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Thomas E. Gryffindor

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Todo lo publicado por Thomas E. Gryffindor

  1. Parecía ser que Amara estaba bastante satisfecha con la nueva tarea cumplida que el joven había llevado a cabo en medio del salón donde estaban ubicados; tanto así que Elros logró percatarse de reojo (a través de la visión que le entregaba el espejo) de una pequeña sonrisa que su mentora trató de disimular llevándose la mano hacia el rostro con tal de que su aprendiz conservara la calma y la concentración. -¿Tráquea?- susurró casi a modo de pregunta para sí mismo, tratando de recordar aquella clase de Primeros Auxilios donde repasó una pincelada de Anatomía básica humana con el docente que estaba a cargo años atrás. -Su explicación... arcana, es muy certera. Tiene bastante de lógica que se pueda alterar la composición de las células de las cuerdas vocales... me había imaginado que algo así tendría que ser para hacer un poco más ameno el procedimiento, pues... si hubiera tenido que "imitar" las diferentes voces de las personas, creo... que no hubiera sido sencillo- comentó el Gryffindor mientras miraba con atención aquella servilleta donde estaba dibujado todo lo que Amara le transmitió; observando con cautela dicha sección donde tendría que enfocarse para que el grosor y el largo fueran las variables a modificar en pleno proceso. Con suma determinación, el animago se encaminó hasta el umbral de salida de aquella habitación con el propósito de abrir la puerta y dejar que el viento peinara sus cabellos y acariciara su mejillas; y, posterior a eso, cerró los ojos para reunir gran parte de su energía. El objetivo eran sus cuerdas vocales, y así lo fue; debido a que éstas comenzaron a mutar volviéndose más delgadas y largas (lo que hizo que Elros inconscientemente se llevase ambas manos hasta su cuello por un leve carraspeo que se gatilló en su garganta). Una vez finalizado el proceso y sin querer darse la media vuelta hacia Amara ni tampoco abrir sus orbes; comenzó a entonar una "nana" (canción de cuna) que Annick le cantaba cuando era tan sólo un bebé. Su voz ahora era idéntica a la de su madre, lo que le estremeció cada poro de su piel sin poder evitar emocionarse al oírse cantar con ese timbre que tanto amor y anhelo le provocaban. Fue así que al culminar, Elros volvió a su figura original y cambió su vestuario al atuendo azabache que traía puesto desde un comienzo con ayuda de su varita; cerró la puerta y se dio la media vuelta para quedar frente a la arcana. -Muchas gracias, maestra Majlis. De verdad ha sido un honor estar bajo sus enseñanzas. Esto... esto que acabo de vivir... más que una tarea de la habilidad... ha sido un reencuentro conmigo mismo- expresó sonriendo el muchacho, pues verdaderamente era su corazón el que le estaba hablando a mujer, en absoluta sinceridad.
  2. -¿En el resto del cuerpo?- exclamó el Gryffindor tan pronto como aquellas palabras brotaron de los labios de la arcana; percatándose de que no solamente seguía vistiendo sus ropajes, sino que también su musculosa figura seguía siendo la misma, y en especial aquella abultada parte característica de los hombres entre sus piernas. -Tiene toda la razón, Amara. Creo que la imagen de mi mamá se centró mucho en su rostro... y claro está, porque un hijo no se dedica a mirar a su madre con tanto lujo de detalle sobre su cuerpo... pero hay cosas que puedo mejorar sin lugar a dudas- añadió sonriendo con emoción, debido a que le gustaba mucho que lo corrigieran para poder perfeccionarse aún más; sobretodo si la ayuda venía de una mentora con tanta experiencia y sabiduría. -Muy bien... dejaremos la voz para el siguiente paso... Entonces... veamos- susurró la última palabra justo antes de cerrar sus ojos. Sin esperar mucho, Elros puso su consciencia en dirección a pulir la figura de Annick: sus pechos empezaron a crecer, el vello varonil de su cuerpo desapareció, sus curvas se medio marcaron a nivel de la cintura, la pelvis se ensanchó y sacó a relucir unas delicadas nalgas sensuales, y sus genitales se modificaron (lo que provocó que se sonrojara al sentir que ya no estaba junto a su compañero de aventuras y noches de pasión). También recordó el lunar con forma de media luna que su madre tenía en el lado izquierdo del cuello; aquella marca provenía del linaje de la su abuela Lyla y, por lo que le habían contando, era heredado de generación en generación (él mismo también lo poseía, sólo tuvo que hacerlo un poco más prominente para que quedara idéntico). Finalmente hizo uso de su conocimiento de Transformaciones; por lo que desenvainó su varita y apuntó a sus ropas con un dejo de sutileza, haciendo que éstas cambiaran a un vestido de una única pieza color tierra que su madre usaba a diario en la mansión familiar, no era ni tan elegante ni tan casual. Sus deportivas pasaron a ser zapatos con medio tacón, y un lazo amarillo floreció como un botón de rosa desde el cinturón de cuero que antes afirmaba su pantalón. Al abrir los ojos frente al espejo quedó mucho más impresionado que en la primera oportunidad; era como si su alma se hubiese traspasado al cuerpo de su madre y ahora podía manipularlo a su voluntad. Fue así que, sin controlarlo, una lágrima se dibujó en su mejilla derecha casi de forma instantánea mientras se volteaba para mirar a Amara; amaba tanto y extrañaba con ilusión poder abrazar a su madre, pues no le veía desde que ingresó a Azkabán. -Creo que he conseguido lo que me pidió, señora. Traté de mentalizar "un todo", y no enfocarme solamente en la fisonomía. También seguí su consejo sobre el conocimiento... me ayudó con el cambio de vestuario... no se me había ocurrido hacer algo así. A veces olvidamos quiénes somos...- masculló mientras borraba su lágrima del rostro, y quedaba frente a frente a la mentora y sus compañeras. -Ahora necesito saber cómo cambiar mi voz... ¿Hay algún hechizo o sólo tengo que pensar en el timbre de mi mamá para que las cuerdas vocales se modifiquen o muten?- preguntó con bastante atención.
