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Hessenordwood Crouch

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Todo lo publicado por Hessenordwood Crouch

  1. Hessenordwood Crouch - Finalista - Interia -Entregó el mineral a Gurëndriel- Para cuando vuelve a instalarse en la superficie de una habitación mucho más cómoda para él en las penumbras de su vivienda, gran parte del pequeño árbol en el que se ha convertido su mineral ha perdido una cantidad considerable de hojas en sus tallos. Por supuesto, Gurën ha recolectado cada una de ellas cortándolas por la mitad antes de almacenarlas en un almanaque de bolsillo. Una mitad de ellas las coloca cuidadosamente en el interior de una bitácora donde además de sus características físicas añade notas como hora y lugar del momento justo en el que se ha desprendido del árbol, mientras que la otra mitad las ha estado utilizando para preparar diferentes brebajes como infusiones que él mismo ha bebido pero sin obtener a cambio nada más allá de encontrar que cada una adopta un sabor diferente al anterior. Fuera de eso, entre lo realmente más destacable que ha conseguido averiguar de su mineral es la forma en la que cambia y se aclimata según el entorno en el que se ve envuelto. Esta es una observación que ha conseguido hacer tan solo desplazándose en el interior de la casa Ollivander y sus misteriosas habitaciones cambiantes, y es que cada vez que el grupo ingresaba a algún cuarto donde predominaba el frío, las hojas comenzaban a caerse más rápidamente y las ramas a secarse, pero si la humedad era mayor, se espesaban con fuerza y las hojas crecían más alargadas y finalmente atravesaban por sitios con iluminación y ventilación natural los brotes en el árbol volvían nuevamente a florecer como la primavera. Aún no convencido de querer intervenir con la madera del tallo, eso le sirvió como pretexto para pedirles a Cleo y Quintel que continuarán en su lugar con la búsqueda de aquel manual de los Ollivander para la fabricación de varitas. Solo así pudo descansar de los imparables cuestionamientos del par de brujos sobre lo que va a seguir trabajando con el mineral. Debe admitir que se siente un poco culpable al respecto, de buscar el modo de deshacerse de su compañía a pesar de que ambos solo han intentado ayudarlo todo el tiempo, pero es que no puede avanzar mucho en esta investigación si entre ellos continúan contradiciéndose sobre si es correcto o no cada decisión para continuar con las experimentaciones del mineral. Es por eso entonces que ahora el pequeño mineral en forma de árbol y la libreta con todos los apuntes que ha obtenido de sus particularidades se encuentran sobre el sucio y viejo piso de su casa donde Gurëndriel está terminando de colocar velas, piedras con runas lunares y sales alrededor del círculo de un pentagrama alquímico, murmurando para sí mismo, tratando de convencerse de que debe ser solo que no está acostumbrado a tantas personas interviniendo en sus experimentos o fabricaciones, pero que al menos aquí, en la privacidad de su pequeña casa en la periferia de Hampshire se siente con mayor libertad de poner a prueba la real resistencia de este mineral. —¿Por qué piensas que esto es importante?-, lo llama la oscuridad que predomina en la habitación iluminada solo con las velas alrededor del círculo. —Ya conoces esa magia, sabes como es-, respondió terminando de dibujar en cada dirección de la rosa de los vientos la runa que corresponde a cada uno de los elementos que representan el tiempo y la naturaleza. El demonio escondido aun en la penumbra asintió, aunque no parecía estar del todo convencido con la propuesta del niño. —La interpretación en la adivinación siempre es incierta, ¿crees que esto ayude? —Ollivanders quería que viera a través de ella-, respondió con convicción. —Es una casa vieja, pudo haber sido cualquier cosa. Una corriente de aire, algún clavo suelto en la madera- Gurëndriel, que la bola de cristal haya rodado hasta tus pies no significa que… —Si pero…-, parecía igual de impaciente como nervioso. Gurën respiró profundamente, antes de que comenzara de nuevo a tartamudear, de otra forma no lograría convencer al demonio. —Creo que lo vi, lo sentí cuando tomé la esfera de cristal, fue como viajar en el tiempo, hacia ambas direcciones, el pasado y futuro en un solo y único recuerdo. ¿Sabes de adivinación, Gurëndriel?-, preguntó Cleo. Era todavía consciente de lo que sucedía en aquel cuarto en la heredad de los Ollivander, Quintel y Cleo se movían cuidadosamente a su alrededor, pero ninguno parecía estar tan atento o absorto como él en el pequeño objeto de cristal mágico que resplandecía a sus pies. Nunca presentó interés o dominio nato alguno en magias ocultistas, no fue porque le parecieron menos interesantes como sí lo eran las artes donde mejor ha desarrollado sus habilidades como las transformaciones, encantamientos o, principalmente, fabricación de artefactos y armas mágicas y, por el contrario, encontraba vagamente algo de incertidumbre e intranquilidad en la magia del ocultismo, pues tal como lo mencionaba el demonio, era tan incierta que para alguien como lo era Gurëndriel ahora, en esta faceta de su construcción independiente, podrían influenciar en él de la peor manera. —Yo…-, respondió contemplando todavía la bola de cristal ahora en su mano. No podía asegurar si solo era el reflejo de los tres magos en la habitación, o realmente podía ver algo atreves de ella. —Creo que no. No sé, nunca he practicado la adivinación-, responde sin mucho ánimo cuando el par de brujos tras ellos suspiran desesperanzados.
  2. La meditación profunda como método de apoyo para apaciguar ideas más rebuscadas o retorcidas que lejos de ser de ayuda lo desenfocan de sus objetivos ya no funciona como antes lo hacía, no tiene los efectos esperados que durante su recuperación de maldición tras maldición supieron dispersar la enfermedad de la locura para centrarse en lo que realmente importa. Aunque, a estas alturas de su vida, cuando se ha jugado el pellejo en lo absurdo en más de una ocasión, y los motivos por los cuales aferrarse a esta desagradable vida escasean, él a menudo ya no está tan convencido de cuales son con exactitud las cosas que, bueno, realmente importan. Es ahí donde la idea mortífaga resuena en su cabeza con más fuerza. El veneno del pensamiento se esparce entonces rápidamente a través de toda esa sangre maldita con la que ha reconstruido su cuerpo. Está en el lugar correcto, le dice cuando la sangre finalmente le sube a la cabeza, pero aunque tiene la convicción de que esto es una verdad absoluta, el enfoque de sus memorias rotas, le informan que sus pasos aun siguen siendo inciertos. Pero, ¿qué es lo que puede esperarse de alguien cómo él después de todo? Ya no es más que un residuo de todas las consecuencias de sus acciones juntas y si estas personas no lo han asesinado todavía, piensa, que es porque realmente deben estar en una crisis, de esas que tienen a los líderes del grupo mortífago tan preocupados por las visiones de Macnair. Respirar es lo más racionalmente humano que es capaz de hacer ahora, y aun así, se asquea de eso cuando la meditación profunda no logra poner orden. El control no llega pronto, y cuando abre los ojos nuevamente, harto de este absurdo ejercicio, está en un campo muy diferente al de la estrecha, oscura y hedionda habitación donde ha pasado las últimas tardes estudiando en viejos libros y pergaminos de la antigua magia empleada por magos y brujas tenebrosos de todos los tiempos, algo que lo lleve a profundizar más allá en la magia de Nosferatu, y las investigaciones de las pistas que han encontrado recientemente sobre estos poderes. Como otras veces, aun en lugares que frecuenta, no puede de buenas a primeras reconocer el sitio donde se encuentra, lo único que siente es el incómodo frío colándose hasta el interior de sus huesos y la sensación del campo abierto a su alrededor. También se siente observado, aunque no pierde el tiempo buscando a quien o que. ¿Qué ha pasado?-, se pregunta, quizá ha estado caminando en la inconsciencia de su meditación, o tal vez ha sido arrastrado hasta aquí por alguna razón, de cualquier forma, lo primero que rescata de todo esto es que, sea cual sea el motivo, aún no está muerto. Y eso debía funcionar bien por ahora. —¿Qué hiciste?-, le pregunta sin causa a la bruja Dumbledore que aparece solo un par de metros de distancia de él, como si la acusara por traerlos hasta este sitio de apariencia remota. Quizá debió pensar en reformular la pregunta, un ¿qué está sucediendo? hubiera sido tal vez algo menos agresivo. —¿Puedes ayudarme con el abrigo? No tengo la varita conmigo-, para este frío que los recibía iba a necesitar algo más que un abrigo de lino, así que pidió auxilio a Ada una vez que la reconoce en algún recuerdo.
  3. Hessenordwood Crouch - Finalista - Interia -Entregó el mineral a Gurëndriel- —Pues ahí lo tienen-, soltó después de que el grupo comienza a organizarse tras la sugerencia de Bel una vez que finalmente se aparece ante ellos con su forma humana y comienza a dar sugerencias que bien pueden encaminar la próxima tarea de los magos mas jóvenes. Por su parte, no es que Grelliam esté menos interesado de lo que parece en la magia que proviene de estos elementos, sin embargo, algo en su composición le advierte que aun si lo intentase él no puede corromperlo, después de todo, el trozo de mineral que él mismo había extraído, también de otro de esos planetas, se había convertido sólo en un trozo de materia iridiscente sin más gracia que el brillo particular que había adoptado, similar a los monolitos en Stonehenge. Es un misterio sin resolver todavía si es que su pieza de mineral carece de magia por algo que ha hecho mal con él, pero hasta asegurarse de ello, su mejor opción para conocer de esta magia y acercarse a ella, por ahora, era mantenerse al margen hasta averiguar si era verdaderamente manipulable. —Hessenordwood ¿no ibas de salida? Me parece que sí, ¿puedes dejarme de camino en Hogsmeade?-, apuró el Ollivander poniéndose de pie. —No me queda cerca, —Bien, bien. Será un viaje largo entonces. Lleva algo para evitar el mareo, te esperare en el auto-, sin decir más, Grelliam abandonó la sala, con Hessenordwood casi detrás de él luego de despedirse del grupo deseandoles genuino éxito y advirtiendoles una vez más sobre encender fuego dentro de la casa. Podría haber sido que lo ha hecho apropósito, o no, ciertamente nunca se sabe con certeza las verdaderas intenciones en las acciones del Ollivander, pero ahora que se sabe que ha salido de los terrenos, al menos Gurëndriel se siente solo algo menos nervioso de merodear el interior o exterior de la casa con más libertad en busca de las herramientas que sean necesarias para la exploración de los minerales. Y de algún modo espera que Hattie sienta la misma comodidad ahora que la perturbable figura del patriarca de la familia ha abandonado el sitio. —Deberías llevar al árbol a los invernaderos del sudoeste-, Quintel sugiere. —Tomando en cuenta su forma puede ser bueno para él comenzar a emplear conocimientos de herbología. —Ciertamente creo que le vendría bien sol y aire fresco, luce algo marchito ¿no te parece? -, a diferencia de la forma en el mineral de Harriet, el pequeño árbol ha cambiado apenas desde que el demonio lo había traído a la heredad. —Podemos reunirnos para la cena y compartir los avances-, volvió la mirada al grupo de brujas. —Entonces Cleo, ¿vienes con nosotros?-, … … … La puerta de otra solitaria habitación se abrió lentamente con un rechinido que estremeció los oídos del brujo y compañía, casi parecía una advertencia, desde que la fea puerta se manifestó delante de ellos, para que no se atrevieran a continuar husmeando en aquella dirección de la casa. No obstante, Guriendriel estaba convencido, quizá demasiado confiado, en que la casa, aunque presentaba un comportamiento diferente al que está acostumbrado, no tenía razones para que quisiera lastimarlos o, en su caso, desorientar sus pasos, mucho menos sacarlos de ahí, de otra forma, sospecha él, que hace dos puertas atras eso ya hubiera sucedido. Gurën piensa entonces, que el extraño edificio debe solo estar algo o tan confundido como ellos con la magia intrusa que proviene de los minerales, sin mencionar que no es común que tantas personas anden por sus pasillos. Así que aunque el interior de la habitación que les muestra esta vez es tan oscuro que no permite definir bien el espacio del que se trata, uno a uno van ingresando, con Gurëndriel guiando y despejando por delante el camino con un hechizo luminoso. —Creí que iríamos a los invernaderos-, susurró Guillam, como si le asustara hacer algún otro ruido, mientras aferraba más a él la base donde había crecido el árbol del mineral. —Esto es justo lo contrario a lo que buscamos; es oscuro y húmedo demás. —Si, ahí vamos ahora, pero recuerdo haber visto por estos lados una especie de álbum con notas y muestras sobre maderas, tipos y características mágicas y no mágicas. Eso podría ser de ayuda. Debió pertenecer a algún otro fabricante de varitas de la familia, porque él (Grelliam) no se mostró ni siquiera interesado en ello cuando se lo mencioné, aunque…-, Gurëndriel detuvo sus pasos en aquella oscuridad sobrenatural que ni la luz de un lumos es capaz de revelar más allá de un metro del radio donde se encuentran de pie. —...Aunque a mi me pareció que esa metodología tenía su firma por todas partes, El ruido de algo pesado cayendo al suelo y rodando en su dirección asustó y congeló en el lugar la marcha de los brujos, pero hacia donde apuntasen con la luz de la varita, era difícil ver algo dirigiéndose a ellos, el cuarto además debía estar en su mayoría vacío, pues el sonido se distorsiona a su vez y complicaba predecir la trayectoria de lo que fuera que se acercaba a ellos. —Ahí viene-, advirtió Quintel ante la cercanía del sonido que de pronto se sintió incluso que hacía temblar la habitación como si hubiese aumentado de tamaño y fuera a salir de la oscuridad para aplastarlos. —Detritus-, invocó sobre su compañía, mientras él se adelantó un par de pasos para enfrentar a su atacante y proteger el mineral a toda costa. Pero cuando sintió que fuera lo que fuera aquello lo impactaría de lleno, una pequeña pero brillante luz casi lo encandiló a sus pies. El frágil objeto continuó rodando por el suelo hasta chocar con la punta de sus botas. —Es una bola de cristal-, soltó en una exhalación de alivio.
