Jump to content

Dorothy Anne

Magos Expertos
  • Mensajes

    488
  • Ingresó

  • Última visita

  • Días ganados

    2

Todo lo publicado por Dorothy Anne

  1. Fiona Fiona vio sorprendida como un niño tomó la arcilla y empezó a manipularla. No todos los pequeños lo hacían con tanta soltura, aquellos con temor a mancharse las manos ofrecían más resistencia y optaban por usar colores de madera o tocar algún instrumento. El jovencito actuaba con mucha propiedad para su corta edad, debía de ser muy bien educado en casa. Se quedó unos segundos en silencio mientras observaba a Aydin quien, si en un principio se ve muy entusiasmado, luego se nota un poco exasperado al no dar con su objetivo propuesto. Fiona se preguntó cuál figura quería diseñar. Se colocó de pie y caminó hasta un mueble con varios cajones, abrió el segundo cajón y tomó unos instrumentos que quizás lo ayudarían. —Esto tal vez pueda ayudar—le comentó a Aydin mientras se agachaba para quedar a su altera y le ofrecía con su manos grandes los materiales. Entre las herramientas había un pequeño rodillo, un ahuecador, un cepillo con cerdas suaves y diferentes espátulas, cada una con una forma distinta: redonda, cuadradas, puntiagudas… estaba segura que con eso podría definir mejor la figura que llevaba en mente, sin embargo era muy importante tener paciencia y precisión. —Estos instrumentos están diseñados para trabajar los detalles que no puedes hacer con tus dedos, solo debemos ser muy cuidadosos. Recuerda que si no lo logramos al primer intento podemos seguir intentando.
  2. Fiona A Fiona le gustaban mucho los niños, desde pequeña soñaba con formar una familia grande y darles todo su amor a sus hijos. Lamentablemente los años pasaban y aún no encontraba al hombre indicado. En ocasiones creía que se trataba de su aspecto físico: tosco, robusto. Sus facciones no eran las más angulares, ni su piel la más suave pero, podía afirmar, con toda certeza, que tenían un corazón de oro. Percibió el interés que la criatura tuvo ante la arcilla. No todos se sentían inclinados por dicho material, porque implicaba ensuciarse las manos, cosa que para ella era un pequeño placer de la vida diaria. Le sonrió a Aydin, volteó y todo un pedazo de arcilla fresca, al tocarla el material dejó de cambiar de forma y se quedó inmóvil. —Encatada en conoceclo, joven Aydin —respondió ella con palabras torpes debido a su poca desenvoltura con el idioma de su país actual. —Es un gusto que hayan venir hoy —esto se lo dijo a la encantadora pareja, que suponía eran sus padres. Jugó con la arcilla que tenía entre sus dedos. La aplastaba, le daba vueltas y la retorcía, todo para despertar aún más el interés del niño. Después de unos segundos tendió su mano y se la ofreció para que también jugara con ella. —Esto se llama arcilla, es un material que moldea, parecido a la plastilina, solo que éste proviene se ciertas rocas, así que es completamente natural. Con se hace las figuras que quiera y una vez que acabar se deben poner en aquel aparto de allá —señaló el horno de una de las esquinas. —, para que sequen. Luego se pintan.
  3. Michelle En esos días ya no se encontraban personas con un discurso tan cálido y amable como el del joven de ojos miel que tenía frente a ella. Michelle se sintió conmovida ante el agradecimiento e internamente se emocionó y se prometió a si misma hacer que la estancia de familia fuese de lo más placentera. Además le alegraba poder estar involucrada en el despertar cultural de un pequeño. No todos los niños parecían estar inclinado hacia las artes, la mayoría prefería salir a pasear por las calles a correr mientras se comían una paleta y llenaban sus mejillas de meladura roja. Michelle se tomó unos segundos para ver los ojos vivaces de la criatura. Luego le proporcionó una sonrisa. —Encantada en conocerlos —respondió y estrechó manos con los tres. —. Estoy segura de que el salón de niños les encantará. Se los mostraré, solo síganme. Y con un gesto en su mano los incentivó a empezar el recorrido. Atravesaron el largo pasillo donde el blanco y negro del piso de porcelana le daba un toque de distinción al lugar y contrastaba con el verde de las plantas que estaba presente en todo sitio: en el jardín central, alrededor de las columnas, en los alfeizares de las ventanas internas…. Al llegar al final del pasillo cruzaron a la izquierda y se detuvieron ante la segunda puerta que vieron. La entrada era de una madera impecablemente blanca, pero el interior no se podía decir lo mismo del interior. El salón de niños era una unión de todas las artes; le daba a los infantes la libertad de elegir entre una gran cantidad de opciones y conocer también cuales eran sus inclinaciones. Había pinceles danzando al ritmo de un violonchelo que era acariciado por su vara y del cual salían las notas musicales. Una pared en el fondo con dibujos, garabatos sin forma, colores cálidos, obscuros, pasteles… Pergaminos con plumas sobre la mesa. En el centro un tarro de arcilla fresca que giraba sobre sí e iba cambiando su forma. Un piano, una guitarra, libros. La encargada del área, una rubia con un rostro tan blanco como la leche y manchado por pecas, se acercó hasta ellos. Era de origen escocés, así que tenía un acento que resultaba divertido. Sorprendía además por su altura y su cuerpo robusto pero que indicada buena salud. —Ella es Fiona, mi compañera. Toca diversos instrumentos y tiene formación en artes plásticas. —Mucho gusto —las palaras de Fiona salían lentas. Su voz era neutra, no hablaba muy bien el idioma, pero siempre se esforzaba por darse entender. —. Yo soy Fiona, ¿podrías decirme el su nombre? —y se agachó para quedar cara a cara con el pequeño. @ @@Shena Cindy de Ryvak M. A. Cindy de Rivak M.