  3. <Vaya, ahora tendré que estar con esta cosa como si estuviese bajo libertad condicional> pensó Elros mientras tocaba la pulsera; rozando con la punta de sus dedos el metal labrado donde yacía el poder mágico que le informaría al Ministerio de Magia acerca de todos los movimientos que realizaría durante un período de tres largos meses de vigilancia extrema. -Muy bien, señora. Creo que he comprendido bien todas las indicaciones que me ha dado... y bueno, no soy un muchacho sin cerebro como para volver a caer en malas conductas- comentó con una sonrisa de medio lado, la cual se torció aún más tras notar que la bruja no estaba muy complacida con sus dichos. /Espero no estar subestimándolo, señor Gryffindor... los que vuelven a ingresar a Azkabán ya no ven jamás la luz de la libertad; es más, yo preferiría morir antes de ser una rebelde sin causa/ respondió la fiscal mientras se ponía de pie, para luego efectuar un gesto con su mano derecha con tal de conducir al animago hasta la puerta del despacho. /Hoy tengo un día muy ajetreado... si no le molesta, le pediré que se marche de aquí. Ya hemos terminado/ agregó justo antes de que el rubio acabase con el café y encaminara sus pasos hasta el umbral donde se despidió. Verdaderamente Elros ya podía respirar más tranquilo. Tenía de regreso su magia; sus poderes y habilidades habían retornado a él. Se sentía nuevamente lleno de energías, tanto así que recordaba con anhelo la última vez que empuñó su varita en contra de un enemigo, o cuando se mostró ante la comunidad como un miembro de La Orden del Fénix en el mismo Atrio que ahora le había recibido como un individuo más. <¿Qué será de La Orden? ¿El Clan de Los Paladines? ¿Mi corcel aún vivirá?... ¿Y el templo?> se cuestionaba al avanzar por los pasillos del Ministerio; llegando hasta un ascensor que lo transportaría hasta la oficina de Mael. /Dirección de Educación Mágica/ resonó un par de segundos más tarde del trayecto, justo antes de que el chico descendiera entremedio de un tumulto de gente y memorándums voladores que volverían loco a cualquiera que no estuviera acostumbrado a ese ritmo de trabajo. -¿Blackfyre?- consultó luego de tocar la puerta en tres oportunidades; percibiendo que algo extraño estaba pasando allí. -¿Mael? Soy yo... Elros Gryffindor... ¿Estás ahí? ¿Puedo entrar?- insistió tras un lapso, aferrándose a su varita como en los viejos tiempos.
  4. El animago aún permanecía sentado mientras la arcana le conversaba con absoluta naturalidad; admirándose de la frase que ésta pronunció en relación a lo poco que podría hacer por él en base a la Metamorfomagia, lo que dejó un tanto perplejo y consternado al muchacho. -Sí, señora... tomé su identidad; usurpada a la fuerza tras su muerte. No quiero que piense que soy un delincuente o... un bandido carroñero, Amara. Yo sólo tuve que tomarla para protegerme junto a mi familia de este... universo paralelo, del cual no soy parte- respondió el Gryffindor, antes de tragar una bocanada de aire para proseguir con su explicación. -Quizás... usted me tome por loco o... por alguien que ha perdido el juicio y la razón, pero... hay algo que aprendí en Azkabán y es que no debo seguir mintiendo, menos si se trata de mí. Ya pagué mis pecados esos tres años encerrado en esa prisión, lejos de los que amo- intentaba ser claro y coherente con sus dichos; sinceridad que la mujer de basta experiencia debía notar a través de sus ojos. -Yo soy un viajero en el tiempo, Amara... Vengo de una realidad... de una línea temporal distinta a la que usted y yo, y aquellas chicas (haciendo mención a sus compañeras) vivimos, hoy en día. Yo... o sea, Elros Gryffindor en esta época es sólo un infante que aún no se despega de los brazos de su madre- finalizó, calculando bien no excederse en más detalles que le originaran un mayor dolor al que ya sentía tras recordar todo lo que tuvo que hacer años atrás. Lo que Amara dijo a continuación puso muy contento al joven, ya que ella sí podría orientarlo y encausar lo que ya sabía de aquella habilidad, pero a un nivel mucho más complejo como lo era tomar otra identidad que no fuera la de Thomas. -Comprendo lo que está diciendo, señora... y quiero que sepa que me entrego a sus enseñanzas por completo. Tengo conocimientos... he estudiado mucho en Azkabán sobre el poder que tienen los arcanos y el porqué de su confrontación con el pueblo Uzza. También he leído sobre Metamorfomagia... y es sensacional. Pero bueno... ahora a lo que vinimos ¿No?- sonrío como un niño con juguete nuevo en Navidad, mientras se ponía de pie justo frente al enorme espejo que minutos antes una de sus compañeras había utilizado para reflejarse. Fue así que, sin pensarlo dos veces y luego de cerrar los ojos, la única imagen que se materializó en sus pensamientos fue la de su madre, Annick McKinnon. Su tez blanca como la leche enmarcada por algunas pecas, cabello pelirrojo y ondulado, ojos verdes grandes y expresivos, inclusive sus líneas de expresión nacidas con el pasar de los años y el arco de cupido bien definido en sus labios; todo, cada detalle afloró como un álbum de fotografías en su consciencia. Al abrir los ojos frente al espejo, su figura había cambiado. Ya no era Elros, ni tampoco Thomas; sino que ahora la imagen de su madre estaba parada del otro lado del cristal, enaltando la ceja del lado derecho (gesto que ella hacía siempre cuando no creía alguna de sus historias de adolescente tras llegar tarde a casa). -Asombroso- susurró justo antes de llevarse ambas manos a la boca, pues esa única palabra emergió con un tono varonil que Elros solía entonar en sus planes de conquista. -Amara... yo... he... no sé qué ha pasado- se dirigió a su mentora con decepción; debido a que no solamente era el timbre de voz, sino que también sus ropas eran las mismas con las que había llegado al comienzo de la jornada.
  5. -Es un gusto conocerte, Mael. Lamento mucho que hayas tenido que llegar al funeral de mi padre... ser bienvenido con una muerte no es muy buen augurio, pero vamos... cuándo las profecías se han cumplido ¿O no?- dijo con una pizca de incredulidad, debido a que desconocía si el muchacho era partidario de esas teorías y de todo lo que envolvía una predicción basada en un vidente. -No sabía que mi padre quedó tan solo... Mi ausencia no fue porque yo quise. Yo fui detenido en la Vulcanización donde trabajaba en mis tiempos libres, llevado a un juicio y encarcelado en Azkabán por suplantación de identidad. Supe de la muerte de Elvis por una carta que llegó hasta allá... y que un auror tuvo la amabilidad de leerla antes de que sus superiores la retuvieran... No sabes lo difícil que fue para mí no haber estado acá... en mi hogar- agregó con bastante pesar, sintiendo que su respiración se entrecortaba al igual que las palabras que afloraban desde su boca. -Estos tres años fueron una tortura. Todos los días de mi vida en el encierro pensaba en buscar la manera de escapar de ahí, de venir a casa... abrazar a mi madre. Pero el tiempo fue cambiando mi parecer. Nadie me buscó... a nadie le importó saber si estaba bien. Sé que debieron enterarse de mi juicio por El Profeta... y aún así, nadie... absolutamente nadie me hizo saber que estaba ahí... conmigo- culminó el Gryffindor, dejando entrever cierto recelo que había nacido en él; sentimiento que opacaba toda la nobleza que antes emanaba espontáneamente su espíritu bien cultivado desde su infancia por los paladines. La bruja parecía algo molesta con la interrupción; a ciencia cierta estaba tratando temas muy importantes con el hijo de Shelle, pero aún así guardó su compostura y conservó una apariencia estoica frente a los improperios que el rubio le lanzó con afán de hacerle caer en su juego, lo que obviamente no resultó. -No me interesa demostrarle nada a nadie... ni menos seguir poniendo pantallas a mi vida, señorita. Ya tuve suficiente con todo lo que me hicieron pasar en Azkabán. Tampoco pretendo limpiar mi nombre frente a todos... sólo quiero vivir mi vida- contestó Elros, luego de hacer un gesto a Mael en señal de que en vez de un bourbon, pidiera dos. -Si me pregunta hoy en día, señorita... ni saber de mi familia me es tan interesante como sí lo es un buen trago- agregó sonriendo mientras su mirada recorría gran parte del mobiliario al interior del salón a donde habían ingresado desde los jardines de la mansión; percibiendo una energía absolutamente distinta a la que estaba acostumbrado con sus padres. -Parece que aquí han cambiado mucho las cosas, Mael. ¿Dónde están los elfos? ¿Tanis? ¿Rhaenya?- clamó los últimos dos nombres sin tener respuesta alguna; desviando su mirada a Blackfyre con cierta duda sembrada en relación al paradero de quienes habían sido parte importante en la vida del patriarca escocés, y porqué no decirlo, en la suya propia desde que era un bebé en los brazos de Annick.