  4. Hessenordwood Crouch - Finalista - Interia -Entregó el mineral a Gurendriel- —Hess-, siseó la voz de Grelliam. De un solo movimiento el demonio se puso de pie y giró en busca de su invocador. —No me dijiste que Bel estaba en casa-, arrastró con modorra cada sílaba antes de terminar por adentrarse por enmedio de la sala hasta ocupar un asiento en aquella reunión, integrándose a ella como si todo este tiempo hubiera sido parte de aquel grupo. —Eso es porque no se suponía que estaría aquí hasta la semana entrante-, acotó, volviendo la mirada al caberú que caminaba triunfante junto al Ollivander. Hess sospecha que estas personas han comenzado a conspirar en contra de su ardua labor de administración del hogar de los Ollivander. —Pero siempre es un placer recibirla, mi señora-, los tres magos que pertenecían a la empresa ofrecieron una cómo reverencia cortés a la pequeña criatura de pelaje rojizo que no se separa de Garry. —¿Y ya saben que van a hacer con eso?-, Grelliam preguntó con aparente desgana en su acento, como si decir aquello fuera molesto solo por tener que preguntarlo en voz alta y no fuera evidente, para ellos, que tienen que haber comenzado con este tema por su cuenta en lugar de darle a él explicaciones que no necesita. —Aún estamos en la etapa del planteamiento del problema-, Gurendriel respondió con una sonrisa torpe, como si le avergonzara reportar lo poco o nada que van avanzando con esto de los minerales, aunque siendo justos hace tan solo un par de horas antes no se hubiera imaginado que tal magia estuviese al alcance de sus manos. Tan solo pensar en las posibilidades comenzaba a saturar su mente de ideas que, más que ayudar, lo cegaban ante las mejores opciones que tenía por delante. —Pensábamos que tal vez haga falta algo más de espacio y herramientas para examinar el comportamiento de ambas fracciones del mineral antes de tomar alguna decisión. —El ministerio de magia estaba en busca de estos elementos, ¿no es así?-, esta vez Garry suena más tajante, aunque esa no es su verdadera intencion. Los pálidos ojos del licántropo se movieron peresosos del rostro nervioso de Gurendriel hasta el taimado de Hess. —Es una opción voluntaria-, respondió el demonio con encanto en sus gestos. —Por ahora-, exhaló Grell, pareciendo muy agotado. Casi cómo si lo hubiera ordenado, aunque no lo ha dicho en palabras, el grupo guarda silencio mientras el brujo Ollivander parece estar desenredando hilos en su cabeza, ideas que quizá sólo él puede ver y entender. No hay preocupaciones por su parte de que grupos de ministeriales irrumpa su hogar en busca de negociar estos bienes, aun si sus métodos no eran los más pacificos, ese ya no era su problema si, cómo Hess aseguraba, existia siempre la opción de elegir entregarles o no los minerales para ser estudiados por "profesionales". No obstante, y en lo que ha pensado desde que se alejaron de Stonehenge, se cuestiona si es que existe algún tipo de interés dentro del grupo mortífago o la oposición sobre estas piezas de magia extraterrestre que los tuviese tan misteriosamente silenciosos hasta el momento. El qué acciones o medidas deberá tener que tomar él después, cuando dentro de las filas oscuras la noticia se esparza, será algo que dejará para el momento en el que las alucinaciones de los medicamentos de medio día terminen. El tarareo de una vieja canción que Grelliam comienza es, por así decirlo, la señal que tienen para saber que ha dejado de pensar en esta situación como un problema suyo y pueden seguir ellos con la charla que, en primer lugar, él ha interrumpido. Gurendriel en cambio, con lo que parece un atisbo de anhelo y desesperación en su mirada, le comparte un último gesto de apuro al demonio para que termine de convencer a la actual cabeza de la familia de dejarlos explorar los minerales en los terrenos de la heredad, pues tal cómo lo ha mencionado de algún modo Harriet, está seguro de que esos recursos de los que la niña habla no les harán falta ahi, después de todo la casa Ollivander sabía ofrecer a sus habitantes lo que fuera necesario para mantenerlos dentro. —Me parece conveniente que los señores se queden dentro de las propiedades de la casa al menos hasta que se tenga mayor conocimiento sobre los minerales-, comienza Hess gentilmente, cómo si intentar algo más con Garry pudiera resultar contraproducente ahora. —Aquí es discreto, hay suficiente espacio y diferentes medios que pueden ayudar a estudiar las piezas-, añadió. —Por la naturaleza que ambos presentan, aún si son tan distintas, sospecho que la magia de los minerales puede llegar a simpatizar con la que mantiene la flora de la heredad reluciente-, la mirada casi ofendida que le dedica Grelliam le advierten al demonio que mejor idea era no meterse con las habilidades de herbolaria del brujo. —Quiero decir, si funciona, los señores prometen recompensar sus tierras a cambio, y si resulta mal ellos pagaran los daños-, Hess negoció. Nuevamente el silencio espesó en la sala. Los descoloridos ojos del brujo Ollivander estaban puestos entonces sobre la forma de árbol pequeño en la mesa de centro en la que vio que una de sus hojas se desprendía de sus tallos. ¿Era esa una advertencia de que el tiempo se les terminaba? —Nkg…-, chasqueó la lengua. —Yo no sé. Bel, ¿tú qué dices?-, todas las miradas se dirigieron entonces al animalillo acurrucado a su lado.
  5. Hessenordwood Crouch – Finalista – Interia -Entregó el mineral a Gurëndriel- ¿Debería él esperarse algo como esto siempre que hay visitas en casa? El historial de personas que han entrado a la casa con o sin invitación desde que él está a cargo de estas tierras le advierte que sí, pero simplemente Hess no puede terminar de acostumbrarse al modo en el que toda la calma de la casa se vuelve un completo caos cada vez que recibe a alguien nuevo. De todas formas, cortés y pacientemente escucha la petición de la muchachita. Sabe que, si no quiere empeorar las cosas por ahora, no debe preguntar el como y porqué es que ellas han llegado aquí sin previo aviso, al menos el mensaje nunca llegó. No obstante, y en teoría, ellas son quienes se han colado al interior de los bosques de los Ollivander y si Hess se rige a alguno de todos esos protocolos sociales con los que familias como las de Harriet o la suya se encargan de adoctrinarlos, esperaría que por mínimo, a pesar del mal rato y que han venido a interrumpir en este sitio, las muchachitas pudieran mostrar aunque sea alguna clase de consideración y se mostraran mucho mas accesibles que exigentes. Además, hay un letrero de advertencia en los límites de la propiedad, ¿no era así? como esperan entonces de él tal garantía mientras andan merodeando por todas partes tan descuidadamente. —Entiendo-, pero Hess piensa que ellas ya han pasado suficientes cosas por ahora como para que quieran sentarse a razonar de la misma forma en la que él lo está haciendo. —Mis señoras es lamentable el rato que han tenido que pasar, pero sabe usted muy bien señora Travers, que Gurëndriel ya no estará más a su servicio, ya hablamos de eso, no se trata de remuneración-, respondió tranquilamente mientras observaba el reloj de muñeca, sin duda hoy no podrá terminar pendientes administrativos, y toda esta faramalla dramática terminará por arruinar terriblemente el resto de su organizada agenda. Ciertamente lo que a Hess limita a acceder a todo lo que ella le exige, es el simple hecho de que Ollivanders es también otro de sus clientes. Resultaba curioso, pero esto antes no le había pasado. —Hessenordwood-, intervinó entonces el muchacho, tranquilo, pero había un ligero acento de emergencia en sus palabras. El demonio volvió entonces su mirada desde el aparato al joven rostro del mago que expresó en una mueca su preocupación. Debe ser que Hess ha estado ahí para él desde que Gurëndriel llegó, debe ser solo que ha estado demasiado tiempo entre estas personas tan extrañas, pero de alguna forma comprende el gesto sordo del niño. —Por supuesto-, asiente con una ligera venia antes de volver la mirada casi transparente por la luz del sol. —Pero para compensar los inconvenientes que la incomoda hermanastra del señor Ollivander ha causado, el menor de la casa quiere recibirlas como se debe. Vayamos adentro y revisemos con más calma a ver qué se puede hacer con esa solicitud suya. Estoy seguro de que si me explica mejor por qué es que le urge tanto la presencia de mi muchacho entonces podré encontrarle un reemplazo más adecuado para usted. —Por aquí, señoras. Bienvenidas-, los brujos escoltaron el camino que resta desde las orillas del estanque hasta la entrada de la heredad. … ... ... —Se que no acostumbra esto mi señora, pero ya no queda ninguna vajilla completa-, los pálidos ojos de Hess se detuvieron en la extraña figura de Yanna detrás de la ventana, aun observando con saña al par de muchachitas. El té se sirve en tazas de diferentes colecciones, algunas más antiguas que otras, otras solo un poco más grandes y con formas y diseños exagerados y otros más sobrios, pero la infusión de hierbas era la misma e inundó la gran sala de la casa con los aromas de la lavanda y la menta. En algún momento, mientras Hess ha ido a la cocina a preparar el agua, el mineral de Travers ha aparecido y desaparecido a su antojo en aquel salón en más de una ocasión. Gurën por su parte intentó aclarar a las brujas que corretear dentro de los pasillos de la casa, con la condición tan cambiante en la que se había mostrado desde que ellas entraron al edificio, podría resultar hasta peligroso, e incluso intentó sugerir algún ejercicio que hiciera que el mineral viniera a ellas y no al revés, pero la retroalimentación que Hattie le ofrece sobre lo que sabe de su propio mineral hace pensar al brujo que en realidad ella apenas le ha prestado el interés al curioso comportamiento del elemento. —Hess, la señora Travers nos estaba explicando un poco más sobre la forma en la que se transformó el trozo de mineral que consiguió de aquel lugar al que fuimos transportados desde Stonehenge-, Gurën hacia un nuevo intento por capturar la pieza antes de que volviera a desaparecer. —Es muy diferente al nuestro, que ahora es un árbol-, señaló a las mujeres el lugar por donde Guillam iba entrando a la sala cargando el pequeño brote entre sus manos. —El de ella cambia de forma y aparece y desaparece a su antojo, ¿o es que pueden controlar en que se transforma y donde aparece?-,volvió a preguntar. —¿Recuerdas haber visto algo así en ese lugar al que fueron?-, preguntó Guillam. —Uhm, no, no como criaturas u objeto. Pero dentro de las cuevas, mientras bajábamos por los túneles, había algo que eran más bien como sonidos, que cambiaban de tal modo que podías imaginar que lo que fuera que los provocaba cambiaba así mismo su forma y podían oírse de un lugar y luego de otro-, tartamudeó casi al final. —Aunque bien pudo haber sido que estuvimos caminando en círculos-, ambos negaron descartando la idea. —Me imagino que usted tiene algo en mente Travers, ¿hay algo que quiera hacer con este mineral?
  6. Grelliam; Lleva un rato ahí, caminando entre los escombros humeantes de aquel sendero guiado por el becario con la mente aun a su merced, el muchachito que no ha de rebasar los dieciocho años lo sabe encaminar hacia las cuevas donde han conseguido capturar a un grupo de visitantes que próximamente ocuparán el vacío de las bestias en la reserva. En lugar de solo aplastar todo bajo el calor de las llamas, al menos esto otro es lo que a él le hubiera parecido una mejor advertencia para aquellos que siguen confiando en resguardar a sus criaturas en sitios como estos. El qué hará con esas personas exactamente es algo en lo que no ha pensado bien todavía, no era parte del plan mortífago secuestrar turistas, sin embargo, ahora que los tiene y a falta de criaturas mágicas, tal vez pueda conseguir de ellos suficientes partes que pueda él usar después como ingredientes para alguna elaborada pócima. Hasta ahora se han sabido librar de cualquier posible enfrentamiento a lo largo del camino a través de la reserva; —Buscamos a Matt Blackner-, dicen y explican que ese es el hombre a quien Benjamín Whisper los ha enviado a encontrar para que los saque de ahí. Luego el auror que los intercepta para interrogarlos piensa que es más importante atender a los otros llamados de auxilio que perder el tiempo con ellos, pero les advierte a ambos que por ninguna razón sigan adentrándose más a la reserva y que salgan de ahí lo antes posible. Quizá aturdir al oficial auror cuando les da la espalda para retomar su marcha hubiera sido una buena idea, pero gastar energía en eso podría costarle el control mental que mantiene sobre el aprendiz del departamento de criaturas mágicas. —Shh-, el brujo siseó donde el camino se termina y los pasos del becario se detienen abruptamente. El niño ya no sabe por dónde continuar y Grelliam comienza a pensar que es inútil seguir manteniéndolo embrujado. —¿Qué es esto?-, era fascinante el campo de electricidad que mantenía aquel grupo de erumpent contenidos obedientemente. Sin duda las criaturas reconocían, tanto como él, el peligro de cruzar aquel cerco eléctrico. —Que particular-, los casi transparentes ojos de Grelliam reflejan el poder de aquella magia que casi consigue explotar su cabeza con tan solo contemplarla. —Tan listos, ellos saben que no pueden atravesarlo, pero ¿de que es? ¿con qué se ha fabricado?-, Para fortuna del brujo e infortunio del aprendiz, Grell está menos dispuesto a sacrificar a uno de esos ejemplares de erumpent para averiguar la resistencia de este material con el que ha sido construido aquel establo. —Ve ahí-, ordena finalmente, con la mirada anclada en el punto justo donde el chico colisionará en breve con la barrera. Pero un par de metros antes de que la electricidad hiciera contacto con el brujo becario una entidad apareció casi de la nada (o quizá es que Grell está demasiado concentrado pensando en la materia del muro) y se interpuso en el camino para evitar que el chico recibiera algún tipo de daño por la descarga. Demasiado saturado de ideas tras todos estos acontecimientos Grelliam pierde finalmente el control de la mente del muchacho aprendiz ante la presencia de aquella aparición, dejando al niño desorientado y confundido en medio de este inesperado encuentro. —Ah, espera, yo te conozco -, tarareó como si lo intentase, pero realmente no se esforzó más tiempo. —No me digas, no me digas…-, la sonrisa que pudo proyectar finalmente fue amarga. —Un Moody ¿tal vez?-, se balanceaba sobre sus pies, pero pronto un chispeo que proviene del cerco eléctrico detrás de ellos vuelve a capturar como imán la atención del licántropo. —He estado cerca de otros Moody antes sabes, y tú…-, el mago jugó con la varita astillada entre sus manos. —Quiero decir, estar frente a ti no se siente como estar con alguno de ellos-, pensó entonces en un flechas de fuego, necesitando de sus dos manos para apuntar en dirección al clon de Melrose. Desconocía en gran medida la magia que se estaba empleando en ese lugar, así como también que esta figura frente a él se trataba de un clon de la Moody invocadora, pero igualmente los filamentos de fuego fueron disparados uno tras otro sobre ella. Muy atento a cada movimiento, el brujo esperó por una respuesta acertada de su parte.
