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Thomas E. Gryffindor

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Todo lo publicado por Thomas E. Gryffindor

  1. El sonido de varias voces y el correr singular del agua, fue lo que comenzó a invadir los oídos de Elros; el cual empezó a acomodarse, poco a poco, sobre la roca que le había dado cobijo por breves instantes en la primera parte del Inframundo tras su valeroso abordaje al Yomotsu junto a Fred. En su cuello, el Amuleto de la Resurrección lucía opaco y sin vida; mientras que su Vara de Cristal había vuelto a convertirse en una simple varita de pirul que se mantenía con firmeza en su mano derecha. |¿Qué haces aquí?| consultó Weasley con seriedad; notándose en él cierta desconfianza que antes no había aflorecido, pues parecía ser que no reconocía a Gryffindor. -Fred... Soy yo... Thomas. Recuerda que hemos venido aquí a petición de Báleyr... ¿Sabes quién soy? ¿No es cierto?- preguntó el paladín de La Orden del Fénix; incorporándose en su totalidad hasta recuperar la posición bípeda. En eso, tres sujetos agarraron con firmeza al aprendiz de nigromante y lo volvieron a lanzar al suelo; cargándole lejos del sitio junto a un ensangrentado Weasley y un tipo muy extraño que no logró vislumbrar de cerca. Pero eso no era todo lo que percibió el muchacho; debido a que la voz de Athena le hizo reaccionar, estremeciéndose de inmediato al ver que su cuerpo se había quedado ahí tirado, y era su espíritu el que estaba siendo cargado por las almas en pena (vaya a saber Merlín hacia dónde lo conducían). -¡Suéltenme! ¡Déjenme en paz! Tengo que volver a mi cuerpo- gritaba Thomas con euforia, tratando de liberarse de los errantes; obviamente sin poder conseguirlo. A ciencia cierta; el viaje hasta el Inframundo le había permitido "desdoblarse", y ahora había un huésped desconocido ocupado su cuerpo y junto a la mujer que amaba (la que corría un peligro inminente). -¡Athena! ¡Athena!- vociferaba una y otra vez; no recibiendo respuesta alguna de la griega, la cual se aproximaba a una barcaza junto al "supuesto Elros". -¡Váyanse al demonio! Tengo que volver a mi cuerpo, ahora. Fred... Fred por favor entra en razón... Hemos venido aquí con un propósito. Recuerda... Por amor a Merlín- suplicaba, esperando que Weasley tomara consciencia de lo que estaba pasando, pero el mago lo único que hacía era preguntar la misma cuestión como si fuese una grabación repetida y programada. <<Tal vez su tiempo en aquel cuerpo está acabando. Báleyr dijo que la conexión de la resurrección sería... ¿temporal?>> meditó, justo cuando escuchó unos potentes ladridos que le obligaron a mirar hacia el frente. Ahí, custodiando una enorme puerta, se hallaba un perro gigante de tres cabezas; era el Can Cerbero, el guardián que vigilaba que ninguna persona viva entrara en aquellos dominios. -Lindo... perrito- susurró con un nudo en la garganta, luego de tragar una bocanada de saliva.
  2. -¿Le temes a la muerte, eh Bonis?- preguntó Thomas con una pizca de burla en la entonación de sus palabras; tratando de hacer que Athena se "picara" tras sentirse en desventaja versus a la personalidad temeraria de su compañero de bando y "futuro esposo" (?) -Puede ser que la Vara de Cristal sea una solución viable a la guía que necesitamos los tres para caminar por estas desoladas fronteras del Yomotsu... pero... creo que morir no es tan malo. ¡Recuerda que tenemos este as bajo la manga!- exclamó el muchacho; exhibiendo desde sus ropas un colgante con forma de esmeralda que colgó alrededor de su cuello casi espontáneamente. Se trataba del mítico Amuleto de la Resurrección que le fue concebido al aprobar la enseñanza del Libro Uzza del Equilibrio; misma cátedra que hoy en día estaba bajo la tutela de Rouvás, por lo que ella debía conocer a la perfección los efectos de la joya tras una luna completa de estar sin uso alguno. |Hey chicos... No quiero arruinarles su momento, pero el oso gigante viene para acá| musitó Fred, al mismo tiempo que husmeaba entre sus prendas de vestir en búsqueda de su propia varita; hecho que le desilusionó al corroborar que ésta (obviamente) no estaría allí. -Yo no dudaré más de mi juicio, Athena. Me lanzaré al hoyo ahora mismo aunque ustedes no me acompañen... Este sitio ya me tiene apestado- añadió, no sin antes avanzar entre la fila de almas, optando por no mirar atrás para que la griega se percatase que en realidad estaba hablando en serio. Al llegar al borde de la cima de aquella colina; un frío inmenso caló en lo más profundo del ser del animago; quien, en lo más hondo de su corazón, sentía pavor ante la locura que iba a cometer; pero también creía que si estaba allí era por algo, y no iba a defraudar la confianza que Báleyr había depositado en él. El chico se aferró con fuerza a su Vara de Cristal; mientras que con la mano zurda tomó el amuleto que colgaba de su cuello, lo besó y le apretó sin soltarlo; ya estaba decidido a seguir su trayecto hacia el Inframundo, y si Rouvás no le acompañaba, pues tendría que saber arreglárselas solo en aquellas tierras de nadie. A su lado derecho, Weasley le tomaba el hombro en señal de apoyo; y sin más vacilaciones se arrojó a los brazos de La Muerte, escuchando únicamente un grito desgarrador que resonó en toda el área como un rotundo "No". Ya no había marcha atrás, la sensación de caer y caer sin un final aparente era lo único que le carcomía el alma; hasta que finalmente sus sentidos se nublaron y su consciencia se sumergió en una absoluta y sombría oscuridad que jamás le había invadido por completo. ¿Estaba muerto? No lo sabía, ni tenía noción de su cuerpo mortal que yacía boca abajo sobre una roca a orillas de un río... Aqueronte.
  3. |No lo sé, señorita... Todo es muy confuso aún. No recuerdo haber estado aquí| respondió Fred un tanto apenado, ya que lamentaba no ser de gran ayuda en una instancia así de importante en aquel lúgubre lugar. |Lo último que tengo en mi memoria es estar batallando en el castillo de Hogwarts... en los pasillos subterráneos junto a Georgie, cuando una explosión siniestra opacó todo... cerca dela Sala de los Menesteres| añadió el joven tratando de hacer memoria, mirando a sus dos acompañantes mientras quitaba su brazo del cuello de Gryffindor con tal de mantenerse en pie con absoluta autovalencia. -Quizás no sea buena idea presionarlo demasiado, Athe. Es una opción viable que cuando dejas el mundo terrenal... el subconsciente no mantiene registro de lo que sucede después del fallecimiento. Algunos tipos hablan de un túnel oscuro con una luz al final... un resplandor que los llama y les incentiva a caminar rumbo a esa dirección sin vacilar sobre lo que se deja atrás- comentó el fenixiano afirmando su Vara de Cristal con tesón; sin dejar de observar y analizar todo el entorno que le envolvía con frialdad, en especial aquella colina que no dejaba de llamarle la atención. -¿Yomotsu? O sea que estamos en el... ¿Limbo? Según la cultura griega... ésta es la parte más superficial del Meikai... La frontera entre el mundo de los muertos y el de los vivos. Mi padre, Elvis, solía llamar esto, en sus historias, como "La Procesión Final de las almas"- se explayó el animago, sintiendo cómo una gélida corriente de viento le paró todos los pelos de punta en un fugaz abrir y cerrar de ojos. -¿Niños? ¡Claro! Nadie está libre de la guadaña de La Muerte. Imagina que en la época en la que Fred murió... muchos alumnos de aquel Colegio fallecieron a manos de los mortífagos y del mismísimo Voldemort. Aunque lo que no entiendo mucho es que si estamos en la entrada... o sea... ¿debemos arrojarnos por ahí para llegar al Inframundo? Sé que hay muchos tipos de infiernos según el cómo fuiste en tu vida y el castigo que mereces si no obraste bien... pero hay otro lugar... Algunos le llaman "El Cielo"... otros "Los Campos Elíseos"... Tal vez Fred llegó hasta allá, y su alma descansó ahí hasta que apareció en el sendero del bosque trasero a la vivienda de Báleyr- habló con tranquilidad el muchacho, a su vez sus pies (aún descalzos) avanzaban en línea recta hacia la pendiente donde caían las ánimas. -¿Tenemos otra opción? Yo voto por lanzarnos al hoyo negro- exclamó Thomas. |Yo también| le siguió Fred; al mismo tiempo en que ambos hombres clavaron sus miradas en Rouvás, esperando su intervención.
