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Soamily Evans McGonagall

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Soamily Evans McGonagall ganó por última vez el día 22 Agosto 2012

¡Soamily Evans McGonagall tenía el contenido más querido!

Acerca de Soamily Evans McGonagall

  • Cumpleaños 28/09/1996

Ficha de Personaje

  • Nivel Mágico
    0
  • Rango Social
    Aprendiz
  • Galeones
    4590
  • Ficha de Personaje
  • Bóveda
  • Bóveda Trastero
  • Familia
    Evans Mcgonagall
  • Trabajo
    0
  • Raza
    Humana
  • Puntos de Poder en Objetos
    20
  • Puntos de Poder en Criaturas
    0
  • Puntos de Fabricación
    0
  • Rango de Objetos
    10 a 200
  • Conocimientos
    - Pociones
    - Herbología
  • Medallas
    0

Profile Information

  • Género
    Female
  • Location
    East northumblerland high ...
  • Interests
    Ya me había pasado el entumecimiento causado por la pérdida, y el dolor me atacaba de repente, hacía que me doblase y que los sollozos me estremeciesen. ¨¿Dónde estás?¨- gritaba una voz en mi interior-¨¿A dónde has ido?¨ Por supuesto, nunca recibí respuesta.

Contact Methods

  • Skype
    soamily28

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Reputación

  1. Quería creer que era mentira, y que la chica que estaba explicándome aquello no era mi madre. Cuando regresé, pensé que la gente estaba sobre reaccionando, pero era cierto; nadie quería estar con ella. Tenía un poco de desconcierto, no estaba segura de muchas cosas, pero me dolía por ella, más allá de todo era mi progenitora. La vi llorar, hablar y contarme lo de su hija; algo que ya sabía. Se levantó, me besó y terminó con un ¨te quiero, hija¨. Quedé atónita por un segundo, recobrándome poco a poco. Claro que iría a visitarla, cuando estuviera más calmada y hubiera adquirido más información, no porque quisiera seguir sus pasos, claro, sólo porque no podíamos quedar así. Miré a Lisa mientras le correspondía el abrazo. -Estoy bien- afirmé, mientras arremolinaba mi larga cabellera en mi cabeza, despejando mi rostro- hablaré luego con ella, la verdad no logro comprender- si bien los bandos, como todo en el mundo tanto mágico como muggle tenían sus defectos, ambos eran corruptos e interesados por algunas cosas, era fuerzas opuestas; estaban contrarrestados por lo bueno y lo malo. Había un bando en el que por falta de conocimiento propio no podía afirmar, quizá fueran compañeros entre sí, pero los ideales por los que se movilizaban por las calles eran inhumanos y crueles. Sin bien la orden no era perfecta, porque lo sabía, lo había vivido, se mantenía firme por por lo que todos idealizábamos; igualdad, entre magos y magos, entre muggles y magos, y entre sangres ¨pura¨ y sangres ¨impura¨. o quizá Felicity jamás había pensado de esa manera, no podía afirmarlo. -Creo que deberíamos irnos, Lisa- habíamos llamado la atención más de lo usual y aceptable, mezclando bandos y nombres- saqué algunos galeones de mi bolsillo, dejando quizá más de los necesarios, para los elfos y para compensar el daño y el escándalo, además de ayudar para el local que hacía poco había abierto, y felicitar a su dueña por el gusto, y los dejé sobre la mesa- ¿Vamos a alguna mansión?- terminé, esperando una afirmativa. Comenzamos a salir por el local, hombro con hombro, sintiendo la compañía de mi tía. Le agradecí haberse quedado, el hecho de que estuviera a mi lado significaba mucho para mi. -Podemos encontrarnos con Mei, si te parece- unos días atrás había quedado con la Delacour de verla, y aquel día por información de mis elfos estaba disponible. Según lo que sabía ambas tenían una relación magnífica, y las tres estaríamos bien. Me cohibí de hablar más sobre los bandos, las decisiones y mi madre; ya lo haríamos cuando estuviéramos en otro lugar- ¿A qué castillo? quisiera conocer los recién nacidos ¿Vamos?- finalicé, impaciente por llegar a nuestro destino y poder contar con ambas chicas para platicar abiertamente. Salimos del local, con un poco de presura y esperando que nadie nos hubiera escuchado, deseando que no ganáramos problemas- Gracias- finalicé, sonriendo a la Rambaldi para por último desaparecer del lugar.
