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Leonardo Myrddin E.

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Todo lo publicado por Leonardo Myrddin E.

  1. Una voz conocida que respondiendo su pregunta llamó su atención inmediatamente. Se giró instantáneamente solamente para encontrarse asfixiado por el abrazo del patriarca de la familia. Su padre, Orión, que una vez más mostraba su afecto de forma demasiado efusiva, cosa que no molestaba al castaño, pero lo avergonzaba a veces. -Han pasado algunas cosas...- Musitó, recuperando un poco el aliento luego de ser soltado por Orión, pero sin mucha seguridad de haber sido oído. -Yo también me alegro de verte- Rió, ante su preocupación. De un momento a otro, aquella estancia de la casa comenzó a llenarse con más miembros de la familia. Por alguna razón, casi todos los habitantes de aquella casa se habían levantado a esas horas de la noche. Algo aturdido por la repentina aparición de todos, se dedicó a mirar a través de un cristal cercano, quedándose absorto en sus pensamientos mientras Evedhiel servía algo para los recién llegados. Por ahí pudo detectar el delicioso aroma de un café. Miró distraídamente a su alrededor, y a sus acompañantes, sin importarle mucho lo que hacían y decían entre ellos. La verdad, se sentía algo incómodo entre tanto alboroto. De un momento a otro, sacudió un poco su cabeza, en un intento algo ingenuo de apartar los recuerdos de los últimos meses que repentinamente volvieron a sus pensamientos. Sin embargo, aquello consiguió sacarlo de su ensimismamiento justo a tiempo para ver a la mujer pelirroja invocar mediante magia un objeto que parecía forrado en piel. Debía de ser un libro. -Ohhh, algo interesante por fin- Dejó escapar aquello último sin querer. El libro despertó su curiosidad, al igual que la de los demás, según podía ver. Eso era lo que su alma en verdad quería en esos momentos: algo de misterio y, con algo de suerte, peligro. -A todo esto... ¿Dónde lo conseguiste?- Preguntó, ya sin poder contener su interés Arroba todos
  2. De inmediato, fue sorprendido por la voz de una desconocida. Al girarse en la dirección de donde provenía, el castaño se encontró con una, en apariencia, mujer joven, que se dirigía a él con una mirada inquisitiva. No se hallaba sola. Aunque algo más lejos, podía distinguir a una segunda mujer que lo miró de forma similar antes de seguir trabajando con un caldero en la cocina. -Yo, umm... soy hijo de Orión- Respondió, mirando con curiosidad a sus interlocutoras. -Me llamo Louis- No parecía que le hayan hecho mucho caso, quizás debido a que se perdió por un rato en sus propios pensamientos causando que ambas regresaran a la cocina. Restando importancia a aquello, decidió seguirlas. Al encontrarse con un plato enfrente suyo nada más acercarse a la mesa, asumió que era para él y tomó asiento. Mirando la sopa con cierta duda, agradeció a la segunda mujer que se sentó también a la mesa antes de que los tres empezaran a comer, procurando el Yaxley evitar comentar algo sobre la sopa. Sin hacer mucho caso de lo que las otras dos conversaban, Louis volvió a perderse en el mar de pensamientos y dudas que inundaba su mente. Se sentía incómodo ahí. Seis meses secuestrado en un sótano en Rusia no eran algo que se pudiera olvidar tan fácilmente. Especialmente si una psicópata te ultrajaba casi todos los días durante tu estancia en ese lugar. -¿Hm?- La exclamación de la mujer lo sacó de su ensimismamiento. -Pues... sí, hasta donde puedo saber. ¿Por?- La idea del enigma se le hizo interesante. Conocía muy poco sobre sus raíces u orígenes, pero quizás podría ayudar. -Por cierto, lamento no haber preguntado antes pero... ¿Podrían decirme cuáles son sus nombres?- @ @Evedhiel
  3. -¿Ésto es una broma o algo así?- Los verdes ojos dejaban notar su incredulidad. Aquello no podía ir en serio. O sea... -¿Qué demonios?- El joven acomodó un poco su mochila, comenzando a mirar hacia todos lados como esperando que la respuesta a aquello se encontrara en alguna parte de los alrededores. Aquella reacción no era para menos, después de todo estaba de pie frente a su propia tumba. Leonardo Yaxley 1996 - 2018 Querido hijo y fantasma Según aquella lápida, había muerto hace cosa de unos meses. No podía creerlo, su propia familia lo mató, y hasta donde los conocía, pusieron esa lápida sin más y se olvidaron del asunto. Echando un suspiro, sacó la varita de la manga y cambió el año de deceso por un simple signo de interrogación. Habiendo terminado, se giró hacia la construcción en cuyo jardín trasero se encontraba. La vieja Manor no había cambiado en nada. Siempre le había gustado el aspecto que presentaba: Algo descuidada, con un aire misterioso, pero sobria y con un aura que atraía al castaño. Sin mucha prisa, se dirigió a la entrada principal de la residencia. Quizás no era tan malo volver. Tal vez, sólo tal vez, encontraría ese sentido de pertenencia a un lugar del que había carecido desde hace mucho tiempo, cuando el lugar en el que solía vivir terminó reducido a la nada una vez sus ahora antiguos habitantes dejaron de ocuparlo. Sintiéndose algo tonto por seguir tocando la puerta sin obtener respuesta, entró con cierta duda. -¿Hola? ¿Hay alguien en casa?- Dijo en voz alta, esperando no lo tomen por sorpresa o lo confundan con un ladrón o algo así. Después de todo, "él estaba muerto".