  4. -Me... me duele el estómago- se quejó Gryffindor mientras se llevaba ambas manos hacia el lugar exacto donde sentía aquellos retortijones; tratando de observar con cautela todo lo que había acontecido tras la prueba de vinculación del alma de Fred con el cuerpo que Rouvás condujo hasta los pies de aquel árbol. -Ti... tienes toda la razón con la pregunta que formulas, Athe. Si bien es cierto que no hemos hecho un inferi o un homúnculo, según la Alquimia más retórica... Tal vez igualmente se crea un vínculo distinto y peculiar entre creador y creado. No sé si fidelidad sea la palabra más adecuada, pero debe haber algún lazo que los una- comentó el pelirrojo con un poco de incomodidad; lo que le incentivó a tratar de pasar desapercibido para efectuar una "Curación", la cual cesó con sus malestares. Por su parte, Báleyr permanecía estoico; señal de que todo había salido como lo esperaban, y que el nexo temporal ya era algo concreto y visible. Tras una palabras de "bienvenida" al mundo por parte del Arcano; Weasley se incorporó con lentitud hasta adquirir una posición bípeda con mayor firmeza de la que Elros podía esperar, lo que le hizo sonreír mientras el anciano cogía su sombrero y conformaba un portal tridimensional con ayuda de su cayado azabache que se asemejaba bastante a la mítica lanza de Odín. <<Es... bellísima>> pensó con asombro y admiración. -Comprendo, maestro... Vara de Cristal- susurró el muchacho de orbes esmeraldas, lo que produjo que su varita de pirul se alargase y se transformara en un bastón de cristal azul con la cabeza de un león en su extremo más proximal. -La luz de mi Vara nos servirá de guía. No se alejen... ¿de acuerdo?- fueron las últimas palabras que el veinteañero dedicó; no sin antes pedirle a Fred que apoyara el brazo derecho por detrás de su cuello con tal de brindarle mayor estabilidad en la marcha, por lo menos hasta que se adaptara en su totalidad al nuevo recipiente momentáneo que estaba ocupando gracias al poder de la Nigromancia. Al atravesar la brecha témporo-espacial; Thomas sintió un leve cosquilleo en su espalda, pues jamás había visitado aquellas tierras del mundo de los muertos; pese a que dentro de sus habilidades y conocimientos estaban las aristas que le colaboraban en sus viajes entre el pasado y el futuro. Todo se veía desértico, el viento corría con fervor azotando sus cuerpos y moviendo sus cabellos de un lado hacia el otro, un poderoso frío calaba sus huesos, y una extraña sensación de "estar husmeando donde no era bien recibido" carcomía su consciencia. -Terrenos de Hades... ¿Has traído las monedas para el barquero?- le consultó por lo bajo a Athena, sonriendo con aquella complicidad que ambos se tenían desde hace ya mucho tiempo. -No sé qué es lo que tenemos que hacer acá... Báleyr dijo que diéramos un paseo... Me imagino que eso debemos hacer, pues no podemos permanecer mucho tiempo en un mismo lugar. ¡Miren! Por allá- exclamó señalando hacia el noreste con el extremo distal de su Vara; debido a que se podía divisar una enorme fila de almas errantes caminando a través de un opaco sendero que daba hacia un precipicio sin final.
  5. -¡Santos recórcholis!- exclamó Gryffindor cuando vio aparecer un cuerpo flotando junto a Athena en la escena del árbol que servía de punto de apoyo para el nigromante; observando que este "ser" descendía cuidadosamente con extrema lentitud hasta el suelo, cuyo fin era no maltratarle a ciencia cierta. -Me alegra verte aquí, Bonis... ¿Qué es lo que traes contigo? ¿Un zombie? O no me digas que invocaste un inferi con magia oscura ¿Cierto?- consultó el joven con cierto grado de incertidumbre; reflexionando sobre los verdaderos motivos que tendría Rouvás como para hacer de su hechicería una arma letal tal como la que utilizó Voldemort en la Primera Guerra de antaño. -¿Dejar ir algo o alguien, maestro?- preguntó el paladín de La Orden luego de oír con cautela y atención las palabras de Báleyr posteriores al análisis del cuerpo que la griega había conducido hasta el final del sendero a pies descalzos. <<¿Es que acaso se refiere a la temida Ley de la Equivalencia?>> pensó el muchacho; notando en que quizás el anciano había tenido que dar su pequeño y frío ojo azulado izquierdo por parte de pago para que La Muerte no se sumergiese en rebeldía absoluta en su contra. Las indicaciones eran claras y precisas; había que conectar el alma de Fred Weasley con el cuerpo vivo, pero sin esencia, que Athena consiguió; teniendo en cuenta que su juicio no podía ser errado o se arrepentiría por el resto de sus días al haber perdido algo importante que jamás volvería a recuperar ni haciendo mal uso de las bondades del tiempo. -Con confianza, Athe... no vayas a flaquear ¿De acuerdo?- le susurró a la fenixiana cuando el Arcano se quitó el sombrero para empezar a trabajar; posicionándose a los pies para que su compañera hiciera lo suyo desde uno de los flancos del recipiente sin espíritu. -Tranquilo Fred... Todo va a salir bien- musitó al mismo tiempo que imitaba los gestos de Báleyr; frotando sus níveas manos antes de extender sus palmas sobre el cuerpo. -Ressurrexit a mortuis, suscitare de veritate- repitió una vez Thomas, percatándose que nada sucedía. Fue así que optó por cerrar sus orbes esmeraldas y adoptar el grado de concentración máxima que requería el uso de las habilidades; haciendo fluir toda su energía desde cada rincón de su propio cuerpo hasta sus manos; creando un puente entre "la vida y la muerte" que se afiató con la repetición de las mismas palabras que antes no ocasionaron ni un mínimo signo de factibilidad. -Ressurrexit a mortuis, suscitare de veritate- exclamó el pelirrojo por tercera vez; sintiendo tal potencia en su frase que se vio obligado a abrir sus ojos para observar lo que estaba ocurriendo a su alrededor en el bosque. Desde las palmas de sus manos emanaba una densa neblina carmesí que arrastraba, a su vez, el alma de Weasley hacia el recipiente; Báleyr tampoco vacilaba en sus acciones y Athena parecía estar mucho más sumergida en su consciencia que él mismo. Para cuando el espíritu de Fred fue absorbido hacia el cuerpo y la conexión se logró, el cielo se oscureció y una luminiscencia roja brilló encandilando la mirada de Elros que no tuvo más remedio que cubrirse con su antebrazo derecho. ¿Qué es lo que habría pasado? ¿Lo consiguieron con éxito? ¿Estarían en presencia de su primer regalo obsequiado por la Nigromancia? Nadie lo sabía ni lo podía presagiar con exactitud; lo único real era el fuerte dolor estomacal que le aquejó al instante.