  6. -¿Alguna cosa más, señor? ¿O también quiere que me quite mis pantalones?- gruñó Elros después de contestar serenamente a cada petición que el sujeto del Atrio le solicitó con tal de hacer aquella exhaustiva revisión antes de dejarle pasar al lugar donde debía solucionar lo del encantamiento protector. Verdaderamente su regreso estaba siendo más tedioso que parto de primeriza; todos los documentos, comprobación de identidad, legalidad de su salida de Azkabán entre otras cosas más, ya eran parte del repertorio de preguntas que cada día se le hacían más rutinarias al rubio, tanto así que más que una simple respuesta parecía un rezo de nunca acabar. Ya habiendo culminado todo en la entrada, caminó hasta los ascensores del Ministerio de Magia para ir al piso donde una mujer le estaba esperando para establecer algunas cosas básicas; según el Gryffindor era una especie de fiscal que estaba llevando su caso desde que fue encarcelado hasta lo que hoy en día era. -Buen día, señorita. Elros Frasier Gryffindor. Creo que he llegado puntual a la cita- saludó el ojiverde con una sonrisa forzada en el rostro; percibiendo que la bruja no estaba de muy buen ánimo o, simplemente, no le era grato tenerle en frente. /Señor Gryffindor, acompáñeme hasta mi oficina. Tenemos cosas importantes que platicar/ respondió la esbelta mujer de unos cincuenta años, adelantándose y encaminándole hasta una puerta de bordes plateados que emanaba desde su interior un peculiar aroma de manzana y canela. /Tome asiento, señor Gryffindor. Espero que venga preparado para oír lo que tengo de decirle... ¿Una taza de café?/ partió diciendo la funcionaria ministerial mientras el animago dejaba su varita sobre el escritorio y se acomodaba en el diván frente a ella. /Por orden del Ministerio, bajo del decreto número 9856... y en jurisdicción de la cláusula del derecho a la libertad tras cumplimiento de condena, se le informa: Queda absolutamente prohibido que utilice el nombre de Thomas en cualquier lugar. Su nombre original es Elros, y bajo él se debe amparar. Cualquier acto que se asemeje a lo que usted realizó, será tomado en rebeldía; por lo tanto encarcelado y derivado a penas mucho más elevadas por recaer en mala conducta, sanciones que pueden ir hasta el beso del dementor ¿Comprende la gravedad del asunto, señor Gryffindor?/ añadió la fiscal; dejando al muchacho con un nudo en la garganta que tuvo que apaciguar con un sorbo de café mientras asentía sin regaño. /Segundo... Sus conocimientos, poderes y habilidades serán retornadas... pero el Ministerio le colocará un detector de magia por tres meses, para cerciorarse de que usted cumpla con lo que es debido/ palabras que fueron acompañadas por un movimiento ágil de varita de la bruja, vaivén que primero recayó en su propia varita (la cual emitió un brillo singular) y luego en su pie derecho, donde apareció una pulsera metálica a la altura del tobillo.
  7. Los pasos de Elros se encaminaban sigilosos por las calles de Londres; mirando de vez en cuando a sus alrededores con tal de observar la conducta de los muggles que transitaban con una velocidad desmedida, como si tuviesen un propulsor metido entre sus piernas o un cargamento de nitro que les permitía acelerar su andar con tal de llegar con anterioridad a sus destinos. <¿Quién los entiende?> reflexionaba el rubio, dibujando una tenue sonrisa en el rostro, pues aún recordaba el tiempo que tuvo que estudiar mecánica junto a un grupo de "no-magos" para perfeccionar su conocimiento sobre los tipos de motores, los combustibles y los sistemas de re-circulación, y cómo esas cosas se enlazaban con la tecnología mágica que manejaba dentro de sus habilidades innatas; lo que ponía en práctica en su antigua vulcanización en el callejón Diagón. Desconocía si aún aquel taller estaba funcionando, y si Misty Day (la recepcionista) se logró hacer cargo de las finanzas; pero lo que sí tenía claro era de que no había recibido ningún galeón en su bóveda de Gringotts por temas de ganancias, lo que le hacía dudar de su actual existencia o la bruja estaba estafándole descaradamente. Lo que más le tenía afligido era estar sin posesión de su varita mágica como tal, ya que luego de haberla ido a buscar a los galpones de seguridad, ahora debía acudir al mismísimo Ministerio de Magia para que retirasen de ella el encantamiento protector que le impedía realizar hechizos e invocaciones. Anhelaba poder salir de lo común y ordinario; tantos años en Azkabán habían mermado sus capacidades, ni en su forma animal lograba transformarse; todo se resumía en una serie de intentos fallidos que le desmotivaban aún más. Con bastante cuidado el ojiverde se introdujo en aquella cabina telefónica en desuso, y luego de marcar una serie de números (62442) se oyó una voz femenina que le pidió su nombre y el motivo de la visita. -Elros Frasier Gryffindor. He venido a retirar el encantamiento protector de mi varita- respondió con absoluta seguridad; y segundos más tarde el teléfono dispensó una pequeña identificación cuadrada de plata que el animago velozmente se enganchó en su sweater gris. Hecho esto, la grabación de la mujer le informó que, una vez dentro del Ministerio, debía dirigirse al mostrador de seguridad para someterse a un chequeo por protocolo; a lo que el Gryffindor atribuyó por su condición de ex-convicto. <Sin rodeos> pensó en un segundo, observando posteriormente el descenso de la cabina bajo tierra, hasta que finalmente sus pies se posaron en el Atrio.