  4. -¿Y qué es lo que vamos a hacer ahora?- El niño lo miraba mientras ambos salían de la cocina. Louis no tenía nada en mente. Su estancia en la casona era extrañamente tranquila y eso, en cierto modo, lo inquietaba. Incluso podría decirse que lo molestaba. Pero había accedido irse a vivir con su padre para conectarse con aquella parte de él de la que estuvo lejos por demasiado tiempo. Y exactamente no había logrado nada de eso en ya casi dos meses. En primer lugar, ¿Desde cuándo él era así de sentimental? Siempre se había jactado de no darle importancia a nada relacionado a lazos familiares y su origen. Eran demasiados los cambios que la vida le había traído en los últimos días que le costaba digerirlo. -¡Espérame papá!- Lo detuvo la vocecita de Eliah, que se había detenido en mitad de la entrada para atarse los zapatos. Pero había algo que llamó aún más su atención. Voces. Viniendo desde afuera. Como presintiendo lo que iba a pasar, un impulso lo hizo correr hasta donde el niño se encontraba antes de cubrirlo con su cuerpo, rodando ambos por el suelo mientras conseguía distinguir con la vista una masa gigante de hielo destrozando la puerta y deteniéndose no muy lejos de él. No tuvo tiempo siquiera a ver si su hijo estaba bien, antes de darse cuenta que el suelo estaba agrietado. Sin poder moverse, padre, hijo, y el trozo gigante de hielo cayeron por algunos metros hasta detenerse en el suelo de algún lugar debajo de donde se encontraban hace un momento. Desesperado, el castaño se separó un poco de su niño, y lo encontró inconsciente. Revisando si aún respiraba, se preocupó por salir de ahí y llevarlo a un lugar seguro. Con suerte, encontraría una salida que lo llevara de vuelta hacia arriba.
  5. -Papá- Un sonido lo molestaba. No quería despertarse, estaba todo tan calmado ahí donde estaba... -¡Papá!- Otra vez esa voz. No se iba a mover de ahí para nada, le gustaba estar ahí. -¡Despierta!- Esta vez, algo lo jaló, haciendo que ruede de la cama al suelo y se despertara. Abriendo los ojos por fin, ubicó al dueño de aquella voz. Su hijo lo miraba, mientras llevaba un juguete en las manos. ¿Cuánto tiempo había estado dormido? El niño solía despertar después de él. -Buenos días. Ya es tarde papá- Lo miró Eliah, algo serio -Tengo hambre- El castaño mayor miró un reloj que había en una pared de su nueva habitación y suspiró. Se disculpó con el pequeño y se puso de pie. Llevaba ya un mes viviendo en aquella casa, por lo que ya la conocía bien. Sabía dónde vivía cada habitante de la misma, y encontró alguno que otro lugar oculto. Pero aún así, no conocía a casi nadie en el lugar. Exceptuando a su padre, claro. Bajó de las escaleras aún bostezando un poco. Ya ambos se habían vestido, por lo que fueron a la cocina a buscar algo de comida y luego empezar su día, esperando que no fuera tan aburrido como los anteriores.
  6. Se sentía ansioso. ¿Cómo era que de la nada iba a vivir con el padre al que durante casi toda su vida no había visto? Quizás era de una forma similar a la que Eliah llegó a él de la nada. Le parecía interesante que la vida tomara ciertos rumbos, y algunos cambios, como por los que la suya había pasado en los últimos días. -Papá. ¿Ya vamos a entrar?- Le preguntó inquisitivamente el niño a su lado. -Tengo frío- La voz de su hijo lo sacó de sus pensamientos. Sonriéndole, asintió levemente antes de avanzar hacia la puerta. Una especie de inquietud lo llevaba rondando desde que se pusieron en camino hacia aquél lugar. El qué clase de personas se encontraría ahí era lo de menos, pues nunca le había dado mucha importancia. Al darse cuenta que lo único que le interesaba era que la personita que estaba a su costado se sintiera cómoda le hizo darse cuenta que había cambiado, y que ya no solo pensaba en sí mismo. Echando un hondo suspiro, se acercó a la puerta y la golpeó unas tres veces esperando que se abra.