  6. Cada vez que Báleyr entraba en los pensamientos de Elros, sólo hacía que el joven se confundiera aún más. <<¿Es que acaso no logra comprender que necesito de su guía porque la habilidad no es innata en mí?>> se cuestionaba el chico utilizando la Oclumancia de por medio para que el viejo tuerto no leyera lo que su subconsciente anhelaba. Era muy cierto que la Nigromancia le estaba resultando fastidiosa y complicada; no porque el arte de revivir a los muertos así lo fuese, o porque estuviese ligado a las prácticas oscuras; sino porque el Arcano no estaba siendo muy amigable ni catedrático como sí lo fueron sus cuatro maestros antiguos. Algo le decía a Gryffindor que el noruego era mucho más egoísta en su erudición que los demás; incluso su actitud le hacía recordar bastante al pueblo Uzza y a aquel apego tan poderoso que los guerreros sienten por sus tradiciones al no querer enseñárselas a cualquiera. -Veo que tendré que ganarme su respeto, señor... pero antes de eso, me gustaría que viera lo que haré a continuación- fueron las palabras que Thomas alzó al viento invernal que azotaba con rencor a todo el escenario de aquel estrecho camino que lo separó de su compañero Jank, y del amor de su vida, la bella Athena Rouvás. Fue así que, sin pensarlo demasiado, su mirada esmeralda se centró en la figura de Weasley; y tras una leve sonrisa, le realizó un gesto con su mano derecha con afán de que éste se aproximase a su ubicación. -Te escojo a ti, Fred. Por tu valentía y juventud... porque eres un adolescente, y de cierta forma me proyecto en ti. No sé qué sería de mí si hoy... yo muriese; pero sí me gustaría tener mis metas cumplidas y toda una vida por delante para errar y aprender de mis caídas... Lo siento mucho Remus- se explayó el paladín con honestidad, comprendiendo el pesar que el difunto licántropo sentiría al no poder retornar con su hijo. Tan pronto como hubo expresado su parecer; el espíritu de Lupin se desvaneció a través de una bruma blanquecina que le envolvió por completo y lo transportó hacia el firmamento, quedando únicamente ambos pelirrojos. -No creo que esto sea algo de "aptitud" o merecimiento a la vida, Báleyr... Todos tenemos derecho a segundas oportunidades. No me guío por lo que puede ser o no ser correcto, sino que me fío de mi reflexión personal y mi juicio valórico. Hoy fue Fred, y quizás mañana pudo haber sido Remus... vaya a saber Merlín. ¡Es mi opción y no me arrepiento!- expresó con un poco de remordimiento en sus frases, debido a que le guardaba algo de descontento a la metodología radical de enseñar que estaba poniendo en marcha el Arcano desde un comienzo. -Ahora bien... ¿qué es lo que sigue?- susurró caminando por la senda a pies descalzos, hasta que finalmente su atención quedó plasmada en la silueta de un anciano de larga barba y sombrero ladeado que permanecía sentado a los pies de un árbol muy similar al kiri. -Maestro... Soy Thomas... He traído el alma del joven a quien quiero regresar a este mundo... Ahora... Dígame ¿qué hago?- recitó sin aproximarse demasiado al misterioso hombre de apariencia octagenaria.
  7. -¿Solamente puedo revivir a uno de los dos? Pues... si me preguntan ahora ya... eh, no sé... ni sabría decidirme por cuál de los dos tiene mayores motivos para regresar a este mundo, caballeros. Nunca fui bueno para escoger entre una cosa u otra durante mi vida. A veces mis padres se cansaban de repetirme, una y otra vez, los consejos... sin embargo yo volvía a tropezar siempre con la misma piedra. Llámenme bobo o terco como una mula, y lo comprenderé- platicó el pelirrojo, desviando su mirada esmeralda desde la figura cabizbaja de Fred Weasley hacia Remus Lupin, casi tratando de lanzar al azar el destino de ambos magos fenixianos. Por un lado tenía a un joven con metas inconclusas, con aspiraciones no cumplidas debido a una muerte inesperada; Fred era un adolescente y tenía un gran futuro por delante de la mano de sus habilidades sociales y mágicas. Sin embargo, Remus quería regresar por su hijo, a quien dejó huérfano tras su deceso en la batalla final contra Voldemort. Claramente eran dos caminos muy distintos, pero no muy alejados de la realidad de muchas almas en pena que no migraban al otro lado al tener asuntos pendientes que los mantenían en un limbo eterno. <<¿Qué voy a hacer?>> pensaba Gryffindor, tratando de conectarse con Báleyr en búsqueda de una fuente de sabiduría mayor que le brindase seguridad; que lo alejase de la confusión. Por un breve instante, la mente del paladín recordó a Athena y Jank... ¿Ellos también estarán enfrentando una toma de decisiones tan ardua como yo? Hasta ese entonces el cielo no se había manifestado con dichas chispas moradas o rojas; lo que le hacía concluir que ambos compañeros de bando estaban en situaciones similares y tal vez mucho más complejas. Todo era incertidumbre para Thomas; especialmente el hecho de no saber cómo volver tangible a un espíritu que llevaba veinte años vagando... ¿Acaso tendría que ir a buscar parte de su osamenta al cementerio? ¿Debía pagar con alguna ofrenda de carne o sangre para cumplir con la Ley de la Equivalencia entre el Más Allá y el mundo de los vivos? Eran varias las interrogantes que surgían en el subconsciente del animago, y aún el Arcano no se comunicaba con él con tal de brindarle una mano como el guía erudito que debía de ser... Se sentía un poco abandonado a su suerte, pero era paciente pese a su indisciplinada conducta.
  8. -Si gustas te puedo pasar el abrigo de mi padre, eh... no quiero tener que descongelarte como a un dinosaurio del período prehistórico- respondió el muchacho al susurro de Rouvás; justo en el preciso momento en que arribaron a lo que parecía ser una trifurcación de sendas tan estrechas que no permitían el paso a más de una persona a la vez; muy extraño, pero no tan inusual viniendo de la mano de un Arcano. -Es la mejor opción... por ahora, Athena. Quiero que te cuides. No hagas nada precipitado ni arriesgues tu vida de forma innecesaria ¿Me entiendes a lo que voy?- fue la manera de sentenciar la valentía que su chica siempre demostraba cuando algo se le interponía "entre ceja y ceja", y no iba a ser una habilidad mágica lo que acabaría por sepultar sus ansias de pasar con ella el resto de sus días en paz. -¡Cuídate Jank! Tendré en mente aquello de las chispas- se despidió de su compañero de bando con una sonrisa que solamente opacaba la aprensión de tener que dejar ir también a la griega, sin su consentimiento. -Nos vemos pronto, cariño- musitó casi al viento el veinteañero, esperando que la fenixiana hubiese logrado leer aquellas palabras de sus labios carmesíes antes de marcharse por el camino de la derecha. Sin más remedio, y luego de quitar las botas y calcetas que cubrían sus pies (pues un calor inmenso y quemante le sofocaban los dedos); Gryffindor se adentró por el trayecto central sin despegarse de su varita firme en mano diestra, a la espera de que algo o alguien le atacase en el momento menos indicado; como si una tropa de inferi poseídos por magia oscura viniesen por él. <<Creo que todas las posibilidades son factibles, maestro>> contestó el pelirrojo mientras avanzaba a pies descalzos por la nieve; notando que una bruma muy espesa y blanquecina le rodeaba desde los tobillos hacia abajo. <<Si todos pensáramos igual... este mundo sería más aburrido de lo que ya es, señor Báleyr... pero si usted quiere saber mi humilde opinión en base a lo que me expone... es sencillo; yo quiero convertirme en un ser poderoso, pero no sólo por mí, sino que por los demás. Siempre he querido proteger a los míos con todas mis fuerzas... pero la muerte me ha arrebatado a tantos que... me ha hecho cuestionar mi capacidad de salvaguardar lo que más anhelo. A veces pensaba en la grandeza de poder jugar con el espacio y el tiempo; de buscar las instancias para volver atrás y cambiar tantas cosas que pudieron no ser... y que de haber sido así... ellos estarían con vida. Pero no... la Nigromancia es otro camino que me permitirá remediar el pasado para construir un futuro bajo mi perspectiva>> continuó reflexionando de forma mental a través del hilo psíquico que le unía con el nigromante; sabiendo que podía sonar muy egoísta y algo personalista su enfoque, pero era lo que él creía y no iba a cambiar de parecer ante la solidez de sus ideas. La neblina poco a poco se volvía más densa; tanto así que sus orbes esmeraldas se perdieron en el misterio de lo no tangible, siendo sus pies lo único que le conectaba con el gélido piso que cada segundo se volvía más familiar al estar acostumbrándose a la temperatura invernal ambiente. -¿Quién anda ahí? ¿Athena? ¿Dayne?- preguntó en voz alta al sentir que dos energías estaban por hacer contacto con su cuerpo, ansiando que los tres caminos ya convergiesen en uno y así volvieran a reunirse. |Tranquilo... No temas, chico... Somos dos aliados que estamos aquí para pedirte un gran favor| fue la voz que resonó en sus oídos y que no tardó en materializarse frente a sus ojos. Ahí, parados como seres sin brillo propio, estaban dos hombres aguardándole como ángeles custodios. Uno era mayor, de unos cuarenta años; en cambio el otro podía ser fácilmente su hijo, pese al color fuego de sus cabellos. |Hace veinte años morimos en una batalla muy sanguinaria... donde Voldemort cayó; pero nuestra vida también se extinguió| dijo el adolescente, realizando una pausa antes de proseguir. |Georgie hubise sido tan feliz si nuestros proyectos se hubiesen concretado juntos| culminó entristecido, dejando que el otro espíritu dialogase. |Y Edward se hubiese criado con un padre que siempre lo hubiera aconsejado| exclamó el merodeador con pesar. |Revívenos con tu poder, joven Gryffindor... pero únicamente podrás sacar del limbo a uno de los dos| se oyó al unísono, dejando todo en las manos de Elros.
