Jump to content

Dovakhin Haughton

Magos
  • Mensajes

    318
  • Ingresó

  • Última visita

  • Días ganados

    2

Todo lo publicado por Dovakhin Haughton

  1. Holu Mami Moni! Entre hoy y mañana respondo el rol. Estuve tapado de trabajo por eso no conteste antes :( tkm

  2. Fundido a Negro. Un plano panorámico nos pone en escena. La oscuridad acapara la mayor parte de la avidez en donde a duras penas se nos permite distinguir el entorno, lo que parecen ser árboles naciendo del agua exageran la sombra de una noche fría que desde el primer momento nos invita a adentrarnos en la plenitud del lugar. Sólo la Luna ilumina una pequeña parte de aquél todo, y el silbido del viento parece tararear una canción introductoria a una historia que quiere ser contada. Poco a poco, parece ser menos difusa la imagen a medida que la vista se va acercando más a un punto específico, dejando ahora en segundo plano el entorno y centrándose en lo que a la distancia pareciera ser un cuerpo. Los búhos hablan en su idioma, entre ellos. También se escuchan variedad de animales nocturnos acechando en su escondite esperando el momento exacto para dar con su presa y tomarla desprevenida. Al margen de lo natural, se percibe un ambiente mágico en el aire, a lo lejos pareciera sonar unas campanillas que se mezclan con el eterno piano característico de una película de suspenso, y así, un coro de elfos le da el toque final a la música imaginaria que sólo podría escucharse estando en aquél lugar, en ese preciso instante, más no en cualquier otro momento. Para ésta altura, el plano ya nos devela lo que aquél pantano custodia con recelo. Se puede ver claramente a Dovakhin postrado en la última porción de tierra, a orillas del agua, acostado en el lodo con su característica vestimenta. Una túnica, zapatos y traje, todo del mismo color renegrido. Su ropa contrastaba casi a la perfección con la palidez de su rostro, y allí yacía el mago, en un aparente descanso eterno, con su varita en la diestra como si ni aún muerto dejase de dar pelea. De repente, la calma, la tranquilidad del lugar se vería interrumpida. Una sorpresiva y profunda inhalación de aire, una bocanada de oxígeno invadió sus pulmones y a continuación sus ojos, por primera vez en mucho tiempo, volvieron a abrirse. Contempló unos momentos el mar de oscuridad que le regalaba el cielo, prontamente una estrella comenzaría a brillar una tenue y tímida luz que al cabo de algunos segundos se transformaría en un brillo intenso y radiante, a su lado aparecería otra, y luego otra, y así hasta llenar el firmamento. Aún en el suelo, notó que sostenía su varita y levanto su diestra para ponerla frente a su rostro y contemplar a su compañera. La observaba con extrañeza, en sus recuerdos no hallaba la respuesta que buscaba, ¿Cómo había llegado hasta ahí? ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Había sido derrotado finalmente por alguien? no concebía la idea de eso último, pero era la única explicación lógica que se le ocurría en esos momentos tras despertar de lo que aparentaba haber sido un largo sueño. Justo cuando estaba inmerso en sus pensamientos, el aleteo inconfundible de una lechuza lo sacó del lapsus, miró automáticamente hacia arriba de nuevo para ver el momento justo en el que una de esas aves volaba sobre él y dejaba caer una carta que lentamente, danzando en el aire iba aterrizando sobre él. Al tocar su pecho la tomó con su zurda se dispuso a leer su contenido. Tras abrirla, entendería rápidamente el mensaje, era conciso, no tenía demasiada información más que una simple frase. "Es hora de volver" Entonces se incorporó y por primera vez después de muchos años pudo ver su reflejo en el agua de aquél pantano. Había cambiado, tenía la barba muy crecida, las arrugas comenzaban a mostrarse en su rostro que ya había recuperado su color original. Inhaló profundamente por última vez y se embriagó del aroma a tierra mojada y verde que le regalaba la naturaleza, y sin decir una sola palabra, emprendió el viaje de vuelta. • • • Un lugar al que regresar Tenía mucho en lo que pensar, algo dentro de él se sentía diferente y desconocía el por qué, tal vez su coqueteo con la muerte le habría cambiado las perspectivas o tal vez simplemente fuera la vida misma quien se encargase de ello, era confuso, pero por otra parte revelador. Sin darse cuenta había comenzado a entender la existencia como un equilibrio entre el vivir y morir a cada instante, lentamente, después de todo era lo único que tenían en común todos los seres sin importar ningún tipo de distinción, después de todo aquello de morir siempre lo había visto como algo muggle y al final de cuentas parecía comenzar a sentirse identificado con ellos. Ya no era imbatible, ya no era un ser movido únicamente por la sed de sangre y combate, y aún más importante, ya no sentía odio a pesar de querer sentirlo. Algo se había apagado. Visto desde ese lado las cosas podían entenderse de cierta manera, sin embargo, había otra visión en juego y era la que aún no terminaba de aceptar debido a su orgullo y también por el motivo de que la otra, era la única forma de ser que conocía desde siempre. Pero no podía negar que ahora estaba en el medio de dos versiones de sí mismo y aún no sabía cual de las dos le gustaba más, pues aquella positividad que se había adueñado de sus pensamientos, se sentía cálida, como si le hiciera bien de alguna extraña manera. Finalmente había llegado. No había usado su escoba, no viajó en tren, no se transportó de ninguna manera ni hizo escalas ni paradas en ningún momento. Todo el trayecto lo hizo caminando y se veía exactamente igual que cuando despertó en el pantano. Su ropa, llena de barro, su barba de años, y su rostro... su rostro sonriente, por primera vez en la vida sonreía de alegría y no de malicia. Claramente su familia no lo conocía así, pero era su familia, y era su hogar o al menos eso pensaba él. ¿Lo eran aún?. Parado frente a las puertas del castillo Haughton lo contempló un momento, todos sus recuerdos lo invadieron de repente, sabía quién había sido, estaba seguro de que no lo reconocerían pues ni siquiera él se reconocía a sí mismo, pero de todas maneras tenía que presentarse y ver qué pasaba después. Abrió las puertas del exterior y avanzó a paso firme hacia la entrada principal. No golpeó, de repente las puertas se abrieron de par en par y dio unos cuantos pasos hasta quedar justo en medio del hall de entrada. Miró a su alrededor y esperó encontrar a alguien aunque si el hogar contaba con algún sistema de reconocimiento posiblemente lo encontrarían a él antes que él a alguien más, por lo que prefirió ahorrarse un poco de tiempo y habló al aire. —Regresé. Soy Dovakhin— Esperó a ser recibido. Tenía la esperanza de que su madre estuviese presente, pero realmente cualquiera que lo recibiera estaría bien ya que quería un baño caliente y su habitación, pero después de tanto tiempo, entrar sin avisar podría ser algo perjudicial, y además, ni siquiera sabía si su familia lo creía muerto, o si de hecho aún lo quería allí. @Monica Malfoy Haughton @Cualquiera que me atienda.
  3. Aaaaaa la vida del trabajador no me da tiempo para rolear x.x quiero volver i need

