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Allen Abbadonia

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Todo lo publicado por Allen Abbadonia

  1. Accidentalmente había llegado a aquella fiesta al tocar uno de los trasladores dentro de la universidad, al pretender tomar prestadas unas de las gafas. Al terminar el vertiginoso viaje, cayó de frente al suelo, que para su fortuna era solo suave arena. Se reincorporó un poco y se sacudió ligeramente, miró a su alrededor sin caer en la cuenta de que había llegado a una fiesta, y parecía algo movida. —¿?— En silencio, el joven pelinegro contempló el lugar solo para caer en la cuenta de que nadie le parecía conocido. Ladeó la cabeza una y otra vez, buscando, pero al final admitió que sus esfuerzos eran en vano. Una vez que se dio cuenta de ello, se puso de pie y se sacudió la arena que le había quedado encima sin ningún problema. Con la mano derecha acomodó su sombrero de paja, y su inquieta mirada aun seguía de un lado a otro, adornando aquel gesto con aire y expresión inocente. Afortunadamente, la suerte le sonreía pues sus ropas eran las adecuadas. Una camisa roja de seda, que con la caída se había abierto, dejando ver su torso y la cicatriz en forma de "x" en su pecho, a juego con las bermudas azules que llevaba, sus sandalias y su sombrero. —!— Los ojos de Allen se abrieron de par en par, ocultando ligeramente la cicatriz debajo de su ojo, y sus labios formaron una enorme sonrisa, su mirada reflejaba el brillo de alguien sumamente feliz, sin dudarlo se aceleró para llegar en pocos segundos. La barra de comida y botanas. Nada más tener la distancia reducida a nada, Allen empezó a comer y comer, llevandose patatas, refresco, snacks y todo cuanto sus manos tocaran a la boca, masticando apresuradamente sin importarle si alguien más le veía. —Ñom, ñom, ñom, ñom, ñom.... Glup, glup... ñom, ñom, ñom... ¡Que ricooooooooo!— Exclamó con la boca llena de comida, continuando en lo suyo.
  2. Una vez hecho su juramento se puso de pie y avanzó al frente con pasos pequeños y lentos, sus brazos no se balanceaban mostrando que estaba bajo la influencia de la bruja. El agua amenazaba con tocar los zapatos del chico, pero hizo caso omiso a la advertencia y de igual manera entró un poco en el mar, siguió caminando hasta que este cubría hasta la altura de sus rodillas. Su mirada vacía estaba fija en la prisión que mantenía encerrada a la bruja, de pronto volvió a escuchar su voz. —Ella no es quien dice ser. Los pone en peligro... Solo quiere obtener tu poder.— Dijo aquella cautivadora voz, advirtiendo al pelinegro de la amenaza. Solo entonces apartó su vista para darse media vuelta y observar la casa de campaña en la playa. El mensaje estaba más que claro, el peligro era la mujer que los había llevado a todos hasta ese lugar. —Ven a buscarme, te estuve esperando tanto.— Concluyó la voz de aquella hechicera. Sus pasos lo llevaron de nuevo a la orilla de la playa, de donde pudo ver salir a uno de sus compañeros corriendo y detrás de el la profesora salió también seguida de la casa de campaña siendo incendiada. Por un momento, el engañado muchacho, tuvo un disparo propio de enojo contra la profesora. A sus ojos estaba persiguiendo al que era probablemente el más joven del grupo, ¿por qué huía de ella?, ¿realmente era un peligro como advirtió la voz?. Sumado al control que ejercía la hechicera sobre el, aquello no abonaba nada bueno a la situación. Dejó pasar a Antoni y se interpuso en el camino de la Malfoy. —No te permitiré que te salgas con la tuya.— Dijo Allen a Mistify, levantando su brazo derecho con varita en mano de forma perpendicular a su cuerpo, como si le bloqueara el paso. Los ojos del pelinegro tenían la mirada perdida, haciendo evidente que no estaba consciente de lo que hacía. Además, la voz de Allen por un momento se agudizó ligeramente, como si las palabras dichas anteriormente fueran un mensaje de la hechicera hacía la profesora del grupo a través de una marioneta. —Meteolojinx Ecanto.— Dijo con total ausencia de emociones en su timbre de voz y su expresión corporal, esta voz con su voz normalizada. Acompañado al hechizo hizo una floritura con su varita. Había utilizado un hechizo de meteorología mágica, y aprovechando la gran cantidad de agua, el calor de la playa y el frío de la llovizna condensó la humedad y generó niebla, una niebla tan densa que no se podía ver más allá de un metro al frente, y con un área relativamente grande de terreno abarcado gracias a que las condiciones eran por si mismas ya favorables. Allen se movió en silencio, aprovechando que la arena generaba relativamente poco ruido al andar, haciendo gala de su capacidad de acecho adquirida por sus aventuras en la naturaleza cuando era joven y que de vez en cuando repetía. Solo era cuestión de un murmullo, un quejido, un suspiro largo, un hechizo, algo que delatara a la Malfoy para que Allen disparara algún hechizo en contra de ella. Sabía de antemano que no tenía posibilidad alguna de enfrentarla en una lucha directa y que incluso su estrategia podía ser mermada pronto.
  3. Pocos días llevaba en Ottery el joven del sombrero de paja y no dudó en seguir los mismo pasos que alguna vez su madrina dio: Unirse a la Orden del Fénix, aunque no sabía que el destino y su misma madrina habían cambiado de planes. Esa no era la preocupación del momento, de hecho no había preocupación, todo lo contrario, él estaba muy entusiasmado porque iba a recibir su primer entrenamiento en el arte del duelo por parte de la mujer que había seleccionado como su mentora. Su memoria era mala, pero no tanto, recordaba que esa misma persona fue su maestra de Duelo Avanzado cuando cursó la Academia, y de hecho no terminaron su duelo, lo cuál suponía una revancha en esta oportunidad. Habían acordado que Allen seleccionaría el escenario de batalla y una vez hecho esto el daría aviso a su mentora. —Bien, creo que llegué un poco antes al lugar.— Dijo el pelinegro para si mismo, observando todo el lugar con una expresión de duda. —O he llegado demasiado tarde o temprano, o me he perdido.—Volvió a comentar de forma individual, rascando su nuca con la mano derecha. No la iba a encontrar quieto, así que empezó a caminar por el lugar. Se trataba ni más ni menos que una playa. Su brillante arena se extendía por kilometros a lo largo de toda la costa, donde pasados algunos cientos de metros la playa daba inicio a una selva tropical. Dicha playa estaba realmente limpia, apenas y había piedras por la zona y no había nada de basura. El agua era clara y su ritmo relativamente bajo, al parecer la marea ahí era muy suave. Era medio día, así que el sol estaba en su mejor momento, dando de lleno con todo su calor en el lugar. —¡¡Oeeeeee!!, ¡maestraaaaaaaa!— Exclamaba el chico, colocando sus manos a los lados de su boca para hacer un efecto megáfono. El clima no le molestaba en absoluto, al contrario, le agradaba mucho y llevaba la ropa indicada para estar ahí. Una camisa muy ligera de seda de color rojo, de aquellas que cierran con botones, pero por el calor Allen decidió ir con la prenda abierta, mostrando un poco de la parte superior de su cuerpo. Para acompañar, llevaba unas bermudas azules con efecto de mezclilla, sandalias ligeras de color café y su caracteristico sombrero de paja. —Hmmmm.— Para este punto se detuvo y cruzó de brazos, sus labios dibujaban una línea completamente horizontal, haciendo una expresión graciosa. —Creo que mejor la espero aquí.— Propuso. Y así fue, Allen se sentó en la arena, mirando al mar por un rato, le estaban dando ganas de entrar al agua, pero afortunadamente su espera no fue mucha, Mei había hecho acto de presencia finalmente. —Fiuu... Pensé que me había perdido.— Le dijo. —Bien, no hay tiempo que perder, manos a la obra.— Agregó con una amplia sonrisa. Ambos contrincantes se prepararon, tomaron una prudente distancia de unos ocho metros sin que nada obstaculizara en medio y simplemente esperaban a que uno iniciara el duelo, privilegio que le fue cedido a Allen por parte de Mei. —Bien, no voy a dejar que me derrotes tan fácilmente.— Externó, dedicando una mirada y sonrisa desafiantes a la mujer. —¡¡Sectusempra!!— Exclamó y agitó su brazo como un látigo. El ya conocido por todos rayo verde salió disparado de la punta de la varita del mago, que ahora viajaba amenazante en dirección de Mei, que de impactar devengaría en una serie de heridas severas y su consecuente perdida de sangre, dichas heridas si no eran tratadas adecuada y rápidamente causarían la muerte de la hechicera, pero Allen sabía que eso no iba a pasar, era solo el inicio.
