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Susan V. Goldstein

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Todo lo publicado por Susan V. Goldstein

  1. Aquelarre. La palabra zumbo por su mente cuando esa distintiva música llegó a sus oídos, su piel reaccionó al instante y una risa realmente torcida se posó en su rostro. Luego de su encuentro con el mago Susan se había limpiado toda la inmundicia de encima, quiso quitar todo color de su cuerpo que no fuera el natural, y aún cuando se miró en el espejo se sintió sucia. La voces sugerían cortar algunas partes y coser otras, pero el demonio no estaría satisfecho con eso, no con ese tipo de dolor. Tardó demasiado en entender qué sucedía, pero cuando miró el primer cambio supo que era un paso a la calma. Pintó su cabello de blanco, un blanco inmaculado que hizo ver a su cabello con una sedosa tela que nunca había sido tocada por manos impuras, los grandes risos cayeron más allá de su espalda baja, dándole cosquillas. Todo lo que admiraba frente al espejo quedó atrás cuando ese ritual la llamaba, llamaba a su sangre. Susan dio un ultimo vistazo a su reflejo antes de color una fina tela negra casi transparente sobre ella, estaba segura que no la necesitaría pero le gustaba las entradas bien hechas. En cuanto llegó a la hoguera algo revoloteó en su vientre. —Nunca me sentí tan oportuna. Divisó a los presentes y se deleitó con la piel descubierta de muchos mientras bailaban —Ya comenzaba a extrañarlos. Se desvistió por completo y se unió al baile cantando en voz baja las leyenda que conocía sobre los Triviani, danzó por toda la hoguera junto a Zoella, Candela y William mientras sentía que su poder aumentaba. Dio giros sin tropezar con la bruja que no conocía, a lo mejor ella era el sacrifico de este ritual. Dio tres pasos hacia el único mago en la habitación diciendo: —La verdad William, quiero la verdad después del ritual. No había dejado de pensar en él y en Lady, pero eran desastre que después atendería, por ahora, bastaba con divertirse. @ Hola a todos xD
  2. Una voz masculina la hizo detener su camino de golpe, giró su cuerpo semidesnudo solo para encontrar a un gran hombre hablando sobre cosas imposibles. Por supuesto que apestaba a Triviani, a locura y orgullo. Los ojos lilas lo recorrieron brillando como estrellas, las cosas que el mago pregona apenas tienen sentido alguno para los oídos de Susan, ella jamás lo había visto antes. Comenzó a alejarse, ignorando todas esas voces en su cabeza que demandaban lanzarle maldiciones al mago desconocido por todas las insolencias que su boca soltaba. Pero antes siquiera de moverse un paso más una voz conocida la dejó petrificada, cuando miró a la imponente pelirroja recordó todos aquellos rumores que su madre Alyssa nunca pudo callar. Lady estaba de pie frente a ella esperando respuestas, pero una suaves y exquisitas notas de una antigua melodía fue lo único que salió de los labios de Susan. Lady rebosaba de belleza, sus facciones y curvas eran las mismas que había visto en fotos que Alyssa guardaba con celo. Susan compartía parte de esa gran belleza, la piel, los labios, esa nariz pequeña y respingona. Siempre pensó que los rumores de que ella era su madre eran completamente falsos, pero ahora, era como mirarse en un espejo distinto. El demonio paró de cantar cuando no quiso responderle, en cuanto miró que Lady y el mago se miraban de forma afectiva. Son algo. El demonio no quería tener esa conversación, solo bañarse y seguir bailando mientras les arruinaba la velada. Pasó al lado de Lady ignorandola mientras comenzaba a bailar y cantar otra vez. El canto lograba que la voces no hablaran tan alto, que no hicieran de Susan su esclava. Sin embargo, algo la cubrió por completo, una suave y densa nube se posaba sobre ella tapando sus atributos. Gruñó ¿Quién se atrevía? Miró al mago siguiendola con expresión incomoda y algo que denotaba preocupación, Susan negó con la cabeza y tomó su varita con fuerza. —Debes de tener el mismo gusto que yo por los hombres para que quieras tapar lo que ves, mago egocéntrico. —recordó sus palabras preparó la varita para algún posible hechizo— No sabes nada de mí y exiges respeto aún cuando es la primera vez en mi vida que te miro. Miró al mago sin querer aceptar la posible verdad, iba a matarlo allí mismo si no paraba de seguirla. —Dime tu nombre, ¿Por qué estás tan interesado en seguirme? La muñeca de Susan comenzó a temblar con deseo de apuntarlo. Necesitaba sus tinas con peonias pronto o comenzaría a herir a las personas. @@Lady Luxure Grindelwald @