  4. Se rolea por acá o klk? deje su cv en los comentarios (?)

    1. Mostrar comentarios anteriores  4 más
    2. Dovakhin Haughton

      Dovakhin Haughton

      Como es una buena idea, no se me podía ocurrir a mi xD si nadie me contesta hago una fogata (?)

    3. Cillian Haughton

      Cillian Haughton

      Yo te puedo responder (? soy tu tío aunque aún no sé que soy tu tío (?

    4. Dovakhin Haughton

      Dovakhin Haughton

      Eee tarde medio año pero hice un post jajaja xD si aún querés contestarme toy en el castillo :P

  5. Qué pasó acá! 😧 cambió tutto!!! 

  6. Niño prodigio, joven y talentoso, luego adulto y cansado. Dovakhin rememoraba su vida, aquellas experiencias de antaño que lo supieron llenar de emociones y de objetivos, sus viajes por el mundo, los dragones... Hubieron tantas cosas que disfrutó sin darse cuenta que ahora todo se volvía un poco más triste. Se estaba despidiendo a su manera pero de alguna forma sentía que no había dejado un legado, se sentía vacío de alguna manera. Por esa misma razón había decidido esconder sus escrituras, sus memorias, en algún lugar seguro donde alguien más pueda encontrarlas y aprender todo lo que él escribió allí durante tantos años. Contemplaba la librería de aquella esquina desde la vereda de en frente, su libro estaba oculto debajo de la túnica y listo para ser guardado en secreto. Se adentró al lugar y se dirigió directamente a la zona donde se podían encontrar los mejores libros de los magos más famosos. Allí puso el suyo y se dispuso a retirarse, sin embargo una muchacha lo detuvo confundiéndolo con un trabajador de la librería y le preguntó dónde podía encontrar Los cuentos de Beedle el Bardo sin embargo Dovakhin no le supo contestar y la muchacha siguió su camino. Al hacer dos pasos vio en una de las filas y filas de libros, uno gris, era justamente el que buscaba la joven pero al voltearse para avisarle no la vio mas por lo que tomó el libro, lo abrió y comenzó a leerlo allí parado. Se detuvo para toser y continuó su lectura. "El mago y el cazador Saltarín Había una vez un anciano y bondadoso mago que empleaba la magia con generosidad..." Ya había leído todos aquellos cuentos cuando niño, sin embargo ahora de adulto su mensaje era aún más claro que antes. A medida que leía más líneas del libro, más recordaba su pasado con añoranza, sin embargo cuando cayó en cuenta de que estaba leyendo un libro en medio del paso de la gente levantó la cabeza y vio de frente a un sujeto bastante atlético de cabello castaño, aparentaba su edad o quizás un poco más. Su condición de demonio parecía dejarlo exento de la vejez pero no de las enfermedades, aquello le daba más dolor de cabeza todavía ¿cómo podía ser que alguien terminase así por una enfermedad? él, que había hecho de todo en su vida, que se había enfrentado a muerte con tantos magos y brujos excepcionales logrando salir airoso de cada enfrentamiento muriendo enfermo, era inaceptable. Aún estaba invicto en enfrentamientos, nadie nunca le pudo ganar un duelo, sin embargo parecía que el cáncer le rompería el invicto. Eso lo llenaba de Rabia. Extendió el libro con el brazo al hombre, de apariencia era más joven, sin embargo Dovakhin tenía muchos más años de vida de los que aparentaba. —Toma niño, lee algo interesante— Exclamó con seriedad. @@Matthew B. Triviani
  7. Dovakhin se abría paso lentamente entre la gente mientras avanzaba lentamente por el Callejón Diagón. La seriedad en su rostro estaba presente como una característica infaltable para él, sin embargo estaba de pie y caminando por su propia terquedad pues no deseaba en lo absoluto pasar sus últimos días postrado en una cama. Nadie sabía de su situación y tampoco pensaba revelarla, sentía pena de si mismo y detestaba la idea de darle lástima al resto así que decidió disimular todo lo posible y que quienes lo conocían, no lo encontrasen extraño. Si iba a irse de éste mundo, al menos lo haría con honor y sin perder la reputación que los años le habían dado. Vestía una túnica negra y unos zapatos del mismo color, sus pies de adelantaban uno ante el otro de manera relajada mientras que sus orbes vislumbraban los diferentes negocios de la zona, algún lugar sería idóneo para descansar un rato. Venía pensando en su familia, en el pasado. Pensaba en los amores que lo ilusionaron y le arrebataron algo de aquella oscuridad con la que siempre se sintió cómodo, y también pensaba en las veces que todo perdió la importancia y volvió a refugiarse en la oscuridad. Durante tanto tiempo había estado pendiente de otras personas y ahora recién caía en la cuenta de que había sido en vano. Su madre Mónica ¿Dónde estaría? era uno de sus cuestionamientos recurrentes, igual al de preguntarse qué diría su progenitora si se enterase que la vida de su hijo mayor estaba por finalizar por una enfermedad. Luego de tantos enfrentamientos con la muerte, de tantas hazañas, era hora de que una historia finalice su etapa para que una nueva historia comience en su lugar. ¿A dónde iría su alma? no le preocupaba, pero si le interesaba saber. De repente se detuvo frente a la figura de un niño sin rostro. A juzgar por su vestimenta, pareciera ser él de niño ¿era acaso posible? comenzó a seguir al pequeño infante que cada cierto lapso de tiempo corría en dirección contraria al Haughton. —Maldición— Musitó mientras se tocaba el pecho y trataba de ir un poco más rápido hacia el pequeño, pero se detuvo y comenzó a toser de nuevo. Levantó la cabeza y volvió