  4. Una lechuza perdida con una invitación a un duelo había sido más que suficiente para que Allen iniciara comunicación con una persona llamada Vladimir. Llevaba muy pocos días en Ottery, y realmente no tenía muy fresca su memoria respecto a los duelos, pero por eso mismo esa carta era una oportunidad de oro para retomar el sendero perdido en los duelos. Allen contestó la carta y dio las referencias para llegar al lugar de combate. Allen había llegado primero para explorar un poco el terreno de batalla. Para su sorpresa aquello iba a ser sumamente difícil, era en la base de una montaña. Previamente hubo un derrumbe y todo a quinientos metros a la redonda eran escombros, grandes piedras, troncos caídos y algo de tierra. Ninguno de los contrincantes podría estar saltando de un lado para otro sin tropezarse, la andanza era difícil. Allen decidió que iba a pelear justo al centro de todo ese desastre, teniendo grandes, medianas y pequeñas rocas y árboles secos regados alrededor de todo el hasta 20 metros a la redonda, de modo que su rival también estaría cerca de todas esas cosas, de hecho estaba parado sobre dos piedras medianas, una por cada pie, era prácticamente obligatorio hacer eso para mantener el equilibrio, de otra manera caería. Para el duelo, vestía una camisa roja de tela demasiado liviana que ondeaba con suavidad con el viento, pantalones de mezclilla azul cielo, bota para caminata y su infaltable sombrero de paja sobre su cabeza. Allen miró al cielo, una gota trás otra empezó a caer hasta formar una ligera llovizna, acompañada de aire frio. El mago se abrazó a si mismo y castañeo los dientes. —Brrrr, que frío, seguro pescare un resfriado.— Dijo. Esperó un poco más y por fin su oponente hizo acto de presencia. Contento con esto, Allen apuntó con su varita mágica al recién llegado. —Bien, hora del duelo. ¡Sectusempra!— Exclamó lleno de energía, dándole a su rival una sonrisa y mirada desafiantes, demostrándole la emoción que tenía por volver a tener un combate. De la punta de la varita del chico del sombrero de paja fue disparado un brillante rayo de color verde, que al impactar en Vladimir iba a crearle terribles cortes que devengarían en una mortal hemorragia, que de no tener la atención y curación pertinentes le llevarían al desangramiento hasta morir.
  5. Nada más hacer su petición, la directora aceptó al joven mago en la clase como un oyente, aunque para ser honesto iba ahí con la firme intención de aprender igual que sus compañeros, incluso se sentía menos experimentado que casi todos. Tomó una pluma, pero antes de firmar el documento miró a la profesora de la clase para contestar su pregunta. —Allen Abbadonia es mi nombre. He escuchado lo más importante, no tengo problema con ello.— Aclaró lo más sereno que pudo, sin embargo, una sonrisa pequeña se le escapó, no podía contener la emoción y el alivio de ser aceptado en el grupo. Leyó brevemente el documento para saber que estaba firmando, no pretendía retractarse, solo saber a que se exponía. Finalmente firmó y dejó la pluma donde la había encontrado. El hecho de estar en calidad de alumno, le hacía sentir tranquilo. La ultima vez que había dicho su apellido a una Malfoy, más en especifico a Afrodita, había sido victima de un largo cuestionario sobre sus orígenes, su familia, su sangre y demás cosas. A juzgar por el temple de la persona a cargo de la clase, lo más seguro era que no se iba a interesar realmente, y si hubiese algo de eso, lo más probable era que se lo reservaría. Esta era la lógica de Allen ante el escenario. Antes de firmas y después, principalmente las chicas hablaron mucho, sobre posibles estrategias y algunas cosas más que no eran de mayor relevancia, aun así el pelinegro escuchó lo más atento que pudo, después de todo estaba lo suficientemente incomodo en esa situación como para tornarla peor. Con una ultima instrucción de la profesora a su asistente, avanzó a la salida del despacho para tomar rumbo a aquella misión, no sin antes hacer una pregunta a la que nadie respondió con palabras sino con acciones. Allen salió casi al final de la sala y siguió al grupo sin alejarse. ***** Por medio de una aparición en grupo habían llegado a Londres, que a pesar de ser territorio de muggles, ninguno se dio cuenta de su llegada al estar resguardándose de aquella lluvia tan leve que caía sobre la ciudad. Allen levantó la cabeza al cielo y entrecerró los ojos, la sensación era refrescante y agradable, aunque ver un cielo tan tupido resultaba melancólico. Agachó la cabeza y volvió la mirada al grupo, los observó rápidamente pero su mirada al final se posó en Mistify que dio indicaciones sobre la forma en que iban a llegar: a pie. Para el, caminar no era una molestia, al contrario era todo un gozo, el problema estaba en la compañia, no conocía a nadie y no se sentía en confianza de bromear ni cruzar más palabras de las necesarias, por lo que tomó casi literal el ser solo un alumno "oyente". Aun así, no iba ni al final del grupo ni al principio, iba más o menos en medio para enterarse un poco de todo. La tarde pasó, la caminata fue de bastantes horas, e incluso el que podía afirmar tener buena condición para estas cosas sabía que necesitaba un descanso. Cuando los hechizos repelentes, protecciones mágicas y aquella tienda de campaña engañosa estuvieron debidamente colocados, era tiempo de descanso y posible esparcimiento. Allen optó por estar solo en un principio. Recogió un poco de madera seca de la vegetación cercana y montó una pequeña fogata a diez metros de la arena mojada por el impacto de las olas en la playa. Con un buen fuego a su izquierda, se quedó contemplando el mar como si de verdad tuviera algo interesante que mostrar al joven mago, pero no era así. Aunque también había algo ligeramente extraño, su hiperactividad se había desvanecido desde hace algunas horas en la caminata, ya no estaba ansioso, ni tan temeroso, ni emocionado, el ambiente era raro para el. Era posible que ante su inexperiencia mágica estuviera sucumbiendo a las maldiciones defensoras del lugar o a la influencia del poder de la bruja. —Libérame.— Escuchó Allen, pero aquello fue como un susurro directo en su oido, casi podia sentir la respiración de alguien cerca de el. —Aquí estoy.— Volvió a pronunciar aquella voz, una voz femenina, encantadora y persuasiva, que era como escucharla lejos y cerca al mismo tiempo. —Ven...— Aquella ultima palabra la arrastró de más la voz. Allen se estremeció, tenía la piel erizada y no sabía que pasaba. Su fogata a un lado por unos momentos perdió intensidad. —Lo haré...— Susurró muy bajito, como si respondiera una petición. La mirada del chico se ensombreció ligeramente, miró en la dirección donde se presumía estaba la bruja pero no hizo gesto alguno. La fogata a su lado recuperó la vida que tenía anteriormente sin explicación alguna.
  6. Solo unos pocos días habían pasado desde que el joven mago había vuelto a Ottery, y desde el principio se había dado a la tarea de deambular por todas partes para recordar y conocer el lugar. Incluso la academia había cambiado por completo, y en su lugar ahora existía una institución conocida simplemente como la "Universidad". Preguntó por el trasfondo histórico para ponerse al día de lo que había pasado, ya que era un cambio radical, y se enteró un poco de la situación, así como de una nueva estructura organizacional y demás detalles. Ante esto le asalto una inquietud. ¿Sus viejos conocimientos aun serían de utilidad?, ¿sería capaz de estar a la par con un posible nuevo plan de estudios que no conocía? Esas y muchas preguntas más daban vueltas en su mente en los últimos días y no le dejaban tranquilo, cosa rara en su extrovertida y despreocupada forma de ser. Pero tenía en cuenta que debía conseguir empleo. Desde su regreso, había estado pernoctando en un hotel-posada al no tener familia o parientes en el lugar, los galeones tarde que temprano debían terminarse, era una carrera contra reloj el conseguir un ingreso, y para ello debía hacerse de un perfil académico atractivo. Actualmente, solo recordaba muy bien lo aprendido en Meteorología, pero fallaba en las otras dos artes que supuestamente dominaba. Por ello, aquel día optó por ir a hacer una petición para cursar la especialidad de Conocimiento en Maldiciones en calidad de oyente. Según había escuchado, una de las nuevas directoras era una Malfoy. A el vinieron recuerdos de su querida ex-novia, May. También recordó como era un poco esa familia, y lo mejor sería dar una impresión al menos buena, o lo menos peor posible para que su petición no fuera denegada. Por lo tanto, para acudir ese día a la universidad decidió vestir bien, aunque fuera en contra de su estilo, incluso no llevó con el su querido sombrero de paja. Para la ocasión decidió usar una túnica negra larga que llegaba a media pantorrilla, adornado con con bastilla dorada en cuello, mangas y la solapa. Dicha túnica tenía bolsillos a la altura de la cintura, y en el derecho había guardado su varita mágica. Por debajo de la túnica llevaba una camisa blanca, pero no era visible al estar cerrada. A medida que avanzaba por el lugar, sus zapatos hacían eco contra el duro suelo de piedra. Su andar era ágil y de largas zancadas, al menos los pantalones de aquel conjunto eran bastante cómodos y prácticos para ello. Pero había un problema, no sabía exactamente a donde debía ir. Decidió preguntar a una mujer que estaba sirviendo algunas bebidas no muy lejos de donde el estaba. El pelinegro al parecer corrió con buena suerte aquel día. En primer lugar, ella resultó ser la asistente de una Directora, en segundo lugar, era la Directora también la profesora de la asignatura que pretendía cursar, en tercero, acertadamente había elegido el código de vestimenta adecuado, ya que resultó ser la misma persona en la que había pensado para ir así. Aun faltaba un último golpe de suerte, ser aceptado como oyente. La asistente guió a Allen y le contó a grandes rasgos cual iba a ser la actividad que iban a desarrollar los alumnos, pero no dio muchos detalles. Al llegar al despacho de la directora, el pelinegro se quedó bajo el marco de la puerta y escuchó a la profesora desde que empezó a decir "Bien, ahora que todos estamos cómodos". Ella empezó a contar la historia de la legendaria bruja, que para colmo de males, Allen nunca había escuchado de ella a pesar de ser tan milenaria. Siguió hablando, y sus palabras solo aclaraban lo poderosa que era esa persona, al punto de asegurar que de no asesinarla, sería un peligro latente después. Eso sonaba a una gran aventura y un poderoso enemigo que derrotar, eso emocionaba bastante al joven, además, se sentía algo intimidado pero seguro de sus compañeros, que llevaban la experiencia marcada en sus rostros. —Buenas tardes.— Saludó educado el pelinegro, adentrándose en la oficina, manteniéndose del otro lado del escritorio de la directora, alejado del mueble varios centímetros, pero no más de un metro. Inclinó la cabeza en señal de respeto y después la levantó de nuevo. —El motivo de mi visita es una petición. En los tiempos de la Academia cursé Conocimiento en Maldiciones, de eso ya un año y me interesa estar actualizado en la materia. ¿Me permitiría participar como oyente en este curso?— Preguntó, tan templado como le fue posible, pero aquello era complicado, los nervios, la emoción y su propia personalidad le jugaban en contra.