  3. Susan bailó y bailó hasta que se sintió observada, el aire que continuamente guiaba con sus suaves movimientos paró cuando ella detuvo sus pasos y miró con fijeza a lo lejos como el castillo recibe una visita, como el hombre que lo atendía la miraba con intriga. Susan giró quitandole la mirada con lentitud. Nunca había visto ese mago en su casa ¿Desde cuando ella era la desconocida? ¿Por qué había visitas sin pagar un precio? Tantas preguntas solas, sin alguna respuesta, quizás se fue por mucho tiempo. Estaba tan muerta para la familia como los que estaban enterrados en el panteón. Pero ese mago la había notado, la miró aún cuando ella es un fantasma. La locura y las voces comenzaron a susurrar conspiraciones al oído de Susan, el demonio e ojos lilas sonrío a los arboles alrededor y comenzó a caminar hacía el castillo. La varita que siempre ocultaba a lo alto su pierna, ajustada a ella con una cinta de cuero, salió a la luz cuando un arbusto intranquilo desgarró parte de su vestido. El demonio lo tomó en poco, continuó su camino por los alrededores del castillo, cuando se acercaba al gran ventanal que daba al salón un tembloroso elfo se acercó a ella. —¡Mi señora! ¡Ha vuelto! Por toda la magia... ¿Qué le pasó? —El elfo comenzó a alzar las manos y a negar con la cabeza, incapaz de aceptar lo que veía. Susan lo tomó en poco, dirigió su mirada al ventanal, con sus ojos tan claros que bien la podían creer ciega. Enarcó las cejas cuando miró a los magos reunidos, los dos hombre no le importaban, pero la mujer... conocía esa cabellera rojiza donde fuera. —Luxure... —Saboreo el pesado apellido en sus labios ¿Qué hacia ella ahí? Las voces, tenía que ser obra de ellas ¿Quienes eran esos magos? El demonio ladeo la cabeza, y sin dejar de ver a los presentes se dirigió al elfo. —Chuck, prepara mi baño. —Comenzó a quitarse de su vestido sin importar qué estuviera merodeando. El elfo pronto tapo sus ojos cuando camino unos pasos más allá. —Qué los pétalos en mi tina sean de peonías, o te despedirás de tu nariz. —Sentenció con expresión calma. El elfo no tardo un segundo en desaparecer. Los Triviani siempre estaban llenos de sorpresas ¿Qué estarán planeando esta vez? Respiró hondo y soltó el aire con pereza mientras desaparecía. @ @@Lady Luxure Grindelwald @@Sean -Ojo Loco- Linmer
  4. Danzaba lenta y calurosamente donde los vivos escuchaban y no entendían, tal vez un año había pasado desde que Susan si quiera hacía una aparición el castillo más tenebroso conocido. La fortaleza Triviani fue su primer hogar, se adaptó al sadismo con rapidez, era su lugar. Cuando se enteró que por su sangre corría un linaje tan antiguo apenas pudo calmar su ego. Susan, quién había desaparecido varias veces, ahora estaba bailando en el panteón familiar, extrañándose de que su nombre no estaba en una de esas lapidas. Para su familia, enterrar un cajón vacío para justificar una desaparición era una botella de ginebra más para el hígado, nada. —Tarde o temprano la locura ataca a esta maldita familia, sólo basta verte. Sus pies descalzos pisaron hojas muertas y húmedas con cada pasó de su trivial danza, su sencillo vestido de color salmón estaba roto y sucio, era otra piel para ella gracias al sudor de su cuerpo. Era deplorable y sombría la situación. Susan había perdido los cabales en sus múltiples viajes, y a pesar de ser mágica una parte de su ser sabía claramente que esas voces que escuchaba no eran una cualidad ni una virtud. El demonio no hablaba, no pensaba, apenas respiraba mientras alargaba sus brazos al cielo y movía sus piernas con suavidad. Nadie vendría a verla, a nadie le interesan un montón de huesos rullidos. Estaba a salvo. Dentro de poco se escuchó un etéreo sonido, la hermosa Susan había comenzado a recitar una canción antigua sobre un hada y un humano, una leyenda que daba esperanza a las parejas jóvenes. No es que le gustara, pero creyó que era la melodía para el momento. Se sentía parte de ese lugar, y ya no dejaba de estar feliz. Es difícil decir como llegó ahí, ni siquiera lo recordaba pero estaba justo donde quería. Se relamió los labios cuando un viento frío chocó contra su rostro, deseaba que nadie la encontrara... al verla en ese estado lo más probable es que la ocultarían del mundo. En este momento de paz mundial y toda esa mentira, lo menos que necesitaba la familia Triviani era una verdadera loca de atar.