  4. Michelle Michelle se sentía afortunada de haber encontrado el empleo de recepcionista en un sitio que le brindaba tanta paz como aquel. Aunque su neurótica personalidad la obligaba a moverse de un lado a otro, de revisar pendientes, cobros, facturas, recorrer los pasillos en busca del más mínimo indicio de desorden, de encontrar las palabras adecuadas y practicar durante horas, frente al espejo, el mejor discurso para dar a los clientes que llegaban. Había visto a todo tipo de visitantes, y siempre encontraba algo especial o característico, aunque no siempre para bien, ya que nunca faltaban las caras displicentes y de desagrado. Ella trataba siempre de mantenerse serena y ofrecer el mejor servicio. Aunque, debía admitirlo, no siempre resultaba fácil. Un día, mientras se encontraba, redactando unos mensajes, escuchó los pasos de unas personas. Al alzar su vista se encontró con una pareja, o mejor dicho, una familia. Eran adorables. Estaba compuesta por una joven, su esposo y un hermoso niño de cabellos castaños y rostro risueño. Michelle sonrió encantada, maravillada y se acercó a ellos. —Bienvenidos a la libélula encantada. Mi nombre es Michelle y con gusto los ayudaré — hizo una pausa para tomar uno de los folletos del escritorio y entregárselos. —. Contamos con una extensa galería de arte, un pacífico jardín, una deliciosa cafetería y una enriquecida enriquecida biblioteca donde encontrarán los mejores textos. Además tenemos diversos talleres, entre ellos están pintura, escultura, ajedrez mágico y música. Los talleres pueden ser personalizados o en grupo, como sea de su preferencia. Al terminar dicho discurso tomó aire, pero su sonrisa se mantuvo intacta, como si nada pudiese borrarla. @ @@Shena Cindy de Ryvak M.
  5. Para su suerte Dennis no tardó mucho en llegar. Dorothy sintió vergüenza por un instante, ¿estaría siendo muy exagerada con respectos a sus ideas? Debía de admitir, aunque fuera una bofetada a su tan preciado ego, que a veces podía ser muy fantaseada. Sin embargo el mensaje seguía levitando ritmicamente, y aquel era un hecho indiscutible. No se podía negar. ''Debajo del manzano, bailan los muertos; bailan llorando hasta el amanecer'' —Realmente espero que no esté sucediendo nada —dijo arrastrando en sus palabras un tono de misterio. Su mirada, que estaba clavada sobre las frases, se posó en la de Dennis. — ¿Ves ese mensaje? Me parece muy extraño. No puedo dejar de pensar en el manzano que se encuentra en el jardín. Ayer lo observé y vi que se empieza a marchitar. No tiene sentido, estamos a mitad de la primavera. ¿Habría algo oculto bajo aquel manzano? No podía ser una simple coincidencia, era más bien como si el centro cultural estuviese buscando la forma de hablar. ¡Y vaya forma tan escalofriante comunicarse! —¿Crees que debamos investigar? Quizás exista algo bajo aquel manzano… La idea cada vez le resultaba menos disparatada.
  6. El arte con sus variaciones, sus interrogantes, sus líneas y curvas, su vanguardismo, su hiper realismo, dejaba a Dorothy ahogada en un mundo infinito de posibilidades, donde la ilusión siempre iba más allá y la invitaba a cuestionarse sobre la realidad, o pensar en épocas pasadas. En las guerras, en el amor, en la locura… ¿qué era la locura?, ¿podían traer los conflictos bélicos la paz?, ¿era imposible vivir sin amar…? Así caminaba, o mejor dicho: divagaba, con la mirada perdida en un horizonte lejano y esquivando los objetos que se encontraban en su camino por la inercia de lo cotidiano. ‘’Quizás estoy soñando’’ reflexionó. ‘’Sea como sea, es mejor vivir en un sueño’’ y siguió con su andar suave y parsimonioso. Le era fácil camuflajearse con las cosas. Se movía con el tiempo y se convertía en él. Entró a la biblioteca, el piso de parquet relucía gracias a su pulitura, y el chocar de sus delgadas suelas contra la madera producía un sonido que un sonido lacónico que se extendía por toda la sala y dejaba su eco, dándole al ambiente un aspecto de formalidad, ¡con lo mucho que odiaba Dorothy lo formal! Mientras recorría con sus orbes la estancia, hubo algo que atrajo toda su atención. Era un libro de un verde musgoso y página abiertas. No tenía título. La ventana se abrió misteriosamente y una brisa repentina entró de pronto e hizo que el tomo se abriera de par en par. Las hojas se movieron rápidamente hasta detenerse en la página ciento veinte. Cuando Dorothy se acercó una línea negra se empezó a dibujar bajo una frase que decía: ‘’debajo del manzano bailan los muertos, bailan llorando hasta el amanecer…’’ Las letras que componían la frase se desprendieron de las hojas y se levitaron frente a ella con movimientos rítmicos, simulando un baile, ¿era algún tipo de mensaje? Vio a Charlotte pasar e inmediatamente le pidió que llamara a su compañera Dennis.