  7. Allen solo entrecerró los ojos con el comentario de la mujer, pero hizo caso omiso y continuó hasta el final la curación. Mientras realizaba los hechizos de curación agradeció enormemente haber escapado de las filas tenebrosas antes de que siquiera le grabaran en su brazo aquella espantosa y fea marca, eso en primer plano, y en segundo, se salvó de rodearse de gente como ella: egolatras, malvadas y egoístas. Aun no olvidaba que tenía una deuda enorme con aquel sabio llamado Levit, y con la mujer que fue su profesora de Bando y Perfil en la academia por parte de la Orden del Fénix por hacerle abrir los ojos y escapar a tiempo. Tal y como estaba divagando el pelinegro, cuando la chica volvió a hablar se negaba rotundamente a un auxilio ajeno, afirmando que ella sola podría terminar de sanarse. "Pero que terca y orgullosa es esta gente..." pensó en silencio. Pero, una vez más acudió a su mente aquel sabio, su profesora e incluso su abuelo. No podía dejarla a su suerte aunque no simpatizara con sus ideas, en cambio, debería tratar de hacer empatía con ella de algún modo, aunque no fuese por mucho tiempo. Con esto claro, Allen le sonrió ligeramente, pero reflejando una evidente sinceridad. Miró de reojo al cocodrilo cuando la chica hizo mención de una revancha, la cual si pensaba tomar pero no en ese momento. Aun así guardó silencio y no dijo nada más. Finalmente y para su sorpresa, la chica le agradeció la ayuda y le dio un beso en la mejilla, aquello le dejó atónito, pues iba en contra de lo poco que conocía de ella. Se recompuso pronto y sonrió nuevamente. —Puede que no sea todo maldad... Quien sabe.— Dijo para si mismo. Ella se alejaba pero lentamente. Se debatía si acompañarla y asegurarse que llegara con bien o dejarla ir. Era complicado, quizás entrometerse más de la cuenta en sus asuntos no sería buena idea, después de todo apenas y ha aceptado su ayuda para curarla. Finalmente decidió quedarse ahí afuera del museo. Sacó la varita de su bolsillo e hizo unas florituras en el aire. —Meteolojinx Ecanto.— Pronunció. Frente a el se formó una nubecita pequeña de color negro, apenas un poco más grande que su cabeza. Ya que no tenía mucho más que hacer se pondría a jugar cono mini hechizos meteorologicos, y con algo de suerte se le ocurriría alguna travesura que hacer.
  8. A pesar de haber logrado mantener la compostura, el joven por dentro explotaba por soltar el comentario de "si esta chica es sexy comparada con la muerte, la muerte debe ser terriblemente fea". Sin embargo, había logrado controlar su lengua en una excepcional ocasión, y que mejor, estaba delante de una terrible asesina. Caso contrario fue el de tocar el tema del orgullo, que al parecer si consiguió una reacción negativa por parte de la chica que le lanzaba una amenaza ahora. Intimidado, Allen volvió a abrir los ojos de par en par y mostró sus dientes, su expresión era de claro miedo, incluso se inclinó para atrás con la intención de mejor irse por donde había llegado, no quería meterse en problemas con una persona peligrosa. Escuchó la pregunta, pero palideció y se asustó aun más con la aclaración de que su necesidad era sangre, y que además pasaba por su mente tomar un poco de la del muchacho. Apoyó ambas manos en el suelo, a los lados de su cuerpo, esa era una clara señal de escape y correr por su vida. Para bien o para mal, no se movió cuando la chica al parecer intentó sanarse, identificando que no obtuvo el efecto deseado. El miedo poco a poco se transformó en curiosidad, y posteriormente en preocupación, no podía dejarla ahí a su suerte, aquello iba en contra de los principios dictados por su abuelo. —Son tan raros ustedes.— Argumentó, llevando la mano derecha al bolsillo del mismo costado de su pantalón, de ahí sacó su varita mágica y la acercó a la zona que parecía provocarle más dolor a la bruja. —Episkey.— Susurró para usar a favor de la bruja el hechizo y sanar sus heridas. Repitió la operación un par de veces más por algunas zonas de su cuerpo que se veían lastimadas. —Listo, es lo mejor que puedo hacer.— Admitió, guardando el arma mágica nuevamente donde la tenía, posteriormente le sonrió un poco. —Te compartiría de mi sangre, pero dudo que siquiera seamos de un tipo compatible. Deberías ir a un hospital mejor.— Agregó menos nervioso. Un escalofrio se apoderó del joven, miró inquieto de un lado a otro, buscando algo, pero no veía nada. Tenía un mal presentimiento. —Oe, ¿y si mejor entramos a ese lugar?— Sugirió señalando el museo. —Para pedir ayuda de alguien más...— Argumentó.
  9. Allen prestó algo de atención a lo que la mujer decía. Primero sobre su petición, el joven vio de reojo la varita en el suelo y después volvió la mirada a la chica, analizándola de pies a cabeza rápidamente. La solicitud le pareció incongruente, en ese lamentable estado difícilmente podría ponerse de pie, ante esto el joven ladeó la cabeza a la izquierda con curiosidad. A continuación vinieron dos preguntas más, ambas muy fáciles de responder. El chico le dedicó una amable sonrisa, la cual se borró al ver una mueca parecida a un gesto de dolor en la chica cuando se sacudió con las manos. Inmediatamente se puso de pie. —​Lo ultimo que recuerdo de ti fue que me acabaste con veneno, y no fue algo precisamente agradable. Además, durante aquella competencia todo el tiempo demostraste que se te debe tener miedo.— Argumentó para responder a la primera pregunta. Avanzó unos cuantos y se agachó para levantar la varita de la mortifaga. —Además con esa forma de verte, es como tener a la mismísima muerte por delante.— Agregó, sumándole un gesto raro al torcer la boca. Sus ojos y palabras transmitían incertidumbre, miedo y curiosidad. Dicho esto de nuevo se puso de cuclillas delante de ella y le entregó la varita mágica. Posteriormente se sentó en el suelo, con las piernas cruzadas, tal y como hace la gente que medita. —Y bueno, esta mañana estaba desayunando. Y ayer me encontré de nuevo con mi madrina, y una chica que no recuerdo su nombre. Y antier recién llegué por aquí. Ante-antier estaba en el tren en camino...— Empezó a relatar con inocencia, levantando un dedo de su mano derecha por cada día que mencionaba, como si los estuviese contando. —Pero eso no importa ahora. ¿Necesitas ayuda para sanarte o tu orgullo es más grande?— Preguntó de forma directa, sin meditar que palabras así podrían ponerlo en problemas. Además, salvo el hechizo Episkey, el pelinegro no tenía ni la menor idea de como hacer una curación.