  2. -Nos quedaremos aquí- manifesté inmóvil, sin separar los ojos de Felicity. De regreso a mi silla apunté con mi varita al desastre que había hecho, haciéndolo desaparecer en un segundo, con Lisa a mi lado- Hablaremos en voz baja, pero hablaremos aquí, si aún quieren hablar- miré alrededor, esperanzada en que no hubieran muchas personas que pudieran reconocernos, aunque, aquello era difícil. Me acerqué lo máximo que pude a la Rambaldi, aferrándome a algo que me hiciera desear estar allí. Suspiré, y observé como mi pecho subía y bajaba rápidamente, con la inseguridad de aquel mal rato. Miré con aprensión a mi madre, todavía esperando su anhelada respuesta. -No existe ¿Verdad? no hay ninguna respuesta ni explicación. Te diré que pasa, esto es nada más que uno de tus caprichos, esperaremos unos meses más y todo volverá a ser como antes- Lo dije con repugnancia, casi escupiendo las palabras. Es que la rubia no comprendía que no podía vivir así, que ser indecisa e inestable no lograban que llegara a ningún lugar. No la odiaba, como parecía que hacía su hermana, pero en aquel momento me vi nublada, por una de las primeras veces en mi vida, por el dolor y la resistencia que sentía. Aplaudí, y sonreí con ironía y ventaja, más suave de lo que había pronunciado mis anteriores palabras, para no llamar la atención de aquella manera, algo que en definitiva odiaba. ¿Podría mi propia madre arremeter contra su hija? al juzgar por la reacción de Lisa; sí, si podía. ¿Qué era lo que le había sucedido? ¿Era posible que una sola persona cargara con tanto en su interior?. En lo que a mi respectaba, siempre había sido una chica calmada, bastante tranquila, y mis problemas emocionales no causaban gran problema, a decir verdad. Pero ahora podía darme cuenta que algunas personas cargaban con dolores y rabias, que no superaban lo que hacía mucho debía estar en el pasado, dejando así que interviniera en su presente. -Eras, una de las personas más importantes ¿Sabías eso? una persona que jamás habría imaginado seguiría sus vanos deseos tan lejos- mi voz se quebró, pero aún así, y con la lágrima que rodaba en mi mejilla continué, tan firme como si nada estuviera sucediendo- no creí que tus desequilibrios llegaran a este extremo, imaginé que era pasajero, y fruto de la cercanía lo que hacía que a veces te pensara tan insegura de ti misma. Pero veo que me equivoqué- terminé, secando mis rostro rápidamente, para dar paso a lo que su débil defensa pudiera admitir.