  5. Dante Lo Bue, penitente de Susan. La dama se había tardado en preguntar qué era, estaba dudoso de si evadir o soltarlo como si nada pero estaba aquí para complacer a la Di Médici y aunque su andar y su cuerpo lo tenían encantado, las peticiones de su ama fueron claras y no tenía permiso de vacilación. Intentó no alzar el mentón cuando aceptó beber algo con ella, Dante ya le sobraba altura. Al llegar a la mesa retiro la silla y aguardó para acomodarla. Había algo en su aire que lo hacía sentir insípido, sin honor ni derecho, se notaba que hacía años que la aristocrática había aprendido el arte de despreciar y lo había perfeccionado. Dante tenía claro que era un buen semental, su ama lo había escogido por su potencial pero delante de Lucrezia, con su voz melodiosa y suaves rasgos, sentía que valía menos que un elfo. Sin embargo, eso no lo detendría. Como cosa inesperada tomó asiento a su lado, no muy cerca pero lo suficiente para ser arriesgado, los magos tenían costumbre de maldecir si se sentían intimidados. Una joya como ese rubí no puede ser entregado por un elfo, le quita parte del encanto propio. Intentó suavizar su voz Por eso estoy aquí. Decidió ladear un poco su cuerpo y mirarla, quiso aproximarse pero supo que eso aún no era inteligente. Primero le daría lo que necesitara de él. Una vez fui un humano de familia mercante, mi padre hizo un trato que no pudo concretar y Susan no toleró la perdida. Maquino poco lo que diría después Mi ama se llevó nuestras almas y nos las devolverá cuando ella crea que el pago se ha saldado, ella creyó que los humanos no servimos para nada así que nos ''mejoró''. Dante intentó que las palabras no sonaran irónicas. Ahora no soy de este mundo, mis ojos dicen a donde pertenezco y son un seguido recordatorio de a quién se lo debo. Vio al elfo dejar las infusiones en el lugar correcto y perderse, esperó a que la dama bebiera primero. Susan quiere expresarle su encanto por usted enviándome junto al rubí, soy un fiel vasallo y su mano derecha, entre los que le sirven a la familia no hay nadie quién me supere. Lo Bue ya había comprobado eso Me ha ordenado que le sirva en este día, como usted quiera y desee sin que perjudique a mi ama. La Di Médici no consideraría eso como un honor, por su puesto que no, pero ahí estaba, siguiendo los absurdos mandatos de Susan. Tomó la taza y bebió apartando la mirada de la bruja, Lucrezia era una mujer de la alta sociedad y de seguro lo pondría a lavar platos, frunció el ceño ante el pensamiento y dejó la taza en su lugar. Los italianos son déspotas y crueles cuando se trataban de inferiores. Le confieso que tiene razón, es natural verla e inclinarse, no puedo estar más encantado de cumplir con esto pero hay algo en usted, Lucrezia, que me hace retroceder. Tenía que optar por la sinceridad No sé si es por su alcurnia o porque mi ama la quiere para ella que usted ya me parece intocable. Lo cuál es una lástima. Terminó su taza de golpe, sabiendo que no le quemaría. Hoy soy suyo y estoy para servirle. Alzó un tupida ceja ¿Debería temer? @@Lucrezia Di Medici Di Médici perdona la tardanza hombre, tengo problemas con el internet :<
  6. Susan posó una mano en su frente y bajo el rostro para disimular su risa ante las pataleadas de Jeremy, y miró la cara de los nuevos presentes. Al parecer no fue la única que se dignó a presentarse. Fue una lastima ver que la mujer isabelina no era para azotar, pero fue una verdadera delicia ver cómo sus primos le dieron la bienvenida. Fue una de las última en levantarse y seguir a la familia cuando la matriarca decidió cambiar de lugar. ---Si esto siempre va a ser de esta manera deberíamos considerar seriamente expandir aún más el castillo. Soltó al aire Casi no podía respirar con el ego de esa mujer apretando el sitio. No era una mentira que se quedaba por el show, su madre, Alyssa de seguro tendría secretos para ella pero no estaba así que mientras las desgracias caminaban hacía Susan, ella se sentaría a presenciar como le llegaban a los demás. Le guiñó a Ashura que tenía mucho sin ver y notó a una mujer que no había ni siquiera hablado ¿Quién era? Tal vez el karma había llegado para Susan y esa mujer que se dignó a estar callada saldría con que es hija de la ojos lilas. Susan miró hacia otro lado y decidió estar lejos de la silenciosa mujer, prevenir antes que lamentar. Hoy quería estar a la raya del drama, estaba de muy buen humor y los dragones habían quedado olvidados. Se dedicó a escuchar a la aristocrática, y trato de formular tantas preguntas de por qué Maida estaba allí de pronto ¿También participaría en la odisea? Dinero, poder, un lugar alto... Susurró mirando como la bruja silenciosa salía para luego volver a la Médici Si aún no tienes lo que quieres es porque algo hiciste mal, entre nosotros no hay espacio para las pérdidas. Sonrió suave. -El solo hecho de entrar aquí sin invitación y salir ilesa te dará fama. @Inserte lenguaje inclusivo.