  10. Aquella épica batalla de voluntades no cesaba, y parecía lejos de llegar a su fin. Una rivalidad donde ninguno de los contendientes le daba la más mínima ventaja al otro. Un cruce de miradas mortal, que con cualquier descuido le costaría el duelo a aquel que lo cometiera. Para Allen, aquel suceso debería ser recordado por generaciones, una victoria o derrota tan legendaria que pondría en alto el apellido Abbadonia. Pero, aquel tramposo cocodrilo hizo una fechoría, algo digno de un maleficio tramposo, un acto de cobardía comparable a tirar tierra a los ojos del rival en un combate a muerte de caballeros. Si, seguro había sido el quien, de alguna u otra forma, le tirara encima a una persona, para derribar al joven y quedarse con la absoluta victoria de aquel encuentro. En el suelo, Allen se sacudió un poco para recomponerse, y con la diestra alcanzó su sombrero de paja que había caído a algunos centímetros de distancia. Haciendo una mueca de enfado meramente infantil ancló su mirada en la persona que lo había derribado, la cual le reconoció casi de inmediato, pero el joven tuvo que mirarla fijamente en silencio para poder reconocerla. —¿Raro?— Cuestionó, poniéndose de pie con un leve brinco. —Puede ser.— Divagó, alzando la mirada hacía el cielo. Finalmente recordó quien era ella, y si hubiese sido posible, los ojos se le hubiesen saltado y los cabellos se hubieran puesto de punta. Pero en cambio, solo consiguió abrir sus ojos, mostrando asombro y al mismo tiempo miedo. —¡¡Tuuuu!!— Exclamó señalándola. —¡Voy a morir, voy a morir, voy a morir!— Exclamó, entrando en pánico y corriendo en círculos pequeños. Lo ilógico era que no huyera al sentirse en peligro, y en su lugar cometía esas acciones erráticas. —¿Qué es lo que quieres aho...?— No terminó su pregunta y ahora la observó con más cuidado. Estaba lastimada, y muy agitada, en ese estado apenas y podía moverse al parecer. Aquella pequeña chispa de humanidad inocente se encendió en el muchacho, el cual se acercó y se puso de cuclillas frente a ella. —Oe... ¿Qué te pasó?— Preguntó totalmente desconcertado. Aquellos cambios tan repentinos en el carácter del joven eran normal para el, pero obviamente no para el resto del mundo, cosa que podía traducirse en desconfianza o insultos contra el.
  11. Era un buen día. El clima era agradable, era poco pasado de medio día, no había muchas novedades, el joven ya se había instalado y a falta de responsabilidad académica o laboral había decidido ir a dar una vuelta por ahí. Se había paseado por una buena parte del Diagon en busca de algo que hacer, pero el lugar estaba atiborrado de bares, cafés, restaurantes y demás lugares de alimentos, cosa que le mosqueaba un poco, al buscar algo diferente. —O estoy ciego o aquí falta algo como un teatro... O no, mejor una casa del terror... O no, mejor un simulador de escenarios... O no, mejor...— A medida que caminaba por las calles, divagaba con las más extravagantes ideas de entretenimiento, pasando desde un campo de tiro con arco hasta un lugar de plataformas de trampolín, donde se pudiera brincar y ejercitar de forma divertida. Pero ninguno de esos sueños vería la realidad mientras tuviera tan escaso dinero, pero no importaba. En una esquina, la atención del muchacho fue atraída por un lugar algo difícil de describir, había llegado al museo, pero lo que más le llamó la atención fueron los animales exóticos que había afuera, entre ellos un cocodrilo en miniatura. Al llegar donde estaba el reptil le acercó la mano, por instinto el animal quiso morderlo y Allen quitó la mano de inmediato para soltar una risa. —¿A qué te atrapo sin que me muerdas?— Le retó el pelinegro, como si el animal pudiera entenderlo, y así se puso en guardia, mirando a los ojos al reptil, en una batalla silenciosa donde solo el más ágil e inteligente iba a ganar.
  12. ALLEN ABBADONIA FICHA DE PERSONAJE http://images6.fanpop.com/image/answers/3465000/3465899_1392169947937.29res_500_260.jpg Datos Personales: Nombre del Personaje: Allen Abbadonia Sexo: Masculino Edad: 20 años. Nacionalidad: Español Familia(s): -- Padre(s) Sanguíneo:-- Padre(s) Adoptivos:-- Trabajo: Escuadrón para la Aplicación de la Ley Mágica, Oficina del Cuerpo de Seguridad, Aprendiz. Poderes Mágicos: Rango Social: Unicornios de Bronce Bando: Neutral Rango dentro del Bando:-- Nivel de Poder Mágico:-- Puntos de poder en objetos: 20 Puntos de poder en criaturas:-- Habilidades Mágicas:-- Conocimientos Especiales: Conocimiento en Maldiciones Artes Oscuras Perfil del Personaje: Raza: Paladín. Aspecto Físico: Allen es un chico practicamente ordinario para alguien de su edad. Su altura es de 1.78 metros, teniendo un peso acorde a su estatura de 68 kilogramos, el chico tiene una complexión regular, de manera que no se ve flacucho ni débil u obeso y fuerte. Su cabello es de color negro medianamente largo, llevándolo siempre desalineado u ocultándolo con gorras, sombreros o cualquier cosa que pueda ponerse en la cabeza. Sus ojos son medianos y expresivos, de un color café claro que en la sombra parece tener un tono más oscuro pero que a la luz del día demuestra su brillo natural, las facciones de su rostro le hacen ver más joven de lo que en realidad es. Suele vestir algo desalineado o "muggle" pues no le importa como la gente lo vea. Cualidades Psicológicas: Allen es un chico que en todo momento esta sonriendo, es alguien bastante optimista y alegre, al punto que muchas veces parece un est****o. Es una persona que no tarda mucho en confiar en las personas de las que tiene un buen presentimiento, sin embargo, debajo de esa personalidad oculta a alguien muy observador, inteligente, curioso y cuidadoso, evitando a toda costa mostrar dichas cualidades, pues prefiere evitar conflictos de cualquier naturaleza. Rara vez se le ve triste o enojado. Considera que el valor más importante sobre todas las cosas es la lealtad, y es capaz de dar su vida misma si es para salvar a alguien que aprecia o a un perro, pues son animales que el ama incondicionalmente. Recientemente, al graduarse de la academia, ha ganado cierta madurez y piensa las cosas dos veces antes de ejecutarlas. Fiel creyente de la paz, decidió permanecer como "neutral" buscando la forma de llegar a una paz sin necesidad de pertenecer a ningún bando, pero no por ello sin pelear. Historia: La historia de Allen no es en absoluto extraordinaria, pues no es alguien que haya aprendido magia de joven, que hablara parsel de pequeño o alguna cosa relacionada a eso. Sus padres son ambos de sangre limpia, sin embargo, por alguna razón encontraron más agradable el vivir en el mundo muggle. Allen supo de su descendencia como mago hasta los diez años, pero no mostró interés alguno en educarse en ello, por otro lado siguió su vida como todo adolescente normal, pero gracias a sus papas podía ir al mundo mágico de vez en cuando. A la edad de dieciocho años, la familia entera se mudó nuevamente al mundo mágico y han llevado una vida de lo más normal y tranquila, con un hijo que se dedica solo al ocio, las bromas y pasársela bien. Pertenencias: Objeto Magico Legendario: Objetos Magicos: Objeto 1: Varita Clasificación: AA Puntos de poder: 20 Mascotas y Criaturas: Criatura 1: Clasificación: Puntos de poder: Elfos: -- Licencias, Tasas, Registros: Licencia de Aparición: -- Licencia de Vuelo de Escoba: -- Registro de XXX: -- Otros Datos: Otros datos:-- Cronología de cargos:-- Premios y reconocimientos:-- Links de Interés Referentes al Personaje: Link al Perfil de Comprador MM: -- Link a Bóveda Personal: Bóveda 103093 Link a Bóveda Trastera: Bóveda nº XXXXX Link a Bóveda de Negocio: Bóveda nº XXXXX Link a Bóveda Familiar 1: Bóveda Familia XXXXXXXX. Link a Bóveda Familiar 2: Bóveda Familia XXXXXXXX. ALLEN ABBADONIA
  13. Hola hola. Por primera vez me paso a pedir personalmente un cambio en mi ficha que nunca me he pedido nada. Ahora que por fin, despues de mil años soy graduado me gustaria pedir mis primeros dos conocimientos que he decidido que sean "Conocimiento en Maldiciones" y el de "Artes Oscuras". Por adelantado gracias!!