  9. -¿Modales? Ehhh... Tú sabes bien que yo escaseo de tamaña humanidad cuando...- fue lo que alcanzó a decir el chico pelirrojo tras darse la media vuelta con tal de ver el pequeño trayecto de Athena hasta él y así no seguir dándole la espalda; siendo sorprendido por ésta al jalarle del cuello del abrigo de su padre con el afán de robarle un beso en medio del clima invernal que no dejaba de llorar copos de nieve por doquier. -Pues no... Ni me he asomado por la ventana de la casa del viejo noruego tuerto. Así que te concedo el honor de ser la primera en tocar a su puerta- le respondió a Rouvás con una sonrisa, para luego saborear sus labios rápidamente tratando de percibir una vez más el sabor de los suaves pétalos de la griega, aquellos que le volvían loco y le hacían perder la cabeza. -Shhh... No es necesario que grites demasiado, Bonis... Los Arcanos saben cómo y cuándo comunicarse... Alguien viene- platicó en voz baja, desviando su mirada esmeralda en todos los sentidos de su espectro visual hasta que sus ojos se hallaron de frente con la figura de su compañero de bando, Jank. -Buenas noches, Dayne... Así que seremos tres- saludó luego de acercarse hasta el fenixiano para estrecharle la diestra con fuerza en señal de bienvenida y complicidad otorgada por su vínculo con La Orden. -Cualquiera diría que aterrizaste en el desierto de los Uzza... ¿Por qué traes tanta arena, eh? Si acá lo que hay es nieve- consultó con una pizca de curiosidad; pese a que la chaqueta de cuero del joven pecoso ya mostraba pinceladas de blanco gélido. -No creo que sea prudente, Jank... Los Arcanos pueden ser muy benevolentes, pero si invades su privacidad... son capaces de desatar las plagas de Egipto en contra de quienes los pasen a llevar- dijo Gryffindor; segundos previos a que la voz de Báleyr penetrase su mente como un simple parásito cualquiera contra su huésped. -¿Alguna otra cosa que debamos saber, eh? Pues de no ser así... ¿Vamos chicos?- se explayó Thomas; cogiendo a Athena de la mano para que fuesen caminando juntos hasta la zona trasera de la cabaña, acompañados de cerca por Jank (el cual no paraba de examinar un extraño símbolo tallado en la puerta del caucásico anciano nigromante. -Ésta debe ser la senda que nos lleve al Arcano... No perdamos más el tiempo- comentó, adelantándose un par de metros con varita en mano, para divisar si había algún peligro próximo. Nuevamente la voz de Báleyr resonó en su consciencia, aunque en esta ocasión fue una pregunta que no tardó en responder mentalmente. <<Mi elección fue netamente necesaria para solucionar errores del... pasado, maestro. Soy partidario de que todo tiene solución... incluso la muerte>> fue la forma que tuvo Elros de contestar en una primera instancia al cuestionamiento.
  10. -¡Vaya un boggart! Será mejor que me corra o...- alcanzó a pronunciar Thomas cuando Aries sacó una caja de madera y se la enseñó a Mía como principal misión para su siguiente tarea sobre el conocimiento que ésta deseaba; debido que lo último que Gryffindor quería es que aquel no-ser amortal de forma cambiante se transformase en una avispa de un tamaño considerable como para ponerle "los pelos de punta". <<¿Qué osadía es la que dijo?>> reflexionó el paladín en cuanto sus oídos escucharon lo que Ivashkov le propuso a Antoni acerca de indagar en su propio pasado; hecho que tal vez le preocupó mucho más que el himenóptero que hubiese mutado de la criatura mágica. Fue por eso que el pelirrojo hizo uso de la Oclumancia para cerrar su mente de toda intromisión que Ryvak Dracony quisiera revelar ante los otros presentes en la sala de astronomía universitaria, pues su pasado era un secreto que pocos (o más bien... una mínima parte de quienes rodeaban su círculo de confianza) conocían bajo el contrato mágico del Juramento Inquebrantable y su propia honra. -No creo que sea prudente que Antoni trate de "adivinar" cosas que no son buenas de remover sin el consentimiento de la otra parte... ¿No lo crees Black Lestrange? Y claro, es mejor que mis comentarios me los lleve a la consciencia y no los exponga aquí, aunque eso no quita que le encuentre muy joven para dictar una sapiencia de trayectoria ancestral- comentó el fornido mago, sin desviar su centro de atención desde los orbes grisáceos un poco amenazantes del púber hacia la baraja de tarot que movía éste entre sus manos, justo antes de realizar una tirada. -No soy de las personas que reaccione ante el "amedrentramiento" de un tercer sujeto, Ivashkov... Tus juegos no van a resultar conmigo... ni menos lograrás intimidarme, en lo absoluto. Si estoy aquí es exclusivamente para demostrar mis habilidades con la Adivinación, así es que... eso es lo que haré ¿Estamos de acuerdo?- refutó mientras su cuota de concentración se focalizó en las seis cartas que ahora estaban en el piso frente a sus pies. -Mmm... Interesante es lo que puedo ver aquí, pero para mejor análisis utilizaré las dos primeras para el pasado, las centrales para tu presente... y las dos últimas para tu futuro... Así que... Veamos...- pensaba el patriarca Granger, a su vez no dejaba de rascar su nuca con una pizca de insistencia típica de él. -El Loco invertido señala tu incapacidad de poder razonar con cordura... tu falta de análisis... sobretodo cuando tu hermana te pide algo... lo haces sin pensar en las consecuencias... es tu gran debilidad, Aries- empezó diciendo, tomando un suspiro antes de proseguir. -Has sido forjado en el carácter fuerte y frío desde tu crianza. Eres capaz de convencer al otro aunque sepas que eres tú el errado en tus planteamientos... La Mentira ha sido tu fuente principal de convicción ¿O no?- complementó con la carta de La Fuerza. -El Mundo no hace nada más que corroborar mis predicciones de tu pasado hacia tu presente, Aries. Dominas todas las situaciones que se te van presentando para alcanzar tus objetivos... eso te satisface a pesar de la desgracia ajena que aquello produzca... La rebeldía y tu actitud desafiante hacen que todos te cuestionen, incluso cuando lastimas físicamente a quienes no piensan como tú... eso dice El Sumo Sacerdote invertido- concluyó, divisando que Antoni no dejaba de asombrarlo, al utilizar muy bien la Piromancia griega sobre un plato metálico. -A pesar de todo... la carta de La Justicia te presagia un futuro equilibrado... raro ¿Cierto? Lo más comprensible hubiese sido que ésta también hubiese salido invertida, pues se condice más contigo, Ivashkov... y con El Diablo. Una persona que no va a cambiar jamás y que sus tendencias malignas, de desorden, malas intenciones, violencia y desastre... seguirán siendo tu fiel reflejo sin el más mínimo remordimiento... Llegando incluso a... ¿asesinar? ¡JaJaJa! No me extrañaría- fue lo último que dijo Gryffindor entremedio de una risa algo irónica tras finalizar su lectura, quedando únicamente extrañado con la posición de la carta de La Justicia, que debió ser invertida para cerrar sus vaticinios con "broche de oro".