  7. Dante Lo Bue, penitente de Susan. La bruja italiana de pronto estaba en frente, elegante y demoledora, el demonio evito mirar demás. Lo menos que necesitaba era que se ofendiera y lo pateara de vuelta a su ama. Tenía que actuar bien, no perder entre los que se acostumbraban a ganar. Su traje color ónix centello leve cuando dio un pasa hacia ella. ---La única que debe tener en cuenta ahora es a la bruja de ojos lilas, Susan. ---Esbozó una reverencia--- Desde que estuvo en el castillo mi ama ha tenido cierto interés en usted y quiere demostrarlo. Se enderezó y clavo sus ojos llameantes en la dama, dio una media sonrisa temeraria y caminó lo más cerca que la bruja le permitió. Soy Dante Lo Bue, soy... Penitente, emisario, cortesano, amante, un maldito multi-usos. Gruñó antes de terminar lo que diría. ---Parte de un regalo. Dante abrió la caja de terciopelo ante sus ojos dejando mostrar la piedra preciosa en su interior, el rubí en forma de gota brillaba sin la necesidad de luz. Un rubí de Sangre. El color escarlata del rubí era hipnotizante Una joya peculiar, su nombre dice mucho de como se consigue. Miró a Lucrezia, esbelta rubia, y se mordió el interior de su mejilla. Uno diría que la historia esta mal al verla, tenía unas cuantas dudas sobre el último Médici, pero jamás pensé que me las aclararía alguien de su gracia. Y ahí estaba la otra parte del regalo, pero esta petición de su ama realmente no le molestaba. No con la Médici de por medio. Los ojos le ardieron y se los quito de encima, la mujer se debe estar sintiendo acosada. Sé que es de mala educación mandar en su lugar, pero ¿Le apetece beber algo con este peregrino? Una italiana haciendo infusiones para ingleses, en estos tiempo de guerra, nunca había oído algo tan irónico. @@Lucrezia Di Medici Di Médici perdona la doble mención xD tenía un principio pésimo.
  8. Dante Lo Bue, penitente de Susan. Perenne, miró la estatua de la propietaria preguntándose qué habría hecho esa mujer para provocar el interés de su ama. El demonio pelinegro ladeó la cabeza y con su pulgar volvió a la caja aterciopelada en su mano, tenía en la mente varias razones, con ese rostro hasta el la voltearía a ver una segunda vez. Esperaba no asustarla, era un demonio peculiar pagando una penitencia sin fin al mismísimo diablo. Antes de que Susan Triviani lo convirtiera en esto y tomara a toda su familia como le dio la gana, gozaba de una normalidad pacifica... pero ahora no era más que una masa de dos metros corpulenta y llena de tatuajes en la piel. Su ama después de sentenciarlo lo había moldeado y hecho como quiso. Y para recordar su eterna penitencia puso en sus iris una llama que nunca dejaba de moverse. Naranja, rojo y amarillo siempre mezclándose en sus orbes. Se había acostumbrado a ese dolor en ellos. ---Lucrezia Di Médici. ---Quizá la subestimaba, tenía un nombre bastante cruel para hacerlo. Le dio una última mirada a la estatua y se dedicó a buscarla, encontró a un par de personas siendo atendidas por un elfo afanado pero no a la rubia. Suspiró y acomodó su traje, ir de gala no era una exageración cuando se trataba de entregar una caja como esta. Tampoco de cumplir con lo que su ama dijo. ---Elfo. ---Lo llamó por encima de lo que hablaban las otras personas--- Vengo de parte de Susan Triviani... ---Sus orbes ardieron aún más al nombrarla--- Envía un par de regalos para la dama Médici, debo verla. @@Lucrezia Di Medici Di Médici
  9. Well, creo que sí cumplo con esto. Nick: Susan V. Goldstein Criatura que deseas: Hipogrifo 2 Conocimientos que deseas: Aritmancia y Transformaciones.
  10. Te diré que no hay nada más bello que esto en estos instantes *-* Está hermosa Cissy, haces un trabajo maravilloso. Si vi que no te pasabas hace mucho por aquí pero que bueno que mi post te hizo volver, pensé que lo tendría dentro de mucho más tiempo. Por todo eso y mucho más, gracias
  11. Susan se despojó de la chaqueta cuando el calor se hizo presente, sus agudos oídos estaban captando dramas y sorpresas dentro de su casa. Por Voldemort, había olvidado que las cosas siempre están así de buenas aquí. Rió y se colocó la chaqueta en el antebrazo. También miró a varios magos en las puertas del castillo, conocía a algunos pero a la aristocrática bruja la ignoraba. Tal vez eran la función de la noche, sería una lástima arruinarla, no se acercaría a ellos pero se aseguraría de que se dieran cuenta de su presencia en cuanto entraran. Con eso Susan reapareció en la alegre reunión familiar, justo en el momento en que Oriánthi soltaba esa bomba. Susan abrió un poco sus ojos ante la noticia y espero a que los orbes de los magos presentes se dieran cuenta de que había llegado. Familia, les besaría las mejillas pero estoy tan aturdida como ustedes. Saludó y pasó los lilas por cada rostro Supongo que lo que empezó como una fina tertulia y terminó con secretos a la luz, alguien debe de decirnos que dejar a los hijos tirados por ahí está mal (? Su sonrisa fue con sorna y lamentó no poder grabar el momento. ---Me alegra que Oriánthi sea de la familia. Dijo como si nada y tomó una galleta de la mesa Pero ¿Aaron Black Yaxley? Estamos en medio de una guerra y concuerdo con Matthew, el Ministro sólo nos sirve para mantenernos en nuestro pedestal o impulsarnos todavía a más. Mordió la galleta Esto no tiene que volverse sentimental, estás cuestiones políticas no deben tocarnos a menos que las necesitemos. Tomó una silla y la arrastró lejos de la mesa para sentarse de piernas cruzadas sin perder de vista a su familia. Los nuestros, los sangre pura Con un ademán le indicó a un Chuck que le trajera algo de beber Son los que estamos reunidos aquí y ahora, si el Ministro quiere pertenecer tiene que aportar y ponerle un par de buenas sonrisas a sus hijos. Bebió de la copa y alzó una ceja recordando algo. Sólo para hacer un paracentesis, en las puertas hay unas cuantas personas, vengo de torturar a alguien pero en serio me gustaría ayudarles con la que parece tener una corona invisible en la cabeza. @Vengan a mí *-*
  12. Me encanta tu trabajo y solo por eso pensaré en cambiar de firma *-* puede que estés ocupada porque realmente no he visto tu nick por ahí así que tomate el tiempo que quieras y espero que la imagen te sirva. Diseño_ Firma Render o Imagen [High Quality]: Opción espero que te sirva. Tamaño: Como gustes Texto: Susan Triviani Otras especificaciones: Un Avy de la imagen estaría bien, lo demás lo dejo a tu buen criterio. Mil gracias Cissy.