  14. Bueno, pues a mí me interesa el taller, aunque creo que es algo que se manejar, me apunto!
  15. Para Allen resultaba en cierta parte sorprendente que May decidiera que el no cambiara, que prefería seguir con ese joven alocado y despreocupado a tener a alguien serio y propio a su lado, sin duda aquel gesto hizo que se emocionara por dentro, pero sobre todo lo hizo muy feliz, más de lo que ya estaba hasta ese momento por y gracias a ella. Su novia, propuso si se quedaban en ese lugar o le daba un tour por la mansión. El tour no era mala idea, pero no podía ver y por lo tanto de poco le iba a servir, de manera que en cuanto recuperara la vista iba a necesitar una nueva visita guiada. Se lo pensó por unos breves segundos, si se negaba podía llegar a ser maleducado así que lo mejor era acceder. —Vale, vamos a conocer la mansión.— Respondió sonriente, dandole un corto y rápido beso.
  16. —Descuida, me hago a la idea más o menos.— Continuó la broma de la Malfoy con la misma sonrisa, a pesar de que ella se había extendido demasiado en el silencio, ¿acaso se había sorprendido tanto que quedó muda por unos momentos?, solo ella sabía la respuesta. Allen no pudo contener su alegría del "si" y terminó con la distancia que los separaba para unir sus labios con los de ella, en el beso más duradero que habían tenido desde que comenzaron con aquello. El joven tuvo que apoyarse con ambas manos, una en el sofa, rozando el costado de May con la muñeca y la otra en el respaldo del mueble, pues aunque se "abalanzó" de manera más o menos civilizada no quería que la escena se fuera a mayores, no en ese lugar al menos. —¿Sabes que me has hecho la persona más feliz del mundo?— Le preguntó, aunque era más una afirmación. El pelinegro hizo un poco de fuerza y se apartó, pero se quedó justo al lado de ella, buscando una de sus manos para sujetarla. —Tratare de comportarme un poco mejor de ahora en adelante, no quiero que te vean mal por mi culpa.— Agregó con una sonrisa que ahora era un poco nervioso, incluso se rascó la nuca con su mano libre, sabiendo que constantemente metía la pata. —Y bueno... Este es el extraño momento en que todo salió tan bien que uno no sabe que hacer.— Comentó para dejar escapar una nueva risa. Jane ya había traido lo solicitado por May y Navi ni corta ni perezosa se lanzó sobre una de ellas, dandole pequeños bocados. La risa del chico fue corta, pues la apagó con un nuevo beso a su novia, este fue rápido, pues después se acercó a su oido para susurrarle. —Te quiero.—
  17. El silencio de May fue aun más prolongado que el de Allen a la misma pregunta, sin embargo, no se inquietó en ningún momento, el mantuvo la calma y no dijo ni una sola palabra. Sintió el contacto de las manos de ella sobre una de las suyas, fue entonces cuando se armó de valor y contestó a la pregunta que realizó anteriormente ella misma. La escuchó con el mismo silencio y con una expresión neutral, prestando especial atención a cada una de sus palabras, donde demostraba los pros y los contras de su persona, algo muy honesto de su parte que el joven apreció en gran medida. Cuando May terminó, Allen se puso a recapitular varias cosas de lo que habia pasado en los ultimos días en torno a ellos dos y lo que tuviera que relacionarse con ellos, como la ayuda que Sophie le brindaría para hacer frente a la Orden del Fénix, las curaciones que Jessie le aplicaría para recuperar la vista, y demás cosas. Sin embargo, también pensaba en los contras, como la diferencia social que existía entre los dos que podía ser algo que impidiera que ellos dos estuvieran juntos, o los secretos que la Malfoy se guardaba, que al parecer eran muchos, incluso su comentario de ser "Juguetona" hizo pensar al joven que irremediablemente algún día ella se aburriría de el y lo deshecharía cuando no tuviera significado, el pensar eso provocó que hiciera un gesto triste. —May.— Murmuró agachando un poco la cabeza, sin haber separado su mano de las ajenas, había demasiadas cosas e contra de aquella relación y tal vez lo más fácil para ambos sería tomar caminos separados y volver a ser amigos unicamente. —Con todo lo que has dicho... Solo me queda por decir una cosa.— Agregó con el mismo volumen bajo, apretó un poco una de las manos de la chica, pero sin llegar a hacer mucha presión. Las imagenes mentales, buenas y malas iban y venían por montones impidiendo que el pudiera aclarar bien sus ideas. Dejó escapar un suspiro pesado, la desición estaba tomada y esperaba que las cosas salieran bien. —May... Al parecer las cosas entre ambos pueden llegar a ser complicadas, y puede que no seamos iguales... Así que... ¿Te gustaría ser mi novia?— Preguntó finalmente, con lo cual no pudo evitar sonreir, ahora todo dependía de ella.
  18. Apenas cuando May pidió las fresas para ella y para Navi captó el porque ella había apartado sus piernas e incluso ella misma un poco, tal vez la lengua se le fue un poco con sus comentarios, pues por más que la Malfoy se esforzaba por ocultar su molestia no lo conseguía al cien por ciento, aun así Allen guardó silencio y mantuvo su sonrisa como si no tuviera ni la menor idea todavía de lo que había pasado, esperando por el momento más indicado. Y como premonición, el momento llegó, cuando ella se acomodó sobre su hombro, el solo se limitó a rodearla a la altura de los hombros con su brazo en un gesto cariñoso, el silencio era un poco inquietante, pero finalmente May rompió con el silencio con una pregunta sencilla y a la vez complicada. "¿Qué somos?". Hasta el momento su relación era "abierta" si se le podía decir de algún modo, pues a pesar de existir sentimientos mutuos y puros no habían formalizado nada aun, con lo que no se debían fidelidad, o eso podría pensarse, pero aquella idea nunca atravesó la mente de aquel pelinegro. —¿Qué somos?— Repitió la pregunta después de unos segundos de silencio que parecieron eternos, pues Allen intentaba meditar sus palabras con el mayor cuidado que su torpe mente le podía permitir. —Eso es algo que yo solo no puedo responder, deberías saberlo bien...— Contestó tranquilo. —Hay muchas cosas, me imagino, que no conozco de tí, May. Cosas que puede que no sepa nunca o me entere el día de mañana, eso no lo se y tampoco me interesa ser un entrometido, si me las quieres compartir, puedes contar conmigo para escucharte, apoyarte y no revelar esas palabras. En caso de que no, tus motivos tendrás... Por ejemplo, el ataque de la "Orden del Fénix", ahora se que no fue coincidencia... Una amiga reciente de la Academia, fue agredida de pequeña por ellos y por un simple motivo... "Descendencia Mortífaga"... La familia Malfoy esta vinculada a las artes oscuras, lo se de fuentes confiables, así que si uno de tus secretos es que eres "Mortífaga"... Bueno, ya no lo es para mí.— Afirmó. Era impresionante como alguien tan tonto e infantil a simple vista podía llegar a ser tan analitico al punto de encajar las piezas de un rompecabezas que parecía imposible de resolver para alguien con poco conocimiento, sin embargo el destino jugo a su favor. Por una parte, gracias a los mismos agresores que revelaron su "postura" y lo otro era todo gracias a Mía, aquella chica de la familia Loveless que le ayudó a decifrar lo que era la contraparte a esa "postura" que en este caso eran los mortífagos. Finalmente la cereza que adornó el pastel fue Navi y su "inexplicable" miedo por el simple hecho de ir a la Mansión Malfoy por su reputación tan siniestra. El joven supo entrelazar todo eso y realizar su deducción, —Eso lo averigué hace poco, uno o dos días como mucho...— Admitió. —... Y a pesar de eso, aquí estoy, sentado junto a tí en tu casa donde por saber esto ahora mismo podrías terminar con mi vida y la de Navi para que nadie se entere.— Continuó diciendo con una leve sonrisa que reflejaba toda la seguridad que había en sus palabras, mientras que Navi estaba en completo shock. —No se que tanto signifique esto para tí, pero lo que trato de demostrarte es que a pesar de cualquier cosa que pase, sin importar el linaje que poseas ni la ideología que persigas... Yo aquí voy a estar, si tu me lo permites, porque no hay ninguna mujer sobre la faz de la Tierra que pueda ocupar ese lugar que tienes en mi vida... Y así el mundo vaya en contra de los dos y deba convertirme en "malvado", yo a tu lado quiero estar, tanto en las buenas, como en las malas... Porque te quiero May, de verdad te quiero.— Finalizó, apartando con su mano libre el flquillo que caía sobre la frente de la chica, para dejar ahí un suave y fugaz beso, después del cual se apartó nuevamente dejando la distancia original. —Como te dije, no puedo decirte "que somos" pero si "quien eres" para mí... Ahora solo resta saber, ¿que soy yo para tí?—
