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Bridget Wenlock

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Todo lo publicado por Bridget Wenlock

  1. La puerta se abrió más rápido de lo que esperaba y la recibió una mujer rubia que tenía buenos meses sin ver. A Bridget le pasó un escalofrío cuando le escuchó pronunciar su nombre. Era tan poco el contacto que tenía con otras personas en Londres que casi estaba costumbrada a ser solo una sombra sin nombre entre los de su bando. Parpadeó varias veces ante el efusivo abrazo que recibió. Bridget siempre había sido más demostrativa que el resto de los Black, pero aquél gesto la tomó por sorpresa y apenas tuvo tiempo de responder, rodeando con duda el cuerpo de la bruja. Se mantuvo en silencio unos segundos después de que se separaron, volviendo a parpadear varias veces. Entró en la habitación y cerró la puerta suavemente. Allí estaba todo muy calmo, pensó, era como si aquellas gruesas puertas de pino bloquearan el paso de toda magia oscura o energía negativa proveniente de los silenciosos pasillos del castillo. -El tiempo parece pasar más rápido de lo que me doy cuenta -murmuró, y luego sonrió lo más amplio que le permitió la timidez del momento. Sentía que tenía tanto tiempo sin hablar con alguien que no fuera su elfina que tenía la lengua semi atrofiada. Miró a su alrededor con curiosidad. Había una maleta en el suelo y los muros de la habitación estaban todavía desnudos, como carentes de vida. Las sábanas de la cama apenas revueltas, y el extraño animal que ya había visto en una ocasión descansaba sobre una de las limpias superficies de madera. ¿Sería que Gabrielle estaba mudándose nuevamente a la Black? ¿De qué se había perdido? -¿Recién moviste tus cosas? -preguntó, bajando el tono a medida que finalizaba la pregunta, sintiéndose entrometida. Sin embargo antes de que pudiera recibir una respuesta, la bruja acababa de lanzar un comentario que provocó que Bridget frunciera el ceño y volviera su vista de golpe hacia ella-. ¿Mi abuela? ¿Qué abuela? -inquirió, con cierta brusquedad. No había nada más que alterara los nervios de la pelirroja que los temas familiares cosanguíneos. Siempre que creía haber enterrado del todo su penosa historia biológica entre aquellos muros grises, le saltaban de sorpresa nuevos datos o personajes sobre su pasado. Escudriñó entre sus memorias mientras miraba fijamente a Gabrielle. La última vez que había conversado con ella le había mencionado también a su abuela, hasta ese momento, personaje ficticio que Bridget desconocía. Como después de aquél episodio la dichosa abuela nunca apareció, la Black había ignorado por completo el hecho de que tenía la posibilidad de seguir ascendiendo entre las curiosidades de su árbol genealógico. Aún recordaba que Orión le había sugerido mirar de allí en adelante y dejar a un lado sus misteriosas raíces. Y como llamada por sus pensamientos y las palabras de su interlocutora, la puerta de la habitación se abrió para dar paso a otra bruja, que se unió a ellas en silencio y con una soltura que espantó a Bridget. La pelirroja abrió los ojos como platos y retrocedió dos pasos para aumentar la distancia con la desconocida, que de alguna forma le provocaba cierta familiaridad. Ella se relacionaba seguido con todos sus compañeros de bando, pero desde su regreso no había podido estrechar lazos con nadie, de manera que podía reconocer ciertos rasgos de ellos cuando estaban sin máscaras o fuera de la Fortaleza Oscura, pero nunca podía relacionarlos con nombres ni muchos menos entablar una conversación con ellos. ¿Quizás la reconocía de allí? Claro, era Black, tenía que formar parte de las filas mortífagas. -¿Y tú eres...? -comenzó, animándose por fin a pronunciar palabra, después de un extenso silencio incómodo entre las tres. Para acalorar aún más el ambiente, la puerta de la habitación volvió a emitir sonido. Alguien llamaba desde el pasillo, otra vez. Bridget miró hacia allí con curiosidad, volviendo a retroceder un paso y temerosa de que otra figura de su pasado atravesara el umbral. Las sorpresas en la Black nunca faltaban, y pese a eso Bridget aún no estaba acostumbrada. Esperó casi inmóvil que alguna de las Black abriera la puerta, pues no se sentía en posición de hacerlo. @@Gabrielle Delacour @@Mahia Black @
  2. Acomodó un mechón de su cabello rojo detrás de su oreja, mientras caminaba por el último tramo del camino hacia la entrada del Castillo Black. Nunca había pasado periodos largos en aquél lugar, pero últimamente y con la ausencia permanente de sus padres y otros familiares con los que sentía cierto apego, sus visitas eran menos frecuentes. Sin embargo aquél día despertó con la sensación de que podría llevarse una grata sorpresa si corría esos oscuros y misteriosos pasillos nuevamente. Así que ahí estaba, usando un vestido floreado en tonos rosa pastel, aprovechando de los últimos días calurosos, con zapatillas a juego y una capa verde olivo sobre los hombros. Una vez en frente del portón no tuvo más que sacar su varita y dibujar sobre la vieja madera ciertos patrones conocidos que le abrirían paso a su hogar. El rechinar de las visagras pareció darle la bienvenida y sin perder tiempo se adentró en la oscuridad del rellano. -¿Familia? -llamó, elevando solo un poco la voz, como para no perturbar el silencio y al mismo tiempo llamar la atención de quien sea que esté dando vueltas por allí. Colgó del perchero su capa y encima el bolso pequeño que había tenido colgando al hombro, del mismo color que su capa. Mantuvo por unos segundos la varita en la mano, mientras se quedaba inmóvil y miraba con recelo para todos lados. No sabía entender si era el desuso de las cosas o los elfos holgazanes pero las capas de polvo parecían acumularse en ciertos rincones más de lo normal. Refunfuñó ante el pensamiento y negando con la cabeza se dispuso a subir por las escaleras, hacia el laberinto de pasillos donde estaban todas las habitaciones. A medida que ascendía, tomada del barandal, hizo un movimiento rápido para guardar su arma mágica en uno de los pliegues de la falda del vestido. Comenzó a tararear una melodía pegajosa y se preguntó si era oportuno hacer aparecer a Pipoca allí mismo para que pusiera algunas cosas en orden. Por fin llegó hasta uno de los pasillos principales de la primera planta, en donde una puerta acababa de cerrarse. Apresuró el paso hasta detectar de cual se trataba y con delicadeza apoyó la oreja derecha sobre la madera. Dentro oyó una voz femenina medianamente conocida. El Castillo Black no solía estar rebosante de vida con mucha frecuencia, de manera tener uno que otro encuentro en su interior era de lo más sorpresivo, pues tenías más recuerdos de sus solitarias tardes en medio de esas muros grises que en compañía. Hizo una mueca dudosa mientras se alejaba y luego tocó con el puño dos veces, sin mucha esperanza a decir verdad. Podía esperar unos minutos y luego simplemente seguiría su camino hacia su antigua habitación, donde todo parecía estar siempre en paz.