  7. Howdy! :3 Finalmente se me quitó la flojera y me pasé por aquí (Char, ya sabes que hacer ahora si XD) Ojalá no me hagan Bullying u.u(? No se qué mas decir :v Nick: Leonardo Myrddin E. ¿Qué es lo que más te gusta de tu personaje? Pues.... Todo, es muy yo asi que... XD ¿Estás preparado para ser un Yaxley? I was born ready beibeh ¿Estás teniendo un lindo día hoy? Oh si que si *Deja chocolates *
  8. -Estaba distraído- Murmuró el castaño por lo bajo en cuando la chica de cabello morado le recordó que durante su viaje a Francia él había sido envenenado y posteriormente capturado por aquél ladrón. Aún le molestaba el hecho de que hubiera caído con facilidad en algo tan ridículo. -Hm... Bueno- Dijo el Myrddin al oír a Alegna. -No significaba que no quería saber nada de tí. De hecho... Había surgido un inconveniente...Lo siento- Aquello era verdad. El mismo día en que se suponía debía ir con ella se la había pasado tirado en el suelo todo el día a causa del vampiro que residía en su cuerpo. Aunque debía de admitir que fue algo idi*** al no haberse disculpado antes. -Oh, te invité aquí porque quería, de alguna forma, compensarte por aquello- Respondió a su pregunta -Y voy a intentar hacerlo lo mejor que pueda- Acto seguido llamó al bartender, el cual se le acercó al instante. Con unas palabras, hizo que el hombre se fuera, dejándolos solos. -Listo. Puedes beber lo que quieras sin problema alguno- Louis esbozó una media sonrisa antes de acabar su vaso. -Hm... y dime, ¿Qué has estado haciendo últimamente?- @@Alegna Black
  9. ¿Antoni se enojaría con él? No estaba seguro de eso, aunque sabía que no podía culparlo. Después de todo, no se había aparecido en aquél local durante mucho tiempo, y eso que él era uno de los propietarios. Esos eran los pensamientos que rondaban la cabeza del castaño mientras se hallaba sentado frente a la barra del bar del primer piso del hotel Aliento de Dragón. -Hm... has estado muy silencioso estos últimos días- Murmuró mientras su verde mirada se perdía en un vaso lleno de whisky que tenía delante. -¿Hay algo que te preocupa?- Nadie más se encontraba en aquél lugar, por lo que parecía que el castaño se hallaba solo. -No, no es nada. Simplemente... Me he acostumbrado a quedarme en silencio y "vivir" a través de ti- Le respondió una voz que, más que venir de alguna parte del bar, venían desde el interior del joven. -Hn... Quizás deba expulsarte de mi cuerpo. No sería doloroso, para mí- El Myrddin sonrió mientras cogía el vaso y se lo llevaba a los labios. Sintió una especie de nostalgia al ponerse a pensar en sus propias palabras. Hacía mucho tiempo que no hablaba de esa forma. Creía que esa parte de él, su segunda máscara, había muerto junto con el resto de sus antiguos compañeros, al igual que ellos, asesinada por él mismo. -Curioso- Susurró, mientras pensaba en todo eso. Debía encontrarse con alguien en aquél lugar. La había invitado a ir después de la pequeña aventura que tuvieron en la Francia del Imperio Napoleónico. Había aceptado luego de pensarlo un poco, así que le indicó cómo llegar a aquél lugar. -Ya debe de llegar en cualquier momento, si no está ya detrás mío- En su rostro esbozó una sonrisa. Había sentido su presencia desde que entró en el bar. -¿Cómo estás, Alegna?-
  10. Leonardo Louis Myrddin Empleado del Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas En busca del basilisco -¿Hm?- El castaño se giró hacia Mary, la cual le daba algunas advertencias con respecto al basilisco. Ya antes había visto algunos de ellos, pero de eso había pasado ya un buen tiempo. El castaño sólo se limitó a asentir, esperando que aquél basilisco no se hallara muy lejos. Probablemente estaría asustado en medio de aquél lugar. Unos gritos llegaron a sus oídos, provocando que accidentalmente sus ojos cambiara del acostumbrado verde a un tono ámbar. Sus sentidos se hallaban alerta a cualquier señal de la criatura, no debía de estar muy lejos. Una rápida mirada a su acompañante bastó para darse cuenta que el basilisco se hallaba a pocos metros de él. Un rápido movimiento de la varita de Mary y aquél animal se había quedado temporalmente ciego a causa de una venda en sus ojos, pero, a juzgar por los desesperados movimientos del basilisco, aquello no había hecho más que enfurecerlo. -¿Y si probamos con...