  19. May intentaba iniciar una conversación con Navi, cosa que conmovió a Allen y lo dejo un poco más tranquilo al ver que nada malo le pasaría a la criaturita. En cierto momento el estomago de May rugió e incluso el alcanzó a escucharla, cubrió su boca con su mano y no pudo evitar reir entre dientes, hasta ella era un ser vivo y tenía que alimentarse. Pronto tuvo su café en sus manos y se dedicó unicamente a soplarlo para evitar quemarse, sin embargo al sentir la caricia de May en su mejilla bajó un poco la taza y sonrió dandole toda su atención, meditó unos instantes que responder y después se atrevió a hablar. —... No mucho realmente, la Academia es en verdad aburrida y extraña... Me dormí en la clase de "Generales" y no he aprendido nada, y aun así de nota tengo "Extraordinario", seguro le caí bien a la profesora, que se yo.— Respondió encogiendose de hombros. —Para colmo de mis malas, me han ubicado en una casa donde solo hay mujeres, desde las Jefas de la casa hasta mis compañeras, los días ahí son un infierno, me aburro demasiado y no hay muchos varones en la escuela al parecer... Salvo uno que otro, pero todo mundo amargado.— Expresó con autentica molestia. Cualquier otro hombre de su edad estaría maravillado con la situación de vivir rodeado de mujeres todo el tiempo, pero no para Allen, en primer lugar sus días de joven pillo terminaron hace bastante, en segundo estaba ciego, por lo tanto cualquier plan de "espiar" sería imposible para el, y en tercer lugar, el era más de divertirse con varones, pues las actividades que a el le gustan no suelen ser el mayor agrado de las chicas, como sus acampadas salvajes donde se iba armado solo con un cuchillo, cerillos, algo de agua y poca comida. —Lo mejor que ha pasado fue que me encontré con mi madrina a la que le digo "Tía Pato". ¡La adoro!, es tan graciosa desde que yo era pequeño, pero con la diferencia que ella es más vieja y fea, no tiene la juventud como yo, aunque diga lo contrario, ha ha ha, y lo mejor es que se quedara a vivir ya, pues siempre se la pasaba de un lado a otro.— Reclamó, y por primera vez podía entender lo que otras personas podían sentir al no localizarlo por la alocada vida que llevaba gracias a las ideas que se generaban en su cabeza. En ese momento dió un sorbo a su taza de café, sentía como si volviera a la vida con ese cálido y amargo sabor que revitalizaba su frio cuerpo. Navi finalmente se armó de valor y salió completamente del bolsillo del abrigo, voló un poco hasta quedarse sentada sobre el hombro del joven. —Muchas gracias, señorita May, pero yo no...— Navi trató de decir "yo no tengo hambre", pero al igual que a la Banshee, el rugido generado por el interior de su cuerpo la delató. Tanto su voz como aquel incomodo sonido, en ella sonaba varias octavas arriba que la de un humano promedio, haciendo que se escuchara un poco graciosa, pero lo suficiente como para conseguir que Allen soltará una pequeña carcajada. —Ella suele comer fruta, las fresas son sus preferidas.— Contestó por ella el pelinegro, dado que la criaturita se había tapado el rostro muerta de verguenza, aunque no había comido absolutamente nada desde el desayuno.
  20. El estar así en ese lugar con May era algo que le agradaba a Allen pero al mismo tiempo hacía que no se sintiera comodo en realidad, la forma en que ella se había sentado y pasaba sus piernas sobre las de el era muy coqueto, y el joven temía que alguien más los interrumpiera y que esta vez no fuera precisamente un elfo, sino alguien de la familia de la chica y en realidad lo ultimo que quería era problemas con esta. Aun así no hizo nada por apartarla ni por pedir un poco más de espacio, solo se limitó a sonreir y seguir hablando. Lo que pasó después lo dejó maravilllado y sorprendido, pues sintió como fue atraido por medio de su corbata hacía ella para culminar en un beso más ardiente que los anteriores, incluso estaba un poco sorprendido por esa manera de reaccionar de ella, con ello se dió cuenta que aun le faltaba conocerla por el lado de "pareja" que parecía ser un poco diferente al de "amiga". Aclaró que con ese gesto demostraba lo que pensaba y Allen sonrió abiertamente, devolviendo aquel "piquito" que May le dió después para interrogarle acerca de su cambio de idea. Apenas iba a contestar, cuando sintió que Navi se movió y al parecer May también lo detectó, ella empezó a tocar el bolsillo del abrigo donde la hada se refugiaba y en respuesta la criaturita se retorcía dentro de su escondite. No estaba que tan seguro sería hacer presentaciones ahí, pero dado que ya se había descubierto todo, no le quedaba de otra. Allen tomó a May de la mano que tenía sobre el abrigo y la apartó con suavidad y una sonrisa segura. —No deberías hacer eso, que se enoja con mucha facilidad.— Afirmó el pelinegro, mientras con su otra mano extendía su abrigo, dejando la vista interior al alcance de la mirada de su acompañante. —Navi, no te pasara nada, no seas maleducada y presentate.— Solicitó. Movimientos lentos, que reflejaban timidez, se veían en el bolsillo, hasta que finalmente se asomó un poco la hada, mostrando primero solo sus ojos plateados y su cabellera ondulada de color azul, junto con aquel brillo caracteristico de ella de unos pocos tonos más claros que el color de su cabello. Se escondió nuevamente al parecer apenada. Tardó unos segundos más en armarse de valor y mostrarse hasta la mitad de su torso, la hada sonreía timidamente y saludaba con la mano, moviendo los dedos de esta pero sin decir nada. —May, ella es Navi, una hada de una profesora pero me la ha prestado mientras estoy en la Academia, ella es mi guía y hace la función de ojos y a veces de consiencia, ha ha ha.— Dijo riendo al final, pues recordaba que en lo poco que llevan juntos la hada le había regañado demasiadas veces en su vida. —Es un poco tímida con la gente nueva, así que no esperes mucha platica de ella por ahora.— Agregó convencido y negando con la cabeza un par de veces. Aquello era falso, Navi era demasiado segura de si misma aun con nuevas personas pero estaba aterrorizada por el lugar en el que estaba y el pelinegro no la iba a exponer tampoco. —Y sobre mi desición... Fue algo así como una "epifanía"... En primer lugar, tuviste la razón desde el principio, es insoportable el poder estar sin verte y eso es algo que quiero hacer tan pronto como pueda.— Admitió. —Y en segundo lugar... Para poder evitar que suceda algo como lo que nos separó, no estoy dispuesto a que vuelvas a estar en riesgo estando o no contigo en el momento... Alguien me dijo que para lograrlo en "este mundo", necesitare mis cinco sentidos y no solo cuatro...— Aclaró, tratando de ser lo más indirecto posible a la situación, pero dando a entender que iba enserio y que no permitiría a la Orden del Fénix volver a salirse con la suya. —Ahora no es posible... Pero pronto, sere yo quien cuide de tí.— Terminó con una sonrisa, para darle un nuevo beso, lento y un poco duradero que disfrutó los pocos o muchos segundos que duró. —Estando así he aprendido un par de cosas, y hay otras tantas que me falta aprender... Por eso es que decidí recuperarme hasta salir de la Academia, ¿me disculpas por demorar esto?— Preguntó con una sonrisa inocente.
  21. Nada más hablar y sonreir, pudo escuchar apenitas unas ligeras pisadas que se acercaban presurosamente a el, extendió sus dos brazos y recibió a May que por el impulso le hizo retroceder un par de pasos e incluso lo hizo reír un poco por la alegría de aquel re-encuentro tan esperado por ambas partes. Sin embargo algo no le cuadró a Allen con ese impulsivo abrazo y fue que May se sentía mucho más ligera que en otras ocasiones, pese a nunca haber cargado su peso completo de ninguna manera, el pelinegro tenía un estimado de ese dato, y lo que sucedía en ese momento no le cuadraba con su memoria. Aunque gracias a eso, fue más sencillo acomodar a la chica en el abrazo, de tal manera que no aplastara el bolsillo en el que llevaba a Navi. El pelinegro sintió las delicadas caricias de la chica, primero en su rostro y después en su cabello, Allen por su parte se había dedicado a bajar sus manos hasta la cintura de la chica, para luego subir la izquierda y jugar un poco con su largo cabello, enredandolo entre sus dedos con cuidado de no lastimarla. Después ella aseguró haberle extrañado tambien, y a reacción su sonrisa se hizo más amplia, apoyó su frente contra la de ella unos breves segundos, los suficientes para poder sentir aquella cálida respiración que de a poco en poco podía llegar a convertirse en algo como una adicción. El intimo momento fue interrumpido por una vocesita más, Allen empezaba a encontrar gracioso que los enanos hablaran de esa forma. El no sabía que eran elfos, pero como el sonido venía desde abajo lo asimilaba con criaturas tal vez similares. May le preguntó si el deseaba algo de beber, al mismo tiempo que sus manos le liberaban del abrazo y el hizo lo mismo, pero pronto sus dedos se entrelazaron con los de la chica para avanzar hacía un sofa, tan cómodo como nunca había imaginado en donde se sentaron uno al lado del otro. —Café esta bien... Me estoy congelando por dentro.— Pidió generosamente con una sonrisa tan cálida que podía contradecir sus palabras. Los pasitos, todavía más ligeros que los de May y apenas perceptibles se alejaron, quedando solo los dos en aquel enorme lugar. Allen dejó su bastoncito recargado por un lado y llevó esa mano a la de May que tenía sujetada ya, cubriendosela por arriba y por debajo. —Me has hecho mucha falta en estos días, ¿sabes?— Dijo ya en completa confianza por estar solos. Por una parte quería saber que le habían hecho aquellos brutos de la Orden del Fénix, pero primero debía hacerla sentir mejor, recien había pasado una mala experiencia y no era bueno hacerla recordar, era como tirar sal en una herida abierta. —Pero ahora soy la persona más feliz sobre la faz de la Tierra por poder estar de nuevo contigo. Por cierto, te tengo una pequeña novedad que quizás te agradara.— Comentó, lo mejor era tratar de hacerla feliz y había puesto atención a detalles que no le agradaban. —Una vez que me gradue de la Academia, recuperare la vista.— Informó, ya había tomado esa desición durante los días en que ella estuvo ausente, hubiera preferido estar invidente un tiempo más, pero la situación actual no se lo permitía, una vez que aprendiera lo básico para batirse en duelo necesitaría no de cuatro, si no de sus cinco sentidos. —Todavía faltan un par de meses para eso, creo, pero es una fecha más cercana a la desconocida que teníamos antes, ¿no?— Preguntó, aunque fue más bien algo retorico pues suponía que ella podría estar de acuerdo. Su mano que había movido anteriormente ahora la colocó sobre la mejilla de May, haciendo una suave caricia en ella con suma delicadeza. Casi de manera inconsiente se acercó despacio hasta ella, quedando separados por menos de cinco centímetros entre si.