a ver al joven en la esquina, ésta vez dobló corriendo y tomó otro pasillo. Dovakhin lo siguió. Pasaba entre la gente como un fantasma, algunos lo chocaban pero el Haughton no hacía caso a lo que en otro momento hubiese provocado un imperdonable. Era más importante alcanzar a aquél muchachito. En un momento dado el niño sin rostro entró en un local, el letrero ponía "Hell Moon" ingresó de inmediato y comenzó a mirar hacia todos lados detenidamente con una expresión totalmente seria en su rostro, sin embargo el niño no estaba, había desaparecido "como por arte de magia" Sin embargo su mirada se cruzó con la de una fémina que le hizo un gesto como si lo estuviese llamando ¿tendría algo que ver? no perdía nada con comprobarlo así que decidió acercarse a ella y sentarse al lado. Miró al cantinero —Un Whisky doble, por favor— De inmediato le sirvieron, lo tomó de un tirón —Ahhhhh— El pecho le quemaba, pero al menos le tranquilizaba un poco el dolor. —¿De casualidad no viste a un niño entrar recién?— Preguntó finalmente obviando las presentaciones, en primera medida no planeaba quedarse mucho tiempo allí. @
  8. Fuegos artificiales Las noticias caían como un granizo de invierno. La mirada perpleja de Dovakhin delataba sorpresa mezclada con molestia, una sensación nostálgica invadía su cuerpo como si recordara aromas de repente, aromas que había olido muchísimos años atrás. No podía distinguir de dónde había sentido ese olor antes pero de alguna forma lo reconocía, sin embargo aquél pensamiento era solo un escape para no pensar en lo que estaba leyendo. Para ponernos a tono, aquella mañana había recibido una lechuza anónima la cual tardó horas en leer debido a algunas complicaciones que tuvo pero ahora que estaba un poco "mejor" se había puesto a leer detenidamente el contenido de aquél comunicado. En su habitación de la desolada Haughton se hallaba el que supo ser un temible mortífago en sus mejores épocas, aquél sádico asesino despiadado, que ahora estaba venido a menos transitando sus últimos días mortales se encontraba sentado iluminado por la única luz de una vela puesto que el resto del establecimiento estaba en penumbras por su propia decisión. La carta revelaba su procedencia de parte paterna, aquél sinvergüenza que nunca se había hecho presente en su vida ahora aparecía de la nada revelado en un manuscrito para terminar de cerrar aquél vacío que tuvo durante décadas. A pesar de no decir el nombre del susodicho la carta le informaba que él en realidad había nacido en Escocia y que su relación con la Yaxley no era sólo un parentesco lejano como ser ahijado de Orion, sino que pertenecía al propio linaje de la familia, su padre era un Yaxley de sangre. Enojado con aquél hombre que ni siquiera tuvo el valor de decir su nombre, Dovakhin decidió salir en busca de respuestas y se dirigió directamente hacia la Manor, iba a hacer una visita inesperada. Al salir vio las nubes en el cielo, se acercaba una tormenta fuerte pero eso no detuvo al demonio que continuó su camino. Cada quince o veinte minutos la tos se hacía presente en él, sentía un catarro en el pecho y algunos dolores fuertes en diferentes zonas, sin embargo a pesar de estar sufriendo por aquello, la gente no podía distinguirlo puesto que lo disimulaba con todas sus fuerzas. No iba a dejar que se viera al gran Dovakhin Haughton tan deteriorado. Al llegar a la esquina de la mansión la lluvia se hizo presente, sentía como cada gota le quemaba el cuerpo pero ni se inmutaba pues debía guardar las apariencias, no se había hecho fama de tipo duro durante tanto tiempo como para que una insignificante lluvia ácida se la tirase abajo en dos segundos. Al llegar a la puerta ni lo pensó y atravesó la entrada sin pedir permiso quedándose finalmente en el Hall de entrada esperando ver a alguien conocido, quizás su padrino o alguien más que estuviese por ahí. Su rostro expresaba seriedad, tenía cara de poker como siempre pero ésta vez era justificada. —Hola— Se limitó a decir.
  9. En época de cambios un hombre debe establecer sus prioridades, y el alcohol era una de ellas. A pesar de querer llevar una vida distinta a la que recordaba, Dovakhin jamás podría dejar el elixir de los dioses, el brebaje de la vida. Por esa razón se dirigió a uno de sus bares favoritos, La Mazmorra. Se abrió paso dejando la puerta atrás y subió las escaleras perfilándose directamente a la barra, pretendía embriagarse de lo lindo ese día y nada ni nadie lo impediría, a lo sumo dejaría que lo ayudaran en su cometido pero esas cosas pocas veces ocurrían. Se sentó en una de las banquetas de la barra y esperó a ser atendido mientras sacaba un cigarrillo del atado que tenía en su bolsillo derecho del pantalón, lo prendió e inhaló la primera pitada. Era un mal hábito que había adquirido en su viaje, si tan sólo hubiese sabido que aquél vagabundo lo llevaba por mal camino jamás habría tocado el tabaco, pero ahí estaba, con su nuevo vicio latente entre los labios llenándolo de humo por dentro. Recordó que la primera vez que fue había conocido a la dueña del lugar y mientras fumaba miraba a su alrededor como si quisiera vislumbrarla en algún sitio. Sabía que ella misma frecuentaba su propio negocio por lo que no sería nada extraño hallarla allí, sin embargo al no ver caras conocidas volvió a lo suyo y centró su atención en una botella de licor de chocolate que se veía como si estuviese ahí esperándolo a él. @@Candela Triviani
