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Báleyr

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  • Arcano de Nigromancia

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  • Nivel Mágico
    80
  • Rango Social
    Orden de Merlín
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    0
  • Ficha de Personaje
  • Bóveda
  • Bóveda Trastero
  • Bando
    Neutral
  • Libros de Hechizos
    Libro de Merlín (N.40)
  • Trabajo
    0
  • Raza
    Humano
  • Graduación
    Graduado
  • Poderes de Criaturas
    2 Poderes de Criaturas
  • Puntos de Poder en Objetos
    3000
  • Puntos de Poder en Criaturas
    3000
  • Puntos en Mazmorras
    2500
  • Puntos de Fabricación
    1220
  • Rango de Objetos
    Más de 3000
  • Rango de Criaturas
    Más de 3000
  • Arcanos
    Arcano de la Nigromancia
  • Conocimientos
    Transformaciones
    Metereología
    Encantamientos
    Pociones
    Conocimiento de Maldiciones
    Artes Oscuras
    Defensa contra las Artes Oscuras
    Estudios Muggles
    Leyes Mágicas
    Idiomas
    Maestría con Escobas
    Adivinación
    Aritmancia
    Astronomía
    Cuidado de criaturas mágicas
    Herbología
    Historia de la Magia
    Runas Antiguas
    Primeros Auxilios
    Magia Elemental
  • Habilidades Mágicas
    Oclumancia
    Animagia
    Legilimancia
    Metamorfomagia
    Nigromancia
    Hablante de Parsel
    Videncia
    Magia Sin Varita
    Comunicación a través del Sueño
    Habilidad de la Magia Elemental
  • Medallas
    200000

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  1. Báleyr

    Nigromancia

    Báleyr mantenía en sus labios aquella sonrisa cargada de ironía y cierta incredulidad— Ese dato, ya era de mi conocimiento—alisando su prominente barba blanca se inclinaba un poco hacia la derecha— Murió por fuego, ¿No es así?—echando un poco de luz sobre el hollín que cubría algunas partes del cuerpo de la joven. No le gustaba la manera en que algunos empleaban la magia desconocida y antigua, atreviéndose a despertar a entes capaces de chasquear los dedos y acabar con una población entera. — ¿Qué más le contó?, le dijo el nombre de su “asesino”—elevando sus dedos para hacer esa seña con énfasis— No solo la mató una criatura de fuego, le arrancaron algo que será difícil de recuperar—aseguraba levantándose con agilidad de su improvisado asiento— Es lo mismo que te quito a ti, aquella Uzza tan joven y letal—se lamentaba doblemente por el par de magos. Una fue arrancada de manera hartera del plano de los vivos y el que residía dentro de este, poco le faltaba para agotar la poca dignidad y valentía que le corría por las venas. — Es grato saber que han podido entablar una buena conexión, no esperaba menos de usted, Señor Black Lestrange. Luego de tanto tropiezo, ya le tocaba empezar a caminar con soltura y seguridad sobre el suelo o pretende volver al sitio, ¿Dónde le dejaron hace unas semanas?—la mordacidad en sus palabras iba en aumento. En Hogwarts como en otras escuelas, como bien puntualizó su aprendiz, solían morir jóvenes en causas sumamente extrañas y desconocidas para los que no estaban al tanto del mundo mágico y el poder que el mismo otorgaba a los que moraban en él. — Pudo leer algo del contenido de ese libro, ella le contó a quién perteneció en el pasado. Necesitamos datos como esos, requerimos cada una de las memorias que pueda poseer antes de su muerte. Huellas que hayan quedado impresas en la nieve, tómelo como un viaje a lo desconocido, llévela como acompañante—asintió dando un ligero respiro— Revise su grimorio, busque el cantico que le dará acceso al control total del alma de esa joven. Ahora es una extensión de su vida, como una mano adicional o parte adherida a su cerebro—continuaba con su perorata. — Le observaré desde aquí, tome la pulsera que lleva la joven en su muñeca derecha. Es un amuleto de protección que ella creo en la clase de encantamiento, para su mala suerte, no fue suficiente en su defensa—el anciano se volvía mucho más arisco con el paso de los años. Dando otro par de golpes, permitía que los ojos de la chica se abrieran como platos— Ahí quedo el reflejo de lo último que pudo ver, sumérjase en las arenas del tiempo pasado y descubra, ¿por qué esa mueca de horror? y le aseguro que no fue producto del animal que le venía en contra—obsequiándole otra pista más que le ayudaría a completar ese inmenso rompecabezas. @ Eobard Thawne
  2. Báleyr