  3. Por fin había dejado de postergar su siguiente clase de conocimientos y se había anotado para tomar Pociones aquél caluroso mes. Sin embargo y como era propio de ella, se había quedado dormida justamente el día de inicio. Despertó exaltada con los golpecitos que le daba su elfina en uno de sus brazos desnudos que sobresalía de las sábanas. Su vaso de jugó de calabaza de siempre estaba sobre la mesa de noche, ya medio lleno de grumos por el tiempo que llevaba ahí, pero eso no evitó que se lo tomara de dos sorbos. Por fortuna para ella se había duchado la noche anterior, de manera que solo tuvo que tomar uno de sus vestidos floreados del closet que tenía en frente. Se calzó unas zapatillas de cuerina roja y tomando uno de sus grandes bolsos y la varita del peinador, salió a zancadas de su habitación, recordando aquella escena como una típica de todas las veces que debía enfrentarse con el deber. A medio camino de las escaleras recordó que esta no era una de las tradicionales clases en los apartados de la Universidad, así que refunfuñando regresó sobre sus pasos por el largo pasillo del segundo piso del Castillo Black. Bajo el umbral de la puerta de su habitación estaba Pipoca, apoyada sobre su baúl, como si hubiera estado esperando que su dueña se percatara del error. -Le he alistado varias mudas de ropa, ama -chilló la criatura, como orgullosa de su hazaña-. Y todo lo que pueda necesitar. -Gracias, Pipoca -soltó entre dientes la pelirroja, más por compromiso que por sentirlo. De un jalón levantó el pesado baúl y lo arrastró con torpeza por el camino hacia el portón. De la percha que estaba al ingreso tomó un abrigo del mismo color de sus zapatillas, el más parecido que había encontrado a la vestimenta muggle actual, y se lo puso. Guardó su varita en uno de los bolsillos interiores de la prenda, después de hacer un par de hechizos necesarios a su bolso y a su baúl y emprendió su salida hacia los amplios jardines, donde desapareció dejando un brisa de verano tras de ella. Apareció en medio del estacionamiento del Aeropuerto Heathrow de Londres, que había visitado una sola vez con su padre. La clase iba a darse nada más y nada menos que en otro continente, una distancia que la Black nunca había recorrido y que temía recorrer por sus propios medios. A regañadientes había tenido que hacerse cargo de aquella situación con varios días de anticipación, reservando un vuelo a Colombia que no solamente la privaría de su identidad como bruja, si no que la forzaría a permanecer por más de 10 horas junto a un montón de mugrientos muggles. Tomó aire y se acomodó el saco antes de caminar hacia las escaleras mecánicas, intentando aparentar que no escondía nada. Siguió todo el proceso respectivo hasta que por fin habían abordado el avión. Tenía en el bolso un libro de Pociones que había estado hojeando en pre embarque, y para continuar con su tarea en paz, realizó un hechizo aturdidor a los pasajeros que estaban en su fila, de manera que eran sólo un par de bultos inmóviles durante todo el vuelo. Repitió la misma travesía para el vuelo más corto hacia Leticia Amazonas, donde tendría que salir a pie en busca de la cabaña donde la esperaban, a ella y a sus compañeros de clase. Una vez en tierra, salió del aeropuerto con sus cosas y buscó un lugar apartado en medio de los arbustos más frondosos. Allí desapareció rumbo a la inmediaciones de la selva que más cerca podía estar de la cabaña destino. Tenía sobre los hombros el peso de las últimas horas sin dormir y no sentía del todo bien sus extremidades inferiores, a causa de la falta de movimiento. Ya en medio del laberinto de árboles y el sonido de la selva amazónica, inició su caminata, sacando su varita para mantenerse a la defensiva y mirando para todos lados para encontrar la señal de humo y algunas cosas que fueran a serle útiles. -Esto puede servir -se oyó decir más de una media docena de veces, en medio del monólogo que mantuvo las tres horas hasta llegar a la semi destruida pero acogedora cabaña, de la que además de un halo de humo salía un notorio olor al café caliente que los esperaba. En su bolsa de cuero de dragón había guardado cerezas, hojas de menta, semillas de ricino, un par de ramas y hojas que desconocía pero llamaron su atención y los huevos de doxy que encontró en un nido abandonado. Sobre el cuello tenía los cuerpos inertes de dos serpientes, a las que había atravesado con su navaja después de petrifircarlas. La sangre oscura había manchado la parte superior de su vestido, sus cabellos que eran casi del mismo color y parte de la piel blanquecina de su cuello. Aquello le hizo sentir como en los viejos tiempos. Por fin atravesó la puerta que la separaba del calor que generaban los allí presentes. Entró haciendo bastante ruido y después de incorporarse en uno de los sofás libres, dirigió una mirada traviesa a su profesora y al resto de sus compañeros. -Buenas tardes -dijo, estirando sus mejillas en una sonrisa que más parecía una mueca de desprecio. Sobre la mesa más grande vio algunas hierbas que probablemente había recolectado alguno de sus compañeros, así que después de tirar al suelo su baúl y el bolso que colgaba de su hombro entumecido, se adelantó hasta allí para dejar su parte y a los reptiles muertos. -Perfecto. ¿Qué sigue? -inquirió, dando dos pasos hacia atrás y esperando que alguien le indicara donde se servía su café (?. Tenía el rostro cubierto de sudor y el cabello rojo sostenido sobre la nuca en un moño despeinado y bastante húmedo. No estaba tolerando del todo bien las temperaturas de aquel lugar.