  3. Claro que ni me sorprendía ni tenía problema alguno con que la pareja de Lisa fuera Xell, la vieja Xell. Sonreí, me alegraba mucho que las dos brujas estuvieran en semejante historia, era de todo mi agrado. Antes de poder contestar, antes de siquiera analizar lo que estaba sucediendo, sucedió. No podía creerlo, ¿Lisa y Felicity en aquella situación?. Parpadeé perpleja, al tiempo que veía el disgusto en ambos rostros, y dejaba que la Rambaldi se alejara un poco, para recibir a mi madre, dejé que me abrazara como deseaba y luego, cuando estuvimos separadas esperé un poco; reparando en que inevitablemente teníamos un físico bastante parecido, comenzando por nuestros cabellos. -Entonces, dime que es lo que pasa- interrogué, con seriedad y debo admitir mucha curiosidad. Sabía que Lisa iba a estar bien en el lugar más alejado del local, mientras la Weasley me sacaba todas aquellas dudas- Explícame, dime que todo aquello no es cierto- más que rabia, sentía una decepción que hacía que mi interior se revolcara buscando alguna solución. ¿Felicity, la madre que había inculcado aquellos ideales que jamás olvidaría, se encontraba allí sin una buena explicación para todo aquello?, al sentir el silencio de la bruja, no pude controlarme más, y fue como si una bomba que había estado guardando hacía mucho tiempo explotara con la fuerza que sólo llegado ese punto podía mantener. -¡Dime, qué es esto! o te juro que jamás podría mirarte a los ojos de nuevo- grité, al tiempo que tiraba los dos platos que habían en la mesa; no esperaba que aquello sonara tan rudo y duro, pero el momento fue de esa manera. Miré de reojo a Lisa, quien seguía esperando, y no quería que se fuera. Sentía tantas cosas, quería que mi progenitora me respondiera inmediatamente, aunque, cociéndola, quizá hablaría de mucho menos de lo que yo necesitaba. giré la cabeza, negando, dándole a entender corporalmente, que tenía que poseer motivos bastantes buenos, para regresar a lo que éramos. Clavé mis orbes azules en ella, alzando las cejas, instándola a hablar. -Sigo esperando, Madre- el adjetivo familiar que utilicé lo teñí de rabia y sarcasmo, dejando atrás los clichés.
  4. El elfo había regresado con un increíble café, espumoso y en el punto perfecto de temperatura. El cual estuve a punto de escupir cuando escuché las últimas palabras pronunciadas por la chica; ¿Pareja? ¿Lisa?. No es que fuera un hecho imposible, pues la chica era demasiado atractiva, pero jamás la había imaginado compartiendo con alguien un poco de su ingenio. Sin embargo, la veía más madura, más tranquila y segura de lo que jamás había pensado. Algo de suma importancia había cambiado en sus ojos, algo en su manera de expresarse hizo que mi corazón diera un vuelvo... ¿Podría ser?. No lo sabía, y por el momento no tenía manera de averiguarlo, así que continúe hablando con la Weasley. -Debo admitir que no me sorprende tanto como parece. Quizá antes hubiera sido diferente, pero ahora, en la forma en que te veo... - No sabía cómo expresarle que me encantaba su cambio sin que sintiera que antes era peor, pero habían maneras de variaciones que siempre traían consigo cosas buenas, como al contrario, por supuesto- Luces y estás diferente, en un buen sentido. Me alegra tanto por ti, mereces eso y mucho más. Quizá hasta una hija como yo- Tuve que mezclar una pequeña broma, para que no se convirtiera en una charla tan seria como se estaba tornando. - Bueno, ¿Quien es el afortunado?, y por favor, ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Dónde está Felicity?- No pude contenerme más, necesitaba ahuyentar esa pregunta de mi cabeza; ¿Qué era verdad y qué era mentira de todo lo que estaba circulando por las calles?. -La gente ha estado particularmente interesada en mi regreso, como si esperaran algo de mi... no estoy muy segura qué es, pero sí que no puedo aguantar más rumores ni murmullos en la calle sin escuchar la versión de mis personas de confianza, así que; te escucho- No estaba siendo nada sutil ni paciente, más bien, me estaba desquitando con Lisa, de una manera buena claro. No sabía cual iba a ser su reacción, pero como tía y amiga, sabía que no atentaría contra mí de ninguna manera, quizá luego tendría que contestarle algunas preguntas, pero ahora era su turno de hacerme saber qué sucedía y llenarme de felicidad con sus noticias de vida personal. Clavé mis orbes en la bruja, y dejé ver una sonrisa tímida y pícara, de una sobrina curiosa que la necesitaba.