  7. Grelliam. M. Ollivander Grelliam escuchó de la boca del arcano cada palabra que el viejo sabio podía ofrecerle, puso todo de su parte para entenderlas y más allá de eso explotarlas muy a su manera, para que no hubiera forma de estarse perdiendo alguna aclaración que el tuerto de Báleyr quisiera ofrecerle entre líneas. En cierta forma, ha sido bastante complicado para él tenerse que ver a sí mismo en una situación como esta que explica el mago nigromante, pues a menudo, y con mucha más frecuencia de lo que pudiera considerarse sano, Grell no es capaz de sopesar con sensatez los riesgos, límites o sacrificios que son necesarios para conseguir un objetivo de su interés, pues muchas veces el grado de despersonalización que padece es tal que verse a sí mismo como alguien externo, de quien debe preocuparse y atenderse también, le resulta tan poco relevante como alguna otra alucinación más que circula alrededor de su pensamiento. No obstante, de todo lo que es expuesto en esta charla con el nigromante algo parece despertar en el interior de la mente del adormilado muchacho cuando el arcano dice que ha intuido algo en él que no encuentra dominable a diferencia de las entidades con las que está habituado a tratar. Es lo primero que Báleyr dice que verdaderamente deja a Garry conspiranoico. Pero antes de que pueda perderse en aquel pensamiento que lo arrastró casi de inmediato a las altas instalaciones de Baker, en un consultorio viejo y olvidado y con una compañía igual de cálida que el fuego en la chimenea, el brujo Ollivander se despide temporalmente de su amada hija, con un roce de sus labios sobre la mejilla del cuerpo inerte de ella y desvió sus pasos siguiendo los del mago nigromante y con ello el resto de sus explicaciones. -¿A qué renunciarías con tal de recuperarlos a todos ellos?-, ha cuestionado el viejo Báleyr. Por un momento Grell piensa que el arcano ha sembrado esa pregunta como una semilla en su interior, esperando que la truculencia de la nigromancia se encargue de cultivar el resto y crezca como una gran raíz entre sus ideas más rebuscadas, floreciendo la duda, enredando entre sus brotes incertidumbre y descontrol. Pero no es esta la primera vez que Grell desciende a los bajos mundos de la taumaturgia, magia de la sangre o artes oscuras, por lo que ante la gravedad de las palabras de su guía, el brujo sabe mantenerse tranquilo, recordando que cada paso que da hacia adelante lo han traído ahora hasta la mazmorra del nigromante y, por ende, no le resulta lógico sentir alguna clase de arrepentimiento en este momento. —Ya no me quedan muchas cosas para perder-, ante la pregunta de Báleyr, Garry se responde a sí mismo, en un pensamiento que apenas remueven un poco su ánimo ya de por sí aletargado. En su cabeza el pensamiento resuena vacía de sentimientos y sensaciones y se mantiene fría como en las paredes de la mazmorra. Por alguna razón el costo es solo menos importante, por ahora, que la última de las advertencias de Báleyr. Y tras ese pensamiento, mismo que deja a su cuerpo helado, como si de un mismo muerto se tratase, Garry toma finalmente el grimorio que el tuerto le ofrece y lo lleva consigo hasta quedar a un par de metros frente a la puerta. La incertidumbre de qué es lo que va a encontrar del otro lado lo está consumiendo, está intoxicando cada parte de su mente con ideas que van desde lo más benevolente hasta lo más retorcido, y le encanta, lo hace sentir vivo, vivo de verdad después de mucho tiempo. Lentamente, la mirada del brujo baja de los glifos tallados sobre la madera de la puerta y bajan hasta la portada del grimorio. Sus manos antes temblorosas sujetan el libro con firmeza y a Grelliam le da la impresión de que sostiene algo vivo entre sus manos, no como una persona, ni alguna clase de organismo u órgano autosustentable, sino más bien era más similar al estar cerca de un horrocrux. La herida maldita sobre su mano izquierda comienza a quemar nuevamente, ansiosa, deseosa de devorar toda esa magia que contienen los textos antiguos y maldecidos de aquel ejemplar, no obstante, Grelliam sabe que si la deja ser, su cuerpo maltrecho no conseguirá contener todo ese poder y su visita hasta aquí hubiera terminado. Así que exhala suavemente, dejando ir toda ese atisbo de necesidad que la abstinencia a lo desconocido le provoca, antes de animarse finalmente a acariciar con sus dedos pigmentados de enfermedad y locura los escritos sobre la portada. Es en ese momento que lo siente, como el latido de un corazón y que dispara un choque eléctrico en todo su cuerpo. La pálida mirada de Grelliam se devuelve con intriga a Báleyr que lo observa en silencio, todavía con esa torcida sonrisa maliciosa, y que advierte más que nada de lo que haya podido decir hasta ahora. El contacto visual entre los magos se mantiene mientras Grelliam busca en el rostro del nigromante una respuesta. Siente entonces el siguiente latido, es más demandante esta vez y siente, aunque es casi imposible, que la magia del libro ha visto en su interior con tan solo ese tacto, como si de un legeremante se tratara. —Puedes tomar de mí lo que quieras-, masculla suavemente, en una conversación que de alguna forma deja a Báleyr fuera, pues los descoloridos ojos de Grell están nuevamente sobre la portada sellada del grimorio. —Humildemente te lo ofrezco, aunque os advierto también que…-, él tarareó mientras empuñaba su mano por encima de la pasta. —...No es de la mejor calidad-, con ayuda de uno de los conocimientos más recientes que ha estudiado entre las bibliotecas que muy secretamente resguarda el grupo mortifago en las profundidades de la Torre Negra, Grelliam recurre a la sangre corrupta para ofrecer oblación a cambio de los adentros de este ejemplar de la magia oscura. La pequeña abertura que se generó a la altura de sus muñecas dio paso a un goteo espeso de algo en lo que se había convertido la sangre del brujo Ollivander. De apoco, los surcos en la portada absorbieron la magia, y toda la información que el fluido era capaz de transmitir consigo y, ante aquella fuerza, la cerradura que resguarda aquellos textos, finalmente cedió. —¿Qué es esto que me está mostrando?-, preguntó después de varios densos minutos de ojear las ensangrentadas páginas del libro. Detrás de él sintió la figura del arcano merodeando cerca.
  8. Planilla de compra: ID: 118247 Nick: Hessenordwood Crouch Link a la Bóveda Trastero: No. 110970 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: No. 103154 Link a Tópic de la clase o a la prueba: Prueba Nivel Mágico: 40 Fecha: 2022-03-31 Nombre del producto: Libro de Merlín Consumible o Libro de Hechizo: Libro de hechizo Nivel (del libro): 40 Precio: 40.000G Precio total: 40.000G
  9. Planilla de compras para PERSONAJES ID: 118247 Nick (con link a la ficha): Hessenordwood Crouch Link a la Bóveda Trastero: No. 110970 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: No. 103154 Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): --- Nivel Mágico: 40 Fecha: 2022-03-31 Llave utilizada (para criaturas baby y Nundu): link a la certificación del Concilio Criatura: Snidget Puntos: 80P Precio: 4.000G Llave utilizada (para criaturas baby y Nundu): link a la certificación del Concilio Criatura: Graphorn Puntos: 80P Precio: 4.000G Total de puntos: 160P Total de Galeones: 8.000G
  10. Planilla de compras para PERSONAJES ID: 118247 Nick (con link a la ficha): Hessenordwood Crouch Link a la Bóveda Trastero: No. 110970 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: No. 103154 Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): --- Nivel Mágico: 36 Fecha: 2022-03-30 Llave utilizada (para criaturas baby y Nundu): link a la certificación del Concilio Criatura: Ave del Trueno Puntos: 80P Precio: 4.000G Llave utilizada (para criaturas baby y Nundu): link a la certificación del Concilio Criatura: Kelpie Puntos: 80P Precio: 4.000G Total de puntos: 160P Total de Galeones: 8.000G
  11. Quintel Guillam PV:100 PP:7 Sus pálidos ojos breve pero profundamente están puestos en aquel punto en el aire donde la criatura ha desaparecido sin haber dejado más rastro. Es escalofriante de algún modo, cómo una criatura de tales dimensiones cómo un dragón pudiera solo desintegrarse asi, y aunque Quintel aun tiene sus dudas al respecto, esta sin duda había sido la mejor demostración que pudieron haber visto sobre los poderes de un hechizo cómo el fuego compacto. Por otro lado, una parte de él quisiera poder indagar en los pensamientos de Benjamín, y lo que ha sentido y pensado al expresar una magia tan siniestra cómo esta. Recordando entonces que siguen a la mitad de un duelo, bajo apenas la mirada para encontrar a Bejamin delante de él, firme e imperturbable, lo que hace solo que sienta cada vez más ganas de saber lo que piensa, aun cuando sabe que, si se lo preguntase, seguramente dirá algo perverso sobre ellos y su duelo. De pronto Guilllam se siente que nuevamente está bajo la mirada y el ataque de aquel dragón y no frente a su compañero de piso. Piensa entonces en mutis, apuntando con su vara de cristal, cuando Benjamín luego de eliminar a la bestia voladora comienza a moverse nuevamente, de ese modo el mago los hechizos que pudiera pronunciar el mago serán enmudecidos. Y es que a Benjamín Whisper no se le podría tomar a juego en ningún momento, Quintel lo supo desde el instante en el que se conocieron por equivocación, lo sabe tras recibir esa última amenaza con la que está por sentenciar su final. Quintel ha sido siempre consciente de esa malicia con la que la mente del brujo está corrompida y, muy posiblemente, más allá de todo lo que antes le ha ofrecido, es siempre eso lo que ha sabido mantener al muchachito cerca de él todo este tiempo. Era un misterio para Ehécatl lo que iba a suceder si finalmente se entregaba por completo a un ser de la naturaleza de Whisper, pero aun sabiendo todo esto, Quintel jugaba el juego. La daga de sacrificio se manifiesta en las manos de Ben y Quintel no puede evitar un escalofrío recorriendo la espalda. —Morphos-cangrejo de fuego-, masculla luego de, cómo única respuesta, darle a cambio una sonrisa desafiante a Whisper, de esas que sabe que son capaces de arrinconar al hombre a sus más bajos instintos con tal de demostrarle al muchachito el orden de las cosas. El hechizo trasformo una roca de buen tamaño para que pudiera distraer los pensamientos de Ben. De pronto de entre los escombros causados por el vuelo tan bajo del dragón, emerge un cangrejo de fuego asustadizo que sin pedírselo dos veces comienza a disparar llamaradas desde su retaguardia contra Benjamín.
  12. Quintel Guillam PV: 100 PP: 7 Sabe que está en serios problemas cuando Benjamín finalmente invoca su propia vara de cristal para que les haga compañía en el campo de batalla, eso o por lo menos Quintel es bastante consciente de que, a este punto, ha conseguido que las cosas se pusieran verdaderamente serias con Ben, y no solo eso, sino que este enfrentamiento ha comenzado a tornarse de apoco tan caluroso cómo el mismo campo, pues de apoco, mientras ellos se enfrentan entre sí, el dragón enviado por el guerrero Uzza comienza a sobrevolarlos más de cerca cada vez. A Quintel le da impresión de que alguno de ellos (seguramente el primero en caer) será devorado por la bestia sin pensarlo, por lo que lo mejor era no solo mantenerse atento de los movimientos de Benjamín. Quintel piensa entonces en maldición, para que, cuando el arma del brujo esté terminando de equiparse sobre su varita, el hechizo con el que tenga pensado acribillarlo después no resulte más que en una versión absurda, y de ese modo asegurar que no pueda dañarlo con su invocación. Después de un leve cosquilleo, que se siente más bien cómo un incómodo entumecimiento en sus cuerdas vocales, le advierte que orgullosamente Benjamín ha comenzado a maquilar el peor de los finales para él en este encuentro. Y piensa que tal vez podría dejarlo, él podría explorar un poco más de esta magia, rebasando incluso más allá de sus límites físicos y psicológicos que tanto Benjamín cómo los poderes de este libro intentan poner a prueba y después de eso, cuando sea incapaz de sentir otra cosa que no sea solo su corazón latiendo, podría dejarse caer sobre los brazos del mayor, para que pueda, cómo él solo sabe hasta ahora, recompensarlo después. Pero entonces, la bestia gruño nuevamente sobre ellos, sacándolo de sus cavilaciones, el ruido esta vez Es tan fuerte que a su alrededor hizo temblar la estructura, Quintel aun ligeramente sofocado se tambaleó apenas ante la amenaza del animal, pero en ningún momento baja la guardia, pues aunque sobre su pecho aún lleva puesto el amuleto dragón, está demás decir que es suficiente con solo ver directamente a los ojos de la bestia para saber sus verdaderas intenciones. Agradecido con los efectos todavía sobre él de himno de eléboro finalmente recuperaba el aliento suficiente para llamar a Ben por encima de los alaridos de la criatura. —Pero Benjamín mira, creo que tiene tu mismo carácter-, se burló con un jadeo cómo sonrisa para el mayor. —Fuego compacto-, conjura con la última oportunidad que tiene de usar vara de cristal por el momento, Quintel apunta su varita esta vez no a Whisper, sino al dragón que se dirige a toda velocidad en contra de ellos dos. El haz de fuego que se manifestó al instante desde su varita respondió con tanta intensidad casi frente a las narices del dragón que por un instante Guillam necesita aferrarse a su arma con las dos manos a la vez. Un sonido sordo, cómo si algo se hubiera roto fuera de la atmósfera terrestre, anuló toda intención del dragón por calcinarlos con vida, no había más rastro de las llamaradas contra ellos y el dragón nuevamente sobrevolaba en un plano demasiado cercano. Quintel casi palideció al entender lo que había hecho, había jugado con el tiempo, eliminando cómo si nunca hubiese pasado el ataque del dragón. Finalmente, mas rápido de lo que lo ha hecho para aparecerse, los efectos vara de cristal desaparecen de su mano, pero no conforme con la perdida del arma, el muchacho no tarda en invocar nuevamente y por ultima vez los poderes de vara de cristal, por lo que el equipamiento se materializa en su diestra con tan solo pensarlo. Adicional a ello, el brujo además invocó con el pensamiento un ignea máxima apuntando sobre él los efectos del hechizo. Se roció con el polen de lirios de fuego solo por si el dragón tenía pronto ganas de una revancha.