  13. Aquí vamos de nuevo... ---Aún no comprendo como todo pudo pasar... La voz de la bruja resultó muy dulce para el momento Perdí un embarque de tres preciosos dragones vietnamitas y tu respuesta a eso es tan inútil. Susan hizo que una vez más de su varita saliera fuego que chocara directamente con la espalda desnudas del traficante. Tenía trabajo que hacer y no necesitaba perdidas. Torturar al mago atado y sin camisa delante de ella no le aseguraba que sus dragones volvieran, que sus galeones se multiplicaran o aún más respeto en el mercado pero tenía un apellido que mantener en gloria. Nos asaltaron, mataron a todos mis hombres ¡Qué podía hacer contra ellos! La mazmorra retumbo de eco. No dejar que se llevaran mis dragones... Suspiró, se levanto del sillón aterciopelado y alisó su traje quitando motas invisibles de polvo Tienes tanta suerte Lo' Bue, hoy estoy cansada y no quiero alargar los temas. Encárgate de recuperar mis tres dragones para mañana antes de que el sol salga o haré con tu cuerpo un nuevo animal exótico para vender. Tomó su varita y se recogió el largo cabello con ella antes de echar una ultima mirada al pobre diablo. No necesito magia para demostrarle a los compradores que no eres ni la sombra de lo que solía ser un humano... mis dragones a primera hora. Demandó y con eso reapareció en los jardines del castillo Triviani, su torcida casa, metió las delicadas manos en sus bolsillos del pantalón de esmoquin y escuchó con deleite todas esas voces dentro. Su familia haciendo de las suyas, sonrió de lado y consideró unirse a la fiesta, aunque de seguro pronto se iría y no le bastaría el tiempo para repartir un poco de su amor a todos esos demonios. Tenía trabajo y el contrabando le mantenía la mente ocupada ¿Qué estarían haciendo? ¿Qué pasaría si pasaba y se bebía toda la ginebra de Candela? ¿O les tirabas Chucks en la cabeza mientras hablan de temas serios? Que bueno era volver, al menos sólo por instantes.
  14. Hola 0/ ¿Cómo les va? Vengo a solicitar que se elimine a la familia Black Lestrange de mi ficha, al igual que el padre sanguíneo, la nueva familia sanguínea sería la Triviani y los padres sanguíneos se resumiría a Alyssa Black Triviani ¡Muchas gracias! ^ ^ *Deja chocos a los moderadores*
  15. — ¡Oye Chuck! —Gritó, había pasado tanto tiempo encerrada que de seguro los miserables la creían muerta— Hijo del fénix ¿Dónde estás? Un elfo cubierto de hollín y harapos rotos apareció de manera apresurada y nerviosa por la puerta de su habitación, pidiendo mil y un disculpas, la bruja se dedicó a prestarle atención a lo que olía. Esta era la fortaleza Triviani y algo nuevo estaba pasando, a varios metros escuchó voces nuevas que hablaban de parentescos y un ligero olor a su madre y excremento. El demonio soltó una carcajada por lo que acababa de reconocer, nuevas sobrinas era algo bueno, pero su madre llena de excremento era algo mucho mejor. La Matriarca había desaparecido tanto como ella. Cargada de sorna miró al elfo — Ve y dile a Alyssa que el excremento queda con su color de piel, y que su amada hija Susan con una botella de ginebra la esperan. El Chuck miró al demonio como si de un suicidio se tratase pero antes de que esta volviera a mirarlo ya se había ido. Mientras eso pasaba iría a conocer a su nueva sobrina, necesitaba a Zoella. Se levantó de ese sillón por fin y decidió aparecerse en la recepción donde Zoella le abría la puerta a una desconocida, caminó hasta ella haciendo que las gotas calientes que chorreaban por todo lugar no la tocasen ¿Acaso había escasez de Chuck's para ese trabajo? Logro atisbar a Matthew sentado en el sofá quejándose de lo mismo. — ¿Hay más ginebra? Presiento que tendremos un momento interesante. —Torció su sonrisa al gitano, la llegada de Alyssa y las nuevas integrantes merecen una gran celebración y los gitanos sabían de eso. Caminó hasta casi tocar la espalda de Zoella y posó su mentón en el hombro de esta mirando a la joven bruja con curiosidad, juraría que algo de ella le recordaba a alguien pero no le puso cuidado. En cambio le sonrió. — ¿Por qué no la dejas pasar, Ghetava? De seguro tiene una magnifica explicación por haber tocado la puerta. —Recuperó su postura— Te encantará señorita, de nuestro techo caen bebidas ilícitas. Le guiñó a la recién llegada y se apartó un poco a esperar la respuesta de Zoella, buscaría un trago, y en cuanto a calva se desocupara le preguntaría por sus sobrinas. Estaba ansiosa de conocerlas. @ @@Alyssa Black Triviani @@Matthew B. Triviani @ @@Ada Lottie