    Nigromancia

    — La resurrección puede ser un arma de doble filo, sino se poseen los conocimientos necesarios para acceder a ella e intentar controlarla con éxito—la voz del anciano era una advertencia para el hombre. Él era capaz de apreciar con su único ojo, el dolor que corría debajo de la piel mancillada de Eobard, sollozos acallados malamente con conjuros que poco a poco perdían su efecto y resultaban peores que la misma enfermedad que se extendía como la peste. No dudaba que lo vivido dentro de sus clases con los Uzzas, le hubieran curtido de una manera que poco o nada se compararía con lo que le haría vivir el Nigromante— Jamás se tiene demasiada ventaja sobre las cosas, piense que puede que crea que conoce la forma más adecuada de enfrentarse a lo que les espera dentro del mundo de los muertos—acariciaba su larga barba— Pero no lo puede dar por sentado, no es lo mismo el poder de un Uzza que el poder de la muerte misma. Ella toma lo que desea y lo arranca del plano terrenal, llevandolo a los confines más aberrantes que componen el inframundo—le gustaba la forma en como ahondaba en esos temas. Dándole un enfoque realista, evitando adornarlo demasiado y si mostrándolo como era realmente— No quiera ver dentro de un pozo tan profundo, sé que posee en don de leer la mente de los otros- Yo cuento con el mismo y créalo o no, puede que saque de su mente esqueletos que desearía haber desterrado hace tiempo de sus memorias—aquello no era para nada una amenaza, sino una vaga advertencia— Espero ver qué clase de “contacto”, puede tener con ella—curvándose en sus labios una sonrisa que poco a poco se transformó en un gesto terrorífico. El brillo metálico de una daga del sacrificio iluminó con su destello parte de esa habitación, el darle su sangre era un acto de bondad e insensates. Ahora estaría conectado con el mujer por el resto de su vida, cada uno de los seres que eran traídos de vuelta se volvían un lastre para sus sanadores, no existiendo modo alguno de librarse de ellos en el futuro. El tuerto analizaba con lujo de detalles cada una de las proyecciones que se conjugan en la cabeza del Black Lestrange, vivencias ajenas de una mujer que pudo tenerlo todo y lo perdió a causa de una muerte aberrante y desgarradora. — ¿Cree que la han matado por una razón en particular?—inquiría sin perder de vista el mal talante del caballero— Si muere, dudo que ella lo traiga de vuelta. Yo le ofrecería esa posibilidad, pero antes de hacerlo. Es necesario que experimente el peor de los destinos, para probarme que es merecedor de la habilidad de la Nigromancia—golpeando dos veces su bastón contra el suelo, provoco que el hombre cayera inconsciente contra el suelo. Su misión era ir donde residía el alma de la joven, convencerla de volver y aprender las palabras claves para dar inicio a dicho ritual. @ Eobard Thawne
  3. Báleyr

    Nigromancia

    Báleyr con @ Goderic Slithering Las palabras expuestas por Goderic, no causaron ningún impacto en el Nigromante. Ya había escuchado en el pasado palabras similares, hambre por obtener el conocimiento que tanto como Arcanos y Uzzas poseían, buscando la forma de lograr que ellos los transmitieran en su más pura esencia— Es bueno que vaya con la verdad como estandarte, no me gusta llevarme sorpresas desagradables—la proyección miraba con su único ojo el rostro del mago. Era verdad que la juventud no se reflejaba en su faz, ocultándose detrás de una pulida máscara de experiencia adquirida a base de duro esfuerzo y un tesón que sería puesto a prueba más de una vez. — ¿Qué es lo más valioso que ha perdido?, para obtener el conocimiento que tanto anhela. Para nadie es sencillo dejar ir seres amados, objetos preciados y lo más importante que se posee “el alma”—hacia la seña de comillas con los dedos índice. El sentir como brotaba esa determinación del hombre, aprobando en parte el modo en que podría lanzarle la primera prueba— Me imagino que debe tener algo que ame a más que a nada en el mundo. Es precisamente eso lo que yace detrás de las puertas del mundo de los muertos, ha sido arrebatado de forma artera y cruel—resonaba su voz por las oscuras paredes. — Siga por este pasillo, encontrara cuatro puertas. Debe elegir dos de ellas, evitando mirar las que no serán consideraras por su persona. Escuche lo que escuche, no permita que eso perturbe su concentración—chasqueando los dedos abría un pasaje secreto por donde andaría sin una sola limitación su alumno— Al haber elegido las puestas, cruzará por cada una de ellas sin mirar atrás. En caso de hacerlo, puede que parte de su esencia quede atrapada dentro del pasillo y no existe opción de recuperarla por ningún medio—la advertencia era un mensaje cifrado. Dando tres golpes con su báculo en el suelo, dejaba vía libre al aprendiz— Estaré observando todo lo que haga, no cometa errores que le cuesten caro—observando cómo se abría la pared encendiéndose lentamente dos hileras de antorchas que estaban ambos lados. Báleyr con @ Eobard Thawne — Las rivalidades entre Uzzas y Arcanos, suelen traspasar el uso de los poderes que los libros poseen. ¿No le explicaron el verdadero significado de esa magia?, las Artes Oscuras están conectadas con la Nigromancia, puede decirse que son casi hermanas—expresaba al escuchar la mención sobre la Adivinación— Está en lo correcto, muchos magos o charlatanes, suelen usar la Nigromancia para contactarse con el mundo de los muertos y buscar obtener favores de ellos—negando ese acto movía la cabeza con efusividad. — Los precios que pagan son demasiado altos, no solo pierden su vida o alma. Sino algo que jamás pueden recuperar y eso es la esencia de su existencia, aquello que no tiene que ver con el cuerpo o la mente. Va más allá de lo que se puede entender al leer los libros que explican de manera demasiado escueta cada una de las habilidades que impartimos los Arcanos—golpeaba su barbilla con el dedo— ¿Cómo planea revivirla, dándole una nueva tunda?—endurecía su ajado rostro— Usted lo está experimentado, no se siente igual luego de volver a la vida y no me atreveré a preguntar cuántas veces ha ido y venido entre ambos mundos—no había necesidad de eso. Él lo sabía perfectamente, indagar en hechos del pasado, no le devolverían eso que le faltaba a todas luces al Black Lestrange. — El viaje es lo de menos, estará en los zapatos de la persona que yace muerta. Experimentará el mismo dolor, pesares, tormentos, alegrías, risas disfrazadas que ocultan el verdadero martirio al que fue sometida—invitándolo a perder el miedo que se proyectaba en sus ojos— Es un maestro en el arte de morir y volver a la vida, ¿no es así?. Debe perder el miedo, ya que está no será la última vez que lo vean por esos lares—la sonrisa que se dibujará en los labios del Arcano era un poema de terror que poco a poco sería recitado en contra del castaño. — Aférrese a lo que crea, tome de la mano los conocimientos que posee y si no puede devolverle la vida con magia. Intente hacerlo de la forma tradicional, inicie un ritual, beba su sangre podrida y obséquiele un poco de la fuerza que aún habita en alguna parte de sus ser—cada una de esas opciones sonaba aberrante y deshumanizada— Ambos pueden echarse una mano, ella dándole las pistas de como perdió la vida y usted de como la recuperaría, si hace lo que sea necesario para ello—la oferta era demasiado tentadora. Lanzando una moneda al aire dejaba la puerta abierta a cualquier posibilidad, perderlo en el proceso o enseñarle como aferrarse a la idea de obtener el anillo de la habilidad con algo más que uñas y dientes.
  4. Báleyr