  13. Quintel Guillam PV: 100 PP: 7 —Expelliarmus-, conjura apuntando su varita contra Benjamín en el momento en el que nota como su veneno no ha tenido consecuencia alguna sobre el mago. El hechizo de desarme esta vez cómo un efecto, debido a que aún lleva equipada la vara de cristal casi incrustada sobre su brazo cómo un exoesqueleto, consigue impactar sobre Benjamin, haciendo que su varita se desprenda de su mano volando por el aire hasta que cae a varios metros de distancia de su dueño. De ese modo, fuera cual fuera su siguiente ataque no puede ser ejecutado con plenitud, y a su vez le da algo de más tiempo al muchacho para reorganizar su estrategia, pues el mago tendría que recuperarla antes de volver al encuentro. Ciertamente no es su intención terminar con este enfrentamiento rápido, de hecho pensar siquiera que eso sea posible es casi ridículo, sin embargo, está dispuesto a sacarle provecho a todos sus conocimientos Uzza adquiridos hasta el momento con tal de ponerse a prueba a sí mismo y corroborar si es y tiene la capacidad adecuada para manejar también a conciencia los hechizos de un libro tan avanzado cómo lo es el de Hermes Trimegisto. Piensa entonces, en cómo es que la magia de este libro de hechizos pueda darle algo que mantenga a Benjamín ocupando sus pensamientos en algo más que torturarlo mientras él explora los poderes de esta magia. Necesita más aire en los pulmones del que es capaz de contener por cuenta propia, a dos conjuros Quintel se siente casi incapaz de pronunciar alguna otra palabra, no porque estuviese afectado todavía por la batalla, sino que, y después de tanto tiempo, no todo en él podía preservarse en tan buen estado cómo su apariencia, y así cómo su voz algunas otras partes internas de su cuerpo comenzaban a mostrar un deterioro más reciente. No obstante, su falta de aliento le advierte entonces sobre las medidas que debe tomar en aquel sofocado espacio. Y con toda la disposición de llevar esta experiencia a su límite se conjura finalmente, esta vez igual de claro, pero mucho más bajo en tono, cómo si ya no fuera más capaz de alzar la voz. —Himno de eleboro-, pronunció con presteza, y al instante la reconfortante vibración musical que lo envuelve protege sus sentidos creando una amplia barrera contra ciertos (y algunos muy específicos) encantamientos que Benjamín pueda usar en su contra. Al menos así reducía las opciones del ataque de su oponente.
  14. Quintel Guillam PV: 100 PP: 8 Esta experiencia Uzza sin duda estaba siendo muy diferente a la pasada, donde antes todo era muy sensorial y hasta cierto punto intuitivo, la magia de las auras lo llevó a explorar vínculos de sus orígenes que había creído perdido muchos años atrás, no obstante, el nexo con el libro del Caos había demostrado ser todo un desafío por lo poco indomable, a diferencia, cree él, que de la magia de los ancestros que a su parecer era una especie de recompensa por haber llegado tan lejos en el camino, pero que al mismo tiempo te preparaba para los siguientes niveles desafiantes en aspectos diferentes a las enseñanzas previas. Tal cómo ahora lo era este vínculo. Las palabras de Gahiji sobre las advertencias de recurrir a estos poderes de pronto tienen un sabor diferente a cualquier cosa que otros libros supieran advertir antes, y es que una magia que podía tocar y romper así tu espíritu hablaba de un conocimiento muy peligroso en muchos sentidos. Quintel no sabe si es merecedor de estos conocimientos, pero está mayormente dispuesto a ser firme ante estos poderes en todo momento. La astuta mirada de Benjamin lo regresa al campo de batalla que ha descuidado un poco. No tiene un oponente sencillo. Aunque a estas alturas del juego ninguno parecía serlo, no quería correr la misma suerte que Khalan al enfrentarse con Gahiji, pero haberse enfrentado solo a ella hubiera significado que las cosas fueran menos complicadas. Cómo si estuviesen en un horno la temperatura aumentaba y la humedad del sitio se le colaba al respirar. Aun así, intentó pescar una gran bocanada de aire en sus pulmones y la retuvo en sus adentros. —Vara de Cristal-, invocó con voz áspera. Quintel aún se siente muy conmovido con ta esta nueva magia guerrera que está comenzando a aprender y con el tiempo a dominar mejor, y aunque aún sentía que incluso de los libros pasados necesitaba ahondar en las profundidades de sus conocimientos, al menos ya ha conseguido la confianza suficiente en el dominio de estos poderes, para moverse con más libertad en un campo de batalla con más soltura. Una vez que su varita finalmente termina de equiparse con la vara de cristal, y toma su postura de ataque frente a Benjamin, piensa su siguiente acción. —Cinaede-, conjuró. El veneno gaseoso penetraria las vias respiratorias, cortándolas, y en breve causaria paralisis del sistema nervioso y circulatorio en el cuerpo de Ben. Sin poderlo detener sus efectos, tan siquiera controlarlo a tiempo, podria incluso causarle la muerte. PV: 100 PP: 7
  15. Hessenordwood Crouch – Finalista – Interia —Pero tu, Hessen, ¿estás seguro?-, De todos los lugares disponibles para el Crouch, hay razones de sobra para escoger la heredad de los Ollivander como un lugar suficientemente seguro y sobretodo útil para resguardar la pieza de mineral que con ayuda de Gürendriel ha conseguido en aquel misterioso planeta luego del, nada pequeño, desastre en el que se ha convertido la festividad de San Valentin. No obstante, así como hay razones favorables, el sitio también le resulta tan extraño, misterioso e inestable muchas veces, con toda esa magia de sus inquilinos y la casa funcionando como si tuviese voluntad y pensamientos propios, que pensar en compartir y combinar la magia de un elemento de procedencia extraterrestre con estos usuarios le resulta de pronto algo que podría llegar a causarle más problemas que beneficios. —Es que, me refiero a que esto es algo muy importante-, su voz se apaga mientras se acerca cada vez más a la magia que le provoca nuevamente ese cosquilleo en las puntas de sus dedos, necesitando la mayor de las fuerzas de su voluntad para no caerle encima al mineral que, con su nueva forma de un pequeño árbol, el mago lo mantiene arrinconado todavía en una orilla de su escritorio cómo si de solo una planta decorativa se tratase. Hessen en cambio, que ha estado más concentrado desde temprano por la mañana en los papeles regados sobre su escritorio en el estrecho despacho que ocupa para resolver la contaduría de la familia, finalmente le dedica una clara mirada al brujo frente a él. No es tan evidente, pero casi parece impacientado de que no puedan terminar de una buena vez con aquella discusión y pueda él continuar con sus tareas administrativas. De todas formas el sentimiento es casi apaciguado cuando su mirada se detiene sobre los vendajes y reparaciones temporales en las articulaciones artificiales del muchacho que la magia de la sanación aún no ha podido aliviar luego de haber conseguido salir de Interia. Resolver sus reparaciones adicionales siempre les lleva algo más de tiempo. —La empresa no necesita este tipo de publicidad tan escandalosa-, Hess advierte. Mucho le ha costado para dominar la discreción con la que su equipo se mueve ahora como para arriesgarlo todo por este mineral que bien ni siquiera están seguros de si sus efectos son entonces tan versátiles como lo son en su planeta origen. —Además, fuiste tú quien consiguió los minerales, Gürendriel, lo justo es que tomes lo que te corresponde-, levantó la mirada más allá para ver la figura de Grelliam desparramada sin energía sobre una butaca al fondo del salón, con la mirada fija en lo que sea que se mueve más allá de la ventana que tiene de frente, él qué cosas podría estar pensando es todo un misterio. —Y creo que podrás sacarle más provecho que yo. Sobre todo ahora que, pues, se ha convertido en esto-, señaló el pequeño árbol, luego se detuvo en la figura de Quintel en la silla contigua. —Guillam puede ayudarte con lo que necesites-, —Siempre es un gusto ayudar a un Ollivander-, sonrió ampliamente el moreno. De ninguna manera esto se trata de que Hessen no sepa apreciar de la magia, poderes y/o riquezas todo lo que pueden extraer de algo así, sin embargo, sospecha que en manos de los herreros Ollivander podrá conseguir algo mejor de lo que él pudiera hacer por cuenta propia y sin necesidad de poner su nombre, o el de su empresa, por encima de todo esto. Ahora bien, siendo el actual dueño de al menos el ochenta por ciento de los bienes de Ollivander, y si sabía mantener cerca al personal correcto para intervenir sutilmente en la investigación del muchacho, Hess no tendría más razones para preocuparse por soltarle el valioso mineral. —¡¡Es maravilloso!!-, soltó Güren con una carcajada eufórica. Detrás de él, Garry finalmente hace un ruido que parece más bien un tarareo sordo. Hessen reconoce que es, muy a su manera, una silenciosa advertencia de su parte, pues Gürendriel repara al instante y vuelve a colocarse recto en la silla que ocupa delante del escritorio. —Quiero decir, es hermosa y estoy total e infinitamente agradecido-, el niño se pone de pie para rodear el escritorio con los brazos extendidos para abrazar al demonio. —No es necesario nada de eso-, replicó levantando la mano para evitar que el chico se acerque más. —Voy a tomarlo y a demostrarte todo mi agradecimiento, deja de moverte… —Cuidado, estás enganchando mi traje a tu brazo…-, replicó ante el pellizco que accidentalmente el muchacho le provoca. —No reprimas al niño, Hessenordwood-, habló Grelliam perezosamente mientras comienza a estirar sus largas extremidades para incorporarse de a poco hasta quedar sentado sobre el borde de la butaca. —¿O que? ¿podría hacerse como tu?-, en algún momento Gürendriel había encontrado una brecha donde abrazarse del mago, a Hess no le quedó más que quedarse imovil hasta que terminaran con esto. —Ciertamente no se si podría con algo así, —¡También estoy agradecido por asignarme está mission!-, —No, Quintel, no cruces por encima del escritorio, estás revolviendo las cuentas-, La discusión finalmente es interrumpida por la repentina aparición de una brillante esfera en medio de aquel pequeño despacho lleno de personas y que no tarda en transformarse en un jabalí de buen tamaño que arrempuja por todas partes los pocos muebles en la habitación. La aparición es tan impensada que los brujos casi pasan por alto lo familiar que es la magia que proviene de este peculiar animal. No obstante, antes de que cualquiera pueda hacer o decir algo al respecto, un estallido cerca de los jardines del estanque, justo ahí donde Grelliam había estado manteniendo su atención desde entonces, hace casi retumbar los muros de la casa y a su vez alarman al animalillo que corre fuera del despacho, y se adentra a los pasillos del edificio. Desde la ventana la polvareda que se ha levantado en los patios cercanos al estudio de Hessen no deja ver claramente lo que sucede en los límites del círculo, sin embargo, y aunque debería ser de algo extrañarse, ninguno de los brujos presentes parece aturdido o conmocionado por lo que ahí afuera pudiera estar sucediendo, después de todo no sería ésta la primera vez que alguien, maleante o solo extraviado, decidiera internarse sin invitación alguna a los espesos terrenos de la familia. —Yanna-, dice Garry antes de volverse a recostar sobre el sofá. Y como si se tratase de una palabra clave que advirtiera peligro inmediato, los tres brujos salieron de la casa rápidamente a investigar sobre el origen de la humareda. … —Pero ¿qué estás haciendo?-, habla por lo alto acercándose a gran velocidad mientras desenfunda su varita. Hessen raras veces actúa con tanta violencia, pero tratándose de Smith las cosas entre ellos nunca terminan bien. Por otro lado Yanna se aleja del fuego que ha iniciado a orillas del estanque para proteger los bultos que esconde detrás de un árbol cercano. —¿Que he dicho antes sobre encender fuego?-, arroja un chorro de agua con un encantamiento contra las flamas para apagarlas antes de que consuman toda la vegetación alrededor del estanque, y luego amenazó a la bruja con hacerle lo mismo si se acercaba. —No dentro de la casa-, cantaron los tres al mismo tiempo. —Aunque no estamos realmente dentro todavía-, objeta Gurendriel, pero igualmente con pisotones, ayudaba a apagar el fuego que queda regado. —Lo que sea-, interviene Smith. —Encontré un par de chanchitos intrusos, debieron escaparse y perderse. Pobrecillos, están algo escuetos, pero voy a cocinarlos y comerlos-, —Estas son personas-, dice Guillam con una sonrisa burlona luego de que remueve la tela con la que cubre los bultos y puede reconocer casi amordazada a la señora Travers. —Estaban en el bosque-, la morena se encogió de hombros. —Apártate, bruja-, amenazó Hessen apuntándole con la varita. Smith gruñó, pero hizo caso. —¡Señora Travers!, déjeme ayudarla-, el más joven de los Ollivander corrió a socorrerla.