  11. -El arte de hacer regresar a aquellos que ya han caído en las manos de la muerte... ¡Qué irónico es! ¿Quién podría burlar a la muerte sin que ésta quisiera cobrar venganza por tal ofensa?- pensaba en voz alta Gryffindor mientras se terminaba de leer la fábula de "Los Tres Hermanos" de los cuentos de Beedle el Bardo que su madre, Annick, le había obsequiado la pasada Navidad tras semanas de incertidumbre sin saber cuál sería su regalo. <<Millie>> fue el nombre que afloró en su consciencia casi de forma espontánea; recordando a su fallecida novia con un dejo de nostalgia y pena, debido a que aquella ocasión el joven no pudo siquiera hacer algo para evitar el triste desenlace de los carismáticos Diggory a manos de los seguidores de Lord Colt, el mortífago más temido de aquellos tiempos futuros de los cuales provenía el fornido muchacho que ahora yacía tendido boca abajo en la calidez de su lecho. Poco a poco, Elros se estaba volviendo un mago muy poderoso dentro de la lista de hechiceros de su clase; tanto así que ese vil sentimiento de rebeldía en contra de La Marca Tenebrosa podía convertirse en un arma que ellos mismos podrían saber manejar para hacerlo dudar de sus convicciones personales para con el bando de la luz. -No... La Orden es parte de mi familia... jamás podría dejarlos. Deja de pensar idioteces, Thomas... no es bueno- se dijo para sí mismo a modo de reprimenda; no sin antes volver a incorporarse con tal de tomar la posición sedente al borde de su cama. -Báleyr... Misterioso personaje del Ateneo de Magia Arcana... ¿No lo crees así? Eh... ¿Brahmsy?- preguntó en voz baja al oír que su elfo doméstico le hacía compañía sentado en el marco de su ventana, observando cómo la nieve no dejaba de caer durante aquella noche de invierno; la misma que estaba agendada como su fecha de visita al viejo noruego de cabellos y barbas entrecanas que sería, desde ahora en adelante, su nuevo maestro. -Mi Señor... Brahms cree que debe marcharse ya... La señorita Rouvás no le esperará más tiempo de lo acordado. Además no es bueno que si usted planea conquistarla...- alcanzó a decir el pequeño, pues el pelirrojo le silenció en el acto con un movimiento ágil de su varita. -No digas sandeces, Brahmsy... Mira que las paredes tienen oídos aquí en casa. Gracias por tu buena disposición y por ordenar mi bolso... Creo que llevaré el abrigo de piel de bisonte negro de papá. No quiero llegar todo lleno de nieve- exclamó poniéndose de pie; para posteriormente coger su equipaje y salir disparado escaleras abajo desde el segundo piso de la mansión de sus padres en Ottery hasta el umbral de salida del vestíbulo. <<Tal vez este Arcano tiene la Piedra de la Resurrección bajo su poder>> reflexionó antes de sumergirse en aquella incómoda sensación de vacío que lo materializó de lleno frente a una gruesa puerta de madera oscura de una vivienda ubicada al norte del Ateneo, aislada del resto de sus pares y de toda la sociedad mágica. Hacía mucho frío, y efectivamente de no ser por el abrigo de Elvis, el adolescente estaría cubierto de nieve en escasos segundos pese a haberse corrido hacia el follaje de un árbol que mágicamente lucía más frondoso que los demás. -Llegas tarde, Athena Rouvás... Ya es muy característica tuya la impuntualidad o gustas de hacerte la interesante, eh ¿Bonis?- susurró sonriendo con los ojos cerrados tras percibir el aura de su amada tan cerca y tan cálida como aquel beso que los unió por primera vez hace ya un buen tiempo atrás.
  12. <<¿Qué es lo que le sucede a Keaton?>> se preguntó Thomas tras mirar de reojo a su profesor de Adivinación; el cual parecía haber sido petrificado con la mirada de un basilisco que de casualidad se hubiese asomado por uno de los vastos ventanales de la sala astronómica de la Universidad Mágica. -Es sólo cuestión de práctica cuando tienes un don, Mía. Tarde o temprano terminas por desarrollar todo su potencial si perseveras en seguir creciendo como un mago o bruja con sus expectativas bien claras, eh. Debes confiar siempre en ti- respondió sonriendo el animago de La Orden del Fénix; correspondiendo el gesto de amabilidad que Zoeh le brindó tras oír con atención cada una de las palabras que el muchacho le recitó con ayuda de los huevos de diricawl. -¡Odio a estas criaturillas! Son terribles, y mucho más fastidiosas que mi hermana Kytta cuando despierta "de malas" por las mañanas de invierno- gruñó con una pizca de repulsión al ver que los duendecillos azulados, que Aries liberó de la jaula, comenzaban a hacer destrozos en toda la estancia de estudios; hecho que por escasos segundos casi le impulsa a desenvainar su varita de pirul y así ayudar a la alumna de Encantamientos con la tarea que Ivashkov le impuso con afán de complicarla. Pero Mía no sólo terminó por enclaustrar a los veinte revoltosos hijos de Satán, sino que también arregló todos los daños que estos produjeron con el material que estaba a disposición de los estudiantes en la cúpula. -¡Muy bien!- exclamó satisfecho el extrovertido hijo menor de Elvis. <<¿Por qué se molestó?>> pensó el pelirrojo tras posar sus esmeraldas en los ojos miel de Antoni, utilizando la Legilimancia para penetrar su mente y descubrir el porqué de su disgusto tras el comentario acerca de la facilidad o comodidad que la asignatura arcana de Videncia podría resultar para Ryvak. Fue así que mientras el director del Departamento de Misterios hacía lo suyo con las cartas; el paladín proveniente del futuro se acercó a Mía con un resto de sigilo y prudencia que siempre guardaba con las chicas a quienes venía recién conociendo. -Creo que quedó muy impresionada con mi lectura a través de los huevos, señorita... ¿Le gustaría que complementase aquello con lo que yo pueda ver a través de sus manos?- consultó el fornido hechicero, al mismo tiempo que extendía sus propias palmas con tal de recibir las de Mía si ésta accedía a que el adolescente hiciera uso de la Quiromancia como otra alternativa a su favor en aquella cátedra.
  13. Nuevo año... Nueva Habilidad Mágica o/ Nick: Thomas E. Gryffindor ID: 113082 Habilidad: Nigromancia Rango Social: Orden del Caduceo Nivel de Magia: XXXVI (36) Fecha aproximada de aprobación EXTASIS o de salida de la Academia (versión anterior): 2011 Nº de conocimientos que se poseen: 13 Link a la Bóveda: Bóveda Nº93543 Link a la Ficha: Ficha #93537
  14. <<Vaya tipo más maleducado>> pensó Thomas en cuanto Ivashkov (como se presentó el muchacho más adelante; cosa que hizo que el pelirrojo fugazmente lo ligara a la familia de Zack) ignoró sus palabras con tal de dirigirse a Mía con un par de preguntas que obviamente iban acorde a su cátedra. -Vaya que has crecido en tu nivel mágico, Ryvak, desde la primera vez que te vi en el Departamento de Misterios siendo un mero empleado más bajo el yugo de Juv. Si quieres ampliar tus conocimientos en Adivinación pues... te insto a que le hagas una visita a Sajag... el Arcano de Videncia que tiene la Universidad. Sé que te iría muy bien explorando esa habilidad, es más... lo presiento, eh- conversó el fenixiano con un dejo de cordialidad inherente en él; justo en el preciso momento en que Aries les habló en medio de todo el silencio que Keaton estaba desbordando desde su arribo a la sala. -Pensé que usted no tenía un nombre... señorito. Es curioso que un adolescente sea maestro de Encantamientos. Cualquiera diría que apenas está aprendiendo a limpiarse luego de ir al baño... sobretodo siendo un simple "humano" ¿No lo cree profesor Ravenclaw? No creo estar muy errado ¿O no?- platicó Gryffindor con bastante ironía; sentimiento que le iba muy bien cuando alguien no le caía en gracia o le daba mala espina (desconfianza). Cuando el docente anexo les encomendó una tarea para rellenar el vacío temporal que estaba dejando Keaton; el paladín no le miró con muy buena cara, pero sabía que de buenas a primeras debía efectuar todo lo que se le pidiese para cumplir con las expectativas del conocimiento que anhelaba incluir a su repertorio actual de sapiencias mágicas. Pese a ser un excelente vidente; Thomas no manejaba muy bien la clarividencia con bolas de cristal; es más, trataba de evitar esas lecturas al hacer un mejor uso de una copa redonda transparente del mismo material y llena de agua. Fue por eso que el fornido animago optó por la ovomancia como primera alternativa para indagar en el futuro de Mía, y así conformar una historia coherente con la vida misma de la joven bruja. Con delicadeza, extrajo seis huevos de diricawl desde su bolso con hechizo de expansión indetectable; y posterior a clavar sus esmeraldas en los ojos azul grisáceos de Zoeh (susurrando su nombre tres veces) dejó caer las yemas, una tras otra, en un recipiente metálico que había tomado prestado de la cocina de su hogar, sin el consentimiento de las elfinas domésticas. -Mía Zoeh, la niña que fue separada de su madre y criada por una familia de muggles. Peculiarmente inmortal desde la infancia, pero ahora luce como una doncella ¿Raro no? Tus ansias de conocimiento te harán crecer en este mundo que te fue arrebatado de pequeña, y serás una hechicera muy poderosa si conservas tu perseverancia. Aquel medallón que tienes para avisar el peligro... no te alejes de él, pues te salvará la vida en una competencia de tiro con arco a la cual asistas en un tiempo más- recitó Gryffindor con una perfecta sincronía, respirando más pausado para recuperar las energías que invirtió en el sutil trance en el cual cayó para hacer uso de sus destrezas.