  7. Dorothy miraba de reojo cada cierto tiempo a Gatiux. Su último comentario la había dejado alarmada y le había hecho preguntarse si era ella la causa del problema. Desde pequeña había aprendido que los problemas se arrancaban desde la raíz, porque si no se repetían, una y otra vez… Acarició el giratiempo en su bolsillo, consolándose con la idea de que quizás todo eso no era su culpa. Mientras tanto los tres seguían en su misión de seguir a las otras tres identidades falsas —o no tan falsas—. Era difícil distinguir a los figuras bajo el manto de la lluvia; le piso cada vez se volvía más lo lodosos, y sus ropas se iban pegando a la piel. A Dorothy le molestaba aquella sensación. Estaban cada vez más sumergidos en el interior del bosque, pero de pronto algo extraño sucedió: un rayo de luz clara los deslumbró a los tres y, aunque siguieron su camino, fueron a dar en el mismo claro en donde habían despertado. Lo más extraño de todo era que ya no llovía, todo lo contrario, el sol brillaba desde lo más alto, incluso parecía sonreírles. Dorothy resopló para sus adentros a causa de la ironía del sol. —Fue ese rayo blanco que vimos…,¿de dónde ha venido? —respondió ante la pregunta de Apolo, haciendo grandes esfuerzos para ocultar su ansiedad. Una serpiente con una textura que parecida a la de musgo se elevó no muy lejos de ellos. La criatura se movía de forma zigzagueante, y emitía los mismos sonidos que una serpiente real. Dorothy se tomó unos segundos para admirar la anomalía de la bestia que amenazaba, luego se asustó. En el claro hacia sol, fuera de él llovía. Le costó mucho entender la explicación que daba el mago, en su mente solo reinaban las palabras de que no había sido el giratiempo. Veía varios rayos de distintos colores ir y venir desde el interior del bosque, eran de ellos, así como los gritos y todo lo demás. Volvió a observar a Gatiux, ¿cómo no podía estar preocupada? Un instante después se sorprendió al oírla hablar. Era cierto lo que decía, no había ningún sentido en ayudar —Estaríamos corriendo en círculos y sería un eterno retorno. Tenemos que pensar: ¿qué otra cosa haríamos? Ayudarnos es parte de nuestro instinto, pero si vamos más allá… Y empezó a reflexionar en cómo los humanos tropezaban una y otra vez con los mismos problemas, tal-vez siempre había sido más fácil actuar antes de pensar. Eran todos, incluyéndose, esclavos de sus impulsos. Y se vio a sí misma y a sus dos compañeros dejando pasar los días, semanas y meses en la misma situación. Convirtiendo su agonía en vicio y delatándose con la seguridad de la incertidumbre que llegaría. Gatiux sacó una poción multijugos que tenía en su bolso y se escondió tras los arbustos. Minutos después vio salir a un hombre alto, de ojos claros y gran musculatura. Se trataba de la pareja de Gatiux. Tanto Gatiux con la figura de hombre como la otra Gatiux empezaron a incendiar a la serpiente de musgo y pronto todos los árboles y arbustos a su alrededor se empezaron a incendiar. Habían hecho algo distinto, le habían dado otro giro al círculo en el cual se encontraban inmersos. Solo que ahora sí morirían… —¿Recuerdan el rayo blanco que vimos justo antes de volver al claro? Quizás esa será la clave… Hay que correr hasta ese punto donde lo vimos e impedir que la persona o cosa que lo lanzó lo haga otra vez—sus palabras salían entrecortadas. El humo le entraba a los pulmones y le hacía toser. Quizás con algunos hechizos podrían controlar el fuego, pero debían apresurarse y terminar con todo aquello de una vez por todas.
  8. Kathy hizo pasar a un hombre de baja estatura, nariz grande, gafas cuadradas, con una berruga al lado derecho de sus labios resecos. A Dorothy le dio curiosidad su aspecto, era como un duende, solo que más alto, lo cual era extraño para los ingleses, donde predominaban las largas estaturas. Lo primero que hizo el señor fue su placa, Dorothy lo guardó en su mente como Inspector Barren. —Buen día, señoritas —se presentó con un tono de voz bastante molesto —. Soy el inspector Barren —hizo una ligera pausa antes de levantar su dedo índice.—. Seré breve: hace dos semanas fue robado un cuadro del museo de las Bellas Artes, en Boston. —sacó de su bolsillo una imagen y se las enseñó. Era igual a la réplica que se habían robado. —, y tenemos fuertes sospechas de que ese cuadro fue a parar aquí. Hemos iniciado una investigación, pero les puedo asegurar por adelantado que la situación no pinta nada bien para ustedes dos. Ahora bien, ¿podrían llevarme al sitio donde se encuentra? Dorothy sentía como el tiempo parecía detenerse. Tenía la sangre helada y empezaba a temblar. Veía los labios del inspector Barren moverse y emanar un sonido, sin embargo no lograba entender o encontrar coherencia en sus palabras. Miró a su compañera Dennis, parecía igual de confundida. —No, creo que se equivoca, inspector Barren —o tal vez no se equivocaba—. A nosotras nos llegó una réplica hace unos días atrás, pero le aseguro que no era la original, hemos pagado una cantidad modesta por ella... —He dicho que me lleven al sitio donde se encuentra. —repitió, sin intención alguna de dialogar. —Es que... esa pintura se la han llevado. Es decir la han robado, hace menos de una hora... @@Dennis Delacour
  9. ID: 115548 Nick: Dorothy Anne Link a la Bóveda Trastero: Bóveda Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: Bóveda Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): --- Fecha: 2019-04-16 Objeto: Puertas mágicas Puntos: 40 P Precio: 2000 G Total de puntos: 40 P Total de Galeones: 2000 G