  8. -Muchas gracias y... perdone por llegar tarde, arcana; yo... ehh... tuve algunos inconvenientes con el proceso de inscripción. Mi solicitud tardó un poco más de lo habitual. Temas... un tanto incómodos de platicar- musitó el rubio mientras hacía ingreso al interior del lugar donde estaban reunidas aquellas tres personas, no despegando sus ojos del enorme espejo que se asemejaba mucho a uno que había visto al interior del banco de Gringotts. -¿Mi historia? Pese a mis años, noble Amara, hay muchas cosas... momentos de mi vida que parecen insólitos, como si de un libro de fantasía hubiesen sido sacados. No me es grato recordar muchos de ellos, ya que la felicidad misma se ve opacada por el miedo, la desilusión e incluso la muerte. Quizás es sensato decirles que soy un muchacho con aspiraciones de reintegrarme a la sociedad luego de un período de oscuridad- respondió a continuación con un dejo de inquietud, tratando de usar la Oclumancia para cerrar su mente; pues no deseaba que todos allí supieran que se trataba de un ex-convicto de Azkabán, y que justamente había sido enjuiciado por suplantación de identidad tras su arribo desde el futuro con aquel giratiempos que aún no lograba recuperar, si es que seguía existiendo. -Y bueno... claro que con el paso del tiempo he podido indagar en el don de la Metamorfomagia. A veces pensaba que sólo se trataba de mi imaginación, y luego con el transcurso de los años comprendí que era una habilidad extraordinaria. Yo antes de que me hubiesen... "tomado por sorpresa los del Ministerio", utilizaba una identidad de un chico que conocí en la escuela de Hogwarts cuando era quinceañero, el cual murió por un accidente con un sauce boxeador- relataba Elros, no sin antes apoyarse en el respaldo de una silla, tratando de recordar parte de la historia que lo ligó a ese pelirrojo extrovertido en una época de vulnerabilidad emocional como lo fue la infancia y parte de la adolescencia, período de cambios y maduración personal. Fue así que, memorando cada detalle de la fisonomía del mago, el Gryffindor cerró sus ojos y concentró toda su energía en recobrar dicha apariencia que enmascaró su verdadera identidad frente a su familia. Su cabello rubio se volvió alborotado y de un rojo muy irlandés, en sus mejillas afloraron pecas, sus labios se engrosaron y sus volúmenes corporales se tornaron más definidos y atléticos que de costumbre. Las células de la musculatura sufrieron una especie de hipertrofia en sus brazos y piernas, la pigmentación de su piel se empalideció aún más, y sus nalgas se levantaron... nuevamente estaba transformado en Thomas. -Ésta es la identidad que me vi forzado a mostrar a la sociedad para no dañar a nadie... para no causar dolor ni sufrimiento en mi familia. Esta cara me acompañó por un tiempo mientras decifraba los misterios que... (hizo una pausa) bueno, no me es grato contar más, disculpe Amara- dijo justo antes de volver a retomar su verdadera forma tras sentarse con ambas manos en la cabeza. Recordar aquello que trató de olvidar en Azkabán le causaba un enorme dolor, y sobretodo el reflexionar que de sus errores había nacido la perdición de los Gryffindor, incluida la muerte de su padre, Elvis. -Nunca he intentado tomar otra identidad... e incluso pasar a ser una mujer o un bebé... ¿Es eso posible?- preguntó con bastante interés.
  9. Una sonrisa maquiavélica se dibujó en el rostro del cantinero, quien comprendió que el Gryffindor debía ser uno de los suyos por su manera tan descortés de actuar, faltándole el respeto frente al resto de los sujetos que estaban ahí presentes con vestimentas igual de malogradas que la de Elros. Con un dejo de prisa, el viejo hombre no dudó en ofrecerle al muchacho otro de los mismos brebajes que le había servido en una primera instancia; realizando también un ademán forzado con el que trataba de comunicarle que ya no le alcanzaba para nada más con esa suma de escasos galeones que le había tendido. -Tenga en consideración que no puedo beber más... éste será el último trago- comentó el rubio mientras tomaba la copa y bebía "al seco" todo el contenido que en ella descansaba, sin dejar de cerrar sus ojos ante lo fuerte que se degustaba el alcohol en sí. En Azkabán se había acostumbrado a tomar brebajes que los mismos reos elaboraban a escondidas de los guardias, sin saber la procedencia de éstos ni menos los métodos poco convencionales de fermentación que debían de utilizar; pues si comparaba aquello con la comida que ahí dentro daban, el licor sin dudar era un néctar de dioses para sus labios. Elros tenía tantas cosas que hacer, muchos trámites que realizar durante un par de semanas antes de retomar con fuerza sus quehaceres; que evadirse con un par de tragos le era una oportunidad atrayente con tal de no pensar en su familia ni en la muerte desgarradora de su padre, Elvis. Sus verdes orbes se nublaban de lágrimas con el hecho de memorar su increíble infancia, pero ese sentimiento se opacaba por la rabia que sentía hacia su persona por no haber sido de gran ayuda para continuar con el legado de su familia y ser así el actual pilar de los leones. Mael era quien ocupaba aquel lugar que tanto anheló en sus días de prisión, pero que ahora ya siendo un hombre libre no le era de interés, ya nada le valía la pena, ni siquiera la seguridad de sus parientes. ¿Qué será de mamá? ¿Dónde están mis tías y primos? ¿Arabella? ¿Mica? ¿Luna, Ley? Eran parte del repertorio de cuestionamientos que rondaban su consciencia todas las noches, desvelándose en pesadillas interminables que siempre culminaban con fiebre, tercianas y una opresión cruda y palpitante en su corazón. -¡Cantinero! Nos veremos en otra ocasión- se despidió con frialdad en su voz antes de cruzar el umbral de salida; orientando sus pasos hacia las inmediaciones del callejón Knockturn con tal de dirigirse hasta el Ministerio de Magia, sitio donde tenía entendido que trabajaba Blackfyre.