  16. [...] cada uno tendrá una prueba en particular y la misma estará relacionada con su historia personal [...] —Eso, cuéntales sobre tu historia personal…-, El sonido que ensordeció sus oídos mientras cruzaba a través del portal no le permitió pensar, por unos instantes, en absolutamente nada. Y es ese vacío mental, ocupado antes por pensamientos de todo tipo, el que se encargó luego de absorber el atisbo de agobio que despierta en él la última de las advertencias de la arcana, antes de que cada uno tome un anillo y se sumerja por cuenta propia a la prueba final. Hess por supuesto no titubeó y, como en otras veces, ningún gesto malo, de duda o incertidumbre sobre lo que van a encontrar del otro lado, se le escapó. Ha entrenado durante mucho tiempo a su cuerpo y cada músculo y nervio de su rostro para ello, así que cuando asiente de buena gana, con apenas una sonrisa suave en el rostro en el momento en el que Sauda les pregunta por última vez si están listos, no es fácil ver en los ojos del demonio las ideas que le juegan en contra. No le queda entonces más que adentrarse a través del pasaje por donde Triviani encantadoramente se le ha adelantado esta vez, y mientras se encamina por cuenta propia, se recuerda a sí mismo que cada uno de los obstáculos y métodos que la arcana a usado con él durante esta enseñanza, para aprender de la oclumancia la magia correcta y proteger su mente, ha sabido poner a prueba la personalidad muchas veces pragmática que Hessen adoptó tras los años. Y es que por mucho es consciente de esa diferencia de lo que era él antes de la torre y lo que es hoy, incluso sabe que hay diferencias casi abismales entre lo que es él como hombre, como demonio y como hechicero, lo verdaderamente difícil, y que la oclumancia ayuda de una forma que cree que no podrá expresarlo jamás, es mantener en su mente juntas todas esas partes en las que se divide con frecuencia, funcionando como una sola. Si lo logra, será el impensado consuelo que busca. —Buen día, mi nombre es Hessenordwood, pero eso ya lo sabe, ¿cierto? es un gusto-, Cuando abre nuevamente los ojos, y el sonido a su alrededor mengua hasta que se hace soportable, lo único que su pálida mirada reconoce es blanco. Se trata de un salón, bastante amplio para no sentirse atrapado o apachurrado por sus sobrios muros que no son más que mármol blanco de apariencia tan sólida como roca maciza y sin ningún tipo de decoración en las altas y gruesas columnas que sostienen un cielo cristalino, tan arriba, frágil, pero letal sobre sus cabezas. Hess se siente de pronto en una elegante pero elaborada trampa; un paso en falso, un ruido desconocido, una palabra incorrecta o cualquier intromisión extraña a este espacio y las columnas se quebrarán y el cielo estallará y caerá sobre ti con todo el peso de ese espeso infinito que refleja del otro lado. Frente a él, el demonio observa entonces una figura idéntica a sí mismo que se presenta tal como él hubiera hecho con cualquier otro cliente de su empresa. Esta entidad en medio del espacio, es muy igual a él en gesto y forma, afable y servicial a la vista, extendiendo el brazo para estrechar su mano. Desde esta perspectiva exterior que tiene de sí mismo puede entender, solo un poco más, porque tal vez la gente como Bel Evans desconfía de él. —Roland-, dice a cambio, acercándose para tomar la mano del otro. De pronto escuchar su verdadero nombre de pila no le tensa los nervios como antes, tal vez porque aquí dentro de esta habitación aparentemente impermeable se siente capaz de aflojar los nudos de su máscara. —¿Roland? Hace mucho que no escuchaba ese nombre, es muy…-, sabe reconocer esa sonrisa burlona que se dibuja lentamente en el rostro de aquella entidad que custodia el salón, y no resulta para nada agradable. —Simple. Lo es-, confirmó, aún imperturbado, aunque quizá impaciente por conocer un poco más de esta sala donde se encuentra ahora. —Es uno más del montón-, su reflejo asintió con una sonrisa estando de acuerdo. —¿Por eso lo cambiaste?-, —Lo hice-, su respuesta fue tan tajante que no hubo forma de continuar con el tema. Por ahora. —Bien, Roland, comencemos con esto de una vez-, detrás de esta figura suya hay una mesa con solo dos sillas, casi invisible por los colores que se mezclan fácilmente con el resto de la nívea habitación. Y sobre ella no hay nada más que un tablero y un reloj, por lo que es sencillo deducir para donde iba todo esto. —Juguemos un poco-, Le resulta entonces un poco irónico y al mismo tiempo lógico esto de encontrarse a sí mismo en esta habitación, aunque no es nada inesperado al mismo tiempo. No es desconcertante, después de todo cada una de las pruebas previas de Sauda lo encaminó paso a paso a este lugar, donde debe enfrentarse a sus propios y absorbentes pensamientos a pesar de que su premisa inicial, para adentrarse en la magia de la oclumancia, había sido protegerse del exterior, de los magos legeremantes. —Este es el lugar que has construido hasta ahora con la ayuda de la oclumancia y la guía de la arcana-, le explica su reflejo cuando lo ve contemplando el espacio una vez más. —Me gusta mucho, es muy limpio, ordenado y sobre todo…se ve resistente-, ladeó la cabeza buscando llamar su atención. Y la obtuvo. —Deberíamos ponerlo a prueba, ¿qué dices? ¿jugamos? Tú eres las piezas blancas. Finalmente, cada uno toma asiento, uno frente al otro. Ambos completamente iguales y ninguno dispuesto a perder ante el otro. —Nunca fuimos buenos con el ajedrez, ¿verdad?-, arrugó el puente de la nariz una vez que vio al aprendiz oclumante hacer el primer movimiento. —Hagámoslo más interesante, si puedes ganar esta partida te dejaré volver allá afuera-, antes de soltar la pieza Hess levanta la mirada para encontrarse con su reflejo sonriéndole pacíficamente, como si no existiera amenaza alguna en lo que acabara de decir. —Y si no… —Me quedo para siempre-, respondió. —Siempre es una cosa así de extrema, ¿no? sin puntos medios-, su entidad soltó una breve carcajada. —Os advierto, Roland, que no será un juego fácil, porque aunque no nos hemos visto en mucho tiempo y ahora lleves contigo ese anillo de oclumante en tu mano, conozco cada uno de tus pensamientos-, advirtió, pero de todas formas Hessen soltó la pieza, giró en su meñique el anillo de oclumancia que brilla en respuesta a su tacto y presionó el botón sobre el reloj para que el tiempo comenzara su marcha. El juego había comenzado. Cero a cero. Cocinado crudo. —Y ¿cómo está la familia?-, repara de inmediato con el mismo singular encanto del muchacho. —Maravillosamente-, Hess empuja barreras exteriores alrededor de la sala, reforzándola, advirtiendo a esta bóveda que el interrogatorio los conduce a su siguiente prueba. —¿Si? —Apenas esta mañana, antes de venir hasta aquí para encontrarme con Sauda y Triviani, hablé con la madre, o bueno, ya sabes como es eso, más bien ella habló y yo escuché del otro lado del aparato-, el juego siguió y las piezas del tablero comenzaron a moverse. —Me contó sobre plantas, la salud de su hermana, las finanzas del papá, sobre sus nuevos alumnos en la universidad y el casamiento de Lobelia-, —¡Ah! ¿Lobelia se nos casa?, tks, que pena, siempre luciendo tan joven ella, el matrimonio la hará envejecer horriblemente. Irás a la ceremonia, ¿verdad?. —Ahí estaré-, —¿Hace cuánto no los ves? a todos juntos quiero decir, —Uff, ya no lo recuerdo. —No fue desde… —Pero algunos escriben a menudo-, de apoco las piezas blancas del tablero comienzan a pesar como grandes rocas haciendo que sea cada vez más difícil continuar con el juego. Hess hace lo posible por desviar las intenciones de este pensamiento intrusivo a otra dirección, pero no funciona como esperaba, supone que este debe ser algo más que solo algo contaminado. —Aunque no siempre tengo tiempo de responder los mensajes de vuelta. —Ah sí, ya lo tengo. No has estado ahí desde lo de Lucie-, Hess intentó apurar su jugada, pero las piezas solamente no cooperan, no se mueven. —La perfecta Lucie. —No, no lo creo-, insiste. —Seguro, estabas ahí, recuerda, en lo alto de la torre… El grito aterrador de la muchacha cayendo al vacío reventó en la habitación, a pesar de los intentos previos del demonio por reforzarlos, el alarido de pánico y desesperación fue tan estridente que dañó no solo sus oídos sino que consiguió además agrietar los pesados muros de aquella cámara acorazada donde se encontraban. A su vez varias piezas en el tablero sobre la mesa, tanto blancas como negras, cayeron por igual a causa de la agitación en la sala. Por otra parte, ese movimiento osado de su mente contra si mismo se percibió tan real, tan doloroso que Hess sentía que moría en el mismo cuerpo por segunda vez. Como si tratara de resolver la contaduría atrasada y urgente de los Ollivander, Hessen recurre con habilidad y rapidez a su práctica en la oclumancia, pero las grietas sobre los muros solo se acrecientan mientras el espacio se llena con el recuerdo del perfume de Lucie. De pronto ni siquiera encontró la fuerza ni el conocimiento suficiente para encerrar una idea tan profunda, que le duele más allá del pensamiento, en su cuerpo físico e incluso en su esencia endemoniada y lo que resta de su alma más humana. No es capaz entonces de construir nada alrededor del recuerdo de Lucie. Lo intenta con la oclumancia, una, dos, hasta cuatro veces levantar muros sólidos que hagan que sus sentidos se contengan firmemente ante su recuerdo, pero él simplemente no está listo para ella. El anillo en su mano parpadea intermitente, y siente que su cabeza, tanto como esa habitación, está apunto de estallar desde el interior, hasta que finalmente el llanto de la niña se apaga y, no pudiendo contenerlo más tiempo, la bocanada de sangre que adolorido Hess escupe por la boca salpica violentamente sobre la figura de la reina blanca en el tablero. Su propia reina se ha manchado con su sangre. Y él nuevamente fallece por Lucie. —Si, ya veo que si la recuerdas. Sigues siendo tan sentimental, muchacho, por eso no quitaste el aburrido nombre ¿verdad?-, si no se sintiera tan adolorido del cuerpo como lo hace, se hubiera puesto de pie ya mismo y hubiera intentado salir de esa habitación a cualquier costo. Habría dado lo que fuera para escapar de este único pensamiento una vez más. —No, sino que solo lo escondiste. Veo que después de todo, no has cambiado tanto realmente. Eso habla bien de ti-, se estira sobre el tablero para entregarle un pañuelo que saca de la solapa de su saco. —No te preocupes, me haré cargo de acomodar las piezas esta vez-, volvió a poner de pie las pocas figuras caídas, desde luego acomodándolas a su beneficio. —Pero me temo mi amigo, que esta primera jugada es mía. Hess no levantó la mirada del tablero manchado con su sangre, sabía que si lo hacía, ella estaría ahí frente a él. La figura del otro lado de la mesa se movió nuevamente y el reloj siguió su marcha. Y las grietas en la habitación continuaron en su lugar. Uno a cero. Cegar. —Es curioso que Amaya sea la inspiración inicial para estar aquí ahora-, resopló una risa, y aunque parece solo eso, una risa, Hess nota el tono agrio en sus palabras. De pronto la figura que tiene de frente muta su rostro al de -La bruja- y, aunque la siente mover piezas sobre el tablero sin parar, él no puede hacer más que observar el blancuzco rostro de ojos grandes y azules que se burlan de él como la última de las veces que se encontraron. —Jaque-, anuncia demasiado pronto, y la voz de Amaya que sale de su boca hace temblar la mesa de juego. Pero cuando Hess puede finalmente volver la mirada al tablero se da cuenta de que ya hay varias jugadas ahí, entre piezas negras y blancas, de las que no es consciente haber hecho. El juego avanzó rápidamente sin darse cuenta y, como en su historia con Amaya, él estaba cometiendo equivocación tras equivocación, por ende y nuevamente, perdía contra ella. —Holaa, ¿algo pasa por tu mente ahora? Es tu turno, tic toc, el tiempo corre, demonio tonto-, se burló. Amaya es, desde tiempos remotos, la hechicera que logró arrastrarlo a todo esto, a este ciclo repetitivo de vivir vida tras otra sin fin, de sufrir como castigo hasta el final de los tiempos lo que las personas como humanos padecen en sus cortas y breves vidas; la