  22. Allen esperó paciente los minutos que fueron necesarios para que llegara la elfina, en ese tiempo no intercambió ninguna palabra con la vocesota que provenía de la puerta, en cambio, el rostro metalico parecía analizar a aquel joven con cuidado para poder identificar alguna posible amenaza en el, pero no consiguió nada, dado que este mantenía una compostura comparable con la de una estatua. Finalmente el chillido de las puertas abriendose hizo que Len suspirara, no le gustaba mucho esperar y el comportarse tan recto era algo que se le complicaba muchisimo. —Gracias, que amable.— Respondió el joven cuando escuchó a la elfina que le invitaba a pasar. Navi en el bolsillo de su gabardina estaba realmente temblorosa, el miedo se había apoderado completamente de ella al estar en "lineas enemigas", tanto era su shock que no escuchaba nada y el temblor pasaba desde el grueso bolsillo del abrigo hasta la piel del pelinegro. Con una mano llevaba su bastón y con la otro dió unas leves palmaditas tratando de tranquilizar a la hada, cosa que consiguió un poco pues sus temblores ya no eran tan notorios. —Que largo es el camino... No me lo hubiera imaginado.— Pensó en silencio el invidente. Por fin llegaron a la entrada de la Mansión, nuevamente el sonido de las puertas abriendose incomodó a Allen, que seguía siendo guiado por la pequeña domestica del lugar. El primer lugar donde entraron fue el Hall, un lugar verdaderamente grande y deducido por Allen por el sonido de sus pasos, que estos a su vez causaban un poco de eco. No lograba ver nada, pero ya se imaginaba la naturaleza del lugar, un palacio digno de una persona potencialmente poderosa economicamente y seguro en otras formas también, incluida la bélica. Siguió andando, su gabardina se coordinaba para ondearse al ritmo de sus pasos, al igual que las mangas de esta que no cubrían ninguno de los brazos de Allen, con una mano en su bolsillo y la otra guiando su camino con el bastón, procuraba ser muy cuidadoso, pues no quería nisiquiera hacer un rasguño a alguna de las pertenencias del lugar, pues posiblemente ni trabajando toda su vida podría pagar algún daño ahí. Pero el estres terminó, Jane le informó que detrás de esa puerta estaba May esperandolo y la abrió. La felicidad se apoderó de el, su corazón nuevamente se aceleró y el frio que sentía hasta hace poco se esfumó junto con la preocupación por el lugar, la espera había sido larga pero por fin podrían estar juntos de nuevo. Se adentró unos pocos pasos, pero firmes y seguros al lugar, el sentimiento de sentirse del tamaño de una hormiga nuevamente lo abrumó por la sensación de estar en un lugar demasiado grande. El no podía verla, pero ella a el si, la situación ahora podría ser un poco opuesta a su primer re-encuentro, donde el vestía de lo más sencillo y ella un tanto refinada, pero ahora era al revez, ella estaba practicamente en pijama y el vestido con ropa formal, aunque aquella forma de llevar la gabardina, la camisa abierta de un par de botones, la corbata floja y su cabello ligeramente alborotado le hacían ver más juvenil y extrovertido, en lugar de recatado. —Te he extrañado mucho, May.— Dijo en voz alta, y para su buena suerte estaba hablando en dirección a donde ella estaba, por lo menos no estaba arruinando el momento con sus patosidades. Nada más terminar la oración una gran sonrisa por fin pudo reflejarse en su rostro desde que había salido de la Academia en su busqueda.
  23. Aquel día estaba bastante nublado, comparado con los días semi-soleados que se habían intentado asomar entre el clima frío que azotaba aquellas tierras ultimamente. El cielo estaba vestido completamente de gris, y las nubes no tenían un aspecto nada agradable, no eran de aspecto esponjoso como el algodon y tampoco llevaban el color plata que anuncia la caída de la nieve, no, esas nubes solamente parecían de tormenta y hacían que el ambiente fuera un poco deprimente. Acompañado a esto, las brisas de viento no eran potentes, pero si heladas, frías caricias que atormentaban a aquellos que fueran desprotegidos de abrigo. La silueta de un joven, sentado sobre el tronco de un árbol caído a las orillas del lago en los Jardines Sumaes era el unico rastro de vida en toda esa area, acompañado de un ser alado de brillo azul, una hada que hacía de guía para aquel joven invidente. Aquel joven no iba propiamente abrigado para la situación, vestía una camisa blanca de manga larga, abotonada casi hasta el cuello con una delgada corbata negra visiblemente aflojada del nudo, como si este no le gustara en lo más minimo al muchacho. Su pantalón de vestir, de corte regular que se alineaba perfectamente a su cuerpo sin llegar a pegarse hacía que pareciera incluso un poco más alto de lo que era. Y finalmente calzaba unos zapatos de vestir de punta color negros. No era precisamente la ropa que más le gustaba a aquel muchacho, pero por una pequeña platica o curso, ya no recordaba ni que era, había tenido que ir bien presentado, pero afortunadamente pudo llevar su sombrero con el, aquel sombrero amarillo, incluso ya algo desgastado que era su bien más preciado. —Allen... Llevas varios días viniendo a este sitio, y a la misma hora, ¿tienes alguna clase de ritual ridiculo o algo por el estilo?— Preguntó la brillante hada, cuya vocesita femenina sonaba aun más aguda por su tamaño. Esta se mantenía en el aire, agitando sus alas y de brazos cruzados, estando a la altura del rostro del joven y separado unos treinta centímetros de el. —No.— Respondió con una leve sonrisa. —Estoy esperando a alguien.— Agregó con una tranquilidad que nunca se le había visto antes y llenaba de curiosidad a la criatura que veía por el. Más o menos a esa hora, pero exactamente en ese lugar fue donde el pelinegro se re-encontró con ella hace poco después de tantos años de ausencia, algo le decía en su interior que probablemente ahí la vería de nuevo, puntual para platicar de nuevo y el tarde como acostumbraba, pero en días anteriores se había presentado puntual y nadie acudía a pesar de esperar hasta tres horas en el mismo sitio, aun así, al día siguiente siempre volvía con la misma idea y esperanza. —Pero si te quieres ir, eres libre de hacerlo.— Dijo el pelinegro después de unos instantes de quedarse callado. Estar ahí hacía que tuviera todo un caos en su interior con el que trataba de lidiar para no enloquecer más de lo que ya estaba. Por una parte, le reconfortaba la calma del lugar, el recuerdo de haberla visto de nuevo ahí le llenaba de alegría, el estar en ese momento solo le deprimía, el recordar que la ultima vez que pudo verla ella se había enfadado con el lo mantenía pensativo, la memoria de su ultima "cita" con ella le provocaba incertidumbre, el hecho de no haberla rescatado le provocaba una sensación exageradamente terrible de impotencia y el pensar en "Orden del Fénix" lo llenaba de furia y sed de venganza. —No Allen... Se que algo no anda bien, además seguro te perderas de regreso a la sala común y olvidaras la contraseña de la estatua.— Respondió ella, tratando de ser la antipatica criatura que hacía reir al pelinegro, pero no consiguió nada ni para bien ni para mal en la pequeña sonrisa que sus labios dibujaban. Otro momento de silencio los abordó, junto con una leve brisa que alborotó un poco los mechones de cabello que se asomaban por debajo del sombrero del chico. La hada se abrazó a si misma a causa del helado viento, envidiando como el alumno nisiquiera se inmutaba de eso. —Pero, ¿puedo esconderme en tu sombrero?— Preguntó con voz temblorosa. El chico asintió y lo levantó un poco, dejando que la criaturita se refugiara ahí. Una hora más pasó, no había ni la minima señal de ruido alrededor salvo la de las hojas de los arboles danzando gracias a las corrientes de aire. —...