  10. Sinceramente los trámites burocráticos ya estaban colmando la paciencia del Gryffindor, ya que no concebía que haber salido de Azkabán hace poco tiempo conllevaría a que tendría que reconstruir su identidad mágica en varios sitios importantes antes de retomar una vida nueva, que a ciencia cierta no sería para nada de fácil. Tras aventurarse en una batalla de palabras contra los duendes de Gringotts para encausar los pocos galeones que le quedaban a su nombre, y luego de ir a buscar su varita en un sitio que parecía ser una bodega de artefactos mágicos; Elros aprovechó de recorrer algunos pasillos del callejón Diagón, debido a que sus labios deseaban poder sentir el dulce sabor de una rana de chocolate y lo refrescante que era la cerveza de mantequilla recién servida en jarro. Pero verdaderamente estaba en la miseria, y todo le resultaba caro; su única opción era encontrar algún bar en el poco concurrido callejón Knockturn, donde su dinero cundiría con mayor seguridad. Fue así que decidió ingresar a un sitio oscuro que parecía ser un sótano, donde varios magos vestidos de azabache le quedaron mirando como si de su presa se tratase; lo que no intimidó a Elros en lo absoluto, pues su andar se detuvo frente al cantinero que le miró con rostro de "pocos amigos". -Sírvame lo que me alcance con esto- murmuró el rubio, extendiéndole la mano con un puñado de monedas. -Aún me queda ir al Ministerio de Magia a tratar con esa gente sangresucia- agregó, haciendo hincapié en la última como alguien no adepto a los buenos valores y la moral. Debía mostrarse como un mago con actitud sombría, debido a que estar en ese lugar representaba una amenaza para cualquiera que no fuese adepto a las malas prácticas, la discriminación y la admiración a las artes oscuras. No era precisamente el mejor negocio, pero el Gryffindor ya no poseía gran poder adquisitivo como para regodearse. Los turnos manejando el Autobús Noctámbulo le estaban dando pequeñas ganancias, pero ya estaba en sus propósitos el poder invertir eso con tal de educarse para recuperar en parte lo perdido. El cantinero le sirvió a continuación un vaso con un líquido verde que sabía peor que el pipí de troll, pero que tenía el suficiente grado alcohólico que le daría la valentía para acudir al Ministerio para solucionar los últimos trámites sobre su identidad. -¿Esto es lo único que puede traer con los galeones que le di? ¿Piensa que yo soy ignorante?- gruñó tras lanzar la copa contra la pared del mostrador de la cantina, llamando la atención de todos los presentes. -Si no me trae algo mejor, le juro que lo próximo en chocar contra ese muro de piedra será su cabeza-
  11. ¿Por qué volver a estudiar si la vida misma ya te había quitado todo? Era la pregunta que el joven Elros se hacía una y otra vez mientras terminaba de rellenar el formulario de aceptación para cursar la habilidad impartida por la Arcana Amara Majlis; sintiendo en que tal vez era la oportunidad que necesitaba para reincorporarse poco a poco en la sociedad mágica que lo encarceló en Azkabán hace más de tres años. Pese a que muchas veces le era tedioso estar frente a muchas personas; el conocimiento le era más atrayente que cualquier cosa, y si ese saber le permitiría ser más erudito, no dudaría en adquirirlo de la mano de alguien a quien pudiese llamar "maestro/a". -Lo que no entiendo es por qué la Escuela Mágica se trasladó a Japón- preguntó el Gryffindor a la muchacha que le recepcionó el papel con la inscripción; no recibiendo respuesta verbal alguna, únicamente una mueca que le indicaba de que no tenía la más mínima idea del porqué de la migración; lo que dejó perplejo al rubio por unos instantes antes de volverle a dirigir la palabra con la mirada clavaba en su rostro. -No se preocupe... comprendo que no quiera decir nada. Sé que un ex-convicto no debe ser bien mirado en estos lugares... pero tengo intenciones de poder educarme y salir adelante de esta adversidad- prosiguió con un dejo de esperanza, observando que la señorita revisaba sus papeles con pulcritud; hasta que finalmente aprobó la inscripción con un timbre de cera roja que envolvió los ojos del mago en lágrimas de gratitud. -Salude a Mr. Pippin de mi parte- se despidió antes de cruzar el umbral de la puerta de salida, con una sonrisa a flor de labios plasmada. A pesar de que ya había cursado un par de habilidades hace bastantes años atrás; Elros no paraba de pensar en que nuevamente tendría que tener al frente a una mentora que le orientaría por un buen tiempo, y que eso no sería una tarea fácil, puesto que su terquedad característica de un adolescente, era evidente a metros de distancia; y una mujer experimentada como Amara sabría de que tendría un trabajo de hilos finos por venir. Fue así que luego de dejar en claro sus aspiraciones en la mansión de su familia; cogió un bolso con un par de pertenencias necesarias para el viaje, y con su varita en mano diestra bien aprisionada desapareció de las inmediaciones de su hogar rumbo a oriente. Sólo un chasquido se oyó por los alrededores de la vivienda de la bruja proveniente de Argelia; materializándose la figura fornida de Elros en las proximidades de una carpa que, a ciencia cierta, albergaría alguna especie de evento por la majestuosidad de la ornamentación. <¿Será buen momento?> se cuestionó el animago mientras caminaba por el césped, teniendo mucho cuidado de no pisar las flores. -Hola, buen día... señoritas. Estoy acá en búsqueda de la Arcana Amara. Vengo desde Londres para entregarme a sus enseñanzas y encausar mi... mi don- saludó sonriendo con timidez, rascando su nuca con suavidad. En el lugar podía distinguir a tres mujeres, pero la que más le llamó la atención fue una con un vestido largo de color azul y collar de perlas, que sin duda alguna debía tratarse de su futura mentora. Lo que sus ojos verdes observaron a continuación fue sorprendente, ya que una de las brujas cambió su apariencia física a la de un hombre frente a un espejo, lo que erizó los cabellos del conductor de autobús noctámbulo de emoción. -Soy Elros... Elros Gryffindor. Mucho gusto- dijo acercándose a paso lento, esperando que alguna de las personas le dijera alguna indicación o le invitase a reunirse para poder explayarse con mayor determinación.