  5. Observé la capa negra, y el inconfundible andar y postura de la chica. Sonreí inmediatamente la vi, al tiempo que la instaba a sentarse con mis largos brazos. Había estado observando la decoración del lugar, pero mi atención se centró en Lisa; era bueno verla, hacía que mi corazón diera un vuelco, que sintiera que realmente había regresado. Recordé cuando solía estar en la mansión y la Weasley llegaba, cuando hablábamos sobre cosas de gran importancia para ambas; íbamos a estar la una para la otra ahí, para todo, y esperaba que la chica lo supiera sin necesidad de las palabras. -No te creas, lo he hecho más yo- Yo la había echado de menos, entre todas las persona que extrañaba, la Rambaldi era una de las que encabezaba mi lista- Claro que me quedaré, ahora más que nunca- La abracé sin aviso previo, algo que no saldría tan fácil de mi si no se tratara de una persona tan cercana. La reparé; había cambiado, pero en un buen sentido. No quería mezclar mi regreso con nada de los bandos de nuestro mundo por ahora, pero los rumores de lo que a la bruja concernía eran potentes, y en algún momento basada en la confianza que manejábamos le preguntaría hasta que punto debería creerlos. -Mi lugar es aquí. Pero bueno, ya te contaré que fue lo que pasó, por ahora es tu turno- Clavé mis orbes en ella, expectante a lo que pudiera decirme. Quería que me contara todo lo que había sucedido, porque hacía más de un día del nombre que no aparecía por aquellos lugares. Siempre había pertenecido a la Orden del fénix, feliz y leal a mis principios, pero con la ausencia obviamente ya no era auror, sin embargo, mi regreso constaba en eso; retomar la antigua vida que tanto extrañaba. Comenzaríamos con lo básico, luego quizá habláramos del tema. No me había percatado de la presencia del pequeño elfo que me había atendido al principio, y me sentí un poco avergonzada por no notar que aún seguí allí.- A mi puedes traerme con lo que esperan que continuemos regresando al lugar, y puedes felicitar a tus amos por la idea de tan espléndido local.- Miré expectante a Lisa, esperando a que ordenara algo al elfo, para dar pie a nuestra pendiente conversación.
  6. Sin mostrar ninguna emoción, nada que delatara lo que estaba pensando en aquel momento, miré a Sagitas y a su acompañante Hayame, quien parecía dispuesta a reaccionar ante cualquier situación que la incomodara. No era mi intención hacer de aquello un mal momento para nadie, pero estaban siendo realmente dramáticas; las personas así me aburrían. Escuché lo que decía Aaron, las palabras que cruzaba con la Potter Blue. Guardé silencio y bajé mi cabeza, intentando alejar todo con lo que no estaba de acuerdo. -Si, soy hija de Felicity. No estoy justificando a Aaron de ninguna manera, pero me parece que cuentan con uno elfos bastantes sensibles. Le di las gracias a la criatura- ¿Qué esperaban? no iba a brindar golosinas. Observé atenta a las brujas, carente de sentimientos en mi rostro. Me abracé del codo de mi amigo y dejé que pagara la cuenta; en otra ocasión sería yo la anfitriona. Lo miré, haciendo un gesto de risa, algo que sólo el y yo comprenderíamos-Como sugerencia les diría que hagan un curso práctico de manejo de emociones para elfos; póngalo a mi cuenta. Nos vemos pronto, Sagitas- No tenía absolutamente nada contra aquella chica, así que no busqué motivo para continuar con la discusión. Pasé al lado de ambas, sin intención alguna de despedirme de la otra bruja que nos observaba con sus inquisitivos y rojos ojos; no me asustaba, ni un poco. Si bien hacía mucho no practicaba, mantenía mi varita conmigo, y era imposible olvidar todo lo que en un tiempo había hecho con tanto ahínco. Nos alejamos, con los brazos aún juntos; se sentía bien estar junto a alguien que conocía bien. Reí cuando Aaron aterrorizó al elfo- No cambias, Aaron, y sería un delito pedirte que lo hicieras- No era partícipe del abuso, pero lo del chico pertenecía a lo lacónico, podría decirse- Continuemos nuestro encuentro en un lugar más acorde, Black- le guiñé uno de mis azulados ojos, al tiempo que me alejaba consciente de lo caro que le iba a costar a Leandro reparar ese error.