  10. Durante algún tiempo tuvo que encargarse de su propia familia, mantener la reputación de su apellido era un trabajo arduo y muy estructurado, algo que su madre había podido lograr a la perfección pero que él realmente no pudo. Luego de un tiempo emprendió un viaje lejos de su casa, se alejó tanto de la Haughton que al regresar dudaba seriamente si sería bien recibido en su antiguo hogar sin merecer una llamada de atención seguido de algún que otro correctivo por parte de su madre, sin embargo, lejos de rendirse ante un posible atentado contra su vida por parte de su propia sangre, recordó aquél tío lejano que tan bien le caía. Para su fortuna habían abierto nuevamente las puertas de la mansión de su familia, la excusa perfecta para escapar de las obligaciones y una buena manera de interactuar con más personas. Al llegar notó el estado del castillo. Los ladrillos sin pinturas le daban un tono vintage al lugar, era enorme y viejo, pero parecía bastante agradable. Ingresó sin pedir permiso y se quedó en la sala mirando hacia su alrededor, conociendo el lugar en donde viviría. Francamente no sabía si había alguien allí por lo que se quedó parado con sus dos maletas, aclaró la voz y trató de hablar lo más fuerte posible sin gritar, alguien debería oírlo. —¡Hola!— Se escuchó un eco —¿hay alguien en casa?— Trillado, si, pero efectivo en dos de cada diez películas. —Vine a vivir aquí, traje alegría— Sacó un cigarrillo de dudoso contenido de entre sus bolsillos y lo encendió. De inmediato el aroma invadió el gran salón de entrada. Tan solo esperaba que alguien apareciera.
  11. Finalmente todo tenía sentido en su cabeza, con un par de simples explicaciones ya no hubo confusiones al respecto y fue entonces cuando el rubio notó la intensa mirada de su interlocutora. —Bueno, suelo disfrutar de mis comidas en soledad, pero supongo que nunca es malo un poco de compañía— la expresión de su rostro mutó de una leve seriedad a otra más agradable, esbozando una amable sonrisa de esas en las que la boca es acompañada por los ojos. No solía ser de esa manera, pero estaba determinado a cambiar su actitud en general. Estaba cansado de la apatía constante que experimentó toda su vida. A los pocos instantes se presentó un sujeto hablando en Italiano, trajo las pizzas y por lo que el Haughton pudo observar, y había oído con anterioridad, se trataba del ya mencionado hermano de su compañera de mesa. —Hola, muchas gracias— Sabía Italiano, pero le resultaba en vano usar el lenguaje siendo que aquél hombre también hablaba su mismo idioma. Eso de impresionar a las personas con sus conocimientos había quedado en el pasado. Con el tiempo aprendió que entre menos se sepa de uno, a la larga siempre es mejor. Volvió su mirada a la mujer de ojos verdes, aún era una desconocida para él. —Soy Dovakhin Haughton, por cierto. tomó una porción de la pizza que había pedido y le dio el primer mordisco cerrando los ojos y con una expresión de goce absoluto en el accionar, definitivamente era una de sus comidas favoritas. Lo gracioso era que aún siendo demonio se deleitara con placeres tan humanos. Quizás fuese simplemente el hecho de que era más humano en esencia que otra cosa.
  12. Si de por si era un hombre confundido en la vida, ahora lo estaba mucho más ¿era camarera después de todo? ¡qué lío!. Dejó los pensamientos para después y retomó la conversación —Rubia, claro— La cerveza negra tenía algo que no terminaba de gustarle a Dovakhin, siempre que se pudiese elegir, optaría sin dudas por la cerveza tradicional. —De todas maneras pedí una pizza de Pepperoni nada más, no creo que pueda terminar una entera como para comer la otra— No había escuchado mal, la mujer le dijo al Elfo que preparara dos, sin embargo luego cayó en la cuenta de que posiblemente estaba ordenándole dos pedidos juntos. Volvió a mirar a la mujer que permanecía en el mismo lugar ¿qué querría? era un poco invasiva, generalmente solía disfrutar de la soledad luego de pedir en algún bar o restaurante, pero ella seguía allí. —Muchas gracias— dijo intentando encontrar un fin a la conversación, pero quizás aquello no era lo que pasaría a continuación. LLevó su diestra al bolsillo correspondiente y buscó un cigarrillo, una vez con el cilindro de tabaco en la mano se lo puso entre los labios y buscó ahora un encendedor, para luego prenderlo. Cerró los ojos y la primer pitada introdujo el humo en su cuerpo, fue casi relajante. No acostumbraba fumar, pero todo el tiempo fuera le había dado no solo nuevos pensamientos, sino que también nuevos hábitos.
  13. No había pasado mucho tiempo pero aún estaba esperando ser atendido, la paciencia nunca había sido su fuerte en otro momento habría comenzado a lanzar maldiciones por todas partes, sin embargo esa época había quedado atrás. Poco después de verse inmerso en pensamientos llenos de dualidades y contradicciones una mujer de cabello rojo se acercó a su mesa, su primera impresión fue que se trataba de una camarera del lugar. —No, estoy yo solo— Comentó —Voy a pedir una grande de pepperoni— exclamó con entusiasmo y reparó de inmediato en que no había pedido bebida —Para tomar, ¿tienen cerveza artesanal?— Muchos años habían pasado desde la última vez que había tomado aquél brebaje tan delicioso. No se había percatado aún de que la mujer simplemente quería acompañarlo y no tomarle el pedido, pero como siempre, el Haughton era muy despistado cuando no estaba partiéndose la madre con alguien en un enfrentamiento. El local estaba a medio llenar, no había mucha gente pero aún así el bullicio de los cubiertos y la gente conversando hacían que la conversación pasara inadvertida. No le hubiese gustado encontrarse haciendo el ridículo frente al resto, luego de haberle pedido comida a la persona equivocada. No dijo nada, pero se percató de su error y simplemente se quedó mirando a la mujer como esperando la obvia respuesta de ella. @