- El Myrddin no tuvo tiempo de terminar su frase. Un golpe propinado por la cola del basilisco lo envió contra la pared más cercana que tenía. El impacto lo aturdió por unos segundos, en los cuales se recuperó a tiempo para ver la cola de aquella peligrosa criatura acercarse a él. Ésta vez no lo iba a tomar por sorpresa. Louis se puso de pie y se colocó en una posición en la cual podía recibir de lleno el golpe sin ser lanzado de nuevo. El castaño se aferró con fuerza a la cola, la cual se agitaba con cada vez más violencia. Aquella había sido, en definitiva, una mala idea. Se estaba comenzando a marear, así que decidió soltarse de una vez por todas. El cuerpo de Louis rodó por todo el suelo hasta dar contra una pared. Se levantó con algo de dificultad y, esquivando los continuos azotes de la cola del enfurecido animal, corrió hasta donde Mary se hallaba. -Como decía- Dijo, sacudiéndose un poco el polvo que tenía encima. -Podríamos probar a lanzarle hechizos aturdidores a la vez. No lo dormirá por mucho, pero lo afectará por unos minutos para que podamos someterlo. Funciona bien con los dragones, pero necesitamos a alguien más para que nos ayude con eso- Sacó su varita del bolsillo y se remangó la camisa -Debemos de ser precisos y lanzarlos al mismo tiempo, si fallamos podríamos empeorar las cosas- Miró de vuelta al basilisco, el cual seguía con sus incontrolables movimientos. Debían de detenerlo cuanto antes, o podría suceder algo peor. @ @@Candela Triviani
  11. Leonardo Louis Myrddin Empleado del Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas En busca del basilisco -Vaya tamaño tiene el animalito- Murmuró el castaño, mientras miraba una foto de la criatura que iba ayudar a transportar. El castaño se encontraba caminando por el callejón Diagon junto a la directora del departamento, y la idea de ayudar en una tarea así lo entusiasmaba en cierto modo. Louis miró a su alrededor. Por donde mirara, veía un montón de gente haciendo sus compras ahí. Además, el propio lugar no se veía tan amplio como para trasladar una criatura de semejante tamaño. No entendía aún cómo iban a llevar a cabo un trabajo así, pero prefirió no preguntar, estaba seguro de que ellos ya habían arreglado una forma de trasladar al basilisco sin causar mucho (o ningún) daño colateral. A pesar de eso, no era ningún idi***, sabía que si cometía un error podía liar todo. Alzó la vista de la foto por unos segundos, interrumpiendo sus pensamientos. Su acompañante había enviado lo que a él le pareció un memorándum. Regresó la mirada a la información sobre el basilisco que había conseguido hasta que ambos se detuvieron. Habían llegado ya al local donde se encontraba el animal.
  12. La odisea del Myrddin para entregar todas aquellas tarjetas aún no terminaba, pero mientras mantuviera el ritmo al que iba, estaba seguro de terminar su labor a tiempo. -Hm... ¿Qué es lo que sigue ahora en la lista?- Murmuró, mientras consultaba la lista de familias a las que debía de hacer llegar la invitación. Hacía unos segundos había empezado su labor, y sólo llevaba seis invitaciones entregadas -Vale. Ahora tengo que ir donde los... Black Lestrange. Eso- Se dijo a sí mismo, mientras daba dos golpes al suelo y comenzaba a correr de nuevo, mientras por alguna razón sonaba en su cabeza la canción de cuando Rocky Balboa entrena. Al cabo de unos segundos, llegó a la Mansión Black Lestrange. Nunca antes había estado en aquél lugar, pero tampoco tenía mucho tiempo para detenerse a detallar la construcción, así que inspirando hondo, avanzó hasta la puerta y la tocó. Al cabo de unos segundos, un miembro de la familia le abrió la puerta. -Um... Buenas tardes, lamento interrumpir lo que haya estado haciendo en estos momentos, sólo vengo a dejarle esto. La familia Myrddin los invita cordialmente a su celebración- Acto seguido sacó algo del morral que llevaba y lo extendió hacia la persona que lo recibió. Era un sobre, en el cual estaban escritas las siguientes palabras -Le agradezco mucho su tiempo- Dijo, haciendo una leve inclinación, una de las pocas costumbres que le quedaba de su tiempo en Japón, y se marchó corriendo a seguir entregando aquellas invitaciones. Aún faltaban muchas por entregar, y si quería entregarlas todas a tiempo, debía apresurarse.