  16. Holis 0/ Cuantas nietas Candela D: pero juro por Voldy que yo no te haré una cana más, se las haré a Alyssa vengo a solicitar el cambio de ser hija Adoptiva a Sanguínea de la coneja pelirroja sexy aka Alyssa Black Triviani ya no te doy más trabajo Cande, see u 0/
  17. Y bueno, yo no sabía de este censo pero llegó en un momento oportuno. Esta familia es grandiosa pero no seguiré siendo parte de ella, apenas entro al foro y sé que hay algunos requisitos para seguir en ella, no es necesario que sea solo un nombre en el árbol e.e muchas gracias a todos por lo lindo <3 pero mientras tanto seré el peso muerto de una sola familia xD
  18. Pronto la tarde se hizo noche y las nubes se volvieron puntos brillantes, jamás había pecado de pereza pero no quería levantarse de allí aún. Había escuchado un par de gritos de unas voces que que no conocía, de alguna forma tenía que estar alerta pero no le importaban la naturaleza de los gritos ni quien los diese. Hace mucho que se había resignado a que los rostros extraños fueran los más familiares. Pero, si la situación lo meritaba iría a ver que pasaba. Volvió a su ensimismamiento, disfrutando inclusive de la brisa fría y perenne de la noche. Pronto su tiempo sola se acabó y una voz bastante conocida le dijo algo que le causó gracia. La bruja sonrió, más por quien decía las palabras. Abrió los parpados y miró a peli violeta ofreciéndole una cerveza. —Alegna... —Se levantó y cogió la cerveza— Me decepcionaría que te fueras solo por ver algo más de mi piel. La griega bebió de la cerveza—Me da gusto verte, perdona lo de tu local, solo creí que sería gracioso ¿Tienes alguna idea de donde está Rose? Mientras esperaba la respuesta bebió una vez más de la pequeña botella, de alguna forma le agradaba tenerla cerca. La hacía recordar los primeros días en el país y lo infantil que se comportaban en aquel entonces. Por un instante se sintió observada, ya no estaba acostada en el suelo con los ojos cerrados, estaba de pie y bebiendo, las cosas eran distintas. Buscó con los lilas y efectivamente encontró una silueta femenina en uno de los balcones, si mal no recordaba era la habitación de su tía Ashura. —Si mi vista no me falla, esa debe ser Ashura cuidando de que no profane a su hija. —Dijo un chiste, sin mucha gracia esta vez— ¿Crees que le gustaría unas cervezas y un poco de charla familiar? Sería un milagro que se acuerde de su sobrina, no la culpo. @@Alegna Black @@Ashura Lestrange
  19. Se paseó por el lago, donde apenas había vida, de alguna forma tenía que demostrar que ella sí lo estaba y que no era un fantasma más de la mansión aunque sus acciones demostraran los contrario. Ya había vivido demasiado y las cosas le parecían aburridas, ni siquiera en sus bajos placeres encontraba diversión, quizás Inglaterra no tenía nada para ella porque lo había consumido todo y aún no estaba satisfecha. Terminó por acostarse en la grama al lado del lago, cualquiera de sus familiares que la viera en tal cosa pensaría que esta loca pero el lugar parecía más vacío que sus objetivos. Así que no se preocuparía por una reprimenda de etiquetas, sus lilas miraron el cielo, el único paraíso que no ha tocado y que por gracias del destino nunca lo rozará. Tenía mucho que no veía a su madre o alguno de sus hermanos, no tenía idea de sus primos o algún otro familiar que le importase ¿Cuanto tiempo había pasado? —​Demasiado, al parecer. —​Se dijo a si misma. Y pronto sería más... por lo menos tenía paz y no vivía su ridícula crisis existencial en un quilombo. Suspiró y sus parpados cayeron. Pronto volvería a ser la de antes, le daría a sus apellidos el honor que se merecen y una vez más su nombre estará por allí, dándole un nuevo color a todo.