  12. ¡Hola gente linda! Vengo a dejar la inscripción para mi siguiente habilidad. Muchas gracias a quien realice el trámite académico *dejo chocos* 🤗 ID: 113082 Habilidad: Metamorfomagia Nº de conocimientos que se poseen: 17 Link a la Bóveda: Bóveda #93543 Link a la Ficha: Ficha #93537
  13. -Tienes razón en el punto de que no nos conocemos... pero ¡Hey! no me vengas a decir que ésta es tu casa; porque está más que claro que un Gryffindor no eres. No reconozco en ti ninguna característica física de mis padres, tíos o abuelos... incluso ni uno de mis hermanos pareciera que fueses- comenzó platicando el rubio, tratando de acercarse hasta los individuos a pasos sigilosos, pues no poseía dentro de sus pertenencias su varita; la misma que debía ir a retirar al Ministerio de Magia una vez que su salida de Azkabán se decretase formalmente dentro de la comunidad mágica londinense. -Mi nombre es Elros Frasier Gryffindor... hijo menor de Elvis y Annick McKinnon. Quizás suene algo confuso... pero tal vez escuchaste hablar de un "Thomas" perteneciente a este hogar que fue procesado en los altos tribunales y llevado a la cárcel por el delito de suplantación de identidad... entre otros agravantes- dijo con cierto pesar en sus palabras, recordando en su mente parte de lo vivenciado junto a los reos y los horribles momentos de humillación que tuvo que soportar ahí. -Pero bueno... en estos tres años deben haber ocurrido muchas cosas en esta casa... de las cuales no estoy enterado. Pero si te siembra la duda sobre mis intenciones aquí... no tienes de qué temer, el león y el lobo me conocen desde pequeño y saben que no soy una amenaza- prosiguió sonriendo. -Desearías que conservara mis pantalones bien puestos... no quiero bajármelos para demostrarte qué tipo de sujeto soy, menos delante de dos desconocidos- respondió el mago con una pizca de picardía, obviamente sin querer ofender a la bruja que le hacía compañía al supuesto "dueño de casa" (no reconociéndola como su antigua jefa en el Departamento de Misterios). -¿Una copa? Pues... me vendría de maravillas. No sabes hace cuánto tiempo que mis labios no se mojan con un poco de alcohol. Pero creo que me sería de utilidad tomar un baño y comer un poco, o me emborracharé a los pocos minutos de la conversación... tengo mi estómago vacío y... huele delicioso ¿No crees?- hizo un gesto con la nariz al terminar su intervención, absorbiendo por sus fosas nasales parte del aroma que venía desde la cocina de la mansión, añorando de que de la cena se tratase. -Pero bien... quisiera saber joven... ¿Quién es usted? ¿Por qué dice que éste es su hogar? ¿Es algún familiar acaso?- preguntó, examinando al muchacho de pies a cabeza, tratando de poder vincularlo con alguien o, sencillamente, intentar leer su mente con dicha habilidad que tanto le había servido en Azkabán para evadir situaciones mucho más vergonzosas.
  14. ELROS F. GRYFFINDOR Hacía bastante frío aquella noche de invierno, pero Elros no lo sentía como el común de los ciudadanos; ya que su cuerpo se había tornado gélido debido a innumerables noches en desvelo bajo aquellas cuatro paredes de la celda de Azkabán que fue su hogar por tres largos años. Ya no recordaba qué era el calor bajo una chimenea, el aroma de un pie de limón recién horneado o la delicadeza de las sábanas que cubrían la cama de esa alcoba en la mansión de sus padres, dicha habitación que fue el marco de tantas escenas desde su niñez hasta la desenfrenada adolescencia. El oscuro follaje cubría gran parte de los límites de la morada, las copas de los árboles más altos chocaban entre sí como si de piezas de rompecabezas se tratasen; pero aquel ambiente lúgubre y cargado de negro no era lo que más le preocupaba al Gryffindor, sino que la energía que su alma de paladín percibía (don heredado de sus padres), ya no era la misma. <Sabía que no era buena idea venir hasta acá> pensaba el muchacho mientras acariciaba su barba ya crecida, observando la marcha del Autobús Noctámbulo (que le había hecho un favor en llevarlo sin dinero) hacia nuevos destinos; desviando sus pasos hacia donde dos individuos platicaban en las proximidades del león con el lobo. - ¿Tus estatuas?- vociferó el rubio tras oír las palabras de una mujer bastante atractiva que conversaba con un jovencito de apariencia extraña, aunque no tan "rara" como la suya propia, pues a ciencia cierta cualquiera que lo viera así en la calle apostaría que es uno más de los vagabundos o carroñeros en búsqueda de miserias y sobras. Era cierto, su estado era deplorable: olía bastante mal, pálido, delgado, y vestía peor que las azabaches túnicas de los dementores... necesitaba con urgencia una ducha y un buen plato de comida. -Nunca antes había oído semejante patudez venir de una mujer. Lástima que estás en los campos de los Gryffindor... y aquí suelo comportarme como un caballero- prosiguió, dirigiendo ahora sus verdes ojos al hombre, clavándolos en su rostro. -¿Quién eres tú? No te recuerdo -
  15. Leyendo todos los cambios tras la migración del forito *lentesok*

    Como le dije a Julio... ya no somos adolescentes, sino adultos.

    Espero que me de el tiempo para poder incorporarme ☺️

    1. Ludwig Malfoy

      Ludwig Malfoy

      Holaaaa rebienvenido! 

  16. ¡Hola, buenas noches! Me alegra mucho volver por estos lados tras la migración. Como estoy en la pobreza absoluta, todo galeón... es galeón. Muchas gracias a quien realice el pago por el banco. ¡Saludos! 😀 FORMULARIO: Nick del usuario: Thomas E. Gryffindor Id: 113082 Link a la bóveda del usuario: Bóveda #93543 Galeones a depositar: 2502 G
  17. ¡Hola! Buenas tardes. No sé si corresponde pasar por este tópico de compra-venta del Concilio para solucionar un problema que tuve a nivel moderativo hace más de 1 año, con el retroceso de 3 de mis Libros de Hechizos. Hoy, tengo lo necesario para recuperar lo que perdí en aquella vez. @@Beltis debe estar al tanto de la situación; y creo que es menos engorroso hacer las fichas de los 3 Libros de una vez para agilizar más el trámite. ¡Saludos! ID: 113082 Nick: Thomas E. Gryffindor Link a la Bóveda Trastero: Bóveda #107620 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: Bóveda #93543 Link a Tópic de la clase o a la prueba: 3 Pruebas realizadas y aprobadas (Regularizar solamente la compra) Nivel Mágico: 36 Fecha: 2019-11-14 Nombre del producto: Libro del Caos Consumible o Libro de Hechizo: Libro de Hechizo Nivel (del libro): 20 Precio: 20.000 G Nombre del producto: Libro de los Ancestros Consumible o Libro de Hechizo: Libro de Hechizo Nivel (del libro): 25 Precio: 25.000 G Nombre del producto: Libro de las Auras Consumible o Libro de Hechizo: Libro de Hechizo Nivel (del libro): 30 Precio: 30.000 G Precio total: 75.000 G
  18. <<Mataré a Day algún día>> criticaba para sus adentros Gryffindor, debido a que el ruido que Misty ocasionaba en el segundo nivel de la vulcanización le impedía oír del todo bien lo que el pequeño elfo trataba de decirle. -¿Inu qué? ¿Inugetsu? Vaya que nombre tan raro tienes, eh. No tienes de qué preocuparte por las molestias que has ocasionado hoy en mi local... de vez en cuando viene bien que alguien alborote este lugar más que mi secretaria- comenzó su plática Thomas sonriendo a regañadientes, pero sin denotar algún grado de disgusto. Todo lo que la criatura le relataba parecía ser un guión de Hollywood; ¿es que acaso sería tan malo el vaticinio que profesaba el elfo? Nadie podía saberlo a ciencia cierta, pero de ser así, era obvio que debía tratar de ayudarlo para frenar las acciones mortíferas de vaya a saber Dumbledore quién. -¡Hey, hey, hey! No llores... no es el momento de lamentarse por algo que ya sucedió. Ahora hay que ocuparse de lo que puede acontecer mañana- dijo el pelirrojo con sinceridad, tratando de calmar al recién arribado; pero su semblante cambió de inmediato tras escuchar el nombre de un sujeto a quien no conocía del todo bien, pero que sí estaba dentro de la lista de magos que ubicaba. -Enrick... ¿Enrick Ryddleturn? Te refieres a él ¿No es así? Claro que le he visto... pero lo que debo decirte no es muy alentador que digamos- advirtió el veinteañero. -Ese sujeto fue quien me vendió este sitio para construir mi taller mecánico. Tengo entendido que aquí había una tienda de antigüedades que Ryddleturn fundó hace mucho tiempo atrás- relataba el fortachón, tomando asiento en el piso para quedar a la altura del elfo. -Desconozco el motivo de su cierre, pero... lo que sí sé es que... aquel joven murió hace bastantes años. En "El Profeta" se exhibió la primicia de su deceso... Decían que se trataba de un caso de ¿suicidio? El cadáver fue entragado a su hermana... la misma que oficiaba como directora del hospital de San Mungo en aquel entonces. Lo siento amigo... Lamento ser yo en darte esta triste noticia- concluyó con lástima en su mirar; observando de frente la reacción que el doméstico empezaba a materializar en su fisonomía.