mortalidad. Pero no solo la crudeza que hay en morir, si no todo aquello que la envuelve, lo que vuelve a la muerte de las personas algo trascendente; sus historias, su gente, sensaciones, emociones, pensamientos, circunstancias, y todo eso que muchas veces los empuja a la inclemencia, a la pérdida de su humanidad misma con tal de aferrarse solo un poco más de tiempo a esta corta vida que tienen en la tierra. —Amaya murió quemada en la hoguera-, respondió con firmeza, algo apenas más recuperado, aunque aún hay rastros de su sangre en algunas de sus piezas, pero sin pensarlo más tiempo y, dejando de prestar atención a las grietas previas que ahora también son parte de aquellos muros, con audacia mueve el peón del alfil de la reina. Y la habitación comenzó a encenderse en llamas. —Pero sigues aquí, siglos después, y aún, todavía, le temes. Tienes tanto miedo de volver a perder ante ella, de cada visión y mención de su nombre que te has olvidado completamente de quien eras y te has convertido en lo que quiso que fueras-, apaciguando el fuego, en el suelo bajo sus pies se dibujó a detalle en cada trazo el mismo pentagrama de hechicería oscura con el que Amaya lo había encadenado a esta eterna rutina. ¿Cómo podría él olvidar una cosa así? —Esto, esta vida que finges tener, no es lo que eres en verdad. Es en ese momento donde piensa en el ejercicio de Sauda del lago, con la niebla retorciendo sus pensamientos. Ahora mismo no tiene más que dos opciones, retroceder dejando que el juego termine con ella como siempre, o seguir adelante. Se esfuerza entonces, con la magia de la oclumancia convence a su propia mente de cambiar la dirección de esta última idea que la entidad con la forma de Amaya intenta insertar en el interior de esta bóveda de pensamientos. No siente entonces que debe retroceder esta vez, aun encapsulado, los matices de los sentimientos y pensamientos que evocan el recuerdo de Amaya, no son más agrios, si no que lo empujan a continuar adelante. —No hay nada que yo hiciera en ese entonces que Amaya no hubiera previsto con anticipación-, confesó, volviendo sus manos al caballo del rey. —Ella fue brillante hasta el último de sus suspiros…-, por más confianza que hay en sus palabras él aún no consigue mover la pieza en el tablero, no tiene todavía la convicción suficiente para hacerlo. —Aún así, aun con toda esa astucia suya, dos días después, cobré por igual el alma de su hijo y la de ella y a arder en él infierno se les condenó a los dos-, presumió. —Y así será para siempre-, finalmente consiguió levantar la pieza e hizo un gesto de brindis con ella en la mano. El joven rostro de la mujer frente a él frunció apenas el ceño con confusión, Hessen había terminado de convencer a ese pensamiento intrusivo de que si Amaya le ha dado un castigo al demonio, éste habría vivido cada una de sus vidas con la plenitud de quien es consciente de lo breve que son, demostrando a su vez que si son cortas, valía la pena vivirlas todas, sin ser capaz de modificar en el proceso ni un poco su verdadera naturaleza. La figura de Amaya lo ve con desconcierto, incredulidad, y de apoco vuelve a tomar la forma del demonio. —Buena observación, buen movimiento-, felicitó. Uno a uno. Camuflar. —A todo esto, ¿cómo va el negocio?-, dice después de un largo rato de silencio. Las raíces que de la nada comienzan a crecer desde el suelo se envuelven en las columnas fracturadas que sostienen el cielo de cristal sobre el salón, de pronto dan la impresión de que las refuerzan, para que el techo no caiga sobre ellos y los aplaste, incluso, casi le dan la confianza suficiente como para relajar su ritmo de pensamientos un instante. —Creciendo, estable-, —Naturalmente. Te has esforzado tanto tiempo por el éxito-, tararea meloso. —Al igual que los demás de tus hermanos…-, obstruye su jugada con el caballo del rey. —No es para tanto-, carraspeó suavemente removiéndose en su silla para tener mejor visión del plano de juego. —Hay un buen equipo trabajando conmigo, no lo hice todo yo solo desde luego y, bueno, las circunstancias caóticas de Londres también ayudaron-, ambos sonrieron, al menos estaban de acuerdo en eso. —Si, pero ¿y California?-, a cambio obtuvo lo que buscaba, distraer la atención de su oponente que ahora lo observa con esos claros ojos azules. —No te hagas del rogar, lo hemos dado todo desde un principio, ¿no te parece? ¿Crees que finalmente estamos en la sima de la lista? Ahí está, la trampa. Las raíces entonces cobran fuerza, pero lejos de dar apoyo a la estructura del sitio estrujan con demasiado vigor sobre las anchas columnas de mármol pulidas acentuando las grietas causadas en ellas tras el último recuerdo de Lucie, estrangulando los refuerzos de la cubierta. —Ellos ya no quieren nada de nosotros-, asegura tranquilamente. La empresa es para Hessenordwood, dramáticamente hablando, una gran parte del centro de su existencia, es el resultado de todo su esfuerzo, disciplina y trabajo como hombre, demonio y hechicero. Es a lo que más dedicación le ha puesto por muchos años, incluso más que su cuidada apariencia y, sin embargo, el último par de años, desde que ha hecho lazos con Grelliam, parece que la alianza solo ha sabido mermar su trabajo en tantos e inesperados sentidos, que es demasiado extraño, por mas _ hombre de palabra que sea Hess, el que no haya decidido abortar todavía esta negociación luego del arribo de Hannity y Bel a la heredad. —La verdadera cuestión es si Ollivander es la persona a quien puedas confiarle todo tu trabajo de años, —Él lo hace también, ha invertido considerablemente a la causa. Nuestro acuerdo es un 50-50-, —Ah, eso fue muy interesante-, exclamó ante el último movimiento del aprendiz oclumante. —Pero, bueno, solo digo que no por nada terminó como lo encontramos-, contraataca con sus palabras y arremete con el alfil de la reina. —El chico solo necesita algo de amor-, pareció burlarse. Su reflejo se detuvo a analizar mejor el comportamiento del mago. —¿Hay algo más que te preocupe al respecto? —La familia. Ni siquiera les agradamos, —Oh no, si lo hacemos, solo que ellos tienen formas muy distintas de demostrarlo-, En algún momento, entre las líneas de su conversación, ha estado filtrando las esencias de viejos y nuevos pensamientos familiares para mezclarlos entre sí y formar en su mente ideas y recuerdos a su antojo. No es tarea fácil, por un lado debe permanecer concentrado en el juego y la conversación frente a él y por otro debe transformar, de la manera más suave y sutil, tal como lo ha hecho durante la práctica en el laberinto de Sauda antes de entrar a la pirámide, los pensamientos que dejará disponibles sobre la superficie, al alcance de los demás, solo lo que él desea que sea público. Esto sin duda era algo que cree no haber podido lograr sin la ayuda de la oclumancia. —En eso llevas mucha razón-, admite su otra parte. —No puedo pensar que será de nosotros sin la heredad. No podemos abandonarla-, piensa como si hubiera sido él mismo quien vivió todos esos años atrapado ahí en lugar del mismo Grelliam Ollivander. En cuanto al juego no se da cuenta que, inconscientemente, ha estado sacrificando piezas de perfil bajo pero significativas a estas alturas de la partida, saboteando de ese modo la defensa de su propia reina. —Pensamos lo mismo entonces-, Hess le sonrió. —Otra vez. —Vaya-, exclama. —Ese fue un movimiento demasiado rebuscado. Uno a dos. Convencimiento. —Me gusta esta pieza, me recuerda algo a Rory, ¿no te parece?-, le muestra entonces la figura más reciente que le ha sabido arrebatar del tablero. —Es que estoy seguro de que Despard no hubiera sido tan sádico ni siquiera en un juego como este-, dice entre risas botando la pieza al montón sobre las ya neutralizadas. El demonio por su parte no responde de inmediato, sino que continúa concentrado en el tablero que se ha quedado sin piezas importantes, anunciando a su vez que el juego está por terminar. Él le devuelve la mirada a esta entidad que de a poco, conforme la conversación y el juego envejecen, ha perdido parte de su carisma habitual y en cambio se ve a sí mismo como más meditabundo y de vez en cuando afligido. Piensa entonces que esta personalidad frente a él debe sentirse ahora acorralada, lo suficiente al menos para poner sobre la mesa el movimiento más descarado que ha usado hasta ahora contra él, el último de los pensamientos que rondan apenas en la mente del Crouch, que no tiene contenido suficiente todavía para crear una protección personal contra él; Rory Despard. —Ciertamente es una persona extraña, muy difícil de predecir-, comparte. —Sin embargo, esa ha sido una afirmación de tu parte muy atrevida‐, responde confianzudamente. —Yo tendría cuidado de evocar su pensamiento si fuera tu. Él sabe ser...muy influyente sobre nosotros a veces. —¿De qué hablas? Las miradas se encuentran una vez más. —¿Por qué piensas en Rory Despard en un momento como este? -, invertía el cuestionamiento. —Yo no lo he hecho, —Oh si, lo hiciste-, mueve a su reina cuatro casillas diagonales a su derecha y detiene el reloj. —¡No!...quiero decir, si. Yo lo hice…-, —¿Por qué? —Quería hacerlo, —¿De verdad? Su reflejo titubea luego de ver el tablero con confusión sin tener muy en claro como es que de pronto la reina blanca, aún salpicada con la sangre desde el inicio de la partida, ha acorralado a su rey, y cuando sus claras miradas se encuentran de nuevo, se siente ajeno a todos los pensamientos que realmente pertenecen al brujo oclumante, se siente como un verdadero intruso. Por encima de él, el cristal del cielo sobre sus cabezas, se ondula peligrosamente, amenazándolo. No hay más forma de que pueda acceder a todos sus pensamientos, incluso, siendo su propio sistema, el brujo le impide continuar husmeando entre sus recuerdos e ideas. —Pero ¿como?…-, dentro de su bóveda, Hessen, empuñando el anillo de la oclumancia, comienza a convertir a su antojo cada idea que se le cruza por su mente como una verdad absoluta. —Jaque mate-, anuncia finalmente. Le ha llevado un tiempo, pero ahí lo tiene. Fin del juego. Cerrando con llave todas las puertas. —Ha sido un gran juego, muy interesante-, comienza a levantarse de su asiento y echa un vistazo más a la habitación y en lo que se ha terminado convirtiendo ahora. —No quiero ser un presumido, pero creo que me llevo bastante bien con la magia de la oclumancia-, con cada toque sobre su anillo la habitación cambia mostrando una a una cuatro espacios, cuatro bóvedas como caja fuerte, completamente diferentes entre sí. —No has visto ni la mitad de lo que hay aquí-, —Espera… —Nos veremos después, Roland. —Yo no era…- —¿Qué cosa? Sonrió derrotado. —Bien jugado. Antes de abandonar la sala, echa un último vistazo por encima de su hombro para observar una vez más las grietas en la habitación que se quedan como adornando las paredes. Hay algo extraño en esas delgadas pero sensibles fisuras, y es que, a diferencia de todo lo demás, nada de lo que Hess ha experimentado en esta vida lo ayuda a crear una protección contra esa enfermedad. Si lo piensa, ni siquiera exteriormente puede pasar inmune ante este recuerdo. Se dice entonces que aún tiene mucho que estudiar y practicar de la magia de la oclumancia para forjar su mente, pero al menos y por ahora, con esta estructura que ha conseguido, fuerte, sólida y pulcra, puede mantenerse seguro mientras continúa explorando en las profundidades del pensamiento. … ... ... Una vez fuera, le lleva unos varios segundos asimilar que ha salido de aquel lugar. Sauda está del otro lado de aquella plaza circular, observando y esperando por ellos con su característico gesto afable, pero sin decir nada todavía. Y solo un poco tiempo después, a ellos se les uniría también Triviani, con una entrada (o salida) demasiado espectacular, que lo lleva a imaginar cualquier cosa sobre el tipo de prueba a la que se pudo haber estado enfrentando el muchacho todo este tiempo. —Yo de verdad espero que lo esté-, le responde, aprovechando su cercanía para sacudir con el dorso de su mano algo más del polvo sobre las ropas del brujo Triviani, como un gesto de simpatía por su interés en su bienestar. Finalmente, con paciencia, aguarda también a que la arcana pueda responder, a los dos, la pregunta de Matthew.