  15. -Queda cada vez menos tiempo para regresar al futuro definitivamente- pensó en voz alta Gryffindor mientras paseaba, de un lado para el otro, en su habitación ubicada en el piso superior de la mansión de sus padres. Cierto pesar ya empezaba a embriagar su garganta al reflexionar sobre cuáles podían ser los cambios que su estadía en el pasado ya habría ocasionado en el incierto espacio temporal del cual provenía; pero, pese a que esto pudiera ser para bien o para mal, su principal objetivo en descubrir quién había sido el traidor y principal actor en la muerte de Elvis y Annick, a manos de La Marca Tenebrosa, aún no estaba completado. De pronto, justo cuando sus nalgas se posaron a los pies de la cama, un rayo se hizo presente frente a su nariz; iluminando de lleno la estancia y encandilando en parte la visión que sus esmeraldas le proporcionaban a diario. -¿Una nota?- se preguntó curioso mientras cogía el pequeño pergamino entre sus manos; cerciorándose de que el origen de aquel misterio se remontaba a la Universidad. -Vaya, ya creía que la clase de Adivinación se había postergado por las fiestas del mes de Diciembre- suspiró tras emitir esa frase, la que se acompañó de un ágil levantar que impulsaron sus pies rumbo al armario de donde sacaría todo lo que le fuese necesario con tal de quedarse con la certificación de aquel conocimiento que se complementaba con su mente. Tras una aparición un poco molesta, debido a los mareos que en ocasiones le producía aquella sensación de succión que lo trasladaba de un sitio a otro; Thomas encaminó su andar hasta el área donde su profesor le había citado. Era la conocida cúpula astronómica del Ateneo, la misma donde se dictaban las cátedras que eran influenciadas por las estrellas y la luna, satélite natural de la Tierra que hoy refulgía con esplendor en el gran manto nocturno. El frío tampoco se quedaba atrás, debido a que el invierno se había apoderado de Londres con el arribo navideño; tanto así que el pelirrojo tuvo que cubrir su cuerpo (ya abrigado con: pantalón de jeans oscuro, sweater crema de cuello subido que su hermana Ley le había tejido, zapatos de cuero café) con una gruesa capa de viaje que Athena le regaló el mes pasado tras un fugaz viaje a residencias griegas. -Buenas noches caballeros y señorita. Soy Thomas... el alumno que viene por Adivinación- saludó el fornido mago a las cuatro personas presentes; dentro de éstas estaba Keaton Ravenclaw, a quien precisamente buscaba. -Es la Sala Astronómica, señorita Zoeh... Creo haber escuchado bien tu familia ¿O no Mía?... ¡Ah! Antoni, un gusto tenerte por acá... ¿Vienes por Adivinación?... ¿Y usted es?- consultó el paladín fijando su mirada en los grisáceos orbes de un joven que no aparentaba tener más de dieciocho años de edad, y que acompañaba al vampiro junto a las bolas de cristal y los juegos de loza de té que bien conocía desde su pasar con Sajag en Videncia.
  16. Para cambio de Subtítulo: Subtítulo deseado: •~Maestro Pokémon~• Premio obtenido: Mejor Cabaña - Gala de Navidad 2017 Para llaves: Llave (Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw, Slytherin o Maestra): Maestra Premio obtenido: Mejor Cabaña - Gala de Navidad 2017
  17. Un nuevo Conocimiento para un nuevo año... ¡Vamos por Enero! Saludos directores... Espero que la clase sea muy provechosa xD * Nick: Thomas E. Gryffindor * ID: 113082 * Conocimiento: Adivinación * Nivel de Magia: XXXV (35) * Link a la Bóveda: #93543 * Link a la Ficha: #93537
  18. -Voy a morir aquí- pensó Thomas luego de meditar acerca de todo lo que estaba pasando durante aquella batalla contra los Uzza. Verdaderamente Runihura era una rival muy poderosa a vencer, y poco a poco el muchacho sentía que perdía las fuerzas para hacer frente a situaciones que le ponían cada vez más en jaque. Por la consciencia del adolescente pasó aquella idea descabellada de usar las energías del caos para tratar de sanarse de sus males; pero era una alternativa muy peligrosa en manos de la suerte, así que la descartó a sabiendas de que igual perdería pronto. La Vara de Cristal de la guerrera era hermosa y mortífera, tanto así como el rayo que fue dotado de las cualidades de un efecto; causando que múltiples heridas cortantes brotaran en su musculoso pecho que ahora estaba cubierto de dolor y sangre. <<Episkey>> pensó primeramente el pelirrojo para detener un poco la hemorragia, teniendo en cuenta que tarde o temprano debería volver a reiterar aquella jugada; sintiendo lástima de haber ocupado ya la Curación. <<Episkey>> volvió a utilizar el mismo conjuro no verbal, sanándose por completo del Cinaede de la tiferim. -El tiempo se está agotando... ya no sé cómo revertir esto- susurró en voz baja; mirando a Mei con cara de compasión. Gracias a Merlín, el Aura de Confusión funcionó como lo tenía pronosticado el paladín; de no haber sido así, el silencio sepulcral ya habría invadido todos sus sentidos, sumergiéndolo en aquel abismo sin retorno ni fin.
  19. Cierto malestar en la cabeza aquejó a Thomas justo antes de tratar de realizar su segunda acción. Era como si una brecha temporal se hubiese conformado de la nada, afectando su raciocinio y su capacidad analítica durante aquella batalla contra ambos Uzza. -Pero... ¿qué demonios pasa?- se alcanzó a preguntar el muchacho justo cuando un trío de cuerdas impactaron en él sin que pudiese hacer nada con tal de evitarlo; una de ellas atándole la boca, la otra los brazos hacia los costados del torso (sin soltar su arma que estaba firmemente empuñada), y la última de ellas en los tobillos, causando que el chico perdiese el equilibrio y cayese irremediablemente al piso del monte. Fue así que con la ayuda de su habilidad para contorsionarse fácilmente y aprovechando de que las tres cuerdas aún no estaban lo suficientemente tensas; Gryffindor se dobló por la cintura con el afán de aproximar, lo más posible, las sogas de su boca y manos, y con una palabra mental certera pensó simplemente en "Evanesco"; haciéndolas desaparecer a excepción de ésa que se aferraba a sus tobillos. -Esto va a ser más complicado de lo que pensaba- musitó aún en el suelo. La atención del veinteañero se fijó aún más en la tiferim, quien parecía estar divirtiéndose con todo lo que estaba sucediendo en la contienda; hecho que instauró en Elros cierto recelo que se manifestó en su fisonomía, al igual que el brillo a fuego vivo que destellaron sus dos esmeraldas. Sin más miedos ni inquietudes, y no importándole estar en el piso; el paladín cerró sus ojos y concentró al máximo sus energías para invocar el "Aura de Confusión"; surgiendo una tenue neblina grisácea alrededor de los guerreros, la que les obligaría a utilizar "Lumos" por un buen tiempo. Ahora bien, sin olvidarse de su rival; Thomas se afirmó de su Vara de Cristal y apuntó hasta Runihura pensando en un "Embrujo Punzante". Gracias al poder de su cayado azul, el rayo en sí no se manifestaría; al contrario, la reacción alérgica producto del conjuro brotaría de la nada en el rostro de la Uzza, obsequiándole una cuota de dolor agudo en conjunto con impedimentos notorios de una visión clara. Fue así que finalmente el púber optó por apoyar sus manos sobre la superficie, y con un único movimiento se puso de pie (con los tobillos atados) previamente a realizar una "Curación", efecto no verbal que aliviaría los malestares del Cinaede inicial que la morena le lanzó.