    Nigromancia

    — No debería creer todo lo que escucha, señor Goderic. ¿Quién le afirma que tendrá mi aprobación para comenzar con dicha enseñanza?—la rudeza en la voz del tuerto era similar, al corte practicado por un experto forense sobre un cuerpo inerte. Su único ojo estaba situado en el centro de la puerta que daba acceso a donde estaba en compañía del Black Lestrange— Dichas consecuencias, ya están haciéndose presente en su persona. No me diga que se siente igual que antes de enfrentarse a esa temeraria Uzza—ladeando la cabeza con parsimonia continuaba escuchando a lo lejos la voz del hombre. — La creación de un horrocrux, va mucho más allá de una condena para el alma. El daño suele reflejarse en el cuerpo del creador, observe con atención su objeto de estudio. Lo que está delante de sus ojos, no es nada más que una ilusión creada para probarlo de una manera sumamente dolorosa—escondida detrás de su bigote una sonrisa carente de toda emoción— ¿Sabe el verdadero significado de la Nigromancia', ¿conoce lo que estudia? y ¿Está al tanto de quienes la práctica y para que la usan?—le bombardeaba con preguntas que difícilmente respondería con la fluidez que esperaba el Arcano. — Las personas que han muerto, no son capaces de volver a la vida como se les conocía antes de partir—asentía recordando que el otro alumno esperaba por su atención. La idea de ponerlos a trabajar a la par, no era del todo errada y quizás de ese modo descartaría quien era el menos apto para hacerse con el anillo de Nigromante. La imagen de los Uzza cruzaba su mente como una estrella fugaz, no gustándole en lo más mínimo tener que recurrir a las enseñanzas que ellos impartían dentro de Uagadou. — Imagino que recuerda sus clases del Libro de la Fortaleza o ¿no?. Sino mal recuerdo, dentro de ese libro existe un amuleto capaz de curar y traer a la vida a una persona que ha parecido—apuntando con su dedo índice al pecho del castaño— Antes de eso, deberá ir a una parte de su pasado. No tiene derecho a elegir la misma, tampoco a intentar manipular el tiempo o espacio. Inútil será que intente acceder al Fulgura Nox u otro conjuro que sea capaz de alterar los acontecimientos—rascando su barba daba tres golpes en el suelo— ¿Está listo, Señor Eobard?—amarando el ultimo nudo de la soga invisible que ataba al caballero a los deseos dictados por el Arcano de la Nigromancia. — No trataremos con inferís de momento, prefiero que se enfoque en mi petición—cerrando sus ojos enviaba otra proyección de su persona hacia donde esperaba Goderic. Fijando su vista en ese porte norteamericano, elitista y desafiante al mismo tiempo— Dígame, ¿Qué cree lo hace merecedor de ser poseedor del Anillo de la habilidad de la Nigromancia?—dando posiblemente inicio a su enseñanza con ese cuestionamiento. @ Eobard Thawne @ Goderic Slithering
  5. Báleyr