  4. Pipoca tropezó en la pata de la cama al entrar cargando con su bandeja del desayuno, y el sonido metálico despertó de golpe a la pelirroja, que mirando el reloj de pared de en frente se escandalizó por la hora, pues sabía que su compañera ya estaría esperándola. Se tragó sus tostadas en dos bocadas y de un tirón el jugo de calabaza, y corrió al cuarto de baño todavía con la boca llena y masticando con dificultad. En cuestión de minutos estaba ya lista, usando un vestido esmeralda para hacer juego con las decoraciones de la fiesta y una capa del mismo color con una especie de destellos dorados. Ridícula, pensó al mirarse al espejo y ver sus cabellos rojos todavía chorreando sobre sus hombros, pero sonrió picarona y salió después de tomar el bolso, en dirección a la academia. -Disculpa la demora -carraspeó, cuando estuvo en frente de la bruja con cara de pocos amigos. Tenía años sin verla, pero recordaba que no era alguien a quien la paciencia le resaltara como virtud-. Pero ya está todo listo -añadió en un tono más fuerte, para tranquilizarla, mientras hacía un movimiento con su varita y las enormes puertas de madera se habrían estrepitosamente, dejando ante sus ojos una escena de película antigua. Bridget se adelantó para ingresar, caminando por una gruesa alfombra roja con diseños dorados, que llegaba hasta el otro extremo del salón, dividiéndolo en dos verticalmente, y a la mitad extendiéndose otra para hacer lo mismo de forma horizontal. De esta manera estaban separadas 4 secciones por casas, en las que estaban puestas las mesas que Bridget había acomodado, con manteles en color beige y centros de mesas con los escudos de cada casa, solo para identificar, sin llamar mucho la atención. Delante de cada silla de metal estaba acomodada la cerámica para la comida que se iba a dar y unas elegantes copas de cristal para compartir hidromiel o cualquier otra bebida a gusto de los asistentes. En la pared izquierda la tarima y al fondo una mesa larga, también decorada con el mismo mantel beige pero destinada para las autoridades de Hogwarts y todos los profesores. Del techo colgaban unas grandes y extravagantes lámparas doradas de estilo barroco, bañando el lugar con una especie de luz artificial que intercambiaba entre tonos naranjas y rojizos a lapsos largos. Todas las paredes estaban decoradas con figuras psicodélicas en tonos verde esmeralda y dorado, los colores favoritos de la bruja, que a su criterio gustarían también a todos los asistentes, en una postura bastante arrogante. No habían más reglas separatistas, pues el objetivo de aquella fiesta era mas bien disfrutar de un encuentro entre toda la la élite de la comunidad mágica que había puesto los pies en la institución, los "Dragones de Salazar", aquellos miembros destacados de la sociedad que celebrarían juntos en esta destacada ocasión. -Si deseas puedes añadir o quitar cosas -dijo de pronto, girándose y mirando a su compañera a los ojos, con una sonrisa invariablemente solidaria. Mirando una vez más su obra de arte del día anterior aún no estaba del todo convencida si había creado un ambiente ameno. Mientras hablaba una cola de elfos domésticos uniformados ingreso para ponerse junto a cada mesa, listos para dar un servicio de primera.
  5. Holi, voy retrasada con los cambios en mi ficha y mi bóveda, así que ahora que tenía un ratito vengo corriendo a solicitar lo que corresponde xD Nombre de la Bóveda: Bóveda de Bridget Wenlock Link a la Bóveda Personal: http://www.harrylatino.org/topic/93099-boveda-de-bridget-wenlock/ Trámite a realizar: Cambio de Familia Registro: Yaxley 109997 - Yaxley Gracias <3
  6. Estaba viendo de casualidad mi ficha y me acabo de percatar que mi familia adoptiva no estaba actualizada como pensé :C Así que los cambios serían estos En familias: Black Yaxley Padres adoptivos: Orión Black & Gatiux Bóveda Familia Yaxley (todo manteniendo los colores y eso, solo hay que cambiar lo blanco (?)) Y si no es molestia, hay un punto blanco después de Boveda Familia Black que me ocasiona un tick nervioso (? Lo pueden borrar? xDDD Porfi<3 Solo eso creo, espero no haber pasado nada de largo para no martirizarme hasta el siguiente cambio e.e Gracias a quien se ocupe *-*
  7. Antes de que vuelva a quedarme sin nada que hacer por no venir a tiempo, aprovecho un trozo de mi tiempo para pasarme, que ya es demasiado tiempo que no piso la Universidad Mágica (? Me perdí este mes para hacer conocimiento nuevo y recién me di cuenta xDDD Pero bue, será este mes que viene (?) Nick: Bridget Wenlock ID: 122866 Conocimiento: Pociones Nivel de Magia: VII Link a la Bóveda: http://www.harrylatino.org/topic/93099-boveda-de-bridget-wenlock/ Link a la Ficha: http://www.harrylatino.org/topic/93075-ficha-de-bridget-wenlock/
  8. Una vez que se aseguró que Orión estaba lo suficientemente fuera de aquél helado cubículo, gateó un par de metros más para luego apoyarse sobre el muro, que más parecía un témpano de hielo. Escuchó el chirrido de la puerta de ingreso, la misma que ella había cruzado unos minutos antes. Unos pasos se acercaban hacia allí, mientras Bridget hacía todo lo posible por cubrir sus desnudas piernas con su abrigo verde, tiritando descontroladamente. La silueta de un hombre alto se paró frente a ella y al cuerpo de Orión, que todavía no despertaba. Denotando la tan característica ausencia de amabilidad de la mayoría de los mortífagos, el extraño la cuestionó por el estado de Orión y la causa del frío en el ambiente. Estiró el brazo izquierdo en dirección de la vieja puerta hacia los cuartos de servicio, que parecía forrarse de hielo con una rapidez apenas perceptible. Se puso en cuatro e implorando un esfuerzo más a su cuerpo, arañó la pared para ponerse de pie, tambaleándose. Todo seguía dando vueltas a su alrededor, y sintiendo que iba a venirse abajo en cualquier momento, tuvo que quedarse apoyada a la fría piedra. —Al igual que tú…—soltó con voz ronca, pero lo suficientemente audible como para que el mago la escuche—. Acabo de llegar. La ola de fría parecía incrementarse a medida que el reloj avanzaba, así que se vio obligada a alejarse un par de metros. Apuntó a la parte baja de su abrigo y haciendo una floritura con su varita, la gruesa tela se abrió en forma de vestido hasta cubrir sus pantorrillas por completo. Apuntó primero a una mano y haciendo un intercambio de su varita, luego la otra, haciendo aparecer un par de guantes de cuero, pues sentía los dedos agarrotados por el frío.