  10. Dorothy no se imaginaba siendo una archimaga. Para ella significaba hacerse responsable de mucha gente y, en otras palabras, dedicar su tan apreciado y querido tiempo en los demás. En muchas ocasiones le habían catalogados con los adjetivos de ''tierna'' y ''bondadosa'' y aunque lo era, eso lo se podía negar, gran parte de su ''generosidad'' se inspiraba en poder recibir agradecimientos luego. Internamente le molestaba mucho ocupar su tiempo en algo que no despertara su interés o la beneficiara en algún sentido. —¿Te sientes preparado para ocupar ese cargo? Cuando el mago le preguntó la razón sobre su repentina decisión de visitar la torre de espigas no supo que responder. No se describía a si misma como valiente, y es que no era la primera en sacar su varita para defender a los demás. En cambio si era muy curiosa, podía entrar al interior de una casa abandonada llorando un temblando de miedo solo para tener el beneficio de la experiencia. —¿Curiosidad, tal vez?—respondió mirándolo también.—. Me gustaría comprobar si es cierto todo aquello que dicen. En ese momento llegó alguien más. Una joven rubia de rostro sereno que pedía un trago fuerte. Dorothy no sabía a qué atribuir ese atrevimiento repentino que se asomaba. Tal vez era el vino. —Hola, ¿qué te trae por aquí? @ @
  11. Habían muchas preguntas volando en su mente. La primera: si todo era producto de un giratiempo, ¿entonces por qué no recordaban nada?. La segunda: en caso de haber retrocedido el tiempo, ¿cuál era su móvil?, ¿qué misión debían cumplir?. Y la tercera: ¿por qué demonios estaban tan reprochablemente sucios? Era todo como un rompecabezas blanco con piezas pérdidas. Gatiux se mostraba muy emocionada e incluso optimista, tanto así que por poco no los delata a los tres. Por suerte Apolo supo reaccionar a tiempo. Por otra parte ella estaba pálida, sentía que el corazón se le saldría por la boca y sus manos temblaban con disimulo. Miró a la Dorothy que estaba a unos cuantos metros, y se dijo a si misma que aquella joven era incapaz de matar a alguien, por más aterrada que estuviese. El otro Apolo seguía explicando la clase, completamente ajeno a su realidad. Dorothy se distrajo por unos segundos y prestó atención, sintiéndose cautivada por la fusión de movimientos rítmicos entre las hojas que flotaban y los arbustos. La otra Dorothy también sonreía. Después se vio a si misma sacando su varita y apuntar sobre dos flores, que se levantaron débilmente y volvieron a caer sobre el suelo. Luego volvió intentarlo, esta vez levitaron y empezaron a girar sobre su propio eje. Las flores se acercaban entre ellas, se rozaban con la punta de los pétalos y se volvían a alejar, haciendo alusión a una pareja bailando el vals. —¿Entonces si convierto esta rama —empezó a cuestionar, mientras tomaba del suelo una rama— en un tenedor, ya no sería un encantamiento sino una transformación? Era difícil para ella escuchar su voz sin reírse. ¡Sonaba tan quisquillosa! Por otra parte se sentía muy orgullosa de haber hecho a las hojas danzar, aunque bueno, no sabía si debía atribuirse el mérito. Dejó de prestar atención para responderle al mago que tenía cerca. —No recuerdo nada —corroboró—. Y no tiene sentido, deberíamos recordar Entonces recordó al sugerencia de Gatiux de buscar en sus bolsillos. Revisó en el izquierdo, distraída. No había nada. Pero el sumergir sus manos en el derecho quedó completamente helada y los latidos de su corazón se detuvieron por unos segundos. Incluso podía jurar que sudaba frío. Lentamente fue sacando el fino objeto, un giratiempo. Miró a sus dos compañeros, se sentía muy avergonzada, especialmente porque no podía dar ningún tipo de razón. No recordaba nada. —Acabo de encontrar esto en mi bolsillo.... —sus palabras apenas fueron audibles. Estaba apenada, y no dejaba de sentirse culpable. En ese momento se escucharon unos gritos que provenían del interior del bosque. Se produjo un silencio en el grupo de magos que participaban en la clase. Un relámpago retumbó desde el cielo, avisando la llegada de una lluvia torrencial, que explicaría después el mugre aspecto de tenían en aquel momento los tres. Vio a la otra Dorothy caminar intrigada hacia el sitio donde provenían los gritos, sus compañeros la seguían. Se dirigían al mismo lugar en donde habían despertado. —Hay que tener cuidado, no nos deben ver —les recordó con un susurro, llevándose el dedo índice a los labios en señal de silencio. @@Apolo Granger @Gatiux
  12. Dorothy escuchaba con interés al mago, aunque no pudo evitar cierto desagrado ante las costumbres que allá se llevaban a cabo. Le parecían tradiciones injustas donde se les privaba la libertad de decidir. Ademas, eso del archimago de la muerte la dejaba muy intrigaba, ¿a qué se refería?, ¿era aquel que dictaba quién debía morir y quien no? No le encontraba sentido, no cuando la muerte debía ser un suceso natural. —¿Entonces aquellos miembros de las siete familias no pueden decidir de quien enamorarse? —en muchos países incluso estaba prohibido por la ley, pero eso no lo mencionó —, ¿no se han presentado quejas por parte de los medios? Otra vez había estaba cruzando esa delgada línea entre la curiosidad y la intromisión. Miró nuevamente su entorno: necesitaba distraerse. Empezaba a sentirse aturdida con algunas imágenes mezcladas en su mente. Contempló de nuevo al mago junto a ella, ¿estaba segura?, ¿podía confiar en él? Reinaba un aura de misterio en todo su alrededor y ella, aunque tímida y cautelosa, siempre se había visto arrastrada por la curiosidad. Dio otro sorbo a su copa, uno más largo que los anteriores. —¿Qué tal si vamos a la torre de espigas? Volvió a beber.