— Allen empezaba a impacientarse por aquel día, ya llevaba casi dos horas sentado ahí, y esa ropa no le agradaba en lo más minimo, estuvo a punto de ponerse en pie cuando a sus espaldas escuchó un sonido un tanto escandaloso, algo como "crack". Alerta, pero con un temple sereno y sin girarse siquiera, Allen comenzó la conversación. —¿Quien eres?— Preguntó amablemente. Algo ya era seguro, quien se había aparecido no era May, aquel no era el sonido que caracterizaba su aparición o desaparición, este había sido más como el ruido de un impacto pequeño, debido a su ceguera se tomaba más tiempo y calma para analizar todo lo que le rodeaba, personas y medio ambiente sin distinción, algo como "observar" sin ver. —El joven es igual al de las fotografias.— Dijo una voz, que Allen asimiló como la de una anciana tal vez, el joven arqueó una ceja pero no interrumpió. —El joven es Allen, el amigo de la ama May, ¿no es así?— Continuó la vocesilla, consiguiendo ahora completamente la atención del pelinegro que ahora si giró un poco la cabeza para dirigirse a ella de manera más directa. —Si, yo soy Allen, ¿de que fotografias hablas y en que puedo ayudarle?— Preguntó. Su corazón repentinamente se había acelerado, pues por su mente solo pasaban dos escenarios, uno de ellos era que la dueña de esa voz venía a darle un comunicado de May, el que fuera, pero algún mensaje. Pero otro escenario, no tan consolador, era el de recibir la noticia de que ella se había ido para siempre. El tener aquellas ideas en mente lo tenía sumamente nervioso. —La ama May, ha enviado a Jane a buscar al joven Allen. La ama había estado desaparecida, pero la ama ha vuelto y ordenó a Jane buscarle, joven Allen.— Respondió la sumisa voz. El pelinegro se quedó paralizado de la emoción, ella estaba bien, y además había enviado a alguien a buscarle, por un lado eso estaba bien, pero por otro no, pues May era una persona muy directa y algo, que para Allen muy seguro era la Orden del Fénix, le impedía andar con libertad. —¿Donde esta May?— Preguntó apresurado. —La ama May le espera en la Mansión Malfoy. El joven Allen deberá disculpar a Jane, pues Jane debe irse ya para avisarle a la ama que el joven ha sido encontrado.— Expresó con pena. Allen por primera vez en todo ese tiempo sonrió con ilusión. —Descuida, ya llegare yo.— Aseguró, levantando el pulgar de su mano derecha como aprobación. La elfina se sorprendió un poco, y así con el mismo ruido con el que llegó, se fue. Allen se puso de pie, pero entonces Navi salió de su escondite y le cerró el paso por delante de su cara. —¿Estas seguro que vas a ir Allen?... Yo... No creo que sea buena idea que vallas... La Mansión Malfoy es un lugar peligroso según he escuchado, si no eres un amigo de la familia seguro moriras antes de poner un pie en los terrenos de ese tetrico lugar... Además... Su reputación como magos oscuros es mundialmente conocida.— Expresó eso ultimo a modo de murmullo la hada. Al ser una criatura entregada por una integrante de la Orden del Fénix a Allen, esta sabía muchas cosas que Cye le había enseñado al igual que otros integrantes de esa organización, pero se mantenía callada para no molestar a Allen con su odio hacía estos, además le estaba tomando aprecio y enserio se preocupaba por el en esta ocasión. —No sabía eso... Pero igual ire, Navi. May es la unica que me importa en este mundo "mágico" que detesto. Y si es por ella, aprendería cualquier arte maldita si hace falta.— Sentenció. De su bolsillo sacó algo parecido a una varita blanca, que extendió con ambas manos al jalarlo de ambos extremos, quedandose con uno en su mano derecha y con el otro tocando el suelo. —Pero descuida, estare bien. Anda, vamonos ya.— Dijo finalmente, la hada se resignó y obedeció, sentandose en el hombro izquierdo del pelinegro. Antes de siquiera salir de la Academia, Allen regresó a su sala común para dejar su sombrero y tomar una gabardina negra para abrigarse. Sabía que no podía ir como le gustaba a aquel recinto que por demás podría ser sagrado, al ser el hogar de grandes personalidades. La gabardina era un pesado abrigo de grandes botones, los cuales dejó abiertos completamente, además que sus brazos no los pasó por las mangas del atuendo, dejando que este solo descansara sobre sus hombros, pero con eso era suficiente para cubrir su espalda, costados y parte del frente de su cuerpo. La gabardina le llegaba hasta media pantorrilla. Una vez estuvo listo se despidió de su unica compañera que estaba ahí y salió de la sala y posteriormente de la Academia para dirigirse a Ottery. Navi permanecía oculta en un bolsillo interior del abrigo, a la altura del corazón de Allen más o menos, la pobre no se atrevió a dejarlo ir solo pero estaba muerta de miedo. La noche ya los había alcanzado, la luna brillaba alto en el cielo al igual que sus compañeras las estrellas. Las calles estaban ya casi vacías, los negocios cerraban y los faroles se iban encendiendo uno a uno para iluminar el pasaje a aquellos deambulantes nocturnos, aunque aquello de poco servía al joven que caminaba tranquilo pero con largos pasos, con las ansias de llegar a May. El frio se puso más rudo y hacía equipo con el viento, pero una vez más el pelinegro no parecía inmutarse, a diferencia de su cabello, su abrigo e incluso su corbata aflojada que ondeaban con la fuerza que la madre naturaleza les otorgaba. Algunos minutos más y Navi avisó que por fin habían llegado a las cercanías del territorio Malfoy. El viento chocando contra la piedra y los arboles, provocaba un silbido espeluznante que asustaba aun más a Navi y que llegaba a incomodar a Allen, el ambiente no era precisamente amigable o no se sentía como tal. Gracias a su bastón el pudo darse cuenta que el camino se volvía angosto y que alrededor solo había hierbas y más hierbas, dando solo dos sentidos al caminante, adelante o atrás. De pronto, frente a el un sonido metalico, como si el acero se retorciera se hizo presente, y unos instantes más tarde una voz grave, metalica y potente, había llegado a la puerta de los terrenos. —¿Cuál es el motivo de vuestra presencia en la Mansión de la honorable Mansión Malfoy?— Cuestionó la "vocesota". Allen torció la boca y se cubrió el oido izquierdo con la mano del mismo lado. —Oe, no hace falta que me grites.— Reclamó con mucha tranquilidad. En otras circunstancias más normales ya se estaría peleando con la puerta o estaría gritando emocionado por la voz. —Vengo a ver a M... A la señorita May Malfoy... Mi nombre es Allen Abbadonia.— Contestó sin ser imprudente. —¿Allen Abbadonia?... Que apellido tan más desagradable. Esperad aquí a que vuestra entrada sea autorizada o denegada.— Dijo, pero para Allen parecían gritos o alguien en megafonía. Además no encontró sentido alguno a que llamara "desagradable" su apellido, era algo que probablemente algún día sabría, pero no se iba a poner a discutir con aquello para descubrirlo.
  24. 1.- Link al tópico de su ficha de personaje: http://www.harrylatino.org/index.php/topic/102856-ficha-de-allen-abbadonia/?do=findComment&comment=4614527 2.- Link de las bóvedas de negocios que posea el personaje: N/A 3.- Link del tópico de registro de sus familias: N/A Familia N° 1: N/A Familia N° 2: N/A 4.- Link a las bóvedas de sus familias: N/A Bóveda Familia N° 1: N/A Bóveda Familia N° 2: N/A Saldo en bóveda previo a la Migración 2021: 4562 G
  25. Nick del personaje: Allen Abbadonia Link a la Ficha de personaje: http://www.harrylatino.org/index.php/topic/102856-ficha-de-allen-abbadonia/?do=findComment&comment=4614527 Link a la Bóveda: - Parentezco con la familia (sanguíneo, adoptivo, visitante): Adoptivo Relación con la familia (Hij@, sobrin@, ahijad@ de...): Ahijado (?) Mascotas/elfos que posea y desee que aparezcan en la lista: Ninguno Actividad que puedes aportarle a la familia (alta, media, etc): Alta (?) Correo electrónico (opcional): charly.gusanillo Negocio en el Callejón (indicar si se tiene para promocionarlo en 1ra página): -

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