  14. Gruñía, su estómago sentía una especie de vacío existencial, como si no hubiese digerido comida desde la segunda guerra mundial muggle. Un par de pasos por el callejón Diagón y los distintos aromas que abordaban en su nariz le abría aún más el apetito, lo que sin duda era un problema para los pocos galeones que reposaban en su bolsillo sin ánimos de ser gastados. "Maldición, un siglo fuera y no pude superar la comida de éste lugar" Los pensamientos cada vez más convencidos de ceder ante el deseo y la necesidad de comer se mezclaban con la añoranza de pisar un sitio que hacía mucho tiempo no visitaba, dos mas dos y Dovakhin se dispuso a entrar al local más pintoresco que encontró. El restaurante era de temática Italiana, uno de los países favoritos del mago y cuyo idioma siempre fue una afición para él. Se abrió paso por el inmenso salón y pudo vislumbrar que además de comida había objetos y demás intereses latinos dentro del mismo local, como una suerte de "popurri" Italiano. Sin perder mucho más tiempo tomó asiento en una de las mesas del centro y esperó a ser atendido. Ya tenía en mente que pediría una pizza aunque aún estaba decidiendo de qué gusto sería, de cualquier forma pensaba en aquello y se le hacía agua la boca. —Tan solo espero que no se demoren mucho— musitó mirando hacia los lados con la intención de ver algún mozo o camarera.
  15. Hola, lo prometido es deuda asi que por qué no terminamos el mes de la mejor manera? Vengo a unirme a la flia @Orión Yaxley podemos ser primos o hermanos, no sé lo que quieras vo fijate y me acomodas... jeje Ya que la Haughton anda media muerta, y en la Gaunt no aparezco, me uno a la Yaxley, que encima suena re bien "Dovakhin Haughton Yaxley" jeje, de paso sáquenme el Gaunt de la ficha que creo que ya me sacaron de la familia jajaja en fin, ahí voy. Nick: Dovakhin Haughton ¿Qué es lo que más te gusta de tu personaje? Que puede ser lo que yo quiera ja ¿Estás preparado para ser un Yaxley? De hecho no estaba en mi planes jajaja ¿Estás teniendo un lindo día hoy? Nunca nada es tan lindo como yo.
  16. Las puertas se abrieron de par en par, el castillo estaba desolado, parecía ser que los únicos seres que habitaban el lugar eran los elfos domésticos. No sabía dónde estaría su madre o sus hermanos, no había nadie allí. Le preocuapaba el hecho de que hubiesen desaparecido, sin embargo tampoco era responsable por los demás, cada quien tenía una vida y la vivía a su manera. Dovakhin ingresó y se dirigió directamente hacia su habitación donde pasaría el resto del día sin pensar en nada ni nadie, lo único que quería era estar tranquilo en su hogar. Todo estaba completamente igual a como lo recordaba, cada cosa estaba en su lugar, aunque parecía un poco dejado todo el sitio, estaba como sucio. El patriarca miró a su elfo con desdén y éste entendió que debía ponerse a limpiar de inmediato. La Haughton no sería una familia marginal y mucho menos vivirían rodeados de telarañas por un par de elfos haraganes, el amo había regresado y eso significaba que las vacaciones terminaban al mismo tiempo.
  17. Le causaba gracia el temperamento de Avril y le resultaba de muy poca clase. Durante su crecimiento como brujo dentro de la marca tenebrosa había aprendido que no hacía falta ser exageradamente desagradable para tener malicia en su actitud o sus palabras, de todas maneras no estaba allí para enseñarle formas de ser, sino simplemente como bien había dicho, estaba para firmar el papel que certificara sus conocimientos en pociones, sin embargo aún no comprendía la pobre mujer que en la vida la jerarquía era algo de suma importancia y vivir del pasado era un gran error. Estaba en una posición jerárquica superior a la de ella, tanto en la clase como en el bando que compartían y quizás era eso lo que le dolía a quien supo ser líder de la marca tenebrosa y se jactaba de todas sus habilidades y logros en el mundo mágico. Dovakhin entendía la impotencia que podía sentir la Malfoy al ser dirigida por un joven como él. Sin embargo nada podía hacer para evitarlo. Haughton soportó su insolencia y se limitó a sonreír cuando la muchacha le dio la espalda. De a partir de ahora no recibiría indicaciones, ya que era tan genial, ella tendría que decidir todo lo que sucedería a continuación. Después de todo él solo era el títere que firmaría su certificado. —Tranquila, Malfoy... no dejaré que se muera— Se limitó a decir para luego verla atravesar la puerta y adentrarse en el frondoso bosque. Sabía que no le gustaba la clase, sabía que lo estaba odiando y por supuesto que sabía que su ego le nublaba el juicio, pero a diferencia de la mujer, el tempestad no tenía tiempo para ponerse a discutir por tonterías pues sus problemas más grandes estaban fuera de la clase y por ende, su mente y pensamientos también corrían la misma suerte. Sólo era cuestión de tiempo para que la bruja encontrara los ingredientes que buscaba, luego debía presentarse ante Dovakhin y proceder a hacer la poción. explicando paso a paso cómo la haría y qué utilizaría para su realización. Pero todo dependía de ella. @@Avril Malfoy