  13. Cuando escuchó al joven nombrar el edificio de espigas Dorothy sintió el impulso de marcharse, sin embargo se quedó, después de todo solo eran comentarios, y un chisme lo podía crear cualquiera. Tomó otro pedazo de queso, quería distraerse y borrar de su mente las imágenes de tortura que se empezaban a crear. Tampoco quería que su rostro denotara angustia. Estaba acostumbrada a mostrar una cara neutra ante el mundo. Pensó en el tema que mencionaba: el de vivir sin alma. Qué triste seria para ella vagar por el mundo sin emociones que sentir, cuando todo lo que hacía era un busca una sensación, buena o mala. Recordó a los dementores con sus gélidos besos, y se preguntó si estaban asociados con el caso que se comentaba sobre el dueño del local. —¿Gritos continuos de niños?, ¿acaso no han ido las autoridades a investigar? Podría tratarse de un tema grave. Nuevamente se encontró distraída al escuchar la procedencia del mago. ''Egipto'' pensó curiosa. Un país que a grandes rasgos le parecía muy interesante pero del que difícilmente sabía algo. Vio como le servían un trago al joven y aprovechó la ocasión para pedir otra copa de vino, la cual tampoco tardó en llegar. —Se pronuncia Lockhart, como ya lo has dicho —afirmó. Después se pintó en sus labios una mueca de desagrado y nostalgia, al norbrar a Ishaya—. Sí, murió hace unos meses. No tuve mucho trato con él, pero fue una gran pérdida para Cye, su esposa. —lo que realmente le dolía no era la muerte del patriarca, era el sufrimiento de Cye —. Pero háblame de Egipto, no me tenido la oportunidad de conocerlo. @
  14. —Me temo que no lo conozco —respondió antes de llevarse un pedazo de queso a la boca y dar otro sorbo a su bebida. Tuvo que esperar unos cuantos segundos para volver a hablar. —. Me lo imagino como alguien extravagante, a pocas personas se les ocurriría crear un lugar así. Siguió reflexionando y creando una imagen del dueño en su mente. Visualizó a alguien inteligente, con vestimenta oscura, aunque haciendo uso de algunos accesorios vibrantes, como lo era el dorado, y haciendo uso de un lenguaje meticuloso. Sintió un poco de temor con respecto a las Artes Oscuras, que para ella estaba irrevocablemente ligado al deseo de control y poder. —¿Y qué consecuencias le provocó? —sus lucían más grandes de lo normal. Estaba intrigada. —. Lo siento, no quiero parecer entrometida... El joven cambió de tema y preguntó por su familia. Ella recordó con ternura a Cye, a quien conoció en su etapa de la Academia y por quien fue acogida muchos años después, tras su llegada y al descubrir la desaparición de Alyka y Coyo-T. De no haber sido por aquella bruja, se hubiese marchado nuevamente del mundo mágico. —¿Los Lockhart? —repitió, era extraño que le preguntasen por su familia —. No, es inglesa. Uno de sus fundadores, Lord Gilderoy Lockhart fue profesor de Hogwarts, poco antes de la Guerra Mágica. Dicen que después de unos eventos desafortunados quedó trastornado. Lo que la gente comúnmente llama como ''locos'' pero logró recuperarse, y aquí estamos... —al darse cuenta de que había hablado mucho, preguntó:—, ¿qué me dices de tu familia? @
  15. El joven encargado del bar no tardó en servirle su copa de vino. Dorothy observó entretenida cuando se destabapa la botella, y sonrió ante el sonido que emitió el corcho al salir. Cuando tuvo la copa frente a ella la tomó por el tallo y empezó a moverla suavemente, viendo como se formaba un remolino rojizo dentro del cáliz. Luego la olió. Había gente que podía determinar las característica de las bebida, pero ella no detectó nada, así que se simplemente bebió. La bebida recorrió cada centímetro de su boca, ofreciéndole un mundo de sensaciones: dulces, ácidas, amargas.... Se sobresaltó al escuchar una voz que se aproximaba e inmediatamente colocó la copa sobre la barra y se limpió con sus manos los residuos de líquido que habían quedado en sus labios. Tardó unos segundos en responder, quizás se debía a la sorpresa, y al escaso contacto social que había tenido en los últimos meses. —Oh, no es molestia, en lo absoluto —escuchó el nombre del mago. Su apellido se llamo la atención, no lo había oído antes —. Yo soy Dorothy —, ¿era necesario mencionar sus apellidos? Tal vez sí, aunque con su peculiar historia ya no sabía a quienes llamar familia y a quienes no. —. Dorothy Lockhart Terminó por decir. Pidió un aperitivo de queso brie y luego se giró para ver nuevamente al mago sentado a su lado. Quería romper el silencio. —Es un sitio muy curioso —comentó mientras veía a su alrededor—, ¿es la primera vez lo que visitas? @
  16. Usualmente optaba por pasar las noches en su casa, con la compañía de Barrabás y Quinn y el sonido de los árboles. Pero sabía que la soledad ya no solo era un placer, sino que más bien se convertía en un vicio. Entonces recordaba melancólica las sabias palabras que su madre Celia le había repetido tan afanosamente ''Nada en exceso es bueno'' y se agarraba de ellas como impulso para hacer algo distinto. Observó su rostro en el espejo, había destellos de cansancio en él. Su vestimenta era la de siempre: pantalones de mezclilla y una playera negra, de mangas cortas, y calzado deportivo. El cabello castaño solo se lo recogía si estaba muy agitada o si el ambiente era caluroso. Salió de su hogar sin prisa, postergando aquel momento. Había mucha actividad en el Callejón Diagon, Dorothy lo atribuyó al fin de semana. Observaba curiosa a las mujeres con faldas cortas y a los hombres con pantalones ajustados. En los anuncios predominaban los colores incandescentes que se apagaban y se apagaban y se prendían de manera intermitente. Cualquiera que fijase su vista en ellos por más de un minuto quedaría aturdido. Vio uno inspirado en cartas de juego, similar a los naipes, y se vio atraída por el aura de misterio que despertó en ella. De los cuatro edificios decidió entrar a las primero. La estancia estaba decorada por cientos de corazones de con color rojo, incluso las mesas, las sillas y la barra, a donde fue a parar. Tomó el menú de bebidas y lo leyó sin muchas ganas, concentrada en encontrar la sección de vinos. —Disculpa, ¿me darías una copa de Malbec? —se tomó un segundo para decidirse por la marca y al sentirse presionada terminó por decir —: del mejor que tengas. Quizás podría confiar en el criterio del barista.