  7. -Wow- Pronuncié al sentir que subía en aquellos cojines. La idea era perfecta para un establecimiento, además, al lugar le sobraba lo agradable. El viento hizo que mi blanca cabellera subiera de repente, y la mueca en mi cara debió haberse visto bastante graciosa. Me acomodé mi vestimenta y el cabello, mientras enfocaba una mesa un poco alejada, aunque no habían muchas personas, a decir verdad, sólo una bruja visible en el lugar. Tomé asiento, al tiempo que se acercaba un pequeño elfo. Le sonreí e informé que no tardaría en llegar mi compañía. No recordaba la última vez que había visto a Lisa, pero la verdad estaba ansiosa por hacerlo. Es que no había visto a nadie en mucho tiempo, y se trataba de alguien a quien verdad apreciaba. Mi mente comenzó a divagar en el asunto de los bandos, en lo cambiado que estaba todo; ¿A dónde habían ido todos? Gode, Mey, todas las personas que alguna vez habían combatido conmigo. De los seguidores de la marca no tenía noticias hacía mucho, la última vez que había defendido el bando o una cárcel del mismo era un vago y lejano recuerdo. Había encomendado a Sandeep enviar la carta a Lisa, pero no me había cerciorado de preguntarle si así lo había hecho; mi elfo podía resultar un poco olvidadizo. Aunque, si la bruja no venía podía tomarme algo, y terminar de resolver los asuntos que invadían mi descanso. Jmaás había visto el lugar antes, pero al repararlo profundamente me pareció que habían hecho un excelente trabajo. No me quedaba otra opción que esperar, mientras mordía levemente mi labio inferior.
  8. -Bueno, no es para tanto- Comencé aquello con mucha amabilidad, excusándome en nombre de Aaron- Acabo de agradecer al elfo por sus servicios, y me excuso en nombre de mi acompañante- No iba a irme, no habíamos hecho nada contra ningún elfo, si bien el Black fue maleducado, lo reparé inmediatamente. Miré a Sagitas, ya conocía a aquella bruja, o al menos, podía recordarla. Instintivamente me paré, con decisión. No quería liarme, y llegué a pensar que podríamos irnos, pero me convencí una vez más que no fue un error tan grave. -Aaron es un poco impulsivo, y no creo que sea un caso tan extremo. Además, he venido aquí hace mucho tiempo, y la falta de respeto se sitúa en que me saquen de esta manera y me pidan no regresar, ¿No crees, Sagitas?- Quizá la mujer no me recordara, pero yo sí, siempre rondaba por los terrenos mágicos, era alguien a quien podía al menos llamar por su nombre. Miré expectante al joven, esperando que dijera algo, algo que lo comprometiera en su error, aunque conociéndolo, armaría un embrollo. Subí mis brazos y tomé con una sola mano mi rubia cabellera, haciendo una coleta de caballo con ella, mientras alzaba mis ojos mirando expectante a Aaro, Sagitas y a su acompañante. No es que no quisiera irme del lugar; era lo de menor importancia, es que en realidad estaban reaccionando con mucha impulsividad, aunque quizá sólo se tratara de un poco de estrés generado por dirigir el local. Guardé silencio, esperando a que alguien más pronunciara las siguientes palabras.