  19. Una fría tarde de Septiembre... Otoño del año 2019. No era una fecha muy peculiar para programar un retorno a casa luego de más de un año de ausencia tras la investigación que el Ministerio de Magia y Gringotts llevaban en su contra; caso que ya se había cerrado, y que como consecuencia del lavado activo de galeones, Thomas tuvo que pagar con creces con todo lo que había adquirido gracias a dicho dinero de dudosa procedencia. La caída de las hojas ya era inevitable, las aves migraban y el cielo se apoderaba de tonalidades ocres que acompañaban al equinoccio de una manera muy pintoresca. Su larga capa de viaje de color azabache bailaba con el soplo del viento mientras su figura cruzaba la enorme verja negra con una aldaba con forma de león, símbolo que todo Gryffindor atesoraba en lo más profundo de su ser. El césped lucía amarillento, las piedras que enseñaban los diferentes caminos hacia las zonas principales de su hogar ya no estaban completamente pulidas como le gustaban a su madre, los arbustos y las plantas se apreciaban marchitos; era como si nadie en meses hubiese regado con una mísera gota de agua. <<¿Es que acaso los elfos se han levantado en huelga?>> pensaba el joven de rizos rojizos, observando con nostalgia lo que parecía ser la enorme mansión familiar. Como un acto reflejo ante un eventual ataque mortífago, el veinteañero desenvainó su varita; y con arma en mano se abrió paso por los escalones que estaban al comienzo de la fachada, custodiados por las dos enormes estatuas que se adornaban de telas de araña. -¡León! ¡Lobo!- exclamó en un tímido susurro esperando alguna reacción inmediata, pero tal parecía que ni el hechizo druida de sus padres se activaba al verle arribar. Su mirada se volvía dubitativa, su semblante ya no era el mismo al que comenzó la travesía de retornar a sus tierras como un hombre libre, ya su mente divagaba por un sinfín de cuestionamientos que, a ciencia cierta, debía de resolver. Al cruzar el vestíbulo (apretando sus dientes en señal de tolerar el temor que emergía en él), su nariz logró sentir el aroma a leña quemada recientemente. Sí, la chimenea parecía haber estado encendida la pasada noche, pero ¿quién estaría ahí si todo por fuera estaba en ruinas? -Hola... ¿Hay alguien en casa?- preguntó Elros; sintiendo el poderoso latir de su corazón tras percatarse de que un fuerte sonido, proveniente de la cocina, se hizo escuchar sin vacilar.
  20. * Nick: Thomas E. Gryffindor * Link a la Bóveda: Bóveda Nº 93543 * Rol de Personaje: Conductor del Autobús Noctámbulo * Información Adicional: Siguiendo su fuerte anhelo capitalista, Thomas gasta gran parte de su fortuna en comprar aquel mítico vehículo transportador de magos; y tras la muerte de Ernie Prang, opta por conducirlo él mismo para tener aquella ganancia como fuente laboral complementaria a su taller mecánico mágico. Junto a un muchacho quinceañero de la familia Shunpike (el cual realiza tareas de: cobrador y guía); llevan adelante el sueño de seguir con dicha tradición motorizada.
  21. ¡Hola a todos! Bueno, luego de que Crazy me motivase a venir por estos lados. Vengo a dejar la ficha correspondiente para la solicitud del "Paquete" de Bienvenida xD *Dejo chocos a quienes pasen por acá* ¡Saludos! * Nick: Thomas E. Gryffindor * ID: 113082 * Criatura que deseas: Hipogrifo * 2 Conocimientos que deseas: Idiomas & Aritmancia
  22. - ¡Madre de Dios!- gritó Day apenas vislumbró la silueta de un elfo doméstico herido que cruzó el umbral de ingreso al vestíbulo del taller mecánico; saliendo inmediatamente de su lugar de trabajo con tal de ir en auxilio de aquella pobre criatura que parecía haber sido lastimada por "algo o alguien", vaya a saber Merlín lo que verdaderamente le había ocurrido al desdichado. Misty, con cierta aprensión, se acercó hasta el cuerpo tendido boca abajo del pequeño; le giró y corroboró lo que había pensado desde un comienzo; jamás le había visto, no le reconocía ni sabía el porqué buscaba con tanta insistencia a Gryffindor. <<¿Se conocerán de alguna parte?>> pensaba mientras examinaba con la mirada cada rincón de las prendas desgarradas y ensangrentadas del nuevo visitante; a quien, obviamente, no podría ayudar, pues Thomas llevaba desaparecido un par de meses luego de la persecución ministerial que se estaba llevando a cabo en su contra tras la investigación bancaria del fraude a Gringotts. -¡Ayuda!- sollozó la rubia, ahora con el elfo entre sus brazos, trasladándose a un sofá que estaba próximo a un muestrario de llantas mágicas que el paladín había adquirido para los automóviles días previos a su fuga, dejando aquella mercadería de primera en exhibición. No tan lejos; observando algunas fibras de escobas voladoras, se hallaba un tipo encapuchado muy misterioso; el cual se alarmó con el gemido de la recepcionista, optando por aproximarse hasta ella al corroborar de que estaban solos y encerrados en aquellas cuatro paredes de concreto de la vulcanización. -No digas nada, Day. No estoy de ánimos para recibir una queja de las tuyas... y vaya que son desagradables, eh- gruñó el joven tan pronto se descubrió el rostro y dejó ver dichos rizos rojizos que la bruja reconocería en cualquier parte del mundo. Era Thomas, sí, sin duda alguna el miserable había reaparecido nuevamente; aunque a decir verdad, lo había hecho en el instante preciso. Con rapidez, el mago desenvainó su varita y conjuró un "Episkey" que cerró gran parte de las heridas sangrantes del elfo. Luego impuso sus manos sobre el dorso de la criatura y pensó en una efectiva "Curación", emergiendo una tenue luz blanca que envolvió al pequeño, devolviéndole el aliento en cuestión de segundos. -Misty... Ve a mi oficina y trae una botella de poción vigorizante para este muchachín de orejas puntiagudas- ordenó el muchacho con serenidad, mucho más tranquilo al ver que el inesperado invitado abría sus ojos de par en par; los mismos que ahora le miraban fijamente. -Soy a quien buscas, Inu... o como sea que te llames. Te has desmayado y perdido el conocimiento tras ingresar al recibidor. Estabas con una hemorragia masiva, pequeño... menos mal sé de Primeros Auxilios y Cuidado de Criaturas Mágicas, o no la cuentas dos veces. ¿Qué te ha pasado? Algo o alguien, claramente, se ensañó contigo- comenzó la plática el fenixiano; escuchando, a su vez, el despelote que su secretaria realizaba en el segundo piso, revolviendo todo con tal de encontrar lo que su jefe le había pedido.