  20. La bruja se recostó de la pared suspirando de alivio, era sorprendente como la puerta giratoria a su lado tenía gotas de lluvia aunque las escaleras estuvieran primero. A Susan le encantaba la lluvia pero al ver su gabardina y todo su enterizo empapado le dejó de parecer una idea graciosa, entornó los ojos, sus botas de piel de dragón tenían lodo. Fantástico. Vagó los orbes lilas por el lugar lleno de peregrinos devotos al dinero, gordos y de mejillas rosadas, lloraban o reían por la suerte de los juegos. Era un lugar para genios, no para los que creen tener suerte. Conocía ese suntuoso lugar, o por lo menos el nombre lo había mirado en una invitación, cuando su tío iba a inaugurarlo. Pero tenia varías citas con libros y negocios sin nombre. La griega sacó su varita y en un ademán su ropa y cabellos ya estaban secos, si estaba ahí ¿Por qué no quedarse? Colocó la gabardina en el perchero, descubriendo sus hombros y dejando a la vista el color negro de sus ropas. La bruja fue directo a la barra, ignorando cualquier cosa que estuviera fuera de su objetivo: Encontrar a su tío y esa botella de vino que tanto le gustaba. Sin embargo, llegó la barra antes de encontrar al primero. —​Una botella de vino de saúco, dos copas y ¿Donde está el Señor Black Lestrange? —La griega habló con suavidad— Es una visita especial. <<Mas bien de alguien medio muerto>> Sonrió de lado cuando el mago señaló a las afueras, a un hermoso jardín. Caminó sin prisa y con botella en mano. Justo en frente de una fuente se encontraba su tío de espaldas, la bruja extendió aún más su sonrisa, cuanto le alegraba verlo. Era la fuente de deseos que salía en el folleto, cogió un galeón de su enterizo y con algo de fuerza lo tiró por encima del hombro de su tío y cayó a la fuente con todos los demás. —Deseé un poco de tu tiempo, hombre ocupado. —La bruja caminó hasta quedar a su lado— Que irónico que haya escogido tener suerte en las ilusiones y no en una de tus tramposas mesas. —Susan lo miró con gracia— ¿Desde cuando eres tan cruel como para jugar con los sentimientos de los crédulos? —Sonrió y los lilas fueron a su cabello— Te ves bien, tío, las canas te sientan mejor que el cabello naranja de esos caramelos defectuosos. @
  21. Cerró el libro de repente como si aquello de lo que juró nunca cansarse por fin la estaba obstinando, el leer se la había vuelto una monotonía desde que decidió una vez más permanecer cual prisionera en su espaciosa habitación. La mansión Black Lestrange tenía todo lo que necesitaba pero hacía mucho que no gozaba de un buen espectáculo ¡Por Voldemort! Si lo ultimo que hizo para honrar a su familia adoptiva fue hace meses. Se había vuelto una mala costumbre de la griega entrar en la sociopatía. Riñó maldiciones que aún en su boca se oían elegantes. Un trago, eso le serviría para aplacar a sus demonios. No obstante, no tenía con quien ir y la gran casona se sentía ligera por ausencias, ir sola era casi una obligación en ese entonces. Con una simple floritura de su muñeca la varita la vistió, casual y de negro ¿A donde iría? Por supuesto que su familia tenía un montón de lugares pero no todos le llamaban la atención ese momento. Una punzada de nostalgia se fundió en su pecho recordando a su primo Aries, de todos, con él era el que menos tiempo había pasado. Su local era lo que buscaba y quizás en el lo encontraría, la bruja de orbes lilas giró sobre sí apareciendo solo segundos frente a las puertas de Shadowhunters. Al entrar un emocionado Aries le brindó su calidez, endulzando parte de su amargura. —Querido Aries. —Lo rodeó en brazos y alzó la comisura de la mejilla donde había besado— Invítame un trago primo y pasa tiempo conmigo, siento que si vuelvo a encerrarme me volveré loca. Aunque cordura ya le faltaba. Le guiñó al peliblanco uno de sus orbes y con paso ameno se dirigió a la barra, pasar tiempo con su primo era un deseo que guardaba junto con otros, se había perdido parte de su vida y nunca se lo perdonaría. Mas ahí estaba, dispuesta a recuperar el tiempo perdido. —Aries, dime que el mundo se divierte más que yo. —La mortifaga negó con gracia para luego reír— Dime que te diviertes más que yo. @Aries.