  9. Escuché atentamente todo lo que el Black tenía para decirme, al tiempo que sonreía al elfo por prestarnos sus servicios, ya que el mago era un muy engreído hechicero proveniente de una familia muy elitista, por no llamarlos de otra manera. Tomaba pequeños sorbos y devolvía el vaso a la mesa de vez en cuando. ¿Con quien se había vinculado? , ya creía saberlo; Aaron, mirando a sus lindos ojos me revelaba que había decidido vivir una vida muy diferente a la mía. Era algo que siempre había sabido, y, a pesar de eso; quería al chico profundamente. Alcé una ceja haciéndole saber que entendía. -Te encanta tenerme como amiga, presumido. Puedo asegurarte que te encantaría tenerme como esposa, enano- Respondí a sus palabras sin esfuerzo alguno. Bueno, al menos el chico había tenido tiempos interesante, a decir verdad lo mío no había logrado llegar hasta ese punto-Bueno, yo intenté aprender otra clase de cosas ¿Sabes?, pero la verdad es que me quedo aquí. Tampoco he visto a nadie, literal y lamentablemente eres el primero que veo. y por lo que noto me seguías, precioso- hice un énfasis especial en el adjetivo que utilicé con el Lestrange. Su tos me confirmó mis sospechas; el chico tenía aversión a la orden, lo cual lo llevaba directamente al bando opuesto. Quizá estuviera equivocada, pero conservaba mi hipótesis firmemente. De todas maneras, yo ya no pertenecía a la orden, mi rango, mi responsabilidad y todo lo perteneciente a ella estaba en mi pasado. Sin embargo, había regresado para hacerme cargo de ese asunto, y lo haría. Guardé silencio mientras bebía un poco del refrescante zumo. Clavé mis orbes en Aaron, recopilando cosas, y aclarando mi mente un poco. No tenía claro cómo iba a seguir de ahora en adelante, pero lo haría. -¿Y qué es lo que harás?- Solté sin más, esperando una respuesta cualquiera, porque estaba segura que el Black no me contaría de plano ( y menos en el establecimiento ) sus planes, que quizá no fueran muy apropiados -¿Podríamos comenzar con un duelo?- Mi pregunta era honesta; necesitaba practicar, además de que me sentía desprotegida por la falta de práctica, si planeaba regresar necesitaba ser buena en lo que hacía. Quizá fuera buena idea para el mago, aunque estaba segura que había cedido algunos puntos al invitarlo a algo, y peor; invitarlo a un duelo.
  10. -Bueno, bueno. ¿Pero a quién tengo aquí? el viejo Aaron y su indeseable cara- Reí, enseñándole mis dientes, el tiempo que el poco viento que acompañaba al lugar hacía que mi cabello jugaba libremente sobre mi espalda, alcanzando a llegar un poco a mi rostro- Tengo que admitir que no cambias, Black; igual de desdeñoso que siempre- Acompañé el comentario con un gesto de disgusto, obviamente fingido. El chico, para decir verdad, era bastante atractivo, y su aire pícaro, hacían de su complemento algo increíble. Recordé como en una ocasión tuvimos que salvarnos mutuamente en clase de duelo; hubiéramos terminado muy lastimados de no haber sido así. -Bueno si, a decir verdad espero a alguien, que llegada esta hora quizá no venga, así que no estaría mal un zumo de naranja- Me desconcertaba la actitud de Leandro, no era la primera vez que no llegaba puntual, o que no llegaba. Tenía muchos asuntos pendientes con el mago, pero si éste no aparecía, quizá estarían así hasta el fin de nuestros días; no lo buscaría. Decidí alegrarme el día con mi viejo amigo- Pues, lo mismo que tú supongo; salvándome de algunas locuras- La frase aludía a muchas cosas en general, aunque en nuestro mundo sonaba irónica; no había muchas locuras que lograran incomodarnos- ¿Tú? dime que ha pasado, y déjate de sarcasmos- Quería saber que había sido de su vida. - A propósito, ¿Te casaste con Dorothy?- Lo dije en broma, claro, pero quizá el Lestrange tenía información de la chica. Le guiñé el ojo al chico, convocándolo a ser insolente, como siempre había nuestro trato. Jugueteé con mis largos dedos sobre la mesa, moviéndoos rápidamente mientras el mago se pensaba sus respuestas. - No mucho para mi, la verdad. He regresado, A, querido, y planeo quedarme. Estuve lejos, conociendo otra vida, pero pertenezco aquí. No sé nada de nadie, no hablo con ninguno hace muchísimo tiempo, pero soy como el fénix, tonto- hice un gesto gracioso, mientras terminaba aquella corta y nada interesante historia.