  13. Un mensajero... Aquella había sido la función que ahora tocaba cumplir al Myrddin, pero no podía quejarse. En el castillo faltaban manos para terminar de acomodar todo a la perfección, y andaban cortos de tiempo. Entregar invitaciones no era tarea difícil para alguien que podía correr a grandes velocidades, así que aceptó sin ningún problema aquella tarea. -Hm... ¿Qué es lo que sigue ahora en la lista?- Murmuró, mientras consultaba la lista de familias a las que debía de hacer llegar la invitación. Hacía unos segundos había empezado su labor, y sólo llevaba tres invitaciones entregadas -Vale. Ahora es turno de visitar el Castillo Lockhart- Al cabo de unos segundos, llegó a la entrada del imponente castillo en el cual vivían los Lockhart. Sin detenerse a detallar la construcción, avanzó hasta la puerta y la tocó. Al cabo de unos segundos, un miembro de la familia le abrió la puerta. -Um... Buenas tardes, lamento interrumpir lo que haya estado haciendo en estos momentos, sólo vengo a dejarle esto. La familia Myrddin los invita cordialmente a su celebración- Acto seguido sacó algo del morral que llevaba y lo extendió hacia la persona que lo recibió. Era un sobre, en el cual estaban escritas las siguientes palabras -Le agradezco mucho su tiempo- Dijo, haciendo una leve inclinación, una de las pocas costumbres que le quedaba de su tiempo en Japón, y se marchó corriendo a seguir entregando aquellas invitaciones. Aún faltaban muchas por entregar, y si quería entregarlas todas a tiempo, debía apresurarse.
  14. La odisea del Myrddin para entregar todas aquellas tarjetas aún no terminaba, pero mientras mantuviera el ritmo al que iba, estaba seguro de terminar su labor a tiempo. -Hm... ¿Qué es lo que sigue ahora en la lista?- Murmuró, mientras consultaba la lista de familias a las que debía de hacer llegar la invitación. Hacía unos segundos había empezado su labor, y sólo llevaba dos invitaciones entregadas -Ahora es turno de la familia Moody- Al cabo de unos segundos, llegó a la entrada del imponente castillo perteneciente a los Moody. Sin detenerse a detallar la construcción, avanzó hasta la puerta y la tocó. Al cabo de unos segundos, un miembro de la familia le abrió la puerta. -Um... Buenas tardes, lamento interrumpir lo que haya estado haciendo en estos momentos, sólo vengo a dejarle esto. La familia Myrddin los invita cordialmente a su celebración- Acto seguido sacó algo del morral que llevaba y lo extendió hacia la persona que lo recibió. Era un sobre, en el cual estaban escritas las siguientes palabras -Le agradezco mucho su tiempo- Dijo, haciendo una leve inclinación, una de las pocas costumbres que le quedaba de su tiempo en Japón, y se marchó corriendo a seguir entregando aquellas invitaciones. Aún faltaban muchas por entregar, y si quería terminar a tiempo, debía apresurarse
  15. Un mensajero... Aquella había sido la función que ahora tocaba cumplir al Myrddin, pero no podía quejarse. En el castillo faltaban manos para terminar de acomodar todo a la perfección, y andaban cortos de tiempo. Entregar invitaciones no era tarea difícil para alguien que podía correr a grandes velocidades, así que aceptó sin ningún problema aquella tarea. -Hm... Veamos la lista- Murmuró, mientras consultaba la lista de familias a las que debía de hacer llegar la invitación -Vale, primero es la familia Tonks- Al cabo de unos segundos, llegó a la entrada del hogar de los Tonks, inspirando hondo, avanzó hasta la puerta y la tocó. Al cabo de unos segundos, una persona le abrió la puerta. -Um... Buenas tardes, lamento interrumpir lo que haya estado haciendo en estos momentos, sólo vengo a dejarle esto. La familia Myrddin los invita cordialmente a su celebración- Acto seguido sacó algo del morral que llevaba y lo extendió hacia la persona que lo recibió. Era un sobre, en el cual estaban escritas las siguientes palabras -Le agradezco mucho su tiempo- Dijo, haciendo una leve inclinación, una de las pocas costumbres que le quedaba de su tiempo en Japón, y se marchó corriendo a seguir entregando aquellas invitaciones. Aún faltaban muchas por entregar, y él no disponía de mucho tiempo
  16. ¿Por qué había decidido ir ahí? Curiosa fue la pregunta que se hizo el Myrddin, mirando alrededor del lugar en que se encontraba. Estaba en Kyoto, Japón. El lugar donde los mejores y peores días de su vida tuvieron lugar. Las razones que lo trajeron a aquél lugar no importaban, no en aquél momento. -En marcha- Murmuró, caminando por entre las calles en silencio, buscando el callejón en el cual su oponente aparecería. -Creo que aquí es- Se dijo a sí mismo, adentrándose en la oscuridad de aquél callejón vacío. El Myrddin miró por unos segundos a su alrededor, detallando el lugar. No muy lejos de él se hallaban unos contenedores de basura, llenos hasta el tope, y algunos otros desperdicios tirados por el suelo. Cualquier otra persona podría haber sentido el frío que hacía en aquél lugar, menos el castaño, cuya temperatura ya de por sí era baja y aquello no lo afectaba en lo más mínimo. -Diez... Nueve...- Contó regresivamente mientras miraba su reloj de bolsillo, cuyas manecillas parecían moverse a un ritmo muy lento. Esperar no era de sus actividades favoritas, por eso deseaba que su contrincante apareciera puntualmente. -Tres... Dos... Uno...- En aquél momento, la manecilla que marcaba los minutos se movió, mientras que en esos precisos instantes el sonido de unos pasos acercándose se hizo audible. -Agradezco que llegaras temprano- Le dirigió una sonrisa al hombre -Comencemos- En esos momentos, el Myrddin alzó su varita de Pino, y curvando los labios en una sonrisa pronunció el siguiente hechizo -Sectusempra!- En el mismo momento en que un rayo salió de aquella varita, el cual de impactar en el oponente, causaría que varias heridas aparecieran en el cuerpo de Dave, haciendo que necesitara curarse de inmediato si no quería desangrarse hasta morir.