  17. ID: 115548 Nick: Dorothy Anne Link a la Bóveda Trastero: Bóveda Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: Bóveda Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): --- Fecha: 2019-04-05 Objeto: Pensadero Puntos: 40 P Precio: 2000 G Objeto: Espejos comunicadores Puntos: 40 P Precio: 2000 G Total de puntos: 80 P Total de Galeones: 4000 G
  18. Dorothy imitó a Dennis y se acercó a la figura inconsciente de Charlotte. Estaba impresionada, ¿qué pintura querrían robar si todas estaban hechas por pintores clandestinos y sin ninguna relevancia en el mundo mágico? Kathy se dispuso a calmar a los clientes ofreciéndoles un té de hierba buena, mientras tanto Charlotte levitaba inconsciente y se dirigía a la oficina de gerencia, tal como lo propuso Dennis. Una vez en la oficina dejaron a Charlotte reposar sobre el sofá verde ubicado en el centro de la estancia. Dorothy miró a Dennis, seguía contrariada. —No lo entiendo… ningún cuadro es tan valioso como para intentar robarlo. En ese momento Charlotte soltó un suave gemido, que atrajo la atención de las socias. Poco a poco fue abriendo los ojos y sentándose en el sillón. Asintió cuando Dorothy preguntó si se encontraba bien, físicamente lucía más relajada. Con su varita hizo volar un vaso de agua que se posó frente a ella y que tomó sin rechistar. Al cabo de unos segundos habló: —Era esa pintura… muy bonita —hizo una pausa tratando de recordar—, de una pareja bailando: una joven con vestido rosa y un hombre de traje azul. Dorothy sabía muy bien de cual hablaba, era un cuadro impresionista que había llegado hacía menos de dos semanas. —¿Te refieres al Baile de Bougival? —Charlotte asintió— ¡Pero ese cuadro es una réplica! , ¿por qué alguien querría llevarse una réplica que puede conseguir en cualquier parte?, ¿segura que no se llevaron nada más? Era todo muy extraño. En ese momento alguien tocó la puerta, era Kathy. —Hay un hombre uniformado en la entrada y pregunta por ustedes. Dice ser investigador. @@Dennis Delacour
  19. Dorothy sonrió ante el comentario de Dennis. ‘’Mostrar su carácter’’ no recordaba la última vez que había estado molesta. Nostálgica sí, y mucho, tanto que había ideado una lista de excusas y tácticas para pasar desapercibida cada vez que el llanto llegara a sus ojos. En ocasiones podría controlarse, como lo hacía justo en ese momento después de recordar a su bando y todas las anécdotas que había para contar. —Un pie de limón estaría ideal —le dijo con otro tono que vislumbraba nuevos ánimos. Kathy se marchó y ella se distrajo por unos segundos viendo a Barrabás y Queen, que jugaban en el jardín. Desde la pérdida de sus poderes los traía siempre consigo. Ottery ya no era un lugar seguro. Cuando Kathy regresó colocó los dos platos con el postre sobre la mesa, y Dorothy tuvo que esperar impaciente a que llegaran los cubiertos para empezar a degustar. Cerró los ojos al apreciar el contraste que existía entre el limón y el azúcar quemada del merengue. Una exquisitez. —Realmente deliciosa, no había tenido la oportunidad de probarla antes. —comentó, y se llevó la servilleta a los labios para limpiarse un pedazo de crema. De pronto se escucharon unos gritos estruendosos que se hacían cada vez más cercanos. La figura de Charlotte apareció con el rostro contrariado y su cara blanca, como si se hubiese convertido en un fantasma. ‘’¿Pero qué es lo que te sucede?’’ preguntó Kathy desesperada, deshaciéndose de la taza que tenía en sus manos y acercándose hacia ella. —¡QUÉ SE HAN ROBADO LA PINTURA! —su voz de pronto era ahogada—. Han entrado, no sé cómo, pero casi me muero del susto, y se la han lle… Pero de pronto cayó inconsciente al suelo. @@Dennis Delacour
  20. En el salón de arte... En el salón de arte se encontraban tres personajes curiosos: un hombre de bufanda roja, una mujer con zapatillas de cristal, y un niño que podía recitar todas las poesías del mundo. El hombre de bufanda roja contaba milímetro a milímetro la longitud de sus trazos, evaluaba la intensidad de la luz que entraba por la ventana para decidir la tonalidad violeta que plasmaría sobre el lienzo. La mujer con las zapatillas de cristal no pintaba. Se dedicaba a cantar y a cantar, alegando y repitiendo, y volviendo a alegar, que llegarían los animales del bosque a pintarle un cuadro ''Del jardín, querrás decir, querida'' decía el hombre de bufanda roja. La mujer cantaba tan afanadamente que incluso rompió los cristales del salón (sí, incluídas sus zapatillas) El niño que podía recitar todas las poesías del mundo no pintaba con pintura, como cualquier ser corriente, no, él usaba el agua salada que salía de sus ojos. Decía, y repetía, y volvía a decir, que no había mejor color para expresar sus sentimientos que el color de sus lágrimas. Y ahí estaban el trío de extraños. Cualquiera que los hubiese visto diría que nadaban bajo la locura, pero déjenme decirles, amigos míos, que el loco está más cuerdo que el propio cuerdo.
