El estudio era espacioso y sumamente iluminado, había un gran ventanal que daba directamente a una de las más transitadas calles de New York. Jamás habría pensado terminar en tal lugar, una sonrisa plagada de excitación se plasmó en mi rostro al tiempo que caminaba hasta quedar frente al cristal. Donde al contemplar mi reflejo me cuestionaba sobre lo que por la mañana había acontecido.
Di el último trago a la segunda taza, de café, de la mañana cuando de pronto, como si fuera cosa de un chiste demasiado orquestado una lechuza marrón hacia su aparición, claro que la había visto volar fuera pero jamás pensé que el mensaje iba dirigido a mí. Hacia tiempo que decidiera alejarme de todo ese mundo. Pero ahí estaba yo, leyendo con asombro y alegría que mi hogar me solicitaba una vez más. Coloqué la taza de porcelana sobre un lienzo que justo acababa de romper por la mañana.
Había comenzado incursionar en la pintura, era lo único que me mantenía centrada por horas y me divertía. Además pagaba muy bien las cuentas, no tenía más que pedir. Había dejado de lamentarme por el pasado, por cada decisión, buena o mala, ya que al final, tras la muerte de Dunkel, mi fiel amigo y compañero, entendí qué sólo yo era dueña de mi destino y que lo demás sólo dependía de mi elección a como enfrentaría cada situación.
Así que salí presurosa del estudio y me dirigí a mi pequeño apartamento, cogí los tenis de la mesita de noche, una blusa de tirantes de color rosa y unos jeans, además de una goma roja para atarme el cabello en una coleta. Me metí a bañar, almorcé algo ligero, tecle en la portátil la mejor manera de viajar y al final me decidí por la más tradicional.
Tras unas horas de viaje y de un par de tropiezos, como que derrames tu soda en el equipaje de la persona que viaja a tu lado... Me hizo reír por unos segundos, inspire profundamente para volver a llenar mi ser entero de aquellos aromas que siempre llevaría conmigo.
-P-ko -fue el primer nombre que dije al estar caminando nuevamente en los terrenos de mi familia. Ciertamente no esperaba una comitiva, pero movida por mi irrefrenable curiosidad me dirigí a la piscina para contemplar lo que tanto le molestaba a la pequeña elfina.
No podría describir lo que veía, lo que hice a continuación dejo a más de un fantasma sin saber como reaccionar. Ya que había dejado la mochila que cargaba conmigo y sin mediar palabra alguna me había sumergido en la piscina, cuantos recuerdos, sonrisas, conversaciones, risas y claro peleas y llantos. Puede vislumbrar con claridad el rostro de mis tres hijas y el de mi hijo mayor. Pero sobre todo el de Emma, el agua se movía libre al rededor de mí que olvide las miradas curiosas y nade casi hasta el fondo tanto como así me lo permití, abracé a mis muertos y a los que había dejado partir a sabiendas de no verles nunca más.
Salí a la superficie con los ojos cerrados y completamente empapada hasta la médula, -¡Ey! -escuche la voz de uno de esos espectros que flotaba cerca mío -que manera de cambiar el ambiente, dime ¿te uniras a nuestra causa? -pregunto al tiempo que nadaba de vuelta a la orilla de la piscina y salía del agua.
-Eso depende - le contesté, exprimiendo la blusa de tirantes que me había quitado, había sido una buena idea traer el traje de baño puesto. Mas mi emoción ganó a la razón y mi ropa había quedado empapada.
@ @@Syrius McGonagall @@Nicole Evans Crowley @@Fengari M. @@Rory Despard