  11. -No, quizá sea demasiado tarde- lo dije en voz alta, sin temor alguno de los mago alrededor escucharan aquellas palabras. No estaba convencida de regresar a aquel mundo; mi mundo. Haber estado ausente tanto tiempo hacía que los recuerdos se desvanecieran rápidamente, y que mis sentimientos no fueran muy claros al respecto. Suspiré por última vez, confiando en lo que ya había decidido. Entré en el lugar, sin estar muy segura de qué o quien esperaba; analizando que cambios notables habían ocurrido en el mundo mágico desde aquella prolongada ausencia. El sonido del piano me hizo sentir cómoda, sin embargo, con recelo y firmeza miré alrededor. Ya no sabía nada de nadie, no reconocía a los traidores, a los peligrosos de tratar. Ni siquiera sabía nada de Mei, de ninguno de los aurores que solían ser mis más confidentes amigos. Ahora estaba desconectada del mundo, lejos de todos. Al menos, si alguien me veía, me reconocería inmediatamente; mi larga cabellera dorada, lisa y llena de vida. Mis ojos azules, brillantes aquel día. No había cambiado mucho en el exterior, aunque en el interior había ocurrido una tormenta. Llevaba un vestido blanco, largo, quizá un poco llamativo para un cuerpo tan alto, pero aquella timidez que me caracterizaba, había cedido un poco con el tiempo. Tomé asiento, sin reconocer a nadie en el lugar. Iba a ser un largo viaje, un renacer. Pero estaba bien, porque era lo que deseaba, o al menos eso creía. ¿Sería Leandro el mismo chico que le brindó aquel regalo en su graduación cuando era una pequeña primeriza? no lo sabía, y no tenía manera de averiguarlo hasta que el chico llegara. O quizá ni vendría, lo cierto es que ahora no me quedaba nada de certeza sobre nada, sólo podría esperar y suplicar un buen comienzo.
  12. Sonreí al escuchar las palabras de la chica; era despistada. No obstante, como guardiana era – en mi concepto – la mejor que poseíamos. Su vestimenta me llamó bastante la atención, además de lograr hacerme sentir completamente fuera de lugar; yo vestía casual, mientras a la Perseus la adornaba un estilo hindú. Me incorporé rápida y delicadamente, para brindarle un abrazo a la chica. -¡Qué bella estás!- me gustaba el aire sencillo que emanaba de la chica, no se trataba de una de aquellas escandalosas mujeres que se resumían a la primer estupidez que se atravesara en sus cabezas, no, Andrómeda era tranquila en todos los aspectos-¿Cómo va todo? A parte de la obvia déficit de atención que te acompaña- bromeé con tono satírico, al tiempo que acomodaba mi cuerpo nuevamente en el cojín del suelo. -Este lugar es bastante acogedor- comenté, a la espera de que la chica tomara lugar. No era una reunión con un fin específico, simplemente habíamos decido encontrarnos para pasar el rato, quizá uno de los únicos libres con las responsabilidades de aurores que conllevaba ser parte de la Orden del fénix. Acaricié el dije de fénix que colgaba en mi cuello, mientras fijaba mi azulada mirada en la figura de mi compañera, a la expectativa de su respuesta.