  9. La última vez que había pisado esos terrenos se había visto obligada a salir huyendo, presa del terror de no poder encontrar calma para conciliar el sueño el resto de las noches que se propuso pasar ahí, así que ahora, un tiempo después, se sentía ciertamente avergonzada de regresar. Sin embargo, aún no había cumplido con su cometido en ese trozo del mapamundi y todavía se sentía en deuda con Orión, por abrirle las puertas de su nuevo hogar. Así que allí estaba, recorriendo el pedregoso camino al Manor Yaxley. Allí fuera el sol estaba en lo alto, lanzando sus rayos sobre la blanquecina piel de Bridget, que descubierta en los hombres, llevaba un vestido floreado hasta las rodillas, en tonos rosados. En un brazo sostenía su varita, demostrando su desconfianza como emoción predominante en su interior; con el otro brazo llevaba arrastrando su baúl viejo, con la mayoría de sus pertenencias. Este ocasionaba un ruido molesto al chocar con las piedras, pero no le importaba. Su duda se tradujo en la forma en que detuvo sus pasos ante el ingreso de su pseudo hogar, pero después de fruncir los labios y cerrar los ojos por un segundo que pareció una eternidad, se abrió paso a zancadas empujando la puerta que rechinó a modo de protesta. Pero a Bridget no la recibió más que una brisa helada, como si alguien con inclinaciones muggles hubiera dejado el aire acondicionado al máximo. La piel se le puso de gallina, y mientras cerraba la puerta detrás de ella, no pudo evitar el impulso de cubrir los brazos con ambas manos, tirando al suelo su baúl, que al caer levantó una ligera capa de polvo. —¿Hola? —gritó con fuerza, y le sorprendió ver que su boca producía vapor. Estornudó, a causa del polvo o del cambio brusco de temperatura, era difícil definirlo. No obtuvo respuesta. Dio tres pasos temerosos hacia las escaleras, apuntando frente a ella con su varita. De pronto un golpe en seco hizo eco desde lo que parecía una habitación próxima, similar al de un saco de papas al caer en un camión de carga. Los ojos azules de Bridget se abrieron como platos y por un momento sintió el deseo de retroceder. Frunció el ceño y aguantando la respiración se aproximó hacia las puertas de madera que estaban ocultas detrás de la escalera que dirigía hacia el primer piso. El frío parecía incrementar a medida que avanzaba, de manera que se agachó en cuclillas y recogió su abrigo, que se había resbalado de su brazo. Con un movimiento rápido se lo puso, pero la sensación de invierno no pareció mejorar. Asomó la cabeza por una de las destruidas puertas que llevaba a los cuartos de servicio, y allí en el suelo, difícil de reconocer, estaba un bulto inerte. Achinó los ojos como forzando a su vista, mientras resbalaba por el perfil de la puerta hasta que sus rodillas chocaron con el helado suelo. Se sentía mareada y de pronto sintió que sus energías le eran arrebatadas. Dese esa perspectiva y a pesar de la poca iluminación se percató de que el bulto no era sino Orión, quien de seguro cayó minutos antes, cuando el sonido que de ahí provenía la sorprendió. —Orión —murmuró, como si su llamado podría despertarlo, y gateó hasta tomar uno de sus brazos. Tomó fuerza de no supo donde y jaló el cuerpo del mago hacia afuera, tropezando con sus pies y cayendo de espaldas. Se incorporó de nuevo, con un esfuerzo inhumano y con la habitación dando vueltas a su alrededor. Sostuvo su varita con fuerza para no perderla en el intento de jalar a Orión de nuevo y tomando una gran bocanada, volvió a mover un par de metros hacia el pasillo el cuerpo inconsciente de su padre adoptivo. ¿Por qué nadie más había acudido todavía?
  10. Un remolino de colores desapareció paulatinamente a su alrededor, dejando a la vista los nuevos terrenos del hogar de los Yaxley. Un simple par de coordenadas garabateadas en un pergamino la habían llevado hasta allí sin más explicación que la que se encontraba en peligro irremediable, como si no hubiera sido así desde que salió de Hogwarts. Sin embargo y a pesar de las dudas que tenía sobre los hombros, algo en su interior pareció susurrarle que debía obedecer la misiva inmediatamente, de manera que allí estaba, dispuesta a esperar cualquier cosa. Sus botas negras se hundieron en un descuidado césped y tuvo que levantar la falda de su vestido verde con ambas manos con temor a que la falda se llenara de barro. Frente a ella se elevaba una enorme construcción que asemejaba a un castillo, más conocido como un manor. Aquel paisaje no era raro en las calles de Ottery, pero Bridget tenía el ceño fruncido por el actual estado del lugar, incluso desde lejos podía sentir un rancio olor a humedad y solo de pensar en poner los pies adentro un nudo se le formaba en el estómago. Con una evidente cara de desagrado avanzó a lo que antaño había sido un elegante portón de ingreso. La madera crujió bajo sus pies cuando ascendió los pequeños y gastados escalones, como amenazando con irse abajo en cualquier momento. -Aquí vamos -murmuró entre dientes, como dándose ánimos para seguir avanzando entre aquellos abandonados muros de ladrillo descolorido. Un escalofrío le recorrió la espalda. A medida que iba avanzando podía oír voces al final de uno de los pasillos, de donde una tenue luz se dejaba ver. ¿A quiénes iba encontrar reunidos aquél día? Se esperaba de todo, pero una chispa de temor amenazaba con encenderse en su interior. Por fin llegó hasta lo que parecía haber sido la cocina en algún lejano punto en el pasado. Sentados alrededor de una vieja mesa de madera estaban Orión, Gatiux, Maida, Kya y... Una bruja y un mago que desconocía por completo. Se limitó a dirigir una mirada educada a todos y a carraspear una especie de saludo, para luego sentarse al borde de una de las sillas, temiendo quedar postrada en el suelo de un segundo a otro. Un crujido se hizo oír después de su último movimiento y después de esperar por la llegada de otros, Gatiux inició un discurso que la pelirroja no se esperaba. Lo único que le quedó claro fue que todos corrían peligro por algo que Orión había hecho en el pasado, y después de la aclaración de este último, que debían pasar la noche en aquél horroroso y hediondo lugar. Bridget no había quitado la cara de asco ni por un segundo, y no pudo sino quedar en una especie de shock conmocionado cuando a su alrededor iniciaron las reacciones negativas. Independiente del tono de voz que se usara para reclamar o de la intensidad de los comentarios hirientes en contra del mago responsable de aquél peligro inminente, era obvio que no había nada que pudieran hacer. -¿Entonces con quién voy? -soltó de pronto elevando la voz por encima de las del resto, haciendo notoria su preocupación por su propio bienestar y nada más. Se irguió sobre su asiento y paseó una mirada curiosa sobre los presentes.