  21. Dorothy hizo un silencio cuando su compañera nombró a su madre, una de sus líderes, que había pasado a la clandestinidad. Evocó en su memoria momentos memorables, que se habían adherido a su espíritu y ahora formaban parte de toda ella. ¿Qué eran las personas sin los recuerdos y experiencias? Simples seres vacíos y sin vida. —Se avecinan nuevos cambios… murmuró mientras clavaba su vista en una puerta de cristal que dejaba ver el jardín—, ¿crees que estemos todos preparados? Es difícil poder asumir una postura correcta cuando el mundo está lleno de tantos vicios y placeres. Ahora el virtuoso no es aquel que actúa con templanza, no. El virtuoso se ha convertido en el aprovechado y mezquino. Sintió interés por el Libro de fortaleza. Ella, que nunca se había sentido atraída por dichos textos, sabía que en esos tiempos era indispensable disponer de la mayor cantidad de conocimientos posibles. —Quizás pronto me verás rondando como una de tus alumnas —comentó emocionada para después darle otro sorbo a su café. Cuando Dennis la describió con el adjetivo de responsable una risa se escapó de sus labios. ¿Se atrevería a contarle que la habían despedido como reportera de El Profeta por inactividad de su parte? Era algo de lo que se avergonzaba, una abominación para su pulcro historial. En su defensa, podía decir que aquel trabajo no inspiró nunca su alma, y actuar sin un motivo genuino era para ella algo incluso más pavoroso que mostrar una postura aséptica. —Analizaré las opciones que tengo. Esta vez podría resultar agradable —de pronto recordó algo—. Olvidé mencionarte, Dennis, pero a veces recibo visitas de un pariente, un tío mío llamado Isaac. Se la pasa merodeando el centro cultural, así que puede que te topes con él. Es un tanto engreído, no te dejes sorprender por su actitud —terminó por advertirle. @@Dennis Delacour
  22. Kathy Era común en Kathy quejarse de los quehaceres del centro cultural, pero era incluso más común quejarse de su tiempo libre y de lo inútil que podía ser la vida sin la presencia de las tareas cotidianas. Su vida era una completa queja, en cualquier de los aspectos. Si estaba soltera se quejaba de estar sola, y si tenía pareja decía sentirse sofocada. Si no tenía amigas se quejaba de estar encerrada siempre en casa, y si tenía decía que era imposible administrar su tiempo cuando el día solo contaba con veinticuatro horas. Un día, en el que estaba peculiarmente feliz, se sentó de pronto en una de las sillas de la cafetería. Dio un suspiro largo, y tal gesto atrajo la atención de Charlotte, quien preguntó curiosa que qué le sucedía. Kathy se tomó un segundo para pensar, segundo que se transformó en un minuto, y lego en dos y en tres. Cada vez que abría sus labios los cerraba, como si al argumento que pretendía exponer se le hubiese escapado su valía. Hasta que por fin respondió. —Es que… no sé de qué quejarme. Se produjo un silencio. Ambas se miraron. Y una carcajada estalló.
  23. Por el momento todo se trataba de una tonalidad difusa de colores oscuros que se mezclaban para dar paso a otros más cálidos. Podía ver un círculo rojo que se iba expandiendo hasta ocupar todo el espacio; entonces, lentamente, fue abriendo sus parpados y la cortina candente que se imponía ante su vista subió para dar paso al verde del pasto y a las siluetas difuminadas de los árboles. Tuvo que abrir y cerrar los ojos varias veces para enfocar su entorno. Estaba en un bosque, o mejor dicho: estaban en un bosque. Se tomó un tiempo para analizar la situación sin siquiera moverse. Había un sujeto con cabellera azul moviéndose no muy lejos de ella, ¿era él el responsable de que estuviesen ahí? Lo miró con discreción, no estaba armado, así que se decidió sentarse y delató su estado de consciencia. A su lado se encontraba también una joven de cabellos violeta, luego observó nuevamente al sujeto de cabellera azul, y por primera vez en sus más de veinte años se sintió extrañada por tener un tono de cabello tan común como lo era el castaño. El joven preguntó si se encontraba bien y aprovechó la ocasión para ayudar a Dorothy a colocarse de pie. Al principio le causó cierta desconfianza lo inmundo de su aspecto, pero en cuanto se dio cuenta del estado de sus pantalones de mezclilla y la maraña que representaba su pelo sintió una vergüenza que le invadió todo el cuerpo. Sacudió sus manos para quitar la tierra adherida, pero de igual forma quedaron sucias. —Estoy bien… —comentó dudosa y fijándose en su compañera. ¿Y qué era estar bien? Estaba ahí, con dos completos desconocidos que no parecían tener ni la más mínima idea de lo que ocurría. Físicamente no existía ninguna molestia, sin embargo su mente estaba a punto de estallar imaginando cualquier tipo de motivo, o razón que los hubiese llevado hasta allí. Es más: ni siquiera podía afirmar que no los conocía, ¿cómo iba a hacerlo sino recordaba nada? Puso muchas cosas en duda. —¿Han establecido contacto con algún desconocido o ingerido algo de extraña procedencia? Se encogió de hombros, no