  18. Cuando el tempestad notó que su alumna ya estaba presente desde antes no pudo evitar sorprenderse, sin embargo lo que realmente le molestó no fue la impertinencia de su alumna ni el hecho de haber llegado tarde a la clase, sino que aquella bruja engreída ésta vez tenía razón y eso Dovakhin no quería aceptarlo. Ambos poseían un carácter fuerte y a pesar de la admiración que el demonio sentía por Avril, no se dejaría pasar por arriba y mucho menos en su clase. —Tiene razón, Malfoy— Su expresión se volvió completamente seria y fulminante. —Creo que no existe mucho que yo pueda enseñarle— Decía al mismo tiempo que se ponía de pie y avanzaba a paso lento hasta la posición de la mujer, donde tras llegar al banco apoyó sus manos sobre el pupitre y clavó sus orbes verdes como la esmeralda en los ojos de su interlocutora. —Pero la realidad es que, le guste o no, yo soy su profesor.— Hubo un breve silencio donde el aire ni siquiera se animaba a silbar. No había nacido ayer y nadie le había regalado nada, todo lo había logrado por sus medios y que alguien lo descalificara sin motivos no le agradaba en lo más mínimo, mucho menos alguien que poco tiempo atrás se presentó en el castillo de su familia a pedir ayuda, le parecía irónico y poco agradable. Dejando lo personal de lado centró nuevamente su cabeza en la clase y tomó como referencia el conocimiento previo de su alumna, quien se jactaba de su experiencia para asegurar que era ella capaz de darle clases al mismo profesor. Claramente no podía discutírselo, no estaba en posición de ponerse a la par de alguien a quien le daba clase así fuese el mismo Lord Voldemort, por lo que para asegurar que todo iría bien procedió a darle el gusto. —Bien Malfoy, como usted es una bruja excepcional le diré qué es lo que debe hacer para demostrar que merece aprobar la clase— Exclamó con elocuencia mientras la expresión de su rostro se relajaba y adquiría la templanza característica del patriarca Haughton. Ahora todo comenzaría. http://i.imgur.com/poH6k9g.png —Para demostrar sus conocimientos y aprobar la clase que me toca impartir, debe salir al bosque que hay afuera de ésta cabaña y buscar los ingredientes necesario para crear cualquier poción que usted desee, le doy libertad en esa elección— Explicaba mientras una leve sonrisa se dibujaba en su rostro. —Quizás usted se pregunte ¿dónde se supone que voy a hacer mis preparaciones? Soy consciente de que no tenemos caldero ni utensilios, pero de momento sólo preocúpese por conseguir los ingredientes necesarios. Le aseguro que en el bosque encontrará especias y especies variopintos y no le hará falta ninguno, pero cuidado con las criaturas que habitan allí, es lo único que podría generar problemas... aunque no creo que para alguien como usted eso sea un impedimento— Comentó con ironía para luego volverse a sentar en su asiento. No tenía ganas de lidiar con el tire y afloje entre profesor y alumna por lo que impuso su clase de una vez. Hizo un gesto con la mano como si estuviese indicándole a la bruja que debía salir de la cabaña. Por fuera, el bosque era un gran pulmón verde, tenía lo que parecía ser un camino que conducía a una especie de "entrada", eran como dos árboles posicionados de manera tal que quien lo viese lo asimilaría de inmediato con una puerta o algo por el estilo. Por dentro la oscuridad dominaba. Los altos árboles tapaban los rayos del sol, los animales acechaban con sigilo y algunos hacían ruidos desde todos los ángulos. Por otra parte, Avril encontraría todos los ingredientes que necesitara de menor a mayor escala. Entre más se adentrara al bosque, más ingredientes difíciles encontraría. Es decir, si quería realizar una poción compleja, debería llegar hasta el centro del extenso mar de árboles. @@Avril Malfoy
  19. Iluminado con los dones de la impuntualidad, un Dovakhin Haughton desarreglado llegó jadeando a la vieja cabaña que usaría junto a Leah para dar la clase, claro que su compañera daría algo diferente a pociones, pero estaban organizados para compartir el recinto destinado a ambas asignaturas. Con el cabello desprolijo y la ropa rasgada se quedó un breve instante observando a la Ivashkov. —Un contratiempo, tuve un contratiempo...— musitó recuperando la calma y arreglando el saco importado que llevaba puesto. Al menos se había acomodado la ropa y más tarde el cabello. Tenía que improvisar la clase. Había preparado todo con antelación pero un elfo gracioso se metió de noche a la choza y se robó hasta el propio caldero para hacer pociones. Claro que con su temperamento el Haughton salió en su búsqueda e incluso lo encontró, pero aquél nido de dragones y criaturas peligrosas casi le había costado la vida, tan solo pudo recuperar el libro pero todo lo demás estaba bajo las llamas de una de las bocanadas escupidas por aquellas bestias voladoras. En cuanto al elfo doméstico, desapareció antes de que el mortífago pudiese hacerle algo dejándolo en ridículo. Se sentó y comenzó a escribir rápidamente una carta que luego le dio a una lechuza quien finalmente emprendió vuelo para llevársela a su tía abuela y alumna, Avril Malfoy. Aquella vieja bruja debería poder llegar a la clase sin indicaciones, después de todo era una veterana y ex líder mortífaga por lo que no esperaba más que brillantes y eficacia desde su parte. No estaba muy preparado pero sabía que su clase sería la correcta. Mientras esperaban ambos profesores a sus alumnos, Dovakhin volteó y observó a Leah —Confío en que no dirás nada sobre mi demora— asumió. Lo último que necesitaba era dejar una mala impresión a sus pares. Era obvio que no le revelaría a nadie la humillación sufrida por un insignificante y asqueroso elfo doméstico. Una vez llegó su alumna, Dovakhin se sentó en su escritorio y con una mirada gélida observó a Avril. —Siéntese Malfoy— El tono de su voz era autoritario, parecía su peor enemigo. —Quiero que quede claro que en éste contexto no somos familia, no somos amigos, ni conocidos.— soltó fulminante mientras se cruzaba de brazos. —Dime todo lo que sabes sobre pociones— @@Avril Malfoy