    Nigromancia

    — Parece que no se ha cansado de visitar el mundo de los muertos, joven—la voz del Arcano provenía de cualquier parte del sitio que habitaba. Escuchando con atención lo relatado por su alumno, el verse sometido bajo el yugo de la más jóvenes de los Uzza, no figuraba para nada bien dentro de su currículum académico. Ladeando la cabeza presentía que no dudaría, ni medio segundo dentro del Inframundo— No ha aprendido a valorar su vida como es debido. ¿Cree que es sensato ir muriendo cada dos por tres y no arrastrar secuelas que más tarde que temprano, le pasarán una cuantiosa factura?—su enojo era evidente y el mismo impulsaría cada una de sus acciones dentro de ese adiestramiento. — Sino es capaz de mantenerse con vida, ¿Cómo podría traer a alguien del mundo de los muertos?—rascando su barba alisaba la misma con lentitud continuando con su perorata— Sabe lo básico sobre primeros auxilios, ¿Cuenta con el aval de Castelobruxo, para poder emplear dichos conocimientos?—saliendo a la luz lo miraba con su único ojo, observando un cascarón vació que carecía de algún valor útil para el tuerto. El gesto indescifrable que se instalará en su rostro, no daba espacio para que aquel que estaba a pocos metros delante de él, se hiciera una vaga idea de lo que pensaba realmente el Nigromante de sus capacidades. — Dice haberse llevado al límite, arrancándose las costras de las heridas sanadas y envolviendo en paños fríos su quebrantado orgullo—lanzándole esas lastimeras palabras. Empezaría a ponerlo a prueba, porque deseaba ver si quedaba al menos una pizca de resistencia en su mancillada humanidad—No somos amigos de los Uzzas, somos reconocidos por tener con ellos una acérrima rivalidad—alegrándose por no tener que volver a verle la cara a ninguno de esos seres vivientes. — Ve esa mesa que está cerca del rincón, jamás han podido devolverle al mundo de los vivos. Quizás por la forma en que fue arrancada su alma del plano terrenal, ahí está el primero de sus retos—apuntaba a la camilla donde estaba un cuerpo cubierto con una sábana blanca— Analice primero, actúe después—dándole el espacio necesario, no perdería de vista ninguno de sus movimientos. @ Eobard Thawne
  6. Báleyr

    Nigromancia

    La muerte solía ser una mentora exigente y demandante en extremo, el mismo lo experimento al perder una parte valiosa de su cuerpo. Ya varios magos habían pasado por ese sótano, envueltos por la ignorancia de lo que verdaderamente era la Nigromancia, confundiéndola de manera absurda con la invocación de almas por medio de ritos que muchas veces terminaban en consecuencias que les costaban más que la vida misma. La oscuridad más profunda y acentuada que se viera divisado dentro del Mahoutokoro, brotaba de la vivienda del Nigromante. Envolviendo toda su morada en un paisaje que invitaba a muy pocos valientes a demostrar de lo que eran capaces para obtener el anillo de esa habilidad que el impartía— Antes de que pueda verme, ¿no cree que debe demostrar que merece poner un pie dentro de este sitio?—el único ojo que poseía el viejo tuerto se posó por un breve instante en el techo. Sintiendo como el cuerpo del Black Lestrange, había sido mancillado de una manera aberrante y humillante. — Cuenteme, ¿Cómo es que se ganó el desprecio de una Uzza que le envió más de una vez al más allá?—incoherente sería preguntarle al Arcano, como había obtenido dichos datos. Al poseer todas las habilidades era capaz de leer los pensamientos de sus alumnos, accediendo a secretos que en determinado momento podría emplear en contra de ellos. Le fascinaba indagar en los surcos que dejaban las cicatrices que sangraron profusamente, poniendo en peligro la vida de quienes osaban ponerse al tu por tu con seres tan poderosos como lo eran los Arcanos y Uzzas. Aunque no existía la menor simpatía entre ambas facciones, aquello no daba pie a no disfrutar de las andanzas que aquellos poseedores de un poder tan grande como lo era la Nigromancia. Eran capaces de lanzar a los brazos de la muerte con un solo chasquido de dedos a un hombre como aquel, dándole a pensar que no poseía lo necesario para soportarlas pruebas que solía imponer el tuerto a sus aprendices. — ¿Cree que posee lo que se necesita para ser un verdadero Nigromante?, no me refiero a lo que suelen contar los libros de seres como yo. Sino a la verdadera esencia de está habilidad, el abrir las venas que permiten que el conocimiento corra por ellas y alimenten las ansias de los que realmente saben que han nacido para entrar al mundo de los muertos y no morir a las primeras de cambio—su voz era como el lienzo que daba la bienvenida a los caídos transparente y frío. @ Eobard Thawne
  7. Báleyr