  11. Holiwish xD Vengo con todo el dolor de mi alma a darme baja de la familia u.u Porque soy muy mala persona y desde que entre no he hecho absolutamente nada por ustedes y casi casi hago un rol T.T Ahora mismo no ando muy activa en el foro, así que nada, prefiero quedarme solamente con mi familia sanguinea y recontruir mi historia :/ Sin embargo han sido todos muy buena onda tanto off como on rol, así que les agradezco el poco tiempo que pude compartir con ustedes como familia ♥ Creo que eso es todo :/ No me gustan las despedidas u.u *desaparezco*
  12. No le sorprendió oír sobre la ausencia de Lyra, ciertamente la bruja era conocida por su constante movimiento y sus numerosas actividades. Bridget había rondado en varias ocasiones por los negocios del Callejón Diagon, pero ninguno de los nombres que mencionó Maida saltó a su memoria, seguramente no llamaron su atención lo suficiente para arrastrarla a su interior. Un mal recuerdo en aquellos parajes le vino a la memoria y provocaron un molesto cosquilleo en su interior. Se rodeó el cuerpo con ambos brazos, mientras daba un par de pasos más alrededor del rellano. -Entonces tendré que verla para otra ocasión - murmuró, desviando su mira hacia las escaleras que llevaban al piso superior, conteniendo su curiosidad-. Excelente, llévame donde gustes, pareces una muchacha de buenos gustos -añadió después de una breve pausa, haciendo referencia a su invitación para pasear por el Castillo. Se hizo a un lado y extendió su brazo derecho, incitando a la bruja que se adelantara, para guiarla. La última oración se quedó un par de segundos en forma de eco dentro de su cabeza. No hacía mucho desde su regreso a Londres, y en el momento en que decidió regresar no dudo de hacia donde dirigir sus pasos. Todas sus pertenencias se encontraban ahora en el Castillo Black, como había sido antes, y pensar en la idea de pasar sus noche en otras sábanas, dentro de otras 4 paredes le resultaba ciertamente incómodo. -Tal vez, si me convence -siseó, haciendo un movimiento de cabeza hacia el resto del Castillo que esperaba a por ellas-. ¿Tú vives aquí? -preguntó, frunciendo el ceño levemente. @
  13. Bridget todavía se sentía desorientada, mientras Orión hablaba se incorporó y sacó de su bolso un pequeño cuaderno con hojas amarillentas, también extrajo su pluma del mismo color que sus cabellos, como si hubiera sido arrancada de un elegante Fénix. Anotó rápidamente "Runas" en la parte superior de una hoja en blanco, para después añadir un par de cosas que había logrado rescatar de lo que decía Dave y añadía Orión. Este último volvió a insistir en la posible existencia de un método de interpretación global, Bridget se remordió los labios y permaneció en silencio mientras esperaba una respuesta de su profesor. Junto a ellos la clase de Historia de la Magia ya estaba dando inicio, Bridget miró de reojo a la pareja de magos, intentando controlar el torbellino de dudas que estaba formándose en su cabeza. Orión mostró interés sobre el origen histórico de las Runas y la Black aprovechó de anotar toda la respuesta de Ishaya, el profesor de Historia. Aquello la confundió aún más sobre el verdadero uso que se les daba a las Runas Antiguas pero se limitó a tomar nota, moviendo la mano rápidamente mientras su pluma rasgaba el pergamino. - Entonces las Runas que datan de hace 2000 años atrás más que una guía en ese entonces son decisiones y experiencias plasmadas -repitió en voz alta su conclusión, tenía y el ceño fruncido y empezó a mordisquear el dorso de su pluma distraídamente-. ¿Existen Runas que todavía no han podido ser interpretadas? -preguntó al azar, a sabiendas que existía más posibilidades de recibir una negativa a su pregunta-. He entendido que hay diversos dialectos rúnicos provenientes de esa época y que su interpretación es variada dependiendo la situación. Me gustaría saber como se pone en práctica y que cantidad de símbolos es necesario memorizar. Dejó que sus palabras quedaran en el aire, sintiendo que hacían más preguntas de lo planeado. Se sonrió de lado, consciente de la evidente curiosidad que demostraban ambos Black.
  14. El día que Bridget decidió tomar la clase de Runas Antiguas, fue más por curiosidad que por necesidad laboral. Ciertamente era un área en el que la bruja deseaba profundizar, pero no sabía más que lo básico sobre Runas, que se trataba de figuras con diseños anticuados que podían interpretarse de distinta forma dependiendo de la situación. Así que no pudo hacer más que sorprenderse y dejar la boca entreabierta de manera inconsciente cuando escuchó a Orión mencionar su nombre y decir, que tanto él como ella ya tenían una buena base de conocimiento sobre el tema. -Yo no... -dijo, tan bajo que el sonido de sus palabras quedó escondido tras la explicación de Dave, que comenzó a dibujar con su varita sobre el césped. Rendida, la Black se acomodó junto a Orión, sentándose de lado y cubriendo sus piernas con la falda de su vestido floreado. Escuchó con atención a lo que parecía ser la primera lección de la clase. Entendía que para poder hacer una buena interpretación de las Runas tenía que enterrar casi completamente su sentido lógico, y enfocarse sólo en el intuitivo. Aunque claro, tenía que usar un poco de lógica para deducir una especie de hipótesis. Frunció el ceño, sintiendo como un revuelto de ideas y conclusiones se enredaban en su mente. Dave se sentó en medio de Orión y ella y propuso un ejercicio, para luego recostarse en el césped como en un día de ocio. Algo incómoda, Bridget lo imitó y dirigió su mirada al cielo. Estaba intentando interpretar algo por su cuenta cuando Orión soltó un discurso sobre las jerarquías y las divisiones políticas. Intentó contenerse, pero al final tuvo que lanzar una carcajada, cubriéndose el rostro inmediatamente para recuperar su concentración. -Yo veo un gato saltando, o algo parecido-comenzó, aunque no estaba segura si la estaban escuchando-. De acuerdo a unos viejos escritos los gatos simbolizan a la mujer en un aspecto sensual e instintivo. Antes de que pudiera recibir una respuesta, Orión ya estaba hablando otra vez. Parecía apasionado con el tema, o más bien ansioso por demostrar su punto de vista. Bridget lo miró fijamente mientras concluía su explicación. No recordaba haber leído absolutamente nada sobre política y Runas Antiguas en una misma página, ni siquiera en escritos sobre el inicio de la historia, la sola idea se le hacía ridícula. Tal vez Dave tenía algún conocimiento sobre aquello en específico y pronto lanzaría un comentario al respecto. -Orión tiene razón, existen tantas interpretaciones como personas en el mundo -inició, recordando que su tío la había puesto en una posición de la que hasta ella se desmerecía, sin embargo quería hacer un intento-. Tiene que existir un método por el cual todos puedan llegar a una misma respuesta sobre un tema en específico, o al menos conclusiones muy parecidas. Si no fuera así, la interpretación de runas sería poco confiable y hace mucho tiempo que se hubiera abandonado.