  22. Siempre hacía pedidos especiales a Honeydukes que fueran llevados hasta la puerta de su habitación en la mansión, después de todo su primo Keaton era el dueño del local y ella una adicta a la azúcar. Nunca había venido personalmente hasta ese momento donde pretendía dilapidar todo en chocolate. Le gustaba la dulzura en todas sus facetas y no podía evitar esta. Le gustaba lo amargo por igual, pero tenía que ser lo suficientemente fuerte como para no ver a la bruja arrepentida. La tienda estaba llena y rebosando de risas, casi irritando a la Black Lestrange. Esa era una de las razones por las que pedía a domicilio y no venía por su cuenta, aún no se acostumbraba a esos grupos grandes llenos de bullicio que apenas la dejaban caminar sin rozar a nadie. El contacto físico con un desconocido era algo que prefería evitar. Sus mejillas se sonrosaron en cuanto consiguió la tableta de chocolate que tanto estaba buscando. Justo lo que necesitaba para apartar esos pensamientos de la mente. Tomó la tableta con algo que parecía una sonrisa hasta que algo la sacó de su acción, un pequeño niño con manos de chocolate le había manchado su chaqueta. Susan lo miró sin expresión alguna hasta que la madre llegó por él, esta se disculpó pero la griega apenas se contuvo de darle más que una faceta neutral. La bruja se fue y Susan miró la mancha en su chaqueta. —Si no puedes controlarlo, no deberías de tenerlo. —Susurró tocando la chaqueta, ese era un comentario para la madre pero ella ya se había alejado lo suficiente como para escucharlo. Una voz masculina le hizo alzar el rostro, más de lo normal pues quien le hablaba era tan alto como el estante. Los orbes lilas de la bruja miraron aquel hombre con sorpresa. Su rostro y cuerpo no parecían ser locales, lucía como algún dios nórdico que decidió probar placeres mortales por un rato, algo en él se le hacía familiar. Mandó a buscar algo para la mancha y de forma tan educada se presentó como Brendon. La bruja frunció el ceño mientras dejaba escapar una risa etérea en cuanto recordó de quién se trataba. El hijo de Ishaya que la había ahorcado en la guerra. —Sí, es notable que no eres de por aquí... —Susan sacó su varita y con un ligero toque sobre la mancha esta desapareció al instante— ¿Es un trabajo muy duro? Lo de complacer a esa persona. El demonio enarcó una comisura al mago de forma descarada ¿Acaso no la recordaba? ¿Estaba perdiendo el encanto? Era una buena ventaja para vengarse si no la recordaba en absoluto, cobrándose lo de aquel día con creces. —Porque si lo es, entonces podrás compensarme la ayuda. @@Brendon Ravenclaw
  23. Una reunión familiar, después de los altercados y demás se le estaba haciendo monótono el hecho de compartir con sus hermanos ¿Cuando podría volver a salir a solas con su madre? Se estaba adaptando a eso de compartir, no lo hacía muy bien pero era algo a final de cuentas. Ya no era la única, hasta sobrino tenía así que no había mucho que hacer por ello. Abrió las puertas del local con un ademán, lleno de color y olores deliciosos engalanaba una serie de estimulaciones para los orbes de Susan, hasta que vio a su hermano y madre, eso borró un poco su sonrisa. Suspiró y se acercó a ellos con lentitud, forzando una nueva sonrisa. Miró a su hermano y mientras el hablaba le jaló del brazo para que este se inclinara y así pudiera besarle la mejilla. —Es bueno verte de nuevo, Matthew. —Trató de ser lo más natural posible sonriendole de lado para luego mirar a Jessie— Hoy te es hermosa. Se inclinó y besó la frente de su madre para luego desplomarse en una de las sillas coloridas del lugar. Aún faltaban Lady y Roma, le hizo una ceña a uno de los elfos para que este le trajera un jugo de algo. —Y una manzana... —Dijo antes de que el elfo se fuera. Dirigió la mirada a su familia, también faltaba su padre pero ese siempre era un caso perdido y ya se acostumbraba a no verlo en este tipo de situaciones. —Madre, a quien tienes que presentarnos ¿Es siquiera especial? Porque yo no la recuerdo. —Bromeó con acidez. @@Jessie Black Lestrange @@Matthew B. Triviani @
  24. La botella se resbaló de su manos y cayó al piso en una ruptura de cristal. Había bebido, más de la cuenta, enrojeciendo sus mejillas y dándole nuevas centellas a sus orbes lilas. Ella siempre había sido una persona parca al beber, jamás se excedía o dejaba que las cosas llegaran hasta ese punto porque el control de sobre su cuerpo le gustaba. Pero en aquella noche se había ido a un bar y con un par de personas y risas había terminado de esta manera; el querer irse sola la puso en precarias situaciones. Aún conservaba su andar de dama e inclusive podía entablar una conversación medianamente decente. Pero aquellas risas momentáneas la hacían dudar si estaba en todos sus cabales. El chirrido de algo moviéndose llamó la atención de la bruja, parando justo en frente de unas letras que apenas se sostenían y alumbraban. Un parque de atracciones hecho para suicidas, nada mal. Echó un vistazo más allá del precario letrero, era el lugar perfecto para matar alguien y que nunca lo encontrasen. Soltó una risa suave mientras se acercaba a ese carnaval lleno de oxido que se hacía llamar parque. Pasó por la taquilla pero el mago calvo y regordete se había dormido en la silla. Esto era bueno, ya había dilapidado gran parte de su fortuna en ese bar, además de que le parecía una falta de respeto que cobraran para entrar a lugar lleno de tétano. Ensució su finas botas de piel de dragón con el barro, mirando encantada la rueda de la fortuna que de seguro se caería. Pateó el carro de perritos en cuanto lo vio, esperando molestar la cena de las ratas. El parque ya le estaba gustando. Se acercó a las oxidadas barandas de una tracción, unas tazas ancianas que se quejaban de mareos giraban con luces de varios colores. La bruja con una sonrisa se inclinó y apoyó los codos de la baranda, mirándolas con sorna. La ropa que tenía apenas había sido echa para la noche, su pantalón de cuerina negra y su fina blusa rosa no la protegerían del frío. Poco le importaba, se estaba divirtiendo. @Alaxel

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