  23. -Muchas gracias- exclamó el apuesto animago, luego de que Freya le permitiese el paso hasta el salón al interior del hogar de los Moody; sitio donde esperaría a que su "objetivo" arribase para poder platicar con él. Tras sentarse en uno de los cómodos divanes; Elros cogió un poco de té del que la elfina le había servido (no olvidando endulzarle con un poco de miel que estaba en un jarro de porcelana sobre la bandeja de plata) para calmar sus ansias, pero ese brebaje caliente no sirvió de mucho que digamos, debido a que el padre de Athena hizo acto de presencia en la cómoda estancia, haciendo funcionar un antiguo objeto que envolvió los oídos del paladín con una melodía hipnotizante. -Bu... buen día, señor. ¡Thomas Gryffindor! Un gusto- comenzó diciendo el fenixiano, estrechándole la diestra a Richard, el cual parecía estar sumergido en sus propios pensamientos con la música ambiental. Gracias a Merlín, la llegada de una chica con una túnica verde oliva, acabó con el silencio sepulcral tras su presentación; instando al oclumago a saludarle para mostrarse lo más correcto posible frente a su "futura familia". <¿Eileen? ¿Eileen Moody?> pensó el joven al oír que la elfina la nombraba a la distancia, más bien cerca de lo que parecía ser la cocina de la morada desde donde el perfume de los pasteles de carne provenía. <Otra chica más> meditó mientras apretaba los dientes del nerviosismo que sentía, observándole (Melrose) a escasos metros con una sonrisa un poco fingida y torpe. -Don... O sea, Richard... He venido hasta aquí para pedirte en matrimonio la mano de tu hija... ¡ATHENA!- gritó aquel nombre al final, ya que su enamorada (sí... ella misma, a no ser que fuese alguien con Multijugos que quisiera pasarle una broma en un momento así de tenso) apareció de la nada. -Yo... ehh... Athe... Estas flores son para ti- dijo tartamudeando el nigromante, tendiéndole el ramo de jazmín blanquecino sin querer mirarle mucho a los ojos; debido a que sus mejillas ya estaban sonrojadas más allá de lo habitual en él. -Si... si no fuera mucha molestia, Bonis... Necesito platicar con tu padre a solas... Estamos tratando un tema de... "Hombres". ¿Podrías?- pidió a la directora de la Universidad que hiciera abandono de la sala, con respeto; desviando finalmente sus orbes esmeraldas hasta la figura del hombre que permanecía estoico en su lugar luego de oír la petición que el pelirrojo le hizo justo antes de que la griega cruzara el umbral en el minuto de reflexión inicial entre ambos caballeros.
  24. Pese a lo divertido que parecía ser sobrevolar el firmamento encima de su thestral rumbo a tierras escocesas; Elros sentía un cúmulo de emociones que embriagaban su consciencia adolescente, desviando su foco de atención en diversos momentos en que por escasos segundos no terminó impactado por uno que otro rayo de las nubes más altas que parecían estar migrando a otras regiones. Luss era un pequeño pueblo a orillas de un lago adornado de majestuosas montañas que le regalaban serenidad a cualquier persona que decidiera poner en la ruta de sus mapas viajeros dicha localidad; aunque el pelirrojo no podía darse el tiempo de visitar el barrio residencial por ahora, debido a que la humilde morada de la griega se hallaba mucho más retirada de la población general, más bien justo al borde de un bosque de pinos que colmaron de aroma las fosas nasales del muchacho una vez que aterrizó con su bestia invisible para muchos que no se habían cruzado aún con la mismísima muerte. -No te alejes mucho, eh. Puedes descansar- le susurró Thomas a su criatura, no sin antes acariciar su cabeza con gratitud y cariño; instantes previos a desviar su esmeralda mirada hacia la sencilla casa de madera de dos pisos con tejado carmesí. Dentro de todo, Gryffindor temblaba de nervios; y no era precisamente por tener que toparse con Athena tras aquel episodio en la Vulcanización, ni tampoco porque ésta estaba de cumpleaños aquel día, o por la persecución que Gringotts le traía encima hace unas semanas; todo le era un tanto indiferente versus a la aprensión de tener que platicar cara a cara con aquel hombre... Richard Moody. Luego de coger un par de frutillas del huerto para endulzar su paladar; el fenixiano recorrió el camino de tablas (pasando junto al peculiar buzón de correos) hasta la puerta principal escarlata que poseía una diminuta ventanilla rectangular que le permitió saciar su infinita curiosidad al desear saber si alguien conocido estaba en el recibidor de la vivienda. -Vaya... ya estamos aquí. No hay marcha atrás... Elros, ahora no- suspiraba con cada intento fallido que realizaba de querer golpear con su mano empuñada el umbral de ingreso; frustrándose en el acto al notar que varias gotas de sudor recorrían su pálido rostro. ¿Tanto miedo le provocaba tener que hablar con aquel mago? ¿O era que Rouvás le había metido cizaña durante todo este tiempo juntos? Pues... no lo sabía. La boca se le había secado, un nudo angustiante comenzaba a formarse en su garganta, la ropa le asfixiaba, y cada vez su voz se volvía un conglomerado de tartamudeos que, a ciencia cierta, harían reír a cualquiera que le oyese. Sin más trámites; el paladín de La Orden acomodó (sí, una vez más) su camisa nívea (desabotonada en sus primeros dos ojales), observó que su pantalón de tela y zapatos brunos estuviesen impecables, peinó sus engominados cabellos rizados con una de sus manos (ya que en la otra traía un ramo de flores blanquecinas de jazmín) y cuando ésta acabó su cometido, golpeó con algo de fuerza exagerada. -Bu... ¡Buenas! El señor Richard Moody... ¿Se encuentra?- consultó Elros a quien le abrió la puerta.
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