  20. Dovakhin no podía sostener la gracia que le hacía observar a Maida sentirse tan mal, había hecho una maldad para castigarla por tomar una clase creyendo saberlo todo, pero jamás hubiese envenenado a la señorita, al menos no en una clase individual. Si por casualidad hubiese cursado con alguien más, posiblemente el veneno hubiese sido puesto en el alimento, pero no, en ésta ocasión le había mentido. Y lejos del malestar que su alumna había comenzado a sentir, no había ni una pizca de veneno en su organismo. —Aprobada— Sentenció. Le habían enseñado bien en Hogwarts, sin embargo debía controlar mejor la credulidad pues desde el comienzo de la clase si bien fue totalmente "sabelotodo", en ningún momento desconfió de su profesor, ni si quiera cuando éste le dijo que la había envenenado. A veces es mejor no dar nada por sentado y dudar de todo antes de cometer errores. —Puedes irte— Dijo mientras avanzaba hasta el fondo del salón y atravesaba una puerta mágica que la llevaba nuevamente a la dependencia de la universidad. Incluso todo el camino que había hecho para llegar allí era innecesario, pero todo eso fue una venganza por volcar café encima de su ropa aquél día en la calle. Ahora tenía que limpiar su pantalón por el vómito, esa muchacha siempre se las arreglaba para meterse contra su vestimenta. Pero el Haughton ya se había divertido demasiado. @
  21. Los ojos de Dovakhin rodaron hacia arriba cuando vio caer aquella caja y salir de allí a los duendecillos ¿por qué razón habría una caja de duendecillos en la clase de encantamientos? Quizás Nymeria deseaba darles otro uso, pero lo que sucedió fue extracurricular. Al principio creyó que era apropósito, pero con el correr de los minutos fue cesando su pensamiento y enfocándose en las criaturas y los desastres que habían causado. Por su parte estaba encantado de ver a esas pequeñas bestias dañando a los muggles y a las cosas de su mundo, pero como alumno debía ser sensato y hacer lo que su profesora le pedía para poder aprobar. Maldijo en silencio a la par que avanzaba y miraba a los Duendecillos. Ignorando a los destructores, el Haughton se limitó buscar las cosas que habían destruido comenzando por la puerta de la cabaña que estaba totalmente rota. —Reparo— Exclamó con seguridad y la puerta volvió a la normalidad. Luego al salir buscó alguna otra zona dañada hasta que encontró una silla en las que los muggles se subían para ir a practicar eso que llaman "sky" y vio que colgaba de un hilo. —Reparo— Hizo nuevamente para arreglarla y la silla volvió a la normalidad. Todo parecía estar mejorando, su profesora y compañeros por su parte también contribuían a la solución del problema. Sólo era cuestión de tiempo ver cómo terminaba todo.
  22. Dovakhin rió maliciosamente, Maida estaba agonizando y él finalmente había logrado lo que quería, que aquella sabelotodo pidiese ayuda para resolver un problema y no fuese aquella alumna perfecta que sabía todo y no necesitaba tomar la clase para aprender. La mujer podría o no ser una bruja excelente e insoslayable, sin embargo en aquél campo de las pociones el profesor era él. Finalmente accedió a ayudar y se posó frente a ella —De pie— Le ordenó con el rostro totalmente serio. —¿A qué se te ocurre que deberías acudir para solucionar el problema, teniendo en cuenta que un bezoar no te ayudaría?— Inquirió una vez su alumna se puso de pie y trató de estabilizarse como pudo para continuar con la clase. —Depende de tu respuesta que apruebes o no mi clase— Sentenció con tranquilidad, después de todo, apruebe o no a él le pagaban igual. Según los cálculos que había hecho, pronto la poción multijugos dejaría de hacer efecto, por lo que era el último tramo de la clase como el viejo Athos Haughton, no podría ocultar su verdadera identidad mucho tiempo más y sabía que cuando lo viera, Maida se asustaría o se enfadaría, pero algo le iba a generar a la muchacha verlo a él. —¿Y bien?, ¿alguna idea? @
  23. @ @ Avril cambiaba de personalidad como si realmente la edad le afectase el juicio, cada vez que hablaba Dovakhin sentía que la mujer seguía viviendo en el pasado, como si no creyera en lo que él le contaba o como si se diera más crédito aún a si misma que al actual mortífago. Claro que Dovakhin desconocía la mayor parte de la historia de la Malfoy en la marca tenebrosa, pero de cualquier manera no existía mago vivo ni muerto que superase realmente al Haughton cuando se trataba de egocentrismo, orgullo y amor propio. Avril pidió un Vodka finalmente y el demonio arqueó una ceja. —El baño está arriba— Advirtió señalando las escaleras, claramente aquella combinación no era del todo recomendable y mucho menos si se empinaba la botella de esa manera haciendo casi un fondo blanco. Avril continuó quejándose todo lo que pudo como una digna abuela pero justo antes de que el patriarca pudiese contestar la puerta se abrió y detrás de ella apareció un joven. Dovakhin jamás lo había visto por lo que en un acto reflejo le apuntó con su varita y le dedicó una mirada llena de odio que se clavó directamente en sus ojos penetrando los pocos metros de distancia que los separaban. —¿Y tú quién eres?