  20. Elros estaba encerrado en su alcoba hace un par de horas desde que el alba tocó su ventanal traspasando el visillo previo a su cortinaje grueso, el cual se le había quedado a un costado por falta de tino durante la noche, lo que le llevó a despertarse más temprano de lo habitual. La invitación de su compañera Bel a su matrimonio en el castillo Evans McGonagall le había llegado a sus propias manos desde las delgadas de su elfo Brahms; aunque también tenía la noción de que la fenixiana habría de invitar a toda la familia Gryffindor al ser unidas en cuanto a los ideales de La Orden del Fénix se refiriese. -Vaya drama el tener que vestirse formalmente para luego ensuciarse y comer como si el mundo se fuese a acabar ¿No lo crees Brahmsy? A todo esto... agradécele a Rhaenya por el planchado del traje. Si no fuese por ella o Dido... no sabría qué hacer frente a este tipo de cosas algo... ¿domésticas?- expresó el chico pelirrojo mientras se peinaba, con un poco de gel alisador para el cabello, mirándose seriamente en el espejo de su cuarto de baño. -Amo... Brahms le pide permiso para retirarse a la cocina. Eneas y Tanis me esperan para poder ir a los huertos traseros de la mansión. Brahms tiene que cosechar unas calabazas para la festividad de Halloween- dijo el pequeño de orbes marrones; recibiendo un gesto de aprobación con la mano por parte del veinteañero que ahora se apretaba una incómoda y peculiar espinilla en el mentón. Los últimos sueños recurrentes sobre acontecimientos en el Templo de su Clan le tenían muy nervioso; ya que pese a que hace un buen tiempo que no pisaba el Bosque Prohibido, sabía por las energías de su corcel que todo marchaba tal y como Uther lo mandaba, bajo las normas de un grupo de hermanos que compartían las mismas convicciones. Tras bajar por las escaleras hasta el vestíbulo de la morada de sus padres; el muchacho vestido de azabache se encontró con Orión, el gato siamés de su madre; a quien tomó cariñosamente del lomo y lo apegó a su tórax para acariciarle mientras cruzaba la puerta de salida hacia los jardines... Debía de apurarse o Rouvás le colgaría de su mejor parte corporal. -¡Mamá!- gritó al ver que Annick estaba caminando sobre el césped junto a su "yo infante" y los dos perros: la golden y el samoyedo. -¡Buen día, má! Le avisé a papá que iría al matrimonio de Bel... Athe me espera... ¿Ustedes irán?- consultó sin soltar al gato de entre sus brazos; el mismo que se erizó un tanto al ver a Pólux y a Kyara cerca, revoloteando y jugando entre ellos.
  21. Tras saludar a ambos guerreros en la cima de la réplica del Monte Catalina; Thomas aprovechó unos breves minutos de silencio e incertidumbre para limpiar sus ropas de la tierra que se había impregnado luego de ascender por aquella peligrosa pendiente montañosa que no todos se atrevían a escalar. Estaba vestido cómodamente con una sudadera sin mangas de color azul marino con un estampado de las reliquias de la muerte en el centro, una bermuda de jeans algo oscura, zapatillas níveas muy ligeras, un jockey que combinaba con la polera (para capear los rayos del sol), y un cinturón bruno que afirmaba su pantalón corto con tal de que éste no se resbalase con el roce del movimiento de sus musculosas piernas ante la actividad de trekking. -¡Mei! Buenos días para ti también- exclamó Gryffindor en cuanto escuchó la voz de su líder, quien se le aproximó con una cálida sonrisa que él correspondió de inmediato. Parecía ser que Delacour había entrenado tan duro como el muchacho; hecho que hizo al paladín sentirse mucho más confiado tras oír las indicaciones (o mejor dicho "insinuaciones") de Runihura en relación al duelo de vinculación. -¿Estás lista amiga?- le preguntó en un susurro a la trasandina, sin olvidar desenvainar su varita de pirul en mano diestra. -Merl...- alcanzó a pronunciar el adolescente, pues sus ojos se habían logrado abrir como platos al ver que la Uzza le apuntó directamente a él; sintiendo que su garganta se cerraba, asfixiándole con un ponzoñoso gas invisible que era producto del funesto hechizo de la tiferim. <<Anapneo>> pensó ágilmente, destapando sus vías respiratorias con el afán de tomar una vasta bocanada de aire para recuperar el aliento. Por otra parte, el adolescente sabía que en sus siguientes turnos tendría que recuperarse de los efectos del veneno, porque el nivel mágico de Runihura era tan alto como el de Khufu; y por otro lado no estaba dispuesto a arriesgarse a haber usado la Rueda del Tiempo con un hechizo tan mortífero como lo era el Cinaede de una bruja de la Orden de Merlín. El minuto exacto había llegado; por lo que el cayado zafíreo del pelirrojo se dejó ver apenas verbalizó "Vara de Cristal"; y apuntando hacia el pecho de Runihura dijo: "Sectumsempra"; teniendo fe de que Mei se encargaría del nesedy si éste trataba de atacarle.
  22. -Athe... ¿Qué planeas hacer con tu va...- fue lo que alcanzó a decir el muchacho luego de percatarse de que su bella acompañante tenía afirmada su arma de duelos a un costado de su cuerpo, como queriendo resguardarla; pero su sagaz e intrépida pregunta se respondió con una invocación de ésas que conocía a la perfección. Un trío de cuerdas salieron despedidas y se enrollaron en las piernas de Gryffindor, quien cayó al piso de la cocina tras un leve empujón que le dejó sentado y sin la mera posibilidad de poder levantarse con la agilidad que le caracterizaba, menos con Rouvás "encima" de él y de sus partes ¿íntimas?. -Siempre es una buena opción el poder desmemoriarte a tiempo, mujer. No quiero problemas con mi mamá... menos en temas de comida. Ya sabes cómo se ponen las madres cuando se sienten algo superadas por las ¿nueras?- platicó Elros, no pudiendo evitar sonrojarse y que las hormonas se le revolucionaran un tanto; demostrándose por el aumento de tamaño de cierta parte que le puso más incómodo y con ganas de que la griega prontamente saliese de ahí o tendría que atenerse a las consecuencias. -¿Aprovecharte? ¿De qué habla...- un silencio se conformó con el beso que fundió una vez más los labios de los paladines; prendiendo aún más la llama del púber que odiaba controlarse. -Deberías habérmelas atado, Bonis... Tú sabes que soy impredecible- contestó tras ver que las cuerdas desaparecían; al mismo tiempo que se auto-obligaba mentalmente con un "bájate ya", antes de aceptar ambas manos de la funcionaria del Concilio con el propósito de prestarle la ayuda necesaria para incorporarse nuevamente a su postura bípeda (no podía quedar en evidencia, pese a que Athena debió haber sentido "algo diferente" tras el paso de los segundos). -No vengas con advertencias... Seraphina será tu obligación. Aunque igual espero la llegada de un lindo wampus que compré el otro día... Creo que le llamaré Shere-Khan- platicó, no olvidando coger la bandeja de plata con todo lo que llevaría hasta el vestíbulo del taller mecánico donde le esperaban Helike con Matt. -De nada, señorita de los tobillos frágiles... pero aguarda a bebértelo todo con los chicos; no creo que sea de buena educación llegar con la taza vacía ¿No lo crees?- le dijo guiñándole su ojo izquierdo, para posteriormente avanzar por el pasillo hasta la sala de estar. -¿Todo bien chicos?- consultó sonriendo a sus invitados especiales, esperando que nadie preguntase por el motivo de la demora. @ @@Matt Blackner
  23. -¿De veras? No... si yo soy un tramposo, tú eres Morgana en persona, linda Bonis- respondió dándole la espalda a su "amiga"; no con el propósito siquiera de desviar la mirada, sino porque estaba tan concentrado preparando todo lo que le llevaría a sus invitados que no deseaba equivocarse en nada; pues el mínimo error podría costarle un fuerte dolor de estómago, y ni hablar de la diarrea o los molestosos cólicos. -Puedes cobrarme lo que quieras en el ring de cuatro perillas que armamos en el Bosque Prohibido la otra noche ¿O ahora no recuerdas todo lo que sucedió? Aunque te creería que fuese así, pues aún estoy al tanto de todo el alcohol que tomas a diario... de ahí el problema que tienes con el manejo en escobas ¿No? Nadie podría conducir en estado de ebriedad todo el día- refutó el muchacho con ansias de que Athena se "picara" aún más con esas falsedades que obviamente Gryffindor inventó tratando de sacarla de sus casillas. -Yo creo que sí- contestó a su primera interrogante, al mismo tiempo que depositaba los bocadillos en una elegante bandeja de plana europea fina. -Es lo más probable, Athe. De todos modos no era necesario que tú o Matt se fuesen de la Vulca. La práctica de duelo estaba programada en el sótano del taller... o mejor dicho una gran cueva donde se funden los metales que después ocupamos para reparar- agregó en tono convincente. -¿Te estás negando a cuidar de Seraphina? Pero qué actitud más rebelde para un primer día de trabajo, señorita Rouvás. Esto es motivo de despido... Creo que tendré que ir a hablar con Cye para que el CCU fiscalice el contrato que firmas... Ah, cierto... No has firmado nada ¡JaJaJaJaJa!- rió de todo lo que había dicho, sinceramente un mar de palabrotas que no tenían sentido ni lógica. Aquella serpiente cornuda que arribaría a su negocio era un obsequio de su hermana Kyttara por su cumpleaños número veintidós (el mismo que la griega pareció olvidar); y el nombre que Elros escogió hacía honores a Seraphina Picquery, la presidenta histórica del MACUSA en 1926, quien perteneció a la casa de "Horned Serpent" en el Colegio Ilvermorny de Magia y Hechicería en Norteamérica. -Claro que éste es el chocolate caliente al que llamo "submarino"... Parece que te gustó, eh. Le puse un poco de canela y clavos de olor... Es uno de los secretos de mi madre... No se lo vayas a decir a Annick o me mata- platicó sonriendo, ahora mirando fijamente a su acompañante que ya se había animado a dejar el marco del umbral hacia la cocina. -¿Valentina? ¿Valentina Ricci? No me digas que esa... perdón, que ella trabaja ahora en Magic Mall- consultó estupefacto.