    Nigromancia

    Garry lucía visiblemente afectado ante el cuerpo de la joven que reposaba sobre la camilla, el viejo tuerto no era capaz de experimentar el dolor que aquejaba al hombre. Infructuosamente se imaginaba como era perder a un ser amado o verle desfallecer ante el abrazo de la muerte, simplemente se limitaba a enseñar como sanar el cuerpo físico. Pero al hablar de emociones o curar las mismas, si que eran palabras mayores— Curar y sanar, no es lo mismo y creo que lo sabes perfectamente—miraba con su único ojo como curaba los daños que estaban presentes en esa anatomía destruida por magia oscura o quizás solo fue lacerada por afiladas hojas de metal. — Cada uno es capaz de sanar heridas emocionales, pero debes ayudarla. No podrá hacerlo sola y la tarea será sumamente ardua y agotadora—recorría con las yemas de sus avejentados dedos su vara de cristal— Se puede sanar todo lo que se ha corrompido por medio del uso de magia oscura y antigua. Sin embargo, siempre debe pagarse un lato precio por ello, dejar una prenda o algo que sea valioso para ti—se revolvía contra el muro que le servía de apoyo. Centrando toda su atención en el resto de los cadáveres, viajar por medio del tiempo y entender realmente que les llevo a ser asesinados de esa forma tan brutal. — Estás dispuesto a lo que sea, enfrentarte al inframundo con tal de recuperar todo lo que has perdido—sonaba reflexivo y al mismo tiempo exigente. Tomándole solo un breve instante recordar porque una pieza de su cuerpo, no estaba donde debía— Arriesgue demasiado para controlar la Nigromancia, años de aprender a manipular a demonios y seres que le helarían la piel a cualquiera. Pero no a un ser como tú, no me cuestiones como lo sé o lo intuí—caminaba hacia una puerta que daba acceso a una sala—Ven conmigo, ella no irá a ninguna parte—extendió su mano para mostrarle el camino— Piénsalo bien, ¿A qué renunciarías con tal de recuperarlos a todos ellos?. No creo que todos sean apreciados por ti, entre los caídos están personas que también te han lastimado y deseado los peores de los males—quedaba en silencio sin detener su andar. — Toma este grimorio te será de suma utilidad, no podes entrar al mundo de los muertos sin tener las palabras adecuadas—sonreía torciendo esa mueca en un gesto malicioso. Afianzar los lazos con los caídos y crear nuevos con los que estaba por salvar, buscando en lo más profundo de ese pozo oscuro. Brotando del mismo gritos y lamentos, susurros que suplicaban una mano amiga que les ayudará a escapar de su interminable tormento. Cadenas de dolor y sangre, retratos mudos de lo que alguna vez fue su vida dentro del mundo mágico, fantasmas que pululaban entre ambos mundos sedientos de obtener algún objeto valioso a cambio de otorgar algún favor. @ Hessenordwood Crouch
  8. Báleyr

    Nigromancia

    Báleyr no solía demostrar sus emociones ante sus alumnos, Garry creía haber detectado aflicción en el anciano tuerto. Estaba un poco errado en su percepción con respecto al humor del Nigromante, solo se le estaba escapando un detalle elemental con respecto a la imagen que estaba visualizando antes de darle la bienvenida a su aprendiz. Existían dos lados en la luna y lo mismo sucedía con la habilidad que el enseñaba, no siempre se mostraba del todo la verdadera cara de la magia que controlaba el mundo de los muertos y como obtener favores por parte de ellos. — No, no estoy afligido. Solamente que cada mago o bruja que ha pasado por esta mazmorra, suele despertar un interés diferente en mi—le miraba observando el escenario que les acompañaba— Lo que hay es lo que puedes ver a simple vista, aquello que no hay serás capaz de percibirlo con sensaciones. No eres digno de ver a los demonios o seres del bajo astral, no hasta no contar con el don desarrollado para ello—mascullaba apareciendo un grupo de camillas— La Nigromancia es capaz de devolver la vida de una persona, pero muchas veces no vuelven como eran antes de abandonar el mundo de los vivos—sujetaba con firmeza su vara de cristal que era la semejante a la lanza de Odín el padre de todo. — Puedo invocar espíritus que pueden sanar o matar a una persona. He aprendido a dominar a cada uno de ellos, leyendo libros que llevan plasmadas en sus amarillentas hojas canticos que me dan esa potestad sobre ellos—echaba una leve mirada a los cuerpos cubiertos por una sabanas blancas. Debajo de las mismas personas que el hombre apreciaba, yacían sin un solo atisbó de vida en sus cuerpos— Deberás aprender a traerlos de vuelta, sanando sus heridas, curando todo el daño que el asesino provoco en ellos y finalmente recitar los cantos adecuados para dar por terminada tu labor—golpeando su vara de cristal contra el suelo, sellaba esa zona con un halo de magia oscura que solo el podría anular. — Recuerda, Garry no todo lo que es apreciado a simpe vista es real. Busca dentro de ti el don de la Nigromancia, escarba hasta que las yemas de los dedos te sangren y las uñas se arranquen—le invitaba cerrando su único ojo. El mismo tuvo que perder parte de si para acceder a ese poder, pero no se arrepentía en lo más mínimo. Solo un par de sus alumnos tuvo lo necesario para actuar como el tuerto, pero no ahondaría en recuerdos del pasado. Posiblemente más adelante, daría una breve reseña de ello al caballero, pero de momento lo dejaría con la tarea que acababa de encomendarle— No pierdas el control, domina tus emociones—la frialdad en la voz del Arcano se semejaba a las paredes de la mazmorra donde habitaba. @ Hessenordwood Crouch
  9. Báleyr

