertenencias: Objeto Magico Legendario: . Objetos Magicos: Varita Mágica: Clasificación: AA Puntos de poder: 20 puntos. Mascotas y Criaturas: -- Criaturas en la Reserva: -- Elfos: Valnie: Elfina, de tamaño más pequeño de lo habitual. De ojos oscuros y diminutos, posee una larga e inusual nariz ya que esta como sus orejas son de tamaños mayores. Licencias, Tasas, Registros: Licencia de Aparición: Licencia de Vuelo de Escoba: Registro de XXX: Otros Datos: Otros datos: Cronología de cargos: Premios y reconocimientos: Links de Interés Referentes al Personaje: Link a Bóveda Personal: Bóveda del personaje Bóveda de la familia Gryffindor Bóveda de la familia Haughton
  11. *corre en círculos mientras se proporciona un par de zapes* Moni, Near, Finn, hola! hola todo el mundo (?) no me habia una vuelta por acá, aunque ya habia visto el árbol *abrazo sofocador a Moni* *zape a near* y *aplastación a finn* Me deves rol Mattie eeeh! *corre en círculos y se va con Finn* hullamos a rolear compañero, nhá, solo que no se que poner, y al parecer ya son más de dos lineas. Saludos a toda la familia, los amoro
  12. Nick: Cath Dark • Fecha de Nacimiento: 18 de Julio de 1994 • Bando de preferencia: • Lugar en la familia: Hija de Mónica Malfoy Haughton • Mascotas y/o elfos. ---------- • ¿Esta será tu familia sanguínea o adoptiva? Sanguínea (hurra...!) • Link a la ficha de personaje (Si se tiene) -------- • Link a la bóveda personal (si se tiene) ------------ • Link a una imagen que te represente (Solo si se tiene) • Link a la imagen de tu habitación o en su defento, descripción del dicha estancia. • Piso/lugar en el que se quiere la habitación: Pues estará bien el que me quieran asignar n.n Saludos a todos ...!

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