  15. Bridget aguardó tan solo unos minutos hasta que por fin la puerta se abrió haciendo bastante ruido. Una bruja de cabellos castaños asomó la cabeza y sonriente la llamó por su nombre, o al menos intentó, porque lo pronunció mal. Posterior al error del que ni siquiera se percató, se presentó como Maida, su hermana. La pelirroja se mantuvo en silencio con los labios fruncidos, y después de unos eternos segundos en los que sólo analizó los rasgos físicos de la chica, habló. -Brrridget -gruñó, haciendo énfasis en la R para dejar en claro la pronunciación-. Es un gusto, hermana -añadió, extendiendo una blanquecina mano hacia la bruja, sonriendo con cierta frialdad. Después pasó al acogedor recibidor, muy diferente del que estaba acostumbrada a rondar en la Black. Miró el estilo de los muros con recelo, aquél podía ser su nuevo hogar si así lo deseaba, pero su fuerte resistencia al cambio le hacía resaltar a sus ojos todos los aspectos negativos. Sacudió ligeramente la cabeza y se giró hacia Maida, que continuaba hablando amistosa. -Yo suelo hacer lo mismo -comentó vagamente, iniciando una pequeña caminata para seguir observando aquél nuevo entorno. Su largo y delgado dedo índice se paseaba por la superficie de los anticuados adornos. Una delgada capa de polvo quedó impresa en la yema de su dedo y se la quitó distraídamente sobre el vestido-. ¿Lyra no está en el Castillo? Pensé que podía ser una buena ocasión para recibir una guía completa del Castillo, ya veo que me equivoqué... -continuó, y luego fijó sus ojos azules en Maida-. A menos que tú puedas llevarme a dar una vuelta por los alrededores -dijo, dejando la propuesta en el aire. Volvió a sonreír a la chica, pero esta vez con más calidez en su gesto. @
  16. Sus pasos hicieron eco en el empedrado de ingreso al Castillo Ivashkov. La razón por la que había vuelto a Londres era porque en gran parte porque allí tendría una nueva familia, una madre adoptiva que la había acogido sin reparos y a quien debía ir a conocer. Sin embargo la primera vez que pasó por el Castillo sólo fue recibida por Leah, quien no tenía idea de su visita y después de una breve charla se halló tan solitaria como en el Castillo Black, de manera que retrocedió en sus pasos y dejó pasar el tiempo necesario para volver otra vez. Y allí estaba otra vez, enfundada en una capa gruesa de color carmesí, como a juego con sus cabellos rojos, ahora recogidos en un moño alto. Sus ojos azules clavados en el enorme portón que se acercaba a cada paso que daba. Tenía el ceño fruncido y un humor de pocos amigos, pero esta vez no se iba a echar atrás hasta encontrar a su madre. Levantó el puño y llamó a la puerta, esperando ser recibida por un elfo doméstico o algo parecido, como si de una extraña se tratara. Esperó a ser atendida mientras una brisa helada golpeaba su rostro.
  17. Había pasado más de un mes desde que se había inmiscuido en alguna actividad relacionada con la Universidad Mágica, y el recuerdo de la última clase no era nada bueno. Una lechuza gris se encargó de entregar en sus manos la carta de su nuevo profesor de Runas Antiguas, notificando la hora en la que debía presentarse en uno de los jardines del establecimiento educativo. -Sólo esperemos que no sea otro fraude -masculló la pelirroja, tirando con violencia el pergamino sobre la cama. La temperatura afuera había mejorado notablemente con los días, a medida que el invierno se despedía, de manera que la Black se sintió en la libertad de usar uno de sus vestidos floreados, en tonos beige y palo de rosa. Su cabello rojo a la altura de sus hombros caía en ondas desordenadas. Comprobando su reflejo una ultima vez, salió de su habitación hacia los jardines solitarios de la Black, para un vez allí, desaparecer con rumbo a su clase. Sus zapatillas verdes se hundieron entre la hierba y mientras recuperaba el equilibrio, comprobó que su varita estaba en uno de los pliegues de su vestido, semi escondida. Con sus brazos se envolvió en la capa verde olivo que colgaba de sus hombros, dirigiendo sus pasos hacia el par de siluetas que estaban en el centro del jardín. Supuso que se trataba de su profesor y con el que compartirían clase, irónicamente de Historia de la Magia. -Buenos días -saludó, elevando la voz y situándose frente a ellos. En cuanto llegaron sus compañeros, uno de los profesores inició el discurso de presentación, una vez más se encontró en medio de extraños, a excepción de Orión. Aunque no podía negar que la bruja tenía rasgos que despertaban uno que otro recuerdos de antaño. Bridget frunció los labios con impaciencia y sus ojos azules parecieron centellar. Estaban rodeados de enormes estatuas que en su mayoría desconocía y no podía entender como podría aprender algo sobre Runas en aquél lugar. No era de muchas palabras, de manera que se retorció las manos sobre el regazo y esperó en silencio a que alguien que no fuera ella emitiera un sonido. Miró de reojo a Orión y luego volvió a mirar a sus profesores, intentando disimular su impaciencia con una sonrisa torcida.