    Nigromancia

    Baléyr evaluó con ojo crítico aquellas nuevas palabras, un poco más claras que las anteriores aunque sin llegar a convencerle del todo. Al menos, ahora sabía que el chico tenía conocimientos de medimagia y que estaba interesado en la nigromancia por ello. Pero, ¿cuánto de todo aquello sería verdad y cuántos motivos ocultaría? Eso sería complicado saberlo por el momento, aunque no dejaría de intentar descubrirlo. — Bien, Garry —le dijo, pensativo—. Me vale... por ahora. Se puso en pie y rodeó su escritorio para encaminarse hacia una de las atestadas estanterías que había al otro lado de la habitación. Tomó un libro de gran magnitud y se tambaleó ligeramente mientras se dirigía hacia la mesa. Apartó el plato de fruta con el codo y dejó caer el pesado tomo, produciéndose entonces un ruido sordo. — Ahora vas a empezar a entender lo que es la nigromancia. Este libro es mágico, por supuesto. Cuando lo abras, nos llevará a un lugar muy distinto de éste e iniciará tu aprendizaje —le hizo un gesto con la cabeza, animándole a abrirlo—. Además, mientras tanto, quiero que me cuentes qué sabes de la nigromancia. Necesito saber qué base tienes para decidir con qué comenzar exactamente. Una vez le dijo eso, esperó a que el chico respondiera y abriera el libro. Éste era una especie de portal oculto que los trasladaría hasta un pueblecito de África perdido de la civilización. Hacía muchos años que ningún vivo ponía un pie en aquel terreno, y ellos aprovecharían la enorme presencia de espíritus para iniciar las prácticas nigrománticas. El anciano agarró su vara de cristal y una bolsa de cuero gastado que se echó al hombro, imprescindible para aquel viaje. El pueblo que tenían por destino había sido arrasado por un virus muchos años atrás, pero lo que no sabía la gente era que ese virus había sido provocado por los humanos y lanzado en aquella tierra para conquistarla y dominarla, pues era rica en petróleo. Sin embargo, los atacantes no habían contado con que un viejo chamán lanzaría una maldición para impedir que nadie pudiera asentarse en el lugar si quería conservar la vida, y ellos se iban a encargar de deshacer aquel centenario entuerto. Baléyr no tenía ningún interés en el petróleo, por supuesto. A él le interesaban más unas gemas mágicas que, según contaban los pergaminos antiguos, habían sido custodiados en las viejas minas de los alrededores. Tenía grandes proyectos para ellas. @ Hessenordwood Crouch
  10. Báleyr

    Nigromancia

    El muchacho pareció tomarse una especie de respiro antes de entrar en la mazmorra. Báleyr no le culpaba por ello: quizás, en su época de juventud, él también habría sentido reparos a la hora de entrar en una sala con un nigromante experimentado como lo era él. O, por el contrario, quizás se habría sentido tentado de entrar para aprender todo lo que le fuera posible, descerebrado e irreflexivo, sin plantearse ni siquiera si habría consecuencias negativas por ello. Ya era tarde para reflexionar al respecto: era viejo, y hacía tanto de su época de juventud que los detalles se entremezclaban en su sobrecargada memoria. Finalmente, el recién llegado entró en la mazmorra y lo hizo pidiendo permiso. Aquello sorprendió al tuerto: él mismo le había invitado a entrar. Quizás era una sencilla muestra de respeto, cosa que le gustó. Se tomó otro rato antes de responderle y, cuando lo hizo, Báleyr tuvo que esforzarse por no cortarle a mitad de aquel extraño e inconexo discurso. Cuando dejó de hablar, el anciano se tomó un instante para que sus palabras no salieran sin filtro: tendía a ser hiriente cuando le agotaban la paciencia, y aquel chico le estaba poniendo a prueba nada más llegar. Ni siquiera le había dado su nombre, y él no iba a molestarse en buscarlo en el aviso que seguramente le habían mandado unos días antes. — Con que eres un fabricante... —murmuró, pensativo—. ¿Y qué fabricas? Has olvidado comentarlo. Sabía lo que había ido a buscar allí, por supuesto. Quería aprender nigromancia, como todos los que acudían a buscarle. Pero él no iba a entregarle sus conocimientos a cualquiera, y menos aún a un alumno que no le hablaba con claridad. — Muchacho, me gustaría que respondieras directamente mis preguntas. No tengo tiempo ni edad para aguantar enigmas: ya tengo suficientes por resolver en mi vida sin que me añadas otros que no me interesan —le dijo con sinceridad, intentando que su tono de voz no fuera hostil. Mientras le hablaba, rebuscó en el plato de fruta y agarró un par de cerezas. Se llevó una de ellas a la boca y la saboreó durante unos segundos antes de seguir hablando—. Así que, por esta vez, te daré otra oportunidad para que escojas el camino fácil y cómodo para ambos. ¿Quién eres y qué buscas aquí? Sin enigmas ni trabalenguas, por favor.
  11. Báleyr