  17. Aquél ligero roce, aquél mínimo contacto entre ellos hizo que la sangre subiera a su rostro de nuevo. Aquella piel suave y cálida había causado aquella reacción en él. "Céntrate Myrddin" Le dijo una voz en su cabeza, mientras se obligaba a sí mismo a desviar la mirada de aquellos ojos azules que lo hacían perderse con suma facilidad. -Si quieres podríamos ir a verlo. A él también le encantaría volver a verte- "Aunque quizás no pueda recordarte" Completó mentalmente con cierta tristeza. -Pues... no hago mucho. Sólo paso el tiempo con Eliah, y de vez en cuando lo llevo de viaje. Ahora tiene cuatro años. En serio ha crecido- El castaño sonrió mientras seguía hablando con ella. Hacía mucho que no hablaba así con ella, lo cual en verdad extrañaba. En todo el tiempo que ambos habían estado juntos aquella mujer se había vuelto todo su mundo, y en ese mismo instante se sentía tan feliz de verla que el resto del mundo no existía para él. -¿Tienes algo qué hacer más tarde? Quizás... Podríamos dar una vuelta por ahí- Murmuró con cierto nerviosismo, esperando que ella no le dijera que no. @@Emilia Malraux
  18. Sus labios dejaron salir un dulce sonido. Uno que desde hace mucho tiempo no había escuchado, y que había extrañado durante tanto tiempo. A decir verdad, extrañaba todo acerca de ella. Su cabello rojo, aquellos ojos del color del cielo que hacían que se perdiera en ellos, su forma única de mirarlo, y su sonrisa, aquella que en contadas ocasiones es sincera y que a pesar de todo, siempre lo fue cuando estaba con él. -Oh, es bueno estar ocupado. Te ayuda a mantener la cabeza ocupada y no pensar en nada más- Le sonrió. Le gustaba mucho aquel efecto que ella causaba en él. El de hacerlo sonreír de verdad sin necesidad de recurrir a máscaras como la que solía ocupar el resto del tiempo. Ella había dicho que se encontraba bien, pero había algo en la forma en que hablaba que lo hizo sospechar de lo contrario. ¿Quizás ella..? "No creo" Pensó el Myrddin, desviando la vista de la profunda mirada de su acompañante "No creo" repitió en el momento en que el recuerdo fugaz del roce de unos labios atravesaba su mente, haciendo que su rostro adquiriera un tono rojizo al instante. -¿Eliah?- Su voz lo sacó de su ensimismamiento -Él está bien. Él... te estuvo extrañando mucho- Se quitó la bufanda azul de rayas grises mientras hablaba -Te buscó por todos lados, incluyendo éste callejón. Pero...- Se le hizo un nudo en la garganta al recordar el estado de depresión en el que había terminado el niño al no encontrar a Emilia en ningún lado. Él había tenido que borrarle la memoria para que no sufriera más. Era algo incorrecto, y de lo que se arrepiente aún, pero en esos momentos no le había quedado de otra. Quizás había hablado más de la cuenta. -Ahora está bien- Louis sonrió de nuevo -El otro día le enseñé a montar en escoba. Le va muy bien en eso- Quería decirle algo. Quería decirle que la había extrañado, que la necesitaba. Pero por alguna razón desconocida, sus labios no dejaban salir aquellas palabras. -Hm... Me gustaría un café con chocolate- Dijo en el momento en que el mesero se acercó, aliviado de tener otro tema del qué hablar -¿Tú qué deseas, Liesse?- Preguntó a la chica que en aquellos momentos se había quedado callada. @@Emilia Malraux
  19. "Por qué lo haces?" Esa era la pregunta que de vez en cuando se hacía el Myrddin, a medida que caminaba por entre la nieve en el Callejón Diagon. Si su memoria no le fallaba, hace casi exactamente un año había estado en aquél lugar con aquella mujer de cabellos rojos que no se podía sacar de la cabeza. Hacía mucho tiempo que se había rendido, la desmemorización no funcionó en su momento, y eso en serio lo preocupó, haciéndolo pensar que algo fallaba en él, o que quizás simplemente era algo más. -Ni siquiera yo se por qué lo hago- Murmuró para sí mismo, entrando al lugar y acomodándose la bufanda azul con gris, los colores de su casa en Hogwarts, que llevaba al cuello. Ella lo había citado en aquella cafetería. Hacía tiempo que no salía por un café. Se había acostumbrado a beber aquél café que Melissa le había enseñado a preparar, y que siempre lo hacía feliz. Aunque... probar algo diferente no le haría nada de daño. -Liesse...- Murmuró con cierto nerviosismo al acercarse a ella y sentarse en frente de la chica -¿Cómo estás?-