— Preguntó altanero el primogénito de Mónica. Desde que volvió de su viaje tuvo que hacerse cargo de muchas cosas y entre ellas estaba el castillo. Su madre poco aparecía por lo que la manutención de la familia dependía de él y lo más activos integrantes que participaban paulatinamente, sin embargo de todas maneras el mortífago deseaba que su madre volviese a tomar las riendas de todo y diera una dirección correcta antes de que temperamento dictatorial arruinase lo que quedaba de la familia. Posó nuevamente la vista en Avril y sonrió —Con respecto a eso... te ayudaré. Pero no pienso ser comprensivo, yo disparo a matar— Sentenció con un tono que cortaba hasta el aire. Quizás aquello fuera interesante.
  24. Observó a sus compañeros, los tres estaban haciendo un buen trabajo por lo que para finalizar con todo el asunto se acercó a la cabaña y comenzó a murmurar en voz baja sus hechizos mientras rodeaba a la misma sin parar de repetir sus encantamientos —Salvio Hexia— repetía formando una especie de neblina alrededor del lugar que tenían que esconder de los muggles. Dovakhin sabía que aquello era una mera prueba para evaluar sus habilidades, pero la encontraba un poco aburrida pues por un momento había pensado que quizás le enseñarían algo nuevo que no había visto en Hogwarts. Una vez dio la vuelta completa se cruzó de brazos y miró a su adolescente profesora, le dedicó una sonrisa forzada y casi sarcástica —¿Y bien? ¿Qué más hay que hacer?— Preguntó impaciente. Quería terminar con la clase y llevarse su certificado de aprobación del conocimiento. Ya conocía las artes oscuras y las pociones, agregar Encantamientos a su currículum le vendría muy bien para la vida cotidiana dentro y fuera del Ministerio. No era muy social por lo que no reparaba demasiado en sus compañeros, como siempre, solía encontrar patéticas a las personas que no conocía y como era característico en el Haughton, tampoco tenía deseos de conocer a nadie, por lo que se limitó a compartir tiempo y espacio con los otros dos alumnos, pero no les dirigía la palabra y ellos a él tampoco. Al menos en eso tenían algo en comúm.
  25. —Magnífico, simplemente magnífico— Quedó maravillado ante la rapidez de Maida para descifrar el anagrama. Frotándose las manos con impaciencia observó a la joven y le mostró ahora un rostro aún más placentero que el anterior expresando sin tapujos lo bien que se la estaba pasando tras envenenarla, sin embargo el primero de los errores no tardó en llegar. La Ivashkov daba las cosas por sentado tan rápido como las respuestas que daba. Nadie es perfecto. —Si, aquí tengo uno— Contestó mientras que de una caja sacaba un Bezoar y se lo arrojaba a las manos de su alumna. —Pero lamento informarte que de nada te servirá— Comenzó a decir cuando Maida procedía a tomarse su antídoto —Deberías saber que el Bezoar cura casi todos los venenos, y cuando digo casi... me refiero a que justo el que tú tienes en tu organismo en éste momento, es inmune a él— Sentenció con malicia ahogando una pequeña risa para no ser demasiado cruel. Sus manos acariciaron el escritorio de caoba donde tenía todos los apuntes docentes. —Lo bueno es que mi jugo tenía el antídoto, pero ya me lo tomé— Comentó con tranquilidad —Debía hacerse sentir que estabas segura comiendo un poco, por eso tuve que comer yo mismo un sandwich— explicaba al mismo tiempo que husmeaba con su ojo derecho el recipiente vacío donde estaba el antídoto que ya había tomado él. Dio vuelta la botella y lo agitó hacia abajo, con el pico apuntando al suelo, mostrándole a la joven que ni una gota caía de él. —Como te dije al principio, Maida, ésta es una clase de opciones.— Reiteró —Tuviste la opción de comer y no comer y elegiste comer— Su mirada se ensombrecía —tuviste la opción de elegir tu propio veneno y lo hiciste— Clavaba sus orbes color esmeralda en la muchacha. —Tuviste la opción de aprender, pero preferiste ser perfecta y saberlo todo— Se puso de pie. Comenzó a caminar rodeando a la muchacha quien para ese entonces debería estar comenzando a sentir los mareos. Los síntomas iniciales del veneno. —Ahora tienes la opción de salvar tu propia vida— Sentenció y señaló con su dedo índice un reloj en la pared que antes no estaba allí. Era un reloj sin números y sólo tenía cuatro indicaciones. A dónde debía ir el número tres había una espiral, que representaba el mareo. Allí estaba en ese momento la manecilla. En dónde debía estar el número seis había una catarata, que representaba el vómito. Donde debía ir el número nueve había unos signos de "calor/caliente" que representaba la fiebre y en el lugar del doce había una carabela con dos huesos cruzados, que de más estaba decir que representaba la muerte. —Tienes una hora para descubrir qué veneno tienes adentro, cuales son los ingredientes para el antídoto, prepararlo y tomarlo claramente, si no quieres morir— Sonrió ahora si más desagradablemente que nunca. —Como tomaste todas tus opciones jactándote de tus conocimientos y demostraste una sabiduría admirable, imagino que no necesitarás mi ayuda, así que te deseo mucha suerte.— Haughton dio unos pasos decididos, abrió la puerta y salió del salón dejando a la pobre alumna sola a su suerte. @

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.