    Nigromancia

    Los días pasaban uno tras otro mientras Báleyr trabajaba en algunas investigaciones casi sin descansar, sin salir de aquellas mazmorras ni relacionarse con nadie. Un tímido elfo que se disculpaba mucho y le incordiaba a todas horas era el encargado de que no se desnutriera: su mente estaba absorbida por aquel problema al que intentaba dar solución. Precisamente por eso había olvidado echar un ojo al montón de correspondencia que el elfo le había dejado sobre su escritorio junto con una bandeja de fruta, de la cual solo había tocado una manzana que había mordisqueado mientras hojeaba un grimorio que tenía más años que él. — Algo se me escapa... —murmuró para sí mismo, rascándose el cuello suavemente. Su único ojo paseó por las líneas de aquel libro buscando alguna palabra que captara la atención del anciano, pero lo único en lo que se fijó fue en la grotesca ilustración que mostraba en imagen lo que sucedía cuando un espíritu de aquel nivel tomaba contacto con un humano. Frunció el ceño y chasqueó la lengua mientras pasaba la página: había visto demasiadas cosas como para dejarse preocupar por una tontería como aquella. El sonido de alguien tocando a la puerta lo sobresaltó, y alzó la cabeza lentamente con intención de maldecir a aquel que se hubiera atrevido a molestarle. Agarró su vara de cristal, que tenía apoyada en la pared justo a su lado, y cerró el libro con un fuerte golpe que levantó una pequeña nube de polvo. Un suave movimiento de vara sirvió para que la puerta se abriera, y descubrió a un muchacho que parecía esperar por él. Alzó una ceja, la de su ojo tuerto, y estuvo tentado de mandarle al cuerno. Llevaba tanto sin recibir alumnos que, durante un tiempo, había pensado que ya nadie se interesaba por la nigromancia. "Pero este joven incauto me va a ayudar", pensó de repente, armando un plan en su cabeza. Superando las ganas de soltar una risotada mezquina, alzó su mano libre para hacerle un gesto. — Pasa, te vas a quedar ciego en ese pasillo. Solo entonces fue consciente del desorden que reinaba en su despacho en ese momento. Los libros de apilaban en todas partes: sobre las sillas, mesas, estanterías e incluso el suelo. Había pergaminos igualmente esparcidos por todo el lugar, y un viejísimo maletín con pociones e ingredientes descansaba sobre el escritorio junto a la bandeja de fruta. Con un movimiento rápido, todo empezó a recolocarse en su lugar mientras él aguardaba, en silencio, observando al recién llegado. Le encantaba poner nerviosos a sus pupilos. — Bien, ahora sí puedo ofrecerte un asiento —dijo entonces, señalándole un silla enfrente de la que él mismo ocupó. Soltó su vara de cristal a su lado, y esta se quedó recta a pesar de no estar apoyada en nada—. Cuéntame, joven. ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí y por qué?
  12. Buenas tardes, paso a informar que el señor Aaron Black Yaxley y la señorita Darla Potter Black oficialmente han culminado su prueba y gozan del anillo que los vincula a la Nigromancia, de aquí hasta el final de sus días. A la espera de un buen uso. Arcano de Nigromancia.
  13. Los aprendices se metieron en el Portal por separado y Báleyr no podía más que esperar y desear que todo les saliera bien. Aunque le costaba reconocerlo, y jamás lo haría en voz alta, sabía que ambos estaban perfectamente capacitados para superar aquella prueba. Pero, a veces, esa ciega confianza era la piedra con la que algunos aprendices tropezaban. Y entonces, cuando querían rectificar, era precisamente cuando ya estaban perdidos. No fue el caso de ninguno de los dos muchachos que, ahora, se vinculaban con el anillo de la nigromancia para siempre. El anciano podía sentirlo: su anillo parecía vibrar en su huesuda mano, como si sintiera que se estaba ligando a otros dos nuevos anillos, que dejaban su status de anillos de aprendiz para convertirse en anillos de habilidad. Sin embargo, el portal no terminaba de abrirse para devolver a ambos chicos al mundo real. Báleyr, que se había retirado hasta el otro lado de la sala, observaba con su único ojo el lugar en el que debían aparecer. Los minutos le parecieron horas, y las horas parecían días. A pesar de la inquietud que sentía, el anciano no vaciló en su espera y aguardó con gesto neutro. Ya volverían. Finalmente, ambos emergieron del portal. Parecían un poco confusos, pero aquello era lo más común después de enfrentarse a una prueba de semejante magnitud. Con una sonrisa irónica, caminó hacia ellos lentamente apoyándose en su vara de cristal. — Bien hecho, muchachos. Al final no sois tan tontos como me pareció al principio —les dijo, aunque en su voz no había acritud. Señaló el anillo de ambos—. Ahí tenéis la prueba de que habéis conseguido superar al portal. Ahora los dos sois nigromantes, os doy mi enhorabuena —hizo una pequeña inclinación en su dirección —. Lo más importante es que recordéis que un gran poder conlleva también una gran responsabilidad. Vuestros anillos de habilidad están íntimamente ligados al mío propio. Así que, si usáis de mala manera vuestros poderes... lo sabré, y podré actuar en consecuencia. Espero que no lleguemos jamás a esos extremos. Ahora sí, me despido. Buena suerte. Dicho aquello, Báleyr volvió a hacer una ligera inclinación de cabeza hacia ambos y se dirigió hacia la salida con un lento caminar. Su trabajo con ellos había terminado.