  17. Grelliam - Discípulos de Nosferatu El colgante tiene la forma física de un reloj de arena pequeño, aunque al brujo le parecía más bien que hay mas parecido en él con uno de esos artefactos muggles que sirven para filtrar los líquidos, pues los granos de arena de su interior, que eran entonces de un blanco muy perlado, similar a la sal, eran demasiado grandes para bajar por el estrecho cuello en medio de la cápsula cristalina. No tenía más gracia que la de una bonita apariencia, Grell difícilmente podría ver la utilidad del artefacto, podría tratarse solo de un amuleto o un souvenir, pues no hay nada en las últimas palabras del espectro que lo haga encontrar una relación entre una cosa y otra. Por otro lado, esto era lo único que tenían ahora, el espectro del rey mago se había reducido solo a este objeto. Grell está por pensar que pueden usarlo quizá como retribución o solo ofrecerlo a Cassian para que acceda a ayudarlos a buscar o darles algo de información sobre el ingrediente que les falta, pero una vez dentro de la biblioteca, el dije como colgante comenzó a hacer un ruido zumbante, casi como el de un chivatoscopio, aunque sofocado, como si enfrascado no hubiera posibilidad de dejar escapar el ruido. —Cassian Lasombra, el bibliotecario, uno de los tres maestres de clan-, respondió la pregunta de la muchacha. Grelliam, que está concentrado en el objeto mágico, detiene sus pensamientos para recordar que Ada está ahí haciéndole una pregunta extraña. —Creo que encontramos la pista que querías-, levantó el colgante a la altura de la vista y luego se lo extendió a ella para que lo tomara desde la cadena y pudiera sentir lo mismo que él. El objeto parecía de pronto funcionar como un péndulo, pues ahora tenía un ligero empuje dentro de la biblioteca. Esto bien podría guiarlos al ingrediente que buscan y que había sido custodiado por el fantasma del rey mago o llevarlos a más problemas con esta magia antigua y corrompida. Así que Grell recurre nuevamente a los poderes de amo de la noche, para utilizar ojos nocturnos y que se le permitiese ver en la oscuridad del interior de la silenciosa biblioteca y vigilar cautelosamente el entorno. Era mejor moverse en las silenciosas sombras para evitar llamar la atención de cualquiera, pues más allá del brujo de Caronte que había desaparecido; aún no tienen más noticias de los otros grupos, ni de Blackfire quien se había encomendado entonces a detener la entidad que merodeaba los terrenos cercanos a la Torre Negra. Con un gesto de silencio, el brujo despejó el camino para que Ada pueda guiarlos a través de la magia del colgante ahora en sus manos. @ Ada Camille Dumbledore
  18. Quintel Guillam Las palabras del viejo guerrero resonaron por toda la explanada mientras sobrevuela por encima de ellos, Quintel tiene que esforzarse solo un poco más para no perderse de la explicación del mago Uzza mientras continúa alerta de cada movimiento de los dragones y todo su entorno en general, pues están en tierras desconocidas, a merced de un mago guerrero feroz como lo es Gaiji y tratando de comprender una magia muy poderosa, por lo que era mejor no solo estar en sintonía con la voz del guerrero, sino con todo lo que sucedía a su alrededor. No obstante, sus esfuerzos de concentración casi son reducidos a nada cuando finalmente escucha sobre las contradicciones que implica el invocar el fuego compacto en conjunto a otros conocimientos. —Tanto poder, tanta fuerza acumulada en un solo hechizo…-, cavila lentamente, a su ritmo entiende que un hechizo como el fuego compacto es, véase como sea, un conjuro tan ambicioso como para exigir de su invocador algo a cambio. La nueva cuestión que ronda por la mente del brujo ahora era “¿Qué es aquello tan importante como para ofrecer de ti tu propia existencia, tu cordura…tu alma? — Pero el poder desmesurado jamás dura tanto…-, recordó entonces la caída de los grandes imperios, ni los más grandes hechiceros, ni los más fuertes guerreros que conquistaron a su paso la tierra, se salvaron de la inundación colonial. El suelo bajo sus pies rugió ferozmente cuando Gahiji consigue golpear una columna casi derrumbada que provocó que el piso comenzara a calentarse y despedazarse dejando ver ríos de lava en lo profundo. Quintel empuñó con todas sus fuerzas su arma mágica equipada con vara de cristal en una mano y se aferró al talismán Dragón que cuelga de su cuello con la otra, sin embargo, aunque le pide a uno de los dragones que vuelva a él y vuele por debajo para salir de ahí, la criatura no le obedece y en cambio redirecciona su ataque contra él. —Fuego compacto-, conjura cuando el viento del aleteo de la bestia lo alcanza. Pero el haz que emana desde su varita no lo apunta a la criatura para desaparecer, sino que, como un efecto inmediato, es capaz de borrar en espacio y tiempo la acción del maestro guerrero que evita que el amuleto dragón deje de funcionar, pues tratar de borrar el instante en el que Gahiji arroja la guadaña solo evitará el derrumbe, pero no detendría el vuelo de la bestia en su contra, visiblemente, con la intención de terminar con su vida. Entonces, explotando la magia del amuleto dragón, ordena al dragón para que no lo haga pedazos con sus garras y que, en cambio, lo saque de ahí antes de que el suelo bajo sus pies desaparezca por completo. La orden que esta vez le da al dragón es mucho más firme, no titubea de ninguna forma, pero sabe que la criatura también es temperamental, no obstante, en el segundo instante en el que Quintel casi resbala por el borde de lo que queda del piso, las garras lo abrazan con una suavidad que no se habría imaginado antes que una criatura como esta pudiera ser capaz de conseguir, o al menos es lo que está pensando segundos antes de ser arrojado por los aires con fuerza por el animal. Quintel supone que más allá de que su hechizo no hubiera funcionado, este comportamiento se debe más bien a la naturaleza indomable de la bestia. Así que mientras sigue dando vueltas por el aire el brujo activa los poderes del amuleto volador, también colgando de su cuello, que retienen la caída cuando la gravedad cobra venganza y lo arrastra de nuevo al suelo. Es ahí que sus pálidos ojos lo ven todo, la escena, la destrucción y el poder de un antiguo guerrero Uzza manifestándose a toda potencia, que lo llevan a pensar en la consistencia en la que está fabricada esta magia tan mordaz y las razones de su existencia. El rugido del dragón con el que ha hecho conexión lo saca de aquella breve meditación pero también lo ayuda a retomar la misión. Rápidamente el brujo se apresura a sacar de uno de los bolsillos de su capa esa pomada que tiene como ingrediente algo de polen de lirios de fuego y no tarda en untar sobre sus manos para que puedan adherirse a cualquier superficie, luego, conjura sobre si nuevamente un ignea para protegerlo de las altas temperaturas y cuando esta a al menos unos cincuenta pies de altura de la superficie de magma recurre de nuevo a la magia y poder del amuleto dragón para ordenar a la criatura volar por debajo de él. Quintel aterriza con fuerza sobre el lomo de la bestia, tiene que ser rápido y da un par de maromas cuando alcanza finalmente la superficie escamosa, pero lo logra y con el mismo impulso de la caída y el vuelo alto que retoma la criatura se empuja a sí mismo para llegar hasta la cornamenta en la cual puede aferrarse, en contra del viento que lo golpea de lleno, gracias a la pomada de lirios de fuego. —Una fuerza capaz de borrar cualquier acción del espacio y tiempo…si tan solo la hubiera conocido antes…-, masculla en una conversación que tiene solo voz para la criatura y él. Y el dragón volvió a rugir como respuesta. —Maestro…-, esta vez habla fuerte intentando capturar la atención del brujo guerrero, mientras continúa surcando los cielos sobre el dragón, y ve como el suelo bajo sus pies sigue derrumbándose. —Usted ha explicado que el fuego compacto es capaz de borrar cualquier hecho del espacio y el tiempo, pero dígame, ¿de esta forma puede perjudicar aún así sobre nuestro cuerpo y alma o eso solo ocurre cuando lo utilizamos combinado con otros conocimientos, con otras intenciones?-, cuestionó al guerrero, pues sinceramente no se siente consumido por la locura todavía.
  19. Grelliam - Discípulos de Nosferatu —Augh-, silencioso cómo siempre, ahogó un quejido de dolor provocado por el ataque del espectro. En algún descuido, con una especie de lamento fantasmal que entumece los sentidos del brujo, la sombra de aquel rey mago ha terminado por acorralarlo de lado opuesto a la entrada de la biblioteca, clavando con fiereza y cólera una estaca sobre el hombro derecho de Grelliam, atravesándolo de extremo a extremo hasta dejarlo casi empotrado sobre el muro. Tenía la atención del fantasma, eso era parte del plan, lo que no lo era tanto era perder de aquella forma contra esa entidad. Ahora que la tiene así de cerca puede apreciar mejor que estos fantasmas, cómo se han estado refiriendo a ellos todo este tiempo, no son tal cual cómo los que se conocen, cómo esos que merodean los pasillos de los colegios de magia o las mansiones familiares, sino que más bien, cree que pudieran ser una especie de despliegue mágico que algo o alguien ha dejado regado, pues tienen una fuerza y habilidad que él no se hubiera imaginado capaz en una criatura de esta naturaleza. La translucidez del espectro encima suyo le permite tener mejor visión de las circunstancias en las que se encuentra Dumbledore, la veloz muchacha ha sabido escabullirse hasta el otro lado y llegar a la cerradura que hábilmente parte por la mitad gracias a su poderes. Ese es el momento entonces, para salir de aquella casi absurda pelea contra el fantasma e intentar llegar hasta donde ella y dar fin a la búsqueda del ingrediente o reliquia o lo que sea la maldita cosa que tiene a este espectro tan huraño sobre él. Sin embargo, antes de que Grell pueda hacer nada, lo que reconoce a medias cómo un par de entidades adicionales se unen a ellos sobre aquel extenso pasillo. Por un instante, al igual que la sombra del fantasma del rey mago, Grelliam observa aquel breve intercambio que existe entre estos personajes que parecen haber salido de la nada, intervenir en ese enfrentamiento parece casi mas inutil que benefactor, la magia del Caronte se está expresando ahí, de alguna forma lo siente cómo lo ha hecho tras la presencia de Hysy, pero ante la prisa que hay en la última mirada que Ada le dedica del otro lado del pasillo Grell entiende que deben continuar adelante, de otra forma, si eso que acosa los poderes en la torre negra llega a los ingredientes antes que ellos, ningún esfuerzo o sacrificio habrá valido. —Tyrannus-, masculla el brujo, algo más cómo un siseo áspero y sordo, a sus pies la forma de su sombra se distorsionó apenas tomando brevemente la apariencia del demonio y en su mano la varita finalmente se manifestó. Y entonces los ojos del licántropo brillaron nuevamente con algo más de vida, esta vez de un azul tan claro apenas perceptible en ellos. A pesar de ser él quien ha advertido a Ada no hacerle daño al espectro del rey, es el mismo brujo Ollivander quien apunta la varita contra el espectro e invoca un obsistens que le sirve como barrera para sacarse al fantasma de encima y a su vez capturarlo detrás de la brillante barrera cromada. De a poco la magia guerrera comienza a ser lo suyo y aunque no es tan instantáneo cómo se hubiera imaginado que sería, la magia con la que está fabricada la entidad del rey mago comienza a desvanecerse, atrapada tras el cerco de materia luminosa. Adolorido pero no derrotado Grell saca su cuerpo de la estaca y se acerca con pasos tambaleantes al fantasma que ha comenzado a reducirse en esencia. —Lasombra…Cassian…-, lamenta en un aullido adolorido el fantasma, de apoco la visión de él se desvanece, Grelliam sospecha que no le queda mucho tiempo para que esta manifestación de magia desaparezca. —Debes guardarlo, protegerlo hasta que el único resurja y ascienda…no dejes mientras tanto que él robe los obsequios del rey-, entre lamentos el fantasma extendió un colgante que atraviesa la barrera mágica que lo consumía. —¿Quién?-, cuestionó Ollivander con neutralidad pero insistente. —M-Mal...-, a media palabra el espectro del fantasma se redujo a cenizas que desaparecieron casi al instante, y el dije cayó al suelo. Finalmente el hechizo de protección desapareció y el licántropo pudo tomar el colgante del suelo. —Le daré el mensaje al maestro-, Se encuentra mareado cuando redirecciona sus pasos hacia Ada, que lo espera del otro lado del pasillo, muy seguramente, ya dentro de la biblioteca. La herida sobre su hombro aun sigue palpitando con viveza, pero no sabe si tiene la resistencia física para recurrir de nuevo a la magia con varita para sanar el resto de sus heridas, pues aun con la ayuda de Hess, al deteriorado brujo Ollivander le pesa incluso levantar el arma que empuña apenas en su mano. Eran motivos cómo este por el que Grelliam ha despertado un gran interes en la magia de Nosferatu, lo suficiente incluso cómo para dejarse tatuar las runas sonbre su cuerpo, mismas que se removieron en el antebrazo dañado del mago y que cambiaron de color a un rojo pálido cuando recurrió a Sangre de Caín para sanar su hombro. —No creo que esto sea el ingrediente que buscamos-, le extendió el colgante a la bruja una vez que logró también ingresar a la biblioteca ya recuperado. —Pero tenía mucha insistencia en que Cassian lo recuperara. Deberíamos ir ahí adentro de una vez-, sugirió retomando la caminata por los extensos y enredosos pasillos de la biblioteca.
  20. Que guapo que os quedó todo. Muchas gracias por otra buena gala, el tema fue buenisimo aunque siento que nos faltó tiempo y vida para seguir explorandolo mucho más. Gracias también a Belosita y al cabaio manco que me arrastro y secuestro al éxito(?) y gracias los que votaron, y los que organizaron jueguitos, gracias por las lunitas de Julio y gracias por todo, tooodo, el spam xD Y bueno, en general agradecido con el team completo(?) que organizó todo. Así que humilde, pero ambiciosamente, vengo a solicitar algunos premios; Sorteo Corazones – Criatura Baby: Baby Mooncalf La pareja que más – 3 Llaves escolares: Hufflepuff / Ravenclaw / Ilvermorny Thanks and congratulations 🥳
  21. Grelliam Asintió en un movimiento apenas perceptible, él no fue jamás, a pesar de su apariencia, una persona de ademanes vulgares o carácter hosco y aun, en cambio, cuando las situaciones se agraviaba, tal cómo lo hacía esta vez, el brujo rara vez perdía la calma. Así que luego de que la defensa de Ada les ayuda a seguir evadiendo los ataques de la criatura, Grell se concentra en preparar entonces un siguiente intento, está de acuerdo con ella de algún modo en que deben llegar hasta el otro lado, pues si este espectro no quiere permitirles el paso hasta donde han sido guiados (conscientemente o no), debe ser porque algo importante debe ocultarse tras esas viejas cerraduras. Palpó nuevamente la superficie ensombrecida donde se había sumergido momentos antes para intentar transportarse hasta el otro lado, entonces había fracasado y la magia que emanaba del espectro de alguna manera había logrado expulsarlo de las tinieblas, removiendo a su vez el tatuaje sobre su cuerpo que correspondía a la magia de Nosferatu. Podría ser solo que aun sus poderes como discípulo siguen siendo de alguna manera tan inciertos, como si una parte de él se resistiera a esa magia, no obstante, el brujo sabe reconocer también que se ha hecho mucho mas resistente que antes luego de haberse adentrado a los conocimientos aleccionados por el maestro Cassian, el bibliotecario. —La cerradura tiene algún tipo de maldición similar a la del pergamino de donde salieron estos fantasmas-, le explicó a la muchacha con calma luego de que por unos instantes el ataque del espectro cesara. —Pude reconocerlo, pero no pude llegar hasta ahí-, él sopesó las opciones, realmente él nunca fue del tipo guerrero heroico y valiente, sin embargo, al no haber traído su varita consigo y sólo fiarse de amuletos mágicos, Ada parecía tener más posibilidades entre ellos de llegar hasta la biblioteca y dar con la reliquia. Se detuvo un instante luego de dedicarle una sobria mirada a la muchachita, de nuevo a Grelliam le parece que ella no está realmente ahí, y es que hay algo en ella, que le recuerda aunque sea un poco a su tan querida, querida, hija, que no dudaría ni un instante que Ada solo fuera otro producto mas de su imaginación. —No hay que hacerle daño-, advirtió antes de que a Dumbledore se le ocurriera algún ataque que pudiera aniquilar al espectro por completo. —Necesitamos toda la información que podamos conseguir de estos ingredientes -, respiró profundo, dejando que su sangre maldecida comenzara de nuevo a conectar con las tinieblas que los rodeaban. —Haré la distracción. Avísame cuando logres entrar a la biblioteca-, se preparó para salir detrás de la columna donde está oculto. —Ah si, esto...buena suerte, Ada. Todavía aprovechándose de las protecciones de la bruja, y utilizando los poderes de escultor de la oscuridad, Grell comenzó a manipular las sombras para materializar una lanza que no tardó en arrojar con fuerza contra aquella entidad para llamar su atención, ya que se aseguró de que sus brillantes y endemoniados ojos estaban solo puestos en él, el mago se sumergió nuevamente en la oscuridad utilizando las habilidades de paseo de las sombras y ojos nocturnos con el poder de amo de la noche, esta vez dejando ser absorbido en lugar de entrar por la fuerza, logrando re aparecer en diferentes sitios a donde el fantasma lo persiguiese. @ Ada Camille Dumbledore
  22. Quintel Guillam El recuerdo de haber tomado el Anj que los transporta hasta el lugar donde se supone que fortalecerán la magia guerrera, esta vez con los poderes de Hermes Trimegisto, se siente tan lejano en tiempo y distancia cuando finalmente están frente aquel par de criaturas que son invocados por el maestro guerrero Uzza. Aunque de alguna forma no tan particular Ehécatl siente una inusual afinidad con la cultura de los antiguos pueblos Uzza, también era una verdad que Quintel jamás encontró el modo o el gusto de tratar en persona con estos personajes. Es por eso que cuando llega no dice o hace mucho mas que un antiguo saludo de cortesía y deja que Benjamín sea el primero, Whisper siempre es mejor con las palabras, él en cambio sólo puede proferir un ruido bajo, como el de un ave lira al contemplar con sus claros ojos los dragones frente a ellos. Como era de esperarse, Gahiji el guerrero encargado de guiarlos a través de este aprendizaje, no se anda con rodeos. La cuestión del maestro guerrero es clara, sin embargo, Quintel no cuenta con algún dragón que pueda utilizar para la prueba, y ciertamente desconoce si Benjamín dispone de alguno o si lo hace cerca de este lugar como para no ser llamado desde tan lejos, sin mencionar de que hace poco hubo un atraco en la reserva mágica que dejó en duda el bienestar de animales como los dragones. No se considera un experto con esas criaturas en particular, pero luego de todo eso se pregunta si sería recomendable usarlos durante una prueba como ésta. Tras ese pensamiento, y la advertencia del guerrero, es que Guillam agradeció la insistencia de Benjamín por estudiar los hechizos anticipadamente y se felicitó mentalmente a sí mismo por la premeditación de haber desenfundado la varita instantes antes de tocar el traslador. El polen de lirios de fuego que Benjamín se encargó de rociar sobre si, habría sido de gran ayuda para soportar las altas temperaturas que no hizo más que aumentar luego de la invocación del guerrero, solo es entonces que casi se lamenta de no haber imitado el truco de su mentor. La presencia tan cercana de los dragones fue abrumadora en más de un sentido, pero a sabiendas de su misión, y tras la gran inhalación que hacen las criaturas para, seguramente, bañarlos con el fuego de sus entrañas, hace otro sonido de ave para advertir a Whisper y florea sobre sí mismo su varita. —Ignea maxima-, conjura. La invocación es instantánea, apenas le da el tiempo antes de que el fuego los alcance, pero el rocío de polen de lirios de fuego se extiende lo suficiente alrededor de ellos para evitar el potente y largo alcance de las llamaradas expulsadas por el hocico de los dragones. —Parece una clase de inglés avanzado-, se burló con su terrible acento. —Cada vez menos explicaciones y más acción-, dedicó entonces otra mirada significativa a Benjamín, “estoy bien, ¿tú lo estás?”, se comunicaba a través de ella. No tiene sin embargo, tiempo de esperar una respuesta por parte del mayor, pues apenas se está comenzando a mover por el terreno y el sonido gutural de los dragones, tan fuerte que hace vibrar los suelos y el viento a su alrededor, les advierte del siguiente ataque. La prueba no podía terminar solo así. Rápidamente sacó entonces desde el bolsillo de su pantalón el amuleto Dragón y se lo colocó encima, fijándolo con el broche de la espesa capa de viaje. Y con la vara de cristal equipada levantó la mano por lo alto, llamando la atención de una de esas criaturas que enfocó su siguiente movimiento sobre el muchacho. —Detenga su ataque-, demandó con firmeza, pero respetuosamente a su vez. Malhumorada, la criatura obedeció, pero se enfurruñó y comenzó a acechar al brujo, casi amenazándolo con la mirada. Quintel no ha hablado antes con un dragón en su vida, no es algo que se hubiera podido imaginar siquiera cuando Whisper le explicó mejor el funcionamiento de la reliquia mágica, pero sospecha de que sea quien sea este, aun con el amuleto Dragón en sus manos, no dejará que Quintel se suba para volarlo. Al menos no cree que lo logrará tan fácilmente.