  20. -No sé tú, pero a mi no me gusta que me controlen. Si voy a hacer algo, prefiero que sea por voluntad propia- Respondió el Myrddin a la pregunta de la chica, mirando fijamente a aquellos ojos de color azul que lo atrapaban con mucha facilidad. Era cierto, detestaba que el alma del vampiro que habitaba su cuerpo tomara control de él, y por más veces que lo había amenazado con expulsarlo de su cuerpo, no lo había hecho, debido a que se había acostumbrado a su silenciosa compañía. -Ok, como quieras. Sólo era una sugerencia- Murmuró con una sonrisa, sin quitar en ningún momento la vista de sus ojos. La caja olía a sangre, lo había sentido nada más ella había llegado, lo cual había despertado la curiosidad del castaño respecto a aquél objeto, y a su portadora. -¿Algo más que un baile?- Preguntó con curiosidad, mientras la hacía girar. -¿Qué es lo que tienes en mente? Soy todo oídos- El Myrddin la acercó a él, volviendo a tomar su mano, y colocando la otra en su cintura. -Podríamos ir a otro lugar- murmuró, a sabiendas de que aquello era algo arriesgado, pero a la vez lo interesado por la idea de conocer un poco más de aquella persona que lo acompañaba. @@Alexis Miller y tú que no me creíste ¬¬
  21. -Qué lindo ha quedado- Dijo, mirando los restos de aquél castillo decayente. Definitivamente, aquél lugar había pasado por días mejores. Ahora era tiempo de irse, y para eso necesitaba encontrar a Jessie -Perfecto, vámonos. Yo ya terminé con mi parte de la remodelación- Respondió el castaño con una sonrisa a la pelirroja que se había acercado a él, y lo tomaba de la mano para irse de aquél lugar. -En serio, tienen que llamarme para la próxima. Tal vez haya que matar un par de pollos- Comento riéndose, mientras el efecto de la poción pasaba, y sus ojos ambarinos recuperaba su color verde esmeralda, a la vez que la cordura regresaba al castaño. -Hola Alexis- Saludo el joven con una sonrisa a la chica, la cual se les había unido. -Ha pasado un tiempo, no? Te has divertido? Yo si- Preguntó, mientras ambos seguían a la mujer por los terrenos del castillo, directo hacia la salida. Una vez estuvieron fuera de los terrenos de aquél decadente castillo, Louis giró la cabeza hacia atrás, para ver los restos de aquella construcción. -Deberiamos irnos a tomar algo. Yo iba a hacerlo cuando surgió esto- Les dijo a las dos, justo antes de que Jessie desapareciera, haciendo que los tres desaparecieran en la oscuridad.
  22. -Como mande, jefa- Respondió con una sonrisa a la mujer que lo acompañaba, mientras ella invocaba un fuego maldito, del cual salió una impresionante ave de rapiña, la cual terminó calcinando la puerta del castillo. -Quiero divertirme un poco a solas- Dijo el castaño a su acompañante, a la vez que, sin esperar respuesta suya, corría usando su velocidad de vampiro para correr por distintos lugares del castillo. -Es una lastima que no tenga más rango en el bando para esto. Pero bueno... ¿Qué diversión había si usas hechizos que te simplifican todo?- Se dijo a sí mismo, mientras apuntaba a una de las ventanas con su varita. -¡Confringo!- Exclamó emocionado mientras sus ojos tomaban un color ambarino,y veían cómo explotaba una ventana. Sonrió al ver los cristales volando en todas direcciones. -¡Esto... es... genial!- Exclamó, mientras repetía el procedo una y otra vez, en una ventana diferente, y desde puntos diferentes. Aquél alboroto le encantaba, le hacía sentir otra vez como si estuviera en Japón, en las épocas en las que su existencia se basaba en el asesinato de distintos seres. -Me encanta esta remodelación- Dijo, mirando los efectos de los hechizos de sus compañeros. Si había algún inocente atrapado dentro del lugar, no le importaba. Era cosa del destino decidir si vivían o morían.