  14. El anciano no tuvo que esperar mucho para sentir que sus dos aprendices se enfrentaban a las vicisitudes del camino, rumbo al punto en el que él se encontraba. Sintió removerse la magia de su anillo, sabiendo que ellos usaban los suyos. Soltó un gruñido, sabiendo que era buena señal: la magia nigromante parecía fluir con ellos con soltura. Sí que estaban preparados, después de todo. No obstante, siguió allí plantado con el ojo cerrado y las manos apoyadas en su vara de cristal, aguardando. Sintió cómo ambos se enfrentaban al espíritu que custodiaba la entrada de la pirámide. ¿Por qué ninguno de los dos hacía esfuerzo real por convencerle? Chasqueó la lengua y se encogió de hombros. Los chicos de hoy en día estaban demasiado acomodados. Al cabo de unos minutos, sintió ambas presencias cerca y abrió el ojo de golpe, clavándolo en los muchachos. — Así que ya estáis aquí. Bien, no esperaba menos. Andando —les hizo un gesto con la cabeza para que le siguieran hasta la sala de los Portales, uno por cada Habilidad. ¿Cuántas veces lo habría visitado ya? ¿Cuántos muchachos había dejado perdidos dentro del portal de la nigromancia, superados por éste e incapaces de dominar su magia? No se caracterizaba por ser un hombre afable y preocupado por la seguridad de los aprendices. Ellos se dirigían hasta allí bajo su propio criterio, y él se limitaba a enseñarles y guiarles. El resto, evidentemente, era cosa suya—. Vuestra andadura juntos termina aquí. Lo que viene a continuación será individual. El Portal os pondrá a prueba como considere conveniente, y debéis hallar la forma de demostrarle que sois dignos de vincularos a vuestros anillos. Si lo lográis, este se transformará en el anillo de habilidad y quedará ligado al mío, como ya sabéis —hizo una breve pausa, mirando su propia mano con gesto pensativo—. Es mi deber preguntaros una vez más. ¿Estáis listos? De ser así... adelante, yo ya no tengo nada más que deciros. Si necesitáis ayuda, solo tenéis que pedirla al anillo y yo os sacaré de allí. Pero sabed que, si eso ocurre, perderéis la oportunidad de vincularos con la nigromancia para siempre. Sabiendo todo esto, adelante. Y buena suerte, aprendices. Guardó silencio mientras se hacía a un lado, con paso solemne. La suerte para ambos ya estaba echada. Ellos eran los únicos dueños de su destino, y ahora debían demostrar que estaban verdaderamente preparados.
  15. Unos tímidos rayos iluminaban el cielo oscuro de la noche, haciendo que lentamente éste se fuera aclarando con la llegada del nuevo día. Báleyr llevaba ya más de media hora en el lugar esperando a sus pupilos, si bien sabía que estos no llegarían hasta el alba. O eso esperaba, tal y como les había indicado el día anterior. Tras distintas pruebas y prácticas, ambos habían demostrado estar perfectamente capacitados para rendir la prueba que les vincularía a la habilidad de la nigromancia, una de las ramas más oscuras de la magia. Había perdido la cuenta de cuántos nigromantes nóveles había visto perderse en aquel portal, y cuántos otros se habían perdido después en los irregulares caminos de su especialidad. Cuántos habían perdido su identidad, o su cabeza... a veces incluso literalmente. Aquella reflexión le hizo sonreír con cierto pesar. El sol cada vez estaba más alto en el cielo, y pronto vio cómo sus pupilos aparecían en el lugar. No les miró directamente, sino que su ojo estaba posado en el horizonte, más allá del lago. Allá donde sabía que se encontraba el Portal, en el interior de la pirámide. — Creo que ambos estáis familiarizados con lo que viene a continuación. Tendréis que alcanzar la pirámide y, por consiguiente, el Portal de las Siete Puertas. Yo os esperaré allí. En el camino, deberéis vencer las pruebas que os he preparado y que me demostrarán que, verdaderamente, estáis preparados para lo que vendrá luego —ahora sí les miró y alargó su huesuda mano derecha hacia ellos—. Tomad, aquí tenéis vuestro anillo de aspirante. Como sabéis, si el Portal considera que sois dignos... cuando emerjáis de él, éste quedará transformado en vuestro anillo de habilidad, y ligado al mío —alzó la mano en la que llevaba el suyo—. Mientras tanto, os servirá para que yo sepa si necesitáis que os salve el cuello. Dicho esto, ¿os sentís preparados para realizar la prueba? Si es así... adelante, aún os queda un tramo hasta vuestro objetivo. Con las últimas palabras, realizó una ligera reverencia hacia ellos y desapareció. Como les había explicado, él les aguardaría en el interior de la pirámide, aunque vigilaría el camino por si le necesitaban en algún momento. Deberían pasar cuatro retos en su camino hacia la pirámide. El primero, como siempre solía ser, sería cruzar el lago. En primera instancia, todo sería fácil. Pero, a mitad de camino, un grupo de inferis les asaltaría y deberían derrotarlos para poder avanzar. Cuando alcanzasen la otra orilla, se toparían con la segunda prueba que, en realidad, era más bien un obstáculo que les acompañaría el resto del camino: se quedarían sin poder realizar magia con sus varitas. Y eso les llevaba directos a la siguiente etapa: temporalmente perderían la vista, y deberían avanzar a través del frondoso camino valiéndose del resto de sentidos, esquivando y superando también a las criaturas que les acecharían en las sombras. Estas no suponían un peligro real, pero sí un incordio para su avance. Una vez salieran al pie de la pirámide recuperarían la vista, pero se encontrarían con que no podrían acceder al interior sin superar el último obstáculo: un espíritu les esperaría en la entrada y, si bien no era hostil, deberían convencerle de que eran dignos de presentarse ante el Portal como futuros nigromantes. Báleyr se apoyó con gesto cansado en la pared y cerró su ojo sano. Estaba deseoso de ver si aquellos dos singulares magos valían tanto como ellos creían. @Darla Potter Black @Aaron Black Yaxley
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