  13. Me adentré en el lugar con sumo cuidado en mis acciones, en un intento de evitar llamar la atención. Mi cabellera iba recogida en una coleta alta, e incluso de esa manera, podía observarse larga y lisa, mi azulada mirada buscó indicios de la persona que acudiría al encuentro, sin embargo, no obtuvo resultado. Tomé lugar en un cojín en suelo, frente a mi quedó una pequeña mesa redonda, y alrededor, más cojines. Mi larga silueta me dificultaba un poco acomodarme, no obstante, logré encajar en el lugar. Esperaba que Andrómeda no tardara mucho, y así poder entablar una amistosa conversación. No conocía mucho a la chica, pero siendo de mi bando, habíamos tenido algunos trabajos en común. Mi camiseta blanca hacía juego perfecto con el pantalón negro y las botas del mismo color, aunque a decir verdad, me hacían lucir un poco más delgada de lo que en realidad era. Llevaba mi varita conmigo, nunca se sabía cuando podía llegar una inesperada visita. -No tardes, Andro- suspiré mientras me acomodaba un poco más en cojín rojo que me sostenía.
  14. Entorné mis azules ojos mientras tomaba un sorbo de mi jugo para pasar un poco de pizza que había quedado en mi garganta al escuchar las palabras de la chica; estaba perdiendo el control. No comprendía sus preguntas, ni sus respuestas, no era clara. No iba a seguir hablando de nuestros bandos diferentes, en los últimos tiempos no era conveniente. La chica estaba comportándose de una manera diferente y más extraña. Retrocedí asustada al escuchar las palabras de la chica, al tiempo que paseaba mis azules ojos por el local un poco nerviosa. Al escuchar su voz pidiendo ayuda no pude contener una mirada de compasión, quería comprenderla. Su mano tomó la mía, ahora nos encontrábamos llenas de salsa del tomate. No pude retirar mi blanca palma de la suya, es que quería ayudarla, y gestos de displicencia no eran exactamente la mejor muestra de que realmente lo deseaba. -¿Qué te sucede? ¿En qué puedo ayudarte?- mi tono no descartaba del todo el impacto, sin embargo, intenté que sonara lo más calmado posible. Esperé una respuesta, recé para que fuera algo lógico, o al menos entendible ante mis oídos. Con mi mano libre acaricié el cabello de la chica, en un gesto natural para tranquilizar sus nervios. La acompañaría por cualquier cosa que estuviera pasando, aunque en el momento de pensarlo dos veces; ¿Sería una broma? Si se trataba de eso, las pagaría caro. La pregunta resonó en mi cabeza una y otra vez. No obstante, prefería quedar como una tonta inocente a no prestarle mi ayuda sin en realidad la necesitaba. Miré alrededor, tal vez estábamos siendo parte de un entretenimiento del que no estaba enterada, pero al hacerlo, no pude divisar nadie atento a nosotras; agradecí ese hecho. Clavé mi azulada mirada en la chica, no volvería a interrumpir, le daría su tiempo.
  15. - No preguntaba por la Marca, no tengo el más mínimo interés en saber nada -solté con indiferencia y frialdad. Es que en realidad no quería saber nada la marca, me repugnaba lo que hacía, pero era un pensamiento que debía guardar dentro dado que Valent pertenecía a ésta. No me gustaba y me oponía a la marca, por eso era parte de la Orden del Fénix, pero aún así habían personas de ella que quería y un claro ejemplo era la chica- Preguntaba por ti, eres tan mal entendida -concluí. Me imaginé entonces si algún día tendríamos que enfrentarnos, eso sería fatal, pues por más amor que le tuviera a la chica defendería mi bando sin pensarlo dos veces y sabía que ella también lo haría. Tal vez, algún día tendría lugar un enfrentamiento, y sólo así podríamos la manera en la que nuestras mentes y cuerpo reaccionaran, aunque yo estuviera casi segura cómo sería la reacción de Valent, y también conocía la mía. -Somos opuestas ahora ¿Lo sabías? Debería aplastarte ahora mismo en este lugar Valen- tercié divertida.
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