  23. Grelliam Él tarareó una melodía vieja y melosa mientras se despedía con un ademán de Kila, y con lentos, pero largos pasos se acomodó a la par de Ada que le esperaba ya casi del otro lado del salón, con el rumbo fijo a una de las bibliotecas. Las instrucciones de Mael habían sido claras, sobre todo porque el grupo ha puesto ya sobre la mesa gran parte de la información que necesitan para continuar la búsqueda, lo que en colaboración concluyen que dividirse resultaba ser lo más eficaz por ahora. Y sin más, Grell se puso sobre la marcha ante la última mirada con la que Dumbledore le advierte que comience a moverse. Hasta este momento aun es muy poco lo que conoce de estas personas, pero no va a ponerse a discutir ahora solo porque no quiere volver a la biblioteca. El misterio de qué exactamente son estos tan mencionados objetos o ingredientes (como él los llama)de los que habla el pergamino y parte de la traducción de los fantasmas, sigue siendo toda una incógnita, en realidad no saben lo que buscan, ni el para qué sirven con exactitud y dejaban mucho a su suerte al seguir la pista de un trío de antiguos espíritus errantes. Es decir, no es nada que él no hubiera hecho tampoco, pero no podía evitar el presentimiento de que había algo que estaban dejando de lado, en la oscuridad, y que tal vez iba en relación con la desaparición de Arya y la ausencia de Nemetona. No apura de todas formas este último pensamiento, pues supone que eventualmente las cosas iban a fluir por su naturaleza, por cuenta propia. Pero por si las dudas, era mejor mantenerse al margen. Después de un rato andando por los fríos y cada vez más oscurecidos caminos de la torre en compañía de Dumbledore, la última de las teorías sobre el pergamino expuestas por Darla es lo que mantiene gran parte de los pensamientos del brujo ocupados, tratando de hacer que las piezas deformes de este misterio embonen entre sí, pero sin mucho éxito. Y está tan absorto en este pensamiento que luego de casi haber olvidado por completo que continuaba en compañía, el brujo se sobresalta asustado cuando, de la nada, Ada comienza a hablarle nuevamente, esta vez sobre la apariencia que lleva, añadiendo además que puede hacer algo para mejorarla. ¿Habría dicho él en su inconsciencia algo en voz alta para que ella comentase eso? —Bueno, ahora que lo mencionas…-, masculla recuperando la calma, observando realmente por primera vez el corredor apenas iluminado por el que llevan caminando hace un rato sin llegar a la biblioteca. Ya deberían estar ahí, pero en cambio siguen atrapados en el Pasillo del Nobiliario. Grelliam detuvo la marcha entonces y esperó a que Ada hiciera lo mismo. —Siempre me he preguntado cómo me vería si me dejara el bigote-, luego, con un rápido sobre esfuerzo, la empujó hasta el otro lado del amplio pasillo dejando que el objeto cortopunzante que pareció salir de la nada pasará por el espacio entre ellos. Tal vez el vello facial no es el tipo de cosas a las que Ada se refiere a cómo hacerlo lucir mejor , pero ya pueden averiguarlo después. De reojo lo había percibido, gracias a la habilidad de ojos nocturnos otorgado con el poder de amo de la noche; el fantasma de uno de los reyes los observaba desde el otro extremo inalcanzable del pasillo, pero Grell, que de ratos su mente no es la más lúcida, no supo reconocerle entonces y lo había confundido con alguna entidad falsa creada desde sus propios pensamientos. No obstante, aquel ataque se había sentido demasiado real. —Es ese, uno de los reyes, pero…este tiene algo raro. No era así la última vez-, le explica a la muchacha, o eso intenta, pero antes de que puedan hacer otra cosa, con un tortuoso alarido el espectro lanza otro rayo hacia ellos que a medio camino se convierte a su vez en otra arma filosa. Utilizando cuerpo de sombras, Grell se esconde entonces en las sombras más cercanas que tiene hasta volverse invisible e intangible para evitar el siguiente ataque de la entidad. Una vez sumergido en aquella tiniebla, intenta usar paseo de las sombras, para llegar del otro lado, sin embargo, el lamento del espectro que vuelve a retumbar sobre el pasillo de altas columnas no le permite avanzar más allá. Sin duda el fantasma conocía de los poderes que el brujo estaba procurando usar en su contra. —Está bloqueando el paso a la biblioteca-, informó a Ada cuando vuelve a materializarse fuera de las sombras.
  24. —Parece que se le dificultó menos llegar antes, señor-, de apoco y casi sin darse cuenta, el demonio había disminuido la velocidad de la marcha el último tramo del bosque luego de su enfrentamiento con el bogart, una parte de él estuvo reordenando las protecciones de su mente que por un minuto se debilitaron para dejar filtrar todos esos sentidos que necesitó para transformar el último de los recuerdos con los que se encargó de engañar a la criatura. La otra razón fue para tomarse el tiempo de guardar entre los gabinetes de su archivo este peculiar incidente. Después de un rato finalmente pudo alcanzar al mago Triviani del otro lado de la senda. Hess no se detiene para hacer la corrección de que él no es necesariamente un Ollivander, no como alguien de la familia, porque al final de cuentas comenzaba a ser bastante común que lo vieran cerca de su patriarca, y lo cierto era que Hessenordwood se encargaba de la administración de la familia, por lo que no vio la observación del muchacho como una equivocación, aunque sí hizo que el demonio, tras saludarle de vuelta, reforzara sus barreras. —Espero que sea el verdadero Triviani y no otra trampa de Sauda-, dijo de buen humor mientras se colocaba a la par del brujo y contemplaban ambos el siguiente obstáculo, aunque casi se le escapa un mal gesto luego de divisar el laberinto. —Entonces ¿vamos ahí?-, cuestionó con un ademán de cortesía y procedió a seguir al muchacho al interior. Los laberintos le recuerdan bastante a los jardines de flores en la casa de sus padres, en Salem Massachusetts, y las muchas horas del día que podía pasar ahí, en compañía de una de sus tantas hermanas, recolectando muestras o haciendo cualquier otra cosa lejos de los estrictos horarios de estudio. Y con este pensamiento se adentró a los pasajes. Debió ser por estrategia, pero los primeros metros al encaminarse al sitio fueron silenciosos, solo el sonido de sus pisadas haciendo eco en los muros eran el único ruido que los alertaba y, de apoco, aunque resultaba imposible, los aromas de las diversas flores de los jardines de sus padres se materializaron en sus narices. Se pregunta entonces si es que Triviani también puede sentirlo, sin embargo, poco tarda en darse cuenta de que es solo el aroma de un viejo recuerdo. —Parece que se le da bien resolver acertijos-, felicitó después de un rato de andanza que los lleva a ambos por buen camino, o al menos a nada que tenga que hacerle frente todavía. —Tal vez ya lo notó antes que yo, pero hay al menos seis especies de alimañas rondando cerca-, advierte, esto de rastrear mascotas sin magia es algo que aprendió de un viejo amigo de su padre. —Será mejor moverse con cuidado a partir de aquí. El tiempo ahí dentro es indeterminado, si lo piensa, Hessen podría decir que llevan horas caminando a través de los pasillos del laberinto, es poca la magia sin varita de la que aún tiene dominio, por lo que sin nada más allá que la magia de la oclumancia, no es posible encontrar otro camino a través de los callejones sin salida que no sea seguir intentando. Es por eso que después de varios intentos, Hess supone, que Triviani tanto cómo él se han acostumbrado a estos engañosos pasadizos, incluso en poco tiempo consiguen un buen ritmo y compás para dar con la salida. Y hubiera resultado demasiado frustrante que, después de todo el recorrido que han hecho, el final del laberinto termine con una barrera impidiendoles el paso, pero lo cierto es que se lo toma con mucho más interés. ¿Cómo iban a atravesar ese muro? No saben que tan letal es forzar la barrera con fuerza física, por lo que hace algunas pruebas, arrojando a través de ella primero algunas piedras y luego empujando a algún roedor que ha sacado estrangulado de algún agujero, pero todo cruza sin problemas. Después de algunos minutos más de observación, Hess rescata el modo en cómo los muros restantes del laberinto sobresalen algunos metros más adelante de donde se encuentra la barrera, así que se imagina que si esa materia de la que está conformada el muro cristalino impide el paso, solo lo hace con ellos. Era evidente de algún modo que siendo una prueba para la habilidad de la oclumancia no había forma física cómo tal de salir de ahí sin haber roto algún tipo de pensamiento antes. Volvió entonces al recuerdo inconsciente de los jardines en los patios de sus padres. Uno de los juegos favoritos de Lucie, la mayor, habían sido las escondidas, Hessen por el contrario jamás logró ganar un juego de esos, ni una sola vez pudo encontrarla entre las flores y plantas que sembraban en los jardines cómo laberintos. Ella siempre fue la mejor. Lo que él no sabía, sino hasta que tiempo después ella finalmente le reveló el secreto, era que siempre escogía los lugares para esconderse entre los grupos de flores que combinaban con sus vestidos y tocados elegantes que les hacía vestir su madre, de esa forma ella pasaba a ser parte del jardín y no alguien externo que interrumpiera el paisaje. Por eso es que Hess no podía verla, porque buscaba siempre algo que resaltara de entre los brotes de dalias o las tupidas lobelias. De a poco, los pensamientos de Hessen fueron transformando los patios de Salem, bañándolos de tonalidades más grises, aunque no menos frondosas ni abundantes, su mente fue convirtiendo poco a poco cada uno de los arbustos y setos con las mismas características que ha aprendido a conocer del laberinto que había cruzado junto a Triviani, pero al llegar a la parte de ellos, donde se encuentran cómo dos intrusos resaltando en contra de la naturaleza que ahí crece, solo vio a un par más de capibaras intentando llegar a la pirámide en busca de Sauda para encontrar algo que alimentara sus mentes. —Tan primitivo-, dice antes de intentar nuevamente atravesar la salida, evitando que la sorpresa de lograrlo interrumpa la concentración que le cuesta mantener esa idea continua; la de él cómo parte de este entorno. El acceso a la pirámide está del otro lado del yermo por sendero que les queda por cruzar, piensa entonces que, de todas formas, ya lleva todo el día (o días) en esto, así que es su turno de esperar por Triviani. —Vamos-, le invita.

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