sabía que otra explicación darle a tan desconcertante situación. Había escuchado de casos curiosos, de personas que despertaba sin recordar nada y que era víctimas de actos mal intencionados, o que consumían ciertas sustancias o pociones que les hacía cuestionar su realidad. ¿Era ese el caso de aquellos tres? —Mi nombre es Dorothy —''encantada'' pensó en decir. Pero no, no estaba encantada, sino más bien angustiada. Ellos tampoco recordaban nada. —. Solo recuerdo haber salido de mi casa, iba a… —y cerró los ojos tratando de ordenar las ideas —no recuerdo mucho. De pronto se escucharon unas voces a lo lejos. Los tres estuvieron en silencio, intrigados, hasta que Apolo tomó la iniciativa de ir a investigar. Lo siguieron. Se escondieron tras unos arbustos y lo que vio después la dejó helada. Tres figuras: una bruja de cabellos morados, otro mago de pelo azul y por último, una joven de melena castaña. ¡Pero si era ella! No, no, ¡eran los tres! Apolo —o la segunda versión de Apolo—, hablaba con ánimos, y aparentemente daba la introducción a una clase. También escuchó su voz, se presentaba con el mismo nombre de ella. Tenía un tono agudo y quisquilloso, que por alguna razón le desagradó, ¿era su voz así todo el tiempo? No dijo nada, pero se aclaró la garganta. Los rostros de la Gatiux y el Apolo que la acompañaban lucían igual de contrariados que el de ella. No podía entender como habían dos personas iguales. Se preguntó si compartía la misma historia, la misma manera de pensar, y poco a poco se empezó a sentir menos ella, menos autentica. ¿Habría una tercera Dorothy vagando por el mundo? Le costaba admitirlo, pero era demasiado egoísta como para alegrarse con la idea de compartir su esencia con seres iguales. —¿Alguna vez has dado clases de Encantamientos? Es decir, me refiero a ti —y lo tocó con la punta de su dedo índice, comprobando que era real —, ¿sabes lo que sucede después? —luego miró a Gatiux —, ¿y tú?, ¿has estado alguna vez en una clase así? —también la tocó con su dedo. Era de carne y hueso —, ¿creen que puedan vernos así como nosotros los vemos a ellos?
  24. Dorothy aprovechó para pedir a Kathy otro café, y así acompañar a su socia. Se sentó frente a ella y esperó su bebida mientras escuchaba las palabras de la rubia. Era realmente un placer poder verla. Cuando mencionó el Ministerio de Magia recordó el nuevo cargo y aprovechó la ocasión para felicitarla. —Me enteré de tu nuevo cargo. ¡Felicidades! —vio a Kathy acercarse y recibió el café, pero como estaba muy caliente no lo probó, sino que lo dejó sobre la mesa para que se enfriase. —. ¿Qué clases impartes en la Universidad? Yo hace poco me inscribí en Encantamientos, me va a venir bien pisar la escuela otra vez. Y empezó a reír, desde hacía unos cinco años que no ponía pie en un salón de clases. Sus neuronas empezaban a oxidarse, especialmente en todo lo relacionado a cálculos. También recodó su último trabajo en el Ministerio de Magia, y la poca satisfacción que había sentido hacia él. Ahora empezaba a creer que un cambio de aires y responsabilidades era lo que necesita. —Cuéntame de tu nuevo cargo, ¿mucho trabajo? —esta vez si le dio un sorbo a su bebida. Era increíble como el sabor y aroma intensos del café eran capaces de viajar hasta su cerebro y despertar sus conexiones neuronales y a toda ella. —. Yo quizás me anime a postularme en el siguiente periodo. @@Dennis Delacour
  25. Abandonó el jardín y se dirigió al gran pasillo, que reinaba por su silencio y paz. Se acercó a la fuente del jardín central, cuya característica principal era la presencia de una especie de libélulas nadadoras, en lugar de simples peces. Las criaturas se desplazaban con una armonía lenta y seductora, como si todas fuesen guiadas por una melodía externa a los humanos. Dorothy sumergió sus manos en el agua, con la ilusión de retener a una, pero estas sutilmente se desviaron para continuar con su camino. Dorothy se preguntó por su Dennis, habían pasado semanas desde la última vez que la vio, tantas que aún no le había comentado de la carta hallada detrás del cuadro de Rose, y muchos menos de la visita que planeaba hacerle al viejo Ailbert. Suspiró justo antes de regresar al jardín, ¿era acaso una pérdida de tiempo gastar sus energías en el misterioso amor de dos fallecidos? Por alguna razón pensar en el tema, analizar conclusiones e imaginarse acontecimientos encendía su espíritu. De ratos se sentía terriblemente culpable, sintiendo que no vivía su propia vida, sino que más bien extraía lo mejor de anécdotas ajenas y las hacía parte de ellas. Se preguntaba si había roto esa delgada línea entre la curiosidad y la intromisión, pero de otra manera estaría siendo injusta consigo misma y con la sedienta necesidad de sentir, que la había acompañado desde el comienzo de sus días. Sonrió al vislumbrar la silueta de la rubia hablando con Katy, y no dudó en acercarse. —Dennis, qué gusto verte por acá. Desde hacía tiempo que no nos topábamos.
×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.