  24. Cierta curiosidad aún rondaba en los pensamientos de Elros al recordar todo lo vivido en aquel viaje a través del tiempo que le llevó junto a Mei y Runihura a un escenario donde se desarrolló una épica batalla contra el ejército nórdico de los vikingos; pues le resultaba un tanto confuso que una guerrera Uzza estuviese tan interesada en un hito histórico que afectaba a los europeos, los mismos que de cierta manera profanaron su arte y sapiencia con magia tenebrosa o tecnología muggle acorde a la sociedad y a la era que se experimentaba. El chico memoraba con nostalgia aquellos tenues rayos de sol que traspasaban las ramas frondosas de los árboles luego de cruzar el portal de regreso a casa; los efectos de dicha brecha dimensional no se comparaban con la vasta satisfacción personal de haber logrado el objetivo que la morena les planteó desde un inicio de la clase; y ahora estando ya en la comodidad de su lecho en la mansión Gryffindor podía discernir parte de la madurez que obtuvo a través de una experiencia límite como ésa. -Y si papá se entera de esto...- interrumpió a Kyttara llevándose el dedo índice hacia su boca fruncida en señal de que ésta hiciera silencio. -No tiene que enterarse, hermana. Cuando pueda iré al Magic Mall por más pociones para cubrir el stock que hay de Vigorizantes en la botica familiar. Las necesito... y bien lo sabes- refutó el pelirrojo, no sin antes sacar a la fastidiosa mujer de su habitación, empujándole hasta la puerta y cerrándosela en su nariz. -Y si no te quedas callada... Ya verás lo que le hago a Seraphina- añadió el adolescente del otro lado de la alcoba; ya solo. Era cierto; Elvis lo mataría de llegar a enterarse de que se había consumido todas las pócimas para recuperar las energías y fuerzas requeridas en las invocaciones que Ruhinura le encomendó practicar antes del duelo final que le vincularía al Libro de las Auras; pero todo era por una buena causa. Ya le bastaba con mentirle a su madre cada vez que ésta percibía las fluctuaciones de céfiros que rodeaban el hogar; diciéndole que se trataban de suposiciones que ella misma hacía al ser una poderosa paladín del clan fenixiano. Días pasaron, y con cada jornada de práctica Elros se sentía más confiado y asombrado de lo que su varita podía hacer; pero lo que más le mantenía firme era la gran convicción que ayudaba a que su cuerpo se acostumbrase mejor a los efectos físicos que las seis auras provocaban en él. -Amo Thomas... Ha llegado una carta de la Universidad- exclamó Brahms, su elfo de ojos marrón. -Brahmsy... Es hora de alistar mi mochila expansible. Preocúpate de poner todo lo que te dije... por mientras yo tomaré una ducha y cogeré algo para desayunar- ordenó el animago, al mismo tiempo que se despojaba de sus ropas para entrar desnudo al cuarto de baño. En su privacidad, el adolescente se miró por un santiamén al espejo; sonrió y se sumergió en la tina repleta de burbujas. El agua estaba tibia y agradable, pero eso no le impidió hacer de ese momento algo expedito. Debía de llegar pronto al valle bajo la réplica del Monte Catalina; pues tendría que escalarlo hasta la cima sin el empleo de magia, aunque no sabía bien si usar la destreza de una de sus criaturas sería considerada como falta al reglamento que la Uzza interpuso antes de afrontar el duelo contra Mei (según lo que pensaba). Tras tener todo listo y dispuesto para su viaje, con el estómago lleno y la vestimenta adecuada para realizar trekking bajo el potente sol mañanero de Octubre; Gryffindor salió hacia los jardines traseros de la morada y se sumergió en un portal que lo plasmó de lleno en las faldas del cordón montañoso artificial. Al notar que Delacour no estaba en las proximidades, y sin sentir su aura paladín cerca; optó por emprender el ascenso en solitario, llevando consigo una cantimplora metálica con agua helada con el afán de hidratarse de vez en cuando. <<Espera... ¿Escuché bien? ¿Decía contrincantes en la carta?>> reflexionó para sí el veinteañero apoyándose en una roca; tratando de recordar los que Brahms leyó en su dormitorio en cuanto arribó el mensaje universitario. Con aquella duda en su consciencia; Thomas logró llegar al punto exacto de reunión, sintiendo que sus piernas estaban tan firmes como sus ganas de vencer en la contienda, pero para la sorpresa del aprendiz Runihura no se hallaba sola; Khufu, el guerrero de Los Ancestros, le hacía compañía. -Buenos días, maestros. Es un honor compartir con vosotros esta mañana- se limitó a saludar el púber, sonriendo de medio lado.
  25. Con la visión un tanto nublada; Gryffindor logró distinguir que solamente uno de los dragones había sido afectado por su hechizo, lo que le disgustó bastante (sensación que se plasmó en su agotado rostro) en el santiamén que sus piernas flaqueaban y sus manos se deslizaban por el cayado zafíreo; llevando su cuerpo hasta el suelo cuando una potente llamarada escarlata emergió de la boca de una de las aladas criaturas con el afán de carbonizarle. -Buen revés, Delacour- pronunció con dificultad, tratando de sonreír para no demostrarle debilidad ante la adversidad a su compañera y líder; pues el muchacho no era de aquellos que prefería que una mujer le salvase la vida sin hacer nada para remediar su ineptitud. -Tra... tranquila Mei, tengo algo por ahí... ¡Accio Vigorizante!- susurró apuntando con el extremo distal de su varita hacia la mochila que estaba tirada en el piso a unos metros de su actual ubicación; conjuro que hizo volar un frasco con un líquido verde resplandeciente que ágilmente destapó (luego de atraparlo) y se llevó a la boca, bebiendo todo el contenido de un único sorbo como si no hubiese ingerido en días. -Ahora me siento un poco mejor; aunque creo que no podré usar otra aura o terminaré en San Mungo o peor... en el cementerio del Valle de Godric- aclaró mientras se apoyaba de su aliada para recuperar la posición bípeda que le permitió alzar la vista hacia el horizonte y ver que la batalla aún continuaba sin un claro vencedor. Su Vara de Cristal ya no le acompañaba; y el colacuerno que restaba pronto se recuperaría de los efectos de la Conjuntivitis; había que actuar pronto o la contienda la perderían. -Runihura necesita ayuda, Delacour... ¡Ve con ella! Yo me encargo del otro dragón- le expuso a la argentina, no sin antes despegarse de ella; aunque su cuerpo tambaleó sutilmente por la pérdida de equilibrio que experimentó al no tener más el pilar de apoyo que Mei le brindó por breves instantes. Alejándose de su amiga, y tras percibir que el jinete retomaba el control sobre la criatura; Thomas emprendió una carrera mortal con su varita firmemente aferrada en su diestra. Al ver que su enemigo descendió a ras de piso con tal de interceptarle de frente; esperó una prudente distancia menor a siete metros en línea recta e invocó "Fuego Púrpura" antes de lanzarse hacia la derecha en un sagaz movimiento corporal que impidió que el "inconsciente dragón" lo dañase por la colisión. Una nube de polvo inundó la zona próxima al impacto; y luego de un efectivo "Desmaius" sobre el jinete, Elros pronunció "Kiorke" para hacer surgir un látigo color azul neón que se enrolló en el cuello del colacuerno sumergido en un breve letargo en los brazos de Morfeo. ¿Cómo estaba Mei? ¿Cuándo la Uzza los regresaría a su época? Nadie lo sabía...

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