  23. -Bonito lugar- Murmuró, entrando en aquel bar. Tenía pensado beber algo, ya que habían cientos de cosas rondando en su cabeza, y a veces necesitaba algo más que andar saltando de techo en techo para despejarse. Un whisky no le vendría mal. El castaño avanzó un poco hasta la barra, sumido en sus propios pensamientos, cuando se dio cuenta de que alguien estaba intentando llamar su atención. Louis se giró para verla. La había visto antes. “¿Cuál era su nombre? Ah, Jessie” Pensó para sus adentros, reconociendo a una de sus superiores en la Marca. -Hola- Respondió al saludo de la pelirroja –Bien, venía aquí a tomar un trago y…- Pero de repente se vio interrumpido por la señal de aquella marca que la mujer llevaba en el Brazo. Era la Marca que sólo llevaban aquellos que habían sido aceptados dentro del bando, y que él algún día llevaría. -Por supuesto que iré- le respondió con una sonrisa. ¿Por qué perderme algo así?- Vio cómo la mujer se colocaba su capa de viaje, para luego tomarlo de la mano y salir de aquél local, rumbo a algún callejón desértico. El deber llamaba, y ellos tenían que atender. “Algún día llevaré una máscara así” Pensó el Myrddin, mirando cómo su compañera se colocaba una máscara plateada para ocultar su rostro, y él buscaba en su mochila un frasco de poción multijugos. –Vale. Siempre llevo algún que otro pelo robado de por ahí- Murmuró, rebuscando para sacar un cabello de color rojo. Louis lo colocó en la botella, y ésta al instante cambió su textura y color. No tenía mucho tiempo para ver el cambio en el líquido, así que se la bebió de un trago. El joven miró a su compañera, ahora exhibiendo unos ojos de color miel, y una cabellera pelirroja, además de tener la cara llena de pecas. Louis tomó su mano otra vez, y ambos desaparecieron, para aparecer cerca al castillo Lockhart. -Entendido- Respondió el a las indicaciones de su acompañante, mientras la seguía a través de una verja. Se unieron a otros mortífagos que estaban ya allí, y continuaron caminando, siempre guardando distancia para poder moverse con más libertad, hasta que llegaron a los jardines principales de aquél inmenso castillo. -Sólo espero poder divertirme un poco- Dijo el Myrddin, con la varita en garde, mirando alrededor del lugar para reconocer el terreno.
  24. -¿Tú qué dices, Eli?- Preguntó el castaño a su hijo, al cual llevaba cargado sobre los hombros -¿Saeta de fuego o Nimbus 3000? Es tan... difícil- Su cabeza y la del niño giraban, pasando de una escoba a otra. -Esa- lo interrumpió la vocecita del pequeño, el cual señalaba hacia la Nimbus 3000. -Entonces Nimbus 3000 será- Dijo su padre con una sonrisa. Siguió caminando por la primera planta, mientras miraba los objetos que se encontraban a la venta. "Aparte de la escoba, quizás sea conveniente comprar una moto Voladora, sería genial pasear con Eliah en ella" se dijo a sí mismo, mientras miraba la moto, la cual parecía seducirle mientras le decía "cómprame". -Sip, también me llevo la moto- Dijo, chasqueando los dedos, y caminando hacia donde se encontraba el dependiente. -Hm... buenos días- saludó educadamente mientras entregaba los formularios y su hijo repetía lo mismo que su padre -Quisiera llevarme estos dos objetos- ID: 116689 Nick: Leonardo Myrddin E. Nivel Mágico: II Link a la Bóveda Trastero: -- Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: Bóveda de Leonardo Myrddin E. Fecha: 2016-07-18 Nombre del producto: Nimbus 3000 Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Objeto Catalogación: AA Puntos por unidad: 20 Precio: 1000G Nombre del producto: Moto voladora Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Objeto Catalogación: AAAA Puntos por unidad: 80 Precio: 4000G Precio total: 5000G Total de Puntos: 100P
  25. -Y me seguirás odiando por el resto de tu vida- Respondió el castaño, bebiendo otro sorbo de su bebida. Miró una vez más a aquella mujer. Estaba sonriendo. Aquella sonrisa se veía de una forma muy diferente a la forma maliciosa que tenía al sonreír. Incluso ella se veía diferente -Ummm... gracias por...qué?- preguntó, volviendo a llevar el vaso a sus labios y mirándola de reojo. -¿Salvarte? Oh, dudo mucho que puedas salvarte. No existe tal cosa como la salvación. Lo único que puedes hacer es afrontarlo. Contrólalos- Dijo, dejando su vaso en la mesa, y mirándola a los ojos. -Es lo único que podrías hacer- En aquel momento, se puso a recordar a Mekyue, el vampiro que tenía encerrado en su cuerpo desde que era un niño, y aunque fue algo duro al principio, finalmente pudo mantenerlo a raya, evitando que lo perjudicara de alguna forma. -¿Quieres...bailar?- Preguntó el Myrddin, en el momento en que ella lo tomó de las manos, y lo sacó de sus pensamientos.-Si claro. ¿Por qué no?- Respondió con una sonrisa. -¿Sabes? Creo que sería mucho mejor si guardaras tu cajita- Dijo, poniendose de pie, y yendo hacia la pista de baile. @@Alexis Miller

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