  18. Bridget tragó demasiado rápido su último bocado al oír a Gabrielle en respuesta a lo que acababa de explicarle sobre Evarela. -Oh, disculpa, me expresé mal -se apresuró a decir, aclarándose la garganta-. Me refería a que la conocí en ese entonces, pero no fue allí. Orión hizo todos los preparativos para mi regreso al Castillo Una vez hecha la aclaración, la escuchó atentamente mientras observaba sus movimientos con gran detenimiento y trataba de deducir algunos rasgos de su personalidad. Por su agilidad se percibía cierta pasión a la libertad y sus expresiones y tonos de voz le demostraban un carácter predominante, tan típico en los Black. Bridget había conocido en el pasado a muchos magos y brujas que escondían malicia detrás de una inocente sonrisa, aquella bruja que tenía en frente no parecía ser de ese tipo, había algo en sus aires que le dio la impresión a la pelirroja de que si tuviera malas intenciones no perdería ni un segundo para demostrarlo. Al oír el nombre de su abuela no pudo evitar una expresión de sorpresa. Le alegraba saber que podría conocer más a fondo a su ascendencia, pero al mismo tiempo un sentimiento de miedo abrasaba su interior. Evitó a toda costa que su rostro reflejara esa incongruencia y se mantuvo en silencio escuchando a Gabrielle. Desvió su mirada cuando la bruja terminó de hablar y se distrajo unos segundos mientras acomodaba su plato y sus cubiertos sobre el mesón. -A veces ya no sé cuando sorprenderme, de esta familia se puede esperar de todo. Creo que lo que me sorprende es que estés de vuelta -dijo, mientras volvía a mirarla con una sonrisa. A lo lejos se oyó el golpe que hacía la enorme puerta de ingreso al cerrar, el eco en el solitario pasillo. Un especie de escalofrío recorrió a Bridget por la espalda, provocando que se estremeciera. La pelirroja frunció el ceño y desvió su mirada hacia el umbral de entrada a la cocina, por donde ahora se aproximaba la cabeza gris de Pipoca. La criatura entró temblando y tropezando con sus pies en cuanto Bridget posó su mirada en ella, y solo hizo un movimiento de cabeza hacia uno de los salones principales, como si hubiera perdido el habla. Sus enormes ojos parecían decirlo todo y nada al mismo tiempo. -Discúlpame, Gabrielle, voy a ver qué sucede -dijo distraídamente, dirigiendo una última mirada a su tía antes de ir en la dirección que su elfina acababa de indicarle. Sus pasos apenas se oían entre los muros del estrecho pasillo. Por fin alcanzó las puertas que escondían una silueta masculina, y entró sin pensar, acompañada de una molesta y dolorosa sensación de ansiedad en su interior. Encontró al mago de espaldas, mascullando algo despectivo a un par de elfos que lo miraban serviciales. Lo reconocería a más de 100 Km a la redonda, había una especie de lazo que unía a la pelirroja con ese hombre. Un torbellino de recuerdos inundó su cabeza. -Liam -pronunció, como disfrutando el sonido de cada letra-. Bienvenido al Castillo Black. ¿Qué te trajo a mi hogar? -concluyó, con una sonrisa en los labios y la mirada expectante al segundo siguiente en el que el mago voltearía hacia ella. @@Liam Black
  19. Holii, yo sé que todavía tengo ni chancecito de inscribirme así que veo rápido todo para que me tomen en cuenta... Dejó todo abajo y quedo atenta a ver si me incluyen y al inicio de clases.. Gracias Anne! Nick: Bridget Wenlock ID: 93075 Conocimiento: Runas Antiguas Nivel Mágico: VI Link a la ficha: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=93075 Link a la bóveda: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=93099
  20. Su mirada estaba posada sobre su plato nuevamente, mientras movía agilmente el tenedor para tomar otro trozo de su casi almuerzo. Escuchó atentamente a la bruja mientras masticaba lentamente. A su memoria vino el recuerdo de una cena en el gran comedor Black que se realizó muy próxima a su llegada al castillo, cuando apenas conocía a su madre y al resto de los integrantes de la familia. Guardaba atados a esos recuerdos buenos y placenteros sentimientos, era una de las pocas veces en que se había sentido parte. -¿Tal vez una cena? -tanteó, relamiéndose los labios y mirando al vacío, atrapada por el pasado-. Quizás somos más noctámbulos -añadió, y sonrió volviendo a mirar a la bruja-, aunque quizás debamos incluir un platillo especial -añadió, refiriéndose a los miembros de la familia que ocupaban su tiempo en actividad más sanguinarias por las noches. Su tenedor pico el penúltimo bocado de la tortilla y Bridget no pudo evitar levantar las cejas ante el comentario de Gabrielle sobre su hermano. Orión se había portado muy bien con ella desde su regreso y había quizás estrechado los lazos con la pelirroja más de lo que ella hubiera podido imaginar. Aquella bruja le transmitía el mismo aire de paz y confianza que el Black, no eran parecidos físicamente pero podía relacionarlos por su actitud. ¿Estaría equivocada? Sin embargo el último comentario la regresó a la conversación con su tío días antes, era la misma frase dicha de otra manera. Extrañamente esta vez los Black estaban interesados en reforzar las relaciones familiares más allá del sólo hecho de compartir sangre, a diferencia de antes. -Gracias -se apresuró a responder, sin elevar mucho la voz para poder esconder su sorpresa, el atisbo de una sonrisa volvió aparecer en sus labios-. No sé mucho de mi madre, la conocí por mis últimos dos años en la academia, compartimos muy poco. Creo que tengo hermanos, pero tampoco los conozco, creí que ustedes podrían ayudarme con eso.
  21. Tomó su plato con ambas manos y apoyo el cuerpo en el mesón que unos metros más allá estaba ocupando Gabrielle con su conejo. Ambos estaban merendando, la bruja una taza humeante de chocolate caliente y la criatura un plato de vegetales crudos. La pelirroja escucho atentamente lo que le respondió la Black y asintió como para ponerse de acuerdo. -Nunca he sido muy romántica, pero es una buena idea -dijo después de tragar, sonriendo maliciosamente. Luego volvió a dirigir su mirada al plato y cortando otro trozo de sus tortillas se llevó un buen bocado a la boca, saboreando con gusto. No le sorprendió que le preguntara por sus padres, pues era la segunda vez que estaba en el Castillo Black por un período largo de tiempo, y los integrantes de la familia con los que había compartido la primera vez no estaban más, así que dentro de esos muros de piedra era una desconocida. -Evarela -carraspeó, después de tragar a duras penas-. Quiero decir, Evarela es mi madre -repitió, elevando un poco más el tono de voz que antes. El hecho de que también era hija de Martín era algo que todavía prefería mantener en secreto-. Tú... ¿Eres hermana de Orión verdad?
  22. La conversación de los Black había tomado fácilmente otro rumbo, uno en el que la pelirroja se había perdido por completo. Agradeció estar próxima a la puerta, y mientras parecía darse lugar una aclarada discusión, se precipitó a salir al pasillo de hurtadillas. Ya afuera dio una gran bocanada de aire, como si hubiera estado conteniendo la respiración. En su mano derecha todavía tenía el vaso con jugo de calabaza especial que le había dado Pipoca. Le dio un último sorbo y se giró nuevamente hacia la cocina, para toparse de frente con la elfina, que la miraba con curiosidad. -¿Voy a dejarle su desayuno en la mesa o se lo llevo a la habitación, ama? -soltó la criatura, algo temerosa. -Déjalo ahí, voy a cambiarme y regreso -respondió la Black, intentando esconder su tono de duda. Se apresuró a regresar a su habitación y una vez allí se dio una ducha rápida, que mas bien parecía un chapuzon bajo el chorro de agua tibia. Escogió unos pantalones de cuero negro y una blusa de seda roja que caía sobre sus caderas. Se peinó el cabello con rapidez mientras contemplaba su rostro sobre el espejo y se dejaba espolvorear la piel con su utensilios de belleza. Bridget desconocía casi en su totalidad a los miembros de la familia Black, al punto que ya no se sentía honrada por llevar el apellido. Casi una hora atrás se había sentido totalmente fuera de lugar, desconociendo a su vez los lazos de sangre que unían a aquellos magos y brujas, incluyendola a ella. Suspiró al tiempo que cortaba la línea de sus pensamientos y dirigió sus pasos una vez más hacia la cocina, como dándose una segunda oportunidad. Bridget entró en la cocina y su mirada se clavó en el plato de tortillas de espinaca que reposaba sobre el mesón de mármol, de acercó con paso tranquilo y reparó en que todavía estaban ahí algunos miembros de la Black, cada uno en lo suyo. Orión acababa de pasar por el pasillo dirigiéndose al piso superior y la bruja de nombre Gabrielle jugaba con un extraño animal que asemejaba a un conejo alado. -La reunión no duró tanto -comentó Bridget a la bruja, sin percatarse si la oía o no-. Deberíamos organizar algo grande, una de esas cenas elegantes que se festejaban en fechas especiales -añadió, antes de ponerse un bocado de sus tortillas a la boca. @@Gabrielle Delacour
  23. Pipoca trotaba detrás de Bridget apenas haciendo sonido. En cuanto vio que la pelirroja se había sentado se apresuró a dar un par de chasquidos y le alcanzó un vaso con jugo de calabaza, burbujeante como siempre. Bridget le dio un sorbo lentamente, mientras pasaba su vista por cada una de las mujeres en frente suyo. Reconoció a una de ellas del escándalo de la otra noche, que se dio lugar después de su conversación con Orión. -Buenos días -dijo, mientras sentía como el calor inundaba sus mejillas. Se avergonzó de cierta forma al ver que había bajado demasiado desarreglada. Metió la mano en el bolsillo y apuntando con la punta de su varita hacia sus enredados mechones rojos, pronunció un par de palabras entre dientes y sus cabellos se soltaron uno a uno sobre sus hombros, dándole un aspecto más natural y decente. Se aclaró la garganta cuando Kya comentó que los elfos no demorarían en llegar. Tomó otro sorbo de su jugo mientras observaba como uno y otro vaso se les servían a las brujas. Bridget se limitó a mirar a la brujas que pronunciaban una que otra palabra, sin saber qué decir. Presionó los labios impaciente y jugueteo con la cuchara de su vaso, moviendo el espeso líquido en círculos. -¿Cuando organizamos una fiesta? Nunca he visto tantos Blacks a la vez en el Castillo desde mi llegada.
  24. Sus ojos se abrieron de golpe y se encontró entre la comodidad de su cama de doseles en la Black. Pipoca había asomado la cabeza por la puerta y estaba mirándola pacientemente a que reaccionara y le dirigiera la palabra. La pelirroja se incorporó lentamente sobre las bultosas almohadas de pluma y bostezo ampliamente. -Buenos días, Pipoca -murmuró, a la vez que miraba a ambos lados de su cama, a los pequeños cajones de noche con la superficie vacía-. ¿Y mi desayuno? La elfina se apresuró a entrar en la habitación con un correteo torpe y se paró junto a la cama con los brazos atrás, mirando el suelo. -Su familia se ha reunido en la cocina para el desayuno y he pensado que le gustaría pasar un tiempo con ellos, si no está de acuerdo puedo traerle su bandeja en este mismo instante. Bridget frunció el ceño y se quedó un par de segundos mirando al vacío muro frente a ella. Suspiró al fin y se bajó de la cama con cuidado, buscando con los pies sus pantuflas de peluche, que parecían ladrar y rasguñar debajo de su cama. -Iré, gracias por la idea -dijo mientras atrapaba una de sus zapatillas y luchaba por ponérselas en sus blanquecinos pies. Se colocó una larga bata negra y cubriendo bien su traje de dormir se dispuso a salir al pasillo. Llegó a la cocina en cuestión de segundos y observó que efectivamente se habían reunido ahí algunas integrantes de la familia. Entró sin hacer ruido y tomó asiento en una de las sillas de madera que crujió bajo su peso.
  25. Bridget Wenlock Servicios Administrativos del Wizengamot Empleada El sol ya empezaba a descender para el atardecer, y aunque había amenazado con nevar todo el día, las nubes empezaban a dispersarse, como resignadas. Eso sin embargo no elevaba la temperatura ni un ápice, pues Bridget continuaba viendo el hilillo de vapor que producía su respiración al chocar con el helado frío que la rodeaba. El trabajo que le quedaba era mínimo, y aunque disminuyera la velocidad a la que caminara, era evidente que terminaría justo antes de que anochezca. Y así divagando con sus pensamientos sobre cosas vanales, llegó a su siguiente destino: el Castillo Triviani. Le tranquilizó volver a ver una arquitectura del tipo italiano, hecho enteramente de roca y figuras de animales enormes y ostentosas. Allí era más extraño ver estructuras lisas o humildes haciendas que un hogar como el que tenía en frente, demasiado grande para habitar a todos sus integrantes, pues parecía que la situación económica en Ottery iba tan bien que sus ocupantes no podían evitar demostrarlo. Extrajo uno de los últimos pergaminos violetas y con la varita hizo que este volara sobre el estanque que daba la bienvenida a la propiedad, hasta la inmensa puerta de ingreso tallada en madera. Hecho aquello continuó con la caminata hacia la siguiente mansión. http://i.imgur.com/